Los cinco minutos de María
Mayo 5
“No te pido, Madre, el don de las lágrimas, que es angustia disuelta ya en consuelo; que hay también un dolor del pensamiento que tiene una más clara austeridad.
Yo te pido esas claras ideas de mi indignidad, que son como las lentas lágrimas interiores del alma.
Mi corazón, Madre, es un vaso frágil y pequeño y no caben en él las cosas infinitas. Mi corazón está sucio y cansado de tanto amar las c
osas; no me sirve para sentir tu angustia callada; para tu angustia, Señora, quiero reservar la intacta y serena amplitud de mi pensamiento” (José María Pemán)
osas; no me sirve para sentir tu angustia callada; para tu angustia, Señora, quiero reservar la intacta y serena amplitud de mi pensamiento” (José María Pemán)
Madre santa, santifica mi vida.
* P. Alfonso Milagro
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