El Papa Francisco reza en silencio en la Porciúncula de Asís
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
El Papa Francisco viajó a Asís este viernes 12 de noviembre y rezó en silencio en la Porciúncula que se encuentra en el interior de la Basílica de Santa María de los Ángeles en Asís.
El Santo Padre viajó por la mañana desde el Vaticano a la tierra natal de San Francisco. Al llegar, el Papa fue al Monasterio de Santa Clara en donde se reunió con las religiosas de clausura de la orden de las hermanas pobres de Santa Clara.
Esta visita privada no había sido anunciada en el programa de los organizadores. Según informó la oficina de prensa de la Santa Sede, el Papa “saludó a las religiosas clarisas y rezó con ellas”.
Luego, el Santo Padre se dirigió a la Basílica de Santa María de los Ángeles para participar a un encuentro de oración y testimonios con ocasión de la Jornada Mundial de los Pobres.
Antes de entrar a la Basílica, el Papa a partir de las 9:35 a.m. recorrió toda la plaza para saludar a los niños presentes con banderitas que procedían de escuelas de Asís, los niños fueron acompañados por profesores y algunos de sus padres.
Luego, el Pontífice fue recibido por el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, y saludó al Obispo de Asís, Mons. Domenico Sorrentino; al Obispo de Spoleto Norcia, Mons. Renato Boccardo; a varios frailes franciscanos menores y algunas autoridades civiles, entre ellos, la alcaldesa de Asís que le dio un regalo al Papa.
Además, antes de entrar a la Basílica de Santa María de los Ángeles unos jóvenes le dieron al Papa un mantel y un bastón, símbolos del peregrino. Luego el Santo Padre mantuvo conversaciones privadas con un joven refugiado eritreo y otro adolescente extranjero, mientras que el Papa escuchó con atención.
Asimismo, el Papa fue recibido emotivamente también por otros grupos de fieles de diferentes nacionalidades, entre ellos, españoles, franceses, polacos y croatos. El grupo de franceses estaba presidido por el arzobispo emérito de Lyon, el Cardenal Philippe Barbarin y el Papa se detuvo a saludarlo.
El Pontífice entró a la Basílica de Santa María de los Ángeles usando el bastón del peregrino de madera que recibió a su llegada.
A su entrada, recibió un ramo de flores y bendijo y saludó a muchas de las personas presentes. Entre ellos, un grupo de niños en silla de ruedas.
Finalmente, el Papa entró a la Porciúncula en donde se sentó y rezó en silencio acompañado por dos franciscanos que permanecieron de pie.
Historia de la Porciúncula
La Porciúncula es una pequeña capilla en donde, San Francisco de Asís recibió su vocación en el año 1208 y vivió la mayor parte de su vida en este lugar.
En el año 1216, mientras Francisco estaba en la Porciúncula, en oración y en contemplación, se le apareció Cristo y le ofreció que le pidiera el favor que él quisiera. En el centro del corazón de San Francisco siempre estaba la salvación de las almas.
La Porciúncula fue también el lugar donde San Francisco recibió los votos de Santa Clara. El 3 de octubre de 1226, muere San Francisco, y en su lecho de muerte, le confía el cuidado y protección de la capilla a sus hermanos.
Testimonios
Después del momento en oración silenciosa, el Santo Padre escuchó diferentes testimonios de personas de diferentes nacionalidades. Algunos de los testimonios fueron intercalados por cantos.
El primer testimonio fue en lengua francesa, en el que un matrimonio joven de París con su hija pequeña bebé dijo al Papa cómo se conocieron y que realizan una misión en familia.
El segundo testimonio fue en español. Sebastián del Valle dijo que nació en Palma de Mallorca, y actualmente vive en Toledo. Relató que de pequeño creció en una familia católica y él tenía mucha devoción al Rosario. Luego, se alejó de Dios y cometió algunos delitos por lo que estuvo en la cárcel. Tras salir de prisión se quedó solo, sin empleo y varias semanas vivió en la calle hasta que un párroco de un pueblo de Toledo lo recibió en un centro de Cáritas durante el confinamiento y se volvió a acercar a Dios. Sebastián se conmovió y se puso a llorar varias veces.
El tercero fue en francés y relató que creció en una familia y ambiente ateo y que de adulto encontró al Señor y se bautizó.
El cuarto testimonio fue en polaco, un joven de 37 años narró que cayó en la droga y alcohol desde los 16 años y que desde 2007 vive en la calle.
El quinto testimonio fue de Farzaneh una joven refugiada de Afganistán que relató las dificultades actuales en el país y agradeció la acogida en Italia.
Tras una pausa de diez minutos, se relataron los últimos dos testimonios: una pareja de ancianos de Afganistán, que vive en Italia y relató que uno de sus hijos fue asesinado por los talibanes.
El último testimonio fue de una mujer en silla de ruedas de 43 años que nació en Rumania. Dijo que llegó a Italia hace 15 años. Inicialmente en 2006 para cuidar a unos ancianos, tuvo que dejar dos hijos pequeños con su esposo, pero en 2008 murió su esposo y regresó a su país natal, pero después de la muerte de su esposo volvió a Italia con sus dos hijos. Sin embargo, relató cómo empezó su enfermedad, que ha tenido más de diez operaciones, los fuertes dolores, que perdió el trabajo y que no ha sido sencillo.
Al concluir los testimonios, el Santo Padre pronunció su discurso en el que improvisó en numerosas ocasiones y finalmente presidió un emotivo momento de oración formado por diferentes oraciones y que concluyó con la bendición del Papa y con el canto en latín de la Salve Regina poco antes del mediodía.
Por último, el Papa se detuvo a saludar personalmente con la mano y a hablar con cientos de las personas presentes.
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