“Se compadeció de ellos”
En las comunidades en las que se puede hacer, está bien unir la narración de la muerte de Juan Bautista al evangelio de hoy. El domingo último, en efecto, Jesús envió a los doce a curar enfermos y a proclamar “que era preciso convertirse.” Hemos aprendido por una inclusión, que su misión puede conducirlos al destino de Juan Bautista.
Pero la primera experiencia ha sido feliz si se considera la multitud que nos los deja. Jesús mismo, al inicio de su ministerio, debía retirarse a un lugar para orar y descansar (Marcos 1, 35 y 45). En este día de evaluación, buscan un tiempo de soledad y de descanso. Sin embargo la multitud los sigue y el evangelio de hoy abre una nueva sección que incluirá, entre las dos distribuciones del pan, una serie de nuevos milagros, signos del Reino.
A la vista de la multitud, Jesús se conmueve en sus entrañas. Detengámonos en esta palabra que refleja un sentimiento intenso y muy íntimo en Jesús, distinto de la piedad de la que se habla en 5, 19. En el primer sentido, splagkhna designa las principales vísceras: el corazón, el pulmón, el hígado y el útero de la madre; y en fin el corazón y el alma como sedes de los afectos.
Así, el verbo splagkhnizomai significa ser impactado en las entrañas, ser conmovido por la piedad y la compasión íntima.
Jesús se conmueve ante la multitud como ovejas sin pastor. La doble multiplicación de los panes que seguirá no se dirige a multiplicar el pan ni a compartirlo como remedio para los hambrientos. El evangelio habla claramente del afecto de Jesús por el pueblo de Dios y su papel de reunirlo en torno al don de su vida. Nadie está excluido del corazón de Jesús y el contexto, en la doble multiplicación de los panes que tendrá lugar entre los judíos (6, 30-44) y luego entre los paganos (8, 1-9), es netamente eucarística.
Jesús, a la vista da la multitud, “se conmovió porque estaban como ovejas sin pastor.” Esta frase introduce en san Marcos la primera distribución del pan.
Leeremos a partir de la semana próxima, el largo discurso sobre el Pan de vida, en el capítulo 6 de san Juan.
(P. Felipe Santos S.D.B.)
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