BEBER DE LA FUENTE DE LA VIDA POR AMOR
El amor es un acto misterioso que aparece de modo inesperado en el corazón de las personas, que, con frecuencia, les cambia la vida totalmente. Beber de la fuente de la vida por amor implica haber comprendido que nuestra vida tiene su origen en Dios, que es Amor y vida. Por eso, el ser humano no es feliz mientras no se siente amado por Dios ni ha experimentado su capacidad de amar al prójimo. Quien no bebe de la fuente de la vida por amor no es capaz de confiar en nadie, y se pasa la vida desconfiando de todo, con razón o sin razón. Normalmente, viven resentidos y amargados a lo largo de toda su vida, por no decir, decepcionados o desilusionados de las personas que lo rodean (aprende a perdonar de corazón y de vida, no solo de palabras). No obstante, la persona no puede existir sin amor, con menor o mayor grado, toda persona vive por amor y para el amor. La fuente de la vida y del amor es Dios.
Hay diversas formas y modos de expresar el amor, no necesariamente el amor de pareja, cuando hablamos de amor nos referimos a esa fuerza vital que tiene todo ser humano dentro de sí, y que le impulsa a darse totalmente al servicio del prójimo desde la experiencia mística de su encuentro con Dios. En este sentido, amar es para personas normales que viven la vida con plenitud, sin malicia ni perversidad; amar no es ilusión, ni emoción, ni sentimientos, ni pasiones, tampoco es placer, amar es vivir la vida con sentido y plenitud: darse por entero son límites ni medidas por Dios.
Dichosa la persona que vive su vida desde el amor y para el amor, pues ha entendido que no hay vida completa sin la experiencia del amor divino y humano, pues son inseparables. Por tanto, pensar, sentir y hacer las cosas por amor y con amor significa comprender que la vida es bella y pura cuando sabemos decir con transparencia y recta intención a los parientes y amigos: "un te amo mucho". Es decir, aceptar a toda persona como un regalo maravilloso de Dios. Ojalá pudiéramos purificar nuestra forma de percepción de la realidad en las relaciones humanas con normalidad, libres de la malicia y la susceptibilidad de aquellos que al leer o escuchar "un te amo" o un "te quiero mucho", inmediatamente se imaginan a la relación íntima de parejas privadas, es verdad, también podría ser eso, pero hay que diferenciar a las personas y en las circunstancias que se usa esas expresiones. Es muy importante en todo esto el discernimiento y la honestidad de la propia conciencia: "no todo lo que brilla es oro", ni "todo lo que es fantasía es oro". Hay que tener mucho cuidado con quien y a quién se le dice esas expresiones, para evitar confusiones es mejor conocer bien a la familia, amigos y conocidos, no todos lo asumen como tú lo entiendes y quieres decir.
Lo importante en todo este fenómeno del amor es la rectitud de la conciencia, la honestidad e integridad de vida, y, sobre todo, la limpieza de los sentimientos. Por consiguiente, quien vive la espiritualidad cristiana siempre tendrá la libertad de amar como Jesús, sentir como Jesús, soñar como Jesús, y desear como Jesús, es decir, darse de cuerpo y alma al bien de los demás para verlos felices, porque, también eres feliz estando con Dios. Por eso, no te cances de beber de la fuente de la vida por amor, ya lo decía San Agustín: "Ama y haz lo que quieras", porque el amor es sublime y eterno, no hace daño ni está manchado por la malicia ni la perversidad, pues solo ama el hombre y la mujer de limpio corazón; sólo éstos verán y experimentarán lo que significa verdaderamente el amor.
+ P. Marcos Trujillo Reaño OSJ
(Marcos)
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