Sacerdote de casi 100 años cuenta cómo conoció a San Maximiliano Kolbe
Redacción ACI Prensa
Crédito: Joseph Pronechen (National Catholic Register)
Un sacerdote franciscano polaco que cumplirá cien años el 7 de septiembre relató recientemente cómo conoció a San Maximiliano Kolbe, quien dio su vida para salvar a otra persona en el campo de concentración de Auschwitz y cuya fiesta se celebra el 14 de agosto.
El nombre del presbítero es Lucjan Krolikowski; nació en 1895, un año después que Maximiliano Kolbe fuera ordenado sacerdote, y fue ordenado sacerdote un año antes al nacimiento del Papa San Juan Pablo II, a quien también conoció en vida.
Estudió en el mismo seminario que San Maximiliano Kolbe en Polonia, pero tuvo que posponer su camino al sacerdocio cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Fue arrestado por los soviéticos en la época en que San Maximiliano fue capturado por los nazis.
“Estuve tres años con él antes de ser arrestado por comunistas del este y enviado a un campo de concentración en Siberia”, recordó el P. Lucjan en una entrevista concedida al National Catholic Register.
Durante tres años estudió para ser misionero junto a otros 700 frailes y 130 seminaristas en el seminario menor de Niepokalanow (en lengua polaca “Ciudad de la Inmaculada”), ubicado cerca de Varsovia (Polonia).
El P. Lucjan hizo sus primeros votos temporales solo tres días antes de que estallara la guerra en Polonia y 10 días antes de cumplir 20 años. Maximiliano Kolbe estuvo presente aquel día.
Cuando el joven seminarista Lucjan fue arrestado, lo hicieron sin motivo alguno y fue enviado a un campo de concentración de trabajo a los pies del Himalaya.
“Cuando Hitler invadió Rusia, Rusia tenía tanto miedo que liberó a aquellos que podían servir en el ejército”, recordó el P. Lucjan.
Debido a que sus votos temporales habían expirado –hasta entonces estaba exento del servicio militar–, el P. Lucjan contó que fue enviado desde el campamento “a la escuela militar de artillería, muy cerca de la frontera china, muy lejos del frente”. Allí sirvió en el ejército polaco hasta que, tiempo después, fue enviado a Persia e Irak, donde curiosamente pudo reingresar al seminario.
“Cuando llegamos cerca de Bagdad, solicité estar en el seminario, el seminario franciscano”, recordó. Por aquel entonces, el presbítero cuenta que se necesitaban sacerdotes para el Ejército de Liberación de Polonia, el cual buscaba hombres que ya tenían algunos de sus estudios completados.
“Me sacaron del ejército y me enviaron a Beirut, Líbano. Estuve cuatro años en Beirut y fui educado por los jesuitas franceses. Fui ordenado en Beirut ‘como fraile franciscano conventual’”, explicó.
Sobre Maximiliano Kolbe, el sacerdote contó que el futuro santo “amaba la pobreza” y que “era humilde, muy humilde, y un buen organizador”. Ejemplo de esto último fue que San Maximiliano construyó el monasterio Niepokalanow en Polonia y luego otro monasterio como este en Japón.
Después de su ordenación en 1946, el P. Lucjan fue nombrado capellán de un enorme hospital militar en África Oriental, donde también era albergados huérfanos de guerra polacos.
“Me enviaron allí y me quedé un par de años a los pies del Kilimanjaro (montaña situada en el noreste de Tanzania). Los comunistas polacos los habían perseguido, no tenían control sobre los campos e insistieron en que los niños fueran enviados a Polonia, pero nos negamos. Todo el campamento se negó a tener contacto con los comunistas porque nos arrestaron al comienzo de la guerra”, dijo.
El presbítero, junto a dos hombres y una mujer que lo ayudaban, y sus casi 160 niños huérfanos, tuvieron que huir de los comunistas porque los campos de refugiados estaban siendo cerrados en 1949. Tras una larga travesía que los llevó por Italia y Alemania, finalmente llegaron a Montreal, en Canadá, donde recibieron la ayuda del Arzobispo Joseph Charbonneau.
“La población y la jerarquía francesa se hicieron cargo de ellos. Tuvimos benefactores que nos dieron ropa, un médico que hizo exámenes sin costo. El Cardenal Paul-Émile Léger de Montreal fue nuestro protector”, reveló.
El P. Lucjan cuenta que en 1975 los huérfanos recibieron la visita del Cardenal Karol Wojtyla (el futuro Papa Juan Pablo II), quien los animó. Asimismo, detalla que vio al santo polaco en otras ocasiones, como lo atestigua una foto de 1972. Y en 1978 se reunió en audiencia privada con el Pontífice.
Después de que los niños se asentaron en Canadá, fue nombrado párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de Czestochowa en Montreal. En 1966 se mudó a Athol Springs, Nueva York, para trabajar en Father Justin Rosary Hour, el programa de radio católico más antiguo en idioma polaco.
El presbítero trabajó 34 años escribiendo las transmisiones y preparando la mayoría de los discursos del programa que se transmitió a los polacos en todo Canadá y Estados Unidos, incluidos los refugiados polacos después de los años de guerra.
El P. Lucjan continuó su ministerio activo en la Basílica de San Estanislao en Chicopee, Massachusetts, donde, hasta los 90 años, celebró Misa, predicaba y confesaba.
Actualmente, el sacerdote espera la celebración de su cumpleaños número 100 en la Basílica de San Estanislao el 7 de septiembre. Aún concelebra la Misa y se mantiene en contacto con los huérfanos que siguen con vida.
Cuando se le preguntó sobre cómo se sentía por haber conocido a dos santos, dijo: “¡Estoy obligado! ¡Obligado ahora a ser bueno como ellos!”.
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