El espejo que embellece
En el antiguo templo de Apolo en la isla de Delos, había una inscripción que decía: “Conócete a ti mismo”. Los filósofos griegos afirmaron que quien se conoce es un sabio porque, al descubrir esa mezcla extraña de grandeza y miseria que hay en cada uno, sabe ubicarse y relacionarse adecuadamente con todo su entorno.
El horrible ogro odiado por todos compró en la tienda un gran espejo y lo fijó en una pared de su castillo. Podía verse en él de cuerpo entero. El vendedor le había asegurado: “Este espejo lo embellecerá, mi buen señor, se verá usted en él como siempre quiso verse”. Pasaba horas el repulsivo señor frente al espejo, comprobando sus bondades. Podía verse allí como siempre había soñado ser. Cambió el ogro su mirada sobre sí mismo y consiguió que todos lo vieran distinto, aunque su cuerpo no se había transformado. Ya no era tan horrible ni odiado por todos, porque había aprendido a apreciarse y quererse frente al espejo.
La moraleja de esta parábola es muy sabia: “Conócete a ti mismo con amor, para que los demás comiencen a quererte”. El conocimiento de tus fortalezas y debilidades es básico: con un ojo en tus virtudes para conservarlas y darles brillo, y con el otro en tus debilidades para neutralizarlas, ponte a realizar el proyecto de Dios sobre tu vida.
* Enviado por el P. Natalio
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