LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
18 de Diciembre
Cuando te levantas por la mañana, sientes palpitar a tu lado el corazón de tu esposa; eso es un don de Dios; puedes mirarte en los ojos de tus hijitos y eso no tiene precio; puedes gozar de la luz del sol y oxigenar tus pulmones y mover tus manos y tus pies, y todo eso lo debes al Señor.
La carta que recibes de alguien a quien aprecias: el llamado telefónico que no esperabas; la visita de alguien que viene a acompañarte en un momento de prueba; el beso de tu niño después de la reprensión que le diste por una picardia...
El capullo que se abrió en tu maceta; el sol esplendoroso que brilla o el viento que deprime; la cama que debes airear y tender; la cocina que debes atender; el parloteo de tus niños, sentados junto a la mesa hogareña...
El dolor de cabeza que disminuye tu capacidad de trabajo; el frío que entumece tus miembros; el malestar físico o psíquico que te abate, lo mismo que la alegría de verte rodeado de tus hermanos y amigos; el éxito de uno de tus negocios o de alguna de tus acciones apostólicas; la Eucaristía celebrada y recibida en un ambiente cien por cien comunitario y cálido.
Todo, todo eso es una señal inequívoca de la presencia de Dios, de que Dios está ahí, en esas cosas; y tú debes descubrir su presencia... Cuando cambias pañales, Dios te está acompañando; cuando realizas tu trabajo en la fábrica o en el taller, Cristo recuerda que sus manos se vieron desgastadas por el uso de las herramientas, lo mismo que las tuyas.
P. Alfonso Milagro
P. Alfonso Milagro
No hay comentarios:
Publicar un comentario