lunes, 31 de diciembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY 31 DE DICIEMBRE DEL 2018 - FIN DE AÑO


Lecturas de hoy 31 de Diciembre. Octava de Navidad
Hoy, lunes, 31 de diciembre de 2018



Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,18-21):

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad. 

Palabra de Dios


Salmo
Sal 95,1-2.11-12.13-14

R/. Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
cantad al Señor, toda la tierra; 
cantad al Señor, bendecid su nombre, 
proclamad día tras día su victoria. R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra, 
retumbe el mar y cuanto lo llena; 
vitoreen los campo y cuanto hay en ellos, 
aclamen los árboles del bosque. R/.

Delante del Señor, que ya llega, 
ya llega a regir la tierra: r
egirá el orbe con justicia 
y los pueblos con fidelidad. R/.


Evangelio de hoy
Comienzo del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. 
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. 

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 31 de diciembre de 2018
Juan Lozano, cmf
Querido amigo/a:

Llegamos al último día del año. Hoy es momento para traer a nuestra oración dos actitudes nacidas de un corazón inquieto: por un lado, el agradecimiento por el tiempo vivido y por otro, el deseo de crecer y mejorar nuestra vida en el nuevo tiempo que se nos regala. Es inevitable al finalizar el año hacer balance de lo vivido y elaborar una lista de propósitos de mejora para el próximo. Al realizar este sano ejercicio de reflexión y revisión del año podemos caer en la tentación de la nostalgia, de dejarnos llevar por la tristeza y el desconsuelo de lo que no sucedió en el año que termina, de los deseos frustrados o de las pérdidas que sufrimos. Agua pasada no mueve molino, dice el refrán. Por eso te propongo que hagas la revisión del dos mil dieciocho en clave de agradecimiento. Agradece a Dios todo lo vivido: lo bueno y lo malo, lo esperado y lo inesperado, el gozo y el dolor. Porque todo sirve para tu crecimiento, porque Dios ha querido acompañarte en todos los momentos del año, en los dulces y en los amargos y ha estado ahí contigo, a tu lado. El tiempo es un regalo y Dios te ha regalado un año más de vida. Gracias mi Dios.

Segundo, ofrécele al Señor este nuevo año que comienza. No haciéndote una lista muy ambiciosa y larga de objetivos de mejora: dejar de fumar, comer menos, hacer más ejercicio…etc, sino de dejarle a Él, en tu tiempo de oración, que te haga la lista, que te diga, te susurre qué le gustaría a Él que tú intentaras hacer en el nuevo año que te regala. Déjate iluminar, pregúntale qué quiere de ti, qué puedes hacer tú por Él, que te ayude a crecer en la dirección que Él sueña de ti para vivir un año de “gracia del Señor”, un dos mil diecinueve lleno de su presencia. ¿Cómo? Siguiendo la máxima de “actúa como todo dependiera de ti y sólo de ti, pero confía como si todo dependiera de Dios y solo de Dios”. Trabajamos con Dios, hacemos con Él.

La Palabra de este último día del año nos presenta las claves para poder realizar nuestra revisión. La carta de Juan nos recuerda que “estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis”, conocemos al Señor que nos cuida y nos sostiene todos los días de nuestra vida; está con nosotros. No nos dejemos seducir por falsos dioses ni doctrinas en este nuevo año, permanezcamos fieles al Señor, en actitud de vigilancia. Por otro lado, el Evangelio nos recuerda que la Palabra es la Vida y la Luz, y la vida auténtica no se halla en el hombre mismo, sino en el autor de la vida, dueño también de la historia y del tiempo.

Con alegría y con gozo deseamos a todos los lectores y lectoras de Ciudad Redonda un ¡Feliz Año 2019 lleno de Dios para todos ustedes, sus familiares y amigos!
¡Qué Dios los bendiga en este año más de vida que nos concede!

Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf

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