Tu presencia me envuelve
Cuando san Pablo habló a los atenienses en el Areópago, al referirse a Dios expresó que en él “vivimos, nos movemos y existimos”. Es una verdad de nuestra fe que Dios está en todas partes y, por lo tanto, su presencia nos envuelve y penetra enteramente. En una valiosa oración, Mons. V. Fernández te ayuda a meditar esta realidad.
Señor, tú eres vida, tú eres necesario para mí como el aire que respiro. Te doy gracias por el don de la vida, porque es maravilloso existir. Te adoro, Señor, porque así como el aire me rodea y penetra en mí, así también estoy rodeado por ti, me envuelves con tu presencia, lleno de vida y de alegría, me penetras con tu gracia y me transformas con tu presencia. Y junto con el aire que sale de mis pulmones, llévate todo lo que no me hace feliz: toda impureza espiritual, todas mis angustias y tristezas, mis rencores y malos recuerdos, todo egoísmo y toda mala intención. Llévate todo, Dios mío, y déjame sólo tu gracia, tu vida. Quédate tú reinando en mí con tu gozo, en medio de mis tareas. Amén.
Con los ojos cerrados, respirando lentamente, repite varias veces al espirar el aire de tus pulmones: “Llévate, Señor, mis angustias y tristezas, mis rencores y egoísmos”; y luego al inspirar el aire, añade: “Lléname, Señor, con tu gracia y fortaleza, con tu paz y alegría”. Te deseo de corazón un día de mucha paz.
* Enviado por el P. Natalio
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