Lecturas de hoy Viernes de la 3ª semana de Pascua
Hoy, viernes, 20 de abril de 2018
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,1-20):
EN aquellos días, Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que descubriese que pertenecían al Camino, hombres y mujeres.
Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía:
«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».
Dijo él:
«¿Quién eres, Señor?».
Respondió:
«Soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer».
Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión:
«Ananías».
Respondió él:
«Aquí estoy, Señor».
El Señor le dijo:
«Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista».
Ananías contestó:
«Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre».
El Señor le dijo:
«Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».
Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo:
«Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo».
Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y fue bautizado. Comió, y recobró las fuerzas.
Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a anunciar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.
Palabra de Dios
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Salmo
Sal 116,1.2
R/. Ir al mundo entero y proclamad el Evangelio
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R/.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.
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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,52-59):
EN aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Palabra del Señor
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Comentario al Evangelio de hoy viernes, 20 de abril de 2018
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
LA PALABRA SE HIZO CARNE
Y LUEGO SE HIZO PAN
Y AHORA SE HACE IGLESIA
Las lecturas de hoy... me han dado de sí para dos homilías distintas. Como en días anteriores me he detenido en los Hechos de los Apóstoles, he preferido quedarme con la segunda: el Evangelio.
Dicen los especialistas que San Juan ha reservado el uso de la palabra «carne» para referirse exclusivamente a la encarnación (la Palabra de Dios se hizo carne) y a la Eucaristía. Ambas se iluminan mutuamente. Si la Palabra de Dios se hizo carne, quiere decirse que donde Dios habla ahora es en la persona de Jesús (él es la Palabra de Dios), a él hay que escuchar, porque las antiguas Diez Palabras/mandamientos ahora son una sola: Cristo. Y los mandamientos solo uno: Amaos como yo.
• Y si las Diez Palabras/Mandamientos dieron origen al Pueblo de Dios, esta Palabra que es Cristo es el origen de un Nuevo Pueblo.
• Si la Palabra de Dios se hizo carne/hombre, quiere decirse que a Dios ahora lo encontramos en los hombres, en todo hombre y también en mí.
• Si la Palabra de Dios se hizo carne, quiere decir que Dios se ha metido de lleno en nuestra historia para hacerla suya, para que le encontremos en los acontecimientos que vivimos, en el cada día.
• Quiere decir también que Dios ha asumido nuestra debilidad para elevarla, ahora es una «carne» divinizada, habitada por el Espíritu, consagrada.
• Si la Palabra de Dios (la que hizo la creación en 7 días, la que hizo la vida) se ha hecho carne, en Cristo comienza una nueva creación, una nueva vida, un nuevo nacimiento: nacemos de lo Alto, de Dios: y por eso somos Hijos y herederos con Cristo... Y más... No pretendo agotarlo en unas pocas líneas.
♦ Y «comer su carne» significa aceptar, asumir, formar parte de todas estas cosas que acabamos de apuntar.
♦ Significa también que nos vamos transformando en Cristo, en Cuerpo y Carne suya («ya no soy yo el que vive, sino Cristo que vive en mí»).
♦ Significa que aceptamos ser también nosotros pan que se entrega para que otros se alimenten. Haced «esto» en memoria mía.
♦ Significa que aceptamos la entrega y el sacrificio (=sangre) por amor como estilo de vida.
♦ Significa que estamos «en proceso» de Resurrección por estar unidos a él.
♦ Y significa que, si nosotros somos el Cuerpo de Cristo (y él nuestra cabeza), la Palabra y la carne de Cristo se hacen Iglesia/comunidad fraterna, de modo que también a los hermanos los «comulgamos» cuando recibimos su Cuerpo, quedando unidos (= en comunión) entre nosotros. Y me permito subrayar esto último, porque encuentro a no pocos hermanos que convierten la comunión en un «tú a tú» con Jesús... sin «miembros», sin que importe la comunidad, sin integrarse, sin construirla, sin vivirla.
¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?, se preguntaban aquellos judíos que no entendían nada. Nosotros ya sabemos la respuesta, aunque a menudo nos cuesta hacerla vida.
Lo que no vale es lo que algunos afirman con tanta seguridad (la ignorancia es muy atrevida): que «para ser cristiano no hace falta la Eucaristía(=ir a misa)». Porque el deseo y la intención de Jesús es que su Palabra y su carne/cuerpo son el camino para ser uno con él, para ser realmente discípulos, para sellar con él la alianza nueva y eterna y ser su nuevo Pueblo/comunidad, para tener Vida en nosotros, para que seamos uno y el mundo crea...
Todo esto hay que irlo «masticando» muy despacio, porque «tiene mucha miga».
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
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