Se le perdió un diente
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás, encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.
Un hombre rico pero muy avaro estaba llorando. Un amigo lo vio y se acercó preocupado por su lamentable situación:
—Pero Samuel, ¿qué te pasa?
—Es que a mi peine se le ha roto un diente, y ahora tengo que comprarme uno nuevo.
—Pero hombre, no es para tanto, total, puedes seguir peinándote con ese peine aunque le falte un diente.
—No, no lo entiendes, es que era el último diente que le quedaba...
San Pablo recomienda que seamos ricos en buenas obras, dando y compartiendo con generosidad. “Así —dice— adquirirán para el futuro un tesoro que les permitirá alcanzar la verdadera Vida”, (1Tm 6, 17-19). Encerrarte en ti mismo te dejará atrofiado y no te realizarás jamás. Una señal de madurez es entregarte más a los demás que a ti mismo.
* Enviado por el P. Natalio
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