Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro
20 abril
El mundo no se fijó en María; la sociedad de su tiempo no la tuvo en cuenta; María pasó inadvertida entre las mujeres de su tiempo, hasta que surgió la Iglesia.
María era la criatura más excelsa salidad de la mano de Dios, después de la humanidad de Jesucristo; sin embarto, en Belén nadie le dio albergue ni la atendió en el delicado momento de la maternidad, y en Nazareth fue una de tantas mujeres, de las más sencillas y humildes, y nadie se detuvo a mirarla ni a admirar sus virtudes.
No te llame la atención y no te extrañes de que no se reconozcan tus méritos, ni tu capacidad y talentos; preocúpate más bien de que sea Dios el que vea tus acciones, el que penetre tus intenciones, el que conozca el fondo de tu corazón.
Madre que nos has dado a luz en la gracia de Cristo, sigue formando en nosotros a Jesús, que es el Salvador.
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Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro
21 abril
Caminemos de la mano de María con nuestras manos unidas, pero tomados todos de la suya, que es al mismo tiempo suave y firme, tierna y vigorosa, como son las manos de una Madre.
Si nos aferramos a las manos de María, no nos perderemos; María no nos suelta nunca; somos nosotros los que nos desprendemos, y es entonces cuando ella lo siente profundamente y nos sigue con su mirada triste porque, al alejarnos de ella, nos estamos alejando de Dios. Y nunca volveremos a Dios si antes no volvemos a María.
Madre de la divina gracia, que no llegue yo nunca a perderla, sino que la conserve como el más rico tesoro.
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Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro
22 abril
Los santos llegan a afirmar que, cuando Dios asoció a María a la obra de redención, reservó para ella el ejercicio de la misericordia.
Como María es madre y lo propio de la madre es la bondad, la misericordia y el perdón, María siempre nos transmite el perdón de Dios y cuando la misericordia de Dios se derrama sobre nosotros, está presente María y por ella llega a nosotros esa divina misericordia como una caricia materna.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve... vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos...
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Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro
23 de abril
Si Jesús nos manda amar al prójimo como Él nos ha amado, el devoto de la Virgen deberá también amar a su prójimo como María lo ha amado.
No bastará, pues, cumplir el precepto amando simplemente; es preciso llegar a amar como nos amó y nos ama la Santísima Virgen María, con la misma pureza de sentimientos, con la misma sinceridad de afectos, con la misma ternura de su amor.
¡Cómo cambiaría el mundo si obráramos así! ¡Cómo ayudaríamos nosotros a que ese cambio se realizara por María! Nuestra es la responsabilidad, nuestra la obligación. María no obrará ella sola sino a través de nosotros; seamos dóciles instrumentos en sus manos, transmisores del espíritu mariano.
Madre del buen consejo, guíanos en la vida y danos a conocer la voluntad de Dios.
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