Los cinco minutos de María
2 de abril
Cuando los santos muy devotos de la Virgen se ponían en comunicación con la celestial Señora por medio de la oración y la contemplación, se llenaban de afecto y emoción, y una felicidad inexplicable se apoderaba de sus corazones.
Nada hace tan feliz al buen hijo como un abrazo de su madre.
Es preciso que nuestras relaciones personales con nuestra tierna Madre del cielo sean íntimas y sinceras, pero también de una ternura y confianza como solo ellas nos pueden inspirar.
Si queremos que la más límpida felicidad se apodere de nuestra vida, vivamos filialmente y cariñosamente nuestras relaciones con María.
María, que deseemos perseverar en la oración, en la confianza y en el afecto filial.
*Alfonso Milagro
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