LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Octubre 13
Todos pedimos y todos esperamos conseguir lo que pedimos: mejoras, confort, comodidades, excepciones...
Todos pedimos y son pocos los que dan.
Son pocos los que imitan a Cristo, cuyas manos nunca pidieron y siempre dieron; y porque siempre dieron, se le fueron gastando de tal forma, que hasta se le llegaron a perforar.
Nuestras manos, a semejanza de las suyas, también pueden gastarse y hasta romperse de tanto dar; dar consuelo, dar ayuda, dar comprensión, dar fuerza, dar, dar y siempre dar.
Es la mejor manera de realizarse uno mismo, aún a costa de que se nos perforen las manos, como las de Cristo.
No debemos contentarnos con dar, ni aún con darnos esporádicamente; debemos estar en constante disposición y actitud de darnos; debemos hacer del "darnos" algo así como una especie de estado de vida.
“¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor!... ¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en Él tiene puesta su confianza, es como árbol plantado al borde del agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando viene el calor…” (Jer 17, 5-8). El verdadero hijo de Dios no teme, ni aun cuando oiga rugir la tempestad. Sabe que está en Dios y que en Él encuentra seguridad.
* P. Alfonso Milagro
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