LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 14
El apóstol San Pablo dice en una de sus cartas: "¿Quién de ustedes está triste, que yo no me aflija? ¿Quién está necesitado que yo no me preocupe? ¿Quién está alegre que yo no me goce de su alegría?"
Indudablemente el apóstol Pablo sabía muy bien que todos los hombres eran sus hermanos y que nada podía suceder a ninguno de ellos, sin que le tocara a él muy directamente.
Todo hombre es mi semejante; es un primer paso, pero no es decisivo.
Todo hombre es mi compañero; es un segundo paso, pero no el último.
Todo hombre es mi hermano; es finalmente el encuentro de la fraternidad cristiana, que une a todos los hombres en el corazón de Dios.
"Los hermanos sean unidos", dice nuestro poema gaucho.
"Los hermanos ámense y ayúdense unos a otros", agrega el Evangelio.
“¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!” (Sal 133). Unirse con los hermanos es unirse con Dios nuestro Padre; desunirse con ellos es aflojar los lazos que unen con el Padre. No olvides que el bautismo no se vive, se convive.
* P. Alfonso Milagro
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