LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 4
Se oyen con frecuencia palabras críticas de los demás, de personas que nosotros conocemos y aun quizá apreciamos; no será prudente que luego vayamos nosotros a hacerles conocer lo que se haya dicho de ellos en sentido desfavorable y menos aún que se lo comentemos o agrandemos, para congraciarnos con ellos.
Nunca digamos a otros lo que suponemos que le va a disgustar; a no ser que veamos de un modo cierto que les hará bien o les será de provecho; pero en ese caso deberemos usar de un tacto y una finura exquisita, a fin de aminorar el impacto de desagrado y dolor que les pueda producir lo que les decimos.
Tomar como lema de nuestras relaciones con los demás el no decirles nunca nada desagradable puede constituir un buen plan de vida. Nunca exijamos a los otros lo que nosotros no hemos sido capaces de conseguir todavía; nunca nos creamos mejores que los demás, pues si bien en algunas cosas quizá lo seamos, ciertamente en otras son ellos muy superiores a nosotros.
“Vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como hermanos, sean misericordiosos y humildes” (1 Pe 3,8). Olvidar pasiones, rencores, vilezas; ser fuertes, piadosos, dando bien por mal: esa es la venganza de las almas fuertes que viven poseídas de un alto ideal.
* P. Alfonso Milagro
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