LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Mayo 4
No se puede negar que, pese al ateísmo moderno, el hombre de nuestro tiempo está buscando desesperadamente a Dios; tiene hambre de Dios, y esa hambre no se puede calmar sino con Dios.
Si tú buscas a Dios, lo encontrarás ciertamente.
Pero ten cuidado, no equivoques el camino, porque en ése caso la culpa de no encontrar a Dios ya no sería de Él sino tuya. Y es equivocar el camino pretender llegar a Dios con los pasos del entendimiento; se va a Él más bien por el amor.
Te extraña que en Dios haya misterios que tú no alcanzas, pero no habría misterios en Dios si Él no fuera infinitamente grande y bueno; o si nosotros no fuésemos tan pequeños comparados con Él; pero, desde el momento en que Él es infinito en su poder y en su bondad y nosotros tan pequeños, es lógico no sólo suponer, sino reconocer misterios en Dios que nosotros no podemos captar. ¿O es que preferirías un Dios pequeño en poder y en bondad, como tú?
Porque entonces sí que lo podrías comprender, pero entonces no sería Dios, como tampoco tú lo eres.
“Hay en el cielo un Dios que revela los misterios” (Dn 2,28). El Misterio de Dios es Cristo, el “Misterio escondido desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los paganos este Misterio, que es Cristo entre ustedes” (Col 1,26-27). Agradece al Señor que te haya hecho conocer el misterio del amor de Cristo.
* P. Alfonso Milagro
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