LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Enero 23
Deberás esforzarte por ser valiente y por ser virtuoso; pero de poco te servirá ser una y otra cosa si no eres prudente.
Es que la prudencia rige los actos de todo el hombre, de toda la vida y todas las demás virtudes del hombre dejan de serlo, no bien dejen de ser regidas por la prudencia.
La valentía sin prudencia se convertirá en arrogancia; la virtud sin prudencia será ostentación, cuando no presunción.
La prudencia no reconoce excesos, no se extralimita nunca; sabe del justo equilibrio en todas las cosas y en todos los momentos.
Pero, ¡cuidado!, no confundas prudencia con timidez, con miedo, con no querer arriesgarse, porque entonces habrás caído en la cobardía y en ninguna parte habrás leído que la cobardía sea una virtud; como la prudencia nos aleja de la arrogancia, también nos aparta de la cobardía.
El apóstol ha de ser prudente, pero nunca tímido; con la prudencia de espíritu y no con la de la carne. “Los deseos de la carne conducen a la muerte: pero los del espíritu a la vida y la paz… Si viven según la carne morirán, pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán” (Rom 8,6-13)
* P. Alfonso Milagro
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