lunes, 29 de junio de 2015

BASTA QUE TENGAS FE


“Basta que tengas fe”



 Jairo le pide que vaya a curar a su hija enferma. Jesús se pone en camino; pero entonces llega una mujer enferma con flujos de sangre y es curada. Después sigue Jesús con Jairo, aunque su hija ya ha muerto; pero la resucita. Hay varias cosas en común. Una, curiosa, que la niña muerta tiene 12 años y la mujer está enferma desde hace 12 años. Los evangelistas, siguiendo la cultura de aquel tiempo, al mismo tiempo que narran algo real, describen algo simbólico. El número 12 aparece muchas veces en la Sagrada Escritura. Es un número que indica plenitud. Aquí es el tiempo de toda una vida y una gran enfermedad, para que resalte más el poder y el amor de Jesús. Puede simbolizar la humanidad pecadora y liberada de sus males por la salvación de Jesús.

Lo importante es la fe, unida a la humildad. Jairo era un hombre importante dentro de su sociedad; pero cuando se trata de salvar a su hija, deja su orgullo y se postra ante Jesús con humildad. No encuentra otra solución. La mujer tiene una enfermedad que ante la sociedad es considerada como impura y no quiere comprometer a Jesús. Pero su fe es tan grande que cree bastarla con sólo tocar el manto de Jesús.

Sigamos primeramente a esta mujer. Como quiere que ni Jesús ni la gente se den cuenta de su presencia, va con disimulo, llega a poder meter el brazo entre la gente y toca el manto de Jesús. Pero Jesús, que sabe que ha salido una “virtud” especial de su persona, no quiere que quede esta fe en la oscuridad y consuela a la mujer, hace que su fe se fortalezca y quede patente su ejemplo para todos nosotros. No es lo mismo apretujar a Jesús que “tocarlo” con fe. Muchos apretujan a Jesús en la Iglesia, reciben sacramentos, se llaman cristianos, pero no se aprovechan de la presencia del Espíritu Santo. Y más en concreto: Muchos comulgan, reciben a Jesús de forma material, y sin embargo siguen tan amargados, cerrados sobre sí mismos, tan avaros y tan faltos de caridad. En realidad no han “tocado” con amor el Cuerpo de Cristo.

Seguro que Jairo, si hubiera sabido antes que su hija había muerto, no le hubiera dicho nada a Jesús. Eso pensaban los que le dieron la noticia. Pero Jesús, que escucha lo que hablan, le quiere acrecentar la fe. Para Jesús era tanto o más importante que Jairo tuviera plena fe, como la resurrección que iba a realizar en la niña. Por eso le dice: “Basta que tengas fe”. Es posible que con la fe de aquel hombre se uniera algo de creencia en la magia. Jesús le ayudó a purificar la fe. Hoy también  muchos unen religión con magia. Pero la verdadera fe es un encuentro personal con Dios. Es la respuesta libre de la persona humana a Dios que se revela. La fe tiene mucho de confianza, pero también de amor, de entrega. La fe no es sólo un acto personal, sino que se transmite y se sostiene con la fe de otros. Por eso cada uno de nosotros puede contribuir para que la fe de otros comience o se sostenga y aumente.

La muerte no es el peor mal. Para los santos es un bien porque es el abrazo eterno y definitivo con Dios. La muerte es consecuencia del pecado; por eso el pecado es el gran mal, sobre todo si ocasiona la muerte por la violencia. Cristo resucitando a aquella niña nos da una garantía de que un día nos resucitará definitivamente.


P. Silverio Velasco (España)

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