MEDITACIÓN DEL DÍA DE LA MADRE
Cuenta una antigua leyenda que un niño antes de nacer le dijo a Dios:
“Me dicen que me vas a enviar a la tierra, ¿cómo viviré tan pequeño e indefenso que soy?” Dios le dijo: “Entre muchos Ángeles escogí uno para ti, que te está esperando, él te cuidará.”
“Pero dime Dios, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.”
“Tú ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.”
“Y ¿cómo entender, Dios lo que la gente me hable si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?”
Dios le contestó al niño: “Tú ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar.”
“Y ¿qué haré, Dios cuando quiera hablar contigo?”
“Tú ángel te juntará las manitos y te enseñará a orar.”
“He oído que en la tierra hay hombres malos ¿Quién me defenderá?”
“Tú ángel te defenderá aún a costa de su propia vida”.
“Pero estaré siempre triste, porque no te veré más Dios.”
“Tú ángel te hablará de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia aunque yo siempre estaré contigo.”
En ese instante una gran paz reinaba en el cielo, ya se oían voces terrestres y el niño presuroso repetía suavemente.
“Dios mío, Dios mío, si me voy dime su nombre, ¿cómo se llama mi ángel?”
Dios le contestó: ”Su nombre no importa….. Tú le dirás… Mamá”
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