¿Quo vadis, Petrus? (¿Pedro, dónde vas?)
Voy a estar con Aquel que me sigue aguardando
y, estando con Él, sentir que me sigue amando.
Voy a gustar lo que, el ruido y la responsabilidad,
no me ha permitido disfrutar totalmente.
Voy a rezar por todos y cada uno de vosotros,
pues, sé muy bien, que en el silencio y en la soledad
os tendré a todos, sin yo saberlo,
con nombre y apellidos, delante de un DIOS que, sin abrir yo mis labios, sabrá de antemano por el amor que le profesolo que le llevo en mi corazón guardado.
Voy a estar con el que, desde hace muchos años,
sé que me quiere tal y cómo soy.
Voy a descubrir, ahora con más fuerza,
lo que, de mi puño y letra,
brotó en horas de contemplación,
reflexión, estudio y pensamiento:
Él es mi DIOS y a Él le adoraré hasta mis últimos días.
Él es mi SEÑOR y he intentado guiar su barca.
Él es mi ESPÍRITU y, conoce muy bien,
que esta hora estaba marcada certeramente
y con exactitud en su reloj divino.
Voy, con mis sandalias de pescador desgastadas,
tras haber recorrido con dificultades y debilidad,
los caminos del mundo gozoso y sufriente.
Voy, sin mi cayado, porque bien sé
que necesita de manos más vigorosas,
y con más salud vitalidad corporal
que os indiquen en tiempos de combate,
y de cambios los apriscos y senderos
que conducen al Evangelio.
Voy, más no huyo, sino que cumplo una y otra vez,
lo que ha sido la clave de mi consagración al Creador:
por amor y obediencia fui.... y por amor y obediencia me voy.
Me voy, pero detrás de mí se queda Aquel,
por el que intenté serviros como padre, amaros como pastor,enseñaros como maestro e iluminaros desde el Espíritu.
Me voy... pero queda la gran obra del Señor: su Iglesia.
Por su bien, por ella, con ella y en ella me voy y estoy.
P. Javier Leoz.
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