PLEGARIA DE CONFIANZA al INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
¡Oh
Corazón de María!, el más amable y compasivo
de los corazones después del de Jesús, Trono de
las misericordias divinas en favor de los miserables pecadores;
yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Vos a
quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades
con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido. Vos
sois mi refugio. mi amparo, mi esperanza; por esto os digo y
os diré en todos mis apuros y peligros: ¡Oh dulce
Corazón de María, sed la salvación mía!
Cuando la enfermedad me aflija,
o me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación
llegue a mi alma, ¡Oh Corazón de María,
sed la salvación mía!
Cuando el mundo, el demonio
y mis propias pasiones coaligadas para mi eterna perdición
me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro
de la divina gracia, ¡Oh Corazón de María,
sed la salvación mía!
En la hora de mi muerte, en
aquel momento espantoso de que depende mi eternidad, cuando se
aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos,
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación
mía.
Y cuando mi alma pecadora se
presente ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta
de toda su vida, venid Vos a defenderla y a ampararla. y entonces;
ahora y siempre, ¡Oh dulce Corazón de María,
sed la salvación mía!
Estas gracias espero alcanzar
de Vos, Oh Corazón amantísimo de mi Madre a fin
de que pueda veros y gozar de Dios en Vuestra compañía
por toda la eternidad en el cielo. Amén.
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