Las florecillas del campo
Paseando por el prado me distraje mirando las pequeñas florecillas del campo, sencillas, humildes, tímidas, pero bellas... alegres mirando el sol de frente, sin titubeos.
Mirando las flores del campo entendí que en ellas está el secreto de la vida y sus misterios, y comprendí cuántas cosas no vemos por no saber mirarlas y descubrir su sabiduría...
Esas minúsculas florecillas están siempre allí, luciendo sus colores y su belleza, vi alguna un poco caída, marchita, pero sin dejar de ser hermosas, ni esconderse a llorar.
Mirando esas pequeñas florecillas del campo pude entender que la felicidad llega en cualquier instante y se queda o se va, según nosotros la tratemos; que todo termina en esta vida, aún las flores más bellas y la sonrisa más franca, que de nada sirve el orgullo, la soberbia, si no aprendes a “vivir con...”
Mirando esas pequeñas florecillas del campo me acordé del amor y descubrí que en ellas están los sueños, los besos, y todo el tiempo que perdí llorando.
Comprendí que el amor tiene sus maneras y sus verdades aunque no las veamos, aunque duelan sus tropiezos, aunque sea larga la espera, aunque esté enredada en suspiros...
Mirando esas florecillas del campo encontré muchas respuestas a mis por qués: que vale la pena vivir, porque vale la pena amar, aunque sea un imposible, que en el aprender a vivir como ellas, simple y humildemente entre otras florecillas está el secreto de la vida, de sus vidas y de nuestras vidas, aprender a vivir-con, es CONVIVIR, y esto requiere mucho AMOR.
¡Este es el secreto que debemos develar!
Ninfa Duarte
Paseando por el prado me distraje mirando las pequeñas florecillas del campo, sencillas, humildes, tímidas, pero bellas... alegres mirando el sol de frente, sin titubeos.
Mirando las flores del campo entendí que en ellas está el secreto de la vida y sus misterios, y comprendí cuántas cosas no vemos por no saber mirarlas y descubrir su sabiduría...
Esas minúsculas florecillas están siempre allí, luciendo sus colores y su belleza, vi alguna un poco caída, marchita, pero sin dejar de ser hermosas, ni esconderse a llorar.
Mirando esas pequeñas florecillas del campo pude entender que la felicidad llega en cualquier instante y se queda o se va, según nosotros la tratemos; que todo termina en esta vida, aún las flores más bellas y la sonrisa más franca, que de nada sirve el orgullo, la soberbia, si no aprendes a “vivir con...”
Mirando esas pequeñas florecillas del campo me acordé del amor y descubrí que en ellas están los sueños, los besos, y todo el tiempo que perdí llorando.
Comprendí que el amor tiene sus maneras y sus verdades aunque no las veamos, aunque duelan sus tropiezos, aunque sea larga la espera, aunque esté enredada en suspiros...
Mirando esas florecillas del campo encontré muchas respuestas a mis por qués: que vale la pena vivir, porque vale la pena amar, aunque sea un imposible, que en el aprender a vivir como ellas, simple y humildemente entre otras florecillas está el secreto de la vida, de sus vidas y de nuestras vidas, aprender a vivir-con, es CONVIVIR, y esto requiere mucho AMOR.
¡Este es el secreto que debemos develar!
Ninfa Duarte
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