NOVENA A SAN PÍO DE
PIETRELCINA
Día Tercero
AMOR DEL PADRE PÍO A LA
PALABRA DE DIOS
Reflexión: Uno de los deberes del
sacerdote es la predicación de la Palabra de Dios. Los presbíteros, en virtud
del sacramento del Orden, han sido consagrados para predicar el Evangelio. El
sacerdote está acreditado oficialmente por la Iglesia para predicar la palabra
como maestro.
Por eso el obispo, en la ceremonia de
ordenación, le dijo: “Recibe el Espíritu Santo”.
Cuando el padre Pío llegó a San
Giovanni Rotondo, el provincial lo encargó de la educación de unos treinta
muchachitos que se preparaban a la vida religiosa capuchina. El superior, el
Padre Paulino, nos describe así las ocupaciones en las que empleaba sus horas el
padre Pío: “Se dedica a la lectura de libros espirituales, de modo especial a la
lectura de la Sagrada Escritura”.
Uno de los niños de aquel tiempo, el
padre Manuel de San Marco escribió:
“La forma de hablar del padre Pío en
las conferencias era tan expresiva y conmovedora, que superaba todo lo
imaginable, porque todo cuanto decía le salía de su misma vida, de su propio
corazón. ¡Con qué dulzura nos hablaba de Jesús, Camino, Verdad y Vida! ¡Con qué
ternura se expresaba cuando citaba textualmente las palabras del
Señor!”
Todos los que conocieron al padre Pío
y lo oyeron predicar, afirman que lo hacía con ardor y eficacia.
Oremos: Dios todopoderoso y eterno,
escucha la oración de tu pueblo, da fuerza a cuantos predican el Evangelio en el
mundo y concédenos que así como san Pío de Pietrelcina fue en la tierra un
ardiente y humilde predicador de tu palabra, ahora en el cielo sea nuestro
poderoso intercesor. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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