lunes, 14 de mayo de 2018

SOLO NO PUEDO, TE NECESITO, SEÑOR


Solo no puedo, te necesito, Señor




Es muy oportuno para crecer en la fe practicar la oración de petición. Por ella permites a Dios entrar en la trama concreta de tu vida. Sientes así la presencia y cercanía del Señor en tus problemas cotidianos. A él no le molesta estar presente en los mínimos detalles de tu existencia, porque te ama. Es también un camino de sólida y auténtica humildad y sencillez.

Señor, sabes que a veces me dejo llevar por mi vanidad, por mi impaciencia, por mis ambiciones egoístas. Cuando estoy solo recapacito y me lamento por lo que hice o lo que dije, pero luego vuelvo a caer. Hago propósitos, pero duran poco tiempo. Necesito tu gracia, y los toques de tu Espíritu para reaccionar a tiempo, necesito tu luz que me ilumine para darme cuenta y tomar decisiones correctas. Quiero crecer, Señor, porque todavía tengo vida y esperanza; no quiero detenerme en el camino ni desaprovechar tus dones. Pero te necesito a ti, invoco tu Espíritu, clamo por tu poder. Ayúdame, Señor. Amén.

La oración humilde y confiada es el poder que Dios pone en tus manos para que, como un niño sencillo, le pidas todo lo que necesitas. Pero no debes desesperar ni suplicarle con una oración agitada, como si quisieras exigirle que cumpla tus deseos. A Dios hay que dejarlo ser Dios y actuar con libertad. Él te ama, y sabe lo que más te conviene.



* Enviado por el P. Natalio

5 HERMOSAS RAZONES POR LAS CUALES LA ENFERMEDAD ES UN MEDIO DE SANTIFICACIÓN


5 hermosas razones por las cuales la enfermedad es un medio de santificación


Desde las distintas enfermedades, nos hacemos uno con un Cristo doliente, compartimos los distintos dolores que Él cargó, y sentimos cómo Él los vuelve a cargar con nosotros


Por: María Belén Andrade | Fuente: Catholic-link.com 




Cuando una enfermedad toca la puerta, la mayoría de las veces uno se cuestiona el por qué. Con salud uno podría ofrecer muchísimo más a Dios, pensamos, ¿por qué permitir esto que no entendemos y que, según la gravedad que vivimos, nos supera? 

El sufrimiento de Cristo no fue exclusivo de la Cruz. Durante su paso por la tierra, Jesús debió experimentar distintos dolores, para cargarlos por nosotros y, hoy día, poder decirnos con entera realidad: “De verdad, sé por lo que estás pasando”. ¿Cuánto le habrá dolido, más que los clavos, la traición del amigo? ¿Cuánto la muerte de su padre nutricio San José? ¿No lloró amargamente por la muerte de Lázaro? ¿No se conmovía al ver los dolores, al ver la muerte? Tuvo hambre, sintió cansancio, encarnó un dolor cruel e inimaginable. “Claro, pero ¡Él es Dios!”, decimos, olvidándonos de que Cristo fue perfecto hombre, por tanto, experimentó perfectamente el dolor, tanto el físico como el moral. Y, además de cargar Su dolor, cargó el de toda la humanidad.

Desde las distintas enfermedades, nos hacemos uno con un Cristo doliente, compartimos los distintos dolores que Él cargó, y sentimos cómo Él los vuelve a cargar con nosotros. De esta manera, también descubrimos que podemos, desde lo que nos toque, ser corredentores con Él. Por eso los enfermos son los tesoros de la Iglesia.

-Niño. -Enfermo. -Al escribir estas palabras, ¿no sientes la tentación de ponerlas con mayúscula? Es que, para un alma enamorada, los niños y los enfermos son Él, escribió San Josemaría Escrivá.

Pero la aceptación de la Cruz no es un analgésico. Es darle un sentido. Un sentido divino, una mirada sobrenatural, que es lo único que trae paz a quien se encuentra inquieto y sufriendo.



1. Santificarse desde la enfermedad
Cuando uno experimenta sus propios límites, también se suma un nuevo sufrimiento: ¿cómo puedo hacerme santo en estas circunstancias, cuando es tan poco lo que puedo hacer? El apostolado está aparentemente ausente, el trabajo es práctica o enteramente nulo, en muchas oportunidades hasta la oración, que debería ser un sostén en el momento difícil, se torna árida. Surge una dolorosa pregunta: ¿Qué puede querer el Señor, entonces, si es tan poco lo que tengo? Y la respuesta es exigente: todo. El Señor sabe que es poco lo que podemos darle, pero ese “poco” hay que entregarle por entero. Y confiar en que, siendo dóciles a Su Voluntad, le agradamos, haciendo eso que podemos hacer y que a nosotros nos resulta insípido.

La Madre Teresa – cuyos escritos me fueron de mucha ayuda, tantas veces –, bajo un semblante de paz y alegría, abrigó durante casi toda su vida y hasta el momento de su muerte un profundo dolor. En un momento de gran sufrimiento, escribió a su director espiritual: «Mi corazón, mi alma y mi cuerpo solo pertenecen a Dios – Él ha tirado, como despreciada, a la hija de Su Amor. – Y para esto, Padre, he hecho este propósito en este retiro: Estar a Su disposición. Dejar que haga conmigo todo lo que Él quiera, como quiera, tanto tiempo como quiera». En los momentos críticos, podemos repetir con ella: «Señor, te doy todo, mi corazón (desgarrado), mi alma (atormentada) y cuerpo (roto), todos envueltos en este dolor, que no pueden hacer gran cosa, humanamente hablando, limitados como ya ves, pero, aun así, tuyos». Y nos haremos santos desde ese abandono.

Sabemos que la santidad es el crecimiento en virtudes por amor a Dios. ¡Y cuántas virtudes se pueden practicar! El abandono, la confianza ciega, la paciencia… y, por sobre todo, una grandísima humildad.

Humildad para reconocer que no podemos hacer nada, que necesitamos pedir ayuda, que dependemos de otros, que no podemos hacer las cosas como nos gustaría hacerlas, entre otras situaciones similares. ¿Parece poco esto? Recordemos que son las virtudes que adornaron a la Santísima Virgen.


2. El trabajo de los enfermos
Ante el molesto e insensato sentimiento de inutilidad, hay que aprender que lo que esté en nuestras posibilidades, poco o mucho, se hace todo. Quizás algunos, al atravesar cierta enfermedad, no pueda continuar con el trabajo que realizaba anteriormente. Eso no significa que no pueda convertir esta nueva circunstancia en un “trabajo”. Por ejemplo, manteniendo acomodada la pieza en la que se encuentra, o realizando trabajos manuales, o intelectuales, todo según las limitaciones y las capacidades.

Quizás para alguno todo lo anterior sea imposible. En ese caso, el “trabajo” es, simplemente, ser un buen enfermo. Realizar apostolado. Santificar a los demás.


3. ¿Cómo santificar a los demás?
La propia Cruz es una oportunidad para que también los demás crezcan en virtudes, para que aprendan el verdadero significado de la caridad, en toda su amplitud.

Quienes se dedican al cuidado de un enfermo descubren que compasión no es “tener pena de”, sino ponerse en su lugar, entender qué necesitan –cuidados físicos, o compañía, o un momento de soledad –, viviendo una obra de misericordia y creciendo en santidad.

A veces uno puede sentir vergüenza por pedir ayuda, o culpa al pensar en el tiempo que se le dedica. Entonces es momento de pensar: “Este o esta me ayuda, pero yo también le estoy ayudando”. La Cruz compartida es más ligera. Cristo también tuvo un Sireneo, y no espera que carguemos solos el peso de las crucecitas que nos manda. No, para eso, Él nos ayuda, y también nos envía la ayuda de aquellos que nos quieren.


4. Apostolado de los enfermos
Cuando se quiebra la salud, muchas veces uno se da cuenta de que no puede, aunque quiera, realizar los mismos apostolados que anteriormente vivía. ¿Es que acaso estos están reservados para unos pocos, escogidos por sus “mejores” cualidades físicas o psíquicas?

Respondo con una historia breve. Durante el crecimiento de su labor apostólica, la Madre Teresa se encontró con Jacqueline de Decker, enfermera y trabajadora social belga que deseaba entrar a las Misioneras de la Caridad, pero que no podía hacerlo a causa de su precaria salud. La Madre Teresa dio con una solución: Jacqueline no podría trabajar con los pobres en Calcuta, pero compartiría este apostolado convirtiéndose en “el otro yo” de la santa. ¿Qué implicaría esto? Ofrecer todos sus dolores, sufrimientos y oraciones para sostener el apostolado de la Madre. Más adelante vendrían muchos otros miembros sufrientes Misioneros de la Caridad que conformarían esta parte tan importante de su Obra.

«En realidad, pueden hacer mucho más en su lecho de dolor que yo corriendo con mis pies, pero usted y yo juntas podemos hacer todo en Él que nos fortalece (…) quiero que se unan especialmente los paralíticos, los lisiados, los incurables, porque sé que ellos llevan muchas almas a los pies de Jesús», le escribió la Madre Teresa a Jacqueline. Todo esto, y una sonrisa. Porque, junto a los ya valiosos ofrecimientos de diversas penas, la sonrisa del que sufre puede llegar a ser un apostolado de valor incalculable. ¿Cuántas almas podrían salvarse gracias a una sonrisa, que se ofrece en medio de las dificultades?


5. Acudir a la Virgen
Independientemente al grado de la enfermedad, una mamá siempre está pendiente de su hijo. Así hace la Virgen, quien también tuvo, desde la Anunciación, una espada clavada en su corazón. No podemos imaginarnos cuánto le habrá dolido saber que el Hijo que engendraba nacía para ser “varón de dolores”, cuántas lágrimas habrá derramado por Él. Sí, Ella conoce el dolor. Y es Madre. Seríamos muy tontos si no acudiésemos a Ella para enseñarle lo que nos duele, pedir que acaricie nuestras heridas y que nos dé un beso que sane el alma.

UNA ORACIÓN PARA LAS MAMÁS QUE PARTIERON AL CIELO


Día de la madre: una oración para las mamás que partieron al cielo
Redacción ACI Prensa




Para ellas, las mamás que se encuentran en el cielo gozando de la Gloria de Dios, les compartimos la siguiente oración:


Continuamente te rezamos, Señor, por nuestra madre.
La recordamos con paz y con amor ante Ti,
seguros de que ella vive,
como estamos seguros de que vives Tú
y de que tu amor dura para siempre.
La recordamos cuando estaba entre nosotros...
A veces, nos parece sentir el calor y el sosiego
de su presencia protectora
como cuando vivía aquí,
mucho más para nosotros que para sí misma.
Dale, Señor, tu amor, dale tu vida. Dale tu paz.
Tenla muy cerca de Ti.
Sea feliz y ruegue ante Ti por nosotros.
Ayúdanos a vivir lo que ella nos enseño,
más con amor que con palabras.
A rezarte como ella, a quererte como ella,
a hacer de Ti y de los demás, igual que ella,
el sentido de nuestra vida.
Y si por descuido o por debilidad en algo te faltó,
perdónala, Tú que sabes lo que es ser Padre y Madre
y conoces como nadie el amor y el perdón
sin medida ni límites...
Perdónale sus faltas por lo mucho que amó a todos.
Gracias, Señor, por esta oración que nos llena de paz
en el recuerdo de nuestra madre.
Amén.

PAPA FRANCISCO EN LA ASCENSIÓN: LLEVEMOS EL EVANGELIO A CADA RINCÓN DEL PLANETA


Papa Francisco en la Ascensión: Llevemos el Evangelio a cada rincón del planeta
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa





En el rezo del Regina Coeli del domingo, el Papa Francisco destacó la celebración de la Ascensión y lanzó una enérgica invitación a anunciar el Evangelio por todo el mundo.

“Por un lado, la Ascensión orienta nuestra mirada al cielo, donde Jesús glorificado se sienta a la derecha de Dios. Por otro, nos recuerda el inicio de la misión de la Iglesia: Jesús resucitado ha subido al cielo y manda a sus discípulos a difundir el Evangelio en todo el mundo”.

“La Ascensión nos exhorta a levantar la mirada al cielo, para después dirigirlo rápidamente a la tierra, llevando adelante las tareas que el Señor resucitado nos confía”, dijo.


Francisco remarcó que se trata de “una misión sin confines que supera las fuerzas humanas”.

“Parece de verdad demasiado audaz el encargo que Jesús confía a un pequeño grupo de hombres sencillos y sin grandes capacidades intelectuales. Sin embargo, esta escasa compañía, irrelevante frente a las grandes potencias del mundo, es invitada a llevar el mensaje de amor y de misericordia de Jesús a cada rincón de la tierra”.

El Papa añadió: “La misión confiada a los apóstoles es proseguida a través de los siglos, y prosigue todavía hoy. Requiere la colaboración de todos nosotros. Cada uno, en efecto, por el Bautismo que ha recibido está habilitado por su parte para anunciar el Evangelio”.

Pero el Pontífice también aseguró que la Ascensión “nos pide tener ojos y corazón para encontrarlo, para servirlo y para testimoniarlo a los demás”.

“Se trata de ser hombres y mujeres de la Ascensión, es decir, buscadores de Cristo a los largo de los caminos de nuestro tiempo, llevando su palabra de salvación hasta los confines de la tierra”.

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 14


Décimo cuarto día: Explicación de las letanías



Virgo prudentissima

Virgen prudentísima. ¿Quién podrá concebir la sabia prudencia que María conservó en el momento en que el enviado del Padre eterno se presentó delante de ella? Cuando la llamó llena de gracia y bendita entre las mujeres, ella se turbó, y no comprendió como semejante elogio podía serle dirigido: a la vista del grado de elevación al que se le destinaba, se humilló delante de Dios y se creyó dichosa de merecer la calidad de esclava. Luego, recibiendo la confirmación del ángel, no dudó que todo lo que se le acababa de anunciar ocurriría; y lo creyó sin buscar comprenderlo. Ella no pidió un signo, no dudó como Zacarías. Ninguna objeción al Ángel, ninguna pregunta y ninguna curiosidad propia del alma débil. María no dijo más que las palabras absolutamente necesarias, unas para destacar el voto de virginidad que había hecho, las otras para destacar su obediencia a la voluntad del Señor. Tal fue la prudencia sublime de María que debemos admirar siempre, ya que es imposible alabarla tan dignamente como merece.

Ejemplo

El bienaventurado Simón Stock pedía a menudo a la Santísima Virgen que la enseñara una forma en que pudiera honrarla. Un día que estaba en oración delante de la imagen de la Santa Madre de Dios, se le apareció levando en sus manos un escapulario, que le dio, agregando que era el medio que ella deseaba que utilizara para servir a su gloria, y que lo mirara como un signo de salvación, de suerte que cualquiera que lo llevara santamente hasta la muerte, no caería en las penas del infierno. Los Soberanos Pontífices, que expidieron bulas y concedieron indulgencias a favor de esta devoción, incluso los reyes como San Luís, se apresuraron a entrar en la Asociación del Escapulario. Pero nada sirvió más para difundir esta santa devoción que los prodigios que el cielo operó a favor del Escapulario. Uno de los más señalados, fue el que ocurrió en el sitio de Montpellier. Un soldado que llevaba consigo esta prenda de devoción a María, recibió una herida de mosquete cuando se lanzaba al asalto; pero la bala, después de haber atravesado su uniforme, se detuvo frente al escapulario sin hacerle ningún mal. Luís XIII, que se encontraba en el sitio, fue testigo de este prodigio  de protección. En consecuencia, se apresuró a tomar este santo hábito cuyo efecto sorprendente acababa de ver.

Imitemos la prudencia de la Santísima Virgen, llevemos su escapulario, porque María nos protege contra e peligro, especialmente a la hora de la muerte.


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

MAYO, MES DE MARÍA: DÍA 13


Décimo tercer día: Explicación de las letanías


Mater creatoris

Madre del creador. Este augusto título de Madre del Creador conviene más a María que, no sólo su hijo en tanto que Dios creó todas las cosas que existen, sino que, además, nos concedió la gracia de encontrar en Él un nuevo ser, una vida divina, lo que es como una segunda creación. A decir verdad, el pecado mortal nos desnaturaliza, nos reduce como a la nada; así lo confesó David después de haber pecado: Me vi reducido a la nada. Pero el hijo de María nos retira de esa nada, renovándonos por su gracia, de tal manera que, según san Pablo, nos convertimos en una nueva criatura en Jesucristo.

Mater salvatoris

Madre del Salvador. Mucho tiempo antes del nacimiento de Jesucristo, el Profeta Isaías había predicho que una virgen concebiría, y que nacería de ella un niño, que sería llamado Emmanuel, que significa  Dios con nosotros. José, el Esposo de María, fue particularmente instruido por el Ángel que le dirigió estas palabras: Lo que ha nacido en ella ha sido formado por el Espíritu santo, dará a luz un niño, a quien le pondrás por nombre Jesús, es decir Salvador, porque salvará a su pueblo. Ahora bien, las predicciones que se verificaron prueban evidentemente que María es la Madre del salvador del Mundo

Ejemplo

Se ha relatado, en la historia de Santo Domingo, que ese gran hombre, predicando en el Languedoc a un pueblo obstinadísimo en la herejía, se quejaba humildemente a la Santísima Virgen del fruto de sus predicaciones. La Madre de Dios quiso responderle que tal como el Señor había hecho preparar, por el saludo del ángel, el misterio de la Encarnación que debía operar la salvación del mundo, se requería que imitase esta conducta, y que pusiese en valor la devoción al Ave María, persuadiendo al pueblo que usara el Rosario; ella le aseguró que si lo hacía, vería pronto los frutos de salvación que obtendría. Sucedió, en efecto, lo que la Virgen había prometido. Santo Domingo ganó más almas  a Dios por el mérito del Ave María que por ningún otro medio: fue esta oración, repetida con confianza, que dio virtud a sus predicaciones y que las hizo tan fructuosas, por la multitud de herejes que devolvió a la fe. La Iglesia está tan persuadida de la gracia que el cielo le ha concedido, para producir frutos de salvación en las almas, que alienta a todos lo predicadores a comenzar sus discursos con el Ave María, para preparar, mediante este divino rocío, a las almas de los auditores a recibir con fruto la sagrada palabra.
Cuando recitemos el Ave María, no olvidemos que nos dirigimos a la Madre de nuestro Salvador Todopoderoso, sobre el Corazón de su divino Hijo.


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

PAPA FRANCISCO: INCLUSO AL QUE SE ALEJA O TRAICIONA, DIOS LE SIGUE LLAMANDO AMIGO


Incluso al que se aleja o traiciona, Dios le sigue llamando “amigo”, dice el Papa Francisco
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media





En la Casa Santa Marta, el Papa Francisco recordó que la amistad de Dios hacia los hombres es verdadera, e incluso cuando alguno se aleja o apostata, Él permanece esperando y llamándonos “amigo”.

En la homilía que ofreció en la Misa matutina, dijo que no por “casualidad” Dios ha elegido a cada persona. “No hemos recibido este don como destino, la amistad del Señor, esta es nuestra vocación: vivir siendo amigos del Señor, amigos del Señor. Y lo mismo habían recibido los apóstoles, más fuerte todavía, pero lo mismo”.

“Todos los cristianos –continuó– hemos recibido este don: la apertura, el acceso al corazón de Jesús, la amistad de Jesús. Hemos recibido en suerte el don de su amistad. ‘Nuestro destino es ser amigos tuyos’. Nuestro destino es ser amigos tuyos. Es un don que el Señor conserva siempre y Él es fiel a este don”.

El Papa también habló de la amistad de aquellos que traicionan de alguna manera a Dios, “con nuestros pecados, con nuestros caprichos”, pero “Él es fiel en la amistad”.

Por ello, no llama más “siervos” sino “amigos” e incluso a Judas antes de que lo traicione le llama “amigo”.

“Jesús es nuestro amigo. Y Judas, como dice aquí, fue por su nuevo destino, por el destino que él eligió libremente. Se alejó de Jesús. Y la apostasía es eso: alejarse de Jesús. Un amigo que se convierte en enemigo o un amigo que se hace indiferente o un amigo que se transforma es traidor”.

Sin embargo, el amigo “es el que comparte los propios secretos” con el otro. Es una amistad “que hemos recibido en suerte, es decir, como destino”.

“Él no reniega de este don, no reniega de nosotros, nos espera hasta el final. Y cuando nosotros por nuestra debilidad nos alejamos de Él, Él espera, Él espera, y continúa diciendo: ‘amigo, te espero'. 'Amigo, ¿qué quieres? Amigo, ¿por qué con un beso me traicionas?’”.

“Él es fiel en la amistad, y nosotros debemos pedirle esta gracia de permanecer en su amor, permanecer en su amistad, esa amistad que hemos recibido como don en suerte de Él”.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 14 MAYO 2018


Lecturas de hoy San Matías, apóstol
Hoy, lunes, 14 de mayo de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1,15-17.20-26):

Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo (había reunidas unas ciento veinte personas): «Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho en la Escritura acerca de Judas, que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. Era uno de nuestro grupo y compartía el mismo ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: "Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella," y también: "Que su cargo lo ocupe otro." Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión.» 
Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. 
Y rezaron así: «Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.» Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 112,1-2.3-4.5-6.7-8

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo

Alabad, siervos del Señor, 
alabad el nombre del Señor. 
Bendito sea el nombre del Señor, 
ahora y por siempre. R/. 

De la salida del sol hasta su ocaso, 
alabado sea el nombre del Señor. 
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, 
su gloria sobre los cielos. R/.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro, 
que se eleva en su trono 
y se abaja para mirar 
al cielo y a la tierra? R/.

Levanta del polvo al desvalido, 
alza de la basura al pobre, 
para sentarlo con los príncipes, 
los príncipes de su pueblo. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,9-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 14 de mayo de 2018
Eguione Nogueira, cmf


¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!

El Evangelio de hoy viene precedido por la comparación que Jesús hace de la relación entre la vid y los sarmientos, aludiendo a su relación con los discípulos. Así como la savia de la vid pasa por los sarmientos y los nutre, en nuestra vida de fe existe una savia que la nutre y nos vincula al amor insoslayable de Dios hacia nosotros. Hay como una especie de circularidad vital entre el Padre, el Hijo y nosotros, sus discípulos.

Por eso, el amor en nuestras relaciones no es otro que el amor que tiene su origen y meta en Dios. El amor fraterno no es otra cosa que la expresión del único Amor que existe: Dios. Es así como San Juan define a Dios y el modo de conocerlo: “Quien no ama no ha conocido a Dios, ya que Dios es amor” (1Jn 4,8). Cuando amamos lo que hacemos es comunicar este amor a los demás.

Pero la condición para que esto ocurra lo dice Jesús claramente: “permaneced en mi amor” (Jn 15,9). En el capítulo 15 del Evangelio de Juan el verbo “permanecer” aparece 11 veces y recuerda relaciones, afecto, acogida. La permanencia hace referencia adonde el corazón desea vivir. Por lo tanto, permanecer en Jesús significa definir el hogar adonde el corazón desea hacer su morada, la vida busca su sentido y el amor encuentra su fuente.

La unión con Dios en el amor, es decir, participar de la relación filial que Jesús nos regala entre Él y su Padre, tiene consecuencias en la vida cotidiana: hacer que el amor a través nuestro alcance en gestos concretos nuestros hermanos y hermanas. Aunque las palabras sean importantes, como los sentimientos también lo son, lo que cuenta, al fin y al cabo, son los hechos. ¿Y cuál sería la medida del amor que Jesús nos pide?

Ya no somos nosotros la medida, “amar al prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18; Mc 12,31), sino el propio Jesús, como él nos ha amado (Jn 15,12). Y el modo que Jesús nos ha amado lo encontramos en su entrega, la entrega de su vida, por amor a nosotros. Por eso, es necesario aprender de Él el modo de amar, de entregarse. Y solo permaneciendo largos ratos con el aprenderemos su modo de amar. Santa Teresa de Jesús nos da la clave para permanecer: “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”. (Vida, 8, 2).

Después de leer el texto otra vez y contemplarle a Jesús y su amor hacia nosotros, te pregunto: ¿Y tú? ¿Conoces personas en tu ambiente que hayan dado la vida por amor a los demás? ¿Qué enseñanzas te deja esa enorme generosidad? ¿En qué medida estás dispuesto a dar la vida por los demás?

Vuestro hermano en la fe,
Eguione Nogueira, cmf
eguionecmf@gmail.com

SAN MATÍAS, APÓSTOL, 14 MAYO

San Matías
Apóstol
14 mayo







San Matías es el apóstol póstumo de Jesús, que se incorpora al grupo después de la Ascensión del Señor. De varios apóstoles apenas sabemos más que el nombre. De Matías sólo sabemos su nombre y su elección. Es el único apóstol no elegido por Jesús. San Matías el sustituto, podíamos decir.

Después de la Ascensión de Jesús a los cielos, los apóstoles, dóciles a su mandato, descendieron del monte Olivete y se encerraron en el cenáculo. Jesús les había dicho que no se alejaran de Jerusalén y que esperaran allí la venida del Espíritu Santo. Con los apóstoles esperaban también algunas mujeres, y María la madre de Jesús.

Estaban encerrados. Orar era la única actividad. Orar y esperar. No tenían fuerzas para más, hasta que les llegara el aliento de lo alto. Sólo una iniciativa se tomó. Jesús había elegido doce apóstoles y les había dicho que, a su regreso glorioso, los doce se sentarían sobre doce tronos para regir las doce tribus de Israel. Y ahora faltaba un hombre para un trono. Judas Iscariote había apostatado. Había que buscarle un sustituto.

El número doce tenía un alto significado místico en la Biblia. Doce como las doce fuentes de Elim. Como los doce panes de la proposición. Como las doce puertas de la Jerusalén celestial. Como los doce hijos de Jacob. Como los doce cimientos de la muralla de Jerusalén. Como las doce piedras preciosas del pectoral sacerdotal: una sardónica, un topacio y una esmeralda. Un rubí, un zafiro y un diamante. Un ópalo, un ágata y una amatista. Un crisólito, un ónice y un jaspe. Doce, número sagrado en Israel.

Los Hechos de los Apóstoles nos ofrecen la primera alocución pontificia del primer Papa. Pedro se levantó y dijo: "Hermanos míos, era preciso que se cumpliese lo que el Espíritu Santo profetizó en la Escritura por boca de David acerca de Judas, el que guió a los que prendieron a Jesús... En el libro de los Salmos está escrito: Que su campamento quede desierto y no haya nadie que lo habite. Y también: Que otro ocupe su cargo".

Luego continuó: "Hermanos, es preciso que entre los que están en nuestra compañía desde el principio, es decir, desde el bautismo de Juan hasta el día en que el Señor Jesús nos dejó para subir a los cielos, escojamos uno para que sea testigo de su resurrección".

Puestas estas condiciones, entre las 120 personas que allí se encontraban, dos hombres parecían cumplirlas perfectamente. Y fueron presentados los dos: José, apellidado Barsabá, por sobrenombre Justo, y Matías.

Había que encomendar la elección a Dios. Y como se trataba de dos cosas buenas, siguiendo una costumbre de Israel, recurrieron a la suerte también. Y rezaron así: "Señor, Tú que conoces los corazones de los hombres, muéstranos a cuál de estos dos has elegido para ocupar en el ministerio del apostolado el puesto dejado por Judas para irse a su lugar. Echaron suertes sobre ellos, y cayó la suerte sobre Matías y fue uno de los Doce".

Nada más dicen los Hechos de Matías. Matías fue fiel a la elección. Algunos escritores antiguos nos lo presentan predicando en Jerusalén, en Judea, en las orillas del Nilo y en Etiopía, hasta sellar sus palabras con su sangre.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 14 MAYO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
14 mayo




La unidad de las tres divinas Personas en su única y misma naturaleza divina ha de servir de modelo para la unidad que deberá regir entre los cristianos.

Naturalmente es imposible conseguir esa unión. Las cualidades naturales son distintas en cada uno de los hombres y nos separan, más bien que nos unen; pero hay un medio para conseguir que esta unión sea una realidad: vivir todos íntimamente unidos a Cristo por la gracia y por el amor, pues al amar a Cristo no podremos menos de proyectar ese amor al prójimo.

Por lo tanto, no toleres nunca llegar a ser elemento de división entre los que te rodean; esfuérzate más bien en unir; evita cuanto pueda separar a los hermanos y trata más bien de ser un elemento de cohesión y no olvides que el más fuerte adhesivo para los corazones humanos es el amor.



P. Alfonso Milagro

FELIZ SEMANA!!!





domingo, 13 de mayo de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 13 MAYO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
13 mayo




En medio de nuestros sufrimientos cualesquiera que ellos sean, no nos alejemos del Señor y no olvidemos buscar su compañía.

Cristo ha vencido al dolor; tú también tienes que vencerlo, y se lo vence aprendiendo a ver en él a Cristo crucificado; quien ha aprendido a unir su dolor personal al dolor redentor de Cristo, ése es el que ha vencido al dolor, porque le ha dado un sentido de redención de sí mimos y de los demás hombres.


P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 13 MAYO 2018 - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Lecturas de hoy Ascensión del Señor - Ciclo B
Hoy, domingo, 13 de mayo de 2018




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (1,1-11):

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.»
Ellos lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 46,2-3.6-7.8-9

R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas

Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad, 
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,17-23):

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Palabra de Dios



Evangelio según san Marcos 
(16,15-20), del domingo, 13 de mayo de 2018

Conclusión del santo evangelio según san Marcos (16,15-20):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en m¡ nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 13 de mayo de 2018
 Fernando Torres cmf



Ilumina los ojos de nuestro corazón

      La Ascensión marca el comienzo del fin de la celebración pascual. Recordamos la última aparición del resucitado. O el final de aquel periodo de tiempo fundacional de la Iglesia, en la que los apóstoles, junto con los primeros discípulos, tuvieron la experiencia viva de que Jesús, al que habían seguido en vida y al que habían visto morir en la cruz, no había muerto sino que había resucitado. Aquella experiencia, tan fuertemente vivida, les hizo sentirse fraternidad, comunidad. Su fe les decía que en el centro de su unión no estaba sólo el recuerdo de lo que Jesús había hecho y dicho. Sentían que el Espíritu de Jesús animaba su comunidad y que aquella comunidad tenía la misión de llevar a todos los hombres y mujeres la buena nueva de la salvación. 

      Estas ideas son las que se encuentran reflejadas en las lecturas de este día. La primera, de los Hechos, y el Evangelio relatan, cada una a su manera, aquella última aparición del resucitado al grupo de discípulos. Aquellos últimos momentos sirven para confirmarlos en la misión. Se ve con claridad en ambas lecturas. Lo que han vivido no es sólo para ellos sino para toda la humanidad. Los discípulos serán, por la fuerza del Espíritu, testigos de Jesús “en Jerusalén y hasta los confines del mundo” (Hechos). “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Marcos). Lo que los creyentes han recibido no es un regalo exclusivo para ellos sino que lo han de compartir.

      La segunda lectura, tomada de la carta a los efesios, es una oración de Pablo en la que el apóstol intercede por todos los que lean su carta. Supone que son creyentes y pide a Dios que les dé a todos –que nos dé a todos– la gracia y la sabiduría para comprender lo que Dios ha hecho con cada uno de nosotros. Porque la resurrección del Señor no es algo que le pasó a Jesús. En el misterio de la Pascua, Dios hizo una nueva alianza con la humanidad. En Cristo, Dios desplegó su fuerza poderosa rescatándolo y rescatándonos del poder de la muerte y del pecado en todas sus formas. Ya no estamos condenados a la muerte, al egoísmo, al pecado, al odio o a la violencia. Dios nos ha destinado a ser sus hijos. Todo eso es lo que experimentaron con fuerza los apóstoles en el tiempo pascual. Todo eso nos obliga a los cristianos a vivir de otra manera y a compartir esa experiencia de salvación con todos nuestros hermanos y hermanas. Esa y no otra es la misión de la Iglesia, de los creyentes. 

      La Ascensión no es un tiempo de tristeza porque nos quedamos solos. Las palabras de los ángeles a los apóstoles en los Hechos de los Apóstoles se dirigen hoy a nosotros: “¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?”. Adelante, creyentes, la misión nos urge a todos. ¡Hay mucho que hacer!



Para la reflexión

      ¿Cómo he vivido el tiempo de Pascua? ¿Ha traído algún cambio a mi vida la celebración de la resurrección de Jesús? ¿Cómo puedo compartir la riqueza de la gracia que he recibido en Jesús con los que me rodean?

FELIZ DÍA DE LA MADRE!!!












sábado, 12 de mayo de 2018

OREN SIN CESAR


Oren sin cesar



La oración que haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de tu jornada.

V. Bendigo al Señor en todo momento.
R. Bendigo al Señor en todo momento.

V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. En todo momento.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendigo al Señor en todo momento.

Si amas de verdad tu mente vuela con frecuencia a la persona amada. Que lo digan si no los enamorados. Ahora bien: Dios te ama como nadie puede amarte. Si, ayudado por la Palabra de Dios, descubres el inmenso amor de Dios por ti, la  oración —diálogo de amor— invadirá tu vida. Te lo deseo de corazón.


* Enviado por el P. Natalio
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