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martes, 1 de diciembre de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 1 DE DICIEMBRE DEL 2015
Has revelado grandes cosas a los pequeños
Adviento
Lucas 10, 21-24. Adviento. Dios devela sus secretos y su misterio sólo a los sencillos de corazón.
Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la I Semana de Adviento, del domingo 29 de Noviembre al sábado 5 de Diciembre 2015.
_____________________________________________
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 21-24
En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».
Oración introductoria
¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por este momento que me concedes para dialogar contigo! ¡Gracias, porque me revelas los misterios de tu Reino! ¡Gracias por el don de la fe! Me siento dichoso al ser tu hijo adoptivo. Te amo, Señor.
Petición
Señor, ayúdame a ser sencillo, manso y humilde de corazón.
Meditación del Papa Francisco
En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».
Oración introductoria
¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por este momento que me concedes para dialogar contigo! ¡Gracias, porque me revelas los misterios de tu Reino! ¡Gracias por el don de la fe! Me siento dichoso al ser tu hijo adoptivo. Te amo, Señor.
Petición
Señor, ayúdame a ser sencillo, manso y humilde de corazón.
Meditación del Papa Francisco
Este momento de profunda alegría brota del amor profundo de Jesús en cuanto Hijo hacia su Padre, Señor del cielo y de la tierra, el cual ha ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha revelado a los pequeños. Dios ha escondido y ha revelado, y en esta oración de alabanza se destaca sobre todo el revelar. ¿Qué es lo que Dios ha revelado y ocultado? Los misterios de su Reino, el afirmarse del señorío divino en Jesús y la victoria sobre Satanás.
Dios ha escondido todo a aquellos que están demasiado llenos de sí mismos y pretenden saberlo ya todo. Están cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios. Uno puede pensar fácilmente en algunos de los contemporáneos de Jesús, que Él mismo amonestó en varias ocasiones, pero se trata de un peligro que siempre ha existido, y que nos afecta también a nosotros. En cambio, los “pequeños” son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha llamado “benditos”. Se puede pensar fácilmente en Maria, en José, en los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados a lo largo del camino, en el curso de su predicación.» (Papa Francisco, Mensaje del santo padre Francisco para la 88ª Jornada Mundial de las Misiones 2014)
Reflexión
La euforia reina en los comentarios, en los rostros de los discípulos tras su exitosa misión. Jesús los recibe y parece también Él contagiarse de la alegría con que lo celebran. No es solamente un triunfo humano. Es ante todo el reconocimiento del don de Dios que en aquellos hombres sencillos se ha prodigado abundantemente para transformarles en heraldos, en testigos y anunciadores de su mensaje. Y son ellos, gentes sin formación, los que llegan a conocer tal misterio, pues como dijo san Pablo: "Hablamos de una sabiduría de Dios misteriosa, escondida (...) desconocida de todos los príncipes de este mundo.(...) Si alguno entre vosotros se cree sabio según este mundo, hágase necio, para llegar a ser sabio (...) pues la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios" (1Cor 3, 18-9).
Da que pensar el hecho de que a lo largo de más de 4000 años de historia Sagrada, los personajes que Dios ha escogido para anunciar a los hombres sus mensajes, hayan sido, por lo general, gentes sencillas y sin instrucción. En muchos casos eran apocados o tímidos, también mujeres virtuosas aunque a simple vista débiles. La historia de los pastores como José, el hijo pequeño de Jacob, y el mismo David, el rey, parece repetirse cuando la Sma. Virgen María escoge a las personas más sencillas para revelar sus mensajes. La historia de san Juan Diego y la Virgen Guadalupana, las de los pastorcillos de Fátima, o la de Bernardette en Lourdes son sólo algunos casos. Y esto no es por pura coincidencia, sino testimonio de la coherencia de los planes de Dios. La sencillez conquista y "subyuga" a Dios. Él se enamora de las almas humildes y simples.
Él devela sus secretos y su misterio sólo a los sencillos de corazón. Como lo hizo en María y como lo ha hecho a lo largo de todos los siglos. También quisiera hacerlo en nuestra oración de hoy y de cada día, contando con nuestra colaboración.
Propósito
Buscar en este día, ser humilde y pedirlo en la oración como una gracia.
Diálogo con Cristo
Señor, la auténtica vida de oración es aquella que me lleva a conocerte, amarte, seguirte e imitarte, ¡qué gran privilegio! ¡Qué inmensa alegría! No te pido una gran sapiencia, ayúdame a aceptar, con la sencillez de un niño, lo que quieres de mí. Sólo quiero crecer en mi amistad contigo y eso significa que necesito una confianza inquebrantable en tu infinito amor.
Reflexión
La euforia reina en los comentarios, en los rostros de los discípulos tras su exitosa misión. Jesús los recibe y parece también Él contagiarse de la alegría con que lo celebran. No es solamente un triunfo humano. Es ante todo el reconocimiento del don de Dios que en aquellos hombres sencillos se ha prodigado abundantemente para transformarles en heraldos, en testigos y anunciadores de su mensaje. Y son ellos, gentes sin formación, los que llegan a conocer tal misterio, pues como dijo san Pablo: "Hablamos de una sabiduría de Dios misteriosa, escondida (...) desconocida de todos los príncipes de este mundo.(...) Si alguno entre vosotros se cree sabio según este mundo, hágase necio, para llegar a ser sabio (...) pues la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios" (1Cor 3, 18-9).
Da que pensar el hecho de que a lo largo de más de 4000 años de historia Sagrada, los personajes que Dios ha escogido para anunciar a los hombres sus mensajes, hayan sido, por lo general, gentes sencillas y sin instrucción. En muchos casos eran apocados o tímidos, también mujeres virtuosas aunque a simple vista débiles. La historia de los pastores como José, el hijo pequeño de Jacob, y el mismo David, el rey, parece repetirse cuando la Sma. Virgen María escoge a las personas más sencillas para revelar sus mensajes. La historia de san Juan Diego y la Virgen Guadalupana, las de los pastorcillos de Fátima, o la de Bernardette en Lourdes son sólo algunos casos. Y esto no es por pura coincidencia, sino testimonio de la coherencia de los planes de Dios. La sencillez conquista y "subyuga" a Dios. Él se enamora de las almas humildes y simples.
Él devela sus secretos y su misterio sólo a los sencillos de corazón. Como lo hizo en María y como lo ha hecho a lo largo de todos los siglos. También quisiera hacerlo en nuestra oración de hoy y de cada día, contando con nuestra colaboración.
Propósito
Buscar en este día, ser humilde y pedirlo en la oración como una gracia.
Diálogo con Cristo
Señor, la auténtica vida de oración es aquella que me lleva a conocerte, amarte, seguirte e imitarte, ¡qué gran privilegio! ¡Qué inmensa alegría! No te pido una gran sapiencia, ayúdame a aceptar, con la sencillez de un niño, lo que quieres de mí. Sólo quiero crecer en mi amistad contigo y eso significa que necesito una confianza inquebrantable en tu infinito amor.
PLEGARIA SILENCIOSA
Plegaria Silenciosa
Le pedí fuerzas a Dios para poder llegar
más lejos, y me hizo débil para que
aprendiera humildemente la obediencia...
Le pedí salud para poder hacer grandes
cosas, y me hizo frágil para que hiciera
cosas mejores...
Le pedí riquezas para poder ser feliz, y me
dio la pobreza para que pudiera ser
sabio...
Le pedí poder para ser admirado por los
hombres, y me dio la debilidad, para que
pudiera sentir la necesidad de Dios...
Le pedí todas las cosas para gozar de la vida,
y me fue dada la vida para disfrutar de
todas las cosas...
No tengo nada de lo que pedí, pero sí todo lo
que esperaba. Casi a pesar de mí mismo,
mis silenciosas plegarias fueron escuchadas.
Simplemente... Gracias.
PERSISTENCIA
Persistencia
Me mantengo firme en la misión delante de mí.
El profeta Nehemias tenía la firme convicción de regresar a Jerusalén a restaurar los muros de la ciudad que habían sido destruidos 120 años antes. Nehemias, lloro, ayunó y oró delante de Dios. Su oración fue contestada cuando el rey persa le concedió permiso de regresar a Israel y empezar la reconstrucción (Nehemias 1:8). No obstante las burlas y desalientos que recibió, al termino de medio año, los muros habían sido reconstruidos.
No permito que las críticas, dudas y fracasos me desvíen o aparten de la misión o sueño trazado. Como Nehemias, me humillo ante Dios para que el Espíritu Santo en mí me mantenga firme y constante en busca del logro u objetivo.
Con su ayuda, me levanto por encima de las circunstancias para persistir con firmeza hacia adelante. El Espíritu Santo en mí, me ayuda a edificar los muros de mis sueños.
"El Dios del cielo nos dará éxito; por tanto, nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos..." Nehemias 2:20
CADENA DE AMOR
Cadena de amor
La vida es algo misterioso
En la medida que hagamos a los demás, ellos harán con nosotros; la vida es un espejo...
Por: Padre Llucià Pou Sabaté | Fuente: www.autorescatolicos.org
Dicen que un joven iba por carretera en coche, cuando vio a una señora de edad avanzada, fuera de un coche parado, al lado de la carretera. Llovía fuerte y oscurecía, y al verla necesitada, detuvo su coche y se acercó. La señora al verle vestido pobremente tuvo miedo, y el joven le dijo: “Estoy aquí para ayudarla, señora, no se preocupe. ¿Por qué no entra en el coche que estará mejor? Me llamo Renato”. Ella tenía una rueda pinchada y Renato la cambió… la mujer le contó que estaba de paso, y que se encontraba perdida en aquel lugar, sin saber qué hacer, y no sabía cómo agradecer la preciosa ayuda; preguntó qué podía pagarle. Renato respondió: “Si realmente quisiera pagarme, la próxima vez que encuentre a alguien que precise de ayuda, déle a esa persona la ayuda que ella necesite y acuérdese de mí”...
Algunos kilómetros después, la señora se detuvo en un restaurante más bien pobre. La camarera era joven, muy amable, le trajo una toalla limpia para que secase su cabello y le dirigió una dulce sonrisa... estaba con casi ocho meses de embarazo, le notó cierta preocupación en su cara, y quedó curiosa en saber cómo olvidaba sus problemas para tratar tan bien a una extraña, y le dio pena que trabajara hasta tan tarde, en esas condiciones. Entonces se acordó de Renato. Después que terminó su comida, se retiró...
Cuando la camarera volvió notó algo escrito en la servilleta, en la que había 4 billetes de 500 euros... Leyó entre lágrimas lo que decía: - “Tú no me debes nada, yo tengo bastante. Alguien me ayudó hoy y de la misma forma te estoy ayudando. Si tú realmente quisieras reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda a alguien”. Aquella noche, cuando fue a casa, cansada, pensaba en el dinero y en lo que la señora dejó escrito... ¿Cómo pudo esa señora saber cuánto ella y el marido precisaban de aquel dinero? Con el bebé que estaba por nacer el próximo mes, todo estaba difícil... Quedó pensando en la bendición que había recibido, y que últimamente estaba enfadada con su situación y que las cosas no iban bien con su marido; cambió su cara y dibujó una gran sonrisa... Agradeció a Dios y besó a su marido con un beso suave y susurró: -“Todo estará bien: ¡te amo... Renato!”
En la película "Cadena de Favores" vemos esta idea: un niño inicia un movimiento que sugiere que alguien haga un favor grande a tres personas; cada una de esas tres personas ayudará a otras tres, y así sucesivamente, hasta llegar a un nivel donde el incremento geométrico de favores y buenas intenciones logren mejorar el lamentable estado en el que está el mundo. El niño entonces procede a ayudar a quienes más cerca están de el, sin darse cuenta de la extensión de las consecuencias que sus actos conllevan. Efectivamente, uno se puede dejar contagiar de la agresividad que nos rodea, o puede sembrar amabilidad. Uno puede ir a la suya, y construir su destino, o bien hacer el bien, y ayudar a todo el que te necesite.
La vida es algo misterioso, y la historia de Renato sería una cursilada si no fuera porque experimentamos que en nuestras vidas muchas veces es realmente así... en la medida que hagamos a los demás, ellos harán con nosotros; la vida es un espejo... ciertas “casualidades” nos hacen ver que todo lo que uno da, ¡vuelve a uno! Es como si hubiera un espejo que funciona con lo que expresamos; si damos odio nos vuelve odio, si lo que damos a los demás es amor, también lo recibimos. ¿Siempre? Porque a veces parece que no recibimos lo que damos: en realidad lo recibimos siempre, pero de otro modo, pues el fruto más importante de nuestras acciones ya ha crecido en nuestro interior, aunque fuera no germine aparentemente; aunque no siempre se ven los resultados, aún así vale la pena.
La gran estafa de la vida, el engaño, es cuestión de verbos, decía S. Tamaro: “Desde el nacimiento nos enseñan que la vida está hecha para construir y en cambio no es cierto. No es cierto porque aquello que se construye tarde o temprano se derrumba, ningún material es tan fuerte como para durar eternamente. La vida no está hecha para construir, sino para sembrar. En el largo trayecto, desde la hendidura del comienza hasta la del final, pasamos y esparcimos la simiente. Acaso jamás la veamos nacer, porque, cuando brote, nosotros ya no estaremos. No tiene ninguna importancia. Importante es dejar tras de sí algo en condiciones de germinar y crecer”.
La regla de oro siempre es la del Evangelio: hacer a los demás lo que queremos que hagan con nosotros, sabiendo que hay más alegría en dar que en recibir.
VIH/SIDA: SEXO ENTRE HOMBRES ES PRINCIPAL FORMA DE CONTAGIO EN LA UNIÓN EUROPEA
VIH/SIDA: Sexo entre hombres es principal forma de contagio en la Unión Europea
(ACI/EWTN Noticias).- La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que Europa registra el mayor número de nuevos casos de VIH en su historia, e informó que las relaciones sexuales entre hombres son la principal forma de transmisión de esta enfermedad en la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo.
“A pesar de los programas específicos de prevención en muchos países europeos, el sexo entre hombres es aún el modo predominante de transmisión de VIH en la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo”, destacó la OMS en su artículo titulado “El número más alto de nuevos casos de VIH en su historia”, publicado el 26 de noviembre, poco antes del Día Mundial del SIDA que se celebra este martes 1 de diciembre.
El comunicado de la OMS hace referencia a su reporte Vigilancia de VIH/SIDA en Europa 2014.
Andrea Ammon, directora del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), indicó que “los diagnósticos de VIH entre hombres que tienen sexo con hombres han ido creciendo con una tasa alarmante, del 30 por ciento en 2005 al 42 por ciento en 2014, con incrementos en todos menos en seis países de la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo”.
En ambas regiones, las transmisiones de VIH entre heterosexuales disminuyeron en un 40 por ciento durante los últimos 10 años.
En ese mismo periodo, el número de personas que se contagiaron del virus a través de inyección de drogas disminuyó en 44 por ciento.
Por su parte, la Dra. Zsuzsanna Jakab, directora regional para Europa de la OMS, lamentó que “a pesar de todos los esfuerzos para luchar contra el VIH, este año la región europea ha pasado las 142 mil nuevas infecciones de VIH, el número más alto de su historia”.
“Esta es una seria preocupación”, advirtió.
“Con toda la evidencia sobre prevención y control de VIH, incluyendo nuevas directrices de tratamiento, pedimos a los países europeos que tomen medidas audaces y frenen la epidemia de VIH de una vez por todas”, alentó Jakab.
¿QUÉ ES EL ADVIENTO?
¿Qué es el Adviento?
El Adviento es estar atentos al Señor que viene.
No es simplemente un momento del Año Litúrgico. ¡Es un tiempo de esperanza! “¡Estar despiertos y vigilantes!”
No es una amenaza. Es una Exhortación. Es una actitud que abarca e ilumina toda la vida del cristiano.
Es un mirar a Jesús que vino en la historia para enseñarnos a vivir humana y divinamente. Que viene en cada pobre y necesitado y vendrá al final de los tiempos como Él nos prometió.
Cada uno sabe cuáles son sus “excesos”. Ya es hora de “despertarnos” de nuestra apatía, nuestra indolencia, y es preciso luchar con más decisión y arranquemos de raíz todo aquello que puede desagradar al Señor que viene.
Año tras año, al llegar el Adviento, oímos que es un tiempo de cambio y preparación. Pero, ¿cambia “algo” en nuestra vida?
Este el desafío de quienes “pretendemos” preparar el camino del Señor: Cambiar el corazón, cambiar nuestra mentalidad. Esta actitud se llama, en el lenguaje religioso: conversión.
El camino del cristiano será imitar a Jesús viendo todo lo que podemos hacer para que los desalentados y oprimidos reciban una nueva esperanza… comenzando por nosotros mismos.
La esperanza y la alegría de un Dios que no se cansa de decirnos: ¡Sean fuertes, no teman! “Yo mismo vengo a salvarlos”.
Lejos de ceder a la tristeza y al pesimismo, alégrate siempre en el Señor, porque Jesús viene a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Algunas veces pareciera que, tanto escuchar y repetir que Jesús es Dios hecho hombre, nos hemos acostumbrado a las palabras y no le tomamos el peso de lo que ellas significan.
Preparemos todo nuestro ser para celebrar este GRAN MISTERIO: Dios que se hace hombre semejante a nosotros, menos en el pecado.
En este camino al encuentro del Señor, es una excelente ocasión para mostrarle a Jesús que estamos vigilantes, atentos, activos… y con el corazón ocupado en amar a todos, especialmente a los más necesitados.
Dile, SÍ, al Señor que ya llega para que nos purifique y nos haga vivir la auténtica alegría de la Navidad.
¡Que Dios te bendiga!
Fuente: Web Católico de Javier
PREGÚNTALE A CRISTO QUÉ TE SUGIERE PARA VIVIR EL ADVIENTO
Pregúntale a Cristo qué te sugiere para vivir el Adviento
Para que el Señor venga lo más plenamente posible sobre cada uno y sobre el mundo.vivir el Adviento.
Por: Padre Luis María Etcheverry Boneo | Fuente: Catholic.net
Si todo fin y todo comienzo de año debe ser siempre, para las personas serias, responsables, un momento de balance: de mirar al pasado y a la vez al futuro, de sacar experiencia de lo ocurrido para asegurar un mejor rendimiento del porvenir, esto debe ocurrir de un modo mucho más particular y más exigente cuando se trata del fin y del comienzo del año eclesiástico y, por lo tanto, en relación con lo que más importa que es nuestra vida espiritual.
El año eclesiástico comienza con el Adviento, es decir, con la preparación para el nuevo nacimiento de Jesucristo en la Iglesia y en nuestras almas.
El Adviento, en la liturgia de la Iglesia, no sólo es una preparación para la conmemoración y para el nacimiento místico de Jesucristo en Navidad; no sólo mira a ese fin práctico, sino que -en esa actitud de la Iglesia de renovar cada año los misterios relativos al ciclo humano de la vida de Jesús- quiere comenzar con un signo de la larga expectación de la humanidad con respecto a la venida del Mesías anunciado.
Durante un mes vamos a renovar místicamente ese período de la historia de la humanidad que transcurre desde el pecado del primer hombre hasta la llegada visible del Redentor a este mundo.
Por eso es comprensible que la Iglesia asuma, en su liturgia de este tiempo, abundantes textos del Antiguo Testamento y sobre todo un espíritu tomado de la imagen de la tierra, por una parte seca, árida, sedienta de lluvia, y por otra, bien preparada para recibir en su seno la buena semilla en el momento de la siembra que espera le ha de llegar. Así como todo el tiempo del trabajo de la tierra previo a la siembra, está destinado a asegurar que cuando venga la semilla no encuentre ningún obstáculo a su supervivencia y a su desarrollo: a su germinación, al producir la planta, las flores, los frutos (es decir, una expansión total de esa vida latente que traía la semilla), así también todo el Antiguo Testamento, y el Adviento para nosotros, debe ser un trabajo de arada, de rastreo, de preparación de la tierra.
¿Para qué se ara? Primero para matar todos los yuyos, es decir, todas las plantas, todas las vidas que puedan entrar en competencia con la vida de la semilla y llevarse para ellas los frutos, las sales, las riquezas de la tierra; se requiere que cuando venga la semilla, nada en el seno de la tierra pueda disputarle la posesión de los alimentos.
Y se rastrea, en segundo lugar, para romper todos los cascotes y sacar todas las piedras y consecuentemente todos los huecos que haya entre cascote y cascote, lo cual, de no hacerse, haría que la semilla quede sin entrar en la tierra o al lanzar una raíz no pueda ella expandirla y se vea impedida de germinar o, en todo caso, limitada en su crecimiento.
¿Y para qué se riega, cuando se puede, la tierra? O ¿por qué clama la tierra que venga el agua del cielo, si el hombre no puede proporcionársela? Para que esa agua, además de incorporarse a la semilla y enriquecerla por sí misma, se convierta en el vehículo por el cual las sales y los elementos vitales que la tierra contiene se pongan al alcance y puedan entrar en contacto con la planta e introducirse dentro de ella y así enriquecerla, fortificarla, hacerla desarrollar y alcanzar todo lo apetecido.
La literatura del Antiguo Testamento está embebida en esta semejanza de la tierra que se trabaja y de la tierra que clama por la lluvia para que venga esa semilla a traer su vida. Y la liturgia de este Tiempo nos trae, con esta misma comparación, toda la fuerza de su sugerencia y de su sacramentalidad para que trabajemos nuestra alma, de tal manera que, en el Adviento quitemos todo lo que en nosotros pueda oponerse al nacimiento o a la futura expansión de Jesús con su vida, cuando llegue una vez más, en Navidad.
Que no quede ningún sector de nuestra persona: ni la inteligencia, ni la voluntad, ni el corazón, ni la sensibilidad, invadido por cualquier semilla que impida la entrada de Jesucristo con su vida, en ese sector.
Y que no haya en nosotros ningún cascote, ninguna costra, nada que, aunque no sea usufructuado por alguna otra vida, u otra semilla, o por algún otro organismo, sin embargo esté cerrado como un caparazón, a la penetración de Jesucristo cuando venga a nuestra alma místicamente el día de Navidad.
Y que, por otra parte, no falte el agua de la gracia que consigamos a fuerza de pedirla, a fuerza de clamar como clama la tierra -simbólicamente- cuando está seca; la gracia que merezcamos con nuestras oraciones y nuestras buenas obras, y que dentro de nosotros disponga todo lo necesario para que la vida de Jesús, el mundo de sus sugerencias mentales, de sus ilustraciones a la inteligencia, de sus mociones a la voluntad, de sus sentimientos para nuestro corazón, todo eso encuentre el vehículo apropiado, la tierra blanda, permeable, para que la haga llegar hasta todos los límites y dimensiones de nuestra persona.
Tengámoslo, entonces, muy en cuenta: se trata de quitar lo que pueda disputarle al Señor la posesión de nuestra persona; se trata de romper cualquier caparazón que nos cierre, que impida, que encallezca nuestra alma a la acción del Señor; se trata de ablandarla y de vehiculizarla toda, con la lluvia de la gracia que merezcamos y obtengamos por medio de la oración, y de las buenas obras ofrecidas con ese objeto.
La perspectiva de un nuevo nacimiento del Señor, en nosotros y en el mundo tan necesitado de Él, tiene que ser objeto de una preocupación, de todo un conjunto de sentimientos y de actos de voluntad que estén polarizados por el deseo de poner de nuestra parte todo lo que podamos, para que el Señor venga lo más plenamente posible sobre cada uno y sobre el mundo.
Y si esto vale siempre, se hace más exigente en las circunstancias del mundo presente que desvirtúa precisamente lo que Jesucristo trajo con su nacimiento. ¡Qué necesario es que pongamos todo de nuestra parte para que Jesús venga a nosotros con renovada fuerza el día de Navidad y, a través nuestro, sobre las personas que están cerca, sobre la Iglesia y sobre el mundo!
Quedémonos en espíritu de oración, fomentando en nuestro interior el deseo de que las cosas ocurran según las intenciones y los deseos del mismo Señor.
El Adviento es una época muy linda del año. Después de las fiestas de Navidad y de Pascua, quizá es la más linda, porque es una época de total esperanza, de seguridad alegre y confiada. En ese sentido nuestro Adviento es más lindo que el del Antiguo Testamento: se esperaba lo que todavía no había venido, en cambio nosotros sabemos que el Señor ya ha venido sobre el mundo, sobre la Iglesia, sobre cada uno y entonces tenemos mucho más apoyo para nuestra seguridad de que ha de venir nuevamente, a perfeccionar lo ya iniciado.
Por otra parte, esa presencia del Señor en la Iglesia y en nosotros nos ha hecho ir conociendo a Jesús, amándolo y tratándolo con confianza; por tanto, este esperar su nuevo nacimiento tiene que ser mucho más dulce, mucho más suave, mucho más seguro, mucho más esperanzado (con el doble elemento de seguridad y alegría de la esperanza) que lo que fue la espera de los hombres y mujeres del Antiguo Testamento.
Quedémonos, pues, unidos con Jesús, conversemos sobre estos temas, preguntémosle qué nos sugiere a cada uno en particular para que podamos, desde el comienzo, vivir el Adviento del modo más conducente para obtener la plenitud de Navidad que Él sin duda quiere darnos.
HOY 1 DE DICIEMBRE ES EL DÍA MUNDIAL DEL SIDA Y LA IGLESIA REZA POR TODOS LOS AFECTADOS
Hoy es el Día Mundial del SIDA y la Iglesia reza por todos los afectados
Por Abel Camasca
(ACI).- Cada 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la lucha contra el SIDA, una enfermedad que continúa cobrando muchas vidas.
Según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA o UNAIDS en inglés), en el 2014, 36.9 millones de personas vivían con el VIH. Es decir, seres humanos que tienen el virus, pero que aún no han desarrollado la enfermedad y para quienes es importante el uso de los retrovirales.
En junio de 2015 solo 15.8 millones tenían acceso al tratamiento antirretroviral y más del 50 por ciento no podían acceder al mismo, entre ellos aproximadamente 1.8 millones de niños.
Asimismo sólo en 2014, “alrededor de 2 millones de personas se infectaron con el VIH y 1.2 millones de personas murieron de enfermedades relacionadas con el SIDA”, indica UNAIDS.
Un dato preocupante que dan a conocer los expertos es que la cantidad de personas que no saben que están infectadas asciende a 17. 1 millones.
A diferencia de muchos organismos e instituciones que proponen métodos anticonceptivos como el uso del preservativo (condón) para frenar el SIDA, la Iglesia destaca que la fidelidad en los esposos y la castidad hasta el matrimonio es el medio más seguro para evitar todo tipo de enfermedad de transmisión sexual.
San Juan Pablo II, con motivo de la Jornada Mundial del enfermo 2005, envió un mensaje al mundo y recordó que para combatir el SIDA de modo responsable “es preciso aumentar su prevención mediante la educación en el respeto del valor sagrado de la vida y la formación en la práctica correcta de la sexualidad”.
“En efecto, aunque son numerosas las infecciones que se transmiten por contagio a través de la sangre especialmente durante la gestación -infecciones que hay que combatir con todo empeño-, mucho más numerosas son las que se producen por vía sexual, y que pueden evitarse sobre todo con una conducta responsable y la observancia de la virtud de la castidad”, enfatizó.
La Iglesia en todos estos años no sólo ha buscado prevenir, sino que, a través de sus diversas instituciones religiosas y laicales, lleva adelante centros de salud, hospitales y albergues donde se acoge y se busca dar una mejor calidad de vida a los portadores del VIH y a los que padecen con el SIDA.
Por ello, en este día especial de lucha contra el SIDA, unidos a miles de cristianos, proponemos la siguiente oración para que Dios dé fortaleza a los que sufren de este mal.
ORACIÓN POR LOS ENFERMOS DE SIDA
Oración por los enfermos de SIDA
Oh Dios, Padre nuestro,
escucha nuestra oración por los que están enfermos por el SIDA,
por los que están en peligro de muerte.
Concédeles el consuelo de tu presencia, haz que busquen tu rostro,
y encuentren la fuerza en ti que eres la fuente de la vida.
Señor Jesús, escucha nuestra oración
por los que acaban de enterarse que están infectados por el virus VIH pero que no están aún enfermos.
Recuérdales que tienen aún una vida ante ellos:
haz que encuentren en ti la Vida, el Camino y la Verdad.
Espíritu Santo de Dios, escucha nuestras oraciones
por los que se ocupan de las personas enfermas de SIDA.
Concédeles la certeza de la presencia del Padre y el amor de Jesús.
Concédeles tu consuelo, dales tu paz.
Padre, te rogamos para que todos oigamos tu llamada
en estas circunstancias, una llamada de arrepentimiento,
una llamada de ayuda a los otros.
Ayúdanos para que podamos vivir de manera responsable,
no pensando solamente en nosotros
sino también en los que están en nuestro entorno.
Te rogamos por los científicos y los médicos
para que encuentren un remedio al Sida.
Guíanos para que podamos dar tu consuelo
a los que tienen necesidad de ayuda.
Eleva nuestros corazones de compasión para que los enfermos de Sida tengan la certeza de que la Iglesia los ayudará;
Guíanos para que sepamos cómo ayudar a los que tienen necesidad.
Esto te lo pedimos porque tu misericordia por nosotros es inmensa.
Señor de misericordia, escucha nuestra oración. Amén.
lunes, 30 de noviembre de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 30 DE NOVIEMBRE DEL 2015
Simón, Andrés, venid y os haré pescadores de hombres
Solemnidades y Fiestas
Mateo 4, 18-22. Fiesta de San Andrés. ¿Y si Andrés no hubiera seguido a Cristo? Entonces Pedro, primer Papa de la Historia de la Iglesia no lo hubiera conocido.
Por: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net
Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la I Semana de Adviento, del domingo 29 de Noviembre al sábado 5 de Diciembre 2015.
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Del santo Evangelio según san Mateo 4, 18-22
En aquel tiempo, paseando Jesús por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres. Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
Oración introductoria
Ven Espíritu Santo, dame la luz para aguardar, en silencio, el llamado que Jesús quiera darme en esta oración. Fortalece mi espíritu para que sepa responder rápida y eficazmente, con generosidad y amor, a lo que Dios, en su Divina Providencia, quiera pedirme.
Petición
Señor, quiero seguirte, conviérteme en un auténtico discípulo y misionero de tu amor.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo, paseando Jesús por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres. Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
Oración introductoria
Ven Espíritu Santo, dame la luz para aguardar, en silencio, el llamado que Jesús quiera darme en esta oración. Fortalece mi espíritu para que sepa responder rápida y eficazmente, con generosidad y amor, a lo que Dios, en su Divina Providencia, quiera pedirme.
Petición
Señor, quiero seguirte, conviérteme en un auténtico discípulo y misionero de tu amor.
Meditación del Papa Francisco
Recordemos cuando Andrés y Juan encontraron al Señor, y después hablaron con Él aquella tarde y aquella noche. Estaban entusiasmados. Lo primero que hicieron Andrés y Juan fue ser misioneros. Fueron a ver a hermanos y amigos: “¡Hemos encontrado al Señor, hemos encontrado al Mesías!”. Esto sucede inmediatamente, después del encuentro con el Señor: esto viene enseguida.
En la exhortación apostólica Evangelii gaudium hablé de “Iglesia en salida”. Una Iglesia misionera no puede dejar de “salir”, no tiene miedo de encontrar, de descubrir las novedades, de hablar de la alegría del Evangelio. A todos, sin distinción. No para ganar prosélitos, sino para decir lo que tenemos y queremos compartir con todos, sin forzar, sin distinción. Las diversas realidades que representan en la Iglesia italiana indican que el espíritu de la missio ad gentes debe llegar a ser el espíritu de la misión de la Iglesia en el mundo: salir, escuchar el clamor de los pobres y de los lejanos, encontrarse con todos y anunciar la alegría del Evangelio. (Discurso de S.S. Francisco, 27 de noviembre de 2014)
Reflexión
Dos grupos de hermanos presenta nuestro Evangelio de hoy, quizás insinuándonos que las cosas para Dios tienen caminos tan singulares como llamar a todo el "futuro" de una familia. Pero si es Cristo quien llama... El sabe de sobra lo que hace. Y lo que hacía con la familia de Pedro y de Santiago era algo verdaderamente espectacular.
Andrés, el pequeño hermano de Pedro. ¡Quién lo fuera a pensar! De esos dos hombres habría de sacar la roca donde edificar la Santa Madre Iglesia. Efectivamente, porque otro pasaje, el que nos refiere Juan en su primer capítulo, nos presenta a los dos hermanos menores que se les ocurre seguir a Cristo, le conocen y ellos, terriblemente impresionados de ese singular Hombre que es Jesús, se lo cuentan a sus respectivos hermanos, que debieron ser hombres recios pues eran pescadores, y de gran corazón.
¿Y si Andrés no hubiera seguido a Cristo? O pongamos que lo hubiese seguido, ¿si no le hubiese dicho nada a Pedro? Era legítimo que se callase. El había encontrado al Señor y Pedro era ciertamente su hermano pero nada más. Pero cuando uno conoce a Cristo inevitablemente lo da a conocer. De no haberlo hecho no tendríamos quizás a Pedro, primer Papa de la Historia de la Iglesia.
Sin embargo Andrés comprendió bien lo que significaba haber estado con el Señor. Tenía que mostrárselo a fuerzas a su hermano, tenía que llevarlo a su presencia como lo hizo, aunque Pedro se la estuviera pasando muy bien entre sus pescados, aunque fuera el "hombre" de la casa, aunque no aparentara tener mucha resonancia interior.
Andrés es, pues, el que lo conduce a Cristo, es el que nos hizo el favor de poder tener a ese Pedro tan bueno entre nosotros. Y tan buen hermano fue que no sólo fue apóstol como su hermano sino que dio su vida en la cruz y fundó (así es estimado en las iglesias de oriente) con su sangre la fe de tantos hermanos nuestros que, con la gracia de Dios, tendremos algún día el gusto de abrazar en la plena comunión con Roma. Andrés, buen ejemplo.
Dos grupos de hermanos presenta nuestro Evangelio de hoy, quizás insinuándonos que las cosas para Dios tienen caminos tan singulares como llamar a todo el "futuro" de una familia. Pero si es Cristo quien llama... El sabe de sobra lo que hace. Y lo que hacía con la familia de Pedro y de Santiago era algo verdaderamente espectacular.
Andrés, el pequeño hermano de Pedro. ¡Quién lo fuera a pensar! De esos dos hombres habría de sacar la roca donde edificar la Santa Madre Iglesia. Efectivamente, porque otro pasaje, el que nos refiere Juan en su primer capítulo, nos presenta a los dos hermanos menores que se les ocurre seguir a Cristo, le conocen y ellos, terriblemente impresionados de ese singular Hombre que es Jesús, se lo cuentan a sus respectivos hermanos, que debieron ser hombres recios pues eran pescadores, y de gran corazón.
¿Y si Andrés no hubiera seguido a Cristo? O pongamos que lo hubiese seguido, ¿si no le hubiese dicho nada a Pedro? Era legítimo que se callase. El había encontrado al Señor y Pedro era ciertamente su hermano pero nada más. Pero cuando uno conoce a Cristo inevitablemente lo da a conocer. De no haberlo hecho no tendríamos quizás a Pedro, primer Papa de la Historia de la Iglesia.
Sin embargo Andrés comprendió bien lo que significaba haber estado con el Señor. Tenía que mostrárselo a fuerzas a su hermano, tenía que llevarlo a su presencia como lo hizo, aunque Pedro se la estuviera pasando muy bien entre sus pescados, aunque fuera el "hombre" de la casa, aunque no aparentara tener mucha resonancia interior.
Andrés es, pues, el que lo conduce a Cristo, es el que nos hizo el favor de poder tener a ese Pedro tan bueno entre nosotros. Y tan buen hermano fue que no sólo fue apóstol como su hermano sino que dio su vida en la cruz y fundó (así es estimado en las iglesias de oriente) con su sangre la fe de tantos hermanos nuestros que, con la gracia de Dios, tendremos algún día el gusto de abrazar en la plena comunión con Roma. Andrés, buen ejemplo.
DECISIONES COMPLICADAS
Decisiones complicadas
Dos preguntas, por favor:
1) Si usted conociera una mujer que esta embarazada, que ya tiene 8 hijos, tres de los cuales son sordos, dos son ciegos, uno es retrasado mental y ella a su vez tiene sifilis, le recomendarian que se hiciera un aborto?
Lea la próxima pregunta antes de contestar esta.
2) Es tiempo de elegir a un lider mundial y su voto es definitivo. Estos son los hechos de los tres candidatos:
Candidato A:
Se lo asocia con politicos corruptos y suele consultar a los astrologos. Ha tenido dos amantes. Fuma un cigarrillo detras de otro y bebe de 8 a 10 martinis por día.
Candidato B:
Lo echaron del trabajo dos veces, duerme hasta tarde, usaba opio en la universidad y tomaba un cuarto de botella de whisky cada noche.
Candidato C:
Es un héroe condecorado de guerra. Es vegetariano, no fuma, toma de vez en cuando alguna cerveza y no ha tenido relaciones extra matrimoniales.
Cuál de estos candidatos elige?
Decida primero y busque las respuestas al final de la página.
SAN ANDRÉS APÓSTOL, EL QUE ACERCABA A OTROS A CRISTO
Andrés, el que acercaba a otros a Cristo
Es el instrumento de encuentro de los hombres con Cristo y que llena de gozo el Corazón del mismo Jesús.
Por: P. Juan J. Ferrán | Fuente: Catholic.net
Celebramos el día del apóstol San Andrés, meditaremos hoy acerca de este gran apóstol.
El Apóstol Andrés es un hombre sencillo, tal vez también pescador como su hermano Simón, buscador de la verdad y por ello lo encontramos junto a Juan el Bautista. No importa de dónde viene ni qué preparación tiene. Parece, por lo que conocemos de él en el Evangelio, que entre otras muchas cosas algo que va a hacer es convertirse en un anunciador de Cristo a otros.
He ahí el Cordero de Dios (Jn 1,36). Estando Andrés junto a Juan el Bautista escucha de él estas palabras. De repente se siente inquieto por ellas y se va con Juan tras Jesús. Él les pregunta: ¿Qué buscáis?, a lo que ellos le dicen: ¿Dónde vives?. Jesús entonces les dice: "Venid y lo veréis". Ellos fueron con Jesús y se quedaron con Él aquel día. Ha sido Juan el Bautista quien les ha enseñado a Cristo, y antes que nada Andrés ha querido hacer personalmente la experiencia de Cristo. Estando junto a él ha descubierto dos cosas: que Cristo es el Mesías, la esperanza del mundo, el tesoro que Dios ha regalado a la humanidad, y también que Cristo no puede ser un bien personal, pues no puede caber en el corazón de una persona. A partir de ahí, la vida de Andrés se va a convertir en anunciadora de Dios para los demás hasta morir mártir de su fe en Cristo.
Hemos encontrado al Mesías (Jn 1,41). La primera acción de Andrés, tras haber experimentado a Cristo, es la de ir a anunciar a su hermano Simón Pedro tan fausta noticia. Simón Pedro le cree y Andrés le lleva con el Maestro. Hermosa acción la de compartir el bien encontrado. Andrés no se queda con la satisfacción de haber experimentado a Cristo. Bien sabe que aquel don de Dios, a través de Juan el Bautista que le señaló al Cordero de Dios, hay que regalarlo a otros, como su Maestro Juan el Bautista hizo con él. Queda claro así que en los planes de Dios son unos (tal vez llamados en primer lugar) quienes están puestos para acercar a otros a la luz de la fe y de la verdad. ¡Gran generosidad la de Andrés que le convierte en el primer apóstol, es decir, mensajero, de Cristo, y además para un hermano suyo!
Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús (Jn 12,20). Se refieren estas palabras a una escena en la que unos griegos, venidos a la fiesta, se acercaron a los Apóstoles con la petición de ver a Jesús. Andrés es uno de los dos Apóstoles que se convierte en instrumento del encuentro de aquellos hombres con Cristo, encuentro que llena de gozo el Corazón del mismo Jesús. ¿Puede haber labor más bella en esta vida que acercar a los demás a Dios, se trate de personas cercanas, de seres desconocidos, de amigos de trabajo o compañeros de juego? Sin duda en la eternidad se nos reconocerá mucho mejor que en esta vida todo lo que en este sentido hayamos hecho por los otros. Toda otra labor en esta vida es buena cuando se está colaborando a desarrollar el plan de Dios, pero ninguna alcanza la nobleza, la dignidad y la grandeza de ésta.
El Apóstol Andrés se erige así, desde su humildad y sencillez, en una lección de vida para nosotros, hombres de este siglo, padres de familia preocupados por el futuro de nuestros hijos, profesionales inquietos por el devenir del mundo y de la sociedad, miembros de tantas organizaciones que buscan la mejoría de tantas cosas que no funcionan. A nosotros, hombres cristianos y creyentes, se nos anuncia que debemos ser evangelizadores, portadores de la Buena Nueva del Evangelio, testigos de Cristo entre nuestros semejantes. Vamos a repasar algunos aspectos de lo que significa para nosotros ser testigos del Evangelio y de Cristo.
En primer lugar, tenemos que forjar la conciencia de que, entre nuestras muchas responsabilidades, como padres, hombres de empresa, obreros, miembros de una sociedad que nos necesita, lo más importante y sano es la preocupación que nos debe acompañar en todo momento por el bien espiritual de las personas que nos rodean, especialmente cuando se trata además de personas que dependen de nosotros. Constituye un espectáculo triste el ver a tantos padres de familia preocupados únicamente del bien material de sus hijos, el ver a tantos empresarios que se olvidan del bienestar espiritual de sus equipos de trabajo, el ver a tantos seres humanos ocupados y preocupados solo del futuro material del planeta, el ver a tantos hombres vivir de espaldas a la realidad más trascendente: la salvación de los demás.
El hombre cristiano y creyente debe además vivir este objetivo con inteligencia y decisión, comprometiéndose en el apostolado cristiano, cuyo objetivo es no solamente proporcionar bienes a los hombres, sino sobre todo, acercarlos a Dios. Es necesario para ello convencerse de que hay hambres más terribles y crueles que la física o material, y es la ausencia de Dios en la vida. El verdadero apostolado cristiano no reside en levantar escuelas, en llevar alimentos a los pobres, en organizar colectas de solidaridad para las desgracias del Tercer Mundo, en sentir compasión por los afligidos por las catástrofes, solamente. El verdadero apostolado se realiza en la medida en que toda acción, cualquiera que sea su naturaleza, se transforma en camino para enseñar incluso a quienes están podridos de bienes materiales que Dios es lo único que puede colmar el corazón humano. ¿De qué le vale a un padre de familia asegurar el bien material de sus hijos si no se preocupa del bien espiritual, que es el verdadero?
Hay un tema en la formación espiritual del hombre a tener en cuenta en relación con este objetivo. Hay que saber vencer el respeto humano, una forma de orgullo o de inseguridad como se quiera llamarle, y que muchas veces atenaza al espíritu impidiéndole compartir los bienes espirituales que se poseen. El respeto humano puede conducirnos a fingir la fe o al menos a no dar testimonio de ella, a inhibirnos ante ciertos grupos humanos de los que pensamos que no tienen interés por nuestros valores, a nunca hablar de Cristo con naturalidad y sencillez ante los demás, incluso quienes conviven con nosotros, a evitar dar explicaciones de las cosas que hacemos, cuando estas cosas se refieren a Dios. En fin, el respeto humano nunca es bueno y echa sobre nosotros una grave responsabilidad: la de vivir una fe sin entusiasmo, sin convencimiento, sin ilusión, porque a lo mejor pensamos eso de que Dios, Cristo, la fe, la Iglesia no son para tanto.
SAN ANDRÉS APÓSTOL, 30 DE NOVIEMBRE
Andrés, Santo
Apóstol, 30 de Noviembre
Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
Apóstol
Andrés era hermano de Simón Pedro y como él pescador en Cafarnaúm, a donde ambos habían llegado de su natal Betsaida. Como lo demuestran las profesiones que ejercían los doce apóstoles, Jesús dio la preferencia a los pescadores, aunque dentro del colegio apostólico están representados los agricultores con Santiago el Menor y su hermano Judas Tadeo, y los comerciantes con la presencia de Mateo. De los doce, el primero en ser sacado de las faenas de la pesca en el lago de Tiberíades para ser honrado con el titulo de “pescador de hombres” fue precisamente Andrés, junto con Juan.
Los dos primeros discípulos ya habían respondido al llamamiento del Bautista, cuya incisiva predicación los había sacado de su pacífica vida cotidiana para prepararse a la inminente venida del Mesías. Cuando el austero profeta se lo señaló, Andrés y Juan se acercaron a Jesús y con sencillez se limitaron a preguntarle: “Maestro, ¿dónde habitas?”, signo evidente de que en su corazón ya habían hecho su elección.
Andrés fue también el primero que reclutó nuevos discípulos para el Maestro: “Andrés encontró primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías. Y lo llevó a Jesús”. Por esto Andrés ocupa un puesto eminente en la lista de los apóstoles: los evangelistas Mateo y Lucas lo colocan en el segundo lugar después de Pedro.
Además del llamamiento, el Evangelio habla del Apóstol Andrés otras tres veces: en la multiplicación de los panes, cuando presenta al muchacho con unos panes y unos peces; cuando se hace intermediario de los forasteros que han ido a Jerusalén y desean ser presentados a Jesús; y cuando con su pregunta hace que Jesús profetice la destrucción de Jerusalén.
Después de la Ascensión la Escritura no habla más de él. Los muchos escritos apócrifos que tratan de colmar este silencio son demasiado fabulosos para que se les pueda creer. La única noticia probable es que Andrés anunció la buena noticia en regiones bárbaras como la Scitia, en la Rusia meridional, como refiere el historiador Eusebio. Tampoco se tienen noticias seguras respecto de su martirio que, según una Pasión apócrifa, fue por crucifixión, en una cruz griega.
Igual incertidumbre hay respecto de sus reliquias, trasladadas de Patrasso, probable lugar del martirio, a Constantinopla y después a Amalfi. La cabeza, llevada a Roma, fue restituida a Grecia por Pablo VI. Consta con certeza, por otra parte, la fecha de su fiesta, el 30 de noviembre, festejada ya por San Gregorio Nacianceno.
LA HISTORIA DE UN SOLO PAN Y DOS PRODIGIOS
La historia de un solo pan y dos prodigios
El párroco resolvió desvelar el misterio y descubrió que la Providencia siempre atiende solícita a las súplicas de los que confiadamente la invocan
Por: Redacción | Fuente: salvadmereina.co.cr
El padre de Pierre murió como consecuencia de la miseria. Seis meses más tarde, su esposa lo siguió, consumida por las privaciones.
— Adiós, dijo la mujer al hijito, te dejo solo aquí en la tierra; sé bueno y persevera en la oración, que un día nos encontraremos en el Cielo.
Pierre quedo solo en el mundo.
Tenía apenas seis años, y una vecina caritativa lo acogió, dividiendo con él su pan de cada día. Entretanto, por más que se esforzaba en cuidar del niño, el corazón del pequeño huérfano estaba siempre junto a sus padres ausentes, que ansiaba por reencontrar.
En una de las largas noches que pasaba despierto, fue tomado por un pensamiento:
— ¡Ah, el Cielo! Debe de ser un lugar de mucha alegría, porque papá y mamá fueron allí y no pensaron siquiera en volver. Estoy seguro de que en el Cielo no debe de faltar nada.
Pero… ¿Por qué ellos no me llevaron también?¡Si yo pudiese ir a su encuentro, los abrazaría y besaría!
Desde aquél día, Pierre se le metió en la cabeza la idea de partir para el Cielo en busca de sus padres. Cierta mañana, sin decir nada a nadie, juntó en un fardo la poca ropa que tenía y se puso en camino.
Después de mucho andar, llegó a una aldea. Llegó tan exhausto que cayó delante de una puerta donde había una cruz. Era la casa parroquial.
El buen sacerdote oyó un gemido y corrió para ver qué era, encontrando el niño postrado en el suelo.
— ¿Quién eres tú, pobre criatura, y de dónde vienes?
— Yo soy Pierre, papá y mamá me dejaran solo y se fueron ambos para el Cielo. Mamá me dijo que los encontraría un día allá, con la condición de que fuese bueno y rezase siempre.
¿Pero dónde está este bendito Cielo? ¡Hace tanto tiempo que estoy andando para encontrarlo!
— Ven conmigo, pobre pequeño, dijo el padre enternecido. Vamos juntos a buscar a tus padres.
El huerfanito se quedó entonces a vivir con el piadoso sacerdote, y junto a él se sentía menos infeliz. Sin embargo, su pensamiento continuaba fijo en el Cielo.
— En fin, señor cura, preguntó un día. ¿Dónde está el Cielo? ¿Por qué usted no me llevó todavía para allá, como prometió?
— Reza a Dios, hijo mío. Él es tan dadivoso que nos ayudará a encontrarlo.
Pierre dirigió, entonces, sus oraciones fervorosas al Altísimo. Nada era tan conmovedor como verlo de rodillas delante del altar, con las manitas puestas para rezar. Este era su lugar preferido, donde en el suave silencio del recinto sagrado sus tristezas se amenizaban.
Se aficionó de modo particular a una imagen de la Virgen Santísima que llevaba en los brazos al Niño Jesús.
Aquella imagen, esculpida en madera, era un trabajo muy antiguo y constituía una verdadera rareza. A pesar de ello, ni todas las cosas raras y curiosas son bellas. Tanto la Virgen María como Jesús tenían el rostro exageradamente delgado. Delante de los dos, Pierre se sentía conmovido; en su inocencia imaginaba que Nuestra Señora era así tan delgada porque no se alimentaba.
Le bastaba pensar que la Madre de Jesús pasaba hambre, que sus ojos se llenaban de lágrimas y lloraba de compasión.
Cierta mañana, a la hora del café, guardó para ella un pedazo de pan, y fue a depositarlo a los pies de la imagen, diciendo:
— Comed cuanto queráis y sin temor, oh buena y santa Virgen, pues yo me siento contento de privarme de este pan para dároslo a Vos, que precisáis tanto de él. ¡Comed, que cuando hayáis acabado este pedazo, yo traeré otro!
Después, él salió de la iglesia.
Cuando volvió más tarde, no encontró el pan donde lo había dejado.
Satisfecho al ver que Nuestra Señora aceptaba su ofrenda, repetía la ofrenda todos los días, y todos los días el pan desaparecía. Sin embargo después de algún tiempo, Pierre observó que la Virgen continuaba delgada.
Buscó al sacerdote y le contó el caso.
— ¡Hace tanto tiempo que llevo mi pan a Nuestra Señora, y ella todavía está tan delgada! ¿Qué cree que pasa, padre? Creo que la Virgen está enferma; ¿no sería bueo que la examinara un médico?
— Pero la imagen de Nuestra Señora no puede comer tu pan, explicó sonriendo el cura.
— Pero, respondió Pierre con seriedad, yo le garantizo que ella come, porque el pan desaparece en poco tiempo.
El párroco, curioso, resolvió desvelar el misterio. Le dijo a Pierre que llevase el pan como de costumbre y se escondió en un rincón de la iglesia, desde donde podía vigilar la imagen y ver todo lo que pasaba sin ser visto.
Pierre acababa de salir de la iglesia y ésta estaba silenciosa y vacía.
De pronto, oyó unos pasos muy leves.
Un niño, pobremente vestido, fue a arrodillarse delante de la imagen.
Sonrió, cogió el pan, lo besó y lo escondió debajo de sus harapos. En seguida, hizo la señal de la cruz y comenzó sus oraciones con recogimiento y fervor.
El sacerdote dejó entonces su puesto de observación y puso la mano en el hombro del niño. Sobresaltado, el pequeño imploró:
— ¡Ah, señor padre! ¡Yo no soy ningún ladrón¡ Estoy aquí únicamente para buscar el pan que Nuestra Señora me da de regalo.
— ¿Y cómo sabes que es la Virgen la que te da ese pan? Preguntó el párroco, intrigado.
— Pero padre, usted mismo enseña en el púlpito que Dios nunca deja de atender nuestras necesidades. Como soy muy pobre, no dejo de venir todas las mañanas a pedir a Nuestra Señora mi pan de cada día. Y todas las mañanas me oye, pues lo encuentro siempre aquí.
El bondadoso cura tuvo que esforzarse para no dejar trasparecer la profunda conmoción que le invadía el alma. El frescor de la fe que palpitaba en los corazones de aquellos dos niños le proporcionaba la ocasión de admirar tan bella obra de la Providencia Divina; aquella misma Providencia que siempre atiende solícita a las súplicas de los que confiadamente la invocan.
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