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miércoles, 21 de octubre de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 21 DE OCTUBRE DEL 2015
Fiel y prudente a la Voluntad de Dios
Parábolas
Lucas 12, 39-48. Tiempo Ordinario. Cumple tu misión en la vida. ¿Cómo?...cada uno ha de descubrirlo con la oración y la lucha.
Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangeliio según san Lucas 12, 39-48
Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre». Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.
Oración introductoria
Padre ayúdanos a vivir nuestras vidas de modo que dejemos espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, rechazarlo incluso en nombre de un falso concepto de libertad.
Petición
Dios mío, ayúdame a usar los dones que se se me han dado.
Meditación del Papa Francisco
Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre». Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.
Oración introductoria
Padre ayúdanos a vivir nuestras vidas de modo que dejemos espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, rechazarlo incluso en nombre de un falso concepto de libertad.
Petición
Dios mío, ayúdame a usar los dones que se se me han dado.
Meditación del Papa Francisco
Representa una responsabilidad. Y Jesús ha dicho: "Al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más". Por lo tanto, preguntémonos: en esta ciudad, en esta Comunidad eclesial, ¿somos libres o somos esclavos, somos sal y luz? ¿Somos levadura? O ¿estamos apagados, sosos, hostiles, desalentados, irrelevantes y cansados?
Sin duda, los graves hechos de corrupción, surgidos recientemente, requieren una seria y consciente conversión de los corazones, para un renacer espiritual y moral, así como un renovado compromiso para construir una ciudad más justa y solidaria, donde los pobres, los débiles y los marginados estén en el centro de nuestras preocupaciones y de nuestras acciones de cada día. ¡Es necesaria una gran y cotidiana actitud de libertad cristiana para tener la valentía de proclamar, en nuestra Ciudad, que hay que defender a los pobres, y no defenderse de los pobres, que hay que servir a los débiles y no servirse de los débiles! (Homilía de S.S. Francisco, 31 de diciembre de 2014).
Reflexión
Uno de los aspectos más chocantes del cristianismo es su concepción de la vida como una misión. En el cristianismo no rige eso del «come y bebe que la vida es breve» ni el «vivir a tope» entendido como aprovechar cada instante para conseguir más placer y más bienestar.
Cristo nos presenta la vida como una misión: «estar al frente de la servidumbre para darle a tiempo su ración» de la cual tendremos que dar cuenta. La vida es una misión. Venimos a la tierra para algo, y ese algo es tan importante que de él depende la felicidad eterna de otras personas. Ese «dar de comer a la servidumbre» es el testimonio que Cristo quiere que durante el tiempo que tiene dispuesto concederme en la tierra. El famoso psiquiatra vienés Víctor Frankl, cuando habla de los casos que se le presentan de enfermos con depresión que ya no encuentran ninguna razón para vivir, que no esperan nada de la vida ni del mundo, se percata de que quizás puede faltar una pregunta esencial y es preguntarse acerca de qué espera el mundo de mí.
Porque, aunque tengamos razones para abandonar no tenemos razón, pues la vida espera algo de nosotros y tenemos una misión en este mundo. Una misión que lleva nuestro nombre y nadie más puede hacer. Si no la hacemos nosotros nadie lo va a hacer. Hemos de descubrir cuál es nuestro camino y cuál es nuestra misión. La salvación del mundo y de las almas tienen muchos matices, la gracia es única pero las formas de alcanzarla son múltiples, por eso nuestra existencia no es casual, ni insignificante.
Propósito
Tenemos que salvar el mundo, sí, pero ¿cómo?, cada uno de una forma diferente que ha de descubrir con la oración y la lucha.
Diálogo con Cristo
Padre mío, ayúdame a ser un servidor fiel y prudente. Me has dado unos talentos que implican gran responsabilidad. Te pido perdón por todas las veces en que no he sabido corresponder a tu confianza. Te prometo que me esforzaré por ser un buen discípulo y misionero de tu amor; sé que con tu gracia puedo ser fiel y servir a todos aquellos que has puesto a mi cuidado.
Uno de los aspectos más chocantes del cristianismo es su concepción de la vida como una misión. En el cristianismo no rige eso del «come y bebe que la vida es breve» ni el «vivir a tope» entendido como aprovechar cada instante para conseguir más placer y más bienestar.
Cristo nos presenta la vida como una misión: «estar al frente de la servidumbre para darle a tiempo su ración» de la cual tendremos que dar cuenta. La vida es una misión. Venimos a la tierra para algo, y ese algo es tan importante que de él depende la felicidad eterna de otras personas. Ese «dar de comer a la servidumbre» es el testimonio que Cristo quiere que durante el tiempo que tiene dispuesto concederme en la tierra. El famoso psiquiatra vienés Víctor Frankl, cuando habla de los casos que se le presentan de enfermos con depresión que ya no encuentran ninguna razón para vivir, que no esperan nada de la vida ni del mundo, se percata de que quizás puede faltar una pregunta esencial y es preguntarse acerca de qué espera el mundo de mí.
Porque, aunque tengamos razones para abandonar no tenemos razón, pues la vida espera algo de nosotros y tenemos una misión en este mundo. Una misión que lleva nuestro nombre y nadie más puede hacer. Si no la hacemos nosotros nadie lo va a hacer. Hemos de descubrir cuál es nuestro camino y cuál es nuestra misión. La salvación del mundo y de las almas tienen muchos matices, la gracia es única pero las formas de alcanzarla son múltiples, por eso nuestra existencia no es casual, ni insignificante.
Propósito
Tenemos que salvar el mundo, sí, pero ¿cómo?, cada uno de una forma diferente que ha de descubrir con la oración y la lucha.
Diálogo con Cristo
Padre mío, ayúdame a ser un servidor fiel y prudente. Me has dado unos talentos que implican gran responsabilidad. Te pido perdón por todas las veces en que no he sabido corresponder a tu confianza. Te prometo que me esforzaré por ser un buen discípulo y misionero de tu amor; sé que con tu gracia puedo ser fiel y servir a todos aquellos que has puesto a mi cuidado.
ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET
ORACIÓN A LA
SAGRADA FAMILIA DE NAZARET
Sagrada Familia de Nazaret: enséñanos el recogimiento, la interioridad; danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad del trabajo de reparación, del estudio, de la vida interior personal, de la oración, que sólo Dios ve en lo secreto;enséñanos lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable. Amén.
QUÉ POBRES QUE SOMOS
Qué pobres que somos
Una vez, un padre de una familia acaudalada llevo a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuan pobres eran las gentes del campo.
Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en una granja de una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo:
-Qué te pareció el viaje?
-Muy bonito Papa!
-Viste que tan pobre puede ser la gente?
-Sí!
-Y que aprendiste?
-Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una alberca que llega de una barda a la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lamparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. El patio llega hasta la barda de la casa, ellos tienen todo un horizonte de patio.
Al terminar el relato, el padre se quedo mudo....y su hijo agregó:
-Gracias Papá por enseñarme lo pobre que somos!
LA LUCIÉRNAGA
La luciérnaga
Juana lloraba de angustia pero Dios, padre de los huérfanos y de las viudas, vino en su socorro a través de una simple luciérnaga...
Por: Redacción | Fuente: salvadmereina.co.cr
Mientras miraba caer el sol en el horizonte, Juana pensaba en su destino junto a Fernando, el hijito de seis años. Después de un lapso de silencio, hundió el rostro entre los brazos y se puso a llorar. ¿Qué le causaba tanto dolor?
Juana había quedado viuda hacía poco tiempo. Luis, su marido, había fallecido la primavera pasada. Era un joven muy querido en la villa. Gracias a su espíritu emprendedor había logrado unas cuantas economías para comprar la casita en que ahora se encontraban Juana y el pequeño Fernando.
Sin embargo, la adquisición no sólo consumió todos los ahorros, sino que obligó a contraer algunas deudas que Luis contaba con pagar poco a poco. Su prematura muerte –víctima de una epidemia que irrumpió en la aldea dejando a muchas familias en el luto y la tristeza– trastornó sus planes.
Luis había sido un esmerado trabajador de un rico propietario, el cual, a modo de recompensa, le había prestado ochocientos francos para adquirir la pequeña propiedad. El joven se había comprometido a pagar cien francos por año a su protector.
Siete cuotas ya habían sido pagadas con puntualidad; solo quedaba la última. Pero la epidemia había cobrado también la vida del acreedor de Luis, y ahora sus herederos le exigían a la viuda el pago del importe total, es decir, los ochocientos francos.
En vano Juana juró una y otra vez que sólo quedaban cien francos por pagar; sin ningún recibo u otro medio de prueba, el juez decidió que la propiedad sería vendida para saldar la deuda del esposo fallecido. Al día siguiente la casa sería embargada y ella, aparte de perder al marido, se quedaría también sin refugio.
Por eso la pobre viuda, mirando el cielo de la tarde, evidenciaba tanta tristeza: sería la última noche que pasaría en su pequeño hogar.
* * *
Fernando, sin entender muy bien lo que sucedía, se acercó a su madre y le dijo:
–Mamá, no llores más. Recuerda lo que papá decía antes de morir: “Dios es el protector de las viudas y el padre de los huérfanos. Récenle en todas las dificultades, Dios los cuidará, no los dejará solos”. ¿No era eso lo que decía?
–Sí, hijo, así es– respondió Juana, suavemente consolada con el recuerdo de esas palabras.
–Entonces, ¿por qué lloras? Rézale a Dios y Él nos ayudará…
–Cierto, hijo– concordó ella, abrazando al niño que había sabido reconfortarla con palabras tan inesperadas a su edad.
La joven madre se arrodilló, juntó las manos y empezó a rezar con fervor:
–Oh Padre nuestro, te pido a través de tu Madre que oigas la oración de una pobre madre afligida y de un huérfano desamparado. No permitas que la injusticia nos expulse de esta casa.
* * *
Al terminar su oración, la joven se sintió profundamente conmovida.
Fernando, que miraba por la ventana, gritó de repente:
–¡Mira mamá, mira! ¡Hay una estrella que se mueve, mira! Ahora subió… Baja más cerca de nosotros…
¡La estrellita está entrando por la ventana, mamá…! ¡Mira qué bonita!
–Es una luciérnaga, un gusanito de luz, hijo. De día parece un bichito común, pero de noche brilla tal como ahora lo ves.
–¿Lo puedo tomar, mamá? ¿Quema esa lucecita que tiene?
–No, hijo, no quema. Puedes tomarlo si quieres. Es una luz fría, puedes tocarla sin miedo.
Fernando no aguantó más; corrió detrás de la luciérnaga que había caído al piso de la sala, pero no alcanzó a tomarla, porque el pequeño insecto se metió bajo un gran armario.
–De aquí lo veo, mamá, pero no lo alcanzo… ¡Cómo brilla!
–Espera un poco, hijo, que ya va a salir y entonces podrás tomarlo.
Fernando esperó un poco, pero en la impaciencia de echarle mano a la luciérnaga, suplicó a su madre:
–¡Ayúdame, mamita, ayúdame!
Hazlo salir… O sino mueve un poco el armario y entonces lo podré alcanzar…
Juana se levantó para satisfacer a su hijo, y con algo de fuerza pudo empujar el armario. El niño tomó el insecto, al comienzo un poco temeroso, y empezó a examinarlo. Lo más curioso fue que, al despegar el armario de la pared, se sintió por detrás el ruido de algo que caía. Juana se agachó para ver lo que era y recogió una especie de libreta, con apuntes y documentos. ¿Qué sería?
* * *
La joven viuda se dedicó a examinar su hallazgo a la luz de la vela, y no pudo evitar un grito de sorpresa y alegría.
Era un cuaderno con el registro de los negocios de su marido. ¡Y ahí estaban anotadas las cuotas que se habían pagado al rico propietario! Entre las hojas, además, encontró un certificado: “Declaro que en la fiesta de san Martín puse al día las cuentas con Luis Blum, que ahora me debe solamente cien francos”.
Era la salvación tan ansiosamente esperada… Era la prueba que faltaba; en una palabra, era Dios que había enviado aquella luciérnaga para señalar el sitio donde estaban las cuentas del esposo. Por eso, Juana levantó sus ojos a lo alto, en señal de gratitud a Jesús y a María, y después abrazó a su hijo, desbordante de felicidad por el verdadero milagro que acababa de suceder.
Cuando el pequeño Fernando entendió el significado de ese documento, respondió graciosamente:
–¡Yo fui, mamá, yo fui el que lo descubrió! Si no te hubiera pedido que movieras el armario, no habrías encontrado el papel…
–Sí, mi hijito querido, fuiste tú. Pero principalmente fue Dios, que mandó ese lindo bichito para darnos la oportunidad de mover el mueble y descubrir la libreta. Es a Dios al que debemos agradecerle, a ese Dios de bondad que tan rápido atendió nuestras oraciones. ¡Dios fue el que nos mandó la luciérnaga, hijo!
* * *
Al día siguiente, Juana salió muy temprano a la morada del juez. El magistrado la atendió con prontitud, y reconociendo la autenticidad del certificado, mandó llamar al principal heredero.
Cuando éste leyó el documento, se sintió confundido y sin saber qué decir.
Por fin, arrepentido de lo que había hecho, exclamó:
–¡Sin duda que esto es el dedo de la Providencia! Sra. Blum, perdone usted cómo la traté, por las penas y molestias que le hice pasar. Para compensarla de alguna manera, le obsequio los cien francos que faltan. Usted no me debe nada más. Veo que Dios quiso salvarla; de mi parte, quiero hacer lo que esté a mi alcance. Por lo tanto, si en el futuro llegara a necesitar alguna cosa, búsqueme, que ayudarla será un placer. Veo que usted confía en Dios, y esa confianza es más preciosa que todo el oro del mundo.
HOY SE CELEBRAN SAN HILARIÓN, EL MONJE DEL DESIERTO QUE AYUDABA A LAS FAMILIAS
Hoy se conmemora a San Hilarión, el monje del desierto que ayudaba a las familias
Por Abel Camasca
(ACI).- San Hilarión nació en Palestina por el 291 y en una familia pagana que lo envió a completar sus estudios a Alejandría. Allí se convirtió al cristianismo y se entusiasmó con la vida de los monjes egipcios que lo dejaban todo y se iban al desierto como ofrenda de sacrificio al Señor.
Fue a conocer a San Antonio Abad y se quedó admirado por su bondad, los ayunos y mortificaciones que hacía. Más adelante regresó a su patria donde se enteró de la muerte de sus padres, distribuyó todos sus bienes y se entregó a una vida en soledad con penitencia y oración por amor a Dios, venciendo numerosas tentaciones.
Se cuenta que cuando San Hilarión ya había cumplido 22 años en el desierto y su fama de monje se había difundido por varias ciudades, una mujer que era despreciada por su marido por su esterilidad se presentó ante él y arrojándose a sus pies le dijo:
“Perdona mi atrevimiento, pero considera mi necesidad. ¿Por qué apartas tus ojos? ¿Por qué huyes de la que te suplica? No mires en mí a una mujer, sino a una afligida. Mi sexo engendró al Salvador. No son los sanos los que necesitan del médico, sino los enfermos".
San Hilarión se volvió hacia ella y le preguntó la razón de sus lágrimas. Cuando le contó que no podía tener hijos, levantó los ojos al cielo y la animó a tener confianza. Luego, con lágrimas en los ojos, la despidió. Pasado un año San Hilarión la volvió a ver con un hijo.
La fama del santo se hizo más célebre cuando una madre de familia, con su marido y sus tres hijos, se detuvo en Gaza después de haber visitado a San Antonio. Ellos contrajeron unas fiebres extrañas y los médicos no podían curarlos. La mujer entonces iba de hijo en hijo, casi muertos, sin saber por quién llorar primero.
La señora, olvidando su rango de dama rica, fue donde San Hilarión y le dijo: “En el nombre de Jesús, nuestro misericordiosísimo Dios, te imploro por su cruz y por su sangre que me devuelvas a mis tres hijos y así sea glorificado el nombre del Señor Salvador en esta ciudad pagana”.
El santo se resistía diciendo que nunca había salido de su celda y que no estaba acostumbrado a entrar en ciudades, pero la madre de familia postrada en tierra repetía: “Hilarión, siervo de Cristo, devuélveme a mis hijos. Antonio los tuvo en brazos en Egipto, sálvalos tú en Siria”.
El monje fue a ver a los enfermos y haciendo la señal de la cruz sobre cada uno, invocó el nombre de Jesús, y de inmediato el sudor de la fiebre brotó de sus cuerpos y probaron alimento. Los hijos, reconociendo a su madre que lloraba, besaron las manos del santo, bendiciendo a Dios.
Tiempo después San Hilarión viajó por diferentes lugares buscando vivir sólo con Dios y para Dios, lejos de la fama de santidad. De esta manera llegó a la isla de Chipre donde, sumergido en la oración y las meditaciones, partió a la Casa del Padre por el año 371. Es conocido como el santo de la abstinencia y del ayuno perpetuo, y se le recuerda cada 22 de octubre.
EL SILENCIO DE LA VOLUNTAD
El silencio de la voluntad
La voluntad debe seguir la propuesta de la razón pero no debe realizarla porque la razón se lo pide sino por amor. Eso significa silencio de la razón: no hacer las cosas por deber sino por amor.
Por: P. Juan Carlos Ortega, L.C. | Fuente: Catholic.net
Quiero lo que Dios quiere
Hemos tratado el silencio de la mente en sus tres aspectos temporales: el silencio de la memoria (pasado), el silencio de la imaginación (futuro) y el silencio del juicio (presente). Nuestra mente, teniendo en cuenta lo que la memoria recuerda del pasado y lo que la imaginación anticipa del futuro, emite un pensamiento. Hasta aquí la función de la mente. Ahora es el momento de actuar la voluntad. Es el momento de acoger o rechazar lo que la mente ha presentado para ser realizado. También en este momento hay que hacer silencio. Es lo que llamamos silencio de la voluntad.
Es necesario determinar bien qué entendemos por voluntad. Nos referimos a la facultad humana que mueve a hacer o no hacer una cosa. Sería lo que entendemos por el verbo querer, es decir, la determinación de ejecutar una cosa, que es diverso del amor o sentimiento que mueve a desear el objeto amado.
Una vez que la mente presenta aquello que debe ser realizado, la voluntad tiene que aceptarlo o rechazarlo. En el momento de la ejecución, aparecen muchos ruidos que deben ser silenciados.
Silencio de los gustos
Indudablemente que el pasado ha ido fraguando en nosotros ciertos gustos por las cosas que en un momento puede facilitar o estorbar nuestro actuar. La vida de Jesús y sus apóstoles nos muestra un hecho muy sencillo y claro de la presencia de los gustos en un sentido amplio. Avisan de la muerte de Lázaro, amigo de todo el grupo. La amistad del amigo impulsa a estar con él, un gusto en sentido técnico, y así lo expresan los apóstoles. Pero Jesús sabe que no es el momento de ir, que conviene esperar. Es lo que su mente le dice que hay que hacer. Jesús, supera su propio gusto, de ir inmediatamente con el amigo y sigue lo que la razón le ha propuesto como más conveniente. En nuestro actuar, debemos hacer silencio de los gustos, cuando éstos se interponen con lo que la mente nos presente como apropiado.
Silencio de los deseos
Ya hablamos de la acción de la imaginación. Ésta anticipa lo que puede suceder en el futuro. Vimos cómo, bien usada, ayuda a la mente a definir lo más apropiado. Al mismo tiempo, deja en la voluntad una tendencia a conocer, poseer o disfrutar el objeto deseado. Es necesario hacer silencio de los deseos si estos se oponen a lo que la razón ha indicado que debe ser hecho. Tenemos ejemplos muy claros en el evangelio. Los apóstoles no desean que su maestro sea hecho prisionero y muera, por lo que se oponen con energía a la invitación a subir a Jerusalén. Jesús les ayuda a silenciar ese deseo y hacer lo que conviene. Mayor fuerza de la lucha contra los propios deseos se descubre en la escena de Getsemaní. Cristo, verdadero hombre, experimentó con vehemencia un rechazo ante los dolores y humillaciones de la pasión, pero silenció su deseo aceptando la voluntad divina. Silenciar la voluntad es llegar a tener un solo deseo, hacer la voluntad de Dios.
Silencio de las decisiones
Si la memoria provoca los gustos en la voluntad, y la imaginación los deseos, el juicio impele a la voluntad a tomar una decisión. Igualmente que se requiere hacer silencio de los gustos y de los deseos, también, en ocasiones, es necesario hacer silencio de las propias decisiones. Nuevamente la vida de Cristo nos ofrece ejemplos claros de esto. Siempre me ha llamado la atención cómo Jesús era consciente de tener que trabajar en las cosas de su Padre y por eso se quedó en el templo de Jerusalén, pero solamente lo hizo una vez. ¿Por qué? Porque después de tomar la decisión de hacer las cosas de su Padre, se dio cuenta, por las palabras de María y de José, que todavía no había llegado su hora. En sentido contrario le pasó con las bodas de Caná. Su decisión era no actuar todavía, pero descubrió en la preocupación de María, que su hora había llegado.
Me detengo brevemente en este punto pues es motivo de mucho ruido interior. Puede parecer paradójico que Cristo, siendo Dios, tuviera que cambiar sus decisiones en el actuar concreto. Esto no nos debe extrañar pues era, en verdad, hombre igual que nosotros menos en el pecado. Y cambiar una decisión no es pecado, es la capacidad que tiene el hombre de conocer cada vez mejor las cosas y, sobre todo, de aplicar lo mismo a circunstancias diversas. Jesús buscó en todo momento cumplir las cosas de su Padre, pero éstas se realizaban de un modo cuando fue adolescente y otra cuando ya entró en su edad madura. Pero es necesario hacer silencio de las propias decisiones para tener la apertura necesaria para descubrir, aceptar y aplicar la voluntad de Dios en cada momento concreto.
Cómo saber cuál es la voluntad de Dios
Recuerdo un superior que me decía: la voluntad de Dios es siempre presente. Es decir, aunque siempre debemos hacer la voluntad de Dios esta puede variar de un momento a otro por lo que hay que cultivar constantemente el silencio de las propias decisiones para acoger en todo momento la palabra divina. ¿Cómo hacer esto? Son tres los pasos fundamentales que hay que realizar. En primer lugar se requiere orar. Sabemos bien que solo Dios puede expresarnos su voluntad. Se requiere pedir que nos ilumine y que abra nuestro corazón a sus indicaciones. En segundo lugar se requiere analizar la situación ayudado por la experiencia del pasado, por las expectativas para el futuro y las circunstancias del presente. En tercer lugar ayuda mucho el pedir consejo a quien tiene experiencia y deseo de ayudar.
Como religiosos, sabemos que la figura del superior goza de una gracia de estado especial para expresar la voluntad de Dios. Como seglares, la encontramos en el director espiritual. Se requiere un constante ejercicio del silencio de la voluntad para acoger en todo momento la voluntad divina expresada en las indicaciones del instrumento que Dios ha querido para nosotros que, por fe, sabemos que son expresiones del querer de Dios.
Silencio de los gustos, silencio de los deseos y silencio de las decisiones. ¿Debe la voluntad buscar otros silencios para el cumplimiento de lo que la mente le propone? Yo creo que sí.
Otros silencios
Podríamos hablar del silencio de la razón. Pudiera parecer una contradicción. Si la voluntad debe seguir lo que la razón le propone como realizable, ¿cómo será posible y bueno vivir un silencio de la razón? Me explico y creo que voy a ser entendido con facilidad. La voluntad debe seguir la propuesta de la razón pero no debe realizarla porque la razón se lo pide sino por amor. Eso significa silencio de la razón: no hacer las cosas por deber sino por amor. Cristo no solamente tenía como alimento realizar la voluntad del Padre sino que, además, buscaba agradarle.
Y hay otro silencio más que debe vivir la voluntad. Podríamos llamarlo el silencio de la justicia. La mente, si está bien formada, propone el juicio a seguir siempre de acuerdo al bien o la justicia: “hay que hacer el bien al prójimo”. Pero, ¿y cuándo nos encontramos ante una persona que hace el mal?, ¿qué me hace el mal? En ese momento la justicia salta con vehemencia imperando a la voluntad a no hacer el bien que la razón propone. Entonces es necesario elevarnos con el silencio de la justicia que los cristianos llamamos perdón. Para esto se requiere mucho amor, el amor que Jesús tuvo en la cruz hacia todos nosotros y hacia sus verdugos.
El silencio de la voluntad, en sus aspectos de silencio de la razón y de la justicia, es posible en la medida que hay amor.
CÓMO PREVENIR EL ALZHEIMER
Cómo prevenir el Alzheimer
Mientras en el ámbito de la medicina muchos especialistas continúan buscando una cura para el Alzheimer en los fármacos, diversos estudios en este campo sugieren que la prevención juega un rol más importante del que imaginábamos. Los investigadores han demostrado que, al estar bajo nuestro control, las conductas cotidianas (hábitos) tienen la capacidad de estimular las reservas del cerebro y, en consecuencia, ayudar a retrasar e incluso prevenir, el desarrollo de Alzheimer o demencia.
1- Ejercicio regular
De acuerdo con diversas investigaciones, el riesgo de desarrollar Alzheimer puede verse reducido hasta en un 50%, con la ayuda de actividad física. Además, el ejercicio ayuda a retrasar el deterioro de las funciones cognitivas una vez que el problema se ha desarrollado.
• Comienza de a poco: La actividad física puede resultar arrolladora para aquellas personas que no están acostumbradas a ejercitar de forma regular. Comienza por reemplazar el ascensor por las escaleras o breves caminatas diarias.
• 30 minutos, 5 veces por semana: Aunque esto puede parecer demasiado, la rutina también puede incluir actividades domésticas como una limpieza exhaustiva o tareas de jardinería. También puedes optar por caminatas al aire libre, clases de aeróbico o natación.
• Protege tu cabeza: Los traumatismos en la cabeza aumentan las chances de desarrollar problemas cognitivos. Aunque el fútbol o el boxeo son ejemplos extremos, incluso una simple caída en bicicleta puede tener este impacto. Asegúrate de utilizar la protección adecuada y abrocharte el cinturón de seguridad cada vez que viajes en auto.
• Equilibrio y coordinación: Para prevenir las lesiones y traumatismos por caídas, te recomendamos realizar ejercicios que te ayuden a trabajar el equilibrio y la coordinación. Puedes comenzar a practicar yoga, taichí, o cualquier otro método orientado a dichas funciones.
2- Buen descanso
El descanso adecuado y regular sirve para estimular el funcionamiento cerebral. Esto se debe a que el sueño profundo es necesario para la consolidación y retención de la información obtenida durante el día. Por esta razón, la falta de sueño ha sido asociada con un aumento en el riesgo de desarrollar Alzheimer.
• Mantén un horario regular: Nuestro reloj biológico responde de forma positiva a los patrones de regularidad. Asegúrate de dormir y despertarte en horarios similares todos los días, de manera de coincidir con nuestros ritmos circadianos naturales.
• Siestas inteligentes: Las siestas pueden interferir con el sueño regular y exacerbar los síntomas del insomnio. Si necesitas dormir una siesta, asegúrate de que sea temprano por la tarde y no más de 30 minutos.
• Habitación inmaculada: Si puedes hacerlo, evita tener computadoras o televisores en tu habitación para prevenir que estimuladores visuales te priven del sueño.
• Rutina relajante: Las actividades previas a la hora de dormir, como un baño tibio, ejercicios de relajación, o la lectura de un libro, ayudan a que el cerebro entienda que es hora de hundirnos en un sueño profundo y reparador.
3- Estímulo mental
Las personas mentalmente activas han demostrado tener mayor protección contra el Alzheimer y la demencia. Cualquier tipo de actividad que requiera las habilidades de comunicación, interacción y organización han demostrado ser de gran ayuda en la prevención de estas enfermedades.
• Aprende una nueva habilidad: El aprendizaje de una nueva habilidad ayuda a crear depósitos más grandes en las reservas del cerebro. Intenta aprender un nuevo idioma, tocar un instrumento, leer un libro, o comenzar un nuevo pasatiempo.
• Ejercicios de memoria: Debido a que la memorización ayuda a reforzar las conexiones en el cerebro, te recomendamos comenzar memorizando nombres de ciudades, números telefónicos, poemas, etc.
• Juegos mentales: El cerebro es un músculo y como tal necesita ser entrenado. Para mantener el buen funcionamiento de las funciones cognitivas a largo plazo, puede intentar resolver crucigramas, acertijos, rompecabezas, juegos de cartas, sopas de letras, etc. Si estimulas el cerebro desde una edad temprana, podrás mantener su funcionamiento a una edad avanzada.
• Preguntas a ti mismo: Mantén tus neuronas alertas preguntándote “Quién, Cómo, Cuándo y Dónde.” Esta es una forma de entrenar la memoria y, en consecuencia, cuidar el cerebro.
• Sal de la rutina: Los cambios de hábitos ayudan a crear nuevas “vías” en el cerebro. Intenta tomar un nuevo camino de regreso a tu casa, utilizar la mano no dominante, y otras actividades que, de vez en cuando, permitan llevar a tu cerebro por nuevos horizontes.
4- Alimentación saludable
Una dieta rica en nutrientes, vitaminas y minerales ayuda a optimizar el funcionamiento del cerebro. Por esta razón, los hábitos alimenticios saludables pueden proteger tu organismo contra el deterioro neurológico.
• Evita las grasas trans y las grasas saturadas: A la hora de preparar tus comidas, intenta optar por carnes magras y orgánicas, consumir productos lácteos descremados o bajos en grasas, y reducir la ingesta de alimentos fritos.
• Considera una dieta Mediterránea: Esta dieta, a base de pescados, nueces, granos integrales, aceite de oliva, y frutas y vegetales frescos, es recomendada para proteger la salud del sistema cardiovascular, que también juega un rol importante en la prevención de las enfermedades neurológicas, como el Alzheimer o la demencia.
• Consume más pescado y avocado: Ambos alimentos están cargados con omega 3, un ácido graso saludable que ha demostrado contribuir en la prevención del Alzheimer y la demencia. Como si esto fuera poco, los nutrientes presentes en el avocado y los pescados, en especial el atún y el salmón, pueden hacer maravillas con muchos otros aspectos de la salud.
• Piensa en colores: Haz que tu dieta sea lo más colorida posible, incluyendo todo tipo de frutas y verduras en tus preparaciones diarias, de manera de disfrutar de los increíbles beneficios de sus vitaminas y antioxidantes. Este cambio debe estar acompañado por una reducción en el consumo de carbohidratos, ya que éstos pueden aumentar los niveles de glucosa en sangre y causar inflamación en el cerebro.
• Beber té verde: Esta poderosa infusión ha demostrado ser excelente a la hora de estimular la memoria, y mejorar la concentración y el estado de alerta, tres factores claves a la hora de retrasar el envejecimiento del cerebro.
5- Vida social activa
En diversas investigaciones se ha demostrado que las personas con una vida social activa tienen menor riesgo de desarrollar Alzheimer.
• Mantén el contacto con tus amistades: Si estás familiarizado con la tecnología, puedes intentar contactarlos por correo electrónico o por alguna red social.
• Planifica salidas con tus amigos, de manera de cambiar de ambiente y romper con la rutina.
• Toma clases grupales de gimnasia u otro tipo de actividad física, para beneficiar tu cuerpo mientras estimulas tus habilidades sociales.
6- Controla el estrés
La acumulación de estrés puede derivar en un estrechamiento del hipocampo, que es la zona del cerebro encargada de retener la memoria, impidiendo el crecimiento de las neuronas y aumentando las probabilidades de desarrollar enfermedades neurológicas.
• Tómate un descanso: Los cambios que se producen en nuestro ritmo de respiración cuando estamos estresados pueden tener un impacto en los niveles de oxígeno del cerebro. La meditación y el yoga pueden enseñarte técnicas de relajación y respiración que te ayudarán a solucionar este problema.
• Organiza actividades de relajación diarias: Cuando te sientas estresado o abrumado con las responsabilidades diarias, te recomendamos realizar alguna actividad que te ayude a relajar el cuerpo y la mente, como caminatas, lecturas, actividad física o reuniones con amigos.
• Concéntrate en la paz interior: De acuerdo con estudios recientes, las personas que presentan una conexión fuerte entre la mente y el cuerpo suelen tener un cerebro más saludable. Las actividades que involucren algún tipo de reflexión, meditación o análisis ayudan a proteger al sistema nervioso contra el daño causado por el estrés.
Fuente: www.helpguide.org
martes, 20 de octubre de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 20 DE OCTUBRE DEL 2015
Que el Señor al venir los encuentre despiertos
Tiempo Ordinario
Lucas 12, 35-38. Tiempo Ordinario. La salvación no es cosa de un día. Requiere estar siempre en actitud vigilante.
Por: P. Luis Gralla | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 35-38
Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!
Oración introductoria
Señor, creo, confío y te amo sobre todas las cosas. Me acerco a Ti en esta oración para reanimar la fe, para recibir la energía espiritual que mueva mi corazón y que me mantenga en vigilante espera.
Petición
Dios mío, concédeme vivir alerta, de cara a la eternidad, con mi alma limpia, lista para el encuentro definitivo contigo.
Meditación del Papa Francisco
Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!
Oración introductoria
Señor, creo, confío y te amo sobre todas las cosas. Me acerco a Ti en esta oración para reanimar la fe, para recibir la energía espiritual que mueva mi corazón y que me mantenga en vigilante espera.
Petición
Dios mío, concédeme vivir alerta, de cara a la eternidad, con mi alma limpia, lista para el encuentro definitivo contigo.
Meditación del Papa Francisco
El evangelista Lucas nos muestra Jesús que está caminando con sus discípulos hacia Jerusalén, hacia su Pascua de muerte y resurrección, y en este camino les educa confiándoles lo que Él mismo lleva en el corazón, las actitudes profundas de su alma.
Entre estas actitudes están el desapego de los bienes terrenos, la confianza en la providencia del Padre y, también, la vigilancia interior, la espera activa del Reino de Dios. Para Jesús es la espera de la vuelta a la casa del Padre. Para nosotros es la espera de Cristo mismo, que vendrá a cogernos para llevarnos a la fiesta sin fin, como ya ha hecho con su Madre María Santísima, que la ha llevado al Cielo con Él.
Este Evangelio quiere decirnos que el cristiano es uno que lleva dentro de sí un deseo grande, un deseo profundo: el de encontrarse con su Señor junto a los hermanos, a los compañeros de camino. Y todo esto que Jesús nos dice, se resume en un famoso dicho de Jesús: "Dónde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón". El corazón que desea, todos nosotros tenemos un deseo. La pobre gente que no tiene deseos, deseo de ir hacia adelante, hacia el horizonte. Para nosotros cristianos este horizonte es el encuentro con Jesús, el encuentro precisamente con Él, que es nuestra vida, nuestra alegría, lo que nos hace felices. (Homilía de S.S. Francisco, 11 de agosto de 2013).
Reflexión
¿Se salvan todos? ¿No será mejor vivir bien la vida y arrepentirse al final? Estos y otros interrogantes aparecen con frecuencia entre los jóvenes. Algunos piensan que Dios, como es Padre misericordioso, hará la vista gorda el día del Juicio y nos meterá a todos en el cielo. Otros dicen que, como lo importante es el último momento, basta con una buena confesión justo antes de la muerte. Estos han leído muy bien la historia del "buen ladrón" crucificado junto a Cristo.
Los más viejos del lugar ya no saben qué decir. Las cosas van tan deprisa que lo que antes era verdad ahora parece que ha cambiado. Eso de la "salvación de las almas" ya no les dice mucho.
¿Y nosotros qué pensamos?
La salvación no es cosa de un día. Requiere estar siempre en actitud vigilante. Puede ayudarnos el hacer un examen de conciencia al final del día. De hecho, quienes se examinan con frecuencia sobre el estado de su alma, difícilmente sucumben. Al examinarnos, estamos tomando la "temperatura" de nuestra alma y descubrimos si está fría o caliente. Sabemos si vamos por buen camino o hay algo que corregir. Nos damos cuenta si estamos o no preparados para abrir la puerta "al señor que vuelve de la boda".
Por eso, no hay que arriesgarlo todo para el último momento, porque es posible que nos sorprenda cuando menos lo esperemos. Es más prudente seguir el consejo que Jesús nos dio: "El que persevere hasta el final, ése se salvará".
Propósito
Vivir responsablemente este día, aprovechando mi tiempo, esforzándome por «ganar tiempo al tiempo», para comprometerme más en la nueva evangelización.
Diálogo con Cristo
Sean pocos o muchos los años que me quedan de vida, necesito estar listo para lo que la Providencia permita. Jesús, Tú conoces todas mis acciones, mis pensamientos y guías siempre mi camino, por eso te doy gracias; pero también conoces mis temores y mi fragilidad, por eso te pido la fortaleza y la sabiduría que necesito para sentir la urgencia de trabajar por tu Iglesia.
¿Se salvan todos? ¿No será mejor vivir bien la vida y arrepentirse al final? Estos y otros interrogantes aparecen con frecuencia entre los jóvenes. Algunos piensan que Dios, como es Padre misericordioso, hará la vista gorda el día del Juicio y nos meterá a todos en el cielo. Otros dicen que, como lo importante es el último momento, basta con una buena confesión justo antes de la muerte. Estos han leído muy bien la historia del "buen ladrón" crucificado junto a Cristo.
Los más viejos del lugar ya no saben qué decir. Las cosas van tan deprisa que lo que antes era verdad ahora parece que ha cambiado. Eso de la "salvación de las almas" ya no les dice mucho.
¿Y nosotros qué pensamos?
La salvación no es cosa de un día. Requiere estar siempre en actitud vigilante. Puede ayudarnos el hacer un examen de conciencia al final del día. De hecho, quienes se examinan con frecuencia sobre el estado de su alma, difícilmente sucumben. Al examinarnos, estamos tomando la "temperatura" de nuestra alma y descubrimos si está fría o caliente. Sabemos si vamos por buen camino o hay algo que corregir. Nos damos cuenta si estamos o no preparados para abrir la puerta "al señor que vuelve de la boda".
Por eso, no hay que arriesgarlo todo para el último momento, porque es posible que nos sorprenda cuando menos lo esperemos. Es más prudente seguir el consejo que Jesús nos dio: "El que persevere hasta el final, ése se salvará".
Propósito
Vivir responsablemente este día, aprovechando mi tiempo, esforzándome por «ganar tiempo al tiempo», para comprometerme más en la nueva evangelización.
Diálogo con Cristo
Sean pocos o muchos los años que me quedan de vida, necesito estar listo para lo que la Providencia permita. Jesús, Tú conoces todas mis acciones, mis pensamientos y guías siempre mi camino, por eso te doy gracias; pero también conoces mis temores y mi fragilidad, por eso te pido la fortaleza y la sabiduría que necesito para sentir la urgencia de trabajar por tu Iglesia.
EL ELEFANTE ENCADENADO
El elefante encadenado
Cuando yo era pequeño me encantaban los circos,y lo que más me gustaba de ellos eran los animales.Me llamaba especialmente la atención el elefante que,como más tarde supe era también el animal preferido de otros niños. Durente la función,la enorme bestía hacía gala de un tamaño,un peso y una fuerza descomunales...Pero después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario,el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.
Sin embargo,la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo.Y aunque la madera era gruesa y poderosa,me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza,podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente.
¿Qué lo sujetaentonces?.
¿Por qué no huye?.
Cuando era niño,yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores.Pregunté entonces por el misterio del elefante...Alguno de ellos me explicó que el elefante no huía porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia:"Si está amaestrado,¿por qué lo encadenan?".
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo,me olvidé del misterio del elefante y la estaca...
Hace algunos años,descubrí que,por suerte para mí,alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy,muy pequeño".
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca.Estoy seguro de que,en aquel momento el elefantito empujó,tiró y sudó tratando de soltarse.Y,a pesar de sus esfuerzos,no lo consiguió,porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar,y al otro día y al otro...Hasta que,un día,un día terrible para su historia,el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa,porque,pobre,cree que no puede.
Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás,jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.
Todos somos un poco como el elefante del circo:vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.
Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas,simplemente porque una vez,hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos.
Hicimos entonces lo mismo que el elefante,y grabamos en nuestra memoria este mensaje:No puedo,no puedo y nunca podré.
Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.
Cuando,a veces,sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas,miramos de reojo la estaca y pensamos:"No puedo y nunca podré".
Ésto es lo que te pasa,vives condicionado por el recuerdo de una persona que ya no existe en tí,que no pudo.
Tu única manera de saber si puedes es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu corazón...¡¡¡Todo tu corazón!!!.
JORGE BUCAY.
BUENA VOLUNTAD
Buena voluntad
Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino.
Se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda piedra. Algunos pasaron simplemente dando una vuelta. Muchos culparon al rey por no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo nada para sacar la piedra del camino.
Un campesino, que pasaba por allí con una carga de verduras, la vio. Al aproximarse a ella, puso su carga en el piso y trato de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse mucho, con gran esfuerzo, lo logró.
Mientras recogía su carga de vegetales, vio una bolsa en el suelo, justo donde había estado la roca.
La bolsa contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey diciendo que el oro era la recompensa para la persona que removiera la piedra del camino.
El campesino aprendió ese día que cada obstáculo puede estar disfrazando una oportunidad.
LA REFLEXIÓN DEL PAPA FRANCISCO: ¿HASTA DÓNDE LLEGA EL AMOR DE DIOS POR EL HOMBRE?
¿Hasta dónde llega el amor de Dios por el hombre?
La reflexión del Papa Francisco
Por Alvaro de Juana
Foto: L'Osservatore Romano
VATICANO, 20 Oct. 15 / 04:38 am (ACI).- El amor de Dios es abundante, ilimitado y siempre sale a buscar al hombre que, al contrario, se queda en sus medidas limitadas. Es la reflexión que hizo el Papa Francisco este martes por la mañana en la capilla de la Casa Santa Marta al celebrar la Misa.
“Nosotros siempre tenemos la costumbre de medir las situaciones, las cosas con las medidas que tenemos: y nuestras medidas son pequeñas. Por eso, nos hará bien pedir al Espíritu Santo la gracia, orar al Espíritu Santo, la gracia de acercarnos al menos un poco para entender este amor y tener la voluntad de ser abrazados, besados con esta medida sin límites”.
Comentando la lectura de San Pablo a los Romanos del día (en la que habla de la abundante gracia derramada por Jesucristo en los hombres a través de su muerte y resurrección), Francisco se preguntó cómo Dios da la amistad, la salvación.
“Da como dice que nos dará a nosotros cuando hacemos una buena obra: nos dará una buena medida, apretada, llena, rebosante… Pero esto hace pensar en la abundancia y esta palabra, ‘abundancia’, en este pasaje viene repetida tres veces”.
Así, “Dios da en la abundancia hasta el punto de decir, Pablo, como el resumen final: ‘donde abundó el pecado sobreabundó la gracia’. Sobreabundó, todo. Y esto es el amor de Dios: sin medida. Todo sí mismo”.
“El corazón de Dios –afirmó– no es cerrado: está siempre abierto” y “cuando llegamos, como aquel hijo (refiriéndose al Hijo Pródigo de la parábola del Evangelio), nos abraza, nos besa: un Dios que hace fiesta”.
Entonces “Dios no es un Dios mezquino: Él no conoce la mezquindad. Él lo da todo. Dios no es un Dios ‘inmóvil’: Él mira, espera a que nos convirtamos. Dios es un Dios que sale: sale a buscar, a buscar a cada uno de nosotros. ¿Esto es verdad? Cada día Él nos busca, nos está buscando. Como ya ha hecho, como ya ha dicho en la Parábola de la oveja perdida o de la moneda perdida; busca. Siempre es así”.
En este sentido, recordó que en el cielo se hace “más fiesta” por un solo pecador que se convierte que por cien que permanecen justos. Aun así “no es fácil, con nuestros criterios humanos (…) entender el amor de Dios”.
La lectura sobre la que meditó el Papa Francisco fue la siguiente:
Romanos 5,12.15b.17-19.20b-21
"Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud. Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos. Si creció el pecado, más desbordante fue la gracia. Y así como reinó el pecado, causando la muerte, así también, por Jesucristo, nuestro Señor, reinará la gracia, causando una justificación que conduce a la vida eterna".
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