jueves, 17 de septiembre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 17 DE SEPTIEMBRE DEL 2015


Tu fe te ha salvado, vete en paz
Tiempo Ordinario


Lucas 7,36-50. Tiempo Ordinario. ¿Quieres saber cuánto vales? No cuentes lo que tienes, mira solamente lo que amas. 


Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 7, 36-50
En aquel tiempo un fariseo le rogó a Jesús que comiera con él, y, entrando Jesús en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora. Jesús le respondió: Simón, tengo algo que decirte. Él dijo: Di, maestro. Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más? Respondió Simón: Supongo que aquel a quien perdonó más. Él le dijo: Has juzgado bien, y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra. Y le dijo a ella: Tus pecados quedan perdonados. Los comensales empezaron a decirse para sí: ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados? Pero Él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado. Vete en paz. 

Oración introductoria
Dios mío, al igual que la mujer del Evangelio, te busco con una gran fe en esta oración. Soy consciente de mis miserias y necesito tu perdón. No permitas que me aparte de Ti, porque en Ti tengo puesta toda mi esperanza. Te amo y deseo ardientemente compartir este amor con los demás.

Petición
Señor, ayúdame a reparar mis faltas con esta oración sincera y humilde.

Meditación del Papa Francisco
El Evangelio que hemos escuchado nos abre un camino de esperanza y de consuelo. Es bueno percibir sobre nosotros la mirada compasiva de Jesús, así como la percibió la mujer pecadora en la casa del fariseo. En este pasaje vuelven con insistencia dos palabras: amor y juicio.
Está el amor de la mujer pecadora que se humilla ante el Señor; pero antes aún está el amor misericordioso de Jesús por ella, que la impulsa a acercarse. Su llanto de arrepentimiento y de alegría lava los pies del Maestro, y sus cabellos los secan con gratitud; los besos son expresión de su afecto puro; y el ungüento perfumado que derrama abundantemente atestigua lo valioso que es Él ante sus ojos.
Cada gesto de esta mujer habla de amor y expresa su deseo de tener una certeza indestructible en su vida: la de haber sido perdonada. ¡Esta es una certeza hermosísima! Y Jesús le da esta certeza: acogiéndola le demuestra el amor de Dios por ella, precisamente por ella, una pecadora pública. El amor y el perdón son simultáneos: Dios le perdona mucho, le perdona todo, porque «ha amado mucho»; y ella adora a Jesús porque percibe que en Él hay misericordia y no condena. Siente que Jesús la comprende con amor, a ella, que es una pecadora. Gracias a Jesús, Dios carga sobre sí sus muchos pecados, ya no los recuerda. Porque también esto es verdad: cuando Dios perdona, olvida. ¡Es grande el perdón de Dios! Para ella ahora comienza un nuevo período; renace en el amor a una vida nueva.  (Homilía de S.S. Francisco, 13 de marzo de 2015).
Reflexión
Cada hombre vale lo que puede valer su amor. El amor, lo dijo alguien hace muchos siglos, no tiene precio. Se atribuye al rey Salomón esta frase: "Si alguien quisiese comprar todo el amor con todas sus riquezas se haría el más despreciable entre los hombres". Un empresario multimillonario puede comprar las acciones de muchas empresas más débiles que la suya, pero no puede lograr, con todos sus miles de millones de dólares, comprar la sonrisa amorosa de su esposa o de sus hijos. Y si el amor es algo inapreciable, si vale más que todos los diamantes de Sudáfrica, vale mucho más la persona, cada hombre o mujer, capaces de amar.

Por eso podemos decir que cuesta mucho, muchísimo, casi una cifra infinita de dólares, cada ser humano. Mejor aún: tiene un precio que sólo se puede comprender cuando entramos en la lógica del “banco del amor”, cuando aprendemos a mirar a los demás con los ojos de quien descubre que todos nacemos y vivimos si nos sostiene el amor de los otros, y que nuestra vida es imposible el día en que nos dejen de amar y en el que nos olvidemos de amar.

¿Quieres saber cuánto vales? No cuentes lo que tienes. Mira solamente si te aman y si amas, como esta mujer pecadora que amaba a Cristo y Cristo la amaba porque sabía que le daba no sólo un valioso perfume sobre sus pies, sino un valioso amor que vale más que todas las riquezas del fariseo. El fariseo dejaba de lado a todos aquellos que él consideraba pecadores pero no sabía que en el corazón de Cristo no hay apartados. Él ama a todos los hombres y espera ser correspondido por cada uno de ellos. De igual forma en nuestra vida, amemos a los hombres sin considerar su fealdad o belleza, su condición social o sus defectos.

El amor cubre una multitud de pecados, por eso ella puede escuchar de labios de Jesús: ¡vete en paz! Es un atrevimiento y un escándalo para quien está falto de amor, pues sólo desde el amor se entiende el perdón. Si no, que lo diga una madre dispuesta siempre a perdonar los extravíos de su hijo.

El amor es la fuerza del alma y la llave que abre todas las puertas.

Propósito
Evitar, hoy, juzgar a los demás para mantener un corazón generoso y misericordioso como el de Cristo.

Diálogo con Cristo 
Dios Padre misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia, ten compasión de tus hijos pecadores y apiádate de las obras de tus manos para que podamos permanecer en pie el día de tu venida gloriosa.

LA DULZURA DE DIOS


LA DULZURA DE DIOS




Un cierto día, la profesora, queriendo saber si todos habían estudiado la lección solicitada, preguntó a los niños quién sabría explicar quién es Dios.

Uno de los niños levantó el brazo y dijo: Dios es nuestro Padre, Él hizo la tierra, el mar y todo lo que está en ella; nos hizo como hijos de Él. La profesora queriendo buscar más respuestas fue más lejos. ¿Cómo saben que Dios existe si nunca lo han visto?

La sala quedó toda en silencio. Pedro, un niño muy tímido, alzó la mano y dijo: Mi madre me dijo que Dios es como el azúcar en mi leche que ella hace todas las mañanas. Yo no veo el azúcar que está dentro de la taza de leche, pero si ella no pone el azúcar, la leche queda sin sabor. Dios existe y está siempre en medio de nosotros, sólo que no lo vemos. Pero si Él no está, nuestra vida queda sin sabor. La profesora sonrió y dijo: Muy bien Pedro, yo os he enseñado muchas cosas, pero tú, Pedro, me has enseñado algo más profundo  que todo lo que yo ya sabía. Ahora sé que Dios es nuestra azúcar y que está todos los días endulzando nuestras vidas. 

Le dio un beso y salió sorprendida con la respuesta de aquel niño.

La sabiduría no está en el conocimiento, pues teorías existen muchas, pero dulzura como la de Dios no existe todavía ni en los mejores azúcares.

SOY HIJO DE MIGRANTES Y SÉ LO QUE ES SER MIGRANTE, DICE EL PAPA FRANCISCO

Soy hijo de migrantes y sé lo que es ser migrante, dice el Papa Francisco



ROMA, 16 Sep. 15 / 09:11 pm (ACI).- El Papa Francisco recordó parte de la historia de su familia que inmigró de Italia a Argentina en la década de 1930 y comenta en la última entrevista que ha concedido que “yo sé lo que es la migración”.

En el diálogo con Radio Renascença, el Santo Padre alienta a los europeos a acoger a los que siguen llegando y recuerda que “yo soy hijo de migrantes y soy de la oleada migrante del año 29, pero en Argentina, desde el año 84 -1884-, empezaron a llegar italianos, españoles, portugueses no sé cuándo llegó la primera “ondata” portuguesa, pero portugueses, sobre todo de estos tres países, ¿no?”

“Y llegaban allá y algunos tenían dinero, otros iban al hotel de inmigrantes y allá los mandaban a ciudades. Iban a trabajar, buscaban trabajo”.

El Papa recuerda luego que “es verdad que en aquella época hubo trabajo, pero en mi misma familia, que tenían trabajo –llegaron en el 29-, en el año 32, con la crisis económica del 30, se quedaron en la calle, sin nada, y mi abuelo compró un almacén con dos mil pesos que le prestaron. Y mi papá, que era contador –’ragioniere’- hacía el reparto con la canasta, o sea, tenían ganas de luchar, de vencer, ¿no? Yo sé lo que es la migración”.

“Y después vinieron las migraciones de la segunda guerra, sobre todo del centro de Europa, mucho polaco, mucho polaco, eslovacos, croatas, eslovenos y también de Siria y del Líbano. Y siempre nos llevamos bien ahí”.

Francisco relata asimismo que “en Argentina no hubo xenofobia y ahora hay migración interna de América, de otros países de América vienen a Argentina, aunque estos últimos años disminuyó por la falta de trabajo en Argentina”.

Al ser preguntado sobre la inmigración de México a Estados Unidos actualmente, el Papa afirma que “el fenómeno migratorio es una realidad, pero yo quisiera tocar un tema que, sin reprochar a nadie, pero cuando hay un espacio vacío, la gente busca llenarlo. Si un país no tiene hijos, vienen migrantes a ocupar el lugar. Pienso en el nivel de nacimientos de Italia, Portugal y España (…) Entonces, si no hay hijos, hay espacios vacíos”.

Francisco afirma que parte de este no querer hijos se debe en parte “es una interpretación mía, no sé si es correcta, es un poco la cultura del benessere (bienestar), ¿no? Yo he escuchado dentro de mi familia mismo, acá de mis primos italianos, hace años: ‘no, chicos no, preferimos viajar en las vacaciones o comprar una villa, o esto o aquello’. Y entonces, los ancianos quedan solos. Creo que el gran desafío de Europa es volver a ser la madre Europa”

El Papa señala luego que para lidiar con el desafío de los inmigrantes y refugiados es necesario ir a las causas: la lucha contra “el hambre, poner fuentes de trabajo, inversiones. Donde la causa es la guerra, buscar la paz, el trabajo por la paz. Hoy día, el mundo está en guerra, está en guerra contra sí mismo, o sea, el mundo está en guerra –como yo digo– guerra por entregas, por pedazos”.

“También está en guerra contra la tierra, porque está destruyendo la tierra, o sea nuestra casa común, el ambiente, los glaciares se están disolviendo. En el ártico, el oso blanco se va cada vez más al norte para poder sobrevivir”, afirma el Pontífice.

JOVEN MADRE DESPIERTA DE COMA AL ESCUCHAR LLANTO DE SU BEBÉ RECIÉN NACIDA

Joven madre despierta de coma al escuchar llanto de su bebé recién nacida
Por María Ximena Rondón



DENVER, 16 Sep. 15 / 04:05 pm (ACI).- Shelly Ann Cawley es una madre estadounidense que despertó del estado de coma cuando escuchó el llanto de su bebé recién nacida.

El hecho ocurrió en septiembre del año pasado y la historia fue publicada por Shelly a inicios de este mes en su cuenta de Facebook para conmemorar el primer año de nacimiento de su hija Rylan.



Sin problemas aparentes por el embarazo y tras los nueve meses de gestación, Shelly y su esposo Jeremy Cawley fueron al Carolinas Healthcare System North East. La joven de 23 años ingresó a la sala de operaciones para dar a luz por cesárea a su hija.

“Recuerdo claramente estar acostada en la sala de operaciones y que estaba llorando. Le decía a los doctores que tenía miedo de no despertar después de la cirugía”, comentó a WCNC-TV.

La mujer quedó en estado de coma porque retuvo gran cantidad de líquido en los pulmones, lo que generó que no llegara oxígeno al cerebro. La joven también tuvo problemas con la presión arterial y “parecía que ella ya no podía luchar más”, comenta Jeremy.

Rylan nació con buena salud pero por lo ocurrido con su esposa, Jeremy estaba en shock. "La idea de experimentar la más grande de las emociones por tener un hijo recién nacido, para luego pasar a pensar que en cuatro o cinco horas te ves diciéndole adiós a tu esposa, simplemente me impactó”, dijo a Fox 46.

Los amigos y familiares de la pareja comenzaron a rezar y le pedían a Shelly que siguiera luchando, pero pasaban las horas y ella seguía en coma. Pasó una semana y seguían esperando a que despertara mientras que los doctores iban perdiendo la esperanza.

Entonces, Ashley Manus, una de las enfermeras, tuvo una idea.

“Creemos que el contacto de piel a piel tiene grandes beneficios para la madre y el bebé. Pensamos que no podía hacer ningún daño y decidimos intentarlo” comentó a la revista People.

“Realmente esperaba que los instintos maternales de Shelly se activaran cuando sintiera y escuchara a su bebé” junto a ella, prosiguió.

Los médicos explicaron que al ser colocada sobre el pecho de su madre, Rylan se durmió porque  se sintió a gusto. Por ello, Jeremy y los doctores tuvieron que hacerla llorar para que la madre la escuchara. Cuando finalmente se oyó el llanto sucedió algo increíble.

"Los médicos dijeron que vieron un aumento en mis signos vitales cuando ella lloró. Ellos creen que cuando mi subconsciente la escuchó, el llanto le dio a mi cuerpo una razón para luchar. Sentí que yo necesitaba estar ahí para mi bebé”, dijo Shelly a Fox 46.

< “Recuerdo estar mirando la cara de Rylan y pensé que era la bebé más hermosa del mundo. Sé que toda mamá siente lo mismo pero yo sentí que ambas tuvimos una conexión especial por todo lo que sucedió”, comentó a BuzzFeed News,

Shelly tuvo que seguir un proceso de rehabilitación durante dos semanas para volver a caminar, cargar peso y ejercitar su mente. Esta etapa no fue nada fácil, relató en Facebook.

IMÁGENES DE JESÚS EUCARISTÍA





¡QUÉ BUENO QUE HOY NO PASÉ DE LARGO!


¡Qué bueno que hoy no pasé de largo !
Yo soy una de esas personas que el otro día pasó de largo, si esa, la que tu esperabas, la que no entró y se alejó... pero con la soledad y el peso de la cruz.


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




Las puertas están cerradas.... es porque hace frío. Hago el intento de que se abran y una de las hojas cede y en silencio me invita a entrar...

Hoy es jueves pero en la Capilla no hay nadie, pero TÚ si estás. Tu siempre estás.

Yo soy una de esas personas que el otro día pasó de largo... si esa, la que tu esperabas, la que no entró y se alejó perdiéndose en el ir y venir de la gente... entre mucha gente, entre mucho tráfico, pero con mi soledad y el peso de mi cruz.

Y ahora que estoy frente a Ti... no es fácil....no siento nada. Una frialdad que me llena de incertidumbre porque mi corazón se ha endurecido, porque no valgo nada y tu no me puedes amar porque estoy muy lejos de Ti y nada puedo ofrecerte. Todo un abismo.... entre tú y yo, Señor. Mis pensamientos se diluyen y mi corazón está helado, tanto o más como la tarde que está afuera... ¿qué me pasa? ¿para qué vine?... no sé qué decirte y sin embargo se que estás ahí...que te quedaste por mi y porque sabías que HOY no iba a pasar de largo....¿no será demasiada presunción?.

Tengo el alma enferma, no soy persona buena...¡te olvido y ofendo tantas veces, Señor!

Dime, ¿qué tenía Mateo? que le dijiste: ¡Sígueme!- y él dejándolo todo, se levantó y te siguió. Sigo recordando este pasaje de tu vida "cuando habitaste entre nosotros" y Mateo te ofreció un gran banquete y fuiste. Allí estaban los fariseos y los escribas y te criticaban diciendo: ¿Por qué come y bebe con publicanos y pecadores?. Y tú, Jesús, les respondiste: No son los sanos lo que necesitan médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan. Lc 5,27-32

Tu hablabas de mi, tu pensabas en mi, en los que te olvidamos, en los que tú querías y quieres curar como el médico a los enfermos y dijiste: no vengo por los justos sino por los pecadores, para que se conviertan ¡Qué gran amor el tuyo, Jesús!.

Yo, que hace un momento no sabía cómo orar, no sabía que decirte, ahora siento la humedad del llanto en los ojos y con tus palabras has hecho latir fuerte mi corazón, antes como dormido, al reclamo de tu voz que me dice:

Yo estoy aquí para curar tus males, esos males que te avasallan y te aniquilan, para darte la paz de mi amor, para decirte que vine por ti y por todos los que se sienten hoy como tú. Mira, un día estuve muriendo en una cruz y fue por ti y por ti me quedé con los brazos abiertos para esperarte diciéndole al Padre: ¡perdónalos porque no saben lo que hacen. 

Sí, Señor, tu eres mi Dios y entregaste tu vida para que por tu muerte tenga un día un lugar en el Cielo y sé lo que valgo para ti, que hasta la vida diste por mí. ¡ Qué bueno que entré, Señor, para hacerte compañía buscando tu ayuda, tu perdón y consuelo!.

¡ Qué bueno que HOY no pasé de largo !

miércoles, 16 de septiembre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 16 DE SEPTIEMBRE DEL 2015


Actitud de los publicanos y fariseos
Tiempo Ordinario


Lucas 7, 31-35. Tiempo Ordinario. Ellos no creen en la misericordia ni en el perdón: creen en los sacrificios. Misericordia quiere, no sacrificios. 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 7, 31-35 
En aquel tiempo dijo el Señor: ¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonando endechas, y no habéis llorado. Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores. Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos. 

Oración Introductoria
Señor Jesús, acércate a mi vida, quiero tu sabiduría para poder tener un auténtico encuentro con Dios en esta oración, creo, espero y te amo. Ven Señor, ¡no tardes!

Petición
Jesús, te quiero, te pido que pueda gozarte en esta oración.

Meditación del Papa Francisco
Y así se entienden los diálogos fuertes de Jesús, con la clase dirigente de su tempo: se pelean, lo ponen a la prueba, le ponen trampas para ver si cae, porque se trata de la resistencia a ser salvados. Jesús les dice: “Pero yo no les entiendo” y señala que ellos “son como aquellos niños: hemos sonado la flauta y no han bailado; hemos cantado un lamento y no han llorado. ¿Pero qué quieren? ¡Queremos salvarnos como nos gusta!”. Es siempre este el cierre al mundo de Dios.
Por el contrario, el 'pueblo creyente' el cual entiende y acepta la salvación traída por Jesús. Salvación que al contrario, para los jefes del pueblo se reducía en sustancia a cumplir los 613 preceptos creados por su fiebre intelectual y teológica.
Ellos no creen en la misericordia ni en el perdón: creen en los sacrificios. Misericordia quiere, no sacrificios. Quieren que todo esté bien acomodado, bien ordenado, todo claro. Este es el drama de la resistencia para la salvación. También nosotros, cada uno de nosotros tiene este drama dentro de sí.
Pero nos hará bien preguntarnos: ¿Cómo quiero ser salvado? ¿A mi manera? ¿Con una espiritualidad que es buena, que me hace bien, pero que está fija, tiene todo claro y no hay riesgo? O del modo divino, o sea en la vía de Jesús, que siempre nos sorprende, que siempre nos abre las puertas a aquel misterio de la omnipotencia de Dios, que es la misericordia y el perdón. Nos hará bien pensar que este drama está en nuestro corazón. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 3 de octubre 2014, en Santa Marta).
Reflexión
Las sectas se aprovechan de la indecisión de muchos cristianos para derrumbarles su fe y para incorporarlos en sus organizaciones. Por eso hemos de estar vigilantes, afianzando cada vez más los principios de nuestra fe católica.

Jesús compara a los indecisos con unos chiquillos que han perdido la capacidad de reaccionar ante las invitaciones de sus amigos, pues ni bailan ni lloran. Es como cuando vemos el telediario y, después de una noticia trágica, pasamos a la información deportiva como si nada. Nos conmovimos unos segundos y luego nos olvidamos.

Lo mismo sucede cuando entramos en una iglesia y vemos un crucifijo. Ya no nos llama la atención. ¿Y si viéramos a un hermano nuestro retorciéndose de dolor, colgado en el madero por cuatro terribles clavos? ¿No haríamos todo lo posible por bajarle de ahí?

Cristo espera que nuestro corazón vuelva a palpitar y reaccione ante nuestra realidad y la del mundo. Si nuestra fe está marchita, es hora de que rejuvenezca. Si Jesús sigue clavado en la cruz por nosotros, es tiempo de aprovechar la redención.

Porque si no abrimos los ojos, vendrá alguien a tocar a nuestra puerta y nos arrebatará lo más valioso que tenemos, sin darnos cuenta.

Propósito
Buscar en Dios, y en la oración, la respuesta a mis inquietudes y conocer la palabra de Dios.

Diálogo con Cristo
Jesús, no quiero que lleguen los problemas, las enfermedades o el momento de la muerte para saber reconocer la gran necesidad que tengo de tu presencia en mi vida. Por eso, a raíz de este encuentro contigo en la oración, me propongo valorar mi fe y luchar por conocer más Tu Palabra y la Iglesia.

EL MEJOR MAÍZ


EL MEJOR MAÍZ




Un agricultor participaba todos los años en la principal feria de agricultura de su comarca, y lo más extraordinario es que ya llevaba varios años en que siempre ganaba en primer lugar y se llevaba el trofeo al “Maíz del año”.

Cada año llegaba con el maíz cosechado y salía vencedor portando una faja azul, recubriendo su pecho, que indicaba que su maíz era el mejor de todos. Y no solo eso, sino que iba superando a sus cosechas pasadas. Todos estaban asombrados.

Al final de la entrega de premios, los periodistas lo entrevistaron. Uno de ellos, perteneciente a la televisión, le hizo la pregunta que a todos les interesaba: ¿Cómo acostumbraba cultivar su valioso producto? ¿Cuál era su secreto?

Al agricultor no le importó revelarle su secreto: su método consistía en compartir buena parte de sus mejores semillas con sus vecinos, para que ellos también las sembraran. El periodista quedó sorprendido:

- “¿Cómo es posible que les comparta sus semillas cuando ellos están compitiendo directamente con usted?” Pero el agricultor le confirmó:

- “Bueno, es muy simple. Usted sabrá que el viento recoge el polen del maíz maduro y lo lleva de campo en campo, y eso ayuda a que sea mejor el producto. Si mis vecinos cultivaran un maíz de baja calidad, la polinización degradaría continuamente la calidad de mi maíz. Si yo quiero cultivar maíz bueno, tengo que ayudarles a cultivar el mejor maíz, y por ello les doy a ellos mis mejores semillas. A fin de cuentas es como todo: uno cosecha lo que siembra. 

Moraleja: Preocuparse de los demás es el mejor modo de preocuparnos de nosotros mismos, pues pensar en el prójimo es el mejor modo de pensar en nosotros mismos”. Si decidimos estar en paz, no solo hemos de estar en paz con nosotros mismos, sino hemos de hacer que los demás consigan estar en paz. Y si queremos vivir felices, hemos de procurar que los demás sean felices también. 

FRASES CÉLEBRES DE SAN PÍO DE PIETRELCINA


FRASES CÉLEBRES DEL 
PADRE PÍO DE PIETRELCINA




Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... 

La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón... 

Solo quiero ser un fraile que reza... 

El tiempo transcurrido en glorificar a Dios y en cuidar la salud del alma, no será nunca tiempo perdido. 

No hay tiempo mejor empleado que el que se invierte en santificar el alma del prójimo. 
Una sola cosa es necesaria: consolar tu espíritu y amar a Dios.

Dulce es el yugo de Jesús, liviano su peso, por lo tanto, no demos lugar al enemigo para insinuarse en nuestro corazón y robarnos la paz. 

La clave de la perfección es el amor. Quien vive de amor, vive en Dios, pues Dios es amor, como dice el Apóstol. 

No amar es como herir a Dios en la pupila de Su ojo. ¿Hay algo mas delicado que la pupila? 

Haré más desde el Cielo, de lo que puedo hacer aquí en la Tierra. 

Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, María. Saluda a Jesús de mi parte.

El demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir a nadie más allá de lo que le permite la cadena. Mantente, pues, lejos. Si te acercas demasiado, te atrapará.

El sufrimiento de los males físicos y morales es la ofrenda más digna que puedes hacer a aquel que nos ha salvado sufriendo.

Los ángeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir por Dios. Sólo el sufrimiento nos permite decir con toda seguridad: Dios mío, mirad cómo os amo.

Salvar las almas orando siempre.

Con el estudio de los libros se busca a Dios; con la meditación se le encuentra.

¡Piensa siempre que Dios lo ve todo!

Es terrible la justicia de Dios. Pero no olvidemos que también su misericordia es infinita.

El ser tentado es signo de que el alma es muy grata al Señor.

Cuando el alma sufre y teme ofender a Dios, no le ofende y está muy lejos de pecar.

ROSARIO A SAN JOSÉ





UN CRIMINAL ENTRE 56 INOCENTES


Un criminal entre 56 inocentes 
Se cuenta que en el antiguo reino de Nápoles...

Necesito tu valioso auxilio para re­solver una compleja materia: ser severo y misericordioso al mismo tiempo


Por: Redacción | Fuente: salvadmereina.co.cr 




Se cuenta que en el antiguo reino de Nápoles, mucho antes de la invasión de las tropas francesas, había muerto el gran consejero, en cuya sabiduría se apoyaba el soberano para gobernar la nación, y ahora este último vacilaba en nombrar al que debía sustituirlo.

Se inclinaba por un amigo suyo llamado Jenaro, un juez experimen­tado y hombre íntegro que no titu­beaba en dar público testimonio de su fe. Pero el importante cargo era codiciado también por otros persona­jes de la corte, y el rey debía evitar los choques entre partidos. Buscando la manera de nombrar a Jenaro sin he­rir susceptibilidades, tuvo por fin una idea brillante: “Jenaro es sin duda el magistrado más competente de todo el reino. Voy a plantearle un caso muy in­trincado, y doy por hecho que lo resol­verá. Con una demostración pública de su capacidad, nadie podrá discutir su nombramiento…”

Una vez tomada la decisión, el so­berano envió una carta a Jenaro:

“Necesito tu valioso auxilio para resolver una compleja materia. A menudo llegan hasta mí quejas de la justicia napolitana, a la que se acusa de dura e inflexible. Con el propósito de verificar si estas quejas tienen fundamento, quiero que se examine el procesamiento de algunos condenados. Para ello, he elegido la prisión de Castel dell'Ovo, donde están confinados los peores criminales de Nápoles.

“Por lo tanto, te envío a dicho lugar para revisar el proceso de cada reo. Me confío a la agudeza de tu inteligencia y a tu amplio conocimiento jurídico. Sé que ofrecerás una pública demos­tración de misericordia, sin lastimar la justicia ni la ley que imperan desde ha­ce siglos en nuestro reino".

“Acompaña a esta carta un Decre­to Real que te otorga facultades pa­ra administrar justicia en nombre mío ante los encarcelados de Castel dell'Ovo”.

* * *

La lectura de la carta dejó al ma­gistrado sumido en graves pensa­mientos. ¡Qué difícil encargo le ha­cía el rey! Ser severo y misericordioso al mismo tiempo, ¡y para colmo en la prisión de Castel dell'Ovo! Pero Je­naro no era hombre que huyera de los problemas. Invocó la protección de San Ivo, patrono de los abogados, se despidió de su esposa y partió a la fortaleza-prisión.

Los medios de transporte de aquel tiempo no eran tan rápidos como los actuales; y cuando Jenaro llegó al mal afamado presidio, ya ha­bía corrido por todas partes la noti­cia del desafío jurídico que lo aguar­daba.

Las reacciones eran dispares: mientras algunos consideraban im­posible emplear misericordia con al­guno de tales criminales, otros te­mían que el juez, en un arranque de liberalidad, dejara la justicia a un la­do para soltar a unos pocos. Pero to­dos concordaban en la complejidad del caso, que ponía en juego la com­petencia profesional de Jenaro tanto como la bondad que se espera de un magistrado católico.

* * *

La primera medida tomada por Jenaro fue reunir en el patio a todos los reclusos, un total de 57. ¡Qué as­pecto! Cada rostro era una estampa del vicio.

Sobre su mesa se acumulaban los procesos: asesinatos, robos, secues­tros y otros crímenes tan viles que no cabe mencionarlos. Los reclusos ha­blaban entre sí en un dialecto propio. Un bandido con un ojo con un parche y la nariz torcida comentó:

– Mo'… Este juez es un beato… ¡Si sigue lo que dice la Biblia tiene que soltarnos!

Otro delincuente, con el rostro mar­cado por una gran cicatriz, agregó:

–¡Miren!, no hay nada más que ver su cara para saber que esta tarde es­taremos en la calle.

Viéndolos a todos reunidos, Jena­ro los llamó uno a uno, debidamente escoltados, para tomarles declaración. Al llegar el primero le preguntó:

–Y bien, ¿por qué estás aquí?

El criminal, mejorando su cara has­ta donde podía, se declaró inocente, víctima de calumnias y de tribunales injustos, para concluir con cinismo:

–Estoy seguro que ahora recibiré la libertad que merezco por derecho, como hombre honesto que soy.

El juez escuchó con atención y pidió al escribano registrar la declaración en su libro. A continuación vino el segun­do, luego el tercero, el cuarto… hasta llegar a 56 reos. Todos declaraban su inocencia alegando los más variados motivos, y Jenaro se mostraba com­padecido por las injusticias que aque­llos hombres decían haber sufrido. Los guardias comentaban entre sí: “¿Será posible que el juez crea las mentiras de estos bandidos? ¡Ni el hombre más in­genuo les daría crédito!”

Por fin llegó el último. Era un mu­chacho flaco e imberbe, que no supe­raba los 19 años. No tenía la arrogan­cia del resto, más bien se acercaba tí­mido y cabizbajo. Sentía vergüen­za de presentarse ante el juez, repre­sentante de la justicia y del rey. Tan­to desentonaba con los demás, que el magistrado consultó al respecto con el comisario de policía.

–¿Ése? El pobre chico es huérfa­no, un labrador sin empleo. Fue cap­turado ayer robando legumbres y fru­tas en la feria. Si está aquí es porque cometió el delito en las cercanías, pe­ro en breve será trasladado a una cár­cel de baja peligrosidad, antes que le den aquí la “bienvenida”…

El juez frunció el ceño, miró fija­mente al muchacho y le preguntó:

–Y tú, joven bellaco, ¿qué me di­ces a tu favor?

Inclinando todavía más la cabeza, el pobre muchacho dijo con un hilo de voz:

–Nada señor… Robé, y eso es pe­cado. Manché el nombre de mi difun­to padre y desobedecí la enseñanza de mi madre sobre los mandamien­tos. Merezco pagar en la cárcel lo que hice, porque fue malo.

El magistrado se mostró todavía más serio y sentenció:

–¡Basta! Con este caso conclu­yo mi misión en nombre del rey. En cuanto a los 56 declarantes anterio­res, todos afirmaron su más comple­ta inocencia. Cosa muy admirable en una sociedad tan corrupta como la nuestra.

Y dando un fuerte golpe con el martillo de madera, proclamó:

–En nombre de Su Majestad, de­claro inocentes a los otros 56.

Los criminales sonrieron satisfe­chos mientras los guardias se mira­ban de reojo, incrédulos y abismados. El juez prosiguió:

–Decido también que el Estado napolitano ha de asumir la custodia de vuestra inocencia contra la mal­dad imperante allá afuera. Así pues, todos habréis de seguir en esta cárcel por tiempo indefinido bajo protec­ción policial.

Se volvió de inmediato hacia el chico que había prestado la última declaración:

–Y tú, pérfido, que tan descara­damente reconoces tus crímenes, yo te expulso de aquí para evitar que tu malicia contamine a 56 inocen­tes. Huérfano, hambriento y des­empleado… te condeno a ser con­tratado como jardinero en el Tribu­nal de Nápoles. Búscame después para concertar el cumplimiento de tu pena. ¡Guardias! Llévenselo has­ta la iglesia más cercana por si quie­re confesarse, y castíguenlo con una buena merienda antes de nuestra partida.

* * *

¡Vaya giro! Estupefactos, los cri­minales quedaron sin habla mien­tras los guardias sonreían de satis­facción.

La noticia del espectacular jui­cio corrió por todo el reino, y Jena­ro fue nombrado gran consejero. El rey se mostró muy complacido al ver que su amigo no lo había decepciona­do y, naturalmente, nadie se atrevió a cuestionar el nombramiento de un juez tan justo y sagaz.

En cuanto al “pérfido” muchacho, fue contratado como jardinero del Tribunal, bendiciendo al magistrado que lo consideró el único criminal en­tre 56 inocentes…

JESÚS, UN HOMBRE COMO NOSOTROS


Jesús, un hombre como nosotros.
Dios no ha podido descender más abajo, y el hombre no ha podido subir más arriba.


Por: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net 




Yo no sé si encontraremos unas palabras sobre Jesucristo tan grandiosas, y tan sencillas a un tiempo, como las que trae el Catecismo de la Iglesia Católica tomándolas del Concilio, cuando nos dice:

El Hijo de Dios trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, menos en el pecado.

Todo esto lo sabemos desde siempre y lo confesamos continuamente en el Credo, cuando decimos que el Hijo de Dios se hizo hombre. Es la verdad fundamental de nuestra fe.

Pero, ¿nos hemos puesto a pensar en lo que significa que Dios se haya hecho hombre? Pues significa esto precisamente: que el Hijo de Dios, una de las Tres Personas de la Santísima Trinidad, al hacerse hombre, y quedando Dios verdadero, ahora va a ser uno igual que nosotros.

Nos va a conocer como conocemos nosotros.
Nos va a querer como queremos nosotros.
Nos va a amar como amamos nosotros.
Va a trabajar con manos encallecidas como trabajamos nosotros.

Dios va a hacer todo lo nuestro con manos nuestras, va a entender con cerebro nuestro, va a amar con corazón nuestro...

Si este Dios no se gana nuestra voluntad, nuestro cariño, nuestro amor, nuestra adhesión, y si lo dejamos de lado no haciéndole caso ninguno, entonces Dios ha fracaso del todo con nosotros; pero también nosotros habremos fracasado del todo en la vida, y nos perderíamos sin excusa alguna. Porque Dios no ha podido hacer por nosotros más de lo que ha hecho.

Un científico alemán protestante, aunque lo llamaríamos mejor un descreído, profesor en la universidad, lanza en una reunión de gente sabia esta atrevida pregunta:
-¿Que Dios existe? No lo creo, porque, de existir, se cuidaría un poco más de los hombres.

Un caballero católico acepta el desafío y le contesta:
-Falso, señor profesor. Es usted quien no se ocupa de Dios, ya que Dios se ha preocupado bien de usted. Porque, para salvar a los hombres, el mismo Dios se ha hecho hombre.
El profesor reconoce su atrevimiento y empieza a pensar. No mucho después abrazaba el catolicismo.

Tener con nosotros a Dios hecho hombre, es la condescendencia suma a que Dios ha podido llegar. El Hombre Jesús nos descubre a Dios tal como es Dios con nosotros, porque es Dios quien actúa en Jesús para decirnos cómo Dios nos ama, cómo quiere que seamos, cómo quiere que actuemos en la vida, cómo vamos a ser después para siempre.

Dios ha hecho todas las cosas y en ellas ha dejado la huella de su propio ser, sobre todo de su amor. Por eso la creación entera es una revelación manifiesta de Dios. Dentro de la creación, el hombre es la criatura más excelsa, pues ha sido hecho como varón y como mujer a imagen y semejanza de Dios. Pero en Jesús, Dios ha manifestado toda su gloria en la máxima expresión. El Dios hecho Hombre ha revelado al hombre todo lo que Dios es, lo que ama, lo que promete y lo que va a ser para el hombre glorificado.
Si examinamos esas cuatro palabras clave del párrafo del Concilio y del Catecismo, descubrimos en ellas todo el abismo de la bondad de Dios.

¿Que Dios, en Jesús, trabaja con manos de hombre?... Entonces nosotros amamos nuestra fatiga, nuestro esfuerzo, nuestro deber diario. Si Dios ha hecho lo que hago yo, ¿por qué no voy a hacer yo lo que ha hecho Dios?...

¿Que Dios, en Jesús, piensa con inteligencia de hombre?... Entonces, ¿no veo cómo mis pensamientos pueden ser un cielo límpio, bello, que refleje toda la hermosura del alma preciosa de Jesús?

¿Que Dios, en Jesús, quiso y se determinó con voluntad de hombre?... Entonces, ¿cómo debo yo abrazarme con todo el querer de Dios, si Dios mismo me enseña a hacerlo como Él?
¿Que Dios, en Jesús, amó y ama con corazón de hombre?... Entonces, ¿no veo cómo el amor mío es un amor como el del mismo Dios?...

El hecho de la Encarnación del Hijo de Dios no ha podido ser invento nuestro. No hay hombre que pueda imaginarse algo semejante. Lo sabemos por revelación de Dios, y no es extraño que esta verdad cristiana tan fundamental haya sido objeto, desde la antigüedad hasta hoy, de discusiones acaloradas. Antiguamente se decían algunos herejes:
- ¿Dios unido a la materia? ¡Imposible!...
Hoy se han dicho algunos:
- ¿El hombre necesita a Dios? ¡No nos hace falta!...

Pero la verdad cristiana se mantiene firme: Dios, en Jesús, se hace hombre; y el hombre, en Jesús, llega a ser Dios.

Dios no ha podido descender más abajo, y el hombre no ha podido subir más arriba.

Todo ha sido obra del amor de Dios para ganarse el amor del hombre y darle la salvación. ¿Cabe ahora en el hombre negar a Dios el amor y no aceptar la salvación que Dios le ofrece?... Algunos, harán lo que quieran. Otros, nos apegamos a ese Dios, que, en Jesús, lo es todo para nosotros...

¿HONRADO?


¿Honrado? 



En un centro comercial en un lugar de los Estados Unidos una pareja se acercó a comprar un artículo. La empleada les atendió solícita y no se percató que al darles el cambio, se le fue la mano y les dio mucho dinero de más. Ellos, que tenían prisa, tampoco se dieron cuenta del error.

Ya fuera del centro comercial fueron a un restaurante. Al revisar su billetera, el hombre se percata de que había recibido mucho dinero como cambio; ¡Unas cincuenta veces más de lo que pagó! Se había dado una confusión de la denominación de los billetes. Él dijo a su pareja que debían ir de inmediato a devolver lo que no era suyo, y retornaron al centro comercial enseguida.

Al acercarse hacia la empleada, la llamaron aparte para no avergonzarla ante otros ni complicarle la vida:
- Señorita, usted me dio dinero de más como cambio de la compra que le hice hace unos minutos. Aquí le devuelvo su dinero y deme lo que es correcto y tenga más cuidado la próxima vez. La mujer se quedó boquiabierta y, siendo responsable, llamó a su jefe de sección y le explicó de qué se trataba.

El hombre se acercó presto a la pareja, asombrado también, y le explicó al honrado caballero:
- Señor, ¿ve esa cámara de TV? Allí se ha grabado todo, desde que usted hizo la compra, cuando se le dio cambio de más y ahora que usted ha retornado ese dinero que por error se le dio. Nuestra compañía quiere honrarle y pedirle que nos permita publicar este hecho ejemplar que ya casi no se da en estos días.

Un tanto nervioso, el aludido tomó del brazo al jefe de sección de ese centro comercial y, en voz baja le dijo:
- Señor, olvídese de lo ofrecido; si usted hace eso me pondría en problemas. Yo soy casado, y la mujer que está conmigo no es mi esposa. !!!

Sí, se trataba de un caso extraordinario de honradez; pero no había integridad en aquel hombre. Puede haber honradez sin integridad, pero nunca integridad sin honradez. Dios quiere que tú y yo seamos íntegros; luego la honradez y los demás valores vendrán como lenguaje natural del corazón limpio. Los que somos de Cristo… ¡Hagamos la diferencia!

ORACIÓN A SAN JOSÉ

martes, 15 de septiembre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 15 DE SEPTIEMBRE DEL 2015 - NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


Ahí tienes a tu madre
Solemnidades y Fiestas


Juan 19, 25-27. Tiempo Ordinario. María, Nuestra Señora de los Dolores, fiel como siempre, a los pies de la cruz. 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 24a. Semana del Tiempo Ordinario,  del domingo 13 al sábado 19 de septiembre 2015.
---------------
Del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27 
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

Oración
Dios mío, ¡qué gran misterio de amor me propones hoy para mi meditación! A pesar de que una espada atravesó el corazón de tu Madre Santísima, ella siempre se mantuvo firme en la fe y con gran amor hoy me acoge, me ama y me enseña las virtudes que me pueden llevar a la santidad.

Petición
María, intercede por mí para que pueda hacer una buena oración.

Meditación del Papa Francisco
Nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el momento en que Jesús, muriendo en la cruz, nos la ha dado como Madre diciendo: “He ahí a tu madre”. Estas palabras tienen un valor de testamento y dan al mundo una Madre. Desde ese momento, la Madre de Dios se ha convertido también en nuestra Madre. En aquella hora en la que la fe de los discípulos se agrietaba por tantas dificultades e incertidumbres, Jesús les confió a aquella que fue la primera en creer, y cuya fe no decaería jamás. Y la “mujer” se convierte en nuestra Madre en el momento en el que pierde al Hijo divino. Y su corazón herido se ensancha para acoger a todos los hombres, buenos y malos, y los ama como los amaba Jesús. La mujer que en las bodas de Caná de Galilea había cooperado con su fe a la manifestación de las maravillas de Dios en el mundo, en el Calvario mantiene encendida la llama de la fe en la resurrección de su Hijo, y la comunica con afecto materno a los demás. María se convierte así en fuente de esperanza y de verdadera alegría.
La Madre del Redentor nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión. Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad de Dios nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio alegre y sin fronteras. De este modo nuestra misión será fecunda, porque está modelada sobre la maternidad de María. A ella confiamos nuestro itinerario de fe, los deseos de nuestro corazón, nuestras necesidades, las del mundo entero, especialmente el hambre y la sed de justicia y de paz; y la invocamos todos juntos: ¡Santa Madre de Dios! (Homilía de S.S. Francisco, 1 de enero de 2014).
Reflexión
Cuando Dios había decidido venir a la tierra había pensado ya desde toda la eternidad en encarnarse por medio de la criatura más bella jamás creada. Su madre habría de ser la más hermosa de entre las hijas de esta tierra de dolor, embellecida con la altísima dignidad de su pureza inmaculada y virginal. Y así fue. Todos conocemos la grandeza de María.

Pero María no fue obligada a recibir al Hijo del Altísimo. Ella quiso libremente cooperar. Y sabía, además, que el precio del amor habría de ser muy caro. “Una espada de dolor atravesará tu alma” le profetizó el viejo Simeón. Pero, ¡cómo no dejar que el Verbo de Dios se entrañara en ella! Lo concibió, lo portó en su vientre, lo dio a luz en un pobre pesebre, lo cargó en sus brazos de huida a Egipto, lo educó con esmero en Nazaret, lo vio partir con lágrimas en los ojos a los 33 años, lo siguió silenciosa, como fue su vida, en su predicación apostólica...

Lo seguiría incondicionalmente. No se había arrepentido de haber dicho al ángel en la Anunciación: “Hágase”. A pesar de los sufrimientos que habría de padecer. ¡Pero si el amor es donación total al amado! Ahora allí, fiel como siempre, a los pies de la cruz, dejaba que la espada de dolor le desencarnara el corazón tan sensible, tan puro de ella, su madre. A Jesús debieron estremecérsele todas las entrañas de ver a su Purísima Madre, tan delicada como la más bella rosa, con sus ojos desencajados de dolor. Los dos más inocentes de esta tierra. Aquella única inocente, a la que no cargaba sus pecados. La Virgen de los Dolores. La Corredentora.

Ella nos enseña la gallardía con que el cristiano debe sobrellevar el dolor. El dolor no es ya un maldito hijo del pecado que nos atormenta tontamente; es el precio del amor a los demás. No es el castigo de un Dios que se regocija en hacer sufrir a sus criaturas, es el momento en que podemos ofrecer ese dolor por el bien espiritual de los demás, es la experiencia de la corredención, como María. Ella miró la cruz y a su Hijo y ofreció su dolor por todos nosotros.

¿No podríamos hacer también lo mismo cuando sufrimos? Mirar la cruz. Salvar almas. La diferencia con Nuestra Madre es que en esa cruz el sufrir de nuestra vida está cargado en las carnes del Hijo de Dios. Él sufrió por nuestros pecados. Él nos redimió sufriendo. Ella simplemente miró y ayudó a su Hijo a redimirnos.

Propósito
En este día rezar a la Virgen Dolorosa para que interceda por nosotros en los mometos de enfermedad y sufrimiento y encomendar a su cuidado a los enfermos o personas que sufren que están cerca de nosotros.

Diálogo con Cristo
Jesús, aunque experimente dificultades y problemas, situaciones de sufrimiento y dolor, momentos difíciles de comprender y de aceptar, siguiendo el ejemplo de María, tengo la seguridad que todo tendrá una razón y un sentido. Sin embargo soy débil para ofrecerte que quiero ser purificado en el dolor… simplemente sé y confío en que me darás lo que necesito para entrar un día en el cielo, ¡gracias Padre mío!
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...