miércoles, 22 de octubre de 2014

PAPA FRANCISCO: EN LA IGLESIA NO DEBE HABER CELOS NI ENVIDIAS, Y NADIE DEBE SENTIRSE SUPERIOR


EL PAPA FRANCISCO: EN LA IGLESIA NO DEBE HABER CELOS NI ENVIDIAS, Y NADIE DEBE SENTIRSE SUPERIOR



Queridos amigos, les ofrecemos el texto completo de la catequesis de hoy del Papa Francisco durante la audiencia general, en la que ha hablado sobre "La Iglesia, Cuerpo de Cristo". 

"Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

Cuando se quiere evidenciar cómo los elementos que componen una realidad están estrechamente unidos los unos a los otros y forman juntos una sola cosa, se usa a menudo la imagen del cuerpo. A partir del Apóstol Pablo, esta expresión ha sido aplicada a la Iglesia y ha sido reconocida como su característica distintiva más profunda y más bella. 

Por eso, hoy queremos preguntarnos: ¿En qué sentido la Iglesia forma un cuerpo? ¿Y por qué es definida “Cuerpo de Cristo”?

En el libro de Ezequiel se describe una visión un poco particular, impresionante, pero capaz de infundir confianza y esperanza en nuestros corazones. Dios muestra al profeta una fila de huesos, separados uno del otro y resecos. Un escenario desolador… 

Imagínense, todo un valle lleno de huesos. Dios le pide entonces que invoque sobre ellos al Espíritu. En aquel momento, los huesos se mueven, comienzan a acercarse y a unirse, sobre ellos crecen primero los nervios y luego la carne y se forma así un cuerpo, completo y lleno de vida (cfr. Ez 37, 1-14). 

¡Esta es la Iglesia! Les encomiendo hoy, en casa, tomen la Biblia, en el capítulo 37 del profeta Ezequiel, ¡no lo olviden! Y lean esto, ¡es bellísimo! ¡Ésta es la Iglesia! Es una obra maestra, la obra maestra del Espíritu, el cual infunde en cada uno la vida nueva del Resucitado y nos pone uno al lado del otro, uno al servicio y en apoyo del otro, haciendo así de todos nosotros un cuerpo solo, edificado en la comunión y en el amor.

Pero la Iglesia no es solamente un cuerpo edificado en el Espíritu: ¡la Iglesia es el cuerpo de Cristo! Un poco extraño…pero es así. No se trata simplemente de un modo de decir: ¡lo somos verdaderamente! ¡Es el gran don que recibimos el día de nuestro Bautismo! 

En el sacramento del Bautismo, en efecto, Cristo nos hace suyos, recibiéndonos en el corazón del misterio de la cruz, el misterio supremo de su amor por nosotros, para hacernos luego resucitar con Él como nuevas creaturas. ¡Así nace la Iglesia, y así la Iglesia se reconoce cuerpo de Cristo! 

El Bautismo constituye un verdadero renacimiento, que nos regenera en Cristo, nos hace parte de Él, y nos une íntimamente entre nosotros, como miembros del mismo cuerpo, del cual Él es la cabeza (cfr. Rm 12,5; 1 Cor 12,12 – 13).

La que surge, entonces, es una profunda comunión de amor. En este sentido, es iluminante como Pablo, exhortando a los esposos a “amar a su mujer como a su propio cuerpo”, afirma: “Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros que somos los miembros de su cuerpo” (Ef 5,28-30). 

Qué bueno si recordáramos más a menudo lo que somos, lo que ha hecho de nosotros el Señor Jesús: somos su cuerpo, ese cuerpo que nada ni nadie puede arrancar de Él y al que Él da todo su amor, así como un esposo con su esposa. Este pensamiento, sin embargo, debe hacer surgir en nosotros el deseo de corresponder al Señor y de compartir su amor entre nosotros, como miembros vivos de su mismo cuerpo. 

En los tiempos de Pablo, la comunidad de Corinto encontraba muchas dificultades en este sentido, viviendo, como con frecuencia también nosotros, la experiencia de las divisiones, de las envidias, de las incomprensiones y de la marginación. Todas estas cosas no van bien, porque, en lugar de construir y hacer crecer la Iglesia como cuerpo de Cristo, la fracturan en muchos pedazos, la desmembran. 

Y esto también sucede en nuestros días. Pensemos en las comunidades cristianas, en algunas parroquias, pensemos en nuestros barrios, cuántas divisiones, cuántas envidias, cómo se habla mal, cuánta incomprensión y marginación. ¿Y esto que hace? Nos desmembra. Es el inicio de la guerra. La guerra no comienza en el campo de batalla: la guerra, las guerras comienzan en el corazón, con estas incomprensiones, divisiones, envidias, con esta lucha entre los demás. 

Y esta comunidad de Corinto era así. El Apóstol dio a los Corintios algunos consejos concretos que valen también para nosotros: no ser celosos, sino apreciar en nuestras comunidades los dones y las cualidades de nuestros hermanos. 

Los celos: “aquél compró un coche”, y yo siento aquí celos; “éste ganó la lotería”, y celos; “y ése hace bien esto”, otros celos. Y esto desmembra, hace mal, ¡no se debe hacer! Porque los celos crecen, crecen y llenan el corazón. Y un corazón celoso, es un corazón ácido, un corazón que en vez de sangre parece que tuviera vinagre. Y un corazón que nunca es feliz, es un corazón que desmembra a la comunidad. 

Pero, ¿qué tengo que hacer? Apreciar en nuestra comunidad, los dones y las cualidades de los otros, de nuestros hermanos. Cuando me pongo celoso - porque todos nos ponemos, ¿eh? ¡Todos, todos somos pecadores, eh! Cuando me pongo celoso decirle al Señor: 'Gracias Señor porque has dado esto a aquella persona'. 

Apreciar las cualidades y contra las divisiones hacerse cercanos, y participar en el sufrimiento de los últimos y de los más necesitados; expresar la propia gratitud a todos. Decir 'gracias': el corazón que sabe decir gracias, es un corazón bueno, es un corazón noble. Es un corazón que está contento porque sabe decir gracias. Me pregunto, todos nosotros, ¿sabemos decir gracias siempre? Y… no siempre, ¿eh? Porque la envidia y los celos nos frenan un poco. 

Y por último, éste es el consejo que el Apóstol Pablo da a los corintios y que también debemos darnos nosotros, los unos a los otros: no considerar a nadie superior a los demás. ¡Cuánta gente se siente superior a los demás! También nosotros tantas veces decimos como aquel fariseo de la parábola: 'Te doy gracias Señor porque no soy como aquél, soy superior'. 

Esto es feo, ¡no hay que hacerlo nunca! Y cuando tengas este pensamiento, acuérdate de tus pecados, de aquéllos que nadie conoce, avergüénzate ante Dios y di: Tú Señor, tú sabes quién es superior, yo cierro la boca'; ¡y esto hace bien! Y siempre en la caridad considerarse miembros los unos de los otros, que viven y se donan en beneficio de todos (cf. 1 Cor 12-14).

Queridos hermanos y hermanas, como el profeta Ezequiel y como el Apóstol Pablo, también nosotros invoquemos al Espíritu Santo, para que su gracia y la abundancia de sus dones nos ayuden a vivir verdaderamente como Cuerpo de Cristo, unidos, como familia, pero una familia que es el Cuerpo de Cristo, y como signo visible y bello del amor de Cristo. Gracias".

Traducción del italiano: María Cecilia Mutual, Griselda Mutual - Radio Vaticana.

martes, 21 de octubre de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 22 DE OCTUBRE DEL 2014


Fiel y prudente a la Voluntad de Dios
Parábolas
Lucas 12, 39-48. Tiempo Ordinario. Cumple tu misión en la vida. ¿Cómo?... cada uno ha de descubrirlo con la oración y la lucha.


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net


Del santo Evangeliio según san Lucas 12, 39-48
Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre». Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.

Oración introductoria
Padre ayúdanos a vivir nuestras vidas de modo que dejemos espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, rechazarlo incluso en nombre de un falso concepto de libertad.

Petición
Dios mío, ayúdame a usar los dones que se se me han dado.

Meditación del Papa Francisco

Cuando sobre el Gólgota todo se hace oscuridad y toda esperanza parece apagarse, solo el amor es más fuerte que la muerte. Es el amor de la Madre y del discípulo amado lo que los lleva a permanecer a los pies de la cruz, para compartir hasta el final el dolor de Jesús.

La amistad de Jesús con nosotros, su fidelidad y su misericordia son el don inestimable que nos anima a continuar a seguirlo con confianza a pesar de nuestras caídas, nuestros errores y nuestras traiciones. Pero esta bondad del Padre no nos exime de la vigilancia frente al tentador, al pecado, al mal y a la traición.

La desproporción entre la grandeza de la llamada de Jesús y nuestra pequeñez, ha subrayado que el Señor, en su gran bondad y en su infinita misericordia, nos toma siempre de la mano, para que no perezcamos en el mar de la aflicción.» (S.S. Francisco, 26 de mayo de 2014)

Reflexión
Uno de los aspectos más chocantes del cristianismo es su concepción de la vida como una misión. En el cristianismo no rige eso del «come y bebe que la vida es breve» ni el «vivir a tope» entendido como aprovechar cada instante para conseguir más placer y más bienestar.

Cristo nos presenta la vida como una misión: «estar al frente de la servidumbre para darle a tiempo su ración» de la cual tendremos que dar cuenta. La vida es una misión. Venimos a la tierra para algo, y ese algo es tan importante que de él depende la felicidad eterna de otras personas. Ese «dar de comer a la servidumbre» es el testimonio que Cristo quiere que durante el tiempo que tiene dispuesto concederme en la tierra. El famoso psiquiatra vienés Víctor Frankl, cuando habla de los casos que se le presentan de enfermos con depresión que ya no encuentran ninguna razón para vivir, que no esperan nada de la vida ni del mundo, se percata de que quizás puede faltar una pregunta esencial y es preguntarse acerca de qué espera el mundo de mí.

Porque, aunque tengamos razones para abandonar no tenemos razón, pues la vida espera algo de nosotros y tenemos una misión en este mundo. Una misión que lleva nuestro nombre y nadie más puede hacer. Si no la hacemos nosotros nadie lo va a hacer. Hemos de descubrir cuál es nuestro camino y cuál es nuestra misión. La salvación del mundo y de las almas tienen muchos matices, la gracia es única pero las formas de alcanzarla son múltiples, por eso nuestra existencia no es casual, ni insignificante.

Propósito
Tenemos que salvar el mundo, sí, pero ¿cómo?, cada uno de una forma diferente que ha de descubrir con la oración y la lucha.

Diálogo con Cristo 
Padre mío, ayúdame a ser un servidor fiel y prudente. Me has dado unos talentos que implican gran responsabilidad. Te pido perdón por todas las veces en que no he sabido corresponder a tu confianza. Te prometo que me esforzaré por ser un buen discípulo y misionero de tu amor; sé que con tu gracia puedo ser fiel y servir a todos aquellos que has puesto a mi cuidado.

CURACIÓN MILAGROSA DE FLORIBETH MORA, POR INTERCESIÓN DE SAN JUAN PABLO II


Curación de Floribeth Mora, por intercesión de 
San Juan Pablo II 



Esta es la curación elegida para la canonización de Juan Pablo II, el 27 de abril de 2014. La protagonista es una mujer costarricense que vive en la localidad de Tres Ríos de Cartago. El pasado 18 de junio de 2013, la Comisión Teológica de la Congregación para la Causa de los Santos aprobó esta curación, como ya lo hicieran en el mes de abril los médicos que reconocieron que, de forma inexplicable, Flory –como la llaman sus familiares y amigos–superó un aneurisma cerebral cuando ya estaba desahuciada por los médicos.

La propia Flory relata así su testimonio: Todo comenzó el 8 de abril de 2011 al despertar. «Me dio un dolor de cabeza tan fuerte que pensé que me reventaría la cabeza. Le pedí a mi esposo que me llevara al hospital porque me sentía bastante mal. Cuando llegué me encontraba muy mal por los vómitos y el dolor de cabeza», relata esta mujer en un testimonio escrito por ella misma hace un año, recogido ahora por "La Razón", y confirmado a ese diario español por uno de los partícipes del milagro. 

En aquella primera visita al médico, le diagnosticaron estrés y presión alta. Al comprobar a lo largo de los días posteriores que su estado de salud no mejoraba, decidió acudir a un hospital en San José, la capital de Costa Rica.

«Tras varios exámenes me dijeron que tenía un pequeño derrame de sangre en mi cerebro, luego me hicieron un TAC y descubrieron que se trataba de un aneurisma cerebral en el lado derecho». 



Los médicos desistieron

De inmediato la trasladaron a otro centro, mientras los facultativos se mostraban sorprendidos por su aguante. Tras varios intentos por cerrar el goteo de sangre que sufría en su cerebro, el equipo médico que la atendía tuvo que desistir al encontrarse la dilatación en un lugar de difícil acceso.

A partir de este momento, la situación empeoró sobremanera. Tras pasar unos días en observación, las limitaciones del sistema sanitario costarricense impidieron llevar a cabo una operación. 

«Se cerraban así mis posibilidad de sobrevivir a tan fatal diagnóstico», recuerda esta madre de cuatro hijos, abuela de cuatro nietos y esposa de un exoficial de la Policía nacional. 

Tal era la gravedad de su situación que regresó a casa con un aviso claro a su familia: sólo le quedaba un mes de vida. Sin embargo, a pesar de la desesperación que en un primer momento les generó pensar en el desenlace de la historia, «nos llenamos de mucha fe, pero no puedo negar el miedo tan grande que sentía al ver lo que me estaba sucediendo».


Juan Pablo II, beato

No se cumplía ni un mes de aquella mañana en la que su vida se truncó, cuando tuvo lugar otro giro inesperado. El 1 de mayo de 2011, en la plaza de San Pedro, más de un millón de personas participan en la beatificación de Juan Pablo II. 

Benedicto XVI proclamaba beato al Papa polaco destacando en primera persona cómo vivió la santidad de su predecesor en la sede de Pedro: «Durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona. Su profundidad espiritual y la riqueza de sus intuiciones sostenían mi servicio. El ejemplo de su oración siempre me ha impresionado y edificado: él se sumergía en el encuentro con Dios, aun en medio de las múltiples ocupaciones de su ministerio». Cuando amanecía en Costa Rica, Juan Pablo II ya había sido beatificado.


Jesús Sacramentado, en procesión

Como todos los domingos, la familia de Floribeth acudió a misa a la parroquia. Con pocas fuerzas, pero de nuevo animada por su esposo, acudieron al centro del barrio porque se estaba celebrando una procesión. 

«En ese momento estaba pasando una carroza con la imagen de Jesús Sacramentado y sentí un frío en el cuerpo. Me bajé del coche y fui hasta allí». 

Entonces, el sacerdote que acompañaba a la procesión declamaba una oración: «¡Oh, Señor! Hay una sanación». 

La mujer se detuvo y se puso a rezar: «Le pedimos a nuestro Papa Juan Pablo que nos ayudara a pedirle a Dios que me ayudara». 

Y en ese preciso instante, algo empezó a cambiar. «Salí de ese parque con la fe de que yo fui la sanada», apunta esta madre de familia que desde entonces centra las miradas de sus vecinos y amigos. A partir de ahora, de todo el orbe católico.


Reliquias del Papa en un santuario

Unos días después de aquel hecho, Floribeth, consciente de que al Santuario de la Virgen de Ujarrás –cercano a su domicilio– había recibido unas reliquias del Papa polaco, decidió acudir a rezar. «De nuevo, un milagro», apostilla. 

 Se trataba de un relicario que contiene muestras de sangre de Juan Pablo II, extraídas un día antes de morir. 

 Sin embargo, a pesar del esfuerzo realizado, cuando llegó ya había terminado la exposición. Aun así, el padre Dónald Solano hizo una excepción. 

«Me la enseñó y la toqué. Seis meses después me hicieron otro examen en el cerebro y me indicaron que el aneurisma había desaparecido para la honra y la gloria de mi Dios», subraya esta mujer, que ha hecho posible que Juan Pablo II sea proclamado santo el 27 de abril de 2014.


El neurocirujano, sin explicación

Según publicó el jueves 20 de junio el diario «La Nación» de Costa Rica, el neurocirujano Alejandro Vargas Román, que atendió a Floribeth Mora durante su enfermedad, confirmó estos días que no encontró explicación científica a la desaparición repentina del aneurisma que padecía cuando analizaron exámenes posteriores a aquel 1 de mayo de 2011.

 Además, Vargas reveló que funcionarios de la Santa Sede le consultaron sobre los detalles del caso durante la fase diocesana del proceso de canonización, la primera antes de que los informes sean remitidos a Roma y examinados por las diferentes comisiones de la Congregación para la Causa de los Santos.

«Médicamente, en teoría, nunca les va a desaparecer un aneurisma a las personas porque es una dilatación. Científicamente, yo no tengo ninguna explicación del por qué desapareció», comenta el doctor, que vivió en primera persona lo ocurrido en el hospital Calderón Guardia.




LOS CRISTIANOS EN LAS REDES SOCIALES


Los cristianos en las redes sociales

Mensaje del Papa: sean portadores tranquilos de la razón, y de la fe 


Por: Gaudium Press | Fuente: es.gaudiumpress.org



Autenticidad, privacidad, respeto, empeño educativo y evangelización: son los pedidos que emergen del Mensaje pontificio para la 47º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sobre el tema "Redes sociales: puertas de la verdad y la fe - nuevos espacios de evangelización". El documento fue presentado por el arzobispo Claudio María Celli y Mons. Paul Tighe, respectivamente presidente y secretario del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales.

Debido a la creciente presencia de personas de varias generaciones en las redes sociales, el Papa pasó a considerar la importancia de esta realidad en los días de hoy. Es necesario llevar un mensaje respetuoso y benéfico a los otros participantes del ambiente digital.

"Estos espacios, cuando bien y equilibradamente valorados - observa el Papa -, contribuyen para favorecer formas de diálogo y debate que, si realizadas con respeto y cuidado con la privacidad, con responsabilidad y empeño por la verdad, pueden reforzar los lazos de unidad entre las personas y promover eficazmente la armonía de la familia humana".

El Pontífice invita a los participantes de las redes a ser "alimentados por las aspiraciones contenidas en el corazón del hombre" y para que sea abierto un espacio de "valorización del diálogo, el debate racional y de argumentación lógica", y para que corresponda también "a las más nobles aspiraciones".

"A veces -nota el Santo Padre-, la voz discreta de la razón puede ser tapada por el rumor de excesivas informaciones, y no consigue atraer la atención que, al contrario, es dada a aquellos que se expresan de forma más persuasiva".

Por otro lado, Benedicto XVI ve la importancia de la presencia de la Iglesia en la realidad digital: "si la Buena Nueva no es dada a conocer también en el ambiente digital, podrá quedar fuera del alcance de la experiencia de muchos que consideran importante este espacio existencial".

El Santo Padre llama a los fieles a vivir con autenticidad "la fuente profunda de su esperanza y su alegría", pues en este espacio existe una gran posibilidad para que los fieles puedan contribuir con la presencia de la religión en el debate público y social.

El Pontífice agrega también que: "La confianza en el poder de la acción de Dios debe ser siempre superior a toda y cualquier seguridad que podamos colocar en la utilización de los recursos humanos. Incluso en el ambiente digital, donde es fácil que se levanten voces de tonos demasiado encendido y conflictivos y donde, a veces, existe el riesgo de que el sensacionalismo prevalezca, somos llamados a un cuidadoso discernimiento".

En el Mensaje, fue destacado también el incentivo a la utilización de las redes sociales como espacio de "intercambio de recursos espirituales y litúrgicos", para que se abra en el ambiente digital "las puertas de otras dimensiones de la fe".

"No debería haber falta de coherencia o unidad entre la expresión de nuestra fe y nuestro testimonio del Evangelio en la realidad donde somos llamados a vivir, sea ella física o digital", concluyó el Papa en su Mensaje.

Mons. Celli resaltó también en rueda de prensa, que a través del Mensaje "el Papa nos indica el camino más rico y humano" en la red, que sería aquel del "diálogo respetuoso con los otros". Otro tema fundamental en relación a la utilización de las redes sociales es la autenticidad y la cuestión de la ‘segunda vida´ que se desarrolla en el ambiente digital y que permite a los usuarios ser anónimos o hasta utilizar un nombre falso. Otro fenómeno es el problema de la ‘mídia´ medios de comunicación personal, o sea, la elección de temas, páginas y de todo aquello que agrada al usuario de la red.

Mons. Tighe agregó que "vivimos en la misma realidad", por tanto no existe dualismo en nuestras vidas, pero sí dos espacios de comunicación: en la realidad y a través de medios digitales. Una realidad que nos invita a ser responsables, respetuosos y "portadores tranquilos de la razón".

La presencia del Papa en Twitter confirma su apertura y respeto a los usuarios de las redes sociales, pero también su consciencia en relación a los límites existentes en este medio de comunicación, incluyendo el riesgo de ofensas. Sin embargo, como destacó Mons. Celli, "es mejor participar en lugar de no estar presente solamente para evitar desentendimientos." Un grande y sorprendente éxito lo muestra el twitter del Papa en latín que ya supera los 10 mil seguidores.

El Mensaje fue publicado en siete lenguas: italiano, español, portugués, francés, inglés, alemán y polaco.

SAN JUAN PABLO II, PAPA, 22 DE OCTUBRE



San Juan Pablo II 
Papa, 22 de Octubre

Karol Józef Wojtyła, aclamado pontífice Juan Pablo II, conmovió al mundo durante casi tres décadas del siglo XX. Sus gestos de bondad, la capacidad para llegar al corazón de creyentes y no creyentes, sus dotes de comunicador, los incesantes viajes apostólicos en los que no cesó de transmitir el amor de Dios, como hizo con su ingente obra, sedujeron a millones de jóvenes y adultos. 

El dolor humano, con su carácter de esencial ofrenda a Cristo, ha tenido en él uno de sus insignes valedores. Al ver los estragos del sufrimiento en su persona, todo el planeta pudo constatar la grandeza del mismo cuando se asume como él lo hizo. Así coronó su vida de entrega entrado el siglo XXI, siendo faro para todos los que sufren.


Nació en Wadowice, Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Fue el menor de tres hermanos, aunque Olga apenas sobrevivió. Perdió a su madre a los 9 años y poco después a Edmund, el primogénito, un médico que se contagió en el ejercicio de su profesión. Sus padres dejaron en Karol fuertemente arraigada la semilla de la fe católica. Brillante en sus estudios, con una mente privilegiada, cursó filosofía en la universidad Jagellónica de Cracovia. Al mismo tiempo se vinculó a un círculo teatral. En esa época obtuvo varios galardones como jugador de ajedrez. En 1939, durante la invasión nazi, fue peón en una cantera y obrero en una fábrica química. Era un líder nato, joven atractivo, de carismática personalidad y singular magnetismo para atraer a la gente. Gozaba del respeto y admiración de sus compañeros, católicos idealistas y entusiastas, que conformaron el grupo Unia y que defendían a los más débiles. En 1941, en plena ocupación alemana, falleció su padre, oficial del ejército polaco.

La Gestapo iba tras él, y se recluyó en una buhardilla. Un sastre le dio a conocer a san Juan de la Cruz y se entusiasmó. En esa época se sintió llamado al sacerdocio. Tuvo que formarse en el seminario clandestino de Cracovia hasta que el arzobispo, cardenal Stefan Sapieha, acogió al grupo de aspirantes en su palacio. Ordenado sacerdote en noviembre de 1946, él lo envió a Roma. Estudió en el Angellicum doctorándose en teología con una tesis sobre su estimado santo y reformador carmelita español. En Polonia fue vicario parroquial, capellán universitario y profesor de teología moral y de ética en el seminario y en las universidades Jagellónica y de Lublin; era afín al pensamiento de Scheler, sobre el que hizo su tesis. En 1958 Pío XII lo designó obispo auxiliar de Cracovia. En 1962 participó en el Concilio Vaticano II, donde sus intervenciones sobre el ateísmo y la libertad religiosa no pasaron desapercibidas. Pablo VI lo nombró cardenal en 1967. Al fallecer Juan Pablo I, tras su fugaz asunción de la Cátedra de Pedro, fue elegido para sucederle; tomó el nombre de este antecesor.

A partir de entonces, este polaco, primero en ostentar la altísima misión como Vicario de Cristo en la tierra, inició un pontificado excepcional. Enamorado de la Eucaristía y devoto de María, supo llegar al corazón de todos con independencia de razas, credos, edades, profesiones... Fue un atleta de Cristo, sacerdote y obispo ejemplar, un gran Pastor. También filósofo y teólogo destacado, defensor de la moral y de los derechos humanos, de la cultura de la vida, amante de la paz y de la justicia, papa de los jóvenes y de las familias, adalid de los derechos del no nacido, de los ancianos y de los enfermos. Apóstol de la reconciliación que supo aglutinar a credos diversos en Asís abriendo una vía ecuménica del diálogo interreligioso de un valor incalculable. El papa viajero que recorrió el mundo una y otra vez abrazando y bendiciendo a todos.

El gravísimo atentado sufrido en mayo de 1981, poco a poco fue minando su salud. Perdonó al agresor y siguió viviendo alumbrado por Cristo y por María, que lo rescató de una muerte prematura, pudiendo llevar a cabo de manera heroica su responsabilidad. Afrontó magistralmente numerosos problemas y dificultades que se le presentaron. Fue un hombre de oración que mostró siempre una imponente fortaleza ante las adversidades. Los últimos años de su vida no ocultó al mundo su deterioro físico; se mantuvo al frente de la Sede de Pedro dando ejemplo de su inalterable fidelidad a Cristo y a la Iglesia.

Catorce encíclicas, once constituciones apostólicas y 1060 audiencias públicas celebradas dan prueba del alcance de su entrega y ardor apostólico. En uno de sus mensajes recordó: «La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte». Él lo cumplió con creces. Si se pudiera hablar en términos numéricos sería uno de los pocos pontífices que ostentó uno de los records más altos. Y no solo por los casi veintisiete años de duración de su pontificado, el tercero más largo de la historia. También por la muchedumbre que le siguió en directo y en diferido multiplicando sus palabras y gestos gracias a los diversos medios de comunicación. Ellos mostraron el dolor que produjo su muerte acaecida el 2 de abril de 2005, y el impresionante gentío que se dio cita en su duelo.

Hay que dejar atrás los detractores que tuvo y sigue teniendo, que también han perseguido a otros integrantes de la vida santa, como se ha recordado aquí para otras biografías; ahí está la reciente de Teresa de Calcuta. Es inútil que traten de silenciar con absurdo griterío el eco de las obras de los grandes hijos de Dios. Él es su valedor; no se le puede acallar. Habla a través de los santos aunque pasen los siglos; lo vemos en esta sección de ZENIT todos los días. La realidad es que por sus muchas virtudes Juan Pablo II fue beatificado por Benedicto XVI el 1 de mayo de 2011. Francisco lo canonizó junto a Juan XXIII el 27 de abril de 2014, fiesta de la Divina Misericordia que este gran polaco instituyó.



ORACIÓN DEL ENFERMO DE SAN JUAN PABLO II


ORACIÓN DEL ENFERMO
Autor: Juan Pablo II


Señor, 
Tu conoces mi vida y sabes mi dolor,
haz visto mis ojos llorar,
mi rostro entristecerse,
mi cuerpo lleno de dolencias,
y mi alma traspasada por la angustia.


Lo mismo que te pasó a Ti,
Cuando, camino de la cruz,
Todos te abandonaron.
Hazme comprender tus sufrimientos,
y con ellos el Amor que Tu nos tienes.

Y que yo también aprenda,
que uniendo mis dolores a tus dolores,
tienen un valor redentor por mis hermanos.
Ayúdame a sufrir con Amor, hasta con alegría.

Sí no es posible que pase de mi este cáliz.
Te pido por todos los que sufren:
Por los enfermos como yo.
Por los pobres, los abandonados, 
los desvalidos, los que no tienen
cariño ni comprensión y se sienten solos.

Señor:
Sé que también el dolor lo permites Tú.
Para mayor bien de los que te amamos.
Haz que estas dolencias que me aquejan,
me purifiquen, me hagan más humano,
me transformen y me acerque mas a Ti.

Amén.


IMÁGENES DE SAN JUAN PABLO II


















































TEXTOS LITÚRGICOS EN MEMORIA DE SAN JUAN PABLO II, MIÉRCOLES 22 DE OCTUBRE DEL 2014



TEXTOS LITÚRGICOS PARA LA SANTA MISA
MIÉRCOLES 22 DE OCTUBRE DEL 2014
EN MEMORIA DE SAN JUAN PABLO II

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha preparado los textos litúrgicos propios para la celebración de esta Memoria, que compartimos pensando sobre todo en los sacerdotes que visitan esta página: 

Misal

Del Común de pastores: para un papa.

Oración Colecta

Oh Dios, rico en misericordia,
que has querido que san Juan Pablo II, papa,
guiara toda tu Iglesia,
te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas,
nos concedas abrir confiadamente nuestros corazones
a la gracia salvadora de Cristo, único redentor del hombre.
Él, que vive y reina.

*******

Leccionario

Del Común de pastores: para un papa.

Primera Lectura: Is 52, 7-10: «Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios». ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero...

Salmo responsorial: Sal 96 (95), 1-2a. 2b-3. 7-8a. 10
R/. (3): Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Aleluya: Jn 10, 14: Yo soy el buen Pastor- dice el Señor - conozco mis ovejas, y las mías me conocen.

Evangelio: Jn 21, 15-17: «Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas». Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro...


Liturgia de las Horas

Carlos José Wojtyla nació en Wadowic, Polonia, el año 1920. Ordenado presbítero y realizados sus estudios de teología en Roma, regresó a su patria donde desempeñó diversas tareas pastorales y universitarias. Nombrado Obispo auxiliar de Cracovia, pasó a ser Arzobispo de esa sede en 1964; participó en el Concilio Vaticano II. 

Elegido Papa el 16 de octubre de 1978, tomó el nombre de Juan Pablo II, se distinguió por su extraordinaria actividad apostólica, especialmente hacia las familias, los jóvenes y los enfermos, y realizó innumerables visitas pastorales en todo el mundo. 

Los frutos más significativos que ha dejado en herencia a la Iglesia son, entre otros, su riquísimo magisterio, la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica y los Códigos de Derecho Canónico para la Iglesia Latina y para las Iglesias Orientales. 

Murió piadosamente en Roma, el 2 de abril del 2005, vigilia del Domingo II de Pascua, o de la Divina Misericordia.

Del Común de pastores: para un papa.

Oficio de lectura

Segunda lectura:

De la Homilía de san Juan Pablo II, Papa, en el inicio de su pontificado (22 de octubre 1978):

"¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo!

¡Pedro vino a Roma! ¿Qué fue lo que le guió y condujo a esta Urbe, corazón del Imperio Romano, sino la obediencia a la inspiración recibida del Señor? Es posible que este pescador de Galilea no hubiera querido venir hasta aquí; que hubiera preferido quedarse allá, a orillas del Lago de Genesaret, con su barca, con sus redes. Pero guiado por el Señor, obediente a su inspiración, llegó hasta aquí.

Según una antigua tradición durante la persecución de Nerón, Pedro quería abandonar Roma. Pero el Señor intervino, le salió al encuentro. Pedro se dirigió a El preguntándole: «Quo vadis, Domine?: ¿Dónde vas, Señor?». Y el Señor le respondió enseguida: «Voy a Roma para ser crucificado por segunda vez». Pedro volvió a Roma y permaneció aquí hasta su crucifixión.

Nuestro tiempo nos invita, nos impulsa y nos obliga a mirar al Señor y a sumergirnos en una meditación humilde y devota sobre el misterio de la suprema potestad del mismo Cristo. El que nació de María Virgen, el Hijo del carpintero – como se le consideraba –, el Hijo del Dios vivo, como confesó Pedro, vino para hacer de todos nosotros «un reino de sacerdotes».

El Concilio Vaticano II nos ha recordado el misterio de esta potestad y el hecho de que la misión de Cristo –Sacerdote, Profeta-Maestro, Rey– continúa en la Iglesia. Todos, todo el Pueblo de Dios participa de esta triple misión. Y quizás en el pasado se colocaba sobre la cabeza del Papa la tiara, esa triple corona, para expresar, por medio de tal símbolo, el designio del Señor sobre su Iglesia, es decir, que todo el orden jerárquico de la Iglesia de Cristo, toda su "sagrada potestad" ejercitada en ella no es otra cosa que el servicio, servicio que tiene un objetivo único: que todo el Pueblo de Dios participe en esta triple misión de Cristo y permanezca siempre bajo la potestad del Señor, la cual tiene su origen no en los poderes de este mundo, sino en el Padre celestial y en el misterio de la cruz y de la resurrección.

La potestad absoluta y también dulce y suave del Señor responde a lo más profundo del hombre, a sus más elevadas aspiraciones de la inteligencia, de la voluntad y del corazón. Esta potestad no habla con un lenguaje de fuerza, sino que se expresa en la caridad y en la verdad.

El nuevo Sucesor de Pedro en la Sede de Roma eleva hoy una oración fervorosa, humilde y confiada: ¡Oh Cristo! ¡Haz que yo me convierta en servidor, y lo sea, de tu única potestad! ¡Servidor de tu dulce potestad! ¡Servidor de tu potestad que no conoce ocaso! ¡Haz que yo sea un siervo! Más aún, siervo de tus siervos.
¡Hermanos y hermanas! ¡No tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!

¡Ayudad al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera!

¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura. de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo El lo conoce!

Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitid, pues, – os lo ruego, os lo imploro con humildad y con confianza – permitid que Cristo hable al hombre. ¡Sólo El tiene palabras de vida, sí, de vida eterna!".


Responsorio

R/. No tengáis miedo: el Redentor del hombre ha revelado el poder de la cruz y ha dado la vida por nosotros. * Abrid de par en par las puertas a Cristo.
V/. Somos llamados en la Iglesia a participar de su potestad. * Abrid.

Oración

Oh Dios, rico en misericordia, que has querido que san Juan Pablo II, papa, guiara toda tu Iglesia, te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos concedas abrir confiadamente nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo, único redentor del hombre. Él, que vive y reina.
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