sábado, 13 de agosto de 2011

EL PENSAMIENTO DEL DÍA


CRISTO DE LA MISERICORDIA, LA DIVINA MISERICORDIA



CRISTO DE LA MISERICORDIA
 
Según Sus revelaciones a
Santa Faustina Kowalska en Polonia.
 
¡Jesús en vos confío!
mensaje al pie del cuadro 

"Oh Sangre y Agua,
que brotaron del Corazón de Jesús
como una Fuente de Misericordia para nosotros,
en Vos confío..."
 
PROMESA DE JESÚS
"Yo prometo al alma que venere ésta imagen que no perecerá ... Protegeré durante toda su vida, cual madre a su hijo, a las almas que propagaren el culto a Mi Misericordia; en la hora de la muerte no seré para ellos Juez sino Salvador..." 

Promesa hecha durante Sus apariciones (1931-1938) a Santa Faustina Kowalska en Plock, Polonia.  



 
              

viernes, 12 de agosto de 2011

LOS OJOS DULCES DE MARÍA

Los ojos dulces de María
Mírame María, con tus ojos comprensivos y misericordiosos y llename de paz.
Los ojos dulces de María

Siempre me ha hecho reflexionar mucho aquella bienaventuranza de Cristo: “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”. ¿Qué tendrá que ver la pureza con la vista? Desde luego, con la vista corporal quizá no tenga que ver apenas nada. Pero seguramente mucho con la “vista” espiritual. Porque está claro que a Dios no se le puede ver con los ojos de la carne, pero sí con los del espíritu, con los del corazón, que son la fe y el amor. Sólo cuando el alma es pura y cristalina está en condiciones de poder ver y contemplar a Dios. “Sólo en un corazón puro -escribía San Agustín- existen los ojos con que puede Dios ser visto”.

Me imagino que Cristo al formular esta bienaventuranza tenía en mente a su Madre. Ella era la creatura más pura que jamás ha existido y existirá. El corazón de María era como un mar de gracia profundo, cristalino y transparente.

Se ha dicho siempre que los ojos son las ventanas del alma. Es cierto. A través de ellos se puede mirar al interior de otra persona. Por eso, mirando a los ojos a María podremos ver y apreciar la pureza inmaculada de su alma.

Los ojos de María. ¡Quién pudiera haberlos visto realmente tan siquiera una vez, aunque fuera por un instante! Sólo a algunos privilegiados les tocó. Nosotros hemos de contentarnos con verlos desde la fe o con soltar un poco nuestra imaginación para hacernos una idea de cómo eran.

Los ojos de María. Ojos hermosos, agradables, con esa belleza natural que no necesita de mejunjes ni postizos para ser encantadores. Ojos sencillos, de esos que no saben mirar a los demás desde arriba. Ojos bondadosos, que nunca se han desfigurado con guiños de ira o de odio. Ojos sinceros, que no han aprendido a mentir; testigos de un interior sin sombra de doblez. Ojos atentos a las necesidades ajenas y distraídos para fijarse y molestarse por sus defectos. Ojos comprensivos y misericordiosos que, ante pecadores y malhechores, se transforman en manos abiertas que ofrecen la gracia a raudales. Esos ojos cuya mirada Judas evitó al salir del cenáculo la noche de la traición... Esa misma mirada que a Dimas, en el Calvario, llevó a la conversión y al paraíso...

Ojos de mujer que reflejan nítidamente un alma preciosa, adornada de humildad, de bondad, se sinceridad, caridad, de comprensión y misericordia. Los ojos de María. Los ojos de un alma en gracia. Verdaderas ventanas al cielo. Porque cielo era toda su alma.

Los ojos de María, cuya penetrante y dulce mirada todo lo puede. Cuántos indiferentes se han visto interpelados por el brillo de pureza de esos ojos inocentes. Cuántos orgullosos han caído rendidos a sus plantas, desarmados por la mansedumbre que traslucen sus pupilas. Cuántos ánimos frágiles ante el mal se han armado de bravura y han vencido al tentador al recordar que Ella les miraba.

Cuántas veces la sola mirada de María fue sin duda bálsamo sobre el desgarrado corazón de algún vecino atribulado. Cuántas fue fuente de paz y consuelo que barrió de angustias el interior de algún contrariado pariente. Cuántas, esos luceros de su rostro, fueron luz cálida, manto que arropó de piedad e intercesión las almas atenazadas por el frío del pecado. Y cuántas siguen siendo aún todo eso y más para muchos de nosotros.

Es sumamente consolador saber que tendremos toda la eternidad para contemplar, sin cansancio ni aburrimiento, los hermosos ojos de María. Asomarse a ellos es asomarse a la maravilla más excelsa salida de las manos de Dios. María fue su obra maestra. En Ella el Creador se lució. Ella es, en palabras de Pio IX, “un inefable milagro de Dios; es más, es el más alto de todos los milagros y digna Madre de Dios”. Pablo VI la describe como “la mujer vestida de sol, en la que los rayos purísimos de la belleza humana se encuentran con los sobrehumanos, pero accesibles, de la belleza sobrenatural”. Sin embargo, no hay que esperar a llegar al cielo para recrearnos en su contemplación. Podemos desde ahora, con la fe, mirar sus ojos y sostener su mirada portentosa.

Pero me temo que muchos de nosotros somos incapaces de sostener una mirada tan luminosa. Nos molesta el chorro de luz que el alma pura de María despide a través de sus ojos y de todo su ser. Nuestras pupilas, tan acostumbradas quizá a las oscuridades de la impureza y del pecado, no soportan semejante claridad. A lo mejor no queremos que esa mirada materna desenmascare y purifique nuestra alma llena de barro. Porque no estamos dispuestos a dejar que en ella penetre la gracia de Dios y la limpie y la ordene y la santifique. Todo eso cuesta mucho. El precio de la pureza es elevado, sólo las almas ricas pueden pagarlo. Ricas en amor, en generosidad, en desprendimiento de sí y de los placeres desordenados.

Sólo esas almas disfrutarán ya en la tierra del gozo espiritual incomparablemente más sublime, profundo y duradero que el más refinado placer corporal. Sólo ellas experimentarán la libertad interior del que no está encadenado por los instintos del cuerpo. Y sólo ellas gozarán de la bienaventuranza de la visión de Dios por toda la eternidad.

María ha sido la creatura más pura y por eso también la más auténticamente feliz y satisfecha, la más libre de espíritu, la mejor dispuesta para ver a Dios y saborear esa deliciosa visión con una intensidad inigualable.





  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Marcelino de Andrés LC

    SI DESEO VIVIR EN PAZ ...

    Si deseo vivir en un de Paz 
     
    Si deseo vivir en un mundo de paz, entonces debo asegurarme de ser una persona pacífica.

    Sea cual sea el comportamiento de los demás, yo estoy en paz en mi corazón.
    Declaro la paz en medio del caos y la locura. Rodeo de paz y amor todas las situaciones difíciles.

    Envío pensamientos de paz a todas partes del mundo donde hay problemas.
    Si deseo que el mundo mejore, es necesario que cambie mi forma de verlo.
    Me dispongo a ver la vida de una manera muy positiva. Sé que la paz comienza con mis propios pensamientos.

    Cuando tengo pensamientos pacíficos, me conecto con personas de mentalidad pacífica, y juntos contribuimos a traer paz y abundancia a nuestro mundo.

    (Louise L. Hay)
     
     
     
                                                               

    LO QUE DIOS UNIÓ NO LO SEPARE EL HOMBRE


    LO QUE DIOS UNIÓ, NO LO SEPARE EL HOMBRE 

    ¿Qué pensaría Jesús de todos los que hoy aprueban el divorcio? Como en aquella ocasión, les ayudaría a entender qué es realmente el matrimonio y luego les enseñaría a defenderlo contra todos los ataques.

    El matrimonio cristiano no es sólo una convivencia entre un hombre y una mujer que se quieren. Es mucho más. Es un sacramento, es decir, algo sagrado y querido por Dios. Luego es compartir un proyecto de vida para alcanzar la felicidad en esta vida. Pero si no hay proyecto, si no hay amor verdadero, si los hijos son un estorbo y no una alegría... ¿qué tipo de matrimonio es ese? Seguramente conocerás alguna pareja que haya dejado morir el amor, por pura rutina, por no saber que el matrimonio es una experiencia cargada de pequeños detalles, de gestos: un regalo, una sonrisa, una comida inesperada, una oración en familia... ¡Hay tantos medios para caldear el amor en el matrimonio!

    Lo que Dios ha unido no debe separarse, porque un divorcio, en lugar de traer paz, trae mayor amargura y dolor, destrozando también la felicidad que merecen los hijos. Es siempre mejor intentar sacar adelante los problemas familiares que sucumbir ante ellos. Además contamos con la ayuda de Dios y de los consejeros que ha puesto a nuestra disposición (un sacerdote, una religiosa, un catequista, etc.)

    EN KENIA, MISIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA ALIVIA ESTRAGOS DE SEQUÍA EN ÁFRICA

    Autor: Gaudium Press | Fuente: Gaudium Press
    En Kenia, misión de la Iglesia Católica alivia estragos de sequía en África
    Es fruto de un arduo trabajo, pero que ha ayudado a muchas víctimas de la sequía que afecta algunas regiones africanas
     
    Nairobi (Miércoles, 10-08-2011, Gaudium Press) Es fruto de un arduo trabajo, pero que ha ayudado a muchas víctimas de la sequía que afecta algunas regiones africanas. En las proximidades del Lago Turkana en Illeret, localizado a 900 Km. al norte de Nairobi, está instalada una misión católica dirigida por padres benedictinos.

    En ésta que es considerada la región más árida de Kenia, los benedictinos están suministrando alimento, especialmente carne, a varios centros religiosos en Nairobi y el área central del país.

    Según informaciones de la Conferencia Episcopal Keniana, la Iglesia de Marsabit adquirió una gran cantidad de bovinos, comprados de los criadores de la región con el objetivo de ayudarlos a reducir las pérdidas del patrimonio de ganado. Esta actitud fue, posteriormente, adoptada también por el gobierno local.

    Enfrentando las dificultades del lugar, como las calles sin asfalto, clima desértico y fuertes tensiones tribales, los benedictinos consiguieron finalizar un proyecto que preveía la irrigación de toda el área. Según la nota de la Conferencia Episcopal, la diócesis de Marsabit instaló a las márgenes del Lago Turkana, una bomba accionada por la acción del viento siendo responsable de llevar agua del lago hasta la Misión de Illeret, a una distancia de tres kilómetros.

    Gracias a este trabajo, una amplia área desértica se transformó en un pasto verde donde está el ganado comprado por los benedictinos pudiendo así, enfrentar la emergencia provocada por la sequía.

    Los 60 mil litros de agua almacenados en la misión también son utilizados en el cultivo de algunas plantas que son resistentes a la fuerte alcalinidad del agua del lago.

    AMIGO...

     
    Amigo es quien acepta nuestro límites pero busca nuestro progreso. Amigos míos, retened esto: No hay ni malas hierbas, ni personas malas. No hay sino malos cultivadores. 
    Víctor Hugo

    Amigo es no solo quien perdona un error, sino también quien ayuda a que no vuelva a cometerlo. 
    Sócrates

     
     

    APRENDE A ORAR, 10 PASOS

     


    APRENDE A ORAR, 10 PASOS:
    1.- Comienza por saber escuchar. El Cielo emite noche y día.

    2.- No ores para que Dios realice tus planes, sino para que tú interpretes los planes de Dios.

    3.- Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad es la oración. Cristo dijo: "Pedid y recibiréis"

    4.- El pedir tiene su técnica. Hazlo atento, humilde, confiado, insistente y unido a Cristo.

    5.- ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas veces. Y a solas.

    6.- No conviertas tu oración en un monólogo, harías a Dios autor de tus propios pensamientos.

    7.- Cuando ores no seas ni engreído, ni demasiado humilde. Con Dios no valen trucos. Sé tal cual eres.

    8.- ¿Y las distracciones involuntarias? Descuida. Dios, y el sol, broncean con solo ponerse delante.

    9.- Si alguna vez piensas que cuando hablas a Dios Él no te responde..., lee la Biblia.

    10.- No hables nunca de «ratos de oración»; ten «vida de oración».

    (Enviado por Claudia Pacella)

     

    LA SOLEDAD COMPAÑERA DE LA VIDA

    Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
    La soledad compañera de la vida
    La soledad está en nuestras vidas, pero hay que saber amarla. Nos llevará al encuentro con Dios que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.
     
    La soledad compañera de la vida
    La soledad es un sentimiento que nos llena el alma de un silencio frío y oscuro si no la sabemos encauzar. Hay rostros surcados de arrugas, de piel marchita, de labios sin frescura, de ojos empequeñecidos, turbios y apagados que nos hablan por si solos de la soledad. Si sus voces nos llegaran nos dirían de su cansancio, de su miedo, pero sobre todo de su soledad....

    Pero no hace falta que seamos ancianos para que en la vida nos acompañe la soledad.

    La soledad del sacerdote, aún los más jóvenes, con sus votos de obediencia, pobreza y castidad, pero a veces es más dura la soledad de su propio corazón, que aunque ayudado por la Gracia de Dios no deja de ser humano. Tienen que consolar a los seres que llegan hasta ellos con sus penas, con sus problemas pero su corazón no puede aferrarse a ninguna criatura de la tierra y a veces se sienten solos, muy solos, tan solo acompañados de una gran soledad

    La soledad en la adolescencia, duele profundamente por nueva, por incomprensible...Los padres se están divorciando, se quiere a los dos, se necesita a los dos, pero para ellos parece que no existe ese ser que no acaba de comprender y que está muy solo. Ellos tienen sus pleitos, su mal humor. La mamá siempre llorando, el papá alzando la voz... para él nada... tal vez sientan hasta que haya nacido. Si se divorcian será un problema ¿Qué será de él?¡Qué gran soledad, qué amarga soledad!

    Las monjas misioneras, los misioneros, lejos de sus seres queridos y en tierras extrañas.

    Y la soledad en algunos matrimonios, esa soledad que ahoga, que asfixia...que como dice el poeta: "es más grande la soledad de dos en compañía". El hombre de grandes negocios, empresario importante, magnate en la sociedad que parece que lo tiene todo pero que en el fondo vive una gran soledad.

    La soledad de las grandes luminarias siempre rodeadas de personas y siempre solas... Las esposas de los pilotos, de los marinos, de los médicos, saben de una gran soledad y ellos a su vez, en medio del cumplimiento del deber, también están solos. La soledad de las personas que han perdido al compañero o compañera de su vida, ese quedarse como partido en dos porque falta la otra mitad, ese no saber cómo vivir esas horas, ahora tan vacías, tan tristes, tan solas...

    Si no convertimos esa soledad en compañía para otros seres quizá, más solos aún que nosotros mismos, si no llenamos ese vacío y esas horas con el fuego de nuestro amor para los que nos rodean y nos necesitan, esa soledad acabará por aniquilarnos, ahogándonos en el pozo de las más profunda depresión.

    En realidad todos los seres humanos estamos solos. La soledad está en nuestras vidas pero hay que saber amarla. Si le tenemos miedo, si no la amamos y no aprendemos a vivir con ella, ella nos destruirá. Si le sabemos dar su verdadero sentido, ella nos enriquecerá y será la compañera perfecta para nuestro espíritu. Con ella podremos entrar en nuestra alma, con ella podremos hablar con nuestros más íntimos sentimientos.

    Ella nos ayudará, ella, la soledad bien amada y deseada a veces, nos llevará al encuentro de nuestra propia identidad y luego al mejor conocimiento de Dios, que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño

    jueves, 11 de agosto de 2011

    LA COMPUTADORA Y LOS OJOS

     
    La computadora y los ojos

    En la sociedad moderna, muchas personas pasan demasiadas horas frente de las pantallas del computador. Muchas de ellas de quejan de cansancio en sus ojos, lagrimeo, enrojecimiento, dolor de cabeza y además están preocupadas por saber si hay posibilidades de daño permanente a la visión al trabajar con computadoras.

    Solo se necesitan unas pocas horas enfrente del monitor para que se presenten los síntomas antes enumerados. Pero hay mucho que usted puede hacer para evitarlo:

    1- El monitor debe de estar colocado a la altura de los ojos o un poquito debajo de la altura de los ojos.

    2- Los materiales con los que se trabaja, tienen que estar cerca del monitor, para evitar movimientos constantes de la cabeza y de “enfoque” de los ojos.

    3- Evite cualquier “reflejo” en el monitor. Ya sea de la luz de la ventana, luz directa o de cualquier otro objeto que le de ese reflejo.

    4- Trate de fijar la mirada en un objeto distante al monitor con frecuencia. Así ejercitará sus ojos y su “enfoque” será mejor.

    5- Parpadee frecuentemente para que sus ojos tengan buena lubricación y no los sienta secos

    6- Si usted usa anteojos para leer, es muy probable que necesite otros anteojos, especiales, para trabajar frente a la computadora, y este es un asunto que deberá consultar con su oftalmólogo.

    7- La computadora no produce daño permanente a los ojos, pero si usted trabaja muchas horas por semana frente a la pantalla, es una muy buena razón para visitar a su oftalmólogo por lo menos una vez al año.
     

     


    ORACIÓN POR LOS SACERDOTES

    ¡Oh Jesús!

    Te ruego por tus fieles y fervorosos sacerdotes,
    por tus sacerdotes tibios e infieles,
    por tus sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones,
    por tus sacerdotes que sufren tentación,
    por tus sacerdotes que sufren soledad y desolación,
    por tus jóvenes sacerdotes,
    por tus sacerdotes ancianos,
    por tus sacerdotes enfermos,
    por tus sacerdotes agonizantes
    por los que padecen en el purgatorio.
    Pero sobre todo, te encomiendo a los sacerdotes que me son más queridos,
    al sacerdote que me bautizó,
    al que me absolvió de mis pecados,
    a los sacerdotes a cuyas Misas he asistido y que me dieron tu Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión,
    a los sacerdotes que me enseñaron e instruyeron, me alentaron y aconsejaron,
    a todos los sacerdotes a quienes me liga una deuda de gratitud, especialmente a...

    ¡Oh Jesús, guárdalos a todos junto a tu Corazón y concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad!
    Amén

    LA EUCARISTÍA: FIN DE TODOS LOS SACRAMENTOS


    Autor: n/a | Fuente: Catholic.net
    La Eucaristía: fin de todos los sacramentos
    Es fuente y cumbre de toda la vida cristiana, de alguna manera, está presente en todos los sacramentos.



    La Eucaristía: fin de todos los sacramentos

    La Eucaristía es el fin, la consumación y el principio de todos los sacramentos. Así lo enseñan:

    Pseudo Dionisio: es el fin y la consumación de todos los demás sacramentos

    Santo Tomás de Aquino: es el más excelente de todos los sacramentos”

    El Concilio Vaticano II: es fuente y cumbre de toda la vida cristiana o sea, fuente por ser principio y cumbre por ser fin; “...los otros sacramentos, así como todos los ministerios eclesiásticos y obras de apostolado, están íntimamente trabados con la sagrada Eucaristía y a ella se ordenan”. El Concilio cita en nota a Santo Tomás: “La Eucaristía es como la consumación de la vida espiritual y el fin de todos los sacramentos”.

    El Catecismo de la Iglesia Católica reitera esta doctrina.

    La Eucaristía es fin de los sacramentos por tres razones principales:

    1º Por razón de lo que contiene;
    2º Por la ordenación de los sacramentos entre sí;
    3º Por los ritos sacramentales.

    1º Por razón de lo que contiene, la Eucaristía es fin de los sacramentos, porque contiene sustancialmente al mismo Cristo. Los demás sacramentos sólo contienen una virtud instrumental recibida de Cristo por participación y, como el ser por esencia es más excelente que el ser por participación, la Eucaristía es más excelente que los demás sacramentos.

    2º Por la ordenación de los sacramentos entre sí, la Eucaristía es fin de los sacramentos, porque todos los sacramentos están ordenados a la Eucaristía como a su fin. Por ser la Eucaristía el fin de todos los sacramentos, de alguna manera, está en todos los sacramentos, ¿de qué manera? como el fin está en los medios que a él conducen.

    -el Orden tiene por fin la consagración de la Eucaristía;
    -el Bautismo, la recepción de la Eucaristía;
    -la Confirmación perfecciona al bautizado para que el respeto humano no le retraiga de acercarse a tan excelso sacramento;
    -la Penitencia y la Unción de los enfermos disponen al hombre para recibir dignamente el cuerpo de Cristo;
    -el Matrimonio representa el lazo indisoluble de Cristo con su Iglesia, cuya unión se significa y se causa en la Eucaristía. “Gran misterio este del matrimonio; pero entendido de Cristo y de la Iglesia” (cfr. Ef 5, 32).

    3º Por los ritos sacramentales, la Eucaristía es fin de los sacramentos, porque la administración de casi todos los sacramentos se completa, se consuma, con la Eucaristía; lo cual puede apreciarse en todos los rituales de los otros sacramentos.

    De ahí que “el bien común espiritual de toda la Iglesia se contiene sustancialmente en el mismo sacramento de la Eucaristía” (“bonum commune spirituale totius Ecclesiae continetur substancialiter in ipso Eucaristiae sacramento”).

    SEAMOS LUZ...

    Seamos Luz

    Mirando a nuestro alrededor rápidamente comprendemos que el mundo es oscuridad, de tal modo que o bien alumbramos el mundo, o nos sumimos en su misma oscuridad. En cada instante de nuestra vida, sea un segundo, un minuto o una década, solo podemos dar dos cosas: luz u oscuridad. En la pequeña gruta de Belén ocurría igual, solo había oscuridad, como en el mundo de hoy. Pero allí, en medio de la oscuridad, ¡vino la Luz al mundo!

    Mi primer pensamiento cuando trato de comprender como se manifiesta esa Luz en el mundo, evoca esas reuniones de la iglesia primitiva, en los primeros siglos después de la Resurrección. Unidos en una fe espiritual, plena de confianza en la Presencia del Resucitado, ellos se dejaban alumbrar a pesar de la persecución y la pobreza. Compartían el mayor alimento que persona alguna pueda pretender: la Hostia Consagrada. En esas uniones consagradas a Dios, ellos se dejaban alumbrar por la Luz de Jesús, y como espejos perfectos devolvían esa Luz al mundo. Ellos eran luz.

    Con el paso de los siglos y al impulso de tantas santas generaciones, el hombre se elevó hasta hacer en buena medida a Dios el centro de su vida. Pero, en el cenit del cristianismo, el mundo empezó a caer en una negación creciente de la necesidad de tener a Jesús presente en todo. En este camino descendente, el siglo XXI se ha iniciado envuelto en una oscuridad espiritual agobiante, que envuelve y ahoga todo a su alrededor. Nosotros, como los cristianos de los primeros tiempos, estamos dentro de estas catacumbas espirituales, solo que esta vez el encierro esta en los corazones.

    Como los cristianos de la iglesia primitiva, tenemos que hacernos fuertes en nuestra vida interior, debemos crecer espiritualmente. Si permitimos que la Luz de Jesús entre dentro nuestro, si dejamos que Él se apodere de nuestra alma, seremos como espejos que reflejarán Su Luz en este mundo desértico. ¡Seremos Luz! Luz, como Jesús lo es, de tal modo que de nosotros brote esa luminosidad, que es la Luz del Salvador, la Única Luz Verdadera. Cuando la gente vea esa llama iluminándonos, dirán: ¡miren como se aman! Será un nuevo Pentecostés.

    En el Cenáculo, los Apóstoles acompañados de María recibieron la Luz de Dios de tal modo que lenguas de fuego descendieron sobre ellos, iluminándolos, haciéndolos antorchas espirituales. El Espíritu Santo, como Jesús les había prometido, les dio la sabiduría y la fortaleza que no tenían. Se hicieron Luz, y salieron por los caminos a alumbrar, a construir la Iglesia que el Señor les había dejado como legado. Nosotros recibimos esa iglesia como herencia; laicos o consagrados, somos nosotros los miembros de esa iglesia. Somos manos, brazos, piernas, cuerpo Místico de Jesús, la Luz que emana de Cristo, emana de Su Iglesia, ¡por eso nosotros somos Luz!

    Cuando damos Luz, irradiamos paz y unión, serenidad y seguridad, fortaleza y verdadera sabiduría. Cuando damos Luz, rompemos las barreras que nos separan del amor, y dejamos que Jesús se derrame en torrentes incontenibles sobre quienes nos rodean. Así, cediendo a la fuerza de ese manantial de amor irrefrenable, abramos nuestros corazones a Jesús, en María, y con María, de tal modo que el Señor nos haga faros de Su Luz, centella que ilumina el horizonte.

    ¡Y la Luz vino al mundo!

     

    ORACIÓN A SANTA CLARA DE ASÍS

    Oración a Santa Clara de Asís

    Oh amable Santa Clara, tú que siguiendo las huellas de la virgen María, fuiste madre del cuerpo místico de Cristo; danos tu amor por la iglesia y por todos hermanos.

    Tú, que con tus últimas palabras has bendecido al Señor por haberte creado; haz que comprendamos el gran don que es la vida. Intercede para que en nuestras familias haya concordia, serenidad en el trabajo, alegría en el estar juntos; haz que un día podamos reunirnos para alabar y cantar eternamente contigo la misericordia del Señor.
    Amen.

    miércoles, 10 de agosto de 2011

    PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE


    "Entra en este Sagrado Corazón como convidado al banquete de amor de tu único y perfecto amigo, que quiere embriagarte con el deleitoso vino de su puro amor."

    (Sta. Margarita Marìa de Alacoque)

    EL PENSAMIENTO NEGATIVO...



     EL PENSAMIENTO NEGATIVO...

    El pensamiento negativo es, quizás, el más exorbitante despilfarro imaginable. Es algo que ningún ser humano debería permitirse. El precio del pensamiento negativo es algo que jamás se recupera, porque se paga con la vida misma. ¿Cómo puede alguien recuperar un momento, un día o un año vivido en negativo?
    Y más allá de las oportunidades perdidas que conlleva, el pensamiento negativo es lisa y llanamente destructivo. No sirve para nada, a pesar de ser carísimo. Afortunadamente, el pensamiento negativo es totalmente innecesario. Y está absolutamente bajo tu control. No tienes que utilizarlo si no lo deseas. Y realmente, ¿por qué querrías hacerlo?
    No importa lo que se presente en tu camino, tú siempre puedes decidir cómo responder. Hasta en las situaciones más desesperadas, lo mejor que uno puede hacer es mantenerse enfocado en lo positivo, en aquello que uno sí puede hacer, en la diferencia que uno sí puede marcar. ¿Por qué querría alguien hacer lo contrario?


                                                        

    VIRGEN MARÍA



    VIRGEN MARÍA

    "Nuestra Señora -decía Teresa de Calcuta- me acompaña en todos los viajes; la llamo mi Compañera desde que un día, en Berhampur, le dije al capellán de las Hermanas que me regalase una imagen de María Milagrosa con las manos abiertas, derramando gracias sobre el mundo. Aceptó encantado, embaló la imagen y la llevó a la estación. Era una imagen muy grande, casi de tamaño natural, así que el jefe de estación quería que la facturase y pagase la correspondiente tarifa. Pero yo tenía un pase en los ferrocarriles para mí y una compañera, así que le dije: "ésta es mi compañera..." y me dejó viajar con la imagen sin pagar nada por ello. Desde entonces, la Virgen me acompaña siempre en mis desplazamientos. Nunca viajo sola"

    Es ahora cuando puedes hablar con Santa María. Si quieres puedes empezar diciéndole lo escrito a continuación; luego comenta algo más con Ella.

    María, necesito que me acompañes, que estés conmigo todo el día. Me gustaría darme más cuenta de que realmente te tengo a mi lado en todo momento; aprovecharé si me ayudas cada imagen tuya que vea para decirte algo, recordarlo y contar contigo. Gracias, "Compañera".

     



    SILENCIO Y ESCUCHA DE LA PALABRA

    utor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
    Silencio y escucha de la Palabra
    Hagamos silencio para escuchar la Palabra de Dios y meditarla, para que ella siga morando, viviendo y hablándonos a lo largo de todos los días.
     
    Silencio y escucha de la Palabra



    El mundo moderno nos bombardea con noticias y ruidos, con músicas y discusiones, con “blogs” y mensajes de todo tipo. Al mismo tiempo, nuestros corazones generan pensamientos y emociones que aturden y arrastran, que encandilan y casi “drogan” nuestro espíritu.

    La semilla no puede dar fruto si el alma vive prisionera de mil preocupaciones, angustias, apegos, zozobras. Para que la semilla empiece su camino vigoroso, antes hay que escardar, limpiar, zanjar, proteger el terreno del espíritu.

    Escuchar la Palabra, el mensaje de Dios a los hombres, es imposible si nos faltan espacios de silencio. Como explica el Papa Benedicto XVI, “la palabra sólo puede ser pronunciada y oída en el silencio, exterior e interior. Nuestro tiempo no favorece el recogimiento, y se tiene a veces la impresión de que hay casi temor de alejarse de los instrumentos de comunicación de masa, aunque sólo sea por un momento. Por eso se ha de educar al Pueblo de Dios en el valor del silencio. Redescubrir el puesto central de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia quiere decir también redescubrir el sentido del recogimiento y del sosiego interior” (exhortación apostólica postsinodal “Verbum Domini”, n. 66).

    Si adoptamos una sana actitud de silencio, el corazón empieza a estar abierto a la acogida de la Palabra de Dios, como la Virgen, como los santos. Así lo explica el Papa: “La gran tradición patrística nos enseña que los misterios de Cristo están unidos al silencio, y sólo en él la Palabra puede encontrar morada en nosotros, como ocurrió en María, mujer de la Palabra y del silencio inseparablemente. Nuestras liturgias han de facilitar esta escucha auténtica: Verbo crescente, verba deficiunt” (“Verbum Domini”, n. 66).

    Esto vale, como señala Benedicto XVI en el texto antes citado, de modo especial para la Liturgia: “Este valor ha de resplandecer particularmente en la Liturgia de la Palabra, que «se debe celebrar de tal manera que favorezca la meditación». Cuando el silencio está previsto, debe considerarse «como parte de la celebración». Por tanto, exhorto a los pastores a fomentar los momentos de recogimiento, por medio de los cuales, con la ayuda del Espíritu Santo, la Palabra de Dios se acoge en el corazón” (“Verbum Domini”, n. 66).

    Si pasamos a través de los dinteles del silencio y del recogimiento, interno y externo, entramos en la escuela en la que habla el verdadero Maestro, Jesucristo. Él está, respetuosamente, junto a la puerta de nuestros corazones. “Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos” (Ap 3,20).

    Por eso, al finalizar el texto de la exhortación “Verbum Domini”, el Papa invita a todos los católicos a fomentar un clima adecuado a la escucha con la ayuda del silencio.

    “Hagamos silencio para escuchar la Palabra de Dios y meditarla, para que ella, por la acción eficaz del Espíritu Santo, siga morando, viviendo y hablándonos a lo largo de todos los días de nuestra vida. De este modo, la Iglesia se renueva y rejuvenece siempre gracias a la Palabra del Señor que permanece eternamente (cf. 1Pe 1,25; Is 40,8). Y también nosotros podemos entrar así en el gran diálogo nupcial con que se cierra la Sagrada Escritura: «El Espíritu y la Esposa dicen: ‘¡Ven!’. Y el que oiga, diga: ‘¡Ven!’... Dice el que da testimonio de todo esto: ‘Sí, vengo pronto’. ¡Amén! ‘Ven, Señor Jesús’» (Ap 22,17.20)” (“Verbum Domini” n. 124).


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    PENSAMIENTO DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA



    Pensamiento 

    El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.  

    Beata Madre Teresa de Calcuta

    martes, 9 de agosto de 2011

    LAS PERSONAS...

    Las Personas.. 
     
    Las personas que comparten un mismo rumbo y tienen sentido de comunidad pueden llegar adonde lo deseen más fácil y rápidamente, porque van apoyándose mutuamente.

    Cuando nos mantenemos uno al lado del otro, apoyándonos y acompañándonos, podemos conformar un verdadero equipo, entonces podremos afrontar todo tipo de situaciones.

    Cuando entendemos el verdadero valor de la amistad, la vida será más simple y el vuelo de cada año más placentero.

    Necesitamos trabajar en equipo; lo que uno no tiene lo tiene el otro y de esa manera nos complementamos.

    La madre Teresa dijo “Yo puedo hacer lo que tu no puedes, y tu puedes hacer lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas”.

    Del libro "Cómo Alcanzar tu Máximo Potencial"
    de Bernardo Stamateas
     
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