domingo, 15 de julio de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 15 JULIO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
15 julio


No faltan en nuestros días quienes piensan que es compatible la asistencia frecuente a la Santa Misa y demás actos del culto con la murmuración, la crítica, el odio o rencor contra el prójimo.

La virtud básica del cristianismo es la caridad; el verdadero cristiano no puede fomentar en sí ningún sentimiento de aversión, odio o mala voluntad hacia nadie.

Es verdad que muchas veces no podemos evitar esos malos sentimientos, antipatías o aversiones hacia quienes nos han hecho el mal, pero siempre podremos evitar el "consentir" en aquello que sintamos; lo que ofrende a Dios y el prójimo no es lo que sentimos, sino l oque consentimos.

Finalmente siempre será poco el esfuerzo que hagamos por conseguir un temperamento amable, dulce, bondadoso y comprensivo, paciente y humilde.


P. Alfonso Milagro

JESÚS ME NECESITA


Jesús me necesita
Ser Luz Brillante de Jesús es la misión de cada cristiano


Por: Madre Angélica | Fuente: www.ewtn.com 




Cada cristiano es una “carta de Cristo al mundo”, “escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo”, “escrita, no sobre tablas de piedra, sino en los corazones vivos.” (2 Cor, 3, 2-3) Cada persona discapacitada, tullida, minusválida, deforme, o quizás senil, que ha sido bautizada, es una central eléctrica para el bien, gracias a la gracia de Dios en el alma, en un mundo perverso. Esa persona no necesita entender o ser capaz de explicar tal gracia. Es suficiente con que la posea y su presencia en el mundo hace que éste sea mejor y todos los que lo habitan también solo por el hecho de haber nacido, aunque tenga solo una poca capacidad de comunicación con aquel mundo, ya que él es una nave que porta la luz de Dios en un mundo oscuro.

Los ancianos y los que están solos, cuyas vidas son consideradas inútiles porque no pueden producir según el máximo de sus capacidades, son verdaderos dínamos de energía espiritual cuando sus almas poseen la presencia de la Trinidad por la gracia; sus mentes poseen la sabiduría que viene de la experiencia y sus espíritus poseen la serenidad de los que han luchado el buen combate y esperan con alegría la llamada del Maestro.

No hay barreras para el cristiano que trabaja junto con Cristo, su líder, para el bien de todos. Cada uno es parte importante y preciosa del todo. Ricos y pobres, enfermos y sanos, jóvenes y viejos, analfabetos y genios, todos trabajan juntos en presencia de Dios que mora en cada uno como en un Templo vivo.

Jesús los necesita a todos, mientras unos construyen enseñando, algunos enmiendan con el arrepentimiento, otros con el sufrimiento, y otros animan por medio de su alegría, algunos guían por medio del ministerio, y otros ocupándose de los demás, algunos trabajando y otros por medio del cariño. Cualquier que sea su parte, ese cristiano es luz, una antorcha y una parte integral del Cuerpo Místico de Cristo.

Ningún cristiano puede sentirse inútil o solo. Él no busca ni aplausos ni valoración. La realización personal de poder llevar en su propia alma la Divina Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo le hace un instrumento poderoso para la salvación del mundo. Cada cristiano es una central eléctrica de gracia que extiende su mano y toca al vecino por medio del ejemplo y la oración. Es poderoso no importa donde esté o que haga, porque el poder que posee no le viene de él mismo, sino del Poder de Aquél que habita en él y en quien todos “vivimos, nos movemos y existimos”.

Somos parte del Cuerpo de Cristo sobre la tierra y todo lo que hacemos y somos tiene consecuencias sobre Él.

Un corazón quebrado llena el Cuerpo de una soledad palpitante. Una sonrisa lo hace feliz. Una alegría lo hace emocionarse y un dolor lo hace gritar.
El pecado lo hace retroceder hacia las contorsiones del rechazo y la santidad lo construye con un vigor renovado. La gracia es su sangre vivificante, que constantemente renueva sus células muertas revivificando los miembros sanos. La Cabeza del Cuerpo es Cristo y a cada uno de nosotros nos ha dado una función que cumplir, un papel que actuar y una trinchera que defender.

Cada uno de nosotros es vital para el funcionamiento apropiado del cuerpo entero y aunque nuestro deber particular permanezca oculto o inadvertido, el Cuerpo entero sufriría sin nosotros.

Necesitamos a Jesús, pero Él también nos necesita. No nos necesita porque podamos agregar algo a su obra, ya que Él es Infinito en todas sus perfecciones, nos necesita porque así lo quiere; quiere que cooperemos con Él para la salvación del mundo. A través de nuestro prójimo, Él extiende la mano y nos dice “te necesito…
Necesito tus palabras de consuelo en mi dolor, tu seguridad cuando estoy enfermo, tu esperanza cuando estoy desalentado y tu amor cuando el mundo es frío, porque aquello que hagan a uno de estos pequeños, a Mí me lo hacen”.

San Pablo se postra en tierra cuando oye la voz del Señor que le dice: “Saúl, Saúl, ¿Por qué me persigues?” (Hch 9, 4)


“¿Quién eres Tú?” Pablo contesta. Sí, sabía que la voz que lo había echado del caballo era la voz de Dios, pero el Dios que Pablo conocía era solo uno, Creador del Universo, Creador y Señor de los hombres, a quien había que obedecer y temer.

Pablo estaba confundido. “¿Señor?” Le contestó, y luego Pablo tuvo su primer encuentro con Dios hecho hombre, con Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad. Su concepto de Dios habría de cambiar, Había sido creado para entender que Dios vivía en su prójimo, pronto sería consciente de esa presencia al ser bautizado por Ananías y en el momento en que el Espíritu Santo se derramó en su alma con gracia y luz. “Yo le mostraré”, le dijo Jesús a Ananías, “cuánto tendrá que sufrir por mi nombre”.

Y lo mismo pasó con Pedro. Jesús le dijo después de la Resurrección: “Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (Jn 21, 17). Jesús necesitaba de Pedro y de los demás apóstoles para edificar los cimientos de un nuevo estilo de vida, una vida totalmente entregada a Dios, una vida de alegría y sacrificio, una vida de amor por el prójimo.

Jesús necesitó su martirio para que atestiguaran por El el poder de su Nombre. Les dio el poder de curar para revelar su preocupación por los enfermos. Les dio el poder de expulsar demonios para compartir su compasión con los pobres pecadores. Les dio el poder de soportar el dolor y alegrarse con él de modo que pudieran dar esperanza a otros.

Jesús necesitó a estos hombres en cada faceta de sus vidas para que lo ayudaran a salvar al mundo. Jesús nos redimió por su vida, por su sufrimiento y por su muerte. Necesitó de estos hombres y de muchos más para que lo siguieran enseñando, proclamando, sosteniendo y dando alegría.

Jesús necesitó a Juan, lo necesitó para que se hiciera cargo de su Madre cuando el tiempo de su regreso al Padre había llegado. “Viendo a su Madre y al discípulo que amaba, dijo Jesús a su Madre: “Mujer, éste es tu hijo, y dijo al discípulo: ésta es tu madre, y desde aquel momento, el discípulo hizo un lugar para ella en su casa.” (Jn 19, 26-27)
Jesús necesitó a María, de cuyo Cuerpo Inmaculado tomó su Humanidad. Necesitó a José, fuerte y apacible para protegerlo a él y a su madre durante su estancia terrena.

Jesús los necesitó a todos porque el Amor extiende su mano hacia el compañerismo, no para recibir, sino para dar, no para crecer en algo, sino porque quiere que experimentemos la alegría de ser serviciales y de estar unidos a Dios que es amable y bueno.


Jesús Necesita mi servicio

Dios creó nos creo a cada uno con un objetivo definido en su mente infinita. Aunque siempre tenga una visión panorámica de nuestras vidas enteras, este conocimiento no le impide buscar nuestra voluntad y nuestros corazones.

Cuando nuestro prójimo nos necesita, es porque tenemos algo para darle que él no posee. Lo que tenemos para darle puede no ser tangible, pero igual podremos saciar alguna de sus necesidades.

Con Dios esto es diferente. Todo lo que tenemos en el cuerpo, el alma, talentos y bienes, son un regalo suyo. Lo que le damos a Él en estas dimensiones no es un regalo en absoluto ya que desde ya nosotros le pertenecemos.

Se hace necesario para nosotros dar a nuestro prójimo aquellas cosas que no le podemos dar a Dios, de la misma manera que Dios nos da sus dones a nosotros. Debemos darlos gratuitamente y desinteresadamente, no porque nuestro vecino merezca estas ventajas, sino únicamente porque queremos imitar al Padre.

Sea que nuestro servicio sea tangible, alimento o ropa, o intangible como el amor, la oración, la compasión y la paciencia, tenemos que servir a nuestro prójimo en aquello que no podemos servir a Dios. Es por eso que Jesús nos dirá en el último día. “Yo os digo que todo lo que hiciste al más pequeño de mis hermanos, me lo hiciste a mí. (Mt 25, 40).


Jesús Necesita mi debilidad

“Todo aquél que no cargue su Cruz y me siga no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 27) Duras palabras para un Salvador, un Redentor, que debía de liberarnos del mal.

La Cruz era un escándalo entonces y lo sigue siendo hoy. Sin embargo, debemos entender que no es tanto un escándalo como un misterio, un misterio que nunca comprenderemos en esta vida. No entendemos el amor desinteresado, aquel amor que no quiere nada más que parecerse al Amado, que busca unirse a él con la mente, el corazón, amor que dice “No temáis, yo también he tenido dolor, persecución, sufrimiento, pobreza y hambre. Mirad, yo les muestro como perseverar, yo les muestro como rezar, como perdonar, como amar, como estar en paz, como conformarse con el Plan del Padre sin importar dificultad alguna”.

Él se desprendió de sí para que nosotros pudiéramos estar llenos, llenos no por nuestra conveniencia sino por el bien del prójimo. Nos enseñó a aceptar la indiferencia desde su infancia. Nos mostró como aceptar la soledad durante su vida oculta. Nos mostró como aceptar el éxito por su actitud ante la gente que lo proclamaba Rey. Nos mostró como aceptar la voluntad de Dios en la Agonía en el Huerto, nos mostró cómo aceptar el dolor, los insultos, y la muerte, una muerte de Cruz.

Todo fue un signo de amor por el Padre y por nosotros, y todo debe ser también lo que nosotros testimoniemos al mundo. “Alégrense cuando os persigan”, nos dijo. Una y otra vez nos dijo que no temiéramos porque Él había conquistado el mundo. Él lo conquistó no cambiándolo, sino cambiando a los hombres que vivían en él.

Él lo dejó todo por nosotros, y quiere que sus discípulos hagan lo mismo. Vivir la privación fue parte de su testimonio ante el mundo y debe ser parte también del nuestro. Él instruyó a quienes lo seguían a no llevar nada para el camino salvo un bastón; ni pan, ni bolso, ni túnica, ni monedas para su bolsa. Debían usar sandalias pero al mismo los advirtió diciéndoles “no lleven túnica de repuesto”. (Mc 6, 8-9).

Nuestro testimonio no debe ser sano, rico y sabio, pero si debe ser el de aceptar todo lo que la Providencia pone en nuestro camino con alegría de corazón y paz en la mente: salud o enfermedad, pobreza o riqueza, éxito o fracaso. Nuestro testimonio debe ser realmente libre mentalmente, sin resentimientos; libre en el corazón, sin accesorios que nos puedan obstaculizar; libre en el cuerpo, que vive el autocontrol; y libre en el espíritu, siempre buscando la unión con Dios, su honor y su gloria.


Jesús necesita mi amor

Su deseo de que seamos “completamente como Él” tiene un toque de urgencia, es un deseo ardiente de que lo amemos tanto como Él nos ama. Cuando dos personas se aman el uno al otro, ese mismo amor demuestra al mundo que se pertenecen el uno al otro. Ese amor prueba que algunas personas en nuestras vidas son nuestros amigos y la falta de ese amor demuestra que otros son simples conocidos e incluso enemigos.

El amor demuestra su poder derritiendo los corazones helados, dando seguridad, cambiando las personalidades, inculcando la alegría y provocando un sentimiento de bienestar que nada más puede causar.

El amor demuestra que podemos cuidar de otros incluso sacrificándonos por ellos, el amor necesita probarse a sí mismo que ama, se esfuerza por probarle al otro cuan intenso es y es ingenioso en su modo de suministrar aquella prueba.

Las pruebas que vienen del amor verdadero permanecen ocultas y pasan inadvertidas para aquél que ama. Y la razón de esto es que aquél que ama a Dios intensamente y continúa amándolo siempre está tan ocupado amando que no se da cuenta del testimonio que da, ese testimonio es el fruto de aquel profundo amor, no su causa.

Jesús nos transforma en hermosas imágenes suyas por el poder del Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones.


Jesús me necesita

Todo lo que Jesús quiere de nosotros exige que confiemos en Él.

Las Bienaventuranzas son ocho escaños para confiar, porque demanda mucha confianza creer y vivir según el principio de que los pobres poseerán el Reino y de que los perseguidos estarán alegres.

Demanda mucha confianza comprender que, cuando todo parece desmoronarse, de algún modo todos los pedazos rotos están en Sus manos y Él volverá a unirlos.

Demanda mucha confianza ver el sufrimiento y comprender que Dios está educando a aquellos que ama y que el mismo Jesús sufre en ellos.

Demanda mucha confianza rezar fuerte y largo y no recibir la respuesta que uno quisiera.

Demanda mucha confianza pensar que Dios se valdrá de nuestras debilidades para nuestro bien mientras hagamos un sincero esfuerzo por vencerlas.

Demanda mucha confianza comprender que la muerte de alguien querido ocurre en el mejor momento de su vida.

Demanda mucha confianza abandonar a todos y todo en las manos de Dios sin preocuparnos.

Necesitamos confiar en Él en todo momento y toda nuestra vida, y esa confianza brillara como los rayos del sol, tocando a todos los que encontremos en el camino.

La confianza que Jesús demanda de sus seguidores parece imposible y este hecho demuestra que sólo Dios exigiría una confianza heroica.

Él nos pidió no preocuparnos por el mañana y cuando nuestro prójimo ve ese testimonio en nosotros, su corazón se eleva.

Él nos pidió saltar de alegría cuando somos perseguidos, porque cuando lo hacemos, le mostramos a los demás que hay un mundo mejor más allá de este, un mundo en donde descansa nuestro verdadero tesoro.

Él nos pidió cumplir la voluntad del Padre con absoluta confianza en la Sabiduría de aquél plan, y el ver esta clase de confianza es una experiencia suficientemente poderosa como para fortalecer a nuestros hermanos en las circunstancias más difíciles.

Él nos pidió ser mansos y humildes de corazón para que encontremos descanso para nuestras almas; la serenidad, que es el fruto del señorío de uno mismo se vuelve la envidia del mundo.

Cada cristiano es importante, importante para Dios, para el mundo y para el Reino.


Luz Brillante de Jesús

Ser Luz Brillante de Jesús es la misión de cada cristiano. Como el brillo de una estrella en medio de una noche oscura, así el cristiano debe dar luz y esperanza y levantar los corazones y las mentes de todo el mundo hacia el Amor y la Misericordia de Dios que es Padre y Señor.

El esfuerzo constante del cristiano por hacerse una réplica exacta de Jesús es motivo de esperanza para el prójimo, lo llena con la convicción profunda de que existe una realidad invisible lo suficientemente fuerte como para vencer cualquier tentación, como para sobreponerse a cualquier indignidad, soportar todas las cruces y mantener el gozo no importa lo que pueda suceder.

Jesús necesita que aquella imagen, aquel cristiano, lo ayude a irradiar su poder y su Persona al mundo. Pablo lo dice hermosamente, “Dios nos hace, en Cristo, compañeros en su triunfo, y a través de nosotros expande su conocimiento como un dulce aroma en todo lugar” (2 Cor 2, 14) “Somos incienso de Cristo para Dios… Son una carta de Cristo, escrita con el Espíritu de Dios vivo.” “Somos embajadores de Cristo; como si Dios hablara por medio de nosotros”.(2 Cor 5, 21).

Debemos irradiar a Jesús y los rayos de aquella luz brillarán en los confines de la tierra, sobre cada nación y sus gentes, porque trabajamos junto con Jesús para la salvación de la humanidad.

“Os he amado con un amor eterno” (Jer 31, 3).

NUEVA ETAPA EVANGELIZADORA - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 JULIO 2018


Nueva etapa evangelizadora 




El papa Francisco nos está llamando a una «nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús». ¿En qué puede consistir? ¿Dónde puede estar su novedad? ¿Qué hemos de cambiar? ¿Cuál fue realmente la intención de Jesús al enviar a sus discípulos a prolongar su tarea evangelizadora?

El relato de Marcos deja claro que solo Jesús es la fuente, el inspirador y el modelo de la acción evangelizadora de sus seguidores. No harán nada en nombre propio. Son «enviados» de Jesús. No se predicarán a sí mismos: solo anunciarán su Evangelio. No tendrán otros intereses: solo se dedicarán a abrir caminos al reino de Dios.

La única manera de impulsar una «nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús» es purificar e intensificar esta vinculación con Jesús. No habrá nueva evangelización si no hay nuevos evangelizadores, y no habrá nuevos evangelizadores si no hay un contacto más vivo, lúcido y apasionado con Jesús. Sin él haremos todo menos introducir su Espíritu en el mundo.

Al enviarlos, Jesús no deja a sus discípulos abandonados a sus fuerzas. Les da su «poder», que no es un poder para controlar, gobernar o dominar a los demás, sino su fuerza para «expulsar espíritus inmundos», liberando a las personas de lo que las esclaviza, oprime y deshumaniza.

Los discípulos saben muy bien qué les encarga Jesús. Nunca lo han visto gobernando a nadie. Siempre lo han conocido curando heridas, aliviando el sufrimiento, regenerando vidas, liberando de miedos, contagiando confianza en Dios. «Curar» y «liberar» son tareas prioritarias en la actuación de Jesús. Darían un rostro radicalmente diferente a nuestra evangelización.

Jesús los envía con lo necesario para caminar. Según Marcos, solo llevarán bastón, sandalias y una túnica. No necesitan de más para ser testigos de lo esencial. Jesús los quiere ver libres y sin ataduras; siempre disponibles, sin instalarse en el bienestar; confiando en la fuerza del Evangelio.

Sin recuperar este estilo evangélico, no hay «nueva etapa evangelizadora». Lo importante no es poner en marcha nuevas actividades y estrategias, sino desprendernos de costumbres, estructuras y servidumbres que nos están impidiendo ser libres para contagiar lo esencial del Evangelio con verdad y sencillez.

En la Iglesia se ha perdido ese estilo itinerante que sugiere Jesús. Su caminar es lento y pesado. No sabemos acompañar a la humanidad. No tenemos agilidad para pasar de una cultura ya pasada a otra actual. Nos agarramos al poder que hemos tenido. Nos enredamos en intereses que no coinciden con el reino de Dios. Necesitamos conversión.



© Padre José Antonio Pagola

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 JULIO 2018


Lecturas de hoy Domingo 15º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Hoy, domingo, 15 de julio de 2018



Primera lectura
Lectura de la profecía de Amós (7,12-15):

En aquellos días, dijo Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, a Amós: «Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Casa-de-Dios, porque es el santuario real, el templo del país.» 
Respondió Amós: «No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo de Israel."»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 84

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,3-14):

Bendito sea Dios, Padre nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en el que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,7-13):

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. 
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.» 
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Palabra del Señor


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Comentario al Evangelio de hoy domingo, 15 de julio de 2018
 Fernando Torres cmf


Una Iglesia en misión

      El Evangelio de hoy nos cuenta cómo Jesús envió a los discípulos de dos en dos a predicar la conversión y le dio autoridad sobre los espíritus que esclavizaban y oprimían a los hombres y mujeres de aquel tiempo. Les pidió que fueran con lo justo para el camino. Apenas un bastón y nada más. Lo más importante era el mensaje que llevarían.

      Esa misión, que comenzó en tiempos de Jesús, sigue hoy en marcha. En estos veinte siglos en la Iglesia siempre ha habido hombres y mujeres dispuestos a salir de su tierra, llevando apenas un bastón, dejando atrás seguridad y comodidades, para ir a anunciar el Evangelio. Estos misioneros no siempre han sido bien recibidos. Algunos han muerto de forma violenta. Pero otros muchos fueron acogidos con el corazón abierto y en los países que les recibieron desgastaron su vida al servicio de sus habitantes, educaron a sus hijos, cuidaron a sus enfermos, liberaron a los oprimidos y dieron alegría a los tristes. 

      Así los misioneros y misioneras han hecho y hacen presente en muchos lugares el Reino de Dios. Hacen muchas cosas y muy diferentes, pero en todo lo que hacen llevan siempre un mensaje único: que Dios nos ha bendecido en Cristo con toda clase de gracias, que en él nos ha elegido para que seamos santos en el amor, que nos ha destinado a que seamos sus hijos, que en él nos ha perdonado todos nuestros pecados. La voluntad de Dios consiste en reunir a todos en Cristo, en hacer de todos nosotros una sola familia. Ése es el mensaje que los misioneros y misioneras llevan no sólo a los lugares lejanos sino también a los más cercanos. Porque aquí, cerca de nosotros, a veces en nuestras mismas familias o casas, hay personas que desconocen ese mensaje de salvación, que se dejan llevar por la tristeza y la falta de esperanza.

      Las lecturas de este domingo nos enseñan que la misión de la Iglesia no afecta sólo a los misioneros y misioneras que dejan su país de origen y se van a países lejanos. Toda la comunidad cristiana, cada uno de los que la forman, debe ser misionera. Todos somos responsables de llevar el anuncio del amor de Dios, del perdón de los pecados, del Reino de salvación a los que no lo conocen, a los que viven sin esperanza. No hace falta saber idiomas ni hacer largos estudios. Basta con vivir siendo testigos del amor de Dios, del amor con que Dios nos ama y regalar ese amor a los que viven con nosotros. Si así vivimos, descubriremos con sorpresa como echaremos a muchos “demonios” que oprimen la vida de las personas que nos rodean.



Para la reflexión

      ¿Crees que hay personas cerca de ti que desconocen el mensaje de la salvación que Jesús nos ofrece? ¿Qué significa en concreto ser testigos del amor de Dios para esas personas? ¿Que actitudes deberíamos tener y que acciones deberíamos realizar para ser testigos de ese amor ante ellos?

FELIZ DOMINGO




sábado, 14 de julio de 2018

INSPIRACIONES DEL ESPÍRITU SANTO


Inspiraciones del Espíritu Santo


Es cierto que el Espíritu Santo nos quiere hablar, pero a veces nos cuesta escucharle. Esto sucede porque hay muchas otras voces que constantemente nos llegan de todos lados pidiendo atención. Todas quieren penetrar en nuestros razonamientos e influir en las decisiones que tomamos.

Saber escuchar las inspiraciones del Espíritu Santo, es un aprendizaje progresivo: se trata de convertirse en aquellas ovejas que reconocen la voz de su pastor en medio de las otras voces que las rodean (Jn 10, 3-5). Para lograr esto, es necesario crear poco a poco un cierto "clima de vida" que comprende los siguientes elementos:

1.- Estar decididos a hacer la voluntad de Dios
Dios habla a aquellos que desean obedecerle. La obediencia es una elección a largo plazo; cierra la puerta del infierno y abre las ventanas del cielo.
Por la disposición de Jesús a ser obediente, incontable multitud de personas fueron y son llevados todavía a la reconciliación con Dios.

2.- Llevar una vida de oración regular
Lleva una vida en la que intentemos principalmente tener una actitud de confianza, de disponibilidad interior a la acción de Dios.
La fidelidad a la oración favorece y hace más profunda la disposición de apertura y de escucha.

3.- Meditar regularmente las Santas Escrituras.
Su manera de tocar y hablar a nuestro corazón despierta en nosotros una sensibilidad espiritual y nos acostumbra poco a poco a reconocer la voz de Dios.

4.- Evitar actitudes que pueden cerrarnos a la acción del Espíritu
Actitudes como la agitación, las inquietudes, los miedos, los apegos excesivos a nuestra propia manera de hacer o de pensar.
La escucha al Espíritu Santo requiere flexibilidad y desprendimiento interiores.

5.- Aceptar con confianza los acontecimientos de nuestra vida
Aceptar lo acontecimientos aun cuando a veces nos contraríen o no correspondan a lo que nosotros esperábamos.
Si somos dóciles a la manera en la que Dios conduce los acontecimientos de nuestra vida, si nos abandonamos entre sus manos de Padre, Él sabrá hablar a nuestro corazón.
Mantengámonos (dentro de lo posible) en paz y en confianza, pase lo que pase. Cuanto más nos esforcemos por mantener la paz, más escucharemos la voz del Espíritu.

6.- Acoger los consejos de las personas que nos rodean
Seamos humildes de cara a nuestros hermanos y hermanas, no busquemos siempre tener la razón o la última palabra en las conversaciones.
Reconozcamos nuestros errores y dejémonos corregir. Quien sabe escuchar a su hermano sabrá escuchar a Dios.

7.- Purificar el corazón en el sacramento de la penitencia
El corazón purificado constantemente por el perdón de Jesús percibirá su voz con más claridad.

8.- Estar atentos a lo que pasa en el fondo de nuestro corazón
El Espíritu Santo no se deja escuchar en el ruido ni en la agitación exterior, sino en la intimidad de nuestro corazón, por medio de mociones suaves y constantes.

9.- Reconocer lo que viene de Dios a través de los frutos que produce en nuestra vida
Lo que viene del Espíritu trae consigo paz, nos hace humildes, confiados, generosos en el don de nosotros mismos.
Lo que viene de nuestra psicología herida o del demonio produce dureza, inquietud, orgullo, ensimismamiento.

10.- Vivir en un clima de gratitud
Si agradecemos a Dios por un beneficio, él nos dará nuevas gracias, en especial las inspiraciones interiores que necesitamos para servirle y amarle.
El Señor nos ama a todos por igual. Nos creó a todos con la misma capacidad espiritual, de modo que nadie debe sentirse en desventaja al tratar de escuchar la voz del Espíritu Santo o reconocer la obra de Dios en su vida.

La Escritura contiene magníficos relatos acerca de personas como San Pedro, la Virgen María y San Felipe, que percibieron la guía del Espíritu Santo aun cuando esa guía parecía extraña al principio.
El Espíritu Santo quiere hablarnos a nosotros, Él quiere infundir nuevos pensamientos en nuestra mente y en nuestros corazones. Sepamos abrirnos a sus inspiraciones.

Fuente: “Píldoras de Fe”

CONFÍO EN TI, SEÑOR...


Confío en ti, Señor




Confiar en Dios, es depositar toda tu fe en él, buscar en él refugio y defensa. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (Salmo 131). Y seguir confiando sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan incomprensibles.

Señor, muchas veces el miedo al futuro no me deja vivir el presente con alegría. Yo no puedo controlarlo todo ni tener todo previsto, y por eso el futuro me atemoriza. Tengo miedo a perder lo que tengo, tengo temor de que me sucedan cosas malas. Pero ese miedo es inútil. Sin ti todo es incierto e inseguro, Señor, pero contigo todo será más fácil. Por eso te pido la gracia de confiar en ti, para que pueda aceptar tus proyectos sobre mi vida sin aferrarme a los míos. Quiero dejarme tomar por ti, Señor, y caminar por la vida con esa confianza, como un niño seguro de la mano de su padre. Amén. (Víctor Fernández).

Para la persona de fe, todo sucede porque lo quiere o lo permite Dios. Y él es experto en sacar bien del mal. Imagínate el río de bendiciones que bajó del Calvario donde murió Jesús en la cruz. También él tiene proyectos de salvación para cada una de tus contradicciones aceptadas en paz. Que el Señor te proteja y bendiga.



* Enviado por el P. Natalio

POLICIAS Y PARAMILITARES ATACAN PARROQUIA EN NICARAGUA Y DEJA UN MUERTO


Policías y paramilitares atacan parroquia en Nicaragua y dejan un muerto
Redacción ACI Prensa






La Arquidiócesis de Managua (Nicaragua) denunció que paramilitares y policías atacaron durante toda la noche la parroquia Divina Misericordia, donde estaban refugiados varios estudiantes, provocando la muerte de un joven y dejando varios heridos.

A través de su cuenta de Facebook, la arquidiócesis denunció anoche el ataque de los paramilitares contra la parroquia y exigió su retiro del lugar.

Según los medios, en la parroquia se refugiaron decenas de estudiantes que el viernes habían estado atrincherados en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), y de donde fueron expulsados violentamente por los paramilitares y por la policía.

Sin embargo, en horas de la mañana, la Arquidiócesis indicó que la parroquia continuaba siendo fuertemente atacada y que el joven Gerald Vázquez murió luego recibir un disparo en la cabeza.

El Cardenal Leopoldo Brenes “pide al Gobierno, quienes son los únicos responsables de estas acciones, detener esta masacre en contra de las personas dentro de la parroquia. Unámonos todos en oración”, expresó la Arquidiócesis.

Debido a que no se detenía la agresión, el Purpurado fue a la parroquia acompañado por el Nuncio Apostólico, Mons. Waldemar Sommertag; y representantes de organismos internacionales.

“El Cardenal Leopoldo José Brenes y el Nuncio Apostólico ya se encuentran en la parroquia Divina Misericordia y han logrado que dejen entrar las ambulancias para trasladar a los heridos. Continúan mediando para poder sacar a todos los estudiantes. Sigamos orando por La Paz en Nicaragua, por los obispos y sacerdotes quienes realizan su misión profética”, indicó.

Los ataques contra la UNAN y luego contra la parroquia ocurrieron durante una jornada de paro laboral opositor.

"Es urgente que cesen de inmediato los ataques que en este momento suceden en Monimbó, Masaya, contra estudiantes de la UNAN y la Iglesia", escribió en Twitter la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas.

 La vigilia resiste esta mañana ante los policías y paramilitares que apuntan a civiles con sus armas, mientras asesinan a jóvenes en la Divina Misericordia #SOSNicaragua.

Por su parte, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, pidió a las autoridades dejar entrar a la universidad a expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

El Obispo Auxiliar de Managua, Mons. Silvio Báez, informó que los jóvenes “que han pasado la noche bajo ataque en parroquia Divina Misericordia serán llevados a Catedral por mediación del Nuncio, el Cardenal Brenes y la Comisión de Verificación y Seguridad. ¡Dios les ampare!”.

En su cuenta de Twitter denunció que el Gobierno de Nicaragua “atraviesa el límite de lo inhumano y de lo inmoral”. Indicó que la “represión criminal desde la noche del viernes contra civiles, la mayoría estudiantes, es condenable bajo todo punto de vista. ¡La comunidad internacional no puede ser indiferente!”.

CÓMO EVANGELIZAR EN CASA CUANDO MI FAMILIA NO PRACTICA LA FE?


¿Cómo evangelizar en casa cuando mi familia no practica la fe?
5 consejos que pueden ayudarnos a ser portadores de la luz de Cristo en nuestro hogar


Por: Alvaro Díaz | Fuente: Catholic-link.com 




Una experiencia muy común entre quienes nos hemos encontrado con el Señor Jesús y tenemos una vida de fe es la inquietud de cómo compartir lo que vivimos con nuestra familia. Cuando ellos (aunque creyentes) están un poco alejados de la práctica de la fe, cuando sus creencias son débiles, cuando tienen rechazo a las cuestiones de Dios y prejuicios con la Iglesia y su doctrina. En definitiva, se trata de responder a la pregunta de ¿cómo tener mayor influencia en la vida de fe de mi familia que no es practicante? ¿Cómo evangelizar en mi propio hogar?

Aquí les comparto algunos consejos que pueden llevarse a la vida cotidiana y ayudarnos a ser portadores de la luz de Cristo en nuestros hogares.


1. No críticas ni sermones
Puede sucederle a aquel que va avanzando en la vida cristiana y que va teniendo mayores conocimientos doctrinales que quiera (aunque con buenas intenciones) que los que no han encontrado este camino sean como él piensa, o actúen como él actúa. Y estas expectativas podrían llevar a que se juzgue el actuar de otros con mucha rigidez. Aparecen entonces las “sermonerías”, los famosos “deberías hacer así o no hacer esto”, con lo cual se termina generando más rechazo. Es importante recordar que la fe que Dios nos regala y el camino que Él nos propone está fundada en el amor y no en el deber y el temor. Dios nos invita a vivir una vida feliz y plenamente libre.


2. Predicar con el ejemplo
Ya lo diría san Juan Bosco «la prédica más eficaz es el buen ejemplo». Y es que no pocas veces nos sucede que pensamos que se trata de convencer a los otros con nuestros argumentos y nuestros discursos. La conversión de los otros no depende de lo qué digamos, de cómo lo digamos. Nosotros no somos el centro de atención. Es como si dijéramos “véanme a mí, vean que yo si sé lo que sigo y tengo razón”. Recordemos que una virtud muy importante es la humildad: reconocer que, si bien podemos saber mucho, no somos todopoderosos. Nuestra labor es la de ser servidores e instrumentos de Dios. Él se vale de cada uno de nosotros, de nuestro humilde y pequeño servicio para llevar su Buena Nueva. Y, por otro lado, más que unas palabras bonitas, lo que más convence y arrastra es el testimonio de nuestro obrar, de una vida coherente, recta, justa y alegre.


3. La alegría de vivir tu fe es apelante
Muchos santos, a pesar de sus dificultades, de sus vidas marcadas por el dolor y el sufrimiento, han podido experimentar la alegría auténtica y la esperanza que viene de Dios. Como dice el Papa Francisco: «la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana». Una sonrisa sin fingimientos es contagiosa y llena el corazón del deseo de poder vivir así. Aquel que pueda experimentar, incluso en medio de los momentos difíciles, una serena alegría, es porque ha recibido la bendición de Dios, es la manifestación más concreta que esa persona tiene a Dios en su vida. Quien quiera ser testigo del Señor y lo quiera comunicar ha de trasmitir alegría y esperanza, como también el Papa, dejar las caras avinagradas y llenas de amarguras y contagiar a otros de la alegría del Evangelio.


4. Empezar por lo sencillo y cotidiano
No pensemos que cuando hablamos de dar ejemplo con nuestro obrar, en que tenemos que hacer cosas grandiosas y extraordinarias necesariamente. Pensemos en lo que vivimos cada día en nuestro hogar, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. ¿Saludo y agradezco con amor y respeto? ¿Estoy dispuesto a servir y a ayudar en las labores de la casa? ¿Estoy atento a las necesidades que tienen los otros? Si de pronto me peleo o discuto, ¿perdono o pido perdón? Son pequeños gestos, que si se hacen todos los días, tendrán una fuerza extraordinaria para iluminar a nuestra familia con la luz de Cristo y de su Evangelio. Pensemos en esta frase de san Francisco de Asís: «Empieza haciendo lo necesario, continúa haciendo lo posible; y de repente estarás haciendo lo imposible».


5. Compartir las experiencias espirituales
No hay experiencia más hermosa para el cristiano que nutrirse del amor de Dios a través de la oración y de la Eucaristía. ¡Cómo no compartir esta dicha con los que más queremos! Me viene la imagen de la Virgen visitando a su prima Isabel. Cuando uno encuentra un tesoro quisiera compartirlo inmediatamente con las personas más significativas. Podemos, de manera creativa y poco a poco, invitar a que nuestros familiares vayan experimentando estos preciosos momentos de oración y de encuentro con Dios: por ejemplo proponer bendecir los alimentos, o rezar en algún momento en que estemos reunidos. También podemos compartirles alguna cita de la Palabra que escuchamos en la Misa o compartirles algún texto espiritual, alguna frase de un santo, entre otras.

Espero que estas ideas puedan ayudarte a ser testimonio en tu hogar del amor de Dios. Ten paciencia, no te desanimes. Recuerda que el que obra la conversión es Dios, que siempre toca la puerta de los corazones y no desampara a nadie.

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 14 JULIO 2018


Lecturas de hoy Sábado de la 14ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, sábado, 14 de julio de 2018


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (6,1-8):

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro, con dos alas se cubrían el cuerpo, con dos alas se cernían. Y se gritaban uno a otro, diciendo: «¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!» Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.» Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.» Entonces escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?» Contesté: «Aquí estoy, mándame.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 92

R/. El Señor reina, vestido de majestad

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,24-33):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados! No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.» 

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 14 de julio de 2018
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Queridos amigos:

“No tengáis miedo”. Hasta tres veces se repite en un pasaje tan corto. Jesús afirma que nadie nos podrá hacer suficiente daño desde fuera como para perder la calma, como para vencer la protección,  la Providencia de Dios. Y lo está diciendo a quienes van a pasar malos momentos…

No es previsible que a nosotros nos persigan por ser cristianos, luego no deberíamos tener motivos para temer. Pero el “miedo” puede ser “defensivo” (algo me amenaza) o “conservador” (miedo al cambio). Y este es el más extendido hoy día.

No se puede ser cristiano de verdad si no hay una continua tensión de cambio, de mejora, de transformación del mundo. A los apóstoles no los amenazaban por permanecer en casa, sino por predicar el Reino, por hablar del Maestro, por tratar de llevar  la Salvación a los demás. Y, en eso, nuestra situación no es tan distinta. No podemos permanecer de brazos cruzados, el miedo no debe agarrotarnos.

Desterremos, pues, el miedo a complicarnos la vida tratando de ayudar a otros; el miedo a exponernos a los comentarios de los demás por nuestras opiniones coherentes con el Evangelio; el miedo a tener que revisar cada día nuestras actitudes para ver si corresponden a lo que pretendemos vivir; el miedo a leer nuestra vida, nuestros criterios, a la luz de la Palabra; el miedo a sentirnos “bichos raros” en medio de una sociedad que en su mayoría ignora a Dios; el miedo, en definitiva, a ser cristianos “en activo”.

Dios cuida de nosotros.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 14 JULIO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
14 julio



Nos advierte el Señor: Permanezcan en mi amor; si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor (Jn 15,10).

Tu vida cristiana no debe ser la expresión de un cumplimiento más o menos estricto, pero siempre frío, de tus obligaciones religiosas; ha de ser más bien la expresión y manifestación de tu fidelidad al amor de Jesucristo; has de hacerlo todo con amor y por amor.


P. Alfonso Milagro
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