jueves, 17 de noviembre de 2016

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 17 DE NOVIEMBRE DEL 2016

Oportunidades para demostrar mi amor.
Lucas 19, 41-44. Jueves XXXIII. Tiempo ordinario. Ciclo C. Jesús llora sobre Jerusalén


Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo ante Ti para adorarte, para darte el lugar que te mereces en mi día. Quiero responder a tu invitación y por ello quiero orar y estar contigo. No quiero dejarte solo jamás. Dame la gracia de ser fiel a tu amor. Creo que eres mi Dios y mi Señor. Te amo con todo mi ser y quiero corresponder a tu amor. Sé que Tú nunca me dejarás defraudado. Todo, Señor, lo espero de Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44
En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó:
"¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
En este Evangelio puedo contemplar un elemento de tu humanidad y por lo tanto un elemento que me asemeja a Ti.  Tú, Dios, lloraste. Pareciera imposible creer algo así, pero es lo que sucede en este pasaje de hoy. Podría detenerme a imaginar esta escena en la cual, en la cima de una montaña, mientras observas Jerusalén, las lágrimas empañan tu vista, recorren tus mejillas y caen al piso.
¿Por qué lloras, Señor? Lloras ante un amor no correspondido. Habías amado tanto a Jerusalén, le habías demostrado con obras tu cariño, y sin embargo ella no se daba cuenta de ello y seguía en su pecado. Era como el enamorado que había estado detrás de aquella persona amada persiguiéndola con regalos, flores, chocolates e invitaciones pero la amada nunca supo valorar aquellos detalles.
Así también pasa en mi vida. Tú me amas demasiado y buscas conquistarme. Dame la gracia, Señor, de no hacerte llorar con mi vida. Yo quiero corresponder a tu amor y hacerte feliz. Quiero valorar los dones que me das y aceptarlos para vivir una vida feliz contigo.
«Porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba». Son muchas las oportunidades que me das para corresponder a tu amor. No necesito de grandes actos de heroísmo para demostrar el amor. Ayúdame a descubrir esas oportunidades que pones en mi vida para corresponder a tu amor y aprovecharlas. Oportunidades sencillas como un acto de caridad, un buen rato de oración, una sonrisa al que la necesita, un abrazo a un familiar, un saludo a un compañero, un acto de cariño con el cónyuge, un poco de tiempo con los hijos, la buena realización de mi trabajo o estudio. Todas estas son oportunidades para demostrarte mi amor.
Gracias, Señor, por amarme como me amas. Dame la gracia de corresponder a tu amor.
«Él llora porque Jerusalén no había comprendido el camino de la paz y había elegido la senda de las enemistades, del odio, de la guerra.Hoy Jesús está en el cielo, nos miray vendrá entre nosotros, aquí sobre el altar. Pero también hoy Jesús llora, porque nosotros hemos preferido el camino de las guerras, la senda del odio, la senda de las enemistades. Todo esto se comprende aún más ahora que estamos cerca de la Navidad: habrá luces, habrá fiesta, árboles luminosos, también pesebres... todo apariencia: el mundo sigue declarando la guerra, declarando la guerra. El mundo no ha comprendido la senda de la paz.»
(Homilía de S.S. Francisco, 27 de noviembre de 2015, en Santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Me acercaré a esa persona de la que me he distanciado con un acto de servicio, una sonrisa, lo que crea que pueda iniciar un proceso de reconciliación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

DETRÁS DE UNA MONEDA


Detrás de una moneda…



El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás, encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada. 

Conversaba un hombre rico y alejado de la fe con un sacerdote, que no era otro que el futuro Cardenal Newman, ya convertido del anglicanismo a Roma. El rico se ufanaba de sus riquezas y de su indiferencia religiosa. Newman tomó una hoja de papel y escribió: «Dios».
 — ¿Ve lo que he escrito en la hoja? El avaro contestó afirmativamente. Entonces el sacerdote tomó una moneda de oro, la acomodó sobre la palabra escrita y preguntó de nuevo: 
— ¿Ve usted ahora lo que he escrito hace un momento? 
— No, ahora sólo veo el dinero. 
— En efecto, la riqueza ciega, impide ver a Dios, ¿no le parece?

Cada día puedes ser generoso en acciones pequeñas. Este propósito abre el corazón poco a poco, y descubres admirado que nunca pierdes. Por el contrario te fortaleces y puedes superar el temor de ser vulnerable. Practicar la generosidad ejercita al corazón: cuanto más se da, más se fortalece. Recuerda que Jesús dijo: “Hay más alegría en dar que en recibir”.


* Enviado por el P. Natalio 

ORACIÓN POR NUESTROS SACERDOTES


Oración por los sacerdotes
Autor: Su Santidad Pio XII



Oh Jesús, Pontífice Eterno, Buen Pastor,
Fuente de vida, que por singular generosidad
de tu dulcísimo Corazón nos has dado nuestros
sacerdotes para que podamos cumplir plenamente
los designios de santificación que tu gracia
inspira en nuestras almas; te suplicamos: ven
y ayúdalos con tu asistencia misericordiosa.

Sé en ellos, oh Jesús, fe viva en sus obras,
esperanza inquebrantable en las pruebas, caridad
ardiente en sus propósitos. Que tu palabra, rayo
de la eterna Sabiduría, sea, por la constante
meditación, el alimento diario de su vida interior.
Que el ejemplo de tu vida y Pasión se renueve en su
conducta y en sus sufrimientos para enseñanza nuestra,
y alivio y sostén en nuestras penas.

Concédeles, oh Señor, desprendimiento de todo interés
terreno y que sólo busquen tu mayor gloria. Concédeles
ser fieles a sus obligaciones con pura conciencia
hasta el postrer aliento. Y cuando con la muerte del
cuerpo entreguen en tus manos la tarea bien cumplida,
dales, Jesús, Tú que fuiste su Maestro en la tierra,
la recompensa eterna: la corona de justicia en el
esplendor de los santos.
Amén.

DAR DE BEBER AL SEDIENTO, LA TERCERA OBRA DE MISERICORDIA CORPORAL


3. Dar de beber al sediento
Obras de misericordia corporales

La tercera obra de misericordia es una oportunidad para dar de beber a Cristo hoy en aquel hombre o mujer que tiene sed


Por: H. Andrés Poblete, L.C. | Fuente: Catholic.net 




Al mirar el planeta Tierra desde el espacio es fácil ver las diferencias físicas que crea el agua dulce. Se observan las zonas en donde abunda el agua dulce, ya que son zonas verdes de intensa vegetación donde predomina la vida. Sin embargo, también se pueden observar zonas carentes de agua, en las cuales la sequedad devasta.

Hoy muchos hombres sufren de sed en el mundo. Personas que no tienen al alcance alguna gota de agua con la que saciar su sed. Es verdad que se habla hoy en día también de la sed espiritual que muchos hombres llevan dentro, de la sed de sentido en la vida, pero esto no quita que se sufra también en varios lugares de nuestro planeta una fuerte sed física. El Papa Francisco, en la encíclica Laudato Si’ habla sobre cómo la violencia en el corazón del hombre se manifiesta en los síntomas de contaminación del agua y que afecta su disponibilidad.

Dar de beber al sediento implica un trabajo a largo plazo para permitir que futuras generaciones tengan agua para vivir, pero también es una oportunidad para dar de beber a Cristo hoy en aquel hombre o mujer que tiene sed. Cristo dijo que estaría con nosotros hasta el final de los tiempos, y uno se podría preguntar: ¿dónde está Él en este año 2015? La respuesta es que el Señor se ha querido quedar presente en los pobres y necesitados, por eso nos dijo también “pobres los tendréis siempre, a mí no” (Jn 12,8). Lo que le hicimos a uno de estos necesitados se lo hicimos a Él.

Cuenta la historia de que el día en que la madre de Santa Rosa de Lima reprendió a su hija por atender en la casa a pobres y enfermos, ella le contestó: “Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús”. Esta breve anécdota nos recuerda que en las obras de misericordia estamos sirviendo directamente a Jesús. Dar un vaso de agua al sediento no es solo un acto de amor a esa persona, es un acto de amor directo a Jesús.

Para el cristiano servir es reinar, particularmente en los pobres y en los que sufren, pues en ello descubre la imagen de su Creador pobre y sufriente (cf. Lumen Gentium, n. 36). Dar de beber al sediento es un servicio que está al alcance de muchos, y que permite reinar desde el amor.     



Una obra de misericordia que no solo saciará al sediento, sino que también saciará esa sed profunda que todos tenemos de felicidad en nuestro corazón. Porque es dando que se tiene vida, y el Padre que ve en lo secreto nos recompensará.

PAPA FRANCISCO: ESTÉN ATENTOS A SU CORAZÓN PARA SABER CUÁNDO LOS VISITA JESÚS


Papa Francisco: Estén atentos a su corazón para saber cuándo los visita Jesús
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: L'Osservatore Romano.




VATICANO, 17 Nov. 16 / 06:39 am (ACI).- En la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el Papa Francisco recordó la escena del Evangelio en la que Jesús llora al contemplar la ciudad de Jerusalén, y señaló que el Señor nos visita cada día, por lo que tenemos que estar atentos para saber reconocerlo.

El Santo Padre señaló que lo que genera dolor en el corazón de Jesús es la “historia de infidelidad” de su pueblo, una “historia de no reconocer las caricias de Dios, el amor de Dios, de un Dios enamorado que te busca, que quiere que tú seas feliz”.


En aquel momento, ante la Ciudad Santa, “Jesús vio lo que le esperaba como Hijo. Y pensó: ‘Este pueblo no ha reconocido el tiempo en el que he venido a visitarlo’. Este drama no es algo que pertenezca solo a la historia, algo que terminó con Jesús. Es el drama de cada día. Incluso es mi drama. Podemos preguntarnos cada uno de nosotros: ‘¿Reconozco el tiempo en el que me han visitado? ¿Me visita Dios?’”.


“Cada uno de nosotros puede caer con frecuencia en el pecado del pueblo de Israel”, advirtió el Santo Padre. Podemos caer “en el mismo pecado de Jerusalén: no reconocer el tiempo en el cual hemos sido visitados”.

Francisco explicó que “cada día el Señor te hace una visita, cada día llama a nuestra puerta. Debemos aprender a reconocer esa llamada para no terminar en esa situación tan dolorosa”. El Papa invitó a los presentes a preguntarse si acaso “¿he sentido alguna invitación, alguna inspiración para seguir a Jesús más de cerca, para hacer una obra de caridad, para rezar un poco más?”.

“Jesús llora no solo por Jerusalén, sino por todos nosotros”, explicó, y aseguró que el Señor “da su vida para que seamos capaces de darnos cuenta de su visita”.

El Papa finalizó la homilía recordando una frase “muy fuerte” de San Agustín, quien decía “‘¡Tengo miedo de Dios, de Jesús, cuando pasa!’. Pero, ¿de qué tiene miedo San Agustín? ‘¡De no reconocerlo!’. Si no estás atento a tu corazón, nunca sabrás si Jesús te está visitando o no”.

Evangelio comentado por el Papa:

Mateo 25:31-40

31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.
32 Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.
33 Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
34 Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis;
36 estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme”.
37 Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?
38 ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos?
39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?”.
40 Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.

LA EUCARISTÍA NOS PREPARA PARA IR AL CIELO


La Eucaristía nos prepara para ir al cielo
Quien comulga tiene la fuerza divina para enfrentar todos los problemas y situaciones difíciles de aquí abajo. 


Por: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net 




El Cielo es nuestra patria.

En el día de la Ascensión, Cristo subió al Cielo para tomar posesión de su gloria y prepararnos un lugar. Con Él, la humanidad redimida podrá penetrar en el Cielo. Consciente de que el Cielo no nos está jamás cerrado, vivimos en la expectativa del día en que sus puertas se abrirán de para en par para que en él entremos. Esperanza esta que nos anima y por sí bastaría para obligarnos a llevar una vida cristiana digna y sobrellevar con paciencia todas las contrariedades con tal de alcanzar ese Cielo prometido.

Sin embargo, Cristo, como muestra de amor, para sostener esa esperanza del Cielo creó el lindo Cielo eucarístico, pues la Eucaristía es un Cielo anticipado. ¿Acaso en la Eucaristía no viene Jesús, bajando a la tierra y trayéndonos ese Cielo consigo? ¿Acaso donde está Jesús no está el Cielo? Si Jesús está sacramentalmente en la Eucaristía, trae consigo también el Cielo.

Su estado, aunque velado a nuestros sentidos exteriores, es un estado de gloria, de triunfo, de felicidad, exento de las miserias de la vida.

Al comulgar a Jesús en la Eucaristía, júbilo y gloria del Paraíso, recibimos igualmente el Cielo. Se nos da para mantener viva en nosotros el recuerdo de la verdadera patria y no desfallecer al pensar en ella. Se da y permanece corporalmente en nuestros corazones en cuanto subsisten las especies sacramentales. Una vez destruidas éstas, vuelve nuevamente al Cielo, pero permanece en nosotros por su gracia y por su presencia amorosa. Nos deja los efectos de su presencia: amor, pureza, fuerza, alegría y gozo.

¿Por qué es tan rápida su visita? Porque la condición indispensable a su presencia corporal resucitada está en la integridad de las Santas Especies.

Jesús, viniendo a nosotros en la Eucaristía, trae consigo los frutos y las flores del Paraíso. ¿Cuáles son éstas? Lo ignoro. No los podemos ver, pero sentimos su suave perfume.

¿Cuáles son los bienes celestes que nos vienen con Jesús, cuando lo recibimos en la Eucaristía?


En primer lugar, la gloria. Es verdad que la gloria de los Santos es una flor que sólo se abre ante el sol del Paraíso, gloria ésta que no nos es dada en la tierra. Pero recibimos el germen oculto, que la contiene toda entera, como la semilla que contiene la espiga. La Eucaristía deposita en nosotros el fermento de la resurrección, a causa de una gloria especial y más brillante que, sembrada en la carne corruptible, brotará sobre nuestro cuerpo resucitado e inmortal.

En segundo lugar, la felicidad. Nuestra alma, al entrar en el Cielo, se verá en plena posesión de la felicidad del propio Dios, sin miedo a perderla o de verla disminuir. ¿Y en la comunión no recibimos alguna parcelita de esa real felicidad? No nos es dada en su totalidad, pues entonces nos olvidaríamos del Cielo. Pero, ¡cuánta paz, cuánta dulce alegría no acompaña en la comunión! Cuanto más el alma se desapega de las afecciones terrenas, tanto más ha de disfrutar de esa felicidad al punto de que el mismo cuerpo se resiente y desea ya el Cielo. Es aquello de santa Teresa: “Muero porque no muero”.

En tercer lugar, el poder. Quien comulga tiene la fuerza divina para enfrentar todos los problemas y situaciones difíciles de aquí abajo. El águila para enseñar a sus crías a volar hasta las alturas les presenta la comida y se coloca arriba de ellos, elevándose siempre más y más a medida que sus crías se acercan, hasta hacerlos subir insensiblemente a los astros.

Así también hace Jesús, Águila divina. Viene a nuestro encuentro, trayéndonos el alimento que necesitamos. Y luego en seguida se eleva, invitándonos a seguir el vuelo. Nos llena de dulzura para hacernos desear la felicidad celestial y nos conquista con la idea del Cielo.

En la Comunión, por tanto, tenemos la preparación para el Cielo. ¡Qué grande será la gracia de morir después de haber recibido el Santo Viático! Poder partir bien reconfortados para este último viaje.

Pidamos muchas veces esta gracia para nosotros. El Santo Viático, recibido al morir, será la prenda de nuestra felicidad eterna. Llegaremos a los pies del Trono de Dios. Y allí disfrutaremos eternamente de la presencia y del amor de Dios. Que eso es el Cielo

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 17 DE NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 17



La gratitud es propia de las almas bien nacidas. Por eso es justo que demos las gracias a Dios de todo lo que nos está dando a diario con manos largas y generosas.
El sol que acaricia nuestras mejillas, el agua que refresca nuestros cuerpos, el calor que vivifica, el trino del zorzal en la enramada, la espiga del trigo candeal que se balancea por el céfiro de la tarde… Todo eso es don y regalo del buen Dios.
Las risas de los niños, el aroma de las flores, el placer de la amistad, el afecto del hogar, el amor de los esposos, la bandera de la patria, el consuelo de la fe… todo es don y regalo del buen Dios.
Los minutos que transcurren, los días que se deslizan, los años que se nos pasan, la salud y las fuerzas, el trabajo y los descansos… todo eso es don de Dios.
Motivos más que suficientes para serle agradecidos.
“Vivan en acción de gracias. Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza; instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón” (Col 3,15-16). Si comenzamos a enumerar los motivos que tenemos para estar agradecidos a Dios, no terminaríamos más; y eso que solamente somos conscientes de una mínima parte de los beneficios que recibimos del Señor; de la mayoría de ellos ni siquiera nos damos cuenta.


* P. Alfonso Milagro

BUENOS DÍAS!!!


miércoles, 16 de noviembre de 2016

SALMO 150, SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR DIOS, EL TODOPODEROSO


Salmo
Sal 150,1-2.3-4.5



R/. Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso.



V/. Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. R/.

V/. Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras;
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. R/.

V/. Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R/.

SANTA GERTRUDIS, PATRONA DE LAS PERSONAS MÍSTICAS, 16 DE NOVIEMBRE

Santa Gertrudis
Mística
Año 1302


Gertrudis es una palabra que en su idioma significa "fiel defensora" (ger = defensora, trud = fiel).

Santa Gertrudis es la patrona de las personas místicas, porque ella fue la primera gran mística de quien se tenga historia (la Iglesia llama místicas a las personas que se dedican a tratar directamente con Dios por medio de fervorosísimas oraciones, y a recibir de Él, mensajes y revelaciones). Más tarde aparecerán otras grandes místicas como Santa Brígida, Santa Catalina, Santa Teresa y Santa Margarita, etc., pero la primera de la cual se conocen las revelaciones recibidas es nuestra santa de hoy. Por eso es tan importante.

Santa Gertrudis fue la primera en propagar la devoción al Sagrado Corazón y el culto a San José. Los demás santos que después propagaron estas devociones se basaron en revelaciones recibidas por esta gran mística.

Nació en Eisleben (Alemania) en el año 1256.

A los 5 años fue llevada al convento de unas monjitas muy fervorosas y allí demostró tener cualidades excepcionales para el estudio. Sobresalía entre todas por la facilidad con la que aprendía la literatura y las ciencias naturales, y por su modo tan elegante de emplear el idioma. Y tenía la fortuna de que la superiora del convento era su tía Santa Matilde, otra gran mística, que frecuentemente recibía mensajes de Dios.

Hasta los 25 años Gertrudis fue una monjita como las demás, dedicada a la oración, a los trabajos manuales y a la meditación. Solamente que sentía una inclinación sumamente grande por los estudios, aunque era a los estudios mundanos de literatura, historia, idiomas y ciencias naturales. Pero en esa edad recibió la primera de las revelaciones que la hicieron famosa, y desde aquel día su vida se transformó por completo.

Así lo narra ella misma: "Estaba yo en un rincón de la capilla donde acostumbraba hacer mis tibias oraciones, cuando se me apareció Nuestro Señor y me dijo: - Hasta ahora te has dedicado a comer polvo como los que no tienen fe. De allí has tratado de extraer miel y sólo has encontrado espinas. Desde ahora dedícate a meditar en mis mensajes y ahí sí encontrarás el verdadero maná que te alimentará y te dará la fortaleza y la paz".

Desde esa fecha, Gertrudis que antes se había dedicado a lecturas mundanas, cambió por completo su preferencia en cuanto a lo que leía y dedicó todos sus tiempos libres a leer la S. Biblia, y los escritos de los santos padres, especialmente San Agustín y San Bernardo. Ella dice: "cambié el estudio de ciencias naturales y literatura, por el de la teología y la Sagrada Escritura". Y en sus escritos se notará en adelante que su ciencia la ha ido a beber (después de las revelaciones que Dios le hizo) en los libros sagrados de la Biblia y de los santos.

En sus 47 años de vida, Gertrudis no se diferenció externamente de las demás monjitas de su convento. Copiaba pasajes de la S. Biblia (en ese tiempo todavía no existía la imprenta y todo había que escribirlo a mano), componía explicaciones de la Sagrada Escritura para darlas a las otras religiosas, y sufría en silencio sus enfermedades que no eran pocas. Pero internamente su vida era muy distinta, porque dialogaba con Dios a cada rato.

Jesucristo le dijo un día: "Gertrudis, tú serás mi heraldo" (Se llama heraldo el que transmite mensajes de un superior). Y ella escribió en cinco libros los mensajes que recibió en sus revelaciones, y a su obra le puso por nombre: "Heraldo de la amorosa bondad de Dios". A esta obra que se ha hecho famosa entre todas las personas que se dedican a la mística, se le ha llamado también: "Revelaciones de Santa Gertrudis". Allí se contienen visiones, comunicaciones, y experiencias místicas, y estas experiencias se han repetido después en muchas otras almas santas como por ejemplo San Juan de la cruz, Santa Teresa, Santa Magdalena de Pazzi, Santa Gema y muchísimos santos más.

Dice la santa que un día vio que de la herida del costado de Cristo salía un rayo de luz y llegaba al corazón de ella. Desde entonces sintió un amor tan grande hacia Jesucristo, como nunca antes lo había experimentado.

Su amistad con Santa Matilde. Esta otra gran santa era 15 años mayor que Santa Gertrudis y le contaba las revelaciones que ella había recibido también. Las dos (adelantándose varios siglos a lo que después se aceptaría) recomendaban mucho la comunión frecuente, la devoción al Sagrado Corazón y el encomendarse a San José. Un día Santa Matilde supo que su sobrina Gertrudis venía copiando todas las experiencias místicas y las revelaciones que ella le había contado, y se alarmó. Pero el Señor le comunicó que Él mismo le había inspirado a Gertrudis el deseo de escribir tales experiencias y revelaciones, y entonces la misma Matilde se encargó de corregir aquel escrito, el cual fue publicado con el título de "Revelaciones de Santa Matilde".

Santa Matilde le preguntó a Jesús: "Señor, fuera de la Santa Hostia, ¿dónde te puedo encontrar?" – Y Jesús le respondió: "Búscame en el corazón de Gertrudis".

Dice Gertrudis que un día Jesús acercó totalmente el corazón de Matilde a su Sagrado Corazón, y que desde esa fecha aquella santa quedó totalmente enamorada de Cristo.

Los especialistas afirman que los libros de Santa Gertrudis son, junto con las obras de Santa Teresa y Santa Catalina, las obras más útiles que una mujer haya dado a la Iglesia para alimentar la piedad de las personas que desean dedicarse a la vida contemplativa". Es una de las Patronas de los escritores católicos.

Cuando le fue anunciado que se acercaba su muerte exclamó: "Esta es la más dulce de las alegrías, la que más había deseado, porque voy a encontrarme con Cristo". Y dictó sus últimos pensamientos acerca de la muerte, que son de lo más sublime que se haya escrito.

Murió el 17 de noviembre del año 1302. (su fiesta se celebra el 16 de noviembre).

Que Cristo Jesús nos regale también a nosotros una llamarada de amor hacia Él, como la que le concedió a su fiel sierva Gertrudis.

IMÁGENES DE SANTA GERTRUDIS, LA GRANDE. 16 DE NOVIEMBRE




EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 16 DE NOVIEMBRE DEL 2016


Estar listos para rendir cuentas del tesoro encomendado
Lucas 19, 11-28. Miércoles XXXIII. Tiempo ordinario. Ciclo C. Los talentos.


Por: H. Balam Loza LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hoy, Jesús, te agradezco cuánto amor me has tenido. Al igual que san Pedro, veo mi pobre barca, mis pobres redes y me doy cuenta que Tú me has mirado y me has amado. Me ha llamado a estar contigo y me has dicho «amigo». No tengo mucho que pueda ofrecerte. Pero te doy todo lo que soy. Haz de mí lo que quieras. Señor, tuyo soy, para Ti nací, qué quieres de mí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28
En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, Él les dijo esta parábola:
"Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: 'Inviertan este dinero mientras regreso’.
Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: 'No queremos que éste sea nuestro rey'.
Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su paísmandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.
Se presentó el primero y le dijo: 'Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas'.  Él le contestó: 'Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades'.
Se presentó el segundo y le dijo: 'Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas'. Y el señor le respondió: 'Tú serás gobernador de cinco ciudades'.
Se presentó el tercero y le dijo: 'Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado'. El señor le contestó: 'Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?'.
Después les dijo a los presentes: 'Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez'.  Le respondieron: 'Señor, ya tiene diez monedas'.  Él les dijo: 'Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia' ”.
Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
A veces puede pasar que al vernos podemos centrarnos en los defectos, que si soy así y no me gusta, que no puedo con tal o cual defecto, que tengo pocas cualidades. Sin embargo, si vemos mejor el panorama nos podremos dar cuenta de que esos defectos a veces pueden ocultar un gran regalo. En esos defectos encontramos la posibilidad de ser ayudados. Cuando no podemos solos es cuando podemos decirle al Señor: ¡No puedo más, ayúdame!
El Señor ha puesto en nuestras manos un tesoro maravilloso. ¡Qué regalo tener la fe! ¡Qué tesoro maravilloso saber que Jesús está en nuestros corazones! y como dice san Pablo: «Llevamos un tesoro en vasijas de barro, para que se conozca que un poder tan extraordinario no puede venir de nosotros sino de Dios». (2 Cor. 4, 7).
Y entonces, ¿cómo podemos hacer fructificar este tesoro? Pues en primer lugar reconociendo sí nuestros límites, pero también reconociendo que el Señor nos ha visto y nos ha dado una misión muy concreta. No podemos ocultar el don de la fe, ni al mismo Cristo en una devoción de las puertas de mi casa para dentro. Al contrario, la fe y la amistad con Cristo la debemos cultivar día a día. Tal vez este tesoro es muy pobre, como aquel a quien le dieron un talento, pero si lo trabajamos día a día irá creciendo.
Y así como una planta crece con el tiempo, con el sol y con el frío, así nuestra fe y nuestra amistad con Jesús, crecerá estando con Él. Pasar el tiempo con Jesús a veces no será fácil y tendremos que luchar con el cansancio, pero quien persevera alcanza. Y así, cuando al final de la vida el Rey nos llame, estaremos listos para rendir cuentas del tesoro encomendado. 
«En un auténtico examen de conciencia: ¿tengo memoria de las maravillas que el Señor hizo en mi vida? ¿Tengo memoria de los dones de Dios? ¿Soy capaz de abrir el corazón a los profetas, es decir a quien me dice: “esto no funciona, deber ir por ahí, sigue adelante, arriesga”, como hacen los profetas? ¿Estoy abierto a ello o tengo miedo y prefiero encerrarme en la jaula de la ley?¿Tengo esperanza en las promesas de Dios, como la tuvo nuestro padre Abrahán, que salió de su tierra sin saber a dónde dirigirse, sólo porque confiaba en Dios?»
(Homilía de S.S. Francisco,30 de mayo de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy te ofrezco, Jesús, antes de irme a dormir hacer un rato de oración para examinar cómo cuido del tesoro de mi fe, agradecerte este regalo y proponerme un medio concreto para duplicar los talentos que he recibido.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

SI CONOCES A ALGUIEN QUE ES MOLESTO O INSOPORTABLE, PAPA FRANCISCO TE INVITA A ACTUAR ASÍ


Si conoces a alguien que es molesto o insoportable, el Papa te invita a actuar así
Por Álvaro de Juana
 Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa




VATICANO, 16 Nov. 16 / 05:14 am (ACI).- La última catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General antes de la clausura del Jubileo de la Misericordia estuvo dedicada a “soportar pacientemente a las personas molestas”.

“Todos somos buenos en identificar una presencia que puede dar fastidio: sucede cuando encontramos a alguno por la calle, o cuando recibimos una llamada de teléfono… Rápidamente pensamos: ‘¿Durante cuánto tiempo tendré que escuchar los lamentos, las habladurías, las exigencias o las fanfarronadas de esta persona?’”.


Francisco comenzó a explicar así el sentido de esta obra de misericordia y aseguró que “ocurre también, a veces, que las personas molestas son aquellas que están más cerca nuestro: entre los parientes siempre hay alguno; en el trabajo no faltan; ni siquiera en el tiempo libre estamos exentos”.

Entonces, “¿qué debemos hacer?”. "¿Por qué entre las obras de misericordia está también esta?”, preguntó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.


El Papa recordó que en la Biblia “vemos que Dios mismos debe hacer uso de la misericordia para soportar los lamentos de su pueblo”.

“¿Hacemos alguna vez examen de conciencia para ver si también nosotros, en ocasiones, podemos resultar molestos a los otros?”, cuestionó. “Es fácil apuntar con el dedo contra los defectos y las faltas de los otros, pero deberíamos aprender a ponernos en el lugar del otro”, dijo.

Francisco invitó a “mirar a Jesús” porque “¡cuánta paciencia ha tenido en los tres años de su vida pública!”. “Jesús enseña a ir siempre a lo esencial y a mirar más allá para asumir con responsabilidad la propia misión. Podremos ver aquí el reclamo y otras dos obras de misericordia espiritual: la de advertir a los pecadores y la de enseñar a los ignorantes”.

“Pensemos en el gran compromiso que se puede tener cuando ayudamos a las personas a crecer en la fe y en la vida. Pienso, por ejemplo, en los catequistas –entre los cuales hay muchas madres y muchos religiosos– que dedican tiempo a enseñar a los niños los elementos básicos de la fe”. “¡Qué cansancio cuando los chicos prefieren jugar antes que escuchar el catecismo!”.

En definitiva, “acompañar en la búsqueda de lo esencial es hermoso e importante, porque nos hace compartir la alegría de saborear el sentido de la vida”.

“A menudo nos ocurre que encontramos personas que se detienen en cosas superficiales, efímeras y banales. A veces porque no han encontrado alguien que les estimulase a hacer algo distinto y a apreciar los verdaderos tesoros”.

El Pontífice explicó que entonces “enseñar a mirar lo esencial es una ayuda determinante, especialmente en un tiempo como el nuestro que parece haber perdido la orientación y perseguir la satisfacción a corto plazo”.

“Enseñar a descubrir qué quiere el Señor de nosotros y cómo podemos corresponderle significa ponerse en camino para crecer en la propia vocación, el camino de la verdadera alegría”, subrayó.

No obstante, no hay que olvidar que “la exigencia de aconsejar, advertir y enseñar no nos debe hacer sentir superiores a los otros, sino que nos obliga ante todo a entrar en nosotros mismos para verificar si somos coherentes respecto a lo que reclamamos a los otros”.

LOS TESOROS DE LA IGLESIA


Los tesoros de la Iglesia



“Los tesoros de la Iglesia no son sus catedrales, sino los pobres”, ha explicado el Papa Francisco este domingo al concluir el Jubileo de las personas socialmente excluidas, convocado al final del Año de la Misericordia.

La homilía de la celebración eucarística, en la Basílica vaticana, que acogía a seis mil personas pobres, ofreció la oportunidad a Francisco para abrir su corazón y pedir a los cristianos que hagan un examen de conciencia sobre la manera en que la Iglesia trata a los pobres.

Estas son las diez consignas que el Papa compartió con los presentes, muchos de ellos sin techo. Son la base para un examen de conciencia que debería hacer todo cristiano al final de este jubileo.

1. “¿Qué tiene valor en la vida, cuáles son las riquezas que no pasan? Está claro que son dos: el Señor y el prójimo. ¡Estas dos riquezas no pasan! Estos son los bienes más grandes que hay que amar”.

2. “La persona humana, colocada por Dios en la cumbre de la creación, con frecuencia es descartada, porque se prefieren cosas que pasan. Y esto es inaceptable, pues el hombre es el bien más precioso a los ojos de Dios”.

3. “Hay que preocuparse cuando la conciencia se anestesia y ya no se hace caso del hermano que sufre a nuestro lado, de los problemas serios del mundo, que se convierten en estribillos ya escuchados en los guiones de los telediarios”.

4. Dirigiéndose a los pobres: “Con su presencia, ustedes nos ayudan a sintonizarnos en la longitud de onda de Dios, a mirar lo que Él mira: Él no se queda en las apariencias”.

5. “¡Cuánto daño nos hace fingir que no nos damos cuenta de que Lázaro es excluido y descartado! Esto significa dar la espalda a Dios. ¡Es dar la espalda a Dios!”.

6. “Cuando el interés se concentra en las cosas que hay que producir, y no en las personas que hay que amar, nos encontramos ante un síntoma de esclerosis espiritual”.

7. “Esta es la trágica contradicción de nuestro tiempo: cuanto más aumentan el progreso y las posibilidades —algo que está bien— más aumenta el número de quienes no pueden acceder a ellos”.

8. “No podemos quedarnos tranquilos en casa, mientras Lázaro yace en la puerta: no puede haber paz en casa de quien está bien, cuando falta justicia en la casa de todos”.

9. Que el Señor libre a los hijos de la Iglesia “de los intereses y de los privilegios, del apego al poder y a la gloria, de la seducción del espíritu del mundo”.

10. “Nuestra tarea consiste en cuidar de la verdadera riqueza, que son los pobres”, “los verdaderos tesoros de la Iglesia”.


© Jesús Colina (Aleteia)

DEPRESIÓN.. QUÉ CAMINOS SEGUIR?


Depresión… ¿qué caminos seguir?



Vivimos un ritmo de actividades y de exigencias en una sociedad que tiene prisa por obtener resultados y éxito. En un mercado de trabajo altamente competitivo y desafiante, las enfermedades surgen en el ambiente profesional y preocupan a las organizaciones y a la sociedad en su conjunto.

Una de las enfermedades que llaman la atención, en este escenario, es la depresión. Considerada una de las enfermedades que han crecido de forma exponencial en los últimos años, la depresión tiene características propias y no debe ser confundida con un estado de tristeza.

Podemos pensar en la tristeza como un sentimiento que nos lleva a un proceso de reflexión, de estar quietos; sentimiento manifestado por la pérdida de alguien, por algo relacionado con el trabajo, por la decepción con alguien o la frustración de expectativas irrealizadas.

La gran diferencia es que una persona triste logra mantener su rutina diaria, su cuidado personal y hasta experimentar alegrías que surjan en ese periodo. Como hecho pasajero, ese sentimiento puede ser identificado en su origen, es decir, logramos descubrir el motivo por el cual estamos tristes.

Señales aparentes de depresión:

Cuando hablamos de depresión, las señales aparentes de desmotivación, desinterés, tristeza persistente, falta de deseo de cuidar de sí y de dar seguimiento a las actividades cotidianas, así como la sensación de ver el mundo “gris”, sin color y sin motivación, se vuelven más prolongados.

En esos casos, la intervención médica se vuelve necesaria, así como el apoyo psicológico para que la persona pueda reestructurar sus pensamientos y descubrir su forma de lidiar con la enfermedad y con la vida. Sabemos también que la espiritualidad además tiene un papel importante en la superación de cualquier enfermedad, incluso la depresión.

No olvidemos que, muchas veces, en nuestra familia, en la sociedad y entre nuestros amigos aún existe dificultad en comprender la situación por la cual una persona deprimida está pasando. También para el deprimido no es una tarea fácil aceptar la enfermedad y el tratamiento.

Lo más importante es que los tratamientos existen, y creer en la superación y en la mejoría es un paso esencial tanto para el paciente como para aquellos que conviven con él.

Los cuadros depresivos pueden durar algunos meses o ser más persistentes; en ambos casos, los enfermos pueden contar con ayuda especializada, a fin de que las sensaciones causadas por el cuadro puedan minimizarse y se obtenga una mayor calidad de vida.

Por más difícil que sea o por mayor que sea la vergüenza o el sentimiento que te esté impidiendo dar pasos para curarte, no dejes de buscar ayuda.

Un amigo, un familiar, ese médico que ya conoce un poco tu salud pueden ser los primeros a quienes pidas ayuda cuando te des cuenta de que ese cuadro de tristeza está tardando un poco más en pasar, dando señales de que va más allá de lo habitual.


© Canção Nova

EL CIELO Y LA TELE


El cielo y la tele
Atesorar para el futuro, amar ahora para amar luego, eternamente, en el cielo.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 





Por un momento nos dedicamos a “canalear”. Canal 1: noticias. Canal 2: una película del Oeste. Canal 3: un programa sobre el arte colonial. Canal 4: un “reality show”. Canal 5: un concurso de canciones. Canal 6: una telenovela. Canales 7, 8, 9: publicidad...

El dedo pasa de una tecla a otra, la televisión cambia de imágenes y de sonidos. Por más que vamos hacia atrás, hacia delante, no encontramos nada, absolutamente nada, sobre el cielo...

La televisión nos llena de imágenes de lo inmediato. Noticias de guerras, escenas de terremotos, películas de ciencia ficción más o menos realistas. Tanta imagen puede embotar nuestra capacidad de fantasía, alejarnos de lo que vale realmente. A veces somos capaces de contar con mil detalles cómo ha sido una fiesta de sociedad que nos presentaron en televisión. Pero nos sentimos incapaces de decir tres palabras sobre lo que pueda ser el cielo.

Cierto: lo que ocurre tras la muerte es invisible. Nadie nos ha contado cómo es el cielo. Podemos imaginarlo de mil maneras, pero no hay ninguna cámara televisiva en un lugar que, por ahora, nos resulta inaccesible. Quizá por eso no pensamos mucho en lo que hay después de la muerte, en lo que espera a cada hombre y a cada mujer cuando cruza la frontera.

A pesar del vacío “televisivo”, el cielo sigue “allí”. Conviene pensar en él, soñar en la vida que nos espera, planear lo que vamos a hacer la mayor parte de nuestro tiempo cuando inicie la existencia futura, la vida eterna.

Es verdad que “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman”, como decía san Pablo (1Co 2,9-13). Pero también es verdad lo que sigue en ese mismo texto de la Escritura: “Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado” (1Co 2,9-13).

Tenemos el Espíritu de Dios. Cristo, el Resucitado, nos ha enviado un Consolador. Necesitamos a veces quitar algo de tiempo dedicado a la televisión para contemplar, para suplicar, para orar y pedir luz y comprensión de las verdades decisivas, de las certezas que pueden guiar nuestra existencia, con la mirada puesta en el cielo sin dejar de tener los pies sobre la tierra.

Desde la visión de Dios nos daremos cuenta de que no podemos vivir según el espíritu del mundo (un espíritu que aparece, muchas veces, en la televisión), sino según el Espíritu de Dios. Seremos capaces, entonces, de desapegar nuestro corazón de las frágiles riquezas materiales (Lc 12,21), de todo aquello que no puede dar vida eterna.

“A los ricos de este mundo recomiéndales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en lo inseguro de las riquezas sino en Dios, que nos provee espléndidamente de todo para que lo disfrutemos; que practiquen el bien, que se enriquezcan de buenas obras, que den con generosidad y con liberalidad; de esta forma irán atesorando para el futuro un excelente fondo con el que podrán adquirir la vida verdadera” (1Tm 6,17-19).

Atesorar para el futuro, amar ahora para amar luego, eternamente, en el cielo. No lo hemos visto (ni lo veremos) nunca en la pantalla de nuestro televisor. Pero con la luz de la fe, con la certeza del amor, con la alegría de la esperanza, nuestros corazones serán capaces de soñar en ese encuentro, eterno, dichoso, con un Padre que nos ama con locura.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 16 DE NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 16



Hoy quiero entonar el salmo del agua cristalina y fugaz.
“Quiero ser como el agua, que sirve gozosa a los hijos de Dios. Quiero ser como el agua que calma la sed del sediento, sin fijarse si es hombre de ciencia, de poca cultura, de blanco o de color negro.
Quiero ser como el agua, que es de todos y todos la poseen, la beben, la gustan, la utilizan; a todos refresca, los limpia y fecunda.
Quiero ser como el agua que canta sonora sus silbos brillantes y desliza sus hilos por peñas y arroyos, llevando la vida, el frescor y la alegre canción”.
Eso ha de ser mi vida: agua. Agua que limpia los cuerpos y lustra las almas con luz bautismal.
Y agua que fecunda y da vida, la vida de gracia que el buen Dios nos da.
Por el bautismo… el hombre se incorpora realmente a Cristo crucificado y glorioso, y se regenera para el consorcio de la vida divina, según las palabras del Apóstol: “En el bautismo fueron sepultados con Él, y con Él resucitaron,  por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos” (Col 2,12).


* P. Alfonso Milagro
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