viernes, 8 de agosto de 2014

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, FUNDADOR DE LOS DOMINICOS, AGOSTO 8


Autor: Centro de Espiritualidad Santa María | Fuente: Centro de Espiritualidad Santa María
Domingo de Guzmán, Santo
Fundador de los Dominicos, Agosto 8

Domingo de Guzmán, Santo
Sacerdote y Fundador de los Dominicos 
Agosto 8

Martirologio Romano: Memoria de santo Domingo, presbítero, que siendo canónigo de Osma se hizo humilde ministro de la predicación en los países agitados por la herejía albigense y vivió en voluntaria pobreza, hablando siempre con Dios o acerca de Dios. Deseoso de una nueva forma de propagar la fe, fundó la Orden de Predicadores, para renovar en la Iglesia la manera apostólica de vida, mandando a sus hermanos que se entregaran al servicio del prójimo con la oración, el estudio y el ministerio de la Palabra. Su muerte tuvo lugar en Bolonia, el día seis de agosto (1221). 

Etimología: Domingo = del Señor. Viene de la lengua latina. 

Los Padres Dominicos están hoy de fiesta. Santo Domingo de Guzmán los fundó en el siglo XIII. Durante tantos años han hecho y siguen haciendo un gran bien a la Iglesia en todo el mundo. 

El fundador de los Padres Dominicos, que son ahora 6,800 en 680 casas en el mundo, nació en Caleruega, España, en 1171. Su madre, Juana de Aza, era una mujer admirable en virtudes y ha sido declarada Beata. Lo educó en la más estricta formación religiosa. 

A los 14 años se fue a vivir con un tío sacerdote en Palencia en cuya casa trabajaba y estudiaba. La gente decía que en edad era un jovencito pero que en seriedad parecía un anciano. Su goce especial era leer libros religiosos, y hacer caridad a los pobres. 

Por aquel tiempo vino por la región una gran hambre y las gentes suplicaban alguna ayuda para sobrevivir. Domingo repartió en su casa todo lo que tenía y hasta el mobiliario. Luego, cuando ya no le quedaba nada más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo que más amaba y apreciaba, sus libros (que en ese tiempo eran copiados a mano y costosísimos y muy difíciles de conseguir) y con el precio de la venta ayudó a los menesterosos. A quienes lo criticaban por este desprendimiento, les decía: "No puede ser que Cristo sufra hambre en los pobres, mientras yo guarde en mi casa algo con lo cual podía socorrerlos". 

En un viaje que hizo, acompañando a su obispo por el sur de Francia, se dio cuenta de que los herejes habían invadido regiones enteras y estaban haciendo un gran mal a las almas. Y el método que los misioneros católicos estaban empleando era totalmente inadecuado. Los predicadores llegaban en carruajes elegantes, con ayudantes y secretarios, y se hospedaban en los mejores hoteles, y su vida no era ciertamente un modelo de la mejor santidad. Y así de esa manera las conversiones de herejes que conseguían, eran mínimas. Domingo se propuso un modo de misionar totalmente diferente. 

Vio que a las gentes les impresionaba que el misionero fuera pobre como el pueblo. Que viviera una vida de verdadero buen ejemplo en todo. Y que se dedicara con todas sus energías a enseñarles la verdadera religión. Se consiguió un grupo de compañeros y con una vida de total pobreza, y con una santidad de conducta impresionante, empezaron a evangelizar con grandes éxitos apostólicos. 

Sus armas para convertir eran la oración, la paciencia, la penitencia, y muchas horas dedicadas a instruir a los ignorantes en religión. Cuando algunos católicos trataron de acabar con los herejes por medio de las armas, o de atemorizarlos para que se convirtieran, les dijo: "Es inútil tratar de convertir a la gente con la violencia. La oración hace más efecto que todas las armas guerreras. No crean que los oyentes se van a c_onMover y a volver mejores por que nos ven muy elegantemente vestidos. En cambio con la humildad sí se ganan los corazones". 

Domingo llevaba ya diez años predicando al sur de Francia y convirtiendo herejes y enfervorizando católicos, y a su alrededor había reunido un grupo de predicadores que él mismo había ido organizando e instruyendo de la mejor manera posible. Entonces pensó en formar con ellos una comunidad de religiosos, y acompañado de su obispo consultó al Sumo Pontífice Inocencio III. 

Al principio el Pontífice estaba dudoso de si conceder o no el permiso para fundar la nueva comunidad religiosa. Pero dicen que en un sueño vio que el edificio de la Iglesia estaba ladeándose y con peligro de venirse abajo y que llegaban dos hombres, Santo Domingo y San Francisco, y le ponían el hombro y lo volvían a levantar. Después de esa visión ya el Papa no tuvo dudas en que sí debía aprobar las ideas de nuestro santo. 

Y cuentan las antiguas tradiciones que Santo Domingo vio en sueños que la ira de Dios iba a enviar castigos sobre el mundo, pero que la Virgen Santísima señalaba a dos hombres que con sus obras iban a interceder ante Dios y lo calmaban. El uno era Domingo y el otro era un desconocido, vestido casi como un pordiosero. Y al día siguiente estando orando en el templo vio llegar al que vestía como un mendigo, y era nada menos que San Francisco de Asís. Nuestro santo lo abrazó y le dijo: "Los dos tenemos que trabajar muy unidos, para conseguir el Reino de Dios". Y desde hace siglos ha existido la bella costumbre de que cada año, el día de la fiesta de San Francisco, los Padres dominicos van a los conventos de los franciscanos y celebran con ellos muy fraternalmente la fiesta, y el día de la fiesta de Santo Domingo, los padres franciscanos van a los conventos de los dominicos y hacen juntos una alegre celebración de buenos hermanos. 

En agosto de 1216 fundó Santo Domingo su Comunidad de predicadores, con 16 compañeros que lo querían y le obedecían como al mejor de los padres. Ocho eran franceses, siete españoles y uno inglés. Los preparó de la mejor manera que le fue posible y los envió a predicar, y la nueva comunidad tuvo una bendición de Dios tan grande que a los pocos años ya los conventos de los dominicos eran más de setenta, y se hicieron famosos en las grandes universidades, especialmente en la de París y en la de Bolonia. 

El gran fundador le dio a sus religiosos unas normas que les han hecho un bien inmenso por muchos siglos. Por ejemplo estas: 


Primero contemplar, y después enseñar. O sea: antes dedicar mucho tiempo y muchos esfuerzos a estudiar y meditar las enseñanzas de Jesucristo y de su Iglesia, y después sí dedicarse a predicar con todo el entusiasmo posible. 
Predicar siempre y en todas partes. Santo Domingo quiere que el oficio principalísimo de sus religiosos sea predicar, catequizar, tratar de propagar las enseñanzas católicas por todos los medios posibles. Y él mismo daba el ejemplo: donde quiera que llegaba empleaba la mayor parte de su tiempo en predicar y enseñar catecismo. 

La experiencia le había demostrado que las almas se ganan con la caridad. Por eso todos los días pedía a Nuestro Señor la gracia de crecer en el amor hacia Dios y en la caridad hacia los demás y tener un gran deseo de salvar almas. Esto mismo recomendaba a sus discípulos que pidieran a Dios constantemente. 

Los santos han dominado su cuerpo con unas mortificaciones que en muchos casos son más para admirar que para imitar. Recordemos algunas de las que hacía este hombre de Dios. 

Cada año hacía varias cuaresmas, o sea, pasaba varias temporadas de a 40 días ayunando a pan y agua. 

Siempre dormía sobre duras tablas. Caminaba descalzo por caminos irisados de piedras y por senderos cubiertos de nieve. No se colocaba nada en la cabeza ni para defenderse del sol, ni para guarecerse contra los aguaceros. Soportaba los más terribles insultos sin responder ni una sola palabra. Cuando llegaban de un viaje empapados por los terribles aguaceros mientras los demás se iban junto al fuego a calentarse un poco, el santo se iba al templo a rezar. Un día en que por venganza los enemigos los hicieron caminar descalzos por un camino con demasiadas piedrecitas afiladas, el santo exclamaba: "la próxima predicación tendrá grandes frutos, porque los hemos ganado con estos sufrimientos". Y así sucedió en verdad. Sufría de muchas enfermedades, pero sin embargo seguía predicando y enseñando catecismo sin cansarse ni demostrar desánimo. 

Era el hombre de la alegría, y del buen humor. La gente lo veía siempre con rostro alegre, gozoso y amable. Sus compañeros decían: "De día nadie más comunicativo y alegre. De noche, nadie más dedicado a la oración y a la meditación". Pasaba noches enteras en oración. 

Era de pocas palabras cuando se hablaba de temas mundanos, pero cuando había que hablar de Nuestro Señor y de temas religiosos entonces sí que charlaba con verdadero entusiasmo. 

Sus libros favoritos eran el Evangelio de San Mateo y las Cartas de San Pablo. Siempre los llevaba consigo para leerlos día por día y prácticamente se los sabía de memoria. A sus discípulos les recomendaba que no pasaran ningún día sin leer alguna página del Nuevo Testamento o del Antiguo. 

Los que trataron con él afirmaban que estaban seguros de que este santo conservó siempre la inocencia bautismal y que no cometió jamás un pecado grave. 

Totalmente desgastado de tanto trabajar y sacrificarse por el Reino de Dios a principios de agosto del año 1221 se sintió falto de fuerzas, estando en Bolonia, la ciudad donde había vivido sus últimos años. Tuvieron que prestarle un colchón porque no tenía. Y el 6 de agosto de 1221, mientras le rezaban las oraciones por los agonizantes cuando le decían: "Que todos los ángeles y santos salgan a recibirte", dijo: "¡Qué hermoso, qué hermoso!" y expiró. 

A los 13 años de haber muerto, el Sumo Pontífice Gregorio IX lo declaró santo y exclamó al proclamar el decreto de su canonización: "De la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo". 

¡Felicidades a quienes lleven este nombre y a los Dominicos y Dominicas! 

“Hay silencios que hieren, pero hay palabras que curan”. 

PENSAMIENTO SOBRE LA BIBLIA


jueves, 7 de agosto de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 7 DE AGOSTO DEL 2014

Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
La confesión de Pedro
Mateo 16, 13-23. Tiempo Ordinario. Cristo ha querido establecer una alianza conmigo porque me ama.
 
La confesión de Pedro
Del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-23


Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Él les dijo: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!

Oración introductoria

Jesús, al igual que Pedro no me gusta, en muchas ocasiones, el camino que debo recorrer para aspirar a la santidad. Por eso hoy, con mucha fe y esperanza, te busco en la oración para suplicarte me concedas llegar a percibir tus sentimientos y conocer a fondo tu corazón. Que el centro de mi oración seas Tú, y no tanto mis problemas o dificultades personales.

Petición

Señor, que sepa reconocerte siempre como tu instrumento, porque Tú eres la única fuente que emana el bien que puedo hacer.

Meditación del Papa Francisco

Hoy continuamos con el tema de la remisión de los pecados, pero en referencia al llamado "potestad de las llaves", que es un símbolo bíblico de la misión que Jesús ha dado a los apóstoles.
Lo primero que debemos recordar es que el protagonista del perdón de los pecados es el Espíritu Santo. [...] Tantas personas quizá no entienden la dimensión eclesial del perdón, porque domina siempre el individualismo, el subjetivismo y también nosotros cristianos lo volvemos a sentir. Cierto, Dios perdona a cada pecador arrepentido, personalmente, pero el cristiano está unido a Cristo, y Cristo está unido a la Iglesia. Para nosotros cristianos hay un don más, y hay también un compromiso más: pasar humildemente a través del ministerio eclesial. Y esto debemos valorarlo. (S.S. Francisco, 20 de noviembre de 2013).

Reflexión

La fidelidad de Dios es eterna y ha mantenido su promesa y su alianza de generación en generación, independientemente de las infidelidades, rebeldías, traiciones e idolatrías de su pueblo.

La historia del pueblo de Israel es este concatenarse de la fidelidad de Dios y de la infidelidad de su pueblo. La alianza encuentra su pleno cumplimiento en Cristo y en la fundación de su Iglesia. Cristo sella el inicio de la nueva alianza al fundar su Iglesia sobre los Apóstoles, con Pedro como fundamento visible en la tierra: el Papa. Y ratifica esta "alianza nueva y eterna" en el momento de la institución de la Eucaristía, memorial de su pasión redentora, pacto sellado en su Sangre preciosa para la remisión de todos los pecados.

La respuesta inspirada de Pedro –"esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en los cielos"– es el conocimiento interior prometido por Dios para aquellos con quienes establece la nueva alianza: "todos me conocerán". Su Iglesia es el nuevo pueblo, con un mandamiento nuevo, con una doctrina nueva, llamada a crear hombres nuevos bajo la guía del Vicario de Cristo, el sucesor de Pedro.

Señor, crea un mí un corazón nuevo para poder conocerte, amarte y vivir en tu Iglesia el mandamiento nuevo del amor, en respuesta a tu elección y a la nueva alianza que has querido establecer libremente conmigo porque me amas.

Propósito

Renunciar a algo que me cuesta mucho (como oir música un día), y ofrecerlo a Dios por aquellas personas que han perdido su fe.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, porque siendo Hijo de Dios, has dado tu vida por mí, porque me amas. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu Palabra. Tú me conoces, sabes de mi debilidad, de mi temor al sacrificio, al dolor, por eso confío en Ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone. 

LOS ANTEOJOS DE DIOS


LOS ANTEOJOS DE DIOS

El cuento trata de un difunto. Ánima bendita camino del cielo donde esperaba encontrarse con Tata Dios para el juicio sin trampas y a verdad desnuda. Y no era para menos, porque en la conciencia a más de llevar muchas cosas negras, tenía muy pocas positivas que hacer valer. Buscaba ansiosamente aquellos recuerdos de buenas acciones que había hecho en sus largos años de usurero.

Había encontrado en los bolsillos del alma unos pocos recibos "Que Dios se lo pague", medio arrugados y amarillentos por lo viejo. Fuera de eso, bien poca más. Pertenecía a los ladrones de levita y galera, de quienes comentó un poeta: "No dijo malas palabras, ni realizó cosas buenas".

Parece que en el cielo las primeras se perdonan y las segundas se exigen. Todo esto ahora lo veía clarito. Pero ya era tarde. La cercanía del juicio de Tata Dios lo tenía a muy mal traer.

Se acercó despacito a la entrada principal, y se extraño mucho al ver que allí no había que hacer fila. O bien no había demasiados clientes o quizá los trámites se realizaban sin complicaciones. Quedó realmente desconcertado cuando se percató no sólo de que no se hacía fila sino que las puertas estaban abiertas de par en par, y además no había nadie para vigilarlas. Golpeó las manos y gritó el Ave María Purísima. Pero nadie le respondió. Miró hacia adentro, y quedó maravillado de la cantidad de cosas lindas que se distinguían. Pero no vio a ninguno. Ni ángel, ni santo, ni nada que se le pareciera. Se animó un poco más y la curiosidad lo llevó a cruzar el umbral de las puertas celestiales. Y nada. Se encontró perfectamente dentro del paraíso sin que nadie se lo impidiera.

-¡Caramba — se dijo — parece que aquí deber ser todos gente muy honrada! ¡Mirá que dejar todo abierto y sin guardia que vigile!
Poco a poco fue perdiendo el miedo, y fascinado por lo que veía se fue adentrando por los patios de la Gloria. Realmente una preciosura. Era para pasarse allí una eternidad mirando, porque a cada momento uno descubría realidades asombrosas y bellas.

De patio en patio, de jardín en jardín y de sala en sala se fue internando en las mansiones celestiales, hasta que desembocó en lo que tendría que ser la oficina de Tata Dios. Por supuesto, estaba abierta también ella de par en par. Titubeó un poquito antes de entrar. Pero en el cielo todo termina por inspirar confianza. Así que penetró en la sala ocupada en su centro por el escritorio de Tata Dios. Y sobre el escritorio estaban sus anteojos. Nuestro amigo no pudo resistir la tentación — santa tentación al fin — de echar una miradita hacia la tierra con los anteojos de Tata Dios. Y fue ponérselos y caer en éxtasis. ¡Que maravilla! Se veía todo clarito y patente. Con esos anteojos se lograba ver la realidad profunda de todo y de todos sin la menor dificultad. Pudo mirar profundo de las intenciones de los políticos, las auténticas razones de los economistas, las tentaciones de los hombres de Iglesia, los sufrimientos de las dos terceras partes de la humanidad.

Entonces se le ocurrió una idea. Trataría de ubicar a su socio de la financiera para observarlo desde esta situación privilegiada. No le resulto difícil conseguirlo. Pero lo agarró en un mal momento. En ese preciso instante su colega esta estafando a una pobre mujer viuda mediante un crédito bochornoso que terminaría de hundirla en la miseria por sécula seculorum. (En el cielo todavía se entiende latín). Y al ver con meridiana claridad la cochinada que su socio estaba por realizar, le subió al corazón un profundo deseo de justicia.

Nunca le había pasado en la tierra. Pero, claro, ahora estaba en el cielo. Fue tan ardiente este deseo de hacer justicia, que sin pensar en otra cosa, buscó a tientas debajo de la mesa el banquito de Tata Dios, y revoleándolo por sobre su cabeza lo lanzó a la tierra con una tremenda puntería. Con semejante teleobjetivo el tiro fue certero. El banquito le pegó un formidable golpe a su socio, tumbándolo allí mismo.

En ese momento se sintió en el cielo una gran algarabía. Era Tata Dios que retornaba con sus angelitos, sus santas vírgenes, confesores y mártires, luego de un día de picnic realizado en los collados eternos. La alegría de todos se expresaba hasta por los poros del alma, haciendo una batahola celestial. Nuestro amigo se sobresalto. Como era pura alma, el alma no se le fue a los pies, sino que se trató de esconder detrás del armario de las indulgencias. Pero ustedes comprenderás que la cosa no le sirvió de nada. Porque a los ojos de Dios todo está patente. Así que fue no más entrar y llamarlo a su presencia. Pero Dios no estaba irritado. Gozaba de muy buen humor, como siempre. Simplemente le preguntó qué estaba haciendo.

La pobre alma trató de explicar balbuceando que había entrado a la gloria, porque estando la puerta abierta nadie la había respondido y el quería pedir permiso, pero no sabía a quién.

-No, no — le dijo Tata Dios — no te pregunto eso. Todo está muy bien. Lo que te pregunto es lo que hiciste con mi banquito donde apoyo los pies. Reconfortado por la misericordiosa manera de ser de Tata Dios, el pobre tipo fue animado y le contó que había entrado en su despacho, había visto el escritorio y encima los anteojos, y que no había resistido la tentación de colocárselos para echarle una miradita al mundo. Que le pedía perdón por el atrevimiento.

-No, no — volvió a decirle Tata Dios — Todo eso está muy bien. No hay nada que perdonar. Mi deseo profundo es que todos los hombres fueran capaces de mirar el mundo como yo lo veo. En eso no hay pecado. Pero hiciste algo más. ¿Qué pasó con mi banquito donde apoyo los pies?

Ahora sí el ánima bendita se encontró animada del todo. Le contó a Tata Dios en forma apasionada que había estado observando a su socio justamente cuando cometía una tremenda injusticia y que le había subido al alma un gran deseo de justicia, y que sin pensar en nada había manoteado el banquito y se lo había arrojado por el lomo.

-¡Ah, no! — volvió a decirle Tata Dios. Ahí te equivocaste. No te diste cuenta de que si bien te había puesto mis anteojos, te faltaba tener mi corazón. Imaginate que si yo cada vez que veo una injusticia en la tierra me decidiera a tirarles un banquito, no alcanzarían los carpinteros de todo el universo para abastecerme de proyectiles. No m’hijo. No. Hay que tener mucho cuidado con ponerse mis anteojos, si no se está bien seguro de tener también mi corazón.

ORACIÓN ANTE LAS TENTACIONES A LA VIRGEN MARÍA


ORACIÓN ANTE LAS TENTACIONES 
A LA VIRGEN MARÍA

Madre querida, Virgen María, acógeme en tu regazo, cúbreme con tu manto protector y con ese dulce cariño que nos tienes a tus hijos aleja de mí las trampas del enemigo, e intercede intensamente para impedir que sus astucias me hagan caer. A Ti me confío y en tu intercesión espero. Amén.

EUCARISTÍA Y SILENCIO


Autor: P Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net
Eucaristía y silencio
Es condición indispensable para escuchar y encontrarnos con Dios. El encuentro con Dios se da en el silencio del alma.

Eucaristía y silencio

La vida crece silenciosamente en el oscuro seno de la tierra y en el seno silencioso de la madre. La primavera es una inmensa explosión, pero una explosión silenciosa. 

Dios fue silencioso durante muchos siglos, y en ese silencio se gestaba la comunicación más entrañable: el diálogo entre Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

¿Qué es el silencio? 

Es esa capacidad interior de saber estar reposado, calmado, controlando y encauzando los sentidos internos y externos. Es esa capacidad de callar, de escuchar, de recogerse. Es esa capacidad de cerrar la boca en momentos oportunos, de calmar las olas interiores, de sentirse dueño de sí mismo y no dominado o esclavo de sus alborotos. 

Uno de los males de la actualidad es el aburrimiento, que se origina de la incapacidad del hombre de estar a solas consigo mismo. El hombre de la era atómica no soporta la soledad y el silencio, y para combatirlos echa mano de un cigarrillo, una radio, la televisión, y para evadirse del silencio se echa ciegamente en brazos de la dispersión, la distracción y la diversión. 

¿Para qué sirve el silencio? 

Es muy útil para reponer fuerzas, energías espirituales, calmarse, para encontrarnos con nosotros mismos, para conocernos mejor, más profundamente. 

Es imprescindible para ser creativos. Todo artista, científico, pensador, necesita desplegar en su interior un gran silencio para poder generar percepciones, ideas, creaciones. Los grandes genios del arte y de la literatura fueron hombres que dedicaban mucho tiempo al silencio. Y de esos momentos de silencio brotaron las grandes obras. Es lo que llamamos el silencio creador, fecundo, productivo. 

Es condición indispensable para escuchar y encontrarnos con Dios. Jamás le escucharemos si estamos sumergidos en el oleaje de la palabrería, dispersión, agitación. El encuentro con Dios se da en el silencio del alma. Así lo dice santa Teresa de Jesús: “Pues hagamos cuenta que dentro de nosotros está un palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas –en fin, como para tal Señor-, y que sois vos parte de que aqueste edificio sea tal, como a la verdad lo es (que es ansí, que no hay edificio y de tanta hermosura como un alma limjpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras), y que en este palacio está este gran Rey y que ha tenido por bien ser vuestro Padre y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón” (Camino de perfección, 28, 9). 

Y san Juan de la Cruz nos susurra al oído: “El alma que le quiere encontrar ha de salir de todas las cosas con la afición y la voluntad, y entrar dentro de sí mismo con sumo recogimiento. Las cosas han de ser para ella como si no existiesen...Dios, pues, está escondido en el alma y ahí le ha de buscar con amor el buen contemplativo, diciendo: ¿A dónde te escondiste?” (Cántico espiritual, 1, 6). 


¡El valor del silencio! 

Las grandes decisiones en la vida nacieron de momentos de silencio. 

Necesitamos del silencio para una mayor unificación personal. La mucha distracción produce desintegración y ésta acaba por engendrar desasosiego, tristeza, angustia. 

Hay diversas clases de silencio. 

Jesús nos dijo: “cierra las puertas”. Cerrar las puertas y ventanas de madera es fácil. Pero aquí se trata de unas ventanas más sutiles, para conseguir ese silencio. 

Está, primero, el silencio exterior, que es más fácil de conseguir: silencio de la lengua, de puertas, de cosas y de personas. Es fácil. Basta subirse a un cerro, internarse en un bosque, entrar en una capilla solitaria, y con eso se consigue silencio exterior. 

Pero está, después, el silencio interior: silencio de la mente, recuerdos, fantasías, imaginaciones., memoria, preocupaciones, inquietudes, sentimientos, corazón, afectos. Este silencio interior es más difícil, pero imprescindible para oír a Dios e intimar con Él. 

Los enemigos del silencio son la dispersión, el desorden, la distracción, la diversión, la palabrería, la excesiva juerga, risotadas, la velocidad, el frenesí, el ruido. 

¿Qué relación hay entre eucaristía y silencio? 

El mayor milagro se realiza en el silencio de la eucaristía. Las más íntimas amistades se fraguan en el silencio de la eucaristía. Las más duras batallas se vencen en el silencio de la eucaristía, frente al Sagrario. La lectura de la Palabra que se tiene en la misa debe hacerse en el silencio del alma, si es que queremos oír y entender. El momento de la Consagración tiene que ser un momento fuerte de silencio contemplativo y de adoración. Cuando recibimos en la Comunión a Jesús ¡qué silencio deberíamos hacer en el alma para unirnos a Él! Nadie debería romper ese silencio. 

Las decisiones más importantes se han tomado al pie del silencio, junto a Cristo eucaristía. ¡Cuántas lágrimas secretas derramamos en el silencio! Juan Pablo II cuando era Obispo de Cracovia pasaba grandes momentos de silencio en su capillita y allí escribía sus discursos y documentos. ¡Fecundo silencio del Sagrario! 

Así lo narra Juan Pablo II en su libro “¡Levantaos! ¡Vamos!”: “En la capilla privada no solamente rezaba, sino que me sentaba allí y escribía...Estoy convencido de que la capilla es un lugar del que proviene una especial inspiración. Es un enorme privilegio poder vivir y trabajar al amparo de este Presencia. Una Presencia que atrae como un poderoso imán...” . 

Preguntemos a María si el silencio es importante. El silencio de la Virgen no es un silencio de tartamudez e impotencia, sino de luz y arrobo...Todos hablan en la infancia de Jesús: los ángeles, los pastores, los magos, los reyes, Simeón, Ana la Profetisa...pero María permanece en su reposo y sagrado silencio. María ofrece, da, recibe y lleva a su Hijo en silencio. Tanta fuerza e impresión secreta ejerce el silencio de Jesús en el espíritu y corazón de la Virgen que la tiene poderosamente y divinamente ocupada y arrebatada en silencio. 


UN CIEGO CON LUZ


UN CIEGO CON LUZ 

Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.
En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.
Se da cuenta de que es Manuel, el ciego del pueblo. Entonces, le dice:
-¿Qué haces Manuel, tú ciego, con una lámpara en la mano?
Si tú no ves...

Entonces, el ciego le responde:

- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi...
No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil...Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho más el camino de los demás...¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento...

¡Qué hermoso sería si todos ilumináramos los caminos de los demás!
Sin fijarnos si lo necesitan o no... Llevar luz y no oscuridad...
Si toda la gente encendiera una luz el mundo entero estaría iluminado y brillaría día a día con mayor intensidad...
Todos pasamos por situaciones difíciles a veces... todos sentimos el peso del dolor en determinados momentos de nuestras vidas... todos sufrimos en algunos momentos... lloramos en otros...
Pero no debemos proyectar nuestro dolor cuando alguien desesperado busca ayuda en nosotros...
No debemos exclamar como es costumbre: -La vida es así... llenos de rencor, llenos de odio...
No debemos...Al contrario: ayudemos a los demás sembrando esperanza en ese corazón herido...
Nuestro dolor es y fue importante pero se minimiza si ayudamos a otros a soportarlo, si ayudamos a otro a sobrellevarlo... luz... demos luz... Tenemos en el alma el motor que enciende cualquier lámpara, la energía que permite iluminar en vez de oscurecer...

Está en nosotros saber usarla...Está en nosotros ser Luz y no permitir que los demás vivan en las tinieblas...

ORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO


ORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO


Con el velo del Santísimo Sacramento
sean cubiertos mis seres queridos.
y no sean heridos, ni muertos,
ni presos, ni cautivos, 
ni de sus enemigos vencidos.
por la flor en que nació, 
por la cruz en que murió,
hablen y se defiendan
y ablanden los corazones 
que estén en su contra.


¡Oh! Jesús sacramentado, 
si enemigos ven venir,
la llaga de tu costado 
siempre los ha de cubrir.
con el velo de Maria Santísima 
sean cubiertos mis seres queridos.
y no sean heridos, ni muertos,
ni presos, ni cautivos, 
ni de sus enemigos vencidos.


El poder de Dios les valga, 
la fuerza de la fe, 
la pureza de María Santísima, 
y la castidad del señor San José.
Así sea.

SAN CAYETANO PARA COLOREAR -7 DE AGOSTO





Festividad: 7 de agosto.
Fundador de la orden de los Clérigos Regulares (Teatinos)
Nacionalidad: italiana.
Fecha beatificación: 1629 por el Papa Urbano VIII.
Fecha canonización: 1671 por el Papa Clemente X. 
Patrón: personas que buscan trabajo, desempleados.


SAN CAYETANO DE THIENE, PRESBÍTERO FUNDADOR, 7 DE AGOSTO


Autor: . | Fuente: Corazones.org
Cayetano de Thiene, Santo
Presbítero Fundador, 7 de agosto

Cayetano de Thiene, Santo
Fundador de la Orden de Clérigos Regulares

Martirologio Romano: San Cayetano de Thiene, presbítero, que en Nápoles, en la región de la Campania, se entregó piadosamente a obras de caridad, especialmente a favor de los aquejados de enfermedades incurables, promovió cofradías para formar religiosamente a los laicos e instituyó los Clérigos Regulares, para la reforma de la Iglesia, enseñando a sus discípulos a seguir la primitiva manera de vida apostólica (1547). 

Etimología: Cayetano = alegre. Viene de la lengua latina. 

Su padre, el Conde Gaspar de Thiene y su madre María di Porto. El padre murió cuando los dos hermanos eran muy pequeños. Su piadosa madre dio a sus hijos un admirable ejemplo. 

Cayetano estudió 4 años en la Universidad de Padua donde se distinguió en la teología y se doctoró en derecho civil y canónico en 1504. Fue nombrado senador en Vicenza. 

Estaba, sin embargo, decidido a seguir los estudios sacerdotales. Se trasladó a Roma en 1506. Decía que Dios le llamaba a realizar una gran obra. Al poco tiempo fue nombrado secretario privado del Papa Julio II. Ayudaba al Papa a escribir las cartas apostólicas. Conoció de cerca a cardenales y prelados. 

El Papa muere en 1513 y Cayetano decide no continuar en el cargo. Se preparó durante 3 años para ser sacerdote. Fue ordenado en 1516, a los 36 años. Celebra su primera misa y queda sobrecogido por el don del que no se considera digno. 

Funda en Roma la "Cofradía del Amor Divino", una asociación de clérigos que se dedicaba a promover la gloria de Dios. Tuvo su primera experiencia pastoral en la parroquia de Santa María de Malo, cerca de Vicenza; luego se dedicó a cuidar los santuarios esparcidos por el monte Soratte. 

Ingresó en el oratorio de San Jerónimo que tenía los mismos fines que la cofradía del Amor Divino, pero incluía a laicos pobres. Sus amigos se molestaron mucho por eso, porque consideraban que aquello era indigno para un hombre de gran alcurnia como él. A Cayetano no le importó. Ayudaba y servía personalmente a los pobres y enfermos de la ciudad y atendía a los pacientes de las enfermedades repugnantes. 

Cayetano se preocupaba mucho por el bien espiritual de su congregación. Solía decir: "En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración, en el hospital le encontramos personalmente". 

Fundó otro oratorio en Verona. Se trasladó a Venecia en 1520, siguiendo el consejo de su confesor, Juan Bautista de Crema, un dominico santo y prudente. Se alojó en el hospital de la ciudad y siguió la misma forma de vida. Se le consideraba fundador principal del hospital por todos los regalos que hizo. 

La Eucaristía 

Implantó la bendición con el Santísimo Sacramento y promovió la comunión frecuente, en los 3 años que vivió en Venecia. Escribió: "No estaré satisfecho sino hasta que vea a los cristianos acercarse al Banquete Celestial con sencillez de niños hambrientos y gozosos, y no llenos de miedo y falsa vergüenza". 

La cristiandad pasaba por un periodo de crisis. La corrupción debilitaba a la Iglesia. Cayetano era uno de los que más imploraban la verdadera reforma de vida y de costumbres dentro de la Iglesia. Repetía a menudo: "Cristo espera, ninguno se mueve". 

Fundador 

San Cayetano regresó a Roma para hablar de la reforma con los miembros de la Cofradía del Amor Divino en 1523, en compañía del obispo de Teato Giampietro Carafa, de Bonifacio Colli y de Pablo Consiglieri. No solo predicó la reforma, sino la llevó a cabo fundando con sus tres compañeros una orden de Clérigos Regulares que tomasen como modelo la vida de los Apóstoles. La llamaron "Ordo Regularium Theatinorum" o Congregación de los Teatinos (el nombre de padres teatinos viene del episcopado de "Teate Marrucinorum" ), y tenía como finalidad principal la renovación del clero. 

Clemente VII aprobó la fundación el 14 de septiembre de 1524. Cayetano renuncia a todos sus bienes y Carafa a los 2 episcopados de Brindis y de Chieti. 

Los 4 primeros miembros visten sus hábitos religiosos y hacen los votos en San Pedro, ante un delegado pontificio. Carafa es nombrado superior general de la orden. Aparte de la renovación del clero, sus otros objetivos eran la predicación de la sana doctrina, el cuidado de los enfermos y la restauración del uso frecuente de los Sacramentos. 

Los seguidores no eran muchos. A los 4 años, en 1527, cuando la orden tenía 12 miembros, el ejercito saqueó la ciudad, la casa fue destruida y ellos escaparon a Venecia. En 1530 San Cayetano sucede a Carafa en el cargo de superior. Por su humildad, lo hace con renuencia. 

Trabaja enérgicamente por la reforma del clero. En 1533, Carafa fue elegido superior general por segunda vez. Cayetano es enviado a Verona, donde recibe oposición a sus reformas. 

Viaja a Nápoles para fundar una casa de su orden. Recibe una casa donada por el conde de Oppido y rechaza otros terrenos. El conde alega que los napolitanos no eran tan ricos y generosos como los venecianos a los que San Cayetano le responde: "Tal vez tengáis razón, pero Dios es el mismo en ambas ciudades. Dios está en Nápoles como en Venecia". 

Se quedó en Nápoles donde había mas trabajo. La ciudad mejoró notablemente gracias a las prédicas y el trabajo apostólico del santo, que en ocasiones tuvo que enfrentarse con laicos y religiosos que predicaban el calvinismo, el luteranismo y otros errores. 

Fundó con el Beato Juan Marinoni los "Montes de Piedad" para liberar de la miseria a los pobres y marginados. Esta obra fue aprobada poco antes del Concilio de Letrán. En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales. 

Cae enfermo en el verano de 1547. Los médicos le aconsejan poner un colchón sobre su cama de tablas, el respondió: "Mi salvador murió en la cruz; dejadme pues, morir también sobre un madero". 

Murió en Nápoles a la edad de 77 años, el domingo 7 de agosto de 1547. 

Ocho años después de su muerte, el teatino Carafa fue elegido Papa, con el nombre Pablo IV, un auténtico reformador, aunque su pontificado fue muy impopular. 

Cayetano fue canonizado en 1671 después que la comisión encargada terminara de examinar rigurosamente los numerosos milagros. 

ORACIÓN A SAN CAYETANO - 7 DE AGOSTO DEL 2014


miércoles, 6 de agosto de 2014

EL VALOR DE LA MUJER


EL VALOR DE LA MUJER


Cuenta la leyenda que al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a la mujer, encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre y no tenía más de que disponer.

Ante este dilema y después de profunda meditación, hizo esto:
Tomo la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, la esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del sol y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma de un cisne y la dureza del diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y la frialdad de la nieve.
Mezclo tan desiguales ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre.
Después de una semana, vino el hombre y le dijo: ¡¡¡Señor, la criatura que me diste me hace desdichado, quiere toda mi atención, nunca me deja solo, charla incesantemente, llora sin motivo, parece que se divierte al hacerme sufrir y vengo a devolvértela porque no puedo vivir con ella!!!

Bien, contestó Dios y tomó a la mujer.
Pasó otra semana, volvió el hombre y le dijo: Señor, me encuentro muy solo desde que te devolví a la criatura que hiciste para mí, ella cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia, reía y su risa era música, era hermosa a la vista y suave al contacto. Me cuidaba y protegía cuando lo necesitaba, me daba dulzura, ternura, comprensión y amor sin condiciones, por  favor Dios, devuélvemela, ¡¡¡porque no puedo vivir sin ella!!!

Ya veo, dijo Dios, ahora valoras sus cualidades, eso me alegra mucho, claro que puedes tenerla de nuevo, fue creada para ti, pero no olvides cuidarla, amarla, respetarla y protegerla, porque de no hacerlo, corres el riesgo de quedarte de nuevo sin ella...

ENFRÉNTATE A LA VIDA



ENFRÉNTATE A LA VIDA

Esta vez, no te hablaré de lo que es la vida. Compartiré los momentos que te hacen firme ante ella.
Si estás cansado de llevar siempre la misma rutina, ¡¡FIJA TUS METAS!!!
Traza las líneas del horizonte que te gustaría alcanzar y lucha por llegar a Ellas.

Sé que será difícil; pues hay obstáculos que te hacen caer, mas te puedes levantar y seguir adelante.
Encontrarás tropiezos que te harán más fuerte para enfrentarte a ella con valor.

Podrás ver al sol frente a frente y sin temor a la oscuridad de la noche, que a veces te resulta fría y aterradora.

Si deseas ser una de tantas personas que van por la vida, cual hoja al viento, no hagas nada, tan solo déjate llevar. Más aún si el viento deja de soplar, en cualquier momento caerás.

¡¡LUCHA, SÉ VALIENTE!!. La vida está en tus manos. ¡¡ERES JOVEN!!, tienes todo el potencial para realizar tus sueños anhelados.

Por último quiero decirte que todo esto nunca tendrá razón si no llevas a tu lado a aquel que Te dio la vida. A tu creador.

Gamaliel Díaz Cervantes

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 6 DE AGOSTO DEL 2014 - LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS

Autor: José Fernández de Mesa | Fuente: Catholic.net
La Transfiguración
Mateo 17, 1-9. Fiesta Transfiguración. Pidamos a Dios que realice en nosotros una "transfiguración interior" que nos permita contemplar su divinidad.
La Transfiguración
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9


En aquel tiempo toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle». Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos». 

Oración introductoria

Señor, creo, auténticamente estoy convencido, que hoy me invitas a compartir esa vivencia que tuvieron Pedro, Santiago y Juan en mi oración. Dame tu luz para saber apartar toda distracción y poder contemplarte, conocerte y amarte más.

Petición

Señor, que siempre escuche tu voz, en mi corazón.

Meditación del Papa Francisco

La montaña en la Biblia representa el lugar de la cercanía con Dios y del encuentro íntimo con Él; el lugar de la oración, donde estar en la presencia del Señor. Allí arriba en el monte, Jesús se muestra a los tres discípulos transfigurado, luminoso, bellíssimo ; y después aparecen Moisés y Elías, que conversan con Él. Su rostro es tan resplandeciente y sus ropas tan cándidas, que Pedro se queda estupefacto, tanto que quisiera quedarse así, casi parar ese momento. Pero enseguida resuena de lo alto la voz del Padre que proclama a Jesús su Hijo predilecto, diciendo: "Escuchadlo". Esta palabra es importante ¿eh? Nuestro Padre que ha dicho a estos apóstoles y también nos dice a nosotros ´escuchad a Jesús, porque es mi Hijo predilecto´. Tengamos esta semana esta palabra en la cabeza y en el corazón. Escuchad a Jesús. Y esto no lo dice el Papa, lo dice Dios Padre, a todos, a mí, a vosotros, a todos, a todos. […] Escuchad a Jesús, no lo olvidéis.
Es muy importante esta invitación del Padre. Nosotros, discípulos de Jesús, estamos llamados a ser personas que escuchan su voz y se toman en serio sus palabras. Para escuchar a Jesús, es necesario estar cerca de Él, seguirlo, como hacían las multitudes del Evangelio que le perseguían por las calles de Palestina» (SS Papa Francisco, 16 de marzo de 2014).

Reflexión

Jesús se aparta con tres de sus apóstoles para orar, y lo hace en un monte alto. ¿Qué sentido tiene este detalle para Él? Sin duda alguna Jesucristo escogió un lugar adecuado para ofrecer una señal de su divinidad.

Jesús, para sus apóstoles, es el maestro y el guía de sus vidas, pero es fácil comprender que con el transcurrir del tiempo y las largas horas en su compañía perdieran de vista que Jesús era también el Mesías. En el capítulo 16 de este mismo evangelio podemos leer cómo Pedro realiza su confesión de fe, y manifiesta por primera vez que Cristo es el Mesías, el enviado por Dios para redimir al mundo. Probablemente los milagros y curaciones no lograban mantener esta llama de fuego interior, que es la fe, en el corazón de los apóstoles, y Jesús quiso transfigurarse delante de ellos, es decir, mostrarse en toda su divinidad.

También nosotros podemos ser como los apóstoles. Los hechos extraordinarios o milagrosos no son suficientes para mantener viva nuestra fe. En ocasiones pueden ayudarnos, pero la realidad es que a Cristo, a Dios, se le conoce en el diálogo, es decir, en la oración. Pidamos a Dios que realice en nosotros una "transfiguración interior" que nos permita contemplar su divinidad con el fin de conocerle y amarle cada día con más intensidad.

Propósito

Dedicar 15 minutos adicionales a esta meditación para gustar más de la contemplación de Cristo en el monte de la oración.

Diálogo con Cristo

Señor, sólo Tú eres la respuesta a todos mis anhelos y aspiraciones. Concédeme saber escucharte siempre para poder discernir el bien y el mal y, con tu gracia, podré adherirme a tu voluntad. Gracias por recordarme que nunca debo temer, porque Tú siempre estás conmigo, llenando mi vida de dones que tristemente, en ocasiones, dejo pasar. 

VIERON EL CIELO POR UN RATO Y QUERÍAN QUEDARSE - LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS


Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Vieron el cielo por un rato y querían quedarse
Querían quedarse allí para siempre, pero no era aún el momento. En el cielo querremos quedarnos para siempre

Vieron el cielo por un rato y querían quedarse


Les hizo ver el cielo por un rato. 

Querían quedarse allí para siempre, pero no era aún el momento. En el cielo querremos quedarnos para siempre, y será verdad, y será posible. 

Los condenados querrán ir al cielo por un rato al menos, y no irán ni siquiera por un rato. ¡Qué mal se está aquí! Pero allí se quedarán eternamente, en el lugar donde no se ama y donde la infelicidad ha puesto su morada eterna. ¡Qué bien se está aquí! Cuando uno dice eso es porque lo siente. 

Aquellos tres apóstoles se decían a sí mismos y nos decían a nosotros: ¡Qué bien se está en el cielo! Todos los santos han tenido una experiencia semejante a la del Tabor, es decir, han gustado anticipadamente el cielo. Y todos han dicho lo mismo: ¡Qué bien se está aquí...!San Pablo: "Tengo por seguro que..." Santa Teresa; "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero". San Ignacio de Loyola: "¡Qué miserable me parece la tierra cuando contemplo el cielo!" La aparición sirvió para fortalecerles en el momento de la prueba. En los momentos de dificultad y de dolor conviene recordar los momentos de luz. Las dificultades y problemas duran sólo esta vida, la felicidad del cielo nunca termina. Todos necesitamos esta motivación, este ángel de luz que nos sostenga en medio del dolor. Jesús quiso necesitarlo o simplemente lo necesitó en el supremo dolor, cuando sudaba sangre en Getsemaní. Quiso tener en la hora de su muerte a María como un nuevo ángel que le ofrecía su amor y su presencia para resistir hasta el final. Con cuanto mayor razón necesitamos nosotros la presencia de ese ángel. 

Dios se ha adelantado a dárnoslo en María Santísima, el mismo ángel que a Él le consoló como nadie en este mundo. Cuando uno experimenta a Dios tan intensamente, lo demás desaparece. Se quiere únicamente ser de Dios. Ser de Dios felizmente y para siempre. ¡Quién pudiera decirlo, sentirlo y que fuera verdad!: Soy de Dios, pertenencia suya, nada mío, todo de Él, esclavo, siervo, hijo, consagrado. 

Los santos lo saben, lo empezaron a saber desde este mundo, desde que se despojaron de sus ricas ropas y se vistieron el sayal del siervo. "Mi Dios y mi todo", es una frase que decían en un suspiro de amor. Todos los santos han subido al Tabor desde este mundo, y antes de subir al Calvario. "Este es mi Hijo amado; escuchadle". ¡Con qué amor diría el Padre estas palabras! Con parecido amor dice de los buenos hijos: “Éstos son mis hijos predilectos”: Los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Sed santos. 

Todos los caminos se han recorrido en busca de lo mismo: la felicidad; y de todos han vuelto sin respuesta muchos, muchísimos hombres; sólo los santos nos han dicho algo diferente: "no me arrepiento". Luego, ¿han hallado lo que otros no? Tal parece. Son felices. Y, ¿por qué?. Porque han servido al mejor Señor que los ha convertido en reyes; porque han salido de su cueva a mejorar el mundo; han amado a su prójimo, han dejado atrás su sucio egoísmo, han vivido de fe y amor; han luchado duramente por mejorar su mundo, la han hecho más pura, más fuerte, más generosa; éstos son los felices. Quién lo creyera, porque han quebrado y hecho pedazos todas las reglas de la lógica humana: Han matado su vida para vivir. "El mundo espera el paso de los santos" –dijo un sabio, Pablo VI-, porque los demás arreglan, si es que arreglan, los problemas materiales: pan y circo; pero el hombre requiere de curación para su alma, doctores del alma que sepan manejar la medicina celestial: Los santos la tienen y la dan; dan y, con Dios, la paz íntima, el por qué de la vida y de todo el peregrinar humano; ofrecen fortaleza y amor. Ellos mismos, con su ejemplo, ofrecen un estímulo a superarse, a elevarse del barro para volar a las alturas. 

Escuchadle. No escuchéis a los falsos profetas, no sigáis la voz del tentador que os presenta la felicidad en forma de drogas, sexo desenfrenado, borracheras, dinero, poder... 

Escuchadle. En las bienaventuranzas, en la invitación a la conversión, en el amor a Dios y a los hombres, en la invitación a la santidad. "Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón". Hoy no queremos escuchar, no queremos obedecer a nadie: ni a Dios, ni a la Iglesia, ni al Papa; ni a los padres, ni aún a la autoridad civil. Se requiere cierta humildad para orar y obedecer. El hombre de hoy, tal vez, se está volviendo progresivamente más soberbio, más seguro de sí y, por eso, no quiere escuchar, Pero el Padre le sigue pidiendo que escuche a quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Porque el mismo hombre que no escucha a Dios, si escucha al Padre de la mentira, ese desobediente obedece a sus pasiones, a sus caprichos, hasta el punto de decir: "He aquí el esclavo del pecado, de los vicios. Hágase en mí según vuestros mandatos" Dios dice a los tres apóstoles: 

Escuchadle. Se lo dice en buena forma. Tiempo habrá en que la dura claridad de sus palabras se convierta en encrucijada de salvación o condenación. "Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; pero el que no crea se condenará". Mc.16,15-16 

IMÁGENES DE LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS






























martes, 5 de agosto de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 5 DE AGOSTO DEL 2014

Autor: Clemente González | Fuente: Catholic.net
Escándalo de los fariseos
Mateo 15, 1-2. 10-14. Tiempo Ordinario. Su pecado mayor: la soberbia y la altanería. No son humildes y por eso no creen en Jesús.
 
Escándalo de los fariseos
Del santo Evangelio según san Mateo 15, 1-2. 10-14

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y maestros de la Ley habían venido de Jerusalén y le preguntaron: «¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los antepasados? No se lavan las manos antes de comer.»
Jesús mandó acercarse a la gente y les dijo: Escuchen y entiendan: Lo que entra por la boca no hace impura a la persona, pero sí mancha a la persona lo que sale de su boca. Poco después los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado de tu declaración? Jesús respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz. ¡No les hagan caso! Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo. 


Oración introductoria

Jesús, permite que esta oración me ayude a líbrame del pecado de la hipocresía, de la insinceridad y de la incoherencia, porque quiero seguirte, no sólo en apariencia, sino de verdad. Dame la gracia de vivir una caridad positiva, haciendo el bien a los demás, brindando apoyo a todos, ofreciendo la estima sincera y sirviendo en todo lo que me sea posible a mi prójimo, sin buscar aplausos y sin importarme el «qué dirán».

Petición

Señor, dame un corazón sencillo y sincero, abierto a los demás.

Meditación del Papa Francisco

Cuando el servicio del Señor, se convierte en un yugo tan pesado, las puertas de las comunidades cristianas están cerradas: nadie quiere venir al Señor. En cambio, nosotros creemos que por la gracia del Señor Jesús somos salvos. Esta palabra, yugo, me llega al corazón, me viene a la mente. Jesús pide a todos a permanecer en su amor. Precisamente de este amor nace la observancia de sus mandamientos. Esta es la comunidad cristiana del sí, que permanece en el amor de Cristo y dice "no", "porque está este sí". Está este amor que nos lleva a ser fieles al Señor... porque yo amo al Señor no hago esto o aquello: Es una comunidad del "sí" y los "no" son el resultado de este "sí". Pidamos al Señor que el Espíritu Santo nos ayude siempre a ser una comunidad de amor, de amor a Jesús que nos ha amado tanto. Una comunidad de este ´sí´. Y desde este ´sí´ cumplir los mandamientos. Una comunidad de puertas abiertas. Y que nos defienda de la tentación de volvernos quizás, puritanos, en el sentido etimológico de la palabra, de buscar una pureza para-evangélica, una comunidad del "no". Porque Jesús nos pide antes el amor, el amor a Él, y permanecer en su amor.(S.S. Francisco, 2 de mayo de 2013).

Reflexión

Los fariseos, sabios y orgullosos, tercos y fríos calculadores, perseveran inconmovibles en su tosudez e incredulidad, a pesar de todas las explicaciones de Jesús. ¡La de los fariseos sí que es ceguera! Y lo más triste y trágico del asunto es que están ciegos porque ellos quieren estarlo, por su propia voluntad, por su dureza de corazón, por su empedernimiento interior y su incredulidad.

Los fariseos, no cambian de postura, se endurecen más y más. Ése es, precisamente, el verdadero problema, su pecado mayor: la soberbia y la altanería. No son humildes y por eso no creen ni aceptan a Jesús. Es un pecado de empedernimiento y de ceguera voluntaria. A esto llamaría luego nuestro Señor "pecado contra el Espíritu Santo", o sea, de resistencia consciente a la gracia de Dios. ¡Qué tremendo!

Ojalá que nunca nos pase a nosotros eso que les aconteció a los fariseos. Pidamos a nuestro Señor la gracia de ser profundamente humildes y sencillos de corazón, para creer en Él con una fe viva, para confesar y proclamar públicamente a Jesús, incluso a costa de burlas y de persecuciones que suframos en su nombre.

Pero esta fe, para que sea auténtica, debe ser operante y práctica; o sea, ha de envolver toda nuestra persona y nuestro ser entero. No se trata de algo meramente intelectual o de una aceptación racional de las verdades del dogma católico. Es, más bien, confianza absoluta en Dios nuestro Señor, en su poder y en su misericordia; abandono total al Plan de Dios, como un niño pequeño en brazos de su padre; y absoluta disponibilidad a su santísima Voluntad sobre nosotros, como María y como los santos.

Propósito

Es la hora de acudir al Señor y pedirle que nos ayude, que nos cure de nuestros pecados, que sane nuestra alma débil, decirle que queremos amarle a Él y a nuestros hermanos pero que no sabemos, y aún sabiendo no podemos. 

PAPA FRANCISCO RECIBE ESTE MARTES 5 DE AGOSTO A 50 MIL MONAGUILLOS ALEMANES


Papa Francisco recibe este martes 50 mil monaguillos alemanes
El encuentro se produce con ocasión de la peregrinación nacional a Roma con el tema '¡Libres! Porque es lícito hacer el bien'



Ciudad del Vaticano, 04 de agosto de 2014 (Zenit.org) 

50 mil monaguillos alemanes serán recibidos por el santo padre Francisco mañana por la tarde en la plaza de San Pedro. El encuentro se produce con ocasión de su peregrinación nacional a Roma del 4 al 8 de agosto, que lleva por tema '¡Libres! Porque es lícito hacer el bien'.


El programa para esta peregrinación incluye funciones religiosas diocesanas, visitas guiadas sobre temas de historia, cultura y espiritualidad, y excursiones culturales y religiosas, entre las que destaca la visita a Asís. Se trata de una forma de "reforzar el potencial espiritual del importante grupo de la pastoral alemana que cuenta con más de 430.000 niños, adolescentes y jóvenes adultos comprometidos con el servicio al altar".

"Cuando estos jóvenes lleguen a Roma, podrán experimentar que son muchos, que forman parte de algo muy grande: forman parte de la Iglesia universal. Esto hace que en muchos de ellos se verifique un cambio en el corazón que le podrá llevar, en un futuro, a continuar su servicio en la Iglesia, también como adultos", explica monseñor Michael Gerber, obispo auxiliar de Friburgo, en Radio Vaticana.

Asimismo, el prelado indica que para al menos el 90 por ciento de los chavales, ésta será la primera ocasión en la que estarán en la plaza de San Pedro y ver al Santo Padre. "Creo que el papa Francisco podrá animar a los ministrantes en su servicio por Cristo, por la Iglesia, por los que sufren, por los jóvenes y los niños", subraya monseñor Gerber.

Finalmente indica que las características para ser un monaguillo son "tener la alegría por este servicio, una alegría profunda por el servicio a Cristo y a su Iglesia, junto a una relación personal con lo que sucede durante la Santa Misa, que es expresión de una fe viva". Además, es necesario tener "un cierto sentido de responsabilidad, que crece con la edad, en lo relacionado con este servicio", concluye. 

EL ÉXITO, EN DOS PASOS SENCILLOS


Autor: P Juan Antonio Ruiz LC | Fuente: la-oracion.com
El éxito, en dos pasos sencillos
Mientras avanzamos en la vida, lanzamos la mirada atrás y nos arrepentimos de muchas cosas que nos hubieran gustado hacer.



El éxito, en dos pasos sencillos

«El pecador ha de sentir siempre que tus palabras proceden exclusivamente de tu caridad. Las palabras caritativas han de preceder siempre a las recomendaciones punzantes. Si quieres ser útil a las almas de tus prójimos, recurre primero a Dios de todo corazón y pídele con sencillez que te conceda esa caridad, suma de todas las virtudes y la mejor garantía de éxito en tus actividades» (San Vicente Ferrer, Tratado sobre la vida espiritual). 

Mientras más avanzamos en la vida, lanzamos la mirada atrás y empezamos a arrepentirnos de muchas cosas que nos hubieran gustado llevar a cabo. Y así, vamos creando esa lista de deseos que «algún día cumpliré». De todos los que pregunto, muchos suelen coincidir que una de las cosas que más les gustaría es aprender un idioma. Francés, inglés, italiano, alemán… se pasean por los ojos de todos y les invitan a recurrir a uno de los inventos más inútiles que he conocido: los manuales de «aprende un idioma sin esfuerzo y en poco tiempo». Y digo que es inútil porque nada se consigue sin esfuerzo y en poco tiempo. Por lo menos, la gente normal, como yo, así lo vive. 

Y miren ustedes por dónde, me encuentro con este pequeño escrito del gran santo español Vicente Ferrer que desarma esta teoría. Porque ahí delinea dos pasos sencillos para el éxito en la vida. Dos recomendaciones que te ayudarán a ascender los escalones del triunfo: la caridad y la oración. ¡Claro!, hablamos de triunfo únicamente en el plano espiritual. Que, después de todo, es el único triunfo que cuenta. Ya lo decía Santa Teresa de Jesús: «Al final de la vida, el que se salva, sabe; el que no, no sabe nada». 

Pero volvamos a los dos pasos de San Vicente. Y, sobre todo, veamos cómo los vivió él en su vida. Porque de nada sirve predicar bellamente si luego no se refleja eso que predicas en tu propia experiencia. Pues bien, el Papa Benedicto XVI nos cuentó en la audiencia general dedicada a este santo que «Tenía la capacidad de mantener la atención en el auditorio con el tono y modulaciones de su voz. Pero, sobre todo, con la pasión que ponía en lo que decía. Huyendo de lenguajes artificiosos y recargados, supo traslucir a Dios. ¿Cómo? Orando. Es la clave de todos los santos. Antes de predicar se retiraba durante varias horas. Y la gracia se derramaba a raudales». Muchos suelen preguntarme cómo ayudar a una persona, qué hacer para que vuelva a Dios. El santo de hoy responde con ese primer paso en la vida: la oración. Y luego Dios, si realmente confiamos, se encargará. 

Ahora bien, después llega un segundo paso, que sería la colaboración alo que oro junto a la acción de Dios: la caridad. Y una caridad que se traduce, ante todo, en el ejemplo de una vida auténtica. Porque no hay mayor caridad que un buen testimonio. Y San Vicente vuelve a ser testigo de esto, como nos lo relata de nuevo el Papa Benedicto XVI en la audiencia antes citada: «Tenía autoridad moral porque su vida era sencilla y austera. Era íntegro, auténtico. [...] Tanta bondad resumida en su persona conmovía de tal modo a la gente que, enardecida por sus palabras, intentaban robarle trozos de su hábito a modo de reliquia». 

Oración y caridad. He aquí dos pasos sencillos –aunque no vividos sin esfuerzo– que pueden llevarnos a un éxito rotundo en nuestra vida: éxito que se cumplirá, definitivamente, en la llegada a la Felicidad con mayúscula, al cielo que Dios nos tiene preparado, con amor, desde toda la eternidad. 

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