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viernes, 13 de diciembre de 2013
EL EVANGELIO DE HOY: 13.12.2013
Autor: Carlos Henrique Farias, L.C. | Fuente: Catholic.net Indiferencia de los judíos | |
Mateo 11, 16-19. Adviento. Quien lucha desde la fe, triunfa, porque no lucha sólo, sino hombro a hombro con Dios. | |
¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: "Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado cantos fúnebres, y no os habéis lamentado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Demonio tiene." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores." Y la Sabiduría se ha hecho prestigiosa por sus obras. Oración Introductoria Señor, quiero amarte y ser generoso en mi entrega diaria, pero muchas veces el miedo, las dudas, las inseguridades e incertidumbres, aprietan mi vida. Por eso, actúo como un niño que no se satisface con nada. Jesús, ¡cuántas veces Tú, en persona, has venido en mis prójimos y yo te he rechazado, por no reconocerte! Ayúdame a madurar mi fe, mi amor y mi entrega, para lanzarme con entusiasmo en tus manos, para cantar cuando Tú me tocas flauta, y también llorar, cuando me entonas los cantos fúnebres. Petición Jesús, quiero asemejarme a ti, unir mi voluntad a la tuya. Quiero seguir amándote en el estado de vida que he elegido. Quiero caminar desde tus manos, mirar desde tus ojos, ser feliz desde tu corazón. Por eso, mi dulce Jesús, pido que vivas en mí para que tu fe sea la mía; tus amores, los míos; tus alegrías, las mías. En fin, que sea uno contigo. Meditación del Papa Francisco El resultado es que el Dios vivo es sustituido por ídolos humanos y pasajeros, que ofrecen un embriagador momento de libertad, pero que al final son portadores de nuevas formas de esclavitud y de muerte. La sabiduría del salmista dice: "Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos". Recordémoslo siempre: El Señor es el Viviente, es misericordioso. El Señor es el Viviente, es misericordioso. Queridos hermanos y hermanas, miremos a Dios como al Dios de la vida, miremos su ley, el mensaje del Evangelio, como una senda de libertad y de vida. El Dios vivo nos hace libres. Digamos sí al amor y no al egoísmo, digamos sí a la vida y no a la muerte, digamos sí a la libertad y no a la esclavitud de tantos ídolos de nuestro tiempo; en una palabra, digamos sí a Dios, que es amor, vida y libertad, y nunca defrauda, a Dios que es el Viviente y el Misericordioso. Sólo la fe en el Dios vivo nos salva; en el Dios que en Jesucristo nos ha dado su vida con el don del Espíritu Santo y nos hace vivir como verdaderos hijos de Dios por su misericordia. Esta fe nos hace libres y felices. (S.S. Francisco, 16 de junio de 2013). Reflexión La vida desde la fe es sencilla. Implica confiar y aceptar, pero, sobre todo, buscar hacer la voluntad de Dios. Quien lucha desde la fe, sabe que su lucha es victoriosa, porque no lucha sólo, sino hombro a hombro con Dios. Acepta con gusto lo venido de Dios, porque sabe que Él es su Padre y quiere lo mejor para él. Sabe ver la mano amorosa de su Providencia en cada una de las diversas circunstancias de la vida, porque se siente amado y cuidado por Dios. No se queja, sino que vive el momento presente confiando siempre en quien es Todopoderoso. Jesús no nos pide mucho. Sólo nos enseña e invita a tener los pies en la tierra y el corazón en el cielo. Propósito En el día de hoy, voy a buscar vivir los contratiempos con visión sobrenatural y amor, aceptando con agrado los planes de Dios sobre los míos. Diálogo con Cristo Señor, quiero agradecerte por todos los beneficios que tu inefable bondad me hace alcanzar cada día y en cada momento. Te pido fortaleza y constancia para seguir tus inspiraciones, pues sabes que soy muy débil. Sabes que muchas veces no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Tú conoces lo que llevo en mi corazón, Jesús. Por eso, concédeme la gracia de potenciar lo que es bueno y rectificar lo malo. Jesús, confío en ti. Ayúdame a asemejarme en criterios, acciones y deseos contigo. "Si no le dejas, Él no te dejará" (San Josemaría Escrivá, Camino, n. 730) |
jueves, 12 de diciembre de 2013
MIRAR A BELÉN PARA APRENDER A MIRAR
Mirar a Belén para aprender a mirar
1. Desde la mirada de Dios
Dios mira, con su mirada cargada, y al fijar su mirada, fija su amor y se estremecen sus entrañas. De ahí que su mirada es mirada de Misericordia y de vida acunada. Es mirada que toca nuestra verdad y la levanta; que toma nuestra dureza y la hace blanda; y en vez de desnudar nos da su gracia, para poder arropar lo que en nosotros falta. Una mirada que tan sólo busca lo que es pequeño y nada. Una mirada fija, que como faro marca una promesa firme para el que va a buscarla, y en el continuo pausar de su mensaje clama: ¡Navega Amor adentro, con las velas de tu vida, desplegadas!
2. Desde la mirada de María
La Madre mira, del Padre, su mirada, que todo lo puede sin serle imposible nada; pero he aquí que descubre una inquietud algo rara: querer mirar al hombre desde una mirada humana. Y al oírle preguntarle: “¿Puedo?”, pudo entonces responderle: “¡Haga!” Así, la Palabra hecha carne, crecía como un “¡gracias!” y la madre del Hijo se hacía de todos Morada, para que toda vida fuera en su amor cobijada.
3. Desde la mirada de José
A San José le toca, en silencio, leer con la mirada, lo que la mano providente del Padre le mandaba. Mas no es fácil callar cuando las apariencias hablan.
Sólo quien sabe en silencio mirar, puede escuchar la verdad que al corazón se le dice, mientras los ojos se engañan. Por eso San José, no habla. Tan sólo trabaja. Trabaja con un Dios, que cuanto deba decir, dirá en voz baja, y cuando llegue al final, dirá que ha terminado el trabajo que lo clava a un madero hecho cuna, en el que todo se entrega a las manos del Abba.
4. Desde la mirada de Isabel
La mirada de Isabel dice que ser madre puede, aunque todos lo nieguen, a pesar de su vejez, pues es Dios quien lo promete, y aunque la llamen estéril, está esperando un bebé. Así, no hay cosa que ya no espere el corazón que tiene fe.
5. Desde la mirada del posadero
La posada mira satisfecha e indiferente, y poco le importa lo que ocurra tras la puerta con la gente. No sale a recibir, sólo sale a ver al que en sus reglas entre, y ahí mismo lo deje, si desea más amor del que su amor se atreve. Así tiene segura su vida tras la puerta, cual prisión que le retiene, repleta de cerrojos, como ojos que no ven, de indiferentes. De ojos que se cierran a ver lo que hay enfrente. No hay lugar, repite, y sobre todo, si el otro es diferente; mas no es tanto su pobreza en los recursos, cuanto es la estrechez que hay en su mente.
6. Desde la mirada de Herodes
Todo es amenaza para el que todo quiere y retener no puede. A él deben darle, y darle como quiere, mas no le pidan que dé, que de eso, saber no quiere. No conoce la alegría; reír, reír, tan sólo puede, pues reír podemos solos; mas la alegría solo con otros nos viene. Tampoco sabe de paz, pues la paz encuentra sede, cuando un ‘gracias a Dios’, abiertas las manos nos tiene.
7. Desde la mirada del pastor
Por saber de cuidados, con su mirada atenta se detiene, a mirar por todos lados, por dónde la gracia llegue a sanarlo y cargarlo, mientras se ponga fuerte. No mira solo por sí, mira por lo que a otros conviene. Contempla la vida y sabe, que nada ocurre de repente. Los fríos de la noche pasa, recordando del día, lo caliente, y cobijo ha encontrado, aún en la intemperie, donde Dios se ha mostrado y le espera sonriente.
8. Desde la mirada del rey venido de Oriente
Sabio es el que encuentra lo que está, aunque a los ojos se oculte y no se muestre. Lo encuentra por buscar, a donde ya otros miraron prefiriendo lo aparente.
Sabio es el que en un inmenso espacio sabe marcar un punto trascendente que a todo da sentido y un mirar diferente. Sabio es el que ensancha el corazón para mirar aún mejor, cuando la luz desaparece. Sabio es el que sabe preguntar por lo que aún no entiende; se prepara a lo que ya presiente, y cuando lo ve llegar, se regala él mismo con su mejor presente. Sabio es el que descubre la grandeza, que esconderse puede, y adora al Dios nacido, entre su misma gente.
9. Desde la mirada del Dios-con-nosotros
Mira que te mira Dios; mira que te está mirando.
Mira que por ti ya es niño; mira que te quiere y tanto.
Mira cual te mira a vos; míralo en su amor llorando.
Mira que por ti es que vino; míralo, a morir va andando.
Javier Albisu sj
DIOS NO TOMA VACACIONES...
Dios no toma vacaciones
Te acompaña
Con su Palabra siempre eficaz y certera. Si la lees aprenderás que, una buena reflexión sobre tu vida, es el mejor oxígeno que puedes ofrecer a tu existencia.
Te habla
En el silencio. No lo busques en lo extraordinario. No lo reduzcas a la belleza que te seduce. Dios habla cuando se le busca en una atmósfera de paz y de sosiego.
Te protege
En las dificultades. El verano, por estar la familia más reunida, es proclive a los conflictos. No estamos acostumbrados a estar “demasiado juntos”. Dios es familia y nos ayuda a hacer más sólidos nuestros principios cristianos.
Te conduce
En los caminos que avanzas. Para descansar no es necesario ir muy lejos pero, allá donde estés, la mano de Dios te alcanza, su soplo te empuja, sus ojos te miran.
Desea tu recuperación
El Señor constantemente se retiraba para orar. Sus vacaciones preferidas eran esas: estar con Aquel que tanto le amaba. No olvides que, además de tu expansión física, tu alma necesita un alimento espiritual.
Disfruta estando contigo
Junto a Ti, en llano o en la montaña, Dios permanece alerta. Eres insustituible para Él. Te quiere y, por lo tanto, su mayor obligación mientras tú descansas… es que Él quiere estar contigo.
Te alimenta
En el desierto. Las vacaciones pueden ser un bien o un mal. Nos puede tentar el maligno o, por el contrario, bendecir Dios que habita en el cielo. No olvides la Eucaristía, una visita a la iglesia, una pequeña obra de caridad. El verano no puede ser cincelador de becerros de oro.
Te ofrece el cultivo de la fe
El verano, cuando no se vive como Dios manda, puede ser un “invierno para la fe”. Un descansar sin ser cristiano. No olvides lo que las agencias de viaje no te ofrecen: emplea algo de tiempo en amar a Dios y a los demás. Descansa no de Dios…sino con Dios.
Quiere tu crecimiento
En las vacaciones hay tiempo para lo más esencial: el testimonio (que a veces las prisas nos lo impiden), la conversación profunda y serena (que nuestras obligaciones nos evitan) o la preocupación por el estado de los otros que viven al lado. Dios nos ayuda cuando, también nosotros, lo hacemos con los que nos rodean.
Dios no guarda vacaciones
¡Y más vale! Lo necesitamos por cuanto que, en el descanso o en el trabajo, en el ocio o en deporte, en el mar o en el monte, en el conflicto o en la paz, en la alegría o en la tristeza, en verano o en invierno…necesitamos de una mano que nos indique nuestro camino a seguir.
P. Javier Leoz
ROSARIO A LA GUADALUPANA
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CANCIONES GUADALUPANAS
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ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE
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EL EVANGELIO DE HOY: 12.12.2013
Autor: Rodrigo Fernández de Castro De León, L.C. | Fuente: Catholic.net Bendita tú entre las mujeres | |
Lucas 1, 39-48. Solemnidad de la Virgen de Guadalupe. Un amor fiel, un amor fresco, un amor de Madre, en el tiempo y en la eternidad. | |
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces, Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. Entonces dijo María: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Oración introductoria Señor Jesús, Tú sabes que llevo mucho tiempo buscándote; aquí estoy. Creo en Ti. Creo que estás realmente presente en la Eucaristía. Creo que estás presente en mi prójimo. Petición «María, háblanos de Jesús, para que el frescor de nuestra fe brille en nuestros ojos y caliente el corazón de aquellos con quienes nos encontremos, como tú hiciste al visitar a Isabel que en su vejez se alegró contigo por el don de la vida». (Benedicto XVI, Oración a la Virgen de Loreto, 14 de febrero de 2007). Meditación del Papa Francisco En el contexto del Evangelio de Lucas, la mención del corazón noble y generoso, que escucha y guarda la Palabra, es un retrato implícito de la fe de la Virgen María. El mismo evangelista habla de la memoria de María, que conservaba en su corazón todo lo que escuchaba y veía, de modo que la Palabra diese fruto en su vida. La Madre del Señor es icono perfecto de la fe, como dice santa Isabel: "Bienaventurada la que ha creído" [...] En la Madre de Jesús, la fe ha dado su mejor fruto, y cuando nuestra vida espiritual da fruto, nos llenamos de alegría, que es el signo más evidente de la grandeza de la fe. En su vida, María ha realizado la peregrinación de la fe, siguiendo a su Hijo. Así, en María, el camino de fe del Antiguo Testamento es asumido en el seguimiento de Jesús y se deja transformar por él, entrando a formar parte de la mirada única del Hijo de Dios encarnado (S.S. Francisco, encíclica Lumen fidei, n. 58). Reflexión Es una realidad que todo ser humano busca la felicidad. Pero, si todos queremos ser felices, ¿por qué hay tantos problemas?, ¿por qué existen tantos males como las guerras, las injusticias y los odios? La respuesta es muy sencilla: porque no todos sabemos en qué consiste la felicidad. María nos enseña que la clave de la felicidad está en dos cosas: amar y ser amado. Estas realidades no van contrapuestas, sino que están tan unidas como nuestra alma a nuestro cuerpo. María nos muestra el por qué. Ella ha experimentado el amor de Dios a tal grado que se ha convertido en el pilar que sostiene su vida. Sabe que pase lo que pase Dios no dejará de amarla. Con su actitud, nos invita a estar conscientes de que todo en nuestra vida es pasajero, excepto el amor de Dios. Podemos perder todo: casa, trabajo, familia… pero nunca perderemos el amor de Dios. Es precisamente esto lo que lleva a María a la segunda parte de la felicidad: amar. Cuando un cristiano experimenta el amor de Dios, surge en su interior un sincero deseo de corresponder. María lo demuestra cuando, con alegría y sencillez, va en busca de su prima Isabel, para llevarle a Jesús. Éste es el reto de los cristianos: amar y ser amados. La segunda parte ya la tenemos: Dios nunca dejará de amarnos. ¿Estamos dispuestos a vivir la primera? La Iglesia en México, en América, en el mundo entero, celebra la Virgen de Guadalupe, y tendrá siempre presente un cerro en el que la Virgen nos alentó con su cariño: "¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?" Son palabras que nos unen directamente al Calvario, cuando Cristo, el crucificado, le dijo a María: "He ahí a tu hijo". Son palabras que nos alivian en las mil aventuras de la vida, en los peligros, en las pruebas, en los fracasos. María nos espera a todos, como a hijos. México estará muy cerca de Dios si sabe conservar, en la fe de cada mexicano, su amor a la Virgen, Nuestra Señora del Tepeyac. Cuando rompamos las fronteras de la muerte y encontremos al Dios de la justicia y del perdón, sentiremos en lo más profundo del corazón el cariño de María de Guadalupe. Un amor fiel, un amor fresco, un amor de Madre, en el tiempo y en la eternidad. Propósito El día de hoy voy a rezar un misterio del rosario, agradeciendo a María la ayuda silenciosa que me ha dado durante toda mi vida, encomendando a mis familiares y seres queridos. Diálogo con Cristo Jesús, en este día dedicado a la Virgen de Guadalupe, te doy gracias por haberme dado a María como Madre. Ayúdame a imitar a la Virgen en sus virtudes, especialmente la generosidad y la servicialidad. Dame la gracia de tener un alma profundamente eucarística, para que toda mi vida pueda transformarse en un Magníficat. "Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial”. (San Bernardo de Claraval) |
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, ADVOCACIÓN MARIANA, 12 DE DICIEMBRE
miércoles, 11 de diciembre de 2013
QUIERO SER TU PINO EN ESTA NAVIDAD
Quiero ser tu pino en esta Navidad
El árbol de Navidad es algo más que un adorno, es una forma de vivir con más intensidad la espera del Señor Jesucristo.
Esta Navidad quiero ser tu pino Señor. Un pino sencillo de los que nacen en las sierras, pero con unas ramas verdes y frescas, alimentado por la sabia de tu vida divina.
Como un reflejo tuyo, mi forma sera como de palomar, signo del Espiritu Santo y si una rama sobresale demasiado, hazme sensible para cortarla a tiempo antes de que me deforme demasiado.
Empezaré a limpiar mi tronco y mis ramas, de todo musgo o heno que tenga. Y así poco a poco quitaré todo lo que me estorba; mi egoismo, mis envidias, mis incomprensiones, mi orgullo, mi soberbia, que como "plaga" crecen sin que yo me de cuenta. Como un recuerdo de todas las estrellas que brillaron esa noche bendita en que Tú naciste, me llenaré de foquitos de colores para reflejar a los demás la alegría de Tú venida al mundo.
Escogeré unas esferas doradas, las más brillantes para que representen todas mis ALABANZAS, por el sol que sale cada día, por las estrellas, por los atardeceres tan hermosos, y por todas las maravillas del mundo que Tú creeaste para nosotros, por ser nuestro Ser Supremo. Continuare con muchas esferas rojas, que representan mis PETICIONES. Te pido que hagas de mi un instrumento de Tú AMOR.
Te pido por mi familia, mis amigos, mi comunidad, Por mi Patria para que sea un país donde Tú siempre reines. Que jamás el desaliento, entre en mi corazón. Te pido me unjas con tu Santo Espíritu y con el, la verdadera SABIDURIA QUE VIENE DE TI. Dame Señor lo que Tú sabes me conviene y yo no se pedir. Dame mucha paciencia y humildad.
Dame prudencia para nunca herir a nadie y dame caridad para tener un corazón grande que sepa amar.
Pondré tambien unas esferas azules, para pedirte con ellas PERDON porque no siempre he sido fiel, porque no he sabido dar ni perdonar, porque viendo "la luz" he preferido "la oscuridad", porque conociendo el bien he optado por "el mal".
Por último me llenaré de esferas plateadas, muy grandes que serán para darte GRACIAS, por todo lo que he recibido de Tí. GRACIAS porque me has otorgado salud, bienestar, alegría y satisfacciones. GRACIAS también por la enfermedad, las penas y los sufrimientos, aunque me cuesta trabajo decírtelo y aceptar tu voluntad. Tú sabes lo que hiciste. GRACIAS Señor por todo aquello que me acercó íntimamente más a Tí. Es tanto lo que tengo que agradecerte.
Y en la punta, con una luz muy intensa, pondré una estrella enorme, que me ilumine siempre, esa será mi Fe. Una Fe madura e inquebrantable, siempre en aumento, que se alimentará de tu palabra. Por eso esa luz brillará para todo aquel que se acerque a mí, porque Tú brillas en mí. Yo quiero ser esta y todas las próximas Navidades, tu pino Señor. Lléname de alegría para participar a todos mis hermanos el gozo de poseerte Señor Jesús.
EL ESPÍRITU SANTO, NUESTRO GUÍA EN ADVIENTO
Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net El Espíritu Santo, nuestro guía en Adviento | |
Únicamente los sencillos pueden reconocer la voz del Espíritu Santo en su interior, sólo ellos son capaces de dejarse guiar por Él. | |
Durante el Adviento no podemos olvidar la presencia del Espíritu Santo que primero actúa profetizando la venida del Mesías, y después, en Jesucristo. Esto es para nosotros una muy especial indicación por parte de Dios Nuestro Señor de que las necesidades que posee el hombre sólo pueden realizarse desde una perspectiva: la del Espíritu Santo. Sin embargo, tampoco podemos olvidar que esto únicamente es posible para el alma que se convierte en dócil instrumento del Espíritu Santo, pues es Él quien nos permite ir llegando con paso firme a todas y cada una de las metas que Dios nos va poniendo a lo largo de la vida. No estamos solos, el Señor no nos abandona. La presencia de Jesucristo en nuestras vidas no es nada más una compañía, es también una guía, una luz. Y nunca olvidemos que esta iluminación quien la realiza es el Espíritu Santo. El profeta Isaías nos habla de un momento, en los tiempos mesiánicos (cuando venga el Mesías), en que todo será paz, y cómo el Espíritu de Dios colmará el mundo. Dice el Profeta: “Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la Tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar”. En la Encarnación es el Espíritu Santo el que cubre con su sombra a la Santísima Virgen para que sea engendrado el Hijo de Dios. Y es también el Espíritu Santo el que, cada vez que queremos tener a Cristo en nuestra alma, se hace presente para construir en nosotros la presencia, la vida de Cristo. El Espíritu Santo es el Santificador, es el que realiza en el alma la función de dar vida en el Señor. Es Él quien nos aconseja, guía e ilumina, fortaleciéndonos para que el mensaje que la Navidad viene a traer a nuestras almas se pueda cumplir. En este Adviento, en este camino hacia la Navidad, hacia la presencia plena de Cristo en nuestra alma, no estamos guiados por una estrella, estamos guiados por el Espíritu de Dios Nuestro Señor. Esto tiene que ser para nosotros una grandísima certeza, tiene que darnos una gran paz y una gran serenidad. Sin embargo, exige de nosotros un entrenamiento que consiste en aprender a escuchar lo que el Espíritu Santo va diciendo a nuestra conciencia, el someter nuestro juicio a lo que Él nos va pidiendo y el ser capaces de amar el modo concreto con el cual va educando nuestro corazón. Únicamente los sencillos pueden reconocer la voz del Espíritu Santo en su interior, sólo ellos son capaces de dejarse guiar por Él. Si tuviéramos dentro de nosotros esta presencia constante del Espíritu Santo podríamos participar de la acción de gracias que Jesucristo hace al Padre: “Te doy gracias Padre del Cielo y de la Tierra, porque has revelado estas cosas, no a los sabios y entendidos, sino a los sencillos”. ¡Cuántas veces nuestra forma de ver las cosas y nuestros juicios son los que gobiernan nuestras vidas! ¡Cuántas veces pretendemos entender todas las cosas según la cuadrícula de nuestra sabiduría, y nos olvidamos que la sabiduría de Dios es la que tiene que regir nuestra vida! Cuando leemos las profecías de Isaías, donde aparece el lobo habitando con el cordero, la pantera con el cabrito, el novillo y el león pastando juntos, podría aparecer la pregunta: ¿Todo eso existe? ¿Es un sueño o es una realidad? Lo que el profeta nos está diciendo es que aun aquello que parece imposible al hombre, que en la lógica humana jamás podría llegar a darse, el Espíritu Santo lo puede realizar. En este Adviento, aprendamos a romper las lógicas humanas, a deshacer nuestras cuadrículas, nuestras formas de ver muchas situaciones, de vernos, incluso, a nosotros mismos. Dejemos a un lado tantas y tantas cosas que clasifican nuestra existencia de una manera determinada y que, en definitiva, la alejan de Dios. Permitamos al Espíritu Santo hablar en nuestra vida, guiarnos e inspirarnos. No es tan difícil, es cuestión de aprender a escuchar, de no hacer ruido en nuestra alma, de ponernos delante de Dios y no oír otra cosa más que a Él, para que nada interrumpa esa comunicación de amor entre Dios y cada uno de nosotros. Nuestro corazón debe estar dispuesto a escuchar a Dios, para que este tiempo de Adviento, en el que se produce la mayor alegría para el hombre, que es el encuentro con el Señor, no pase con las hojas del calendario, sino que sea un tiempo que permanezca en el corazón. Con una gran apertura interior, permitámosle al Espíritu Santo hablar, para así poder ir quitando todo aquello que nos impiden tener paz en el alma, junto a Cristo en Belén. El profeta Isaías nos dice: “Aquel día, la raíz de Jesé se levantará como bandera de los pueblos, la buscarán todas las naciones”. ¿Hay en mi alma avidez de Dios? ¿Hay en mi corazón sed de este Cristo, que es la raíz de Jesé? ¿Hay en mi interior el anhelo de encontrarme con Jesús? Si no lo hay, permitamos que el Espíritu Santo vaya cambiando nuestro corazón hasta que Él lo llene. Y pidámosle que en este período de Adviento, Él vaya transformando nuestra existencia de tal manera que nunca nos sintamos solos, para que se pueda cumplir en nosotros la profecía de que somos dichosos porque vemos la presencia de Cristo en nuestra vida, vemos su influjo en la sociedad: “Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis”. |
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