miércoles, 14 de agosto de 2013

SAN MAXIMILIANO KOLBE, MÁRTIR, 14 DE AGOSTO


14 de Agosto
San Maximiliano Kolbe
Mártir
Año 1941

San Maximiliano KolbeMaximiliano significa: "El más importante de la familia".
Es este uno de los mártires modernos.

Murió en la Segunda Guerra Mundial. Había sido llevado por los nazis al terrorífico campo de concentración de Auschwitz.

Un día se fugó un preso. La ley de los alemanes era que por cada preso que se fugara del campo de concentración, tenían que morir diez de sus compañeros. Hicieron el sorteo 1-2-3-4...9...10 y al que le iba correspondiendo el número 10 era puesto aparte para echarlo a un sótano a morirse de hambre. De pronto al oírse un 10, el hombre a quien le correspondió ese número dio un grito y exclamó: "Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?".

En ese momento el padre Kolbe dice al oficial: "Yo me ofrezco para reemplazar al compañero que ha sido señalado para morir de hambre".

El oficial le responde: ¿Y por qué?

- Es que él tiene esposa e hijos que lo necesitan. En cambio yo soy soltero y solo, y nadie me necesita.

El oficial duda un momento y enseguida responde: Aceptado.

Y el prisionero Kolbe es llevado con sus otros 9 compañeros a morirse de hambre en un subterráneo. Aquellos tenebrosos días son de angustias y agonías continuas. El santo sacerdote anima a los demás y reza con ellos. Poco a poco van muriendo los demás. Y al final después de bastantes días, solamente queda él con vida. Como los guardias necesitan ese local para otros presos que están llegando, le ponen una inyección de cianuro y lo matan. Era el 14 de agosto de 1941.

Su familia, polaca, era inmensamente devota de la Sma. Virgen y cada año llevaba a los hijos en peregrinación al santuario nacional de la Virgen de Chestokowa. El hijo heredó de sus padres un gran cariño por la Madre de Dios.

Cuando era pequeño tuvo un sueño en el cual la Virgen María le ofrecía dos coronas, si era fiel a la devoción mariana. Una corona blanca y otra roja. La blanca era la virtud de la pureza. Y la roja, el martirio. Tuvo la dicha de recibir ambas coronas.

Un domingo en un sermón oyó decir al predicador que los Padres Franciscanos iban a abrir un seminario. Le agradó la noticia y con su hermano se dirigió hacia allá. En 1910 fue aceptado como Franciscano, y en 1915 obtuvo en la Universidad de Roma el doctorado en filosofía y en 1919 el doctorado en teología. En 1918 fue ordenado sacerdote.

Maximiliano gastó su vida en tratar de hacer amar y venerar a la Sma. Virgen. En 1927 fundó en Polonia la Ciudad de la Inmaculada, una gran organización, que tuvo mucho éxito y una admirable expansión. Luego funda en Japón otra institución semejante, con éxito admirable.

El padre Maximiliano fundó dos periódicos. Uno titulado "El Caballero de la Inmaculada", y otro "El Pequeño diario". Organizó una imprenta en la ciudad de la Inmaculada en Polonia, y después se trasladó al Japón y allá fundó una revista católica que pronto llegó a tener 15,000 ejemplares. Un verdadero milagro en ese país donde los católicos casi no existían. En la guerra mundial la ciudad de Nagasaki, donde él tenía su imprenta, fue destruida por una bomba atómica. A su imprenta no le sucedió nada malo.

San Maximiliano KolbeLos nazis durante la guerra, al invadir Polonia, bombardearon la ciudad de la Inmaculada y se llevaron prisionero al padre Maximiliano, con todos los que colaboraban. El ya había fundado una radiodifusora y estaba dirigiendo la revista "El caballero de la Inmaculada", con gran éxito y notable difusión. Todo se lo destruyó la guerra, pero su martirio le consiguió un puesto glorioso en el cielo.

Cuando el Santo Padre Pablo VI lo declaró beato, a esa gran fiesta asistió, el hombre por el cual él había ofrecido el sacrificio de su propia vida. Juan Pablo II, su paisano, lo declaró santo ante una multitud inmensa de polacos.

En este gran santo sí se cumple lo que dijo Jesús: "Si el grano de trigo cae en tierra y muere, produce mucho fruto. Nadie tiene mayor amor que el que ofrece la vida por sus amigos".

Quiera Dios que también nosotros seamos capaces de sacrificarnos como Cristo y Maximiliano, por el bien de los demás.

¡MANOS UNIDAS¡


¡Manos Unidas!
Autor: Ángel Luis Martín


Manos que oran,
pidiendo a Dios las bendiga.
Manos que tienen ojos,
para ver a los pobres,
manos que tienen oídos,
para oír el llanto
del hermano que sufre.
Manos que perdonan,
todas las ofensas.
Manos con perfume,
que huele a humildad,
para levantar de la cuneta,
a los marginados de la historia.
Manos doloridas,
de tanto curar heridas.
Manos Unidas,
llenas de semillas,
de amor y de vida.

OCÉANO


Océano

¡Siente el viento, como suavemente acaricia tu piel...! 

¡Percibe el olor que brota de estas aguas profundas!

Escucha el cantar de las sirenas, el aleteo de los peces;
recoge tus pensamientos y échalos todos al mar; 
el agua los purificará 
y los devolverá a ti con más claridad...

¡Recuerda que, eres el protagonista de esta historia...!

Siente las olas como chocan con tu cuerpo, 
humedeciendo tu piel palmo a palmo.

¡Recibe esa paz que el paisaje te ofrece 
y deja que tus problemas se sumerjan, 
hasta hundirse en el fondo, sin poder flotar...!

¡Las aguas te invitan a sumergirte! 
Tu cuerpo te lo pide sin cesar.

En tus manos está la decisión.
Penetra en este misterioso mundo 
y solamente déjate llevar...

¡Echa tus problemas al mar!

A veces es necesario llorar.
Las lágrimas purifican el alma 
y tu ser liberarás de esas ataduras.

¡Desde ahora te llenarás de paz, 
y con amor, todo lo enfrentarás!

Sumérgete en su profundidad; 
permite que tus heridas sanen.

¡Despéjate de los pensamientos negativos: 
todos tus resentimientos, tus corajes, 
tus penas, tus dudas, tu cansancio...!

¡Llénate de cosas positivas; 
piensa que cada día es uno nuevo; 
que mañana serás una nueva persona...!

¡Mímate, eres un ser humano único!

¡Deja que el agua purifique tu mente; 
echa tu alma a volar y sueña...!

EL EVANGELIO DE HOY: 14.08.2013

Autor: P. Sergio A. Cordova LC | Fuente: Catholic.net
La corrección fraterna
Mateo, 18, 15-20. Tiempo Ordinario. Antes de corregir, debemos estar muy atentos nosotros para no faltar o equivocarnos en aquello mismo que corregimos a los demás.
 
La corrección fraterna
Del santo Evangelio según san Mateo, 18, 15-20


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Oración introductoria

Señor, gracias, por ser tan bueno. Por darme la oportunidad de este momento de oración. Ayúdame a estar atento a las inspiraciones de tu Espíritu Santo. Este día seguramente estará lleno de desafíos y actividades, oportunidades para perdonar y buscar el perdón: con tu gracia lo podré vivir plenamente.

Petición

Concédeme cultivar, Señor, un alma contemplativa, sencilla y alegre para lograr ser un instrumento de tu paz.

Meditación del Papa

Otro fruto de la caridad en la comunidad es la oración en común. Dice Jesús: "Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". La oración personal es ciertamente importante, es más, indispensable, pero el Señor asegura su presencia a la comunidad que -incluso siendo muy pequeña- es unida y unánime, porque ella refleja la realidad misma de Dios uno y trino, perfecta comunión de amor. Dice Orígenes que "debemos ejercitarnos en esta sinfonía", es decir en esta concordia dentro de la comunidad cristiana. Debemos ejercitarnos tanto en la corrección fraterna, que requiere mucha humildad y sencillez de corazón, como en la oración, para que suba a Dios desde una comunidad verdaderamente unida en Cristo.(Benedicto XVI, 4 de septiembre de 2011).

Reflexión

Nos dice nuestro Señor que "si un hermano peca -o sea, falla en cualquier cosa de moral o dignidad en su comportamiento- repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, habrás salvado a tu hermano". Con esto nos está diciendo el Señor que la corrección es un bien y un servicio que se hace al prójimo. Pero aquí también hay reglas del juego, y hemos de tenerlas muy en cuenta para practicar cristianamente estos consejos de nuestro Señor. Veamos algunas de ellas.

La primera es que, antes de corregir a los propios hijos o a nuestros educandos, debemos estar muy atentos nosotros para no faltar o equivocarnos en aquello mismo que corregimos a los demás; y, por tanto, el que corrige -ya se trate de un maestro, de un educador y, con mayor razón, de un padre o madre de familia- debe hacerlo primero con el propio testimonio de vida y ejemplo de virtud, y después también podrá hacerlo con la palabra y el consejo. Nunca mejor que en estas circunstancias hemos de tener presente el sabio proverbio popular de que "las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra". Las personas –sobre todo los niños, los adolescentes y los jóvenes– se dejan persuadir con mayor facilidad cuando ven un buen ejemplo que cuando escuchan una palabra de corrección o una llamada al orden.

La segunda regla es que, al corregir, hemos de ser muy benévolos y respetuosos con las personas, sin humillarlas ni abochornarlas jamás, y mucho menos en público. ¡Cuántas veces un joven llega a sufrir graves lesiones en su psicología y afectividad por una educación errada! Y es un hecho que muchos hombres han quedado marcados con graves complejos, nunca superados, a causa de las humillaciones y atropellos que sufrieron en su infancia por parte de quienes ejercían la autoridad. Y no digo yo que no hay que corregir a los niños -dizque para no traumarlos, pero sí que hay formas y formas.

Diálogo con Cristo

Señor, te pedimos que al corregir, procuremos usar una gran bondad, mansedumbre y miramiento, y de un hondo sentido de la justicia y la equidad.

Si somos corregidos alguna vez –pues también nosotros estamos sometidos a autoridad–, no nos rebelemos ni tomemos a mal la corrección, sino con buen ánimo, con humildad y sencillez, según Tus palabras: "Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor y no te abatas cuando seas por Él reprendido; porque el Señor reprende a los que ama, y castiga a todo el que por hijo acoge" (Hb 12, 5-6; Prov 3, 11-12).

Petición

Te pedimos para que sepamos dar una educación y ejemplo auténticamente cristiana a nuestros hijos y a los niños y jóvenes confiados a nuestro cuidado o que puedan aprender de nosotros.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    martes, 13 de agosto de 2013

    ¿QUÉ HORA ES?


    ¿QUÉ HORA ES?

    Una vez ví un bonito reloj y me aproximé para verlo más de cerca. Debajo del reloj, había una pregunta curiosa que decía ¿Qué hora es?

    Estas tres palabras unidas forman una gran pregunta para nuestras vidas. Luego de leer esta pregunta, vinieron a mi mente muchas respuestas para cada persona, como por ejemplo:

    Es Hora de Perdonar, es la respuesta de las personas que a lo largo de los años han vivido odiando a alguien.

    Es Hora de Arrepentirse puede ser la respuesta de los pecadores

    Es Hora de Olvidar, responderá alguien que vive de recuerdos, pensando en el pasado, amarrado al pasado, atrapado en el pasado.

    Es Hora de Dar, tendría que responder una persona que ha sido mezquina, que ha sido egoísta y se ha olvidado del prójimo

    Es hora de ser Humilde, seria la respuesta de las personas orgullosas

    Es hora de estar alegres, por la esperanza que tenemos (Romanos 12,12) seria la respuestas de miles que viven tristes y sin esperanza.

    Es hora de buscar la Paz, Es hora de buscar la Armonía, tendrían que responder los que viven en guerra, buscando la violencia.

    Es hora de ser Valientes y Trabajadores, tendrían que responder los perezosos y flojos.

    Es hora de seguir el Camino La Verdad y La vida, dirían los que están perdidos

    Es hora de seguir al Buen Pastor, dirían las ovejas descarriadas

    Es hora de buscar la Luz, exclamarían los que viven en la oscuridad

    Es hora de Ayunar, Es hora de la Penitencia, Es hora de la Limosna, dirían los feligreses en Cuaresma.

    Es hora de Buscar a Dios, dirán también muchos

    Para la pregunta "¿Qué hora es?" existen muchas y diversas respuestas. Hay diferentes maneras de contestar, pero de manera particular la respuesta que yo daría, mi respuesta preferida, la que mas me emociona es:

    ES HORA de: "AMAR A DIOS con todo nuestro CORAZON, con toda nuestra ALMA, y con toda nuestra MENTE y con todas nuestras FUERZAS (Mc 12,29)"

    Por gracia de Dios, nosotros tenemos aún un Reloj, el reloj de nuestra vida. Aún nos queda el tiempo necesario para responder adecuadamente a la pregunta: ¿Qué hora es? 

    Responde con tu vida a esta pregunta, con tus acciones; responde con buenas obras.

    Un consejo: Durante el resto de tu vida, prepara la repuesta que salvará tu vida.

    Si aprovechas el reloj de la vida y aprendes a responder a esta pregunta, cuando mueras y te encuentres ante el tribunal de Cristo, a ti te corresponderá hacer esta pregunta. Sí, en efecto, probablemente cuando llegues asombrado por el cambio de estado, preguntaras: ¿Qué hora es Señor? 

    Y si en la vida terrenal aprendiste a responder a esta pregunta, Jesucristo seguro te responderá:

    Es hora de la ETERNIDAD, Es hora de la VIDA ETERNA. 

    ¿HAY CRISTIANISMO SIN CONTRASTES?


    Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
    ¿Hay cristianismo sin contrastes?
    No existe cristianismo sin contrastes porque No existe cristianismo sin cruz, sin sacrificio, sin verdades que penetran más que una espada.
     
    ¿Hay cristianismo sin contrastes?

    Nunca ha sido fácil predicar el Evangelio. No lo fue para el mismo Cristo. No lo fue para los primeros cristianos. No lo fue para tantos y tantos anunciadores del pasado. No lo es tampoco en nuestro tiempo.

    Existe, sin embargo, el peligro de una predicación apagada, tranquila, hecha más para tranquilizar a los oyentes que para ayudar a un encuentro auténtico con Jesucristo.

    Ese peligro se produce cuando permitimos que la mentalidad del mundo nos domine. Entonces dejamos de sentir el fuego del Evangelio en nuestras almas y nos preocupamos en evitar críticas o reacciones negativas, en no incomodar a los oyentes.

    Así, resulta fácil encontrar homilías donde no se habla del pecado. O constatar que hay sacerdotes y laicos que tienen miedo a denunciar la injusticia terrible que se comete en cada aborto. O leer textos de grupos más o menos competentes en catequesis que han eliminado conceptos como los de infierno, culpa, avaricia, tibieza, lujuria y parecidos.

    Hay quienes piensan que de este modo atraerán a la gente a la Iglesia católica. Pero, ¿atrae la sal cuando se vuelve sosa? ¿Estimula una luz que no alumbra? ¿Es seguidor de Cristo quien deja de lado por completo la idea de la cruz y la necesidad de abnegarse cada día, quien olvida los deberes de caridad hacia los pobres, los enfermos, los más necesitados?

    Un cristianismo descafeinado, anonido, tibio, no es cristianismo. Será, quizá, un espejismo más o menos engañoso, pero no la fe en todo lo que realizó y predicó el Hijo de Dios que vino al mundo para rescatar al hombre del pecado.

    No existe cristianismo sin contrastes porque no existe cristianismo sin cruz, sin sacrificio, sin verdades que penetran más que una espada de doble filo (cf. Hb 4,12).

    Sólo a través del mensaje auténtico, genuino, puro, que viene de Cristo, el cristianismo llega a ser lo que quiso su Fundador: el encuentro con el Camino que lleva a la Verdad y a la Vida, que nos saca de nosotros mismos para invitarnos a acoger el Amor y a amar a Dios y a los hermanos.

    ORACIÓN DEL CATEQUISTA


    ORACIÓN DEL CATEQUISTA

    Señor Jesús:

    Aquí me tienes para servirte
    y colocar a tus pies la labor en que estoy empeñado.
    Tú me escogiste para ser catequista,
    anunciador de tu Mensaje a los hermanos.
    Me siento muy pequeño e ignorante,
    soy a menudo inconstante,
    pero sé que Tú me necesitas.
    Gracias por confiar en mí, pequeño servidor tuyo.
    Estoy pronto a cumplir esta hermosa tarea
    con sencillez y modestia, amor y fe.
    Quiero ser instrumento tuyo
    para despertar en muchos hermanos:
    cariño por tu persona,
    confianza en tus promesas,
    deseos de seguirte como discípulo.
    Bendice día a día mis esfuerzos;
    pon tus palabras en mis labios,
    y haz que, en comunión con mis hermanos,
    pueda colaborar en extender tu Reino.

    María, tu que seguiste siempre con fidelidad
    las huellas de tu Hijo,
    guíanos por ese mismo camino.
    Amén.

    EL EVANGELIO DE HOY: 13.08.2013

    Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
    ¿Quién es el mayor?
    Mateo 18, 1-5. 10,12-14. Tiempo Ordinario. Mirar la intención por la que buscamos las virtudes espirituales, que no sea por amor a nosotros mismos o para que nos vean los demás.
     
    ¿Quién es el mayor?
    Del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10, 12-24.

    En aquel tiempo se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos? Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños. 

    Oración introductoria

    Espíritu Santo, dame tu luz en este momento de oración. Con la confianza de un niño pido también la intercesión de mi ángel de la guarda, de modo que tenga la docilidad para escuchar la Palabra y seguirla, como una oveja sigue a su pastor.

    Petición

    Jesús, concédeme el don de buscar, con la sencillez y la nobleza de un niño, el amor.

    Meditación del Papa

    Junto a Cristo y en Cristo, también nosotros pedimos entrar en sintonía con la voluntad del Padre, convirtiéndonos también nosotros en hijos. Jesús, por tanto, en este Himno de júbilo expresa la voluntad de implicar en su conocimiento filial de Dios a todos los que el Padre quiere hacer partícipes; y los que acogen este don, los "pequeños". ¿Pero qué significa "ser pequeños", sencillos? ¿Cuál es la pequeñez que abre al hombre a la intimidad filial con Dios y a acoger su voluntad? ¿Cuál debe ser la actitud de base de nuestra oración? Observemos el Discurso de la Montaña donde Jesús afirma: "Beatos los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios". Es la pureza del corazón la que permite reconocer el rostro de Dios en Jesucristo; y tener el corazón sencillo como el de los niños, sin la presunción de quien se cierra en sí mismo, pensando que no necesita a nadie, ni siquiera a Dios. Benedicto XVI, 7 de diciembre de 2011.

    Reflexión 

    En cuántas instituciones se da una lucha despiadada en las personas por subir de rango en su trabajo. Se pisa y se hunde al otro con tal de ser el mejor y estar por encima de los demás. Llevamos a la práctica la frase maquiavélica de "el fin justifica los medios". Si hay que ridiculizar, criticar o humillar a nuestro contrincante, lo hacemos.

    También a los discípulos de Jesús les surgían estos aires de posesión que tiene todo hombre, por eso le preguntan a Cristo quién será el primero en le reino de los cielos. Sin embargo, Jesús les saca de dudas respondiéndoles que aquel que sea como un niño. Respuesta un poco desconcertante porque todos eran ya mayores de edad y como que eso de volver a las cosas de niño no se vería muy bien en ellos. Obviamente, Jesús se refería a ser como niños en el espíritu, porque si alguien nos da ejemplo de inocencia, sencillez, pureza, sinceridad, cariño son precisamente los niños. En ellos no se da la doblez, morbosidad, envidia que desgraciadamente florece en algunas personas mayores. Los niños conquistan a todo mundo precisamente por su espontaneidad e ingenuidad que nace de su sencillez.

    Que este evangelio sea una invitación a mirar la intención por la que buscamos las virtudes espirituales. Si es por amor a nosotros mismos, para que nos vean las demás personas, para que vean lo bueno que somos, o si las buscamos para crecer en nuestra vida espiritual con esa sencillez con la que se dirige un niño a sus padres.

    Pidamos a Cristo la gracia de ganarnos el primer puesto en el reino de los cielos por nuestra sencillez y sinceridad en el momento de servir a los demás.

    Propósito

    Ante las tentaciones que se me puedan presentar hoy, pedir a Dios su gracia para evitar, incluso, el pecado venial.

    Diálogo con Cristo 

    Gracias, Señor, por mi ángel de la guarda y por la gran esperanza que surge de esta meditación. La cultura admira a la persona que por su propio esfuerzo tiene éxito, y esto es bueno. Pero, como tu hijo, debo tener una visión más amplia: atesorar esa confianza y dependencia a tu gracia, que es la que realmente logrará la trascendencia de mi vida. Además, siempre recordar que hay muchas ovejas sin pastor que no deben quedarse atrás ni perderse, si en mí está el poder ayudarles a volver o encontrar el redil. 

    FRASES SOBRE DIOS


    FRASES SOBRE DIOS

    DiosDios mira las manos limpias, no las llenas.
    (Publio Siro)

    Dios no habla, pero todo habla de Dios. 
    (Julien Green)

    ¡Dios nos conduce por caminos tan imprevistos...! (Charles de  Foucauld)

    Dios no nos arrastra; nos atrae. 
    (C.H. Mackintosh)

    Dios nunca te cerrará una puerta …, sin abrirte otra.

    Quien busca la verdad, busca a Dios, aunque no lo sepa.

    (Edith Stein)

    El que no escucha primero a Dios, no tiene nada que decir al mundo.
    (Hans Urs Baltasar)


    El Señor implica, complica y simplifica... (Carlos Clemente)

    El Señor sabe quién soy: esto me basta. (Juan XXIII)

    El silencio es el único rumor que hace Dios cuando pasa por el mundo. 
    (Víctor M. Arbeloa)

    En Cristo, mensaje y mensajero son una misma cosa.

    No debemos usar a Dios como se usa una muleta para caminar. (Remo Cantoni)

    Dios nos dio los recuerdos para que pudiéramos tener rosas en diciembre.
    (James Barrie)

    La sombra no existe. Lo que tú llamas sombra es la luz que no ves. 
    (Henri Barbusse)

    LA SOPA DE PIEDRA


    LA SOPA DE PIEDRA

    Cierto día, llegó a un pueblo un hombre y pidió por las casas para comer, pero la gente le decía que no tenían nada para darle. Al ver que no conseguía su objetivo, cambió de estrategia. Llamó a la casa de una mujer para que le diese algo de comer. 

    - "Buenas tardes, Señora. ¿Me da algo para comer, por favor?"

    - "Lo siento, pero en este momento no tengo nada en casa", dijo ella.

    - "No se preocupe - dijo amablemente el extraño -, tengo una piedra en mi mochila con la que podría hacer una sopa. Si Ud. me permitiera ponerla en una olla de agua hirviendo, yo haría la mejor sopa del mundo.

    - ¿Con una piedra va a hacer Ud. una sopa? ¡Me está tomando el pelo!

    - En absoluto, Señora, se lo prometo. Deme un puchero muy grande, por favor, y se lo demostraré”

    La mujer buscó la olla más grande y la colocó en mitad de la plaza. El extraño preparó el fuego y colacaron la olla con agua. Cuando el agua empezó a hervir ya estaba todo el vecindario en torno a aquel extraño que, tras dejar caer la piedra en el agua, probó una cucharada exclamando: 
    - ¡Deliciosa! Lo único que necesita son unas patatas". 

    Una mujer se ofreció de inmediato para traerlas de su casa. El hombre probó de nuevo la sopa, que ya sabía mucho mejor, pero echó en falta un poco de carne. 

    Otra mujer voluntaria corrió a su casa a buscarla. Y con el mismo entusiasmo y curiosidad se repitió la escena al pedir unas verduras y sal. Por fin pidió: "¡Platos para todo el mundo!". 

    La gente fue a sus casas a buscarlos y hasta trajeron pan y frutas. Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, sintiéndose extrañamente felices de compartir, por primera vez, su comida. 

    Y aquel hombre extraño desapareció dejándoles la milagrosa piedra, que podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.

    Moraleja: Con la cooperación se alcanzan resultados notables, aun cuando se parta de contribuciones pequeñas, o incluso insignificantes. Esta es la fuerza milagrosa que tiene el COMPARTIR. Cada uno podemos poner alguna de nuestras virtudes al servicio de los demás y el resultado puede ser espectacular.

    lunes, 12 de agosto de 2013

    EL EVANGELIO DE HOY: 12.08.2013

    Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
    El tributo del templo
    Mateo 17, 22-27. Tiempo Ordinario. Cristo nos invita a dar todo de nuestra parte, para no quedarnos a medias.
     
    El tributo del templo
    Del santo Evangelio según san Mateo 17, 22-27


    En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos la Galilea, les dijo Jesús: Al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día. Ellos se pusieron muy tristes. Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Contestó: Sí. Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños? Contestó: A los extraños. Jesús le dijo: Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.

    Oración introductoria

    Señor, inicio mi oración con la señal de la cruz, puesto que en ella está la síntesis de mi fe. En este gesto quiero manifestarte que creo en la santísima Trinidad, espero y confío en tu gracia y misericordia y te amo con todo mi corazón.

    Petición

    Jesús, que mi amor por ti se manifieste en mi amor y servicio a los demás.

    Meditación del Papa

    Justicia y misericordia, justicia y caridad, bisagras de la doctrina social de la Iglesia, son dos realidades diferentes sólo para nosotros los hombres, que distinguimos atentamente un acto justo de un acto de amor. Justo, para nosotros, es "lo que se debe al otro", mientras que misericordioso es lo que se dona por bondad. Y una cosa parece excluir a la otra. Pero para Dios no es así: en Él, justicia y caridad coinciden; no hay acción justa que no sea también acto de misericordia y de perdón y, al mismo tiempo, no hay una acción misericordiosa que no sea perfectamente justa.
    ¡Qué lejana está la lógica de Dios de la nuestra! ¡Y qué diferente es de nuestro modo de actuar! El Señor nos invita a acoger y observar el verdadero espíritu de la ley, para darle pleno cumplimiento en el amor hacia quien lo necesita. Pleno cumplimiento de la ley es el amor, escribe san Pablo: nuestra justicia será tanto más perfecta cuanto más esté animada por el amor por Dios y por los hermanos. Benedicto XVI, 18 de diciembre de 20111.

    Reflexión

    Si nos pusiéramos a contar los sueños irrealizados, los proyectos personales sin concluir, las ideas que no han tomado forma, llenaríamos muchas cajas.

    El joven que no concluye sus estudios, la chica que no se decide a formar un hogar, el empresario que no se atreve con un negocio, el profesor que no se actualiza, son ejemplos de personas que no llegan a realizarse en sus vidas.

    Y tú, ¿quieres conseguir el ideal que te has propuesto en la vida? ¿estás dispuesto a pagar el impuesto que supone el sacrificio de luchar hasta lograr el objetivo?

    Gracias a Dios, hay muchos hombres y mujeres que lo han conseguido antes que nosotros. Inventores como Bell, científicos como Pasteur, santos como San Javier, pagaron en su vida con el dinero justo, la moneda precisa.

    Cristo nos invita a dar lo necesario de nuestra parte, para no quedarnos a medias, entre sueños e ilusiones, sino que nos ofrece el camino de su cruz, que es el sacrificio, para llevar nuestro ideal de vida hasta el fin.

    Propósito

    Revisar cómo estoy inculcando en mi familia el cumplimiento de los deberes como ciudadano.

    Diálogo con Cristo 

    Jesús, ayúdame a entregar mi vida en el servicio y en el amor a los demás, como Tú lo hiciste. Ése es el único camino con el que puedo corresponder a tantos dones con los que has enriquecido mi vida. Las excusas abundan, las tentaciones se multiplican, pero tu gracia es superior a todo. 

    domingo, 11 de agosto de 2013

    EL ATARDECER DE LA VIDA

    Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
    El atardecer de la vida
    La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va.
    El atardecer de la vida

    El sol se despedía del Imperio Tré. El vasallo caminaba junto a la anciana del molino amarillo. Iban conversando sobre la vida.
    - ¿Qué cosa es lo que más te gusta de la vida, anciana?

    La viejecilla del molino amarillo se entretenía en lanzar los ojos hacia el ocaso.
    - Los atardeceres –respondió.

    El vasallo preguntó, confundido:
    - ¿No te gustan más los amaneceres? Mira que no he visto cosa más hermosa que el nacimiento del sol allá, detrás de las verdes colinas de Tré.
    Y reafirmándose, exclamó:
    - ¿Sabes? Yo prefiero los amaneceres.

    La anciana dejó sobre el piso la canastilla de espigas que sus arrugadas manos llevaban. Dirigiéndose hacia el vasallo, con tono de voz dulce y conciliador, dijo:
    - Los amaneceres son bellos, sí. Pero las puestas de sol me dicen más. Son momentos en los que me gusta reflexionar y pensar mucho. Son momentos que me dicen cosas de mí misma.
    - ¿Cosas? ¿De ti misma...? – inquirió el vasallo. No sabía a qué se refería la viejecilla con aquella frase.

    Antes de cerrar la puerta del molino amarillo, la anciana añadió:
    - Claro. La vida es como un amanecer para los jóvenes como tú. Para los ancianos, como yo, es un bello atardecer. Lo que al inicio el precioso, al final llega a ser plenamente hermoso. Por eso prefiero los atardeceres... - ¡mira!

    La anciana apuntó con su mano hacia el horizonte. El sol se ocultó y un cálido color rosado se extendió por todo el cielo del Imperio Tré. El vasallo guardó silencio. Quedó absorto ante tanta belleza.

    La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloreé con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado. 

    EL EVANGELIO DE HOY: 11.08.2013

    Autor: P. Segio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
    La vigilancia del hombre sabio
    Lucas 12, 32-48. Tiempo Ordinario. La vigilancia, especialmente cuando la noche se prolonga y parece que nunca va a terminar.
     
    La vigilancia del hombre sabio
    Del santo Evangelio según san Lucas 12, 32-48


    "No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino. "Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. "Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos! Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre." Dijo Pedro: "Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?" Respondió el Señor: "¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. "Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.

    Oración introductoria

    Señor, creo en Ti con todo mi corazón. Confío en tu infinita bondad y misericordia. Gracias por tu paciencia y tu gracia que me guía por el sendero. Te quiero y te ofrezco todo lo que tengo. Lo que he hecho es para Ti, para tu gloria y la salvación de las almas. Dame la gracia de no sólo querer que me escuches, sino también de querer escucharte.

    Petición

    Señor Jesús, dame el ánimo para mantenerme siempre vigilante y comprometido en hacer tu santísima voluntad.

    Meditación del Papa

    Esto implica la certeza en la esperanza de que Dios enjugará toda lágrima, que nada quedará sin sentido, que toda injusticia quedará superada y establecida la justicia. La victoria del amor será la última palabra de la historia del mundo. Como actitud de fondo para el "tiempo intermedio", a los cristianos se les pide la vigilancia. Esta vigilancia significa, de un lado, que el hombre no se encierre en el momento presente, abandonándose a las cosas tangibles, sino que levante la mirada más allá de lo momentáneo y sus urgencias.
    De lo que se trata es de tener la mirada puesta en Dios para recibir de Él el criterio y la capacidad de obrar de manera justa. Por otro lado, vigilancia significa sobre todo apertura al bien, a la verdad, a Dios, en medio de un mundo a menudo inexplicable y acosado por el poder del mal. Significa que el hombre busque con todas las fuerzas y con gran sobriedad hacer lo que es justo, no viviendo según sus propios deseos, sino según la orientación de la fe. Todo eso está explicado en las parábolas escatológicas de Jesús, particularmente en la del siervo vigilante y, de otra manera, en la de las vírgenes necias y las vírgenes prudentes. (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, segunda parte, p. 110).

    Reflexión

    Un turista americano visitó al famoso rabino polaco Hofetz Chaim. Y se quedó asombrado al ver que la casa del rabino consistía, sencillamente, en una habitación atestada de libros. El único mobiliario lo constituían una mesa y una banquita.
    - Rabino, ¿dónde están tus muebles? -preguntó el turista-.
    - ¿Y dónde están los tuyos? -replicó Hofetz-.
    - ¿Los míos? Pero si yo sólo soy un visitante... y estoy aquí de paso... -dijo el americano-.
    - Lo mismo que yo –le dijo el rabino-.

    Esta simpática historia nos puede ilustrar el tema del Evangelio de hoy. La semana pasada se nos hablaba de la necesidad de pensar más en la otra vida y, en consecuencia, de almacenar riquezas más para la eternidad que para el tiempo presente, puesto que "nuestra vida no depende de nuestros bienes", y no nos vamos a llevar nada de esta tierra, a excepción de las buenas obras que hayamos realizado. El rabino del cuento nos muestra una conciencia clara de esta verdad fundamental.

    Pues este domingo el Señor viene como a completar su pensamiento al respecto, dando un paso más hacia adelante. No basta sólo con pensar en el más allá y que sepamos qué es lo verdaderamente importante y esencial en nuestra existencia. Hemos de regir toda nuestra vida según esos criterios de eternidad. Pero, como vivimos en un mundo lleno de tentaciones que pueden apartarnos de Dios, Jesucristo nos invita reiteradamente a la vigilancia.

    Primero, retomando el tema de la semana pasada, nos recomienda que vendamos nuestros bienes y demos limosna; o sea, que nos desapeguemos de las riquezas de esta tierra para ayudar con más generosidad a nuestros semejantes. Y enseguida nos dice que nos hagamos tesoros inagotables en el cielo, donde los ladrones no los pueden robar ni corroer la polilla; es decir, nos invita a poner todo nuestro corazón y nuestras esperanzas en las cosas del cielo, no en las de la tierra, pues "donde está nuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón". E inmediatamente después viene la recomendación a la vigilancia.

    Hoy nuestro Señor nos presenta tres brevísimas parábolas, una detrás de la otra -a modo casi de viñetas- para hacernos entender mejor su propósito y su mensaje: los criados que esperan en la noche la vuelta de su amo; la irrupción inesperada del ladrón en la casa para desvalijarla; y el administrador diligente, siempre dispuesto a presentar a su dueño los resultados de su buena gestión. Y, en estas tres escenas, el tema es el mismo: la espera vigilante y dinámica del Señor.

    La vigilancia no es esa sensación asfixiante de miedo o de angustia ante lo inesperado, y con un cierto matiz de pánico ante lo desconocido o por el temor del castigo. No. La vigilancia es una virtud evangélica fundamental, unida íntimamente a la conciencia de la propia indigencia y a la fragilidad radical del hombre para obrar el bien. Pero, además, están todas esas asechanzas y ocasiones que nos presenta el mundo, el demonio y las propias pasiones para ser fieles a nuestro Señor y a la tarea que ha puesto en nuestras manos.

    La vigilancia, especialmente cuando la noche se prolonga y parece que nunca va a terminar, se sostiene con la fuerza de la esperanza cristiana, y comporta tres cosas fundamentales. La primera, una mentalidad de gente que va de viaje: "tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas" –nos pide nuestro Señor-; la conciencia clara de los peligros que nos amenazan, pues basta un momento de distracción, de decaimiento, y ya hay alguien que se aprovecha para robarnos los valores más preciosos. Y, finalmente, una fidelidad constante y una gran sensatez, que es sinónimo de prudencia, de responsabilidad, de lealtad al amo y de respeto hacia todas las personas y cosas que él ha puesto a nuestro cuidado.

    Por eso, para tender hacia lo eterno, para "buscar y aspirar a los bienes de allá arriba" –como nos recomendaba Pablo en la carta a los colosenses- , nos es imprescindible la virtud de la vigilancia.

    Vigilancia, que es sinónimo de atención, cuidado, celo y desvelo para que los dones que Dios nos ha confiado no sufran detrimento a costa de nuestras pasiones o de los embates del enemigo –el demonio, el mundo y la carne—. Vigilancia es, pues, saber esperar. Pero no una espera pasiva, inútil y estéril, sino la espera activa y dinámica del hombre sabio y prudente, que busca ajustar su comportamiento a la voluntad de su Señor.

    Cuando no hacemos esto, obramos como el administrador infiel que, cansado de esperar a su amo, comienza a comer, a beber y a emborracharse, a golpear a los empleados y a las muchachas, y a cometer toda clase de abusos y desmanes. Entonces –nos dice Jesús— llegará el amo, cuando éste menos lo espera, lo despedirá y lo condenará a la pena de los infieles. Allí recibirá muchos azotes. Éste es un retrato perfecto del pecado, del desorden radical que impone la soberbia y el orgullo en nuestra vida, y las consecuencias que éste conlleva: el grave sufrimiento que causamos a los demás con nuestra prepotencia y egoísmo brutal. Como es obvio, esto no puede quedar impune: la justicia divina exige un castigo a los siervos malvados a causa de sus malas obras.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, ¡que toda mi vida se resuma en escucharte y en obedecer tu voz! Gracias por fortalecerme en los momentos de tentación o de distracción. Ayúdame porque quiero estar siempre vigilante, esperándote y dedicando mi vida, de una manera más comprometida, para construir tu reino en mí y en los que me rodean.

    Propósito

    Vivamos, pues –como el rabino del inicio- como quien va de viaje, como quien está de paso por esta tierra, sin apegarnos a las cosas caducas de acá abajo. Y, sobre todo, obremos en consecuencia, llevando a nuestra vida de cada día estas certezas de nuestra fe. "¡Dichosos los siervos aquellos a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela! Os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a su mesa y les irá sirviendo". Éste es el gozo eterno que recibiremos como premio, al final de nuestra vida, si permanecemos fieles a nuestro Señor. "¡Siervo bueno y fiel, entra al banquete de tu Señor!"



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    sábado, 10 de agosto de 2013

    PARÁBOLA DE LA ESCOBA


    Parábola de la escoba
    Autor: San Antonio Maria Claret


    La escoba, ese utensilio doméstico que siempre conservamos afuera de la casa, allá junto al lavadero, debajo de la escalera, o bien escondido en el armario, presta un buen servicio a la familia: barre todo aquello que ha caído de la mesa, los borreguitos de pelusas que se esconden debajo de la cama, las telarañas que se tienden en las esquinas del techo... En fin, su vida siempre está al servicio de quien, como un amo, lo toma y lo dirige, pues son incapaces por sí solas de crear un solo movimiento, siempre dependiendo de unas manos que dirigen.

    Quisiera siempre hacer una buena labor, pero todo depende de las manos directoras. Si ellas no saben manejarla, resultará que el lugar no quedará limpio, solamente embarrará la mugre o la esparcirá.

    Su vida termina, cuando ya su misión ha sido cumplida, cuando sus cerdas se han desgastado a tal grado, que no puede realizar ya ninguna tarea. Entonces, el amo, aprovechando el toque de campana del camión de la basura, apresurará sus manos para tomar la escoba y aventarla al camión. Y allí comienza una nueva tarea: quizá las cerdas ya no sean útiles ¿pero, y el palo de la escoba? Todavía puede ser útil.

    Pues bien, la vida del hombre también se asemeja a la vida de una escoba. Su vida entregada al plan de Dios supone el dejarse dirigir por Dios para realizar la misión que se le confía. No puede ser protagonista de ninguna tarea o misión, pues cuando esto sucede, cuando el deseo de ser el personaje principal, la misión nunca queda cumplida. Se trata, por tanto, de dejarnos tomar por Dios, de ser instrumentos dóciles y entre sus manos cumplir la tarea que Dios tenga para cada uno de nosotros. Es cierto, nuestra vida pasará por varias etapas, y con el paso de los años, nuestras fuerzas y energías irán disminuyendo; he allí la transformación de nuestra tarea - misión.

    Quizá en el cumplimiento de nuestra misión, quedemos como la escoba olvidados en el patio. Pero eso no tiene importancia cuando hemos puesto toda nuestra vida por la causa de Dios: la construcción del Reino.

    PALABRAS, PALABRAS, PALABRAS


    Palabras, palabras, palabras


    Al doctor Wilfred Funk, un muy conocido editor de diccionarios, se le pidió que escogiera las diez palabras más expresivas en el idioma inglés (que también podrían ser en el nuestro).  He aquí la lista: 
    • la palabra más amarga - soledad 
    • la más trágica - muerte
    • la más deferente - madre 
    • la más bella - amor 
    • la más cruel - venganza
    • la más pacífica - tranquilidad 
    • la más triste - olvido
    • la más cálida - amistad 
    • la más fría - no
    • la más consoladora - fe

    ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

    Oración a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de una madre por sus hijos.


    Oh, Virgen del Perpetuo Socorro! El dulce nombre que llevas y tus misericordias me traen hoy a tus plantas. Aunque son muchas mis necesidades y miserias, imitando a Ti, quiero olvidarme de mi para pensar en mis hijos. Son parte de mi corazón, son bendiciones de infinito valor que Dios me ha dado, pupila de mis ojos, y no quiero que se pierdan.

    A Ti vengo, poderosa Reina de Cielos y Tierra, socorre a mis hijos, es la súplica que quiero hacerte. Los llevo en mi corazón, en ellos pienso al despertar por la mañana, los tengo presentes en mis trabajos, y ellos son el último pensamiento al entregarme al sueño por la noche. Mis hijos!, los quiero buenos, los quiero santos, quiero que Tú los ames, que Tú los bendigas.

    Recíbelos bajo Tu manto; que Tú maternal bendición los acompañe y que tu Perpetuo Socorro los guarde y los conserve en el buen camino, los defienda contra los enemigos del alma, los anime en sus luchas contra el mal, y los sostenga en la práctica del bien. En Ti depósito toda mi responsabilidad de madre.

    Cuando en sus actos de piedad, los veas que imploran las misericordias del Señor,Socórrelos, Madre mía.

    Cuando el infierno trate de perderlos con los atractivos del placer,
    Socórrelos Madre mía.

    Cuando el Cáliz del dolor venga a probar su fé y su virtud,Socórrelos Madre mía.

    Para que en ansias de superación se acerquen a recibir los sacramentos,Socórrelos Madre mía.

    Cuando tras el trabajo del día, se entreguen al descanso de la noche,Socórrelos Madre mía.

    Que Tu maternal bendición descienda sobre ellos de día y de noche, en sus alegrías y tristezas, en el trabajo y en el descanso, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte, para que contigo y por Ti, ellos y yo podamos ver, alabar y amar a Tu Hijo y a Ti eternamente en Cielo. Así sea.

    EL EVANGELIO DE HOY: 10.08.2013

    Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
    El grano de trigo
    Juan 12, 24-26. Fiesta San Lorenzo. Es necesario dejar de ser grano, renunciar, para dar el mejor fruto. El distintivo de todo verdadero cristiano es el amor.
     
    El grano de trigo
    Del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26


    En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: en verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. 

    Oración introductoria

    Señor, ayúdame a servirte siempre y en todo. A saber vivir sostenido por tu amor, dispuesto a dejarme cribar con una confianza ilimitada en tu Providencia, por un amor apasionado y abrazado a tu cruz.

    Petición

    Señor, dame la generosidad para pasar mi vida sirviendo a los demás.

    Meditación del Papa 

    Aquí el Señor insiste en la correlación entre la muerte de la semilla y el "mucho fruto" que dará. El grano de trigo es él, Jesús. El fruto es la "vida en abundancia", que nos ha adquirido mediante su cruz. Esta es también la lógica y la verdadera fecundidad de toda pastoral vocacional en la Iglesia: como Cristo, el sacerdote y el animador deben ser un "grano de trigo", que renuncia a sí mismo para hacer la voluntad del Padre; que sabe vivir oculto, alejado del clamor y del ruido; que renuncia a buscar la visibilidad y la grandeza de imagen que hoy a menudo se convierten en criterios e incluso en finalidades de la vida en buena parte de nuestra cultura y fascinan a muchos jóvenes.
    Queridos amigos, sed sembradores de confianza y de esperanza, pues la juventud de hoy vive inmersa en un profundo sentido de extravío. Con frecuencia las palabras humanas carecen de futuro y de perspectiva; carecen incluso de sentido y de sabiduría. Se difunde una actitud de impaciencia frenética y una incapacidad de vivir el tiempo de la espera. Sin embargo, esta puede ser la hora de Dios: su llamada, mediante la fuerza y la eficacia de la Palabra, genera un camino de esperanza hacia la plenitud de la vida. Benedicto XVI, 21 de julio de 2009.

    Reflexión

    Jesucristo dice: "Si el grano de trigo no muere, no dará fruto". El grano que quiera seguir como grano, que le tenga miedo a la humedad, que no esté dispuesto a desaparecer como grano, ¿cómo ha de dar fruto? Si el grano muere, nacerá una nueva planta. Si es de maíz, dará muchos elotes, que tendrán muchos granos cada uno. Pero es necesario dejar de ser grano para dar todo ese fruto.

    Así, Jesucristo habría de morir para darnos un gran fruto: la salvación de nuestras almas, el perdón de los pecados, la apertura nuevamente del Cielo para nosotros, la vida eterna, la gracia santificante, recobrar nuevamente la amistad con Dios. Todo ello es parte del fruto que Jesucristo dará al morir como grano de trigo en la cruz.

    Luego, inmediatamente, el mismo Jesús dice: "El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna".

    Estas palabras son muy importantes para un cristiano, para un verdadero seguidor de Jesucristo, para todos aquellos que quieren imitarle en sus vidas. Él nos dice que las personas que son egoístas, que piensan en su comodidad, en su bienestar, en su placer, olvidándose de los demás no obtendrán la vida eterna. Si pasarán esta vida con placer, con comodidad, cumpliéndose todos sus caprichos, pero perderán los más importante, la vida eterna. Aquél que busca lo mejor para sí mismo, que no le importa dañar a los demás, u ofenderlos, o maltratarlos con tal de lograr sus placeres no vivirá con el Señor la vida eterna. Cambia el placer que se va pronto, que dura "nada", por toda la vida eterna.

    Por el contrario, quien no se interesa por los placeres, por las comodidades, por cumplir sus caprichos y egoísmos, quien piensa en los demás, se entrega por ellos y los ama, ese alcanzará lo más importante, lo que nunca ha de acabarse: la vida eterna.

    Y Jesucristo que nos dice esas palabras, es el primero en darnos el ejemplo: pues Él ha de ofrecer su vida, ha de perderla, ha de morir, para darnos la vida eterna, para perdonarnos los pecados, para darnos la salvación. "El que se aborrece a sí mismo". Nuestro Señor, un verdadero ejemplo de amor por nosotros. No le importó morir, ni sufrir tanto, ni ser despreciado, abofeteado, escupido, azotado, ridiculizado, golpeado, coronado de espinas, despreciado, crucificado y ajusticiado en la cruz, con tal de buscar nuestro bien. ¡Eso es amor! ¡Eso es amar al prójimo! ¡¡Eso es vivir la ley de Dios: amar a Dios y al prójimo! Por eso nuestro Señor será capaz de decirnos: “Ámense como yo los he amado” ¡Hasta dar la vida por los demás!

    Recordemos lo que decían de los primeros cristianos hace ya dos mil años: "¡Miren cómo se aman!". Los pueblos paganos quedaban maravillados por el amor con que se trataban entre sí los cristianos y el amor con que trataban a todos los demás. El verdadero cristiano ha de ser como Jesucristo: Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. ¿Acaso Jesucristo no hizo eso en la cruz por todos y cada uno de nosotros? Imitémosle.

    El auténtico cristiano, el verdadero católico es quien ama al prójimo y no se preocupa de sí mismo. Tengamos cuidado de los placeres, de las comodidades, de los caprichos, de los deseos, pues lo único que hacen es convertirnos en el centro de nuestro amor: nos buscaremos a nosotros mismos.

    Quien verdaderamente ama a su prójimo pensará en ellos continuamente: el esposo, en su esposa; la esposa, en el esposo; los padres, en los hijos; el ciudadano, en sus conciudadanos; el maestro, en sus alumnos;

    El mundo pagano se distingue por el egoísmo. El mundo cristiano se ha de distinguir por el amor. ¿Cuál mundo estamos construyendo? ¿Soy pagano o soy cristiano? El mundo pagano termina con la muerte. El mundo cristiano empieza con la vida eterna.

    Jesucristo muere en la cruz para perdonarnos los pecados, para darnos nuevamente la amistad con Dios, nos vuelve a abrir las puertas del Cielo, nos hace partícipes de la vida eterna, nos da su gracia. El Señor nos enseña: "El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna", y "Si el grano de trigo no muere, no dará fruto". El distintivo de todo verdadero cristiano es el amor.

    Sabemos que por mucho tiempo que pueda vivir un hombre en la tierra, no será más que una gota en medio de la inmensidad del océano, un punto en medio de la eternidad. ¿No será preferible dejar un poco las comodidades de aquí para entrar en la eternidad por la puerta grande?

    ¿Cuántas veces pensamos en ella? ¿La tenemos como una realidad? ¿O sólo es algo lejano e imaginario? Los santos mártires, como San Lorenzo, nos ponen ante los ojos el valor de la vida futura. Antes de padecer los sufrimientos a los que le sometieron -ser quemado vivo- reflexionó unos instantes y optó por Cristo a pesar de todo. Porque sabía muy bien qué encontraría después de su muerte.

    Propósito

    Darme el tiempo para escuchar a las personas con las que convivo diariamente: oír, comprender, acompañar, sin buscar alguna ventaja personal.

    Diálogo con Cristo 

    Generosidad, valentía, fe, perseverancia, paciencia, tenacidad, celo apostólico y humildad son las virtudes que deben abonar la semilla de mi vida, para que dé el fruto para lo cual fue creada. Señor, dame tu gracia para dejar a un lado todo lo que me aparte de cumplir tu voluntad. 

    viernes, 9 de agosto de 2013

    EL RESPETO


    El respeto
    Respeta a Dios sobre todas las cosas...
    Es el fundamento de nuestra civilización.

    Respeta a tus padres...
    Es la piedra angular de nuestra más sagrada institución:
    la familia.

    Respeta a tus hermanos, a tus amigos y a tus vecinos...
    En esa forma te realizas como cristiano.

    Respeta tu cuerpo...
    Así indicas que te respetas a ti mismo.

    Respeta la bandera de tu país...
    Eso significa tu identidad.

    Respeta las banderas de los demás países...
    Así manifiestas tu amor al mundo.

    Respeta las opiniones de los demás...
    Eso indica tolerancia y humildad.

    Respeta los animales que surcan los aires, los mares y la tierra...
    En esa forma expresas tu amor al producto de la creación.

    Y por último, medita bien estas palabras:
    Si quieres que se te respete como persona...
    Si deseas que se respete a los tuyos...
    No hagas a nadie lo que no te gustaría
    que te hicieran a ti.

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