lunes, 1 de julio de 2013

EL EVANGELIO DE HOY: 01.07.2013

Autor: Xavier Caballero | Fuente: Catholic.net
Condiciones de los seguidores de Jesús
Mateo 8, 18-22. Tiempo Ordinario. Si la cruz no llega a resultarnos fuente de felicidad ¿cómo podemos decir que la creemos redentora?
 
Condiciones de los seguidores de Jesús

Del santo Evangelio según san Mateo 8, 18-22

Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Jesús le dijo: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos». 

Oración introductoria

Señor, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad. Teóricamente yo también quiero seguirte, ansío ser fiel a los innumerables dones de tu gracia; pero, bien conoces mi debilidad, mis apegos… Hoy me pongo de rodillas ante Ti y te suplico me des la luz y la fuerza de tu Espíritu Santo.

Petición

Ven, Espíritu Santo, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad

Meditación del Papa

Quien lee atentamente el texto descubre que las Bienaventuranzas son como una velada biografía interior de Jesús, como un retrato de su figura. Él, que no tiene donde reclinar la cabeza, es el auténtico pobre; El, que puede decir de sí mismo: Venid a mí, porque soy sencillo y humilde de corazón, es el realmente humilde; Él es verdaderamente puro de corazón y por eso contempla a Dios sin cesar. Es constructor de paz, es aquel que sufre por amor de Dios: en las Bienaventuranzas se manifiesta el misterio de Cristo mismo, y nos llaman a entrar en comunión con Él. Pero precisamente por su oculto carácter cristológico las Bienaventuranzas son señales que indican el camino también a la Iglesia, que debe reconocer en ellas su modelo; orientaciones para el seguimiento que afectan a cada fiel, si bien de modo diferente, según las diversas vocaciones. (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 36).

Reflexión

El riesgo es parte sustancial de la condición humana. No se puede en este mundo hacer nada serio sin exponerse, con frecuencia, al fracaso. Y, desde luego, la única manera de no equivocarse nunca – es decir, de equivocarse siempre – es renunciar a toda aventura por pura cobardía. Sí, estamos por el riesgo y contra la seguridad. Estamos con la audacia frente a la comodidad. Creemos más humano el atrevimiento que la renuncia sistemática al combate.

El evangelio de hoy es uno de esos que solemos calificar como sólo para gente intrépida. El Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza....Todo un riesgo. Cuando nos acercamos a este pasaje podemos caer en el error de pensar que se refiere sólo a los llamados al sacerdocio, a la vida consagrada, etc. Y sin embargo, nos interpela a todos como cristianos. Forma parte de nuestra vocación. La vocación no es un lujo de elegidos ni un sueño de quiméricos. Todos llevan dentro encendida una estrella. A veces, la estrella es tan clara que mucha gente no la ve. Y es que una de las cosas importantes de la vida es la de descubrir cuál es metaluego, buscarla como una mezcla, a partes iguales, de ilusión y realismo. Sígueme, deja a los muertos sepultar a los muertos». Sólo con realismo nos quedaremos a ras de tierra. Sólo con ilusión nos romperemos las narices. No siempre es fácil. Pero, ¿es que puede ser un sacrificio amar a Alguien?

Con frecuencia hay que tomar la cruz; pero si la cruz no llega a resultarnos fuente de felicidad ¿cómo podemos decir que la creemos redentora? Somos cristianos. Nuestra vocación está unida a la de Cristo.

Repitamos hoy y hagamos vida en nuestro interior, la oración de J. H. Newman:

«Amado Señor, enséñanos a sufrir contigo; haz que el sufrir por amor a ti, sea dulce para nosotros, y santifica con tus méritos todos nuestros sufrimientos. A ti, Jesús, fuerza y sostén del universo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén»

Propósito

Ante el Santísimo Sacramento, revisar mi vida: ¿qué me pide Dios que no he querido darle?

Diálogo con Cristo 

Señor, el ambiente y los medios de comunicación buscan imponer un estilo de vida donde lo práctico y el bienestar ocupan el primer lugar. Seguirte, comprometer la vida al ideal del Evangelio, es ir contra corriente. Así es, y así ha sido siempre. No permitas que me engañe, que busque evadir mis responsabilidades. Ayúdame a saber vivir mi misión, identificándome plenamente con el ideal que me propone tu Evangelio. 

domingo, 30 de junio de 2013

SABÍAS QUE....


EL NAUFRAGO


EL NÁUFRAGO

El único sobreviviente de un naufragio llegó a la playa de una diminuta y deshabitada isla. El oró fervientemente a Dios pidiéndole ser rescatado, y cada día escudriñaba el horizonte buscando ayuda, pero no parecía llegar.

Cansado, finalmente optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y almacenar sus pocas pertenencias. 

Un día, tras merodear por la isla en busca de alimento, regresó a casa para encontrar su cabañita envuelta en llamas, con el humo ascendiendo hasta el cielo. Lo peor había ocurrido... lo había perdido todo. Quedó anonadado con tristeza y rabia. "Dios: cómo me pudiste hacer esto a mi!" se lamentó. Temprano al día siguiente, sin embargo, fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Había venido a rescatarlo.

¿Cómo supieron que estaba aquí?, preguntó el cansado hombre a sus salvadores.
"Vimos su señal de humo", contestaron ellos.
Es fácil descorazonarse cuando las cosas marchan mal. Pero no debemos desanimarnos, porque Dios trabaja en nuestras vidas, aún en medio del dolor, la incertidumbre y el sufrimiento.
¡Ten fe! Dios está contigo y te ayudará a salir adelante.

DIOS EXISTE


DIOS EXISTE

Un hombre fue a una barbería a cortarse el pelo y recortarse la barba. Como es costumbre en estos casos, entabló una amena conversación con la persona que le atendía.

Hablaban de muchas cosas y tocaron varios temas. De pronto, hablaron de Dios. El barbero dijo:

Fíjese caballero, que yo no creo que Dios exista, como usted dice...

- Pero, ¿por qué dice usted eso? - preguntó el cliente.

- Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe, o dígame, acaso si Dios existiera, ¿habrían tantos enfermos?, ¿habría niños abandonados?. Si Dios existiera, no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad. Yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.

El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión. El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio. Recién abandonaba la barbería, observó en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo. Al parecer, hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado.

Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero:

- ¿Sabe una cosa? los barberos no existen . . .

- ¿Cómo que no existen? - preguntó el barbero - Si aquí estoy yo, y soy barbero.

- ¡No! - dijo el cliente - No existen porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.

- Ahh, los barberos sí existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mí.

- ¡Exacto! - dijo el cliente - ese es el punto, Dios sí existe, lo que pasa es que las personas no van hacia Él y no le buscan, por eso hay tanto dolor y miseria...

¿CÓMO SON NUESTROS AMIGOS?

Autor: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
¿Cómo son "nuestros amigos"?
Agradezcamos a Dios el tesoro de la amistad, y pensemos en Jesús, el Mejor Amigo, que nos enseñe a ser como Él.
 
¿Cómo son

Por ahí suelen decir que "La familia nos la da Dios y los amigos los elegimos nosotros" Esa elección de personas para darles nuestro afecto y nuestra confianza son muy importantes en nuestra vida. No es fácil tener un amigo o una amiga en quién podamos confiar plenamente pero cuando gozamos de ese privilegio, bien podemos decir que poseemos unos de los más grandes y preciados tesoros. Por la clase de amigos que tenemos se nos puede clasificar sin lugar a equivocación, el refrán dice: "Dime con quién andas y te diré quién eres"

Pero no son lo mismo "nuestros amigos", que se suelen contar en número muy reducido, que nuestras amistades. Estas pueden ser muchas y muy variadas. Son personas que apreciamos sinceramente, pero a veces no van muy acorde con nuestra personalidad. Y ciertamente esas personas nunca pueden llegar a la intimidad de nuestro "yo", pero están en nuestro entorno y convivimos con ellas con gusto y con cariño.

Entre estas amistades se dan aquellas que siempre están dispuestas a "ganarnos" , y es curioso porque les gusta ganarnos especialmente en cuanto dolor o sucedido desagradable que les podamos platicar:

  • si es un dolor de cabeza... ¡ah no, dolor de cabeza como el de ellas no existe! ; 
  • si nos hemos roto un pie... ellas los dos y además la cadera 
  • si nos caímos y rodamos dos o tres escaleras... ellas cinco 
  • si tenemos gripa... ¡gripa la de ellas y con tos! 
  • si el dentista nos está arreglando una muela... a ellas le han tenido que sacar las cuatro del juicio 
  • si en la conversación les contamos algo que nos sucedió, siempre a ellas les pasó lo mismo ¡pero mucho peor, mucho más terrible

    En fin, jamás les "ganaremos" y al final nos callamos con la impresión de que lo nuestro era "tan poca cosa"... que ni valía la pena de haberlo contado.

    Otra variante de estas amistades es la que nos dejan el alma helada, como si toda la nieve del más crudo invierno nos cubriera sin piedad. Son aquellas que nos llegan con la información más negativa y desesperanzadora jamás sospechada: "el país va a la ruina, este año es el peor para la agricultura, el pescado, todo el pescado está contaminado, la carne, ya no se puede comer carne ¡a las vacas le dan clembuterol para que estén más gordas, el agua no se puede beber, los médicos, los ingenieros, los abogados, etcétera , son unos interesados, la Iglesia y sus ministros se hunden, el año y el fin del mundo..." Es inútil decirle a esas personas que la vida tiene cosas muy hermosas, que el país puede salir adelante, que hay seres humanos muy buenos, que hay que tener fe...Te mirarán con cara de conmiseración y luego al oído te dirán como en secreto: "no seas inocente, yo se de muy buena fuente que..." y otro jarro de agua fría y se irán con sus agoreras predicciones a otra parte y nosotros nos quedamos como si un huracán hubiese acabado con todas las flores de nuestro jardín...

    Hay una gama infinita de estas formas de ser. Las hay que fabulan, mienten y se lo creen. Otras son de las que nada ni nadie es capaz de escapar de su crítica, para estas, no hay otros tema de conversación. Padre, madre, hermanos, la suegra, la cuñada, amigas, el vecino, (si es mujer casada, no digamos el pobre marido) nadie se salva. Critican y critican a destajo. El jefe, los compañeros de trabajo, la empresa, nada es de su gusto... el que cae en sus garras sale hecho "trizas". El ingenio se les agudiza, la lengua no para y si no encuentran eco en nosotros, pronto la conversación termina.

    La mayor de mis hijas me decía un día que hay amigas que son como el te de manzanilla y que hay otras que son como la salsa picante. Y es cierto. Todos conocemos a esas personas que al hablar con ellas son como brisa fresca, como un dulce remanso, como cálido y bonito sol de una tarde de primavera que por muchas cosas amargas o impaciencias desbordadas que les contemos, siempre ponen en nuestra alma la tranquilidad, el buen juicio, la ternura de sus palabras o consejos y nos van dejando la paz y el bienestar que deseábamos encontrar : Ellas son, como el te de manzanilla.

    Y hay otras que son algo así como un gran plato de comida irritante o picosa, tomado a la hora de cenar que nos quita el sueño, nos desazona, nos indigesta y nos quita, casi, casi, la alegría de vivir y es que sus miles de tribulaciones, sus vidas conflictivas, sus traumas, sus enojos, sus problemas de ellas contra el mundo, sus dificultades y aprietos contados todos en tropel, casi sin respirar, nos dejan exhaustos e incapaces de decir una palabra que pueda llevar un paliativo a tanta desgracia o infortunio. Por otro lado sabemos que nada ni nadie podrá aligerar ese cúmulo de sucesos en alguien que no está dispuesto a dejar es actitud de agobio y desdicha.

    Quizá en mi caso pueda pertenecer a uno de esos grupos o lo más probable es que tenga de todos un poco, pero de todas maneras a las amistades hay que quererlas como son y las necesitamos, porque ponen la sal y la pimienta en nuestras vidas, porque son un tesoro que Dios ha puesto a nuestro lado para que nos ayudemos a ser mejores y estar cerca de Él. Y por nuestro lado haremos un esfuerzo para parecernos más a un te de manzanilla ... a ser benevolente (desear el bien del otro) a ser compasivo con el sufrimiento, a regalar mi tiempo, mi compañía, mis fuerzas....

    Agradezcamos a Dios el tesoro de la amistad, y pensemos en Jesús, el Mejor Amigo, que nos ayude a serlo y recordemos este día lo que nos ha dicho:

    "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15,13).



  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño 

    ¿DESGRACIA O BENDICIÓN?


    ¿DESGRACIA O BENDICIÓN?

    En un pequeño pueblo vivía un anciano con su hijo de 17 años. Un día, el único caballo blanco con que trabajaba saltó la reja y se fue con varios caballos salvajes. La gente del pueblo murmuraba: ¡Qué desgracia la suya, Don Cipriano!, y él, tranquilo, contestaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición".

    Días después, el caballo blanco volvió junto a un hermoso caballo salvaje, y la gente saludaba al anciano diciéndole: ¡Qué bendición!, a lo que Don Cipriano replicaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición".

    A los pocos días, el hijo adolescente, mientras montaba el caballo salvaje para domarlo, fue derribado y se fracturó una pierna, a raíz de lo cual empezó a cojear, y la gente le decía al anciano; ¡Qué desgracia la suya, buen hombre!, a lo que él replicaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición".

    Días después se inició una guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados al frente de batalla, pero a su hijo no lo llevaron por su cojera, y toda la gente del pueblo saludaba al anciano y le comentaba: ¡Qué bendición la suya, Don Cipriano!. Y él, con su fe inquebrantable, contestó una vez más diciendo: "Sólo Dios lo sabe, quizás sea una bendición o quizás una desgracia".

    Efectivamente, sólo Dios sabe, y Él nunca se equivoca.

    DOCE PROPÓSITOS QUE REGALAMOS A DIOS


    DOCE PROPÓSITOS QUE REGALAMOS A DIOS

    Mi Señor Jesucristo: Deseo regalarte estos 12 propósitos: 

    1. FE, para abandonarme plenamente en tí. "Si Dios no es tu fin, te encuentras como un hombre sin pies o como el que los tiene torcidos y no puede caminar. Si, además, ansías los bienes de este mundo, corres, sí, pero corres fuera del camino: tu marcha es más bien andar errante que caminar al fin." San Agustín. (In Ep. Io. 10, 1)

    2. ESPERANZA, para nunca desfallecer en el camino. "Dirige, pues, tus aspiraciones al fin, dirígelas a Cristo; todo cuanto hagas, refiérelo a él, y cuando en él descanses, no quieras tener más anhelos. Pon en Cristo tu mirada, para que no te detengas en el camino y llegues al fin." San Agustín. 

    3. CARIDAD, para endulzar la vida. "La caridad es la que nos da paciencia en las aflicciones, moderación en la prosperidad, valor en las adversidades, alegría en las obras buenas; ella nos ofrece un asilo seguro en las tentaciones, da generosamente hospitalidad a los desvalidos, alegra el corazón cuando encuentra verdaderos hermanos ...." San Agustín (Serm 350, 2-3) 

    4. HUMILDAD y SENCILLEZ, para servirte con el corazón. "No te dejes engañar por la soberbia, al ver que es abundante en obras; ten presente que hace algunas muy semejantes o casi iguales a las inspiradas por la caridad. La caridad da de comer al hambriento, y también lo hace la soberbia; pero la caridad lo hace para que el Señor sea glorificado y la soberbia para ser ella alabada." San Agustín.  ( In Ep, Io,8,9) 

    "Tu enemigo es tu propio deseo: eres tentado, cuando eres atraído y halagado por tu propio deseo;.." San Agustín. Serm 57, 9. 

    5. BONDAD, para ser como Tú eres. "Ten entrañas de misericordia, abraza la bondad, a fin de revestirte de Cristo; porque en la medida que practicas la bondad te revistes de Cristo y por la semejanza con Cristo te hace semejante a Dios." San Gregorio Niseno. (D. 1 en Gn 1, 26) 

    6. SERVICIO, para usar al máximo los dones que me has dado. "Entra pues, dentro de tí mismo, y en todo lo que hagas ten presente que Dios es testigo" San Agustín. 

    7. SERENIDAD, para tener el tesoro de la paz interior. "Tu barca se agita y amenaza naufragio, porque Cristo duerme dentro de tí. Cuando en el mar de este mundo descubres que los buenos son perseguidos y los malos triunfan, surge la tentación , se encrespan las olas. Tu alma dice: Despierta a Jesús en ti y dile de corazón: ¡Maestro, que perezco! Me aterran los peligros del mundo; ¡estoy perdido! Entonces él despertará, y volverá la fe a tu corazón" San Agustín. (In Ps 25, 4) 

    8. SABIDURÍA, para actuar como tú quieres. " Entra en tí mismo y deja atrás el ruido y la confusión. Mira dentro de tí. Mira a ver si hay algún delicioso lugar escondido en tu conciencia donde puedas estar libre del ruido y de la discusión. Donde no hay necesidad de continuar tu disputa y hacer proyectos para seguir adelante en tu camino. Escucha la palabra con calma para entenderla." San Agustín. (Sermones 52, 22) 

    9. AMOR, para sentirte a mi lado. " Donde está el amor, ¿qué puede faltar? Y si el amor no está ¿qué puede valer?" San Agustín. (In Io. 83,3) 

    "Quita la fe, y desaparece lo que crees; quita la caridad, y desaparece lo que haces. A la primera pertenece lo que crees; a la segunda pertenece lo que obras. Te diré, en conclusión, que la única fe purificadora es la que obra por amor" San Agustín. (Serm. 53,2) 

    10. PERSEVERANCIA, para cuidar los detalles que te agradan. "¿Quieres ser grande? Comienza por lo más pequeño. Cuanto más alto sea el edificio que se desea levantar tanto más profundos se cavan los cimientos. La construcción de un edificio continuamente va subiendo; en cambio, el que abre las zanjas va bajando. Por consiguiente, todo edificio, antes de alcanzar su altura, debe descender, y el remate se yergue después de haber descendido." San Agustín. (Ser. 69,2) 

    11.SALUD, para aprovechar la vida que me has prestado. " Tarde te amé, Belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé. Me has llamado y tu grito rompió mi sordera. Resplandeciste y has disipado mi ceguera. Exhalaste tu perfume, lo respiré y ahora te anhelo. Te he gustado y tengo hambre y sed de ti. Me tocaste y ardo de deseo por tu paz" . San Agustín. (Confesiones 10, 27) 

    12. OBEDIENCIA, para aceptar tu voluntad.

    EL EVANGELIO DE HOY: 30.06.2013

    Autor: P . Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
    Jesús, ¿Radical o intolerante?
    Lucas 9, 51-62. Tiempo Ordinario. Cristo conoce muy bien el corazón de los hombres y sabe lo que puede pedirnos.
     
    Jesús, ¿Radical o intolerante?
    Del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-62

    Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?. Pero volviéndose, les reprendió y dijo: No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, uno le dijo: Te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. A otro dijo: Sígueme. Él respondió: Déjame ir primero a enterrar a mi padre. Le respondió: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios. También otro le dijo: Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa. Le dijo Jesús: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.

    Oración introductoria

    Sagrado Corazón de Jesús, no hay camino más corto y más seguro para alcanzar la felicidad que el conocer, venerar, agradecer y alabar tu sacratísimo corazón. Dame un amor ardiente y personal a tu divino corazón, y nunca dejes que anteponga mi egoísmo o mis apegos terrenales a tu santa voluntad.

    Petición

    Jesús, conviérteme en un apóstol apasionado de tu Reino.

    Meditación del Papa

    Cristo mismo le dice: "Sígueme", pidiéndole un corte radical con los vínculos familiares. Estas exigencias pueden parecer demasiado duras, pero en realidad expresan la novedad y la prioridad absoluta del reino de Dios, que se hace presente en la Persona misma de Jesucristo. En última instancia, se trata de la radicalidad debida al Amor de Dios, al cual Jesús mismo es el primero en obedecer. Quien renuncia a todo, incluso a sí mismo, para seguir a Jesús, entra en una nueva dimensión de la libertad, que san Pablo define como "caminar según el Espíritu". "Para ser libres nos libertó Cristo" -escribe el Apóstol- y explica que esta nueva forma de libertad que Cristo nos consiguió consiste en estar "los unos al servicio de los otros". Libertad y amor coinciden. Por el contrario, obedecer al propio egoísmo conduce a rivalidades y conflictos.

    Queridos amigos, está llegando a su fin el mes de junio, caracterizado por la devoción al Sagrado Corazón de Cristo. Precisamente en la fiesta del Sagrado Corazón renovamos con los sacerdotes del mundo entero nuestro compromiso de santificación. Hoy quiero invitar a todos a contemplar el misterio del Corazón divino-humano del Señor Jesús, para beber de la fuente misma del Amor de Dios. Quien fija su mirada en ese Corazón atravesado y siempre abierto por amor a nosotros, siente la verdad de esta invocación: "Sé tú, Señor, mi único bien", y está dispuesto a dejarlo todo para seguir al Señor. ¡Oh María, que correspondiste sin reservas a la llamada divina, ruega por nosotros! (Benedicto XVI, 27 de junio de 2010).

    Reflexión

    Creo que nunca se había hablado tanto de "tolerancia" como en nuestros días. Aunque, si hemos de ser sinceros, aún hoy se cometen bastantes atropellos en muchos rincones del planeta a causa de la intolerancia religiosa, étnica, cultural, económica o social. Pero, no voy a entrar en este tema. Lo que se me ha hecho curioso es que en el Evangelio de este domingo, Jesús se nos presenta, extrañamente, casi como un "intolerante"...

    Lucas nos narra el caso de tres jóvenes que pudieron ser discípulos de Jesús, y que quedaron en vocaciones frustradas por la respuesta dada por el Señor. Quien no lo conoce, podría tildarlo de duro, tajante, e incluso de intolerante. Ciertamente, desconcertante.

    Mientras Jesús iba de camino, le salió al encuentro uno, que le dijo: "Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas". Parecía estar bien dispuesto y preparado para seguir a Jesús. Y, sin embargo, nos da la impresión de que nuestro Señor lo desanima: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos –le responde- pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza". Era como decirle que se lo pensara muy bien, que no era fácil su seguimiento, que habría muchas dificultades y renuncias, y que no cualquiera podía ir por ese camino. Pero, ¿no hubiese sido mejor que lo entusiasmara y le ofreciera una palabra de aliento? Seguramente, al oír una respuesta tal, aquel muchacho se habrá echado para atrás.

    Enseguida se encuentra con otro, y lo invita Él personalmente: "Sígueme". Es aquí Jesús quien toma la iniciativa. El joven le pide un poco de prórroga: "Déjame primero ir a enterrar a mi padre". Jesús no condena los funerales. Obviamente, no es que el padre de este muchacho acabara de morir y tuviera que celebrarse un sepelio. No. Estas palabras significan otra cosa muy diversa: éste quería permanecer entre sus seres queridos hasta que sus padres murieran y entonces, después de sepultarlos, podría ser su discípulo.

    Por supuesto que Jesús no admite dilaciones: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios". La respuesta nos puede sonar bastante confusa. Los orientales son muy coloridos en su hablar y usan un lenguaje rico de imágenes. La palabra "muertos" cobra aquí un doble significado: a los primeros a los que se refiere Jesús son los muertos no en sentido físico, sino figurado –es decir, aquellos que no pertenecen al Reino, los muertos en su espíritu- y son los deben enterrar a los que ya han partido de este mundo, a los difuntos en el sentido real del término.

    Finalmente, aparece en escena un tercer joven, que le dice: "Te seguiré, Señor, pero déjame primero despedirme de mi familia". La petición que hace éste a Jesús nos parece muy razonable. ¿Qué tiene de malo que, antes de seguir a Cristo, se despida de sus seres queridos? Cualquiera de nosotros lo hubiera pedido. Más aún, quienes hemos seguido a Cristo por el camino del sacerdocio o de la vida religiosa, lo hemos hecho. El mismo Eliseo le hizo a Elías una idéntica petición cuando éste lo llamó a sucederlo en el ministerio profético. Y Elías se lo permitió (I Re, 19, 91-21).

    Sin embargo, las palabras de nuestro Señor vuelven a ser duras y radicales: "El que echa la mano en el arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios". Y también éste queda descartado.

    ¿No es Jesús un Mesías bastante radical e intolerante? Sin embargo, en este último caso, el Señor no está negando a nadie que "se despida" físicamente de los suyos. De lo que habla es de la actitud interior. Éste todavía estaba demasiado apegado a su familia y los afectos naturales lo tenían como "atado", tanto que no le permiten seguir a Jesús. Son esas personas que jamás se deciden a romper con sus comodidades, sus afectos, sus seguridades, ni son capaces de renunciar a la compañía física de sus seres queridos. Y así frustran una vocación hermosa al seguimiento de Jesús.

    El Señor no es intolerante, pero sí es exigente. Él conoce muy bien el corazón de los hombres y sabe lo que puede pedirnos. Si muchos reyes y generales, a lo largo de la historia, han pedido a sus súbditos o a sus soldados incluso el sacrificio supremo de la propia vida –y tantísimos lo han dado por su rey y por la patria- Jesucristo, el Rey de reyes, también puede pedirlo. Él quiere generosidad, decisión, totalidad en el amor. Las entregas a medias no sirven para nada. Además, el Señor advierte claramente a los que llama y les hace conocer las exigencias de su seguimiento. Quienes quieran alistarse en sus filas, deben ser conscientes de la dificultad de la empresa y de la gravedad de los compromisos que asumen con su decisión.

    Pero, aunque sabe que su seguimiento es costoso, el Señor no engaña a nadie porque quiere entregas libres, conscientes y hechas por amor. No quiere mercenarios, cobardes ni traidores. Cristo exige una opción radical por Él y por su Reino, pues "si alguno quiere seguirlo y no toma su cruz, no es digno de Él" (Lc 9,23). Sus discípulos deben estar dispuestos a entrar por la vía estrecha del Evangelio (Mt 7, 13-14), a perder la vida por Él para salvarla (Lc 9,24), y a caer en tierra y morir para llevar mucho fruto (Jn 12,24). Cristo exige radicalidad, sí, pero nos promete una recompensa eterna y un premio sin comparación: “cien veces más en esta vida y la vida eterna” (Mt 19,29).

    Francisco Pizarro, de camino al Perú, se vio ante un peligro inminente, y su tripulación se rebeló y exigió la vuelta. Pero el general se puso en medio de sus hombres, trazó una línea en tierra y les pidió una opción tajante: o seguir con él hasta la victoria, o echar marcha atrás como cobardes. Los pocos valientes que le siguieron fueron los conquistadores del imperio Inca. Hernán Cortés hizo otro tanto con sus tropas: mandó quemar las naves para que nadie pudiera huir.

    Diálogo con Cristo

    Sagrado Corazón de Jesús, quiero orar y trabajar para que miles de personas se conviertan también en apóstoles convencidos tuyos, porque no hay nada más grande y hermoso que ser conquistados por tu Evangelio. Pongo a toda mi familia bajo tu protección.

    Propósito

    Si tantos hombres valientes se han convertido en héroes por un ideal noble, sí, aunque terreno, ¿Cristo no nos puede pedir eso mismo para la aventura más maravillosa y heroica, la de ganar a miles de almas para Dios y para la vida eterna? Muchos hombres y mujeres han sido mártires por el nombre de Cristo. Y nosotros, ¿qué seremos capaz de hacer por Él?



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    sábado, 29 de junio de 2013

    ENTREVISTA A SAN PEDRO Y SAN PABLO

    Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
    Entrevista a San Pedro y San Pablo
    ¿Qué nos platicarían estos grandes apostoles? ¡Cuántas cosas nos enseñarían!Sus palabras son actuales, solo tenemos que leerlas en las Sagradas Escrituras.
    Entrevista a San Pedro y San Pablo
    Entrevista a San Pedro en el cielo

    Vamos a hacer una entrevista a aquel pescador de Galilea llamado Simón Pedro:

    Pregunta: ¿Qué sentiste al negar a Cristo?

    Respuesta: Fue el día más triste de mi vida; no se lo deseo a nadie. Yo era muy duro para llorar, pero ese día lloré a mares; no lo suficiente, porque toda la vida lloré esa falta. Sin embargo, por haber negado al Señor un día, lo amé muchísimo más que si nunca lo hubiera hecho. Esas negaciones fueron un hierro candente que me traspasó el corazón.

    Pregunta: ¿Prefieres el nombre de Pedro al de Simón?

    Respuesta: Sí, porque el nombre de Simón me lo pusieron mis padres; el de Pedro, Cristo. Además, es un nombre que encierra un gran significado. Por un lado me hace feliz que Él me haya hecho piedra de su Iglesia; por otro lado, me produce gran confusión, porque yo no era roca, sino polvo vil. Cristo ya no me llama Simón, Él prefiere llamarme roca; y en el cielo todos me llaman Pedro.
    Mi antiguo nombre ya se me olvidó. Cuando pienso en mi nuevo nombre, cuando me llaman Pedro, inmediatamente pienso en la Iglesia. Me llaman así con un sentido muy particular los demás vicarios de Cristo que me han seguido, y yo siento ganas de llamarles con el mismo nombre, porque todos somos piedra de la misma cantera, todos sostenemos a la Iglesia.

    Pregunta: ¿Por qué dijiste al Señor aquellas palabras: «Señor, a quién iremos, si Tú tienes palabras de vida eterna»?

    Respuesta: Me salieron del corazón. La situación era apurada, y había que hacer algo por el Maestro; veía a mis compañeros indecisos, y sentí la obligación de salvar la situación y confiar; por eso dije en plural: «¿A quien iremos Señor? Tú tienes palabras de vida eterna». Yo mismo no comprendía en ese tiempo muchas cosas del Maestro. Ni pienses que entendía la Eucaristía, pero dejé hablar al corazón, y el corazón me habló con la verdad.
    Yo amaba apasionadamente al Maestro y aproveché aquel momento supremo para decir bien claro y bien fuerte: «Yo me quedo contigo». Y, de lo que entonces dije, nunca me arrepentí.

    Pregunta: ¿Qué sentiste cuando Cristo Resucitado se te apareció?

    Respuesta: Es difícil, muy difícil de expresar, pero lo intentaré. Por un segundo creí ver un fantasma, luego sentí tal alegría que quise abrazarlo con todas mis fuerzas. «¡Es Él!» pensé, pero luego sentí cómo se me helaba la sangre, y quedé petrificado sin atreverme a mover. Él fue quien me abrazó con tal ternura, con tal fuerza... Y oí muy claras sus palabras: «Para mí sigues siendo el mismo Pedro de siempre».

    Pregunta: ¿Qué consejo nos das a los que seguimos en este mundo?

    Respuesta: Puedo decirles que mi actual sucesor, Benedicto XVI, es de los mejores. Háganle caso y les irá mejor.

    Pedro es el típico hombre, humilde de nacimiento, que se hizo grande al contacto con Cristo. El típico hombre, pecador como todos, pero que, arrepentido de su pecado, logró una santidad excelsa.


    Entrevista en el cielo a San Pablo

    Quisiéramos hoy hacerle algunas preguntas al fariseo Pablo de Tarso.

    Pregunta: ¿Qué sentiste en el camino hacia Damasco, caído en el suelo, tirado en el polvo?

    Respuesta: Yacía por tierra, convertido en polvo, todo mi pasado. Mis antiguas certezas, la intocable ley mosaica, mi alma de fariseo rabioso, toda mi vida anterior estaba enterrada en el polvo.

    Fue cuestión de segundos. Del polvo emergía poco a poco un hombre nuevo. Los métodos fueron violentos, tajantes, «es duro dar coces contra el aguijón», pero sólo así podía aprender la dura lección.

    En el camino hacia Damasco me encontré con el Maestro un día que nunca olvidaré.

    Aquella voz y aquel Cristo de Damasco se me clavaron como espada en el corazón. Cristo entró a saco en mi castillo rompiendo puertas, ventanas; una experiencia terrible; pero considero aquel día como el más grande de mi vida.


    Pregunta: ¿Sigues diciendo que todo lo que se sufre en este mundo es juego de niños, comparado con el cielo?

    Respuesta: Lo dije y lo digo. Durante mi vida terrena contemplé el cielo por un rato; ahora estaré en él eternamente. El precio que pagué fue muy pequeño. El cielo no tiene precio. ¡Qué pena da ver a tantos hombres y mujeres aferrados a las cosas de la tierra, olvidándose de la eternidad!

    Vale la pena sufrir sin fin y sin pausa para conquistar el cielo. El Cristo de Damasco será mío para siempre; llegando aquí lo primero que le he dicho al Señor ha sido: «Gracias Señor, por tirarme del caballo»; pues Él me pidió disculpas por la manera demasiado fuerte de hacerlo.

    Pregunta: ¿Qué querías decir con aquellas palabras: “¿Quién me arrancará del amor a Cristo?”

    Respuesta: Lo que las palabras significan: que estaba seguro de que nada ni nadie jamás me separaría de Él, y así fue. Y, si en la tierra pude decir con certeza estas palabras, en el cielo las puedo decir con mayor certeza todavía.
    El cielo consiste en: “Cristo es mío, yo soy de Cristo por toda la eternidad” ¿Sabes lo que se siente, cuando Él me dice: «Pablo, amigo mío?».

    Pregunta: Un día dijiste aquellas palabras: “Sé en quién he creído y estoy tranquilo”. Explícanos el sentido.

    Respuesta: Cuando llegué a conocerlo, no pude menos de seguirlo, de quererlo, de pasarme a sus filas; porque nadie como Él de justo, de santo, de verdadero.
    Supe desde el principio que no encontraría otro como Él, que nadie me amaría tanto como aquél que se entregó a la muerte y a la cruz por mí.

    Pregunta: ¿Un consejo desde el cielo para los de la tierra?

    Respuesta: Uno sólo, y se los doy con toda la fuerza: “Déjense atrapar por el mismo Señor que a mi me derribó en Damasco”.

    Si todos los enemigos del cristianismo fueran sinceros como Pablo de Tarso, un día u otro, la caída de un caballo, una experiencia fuerte o una caricia de Dios les haría exclamar como él: «Señor, ¿qué quieres que haga?».



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Mariano de Blas LC 

    NO SE VENDEN FRUTOS


    No se venden frutos.


    Anoche tuve un sueño raro.

    En la plaza mayor de la Ciudad habían abierto una tienda nueva. El rótulo decía REGALOS DE DIOS.

    Entré.

    Un ángel atendía a los clientes.

    ¿Qué es lo que vendes, ángel del señor? Vendo cualquier don de Dios.

    ¿Cobras muy caro? No los dones de Dios los damos gratis.

    Miré los grandes estantes, estaban llenos de ánforas de amor, frascos de
    fe, bultos de esperanza, cajas de salvación y muchas cosas más.

    Yo tenía gran necesidad de todas aquellas cosas.

    Cobré valor y le dije al ángel:

    Dame por favor bastante amor de Dios, dame perdón de Dios, un bulto de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación.

    Mucho me sorprendí cuando vi que el ángel de todo lo que yo le había
    pedido, me había hecho un solo paquete y el paquete estaba ahí en el
    mostrador, un paquete tan pequeño como el tamaño de mi corazón.

    ¿Será posible? _pregunté _ ?Esto es todo?.

    El ángel me explicó:

    Es todo, Dios nunca da frutos maduros El sólo da pequeñas semillas que cada quien debe cultivar.

    PISTAS PARA LA ALEGRÍA


    Pistas para la alegría
    Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB
    Libro: Momentos de paz


    Hay varias cosas que pueden inundar tu vida de un gozo permanente.
    ¿sabes cuáles son? Te las enumero para que las pienses durante este rato de relajación.

    1.Sonríe: No pares de sonreír. Cuanto más, mejor. La sonrisa alegra tu corazón. Dicen que quien mucho ríe, lleva una vida feliz y difícilmente sufre un infarto. Guarda la paz de tu alma, conserva tu buen humor, calma los nervios y embellece tu rostro. ¡Qué poema más bello es ver la alegría de tu rostro sonriente.

    2.Fíjate en lo bueno de las cosas. No te olvides que por encima de las nubes negras, la vida reverbera siempre con la claridad de Dios Creador. No te lamentes de que las rosas estén rodeadas de espinas, sino más bien alégrate y regocíjate pensando que una cosa tan prosaica como las espinas merecen gozar de la compañía de algo tan delicioso como la rosa.


    3.Derrama felicidad. La felicidad es un perfume que nadie puede derramar en los otros sin que caiga alguna gota sobre él.

    4.Piensa en cosas agradables: Nuestra vida es lo que los pensamientos hacen de ella.

    5.Escribe los beneficios recibidos. Te diría que los escribieras para conservarlos en tu memoria. Mira, amigo/a, que tienes demasiados dones y gracias recibidos de Dios para que te entretengas en tristezas y melancolías.

    Ya vez que con estos cinco puntos puedes ser una persona distinta a la que eres en la actualidad.

    ¡Vive hoy feliz!

    EL EVANGELIO DE HOY: 29.06.2013


    Autor: Buenaventura Acero | Fuente: Catholic.net
    A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos
    Mateo 16, 13-19. Solemnidad de San Pedro y San Pablo. Ellos encontraron la fuerza para llevar a término su misión en la tierra.
     
    A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos
    Del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19


    Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». 

    Oración introductoria

    Cristo, san Pedro y san Pablo, y muchos otros, dieron su vida porque creían en el amor, en la locura de tu amor que te llevó al extremo de morir en la cruz. Dame la gracia de comprender, en esta oración, que debo buscar vivir, transmitir y ser testigo de ese amor.

    Petición

    Dios mío, que este tiempo de oración sea una expresión de mi amor.

    Meditación del Papa

    Pedro responde: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Acto seguido, Jesús pronuncia la declaración solemne que define, de una vez por todas, el papel de Pedro en la Iglesia: "Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (...). A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos". Las tres metáforas que utiliza Jesús son en sí muy claras: Pedro será el cimiento de roca sobre el que se apoyará el edificio de la Iglesia; tendrá las llaves del reino de los cielos para abrir y cerrar a quien le parezca oportuno; por último, podrá atar o desatar, es decir, podrá decidir o prohibir lo que considere necesario para la vida de la Iglesia, que es y sigue siendo de Cristo. Siempre es la Iglesia de Cristo y no de Pedro. Así queda descrito con imágenes muy plásticas lo que la reflexión sucesiva calificará con el término: "primado de jurisdicción".Benedicto XVI, 7 de junio de 2006.

    Reflexión

    Cristo pregunta a sus apóstoles: ¿quién dice la gente que soy yo? Pone esta pregunta sólo después de haber llevado a término su misión de enseñar lo que el Padre le ha dicho. Podría decirse que el caso ya está expuesto y ahora llega el momento de pronunciar el juicio. Sin embargo, la gente que ha visto y oído todas las pruebas necesarias para reconocerlo como Mesías, no termina por comprender sus signos. Es como si un velo cubriera sus ojos y les impidiese dar una respuesta segura y convincente: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo."

    Para Pedro, al igual que para Pablo tiempo después, Cristo fue un auténtico enigma difícil de descifrar. Por ejemplo, ¿qué pensaría Pedro al ver a su maestro caminando sobre las aguas? O ¿cuáles sentimientos fluirían es su corazón cuando escucha de Cristo "sobre ti edificaré mi Iglesia" y más tarde le dice "apártate de mí Satanás."

    Este misterio sobre Cristo lo comprenderíamos mejor con los ojos de la fe que nos da el Padre. Mientras la fe no sea le oxígeno de nuestra vida, no seremos capaces de reconocer a Cristo como el Mesías. Por esto Cristo le dice a Pedro "dichoso Tú, Pedro, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre sino mi Padre que está en el cielo."

    El don de la fe se lo dona el Padre a Pedro no por mérito de Pedro ni por sus cualidades personales -era pescador- sino por su propia bondad Dios. Es el don más precioso, el de reconocer a Dios como Mesías, como la auténtica luz que guiará nuestros pasos hacia la felicidad eterna. Y gracias a la fe Pedro y Pablo encontraron la fuerza para llevar a término su misión en la tierra.

    Propósito

    Haré una oración especial por el Papa Francisco, pidiendo a Dios lo ilumine y lo fortalezca en su misión.

    Diálogo con Cristo

    Señor, siendo fiel a la Iglesia, estoy seguro que te soy fiel. Estar en comunión con el Papa es estar en comunión contigo. Por eso hoy te quiero confirmar mi amor y mi deseo de caminar siempre al paso de la Iglesia, sin poner límites a mi servicio ni a mi amor. 

    viernes, 28 de junio de 2013

    EN MEDIO DE LA ENFERMEDAD

    Autor: Caludio de Castro | Fuente: Catholic.net
    En medio de la enfermedad
    He pasado una semana enfermo, débil, sin ánimo para hacer cosas. Curiosamente, no he dejado de sentir la presencia amorosa de Dios.
     
    En medio de la enfermedad

    He pasado una semana enfermo, débil, sin ánimo para hacer cosas. Curiosamente, no he dejado de sentir la presencia amorosa de Dios.

    Tus fuerzas te abandonan y tú te abandonas ante su presencia soberana. Entonces surge Dios y dice: "No temas, Yo estoy contigo". Y todo cambia. Comprendes que hay un sentido para todo, incluso tu enfermedad.

    Por momentos, acostado, me trasladaba con mi mente a una capilla donde esta expuesto Jesús Sacramentado. Me detengo frente a Jesús y lo miro. Y le digo que lo quiero. "Eres mi mejor amigo, Señor". No hacemos más que eso. Pero me siento tan feliz de poder entregarle estos pequeños gestos de amor.

    Comprendo lo frágiles que somos los humanos y la grandeza de nuestro espíritu.

    Anoche, ocurrió algo significativo. Me dormí profundamente y dormido, en sueños, me puse a rezar. Entonces escuché la voz paternal de Dios que se preguntaba:
    "¿Qué haré contigo?"
    Yo, intuitivamente respondí:
    "Devolverme la salud".
    De pronto surgió una pregunta que me estremeció:
    "¿Y qué hiciste con la salud que te di?"

    Me vi entonces en un tranque vehicular gritándole al conductor de al lado... luego, molesto con una cajera que no me atendió a tiempo. Surgieron así, en cuestión de segundos, cientos de situaciones similares de las que me avergoncé.

    Sin dejar de amarme, Dios preguntó:
    "¿Amaste?"
    “Muy poco Señor”, reconocí, "creo que fui egoísta con el tiempo que me diste".
    "Está bien reconocerlo”, dijo con ternura… “Tendrás otra oportunidad. Ama y haz todo el bien que puedas".

    Entonces desperté.

    Algo pasó en ese sueño, que me llenó de esperanza.

    La gripe está cediendo y pronto volveré a salir. Pero esta vez seré diferente. Trataré de ver al prójimo como a mi hermano, y estaré más cerca de Dios: amando, ayudando al que pueda. 

    PEDID Y RECIBIRÉIS...


    AFICIONARSE A ORAR


    Aficionarse a orar
    Autor:  Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
      
           Santa Teresa  comienza el libro de su Autobiografía con un grato reconocimiento al testimonio de sus padres.”El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastará ,si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena.

    Era mi padre aficionado a leer buenos libros. Con el cuidado que mi madre tenia de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad – a mi parecer- de seis a siete años.

    Ayudábame no ver  en mis  padres  favor sino para la virtud. Tenían muchas”. 

    "La familia -decía el Decreto sobre el Apostolado de los Seglares, n. 11- ha recibido directamente de Dios la misión de ser la célula primera y vital de la sociedad. Cumplirá esta misión si, por la mutua piedad de sus miembros y la oración en común dirigida a Dios, se ofrece como santuario doméstico de la Iglesia ... si la familia practica el ejercicio de la hospitalidad y promueve la justicia y demás obras buenas al servicio de todos los humanos que padecen necesidad"

                Santa Teresa tuvo la suerte de tener unos padres virtuosos que, además de preocuparse de que sus hijos crecieran en la fe, eran testimonio de vida. De ellos heredó nuestra Santa el amar a Dios sobre todas las cosas y a sentirse amada por Él.

                Los padres deben hablar de Dios y hacer que sus hijos crezan en este respeto y amor al Padre de todos. A los pequeños se les enseña a comer, a caminar, a hablar, ¿ por qué no se les puede enseñar y "hacer rezar" y poner cuidado en que sean devotos de la Virgen y los santos? Lo que se aprende en los primeros años, sirve para toda la vida.

                El chaval tiene que orar en común con sus padres en toda ocasión : en las alegrías, tristezas, cumpleaños, aniversarios, al dormir, al levantarse de la cama, al bendecir la mesa, en las reuniones familiares. Con los padres visitará a Jesús en el Sagrario,  conversará  con El como amiguito,  participará en la Eucaristía.

                Conviene, además, que los esposos tengan tiempo para la reflexión conjunta, para orar como pareja, sobre todo, cuando el amor se debilita y el diálogo flaquea. En esos momentos de dificultad, habrá que repetir con frecuencia la vieja plegaria del Evangelio: "Señor : nos estamos quedando sin vino".

                "Oh Dios de quien procede toda la paternidad en el cielo y en la tierra...haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de las familias y de todas    las familias del mundo. Haz que las  nuevas generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor. Haz que el amor corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que pasan las familias" (Juan Pablo II)

    PEDRO Y PABLO EN EL AÑO DE LA FE

    Autor: P. Javier Leoz Ventura | Fuente: www.revistaecclesia.com
    Pedro y Pablo en el Año de la Fe
    Dos personas que fueron cimientos y puntales de los primeros tiempos de la evangelización cristiana: Pedro y Pablo
    Pedro y Pablo en el Año de la Fe
    Pedro y Pablo en el Año de la Fe
    Al llegar la festividad de San Pedro y de San Pablo salen a flote los primeros pasos de nuestra era cristiana, tomando cuerpo y forma, criterio y testimonio en dos personas que fueron cimientos y puntales de los primeros tiempos de la evangelización cristiana: Pedro y Pablo

    Era la hora de la verdad:

    - De dar razón de las palabras de Jesús hasta los últimos confines de la tierra

    - De pasar del dicho al hecho, incluso vertiendo la sangre

    - De no seguir con miradas perdidas en el cielo

    - De probar la verdad o la fragilidad de la fe en el discipulado


    1.SAN PEDRO Y SAN PABLO: SERVIR ANTE TODO

    - Son columnas de ese gran edificio espiritual que es nuestra Iglesia

    - Son testimonio de un Cristo vivo de, aquellos, que lo supieron escribir con sangre

    - Son, tan distintos, que fueron capaces de unirse en lo esencial: ¡por encima de todo el afán evangelizador! Como recientemente nos ha recordado el Papa Francisco, fueron personas (cristianos) contracorriente.

    - Son punto de referencia a la hora de tomar un camino u otro en nuestra vida cristiana. Como San Pedro, a veces, corremos el riesgo de quedarnos "con y en los nuestros". Como a San Pablo, qué bien nos vendría si Dios nos tirase de nuestro particular, altivo y querido caballo (orgullo, hipocresía, mentira, debilidad, falsos prejuicios, cobardía…..) para aventurarnos a lo nuevo sin miedo. Muchos, hoy en la Iglesia, siguen entendiendo que el esfuerzo evangelizador ha de ir recompensado por una responsabilidad mayor, con un reconocimiento implícito o explícito por la Jerarquía Eclesial. Afortunadas las palabras del Papa Francisco: "muchos entienden su servicio a la Iglesia como un carrerismo".


    2.SAN PEDRO Y SAN PABLO: DIVERSIDAD PARA UNA MISMA FE

    - En uno Jesús puso la familiaridad y la cercanía, el compañerismo y hasta le leyó de antemano las contradicciones en las que caería en los aledaños de la Pascua.

    - Con el otro, Dios, quiso saltar las fronteras de una Fe que podía haberse quedado encerrada en las cuatro puertas de Palestina

    - En uno sobresale aquello de "ser amigo de sus amigos". No le acompañó precisamente ni la ciencia ni las letras, pero tuvo la virtud de ser sencillo como una paloma y noble como el oro. Jesús, le hizo entrega de las llaves de esa gran familia que es nuestra Iglesia.

    - Con el otro, Dios hizo el milagro de la conversión radical. Pasó de ser adversario a ser "fan" y propagandista de Jesús. Se sintió derribado de sus esquemas y de sus acepciones, de su sabiduría y de su altanería. Todo lo estimó en basura cuando lo comparaba con el amor/riqueza de Cristo. Pasó de la vehemencia a la docilidad ante su Dios.

    Dios no quiere a superhombres para llevar a cabo su Reino. Dios quiere respuestas. Pedro le falló en las horas más decisivas de la Pasión de Jesús. Pablo se convirtió en uno de los más sangrientos perseguidores. Pero, después, con un "sí" uno pasó de ser pescador en Galilea a ser pescador de almas. El otro, de ser un incrédulo, guerrero e intelectual, a un enamorado de la causa de Jesús.

    Dos personas distintas con un mismo denominador común: JESÚS... ¡TODO POR JESÚS!


    3. LOS NUEVOS "PEDRO" Y LOS NUEVOS "PABLO"

    Aún con nuestras historias (buenas o malas), limitaciones (que son otras tantas), con los caminos emprendidos (a veces contrarios a la fe), aún siendo como somos (y mira que somos complicados)... Dios sigue contando con nosotros: pone el tesoro de su Reino en nuestras manos aún a sabiendas que siempre serán empecinadas y constantes vasijas de barro. Y, volviendo al Papa Francisco, qué bueno sería saber, pensar y reflexionar una de sus perlas lanzadas en la capilla de Santa Marta: "nunca he visto que detrás de un cortejo fúnebre vaya un camión de mudanzas". Con nosotros, claro está, se va lo que hemos dado, trabajo, ofrecido y servido.

    En esa carne (débil y pecadora) que somos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, Dios va manifestándose todos y cada uno de los días. Ojalá seamos capaces de ofrecer a DIOS nuestra vida de tal manera que nos sintamos "menos superhombres" y "más amigos de Dios".

    Con todo ello, en este día de los pilares de la Iglesia, tenemos un recuerdo y oración especial por ese testigo del evangelio que nos ensambla con el primer testimonio de los apóstoles y que es signo de unidad, de caridad y de comunión en toda la iglesia: el Papa Francisco. Dios lo acompañe en su intento de renovación, profunda y espiritual, de nuestra Iglesia.

    EL ARTE DE LA SERENIDAD


    El arte de la serenidad
    Autor: Seneca


    El material del que está hecho la vida es el tiempo. Aquí se dan 40 
    consejos para su sabia administración y disfrute. 

    1. Nuestra vida se extiende mucho para quien sabe administrarla bien. 

    2. ¿Se atreve alguien a quejarse de la soberbia del otro cuando él 
    mismo nunca tiene tiempo libre para sí? 

    3. Nada puede ejercitarse bien por un hombre ocupado, ni la 
    elocuencia, ni las artes liberales, pues cuando un espíritu es 
    distraído, no cobija nada muy elevado, sino que todo lo rechaza como  si fuese inculcado a la fuerza. 

    4. A los hombres más poderosos, los que están situados en altos 
    cargos, se les escapan palabras en las que anhelan el descanso, lo 
    alaban, lo prefieren antes que a todos sus bienes. 

    5.-. Hay que suavizar todas las cosas y hay que sobrellevar todas con  buen ánimo. 

    6. Aquel que dedica todo el tiempo a su propia utilidad, el que 
    dirige cada día como si fuese el último, ni suspira por el mañana, ni 
    lo teme. 

    7. Debe conservarse con sumo cuidado lo que no se sabe cuando va a  faltar. 

    8. El mayor impedimento para vivir es la espera, porque dependiendo  del mañana se pierde el hoy. 

    9. Este camino de la vida, continuo y apresuradísimo, que, en vela o 
    dormidos, recorremos al mismo paso, no es visible a los hombres 
    ocupados sino hasta que han llegado al final. 

    10. Es propio de una mente segura y tranquila el recorrer todas las 
    partes de su vida. Los espíritus de las personas ocupadas, como si 
    estuviesen bajo un yugo, no pueden volver, ni mirar hacia atrás. 

    11. El tiempo presente sólo pertenece a los hombres ocupados, el cual  es tan breve que no puede atraparse, y este mismo se les sustrae,  turbados como están en sus muchas ocupaciones. 

    12. Hay que ser indulgentes con el espíritu, y hay que darle descanso  una y otra vez. 

    13. Es ocioso aquel que tiene sentido para su ocio. 

    14. No son ociosos aquellos cuyos placeres encierran buena parte de  trabajo. 

    15. De todos, sólo son ociosos quienes tienen tiempo libre para la 
    sabiduría, pues no sólo defienden bien su vida: cualquier tiempo lo 
    añaden al suyo. 

    16. La vida mas breve y mas llena de inquietudes es la de aquellos 
    que olvidan el pasado, miran con indiferencia el presente, temen el 
    futuro. 

    17. La vida de quienes preparan con un gran esfuerzo lo que poseerán  con un esfuerzo mayor es desgraciadísima. Con gran trabajo consiguen  las cosas que quieren, con ansiedad mantienen las que han conseguido,  entretanto no hay ningún cálculo del tiempo, de ese que no va a  tornar nunca más. 

    18. No esperes hasta que las circunstancias te dejen en libertad, 
    sino sepárate tú mismo de ellas. 

    19. Es enemigo de la serenidad un compañero perturbado y que se 
    lamenta de todo. 

    20. Hay que pensar cuánto más leve sea el dolor de no tener que el de  perder, y comprenderemos que a la pobreza le corresponde un tormento  menor en cuanto es menor la posibilidad de mermar. 

    21. Habituémonos a desprendernos de la pompa y a valorar la utilidad  de las cosas, no sus adornos. 

    22. En todas partes es un vicio lo que es excesivo. 

    23. Da entrada a la razón en las dificultades: pueden ablandarse las 
    circunstancias duras, dársele amplitud a las estrechas y las graves 
    oprimir menos a quienes las soportan con elegancia. 

    24. No envidiemos a los que están situados por encima de nosotros: 
    las cosas que parecían más excelsas se derrumbaron. 

    25. Quien tema a la muerte, no hará nunca nada por un hombre vivo,  pero quien sepa que este hecho estaba pactado en el mismo momento en  que fue concebido, vivirá según la ley de la naturaleza, y, a su vez,  con la misma fortaleza de espíritu, se mantendrá firme para que  ninguna cosa que le suceda sea inesperada. 

    26. Es más tolerable y más fácil no adquirir que perder. 

    27. Que no se apodere de nosotros la inconstancia, vicio en extremo 
    enemigo de la serenidad. 

    28. Quien se dedica a muchas cosas, a menudo entrega a la suerte el 
    dominio de sí mismo. 

    29. Es propio del hombre reírse de la vida antes que lamentarse. 

    30. Es mejor aceptar con tranquilidad las costumbres públicas y los 
    defectos humanos, y que no se escapen involuntariamente ni la risa ni  las lágrimas. 

    31. En tus males conviene que te conduzcas de tal modo que des al 
    dolor sólo cuanto la naturaleza ordene, no cuanto ordene la 
    costumbre. 

    32. No es grata y segura la vida de quienes viven siempre bajo una 
    máscara. 

    33. Hay que mezclar y alternar estas cosas: la soledad y la compañía de la multitud. 

    34. No hay que tener la mente en la misma tensión constantemente. 

    35. Hay que dar un alivio a nuestros espíritus: tras haber descansado  surgen los mejores y más vivos proyectos. 

    36. A través de las ocupaciones se pasa la vida. 

    37. Ante todas las cosas es necesario evaluarse a uno mismo, porque  las más veces nos parece que podemos más de lo que en verdad podemos. 

    38. Los patrimonios, causa máxima de las aflicciones humanas. 

    39. La mejor medida del dinero es no caer en la pobreza ni alejarse 
    demasiado de la pobreza. 

    40. ¡Qué tarde es comenzar a vivir cuando hay que abandonar la vida! 

    NO ACUMULES PENAS


    No acumules penas


    Acostumbro tener un calendario del cual día a día arranco la hoja del  día anterior.

    Algo bastante simple, excepto cuando dejé de hacerlo por un par de meses, y al tratar de arrancar todas las hojas atrasadas no pude hacerlo, pues una a la vez es fácil, pero todas juntas es muy diferente.

    Lo mismo sucede con nosotros cuando no nos perdonamos día a día, o cuando guardamos rencores o sufrimientos.

    Muchas veces nosotros mismos no nos perdonamos errores y  decidimos cargarlos en silencio, haciendo cada vez más difícil  la  tarea de arrancarlos de nuestras vidas.

    Pero no acumules más hojas de tu vida; decide hoy  arrancarlas  de ti y ser libre, pues para eso fuiste hecho.

    No acumules tus penas y dáselas cada día a quien ya pagó por  todas y cada una de ellas en una cruz.
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