martes, 18 de junio de 2013

HA LLEGADO UNA PETICIÓN -



Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Corazones.org
Ha llegado una petición
Ha llegado una petición a las puertas de mi vida. Soy libre de dar una respuesta. Si amo, no podré cerrar nuevamente la mano.

Ha llegado una petición

Ha llegado una petición a la puerta de mi vida. Dar una mano, arreglar una computadora, acompañar en un paseo, ir a visitar a un amigo común, dialogar un rato sobre Dios.

La petición entra en mi vida. Tengo un programa lleno. Mis planes, mis deseos, han invadido los espacios de la agenda. Hay tanto que hacer. La lista de correos pendientes se alarga. Además, uno quiere ver aquel vídeo, escuchar esa música, poner mensajes en Facebook...

Una petición ha llegado. Puedo responder, como tantas veces, que no tengo tiempo. Me cierro en mis seguridades. Prefiero mis proyectos. Además, ¿no hay otros capaces de atender esa petición?

En mi corazón, sin embargo, algo cambia. Si tantas veces he dicho “no”, ¿por qué no dar un "sí"? Es cierto: dar un sí me obligará a ajustar mis planes, quitará tiempo a otros asuntos.

Hasta ahora he pensado en mí: lo que me costaría atender la petición, lo que perdería, lo que ganaría (hay peticiones que atiendo con gusto porque luego lograré una contrapartida...). ¿Y el otro?

La perspectiva cambia completamente cuando acojo la petición desde el otro lado. Alguien está ahí, a la puerta de mi vida. Espera que le dé tiempo, cariño, atenciones, respuestas, ayudas concretas (técnicas o materiales).

Ese alguien, lo sabemos por el Evangelio, es en cierto modo Cristo mismo. "A mí me lo hicisteis" (cf. Mt 25,40). Con humildad, con respeto, confía en que le dé una respuesta positiva, un gesto de ayuda en algo muy concreto.

Ha llegado una petición a las puertas de mi vida. Soy libre de dar una respuesta. Si amo, no podré cerrar nuevamente la mano. Ante mí unos ojos esperan palabras y gestos de afecto, de solidaridad, de amor sincero...

SEÑOR, DAME TU BENDICIÓN....


EL EVANGELIO DE HOY: 18.06.2013

Autor: David Varela Flores | Fuente: Catholic.net
Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto
Mateo 5, 43-48. Si realmente creyéramos que somos hijos del Padre celestial y que estamos destinados a la vida eterna, todo en nosotros cambiaría.
 
Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto
Del Santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiaras a tu enemigo. Pero yo os digo: amen a sus enemigos y rueguen por los que les persiguen, para que sean hijos de su Padre Celestial, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si aman a quienes les aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludan sino a sus hermanos, ¿qué hacen de particular? ¿No hacen lo mismo los gentiles? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto.

Oración introductoria

Jesucristo, yo quiero darte lo mejor de mí. Sabes que lo busco en serio, pero soy débil. Busco la santidad y la anuncio, pero me avergüenzo de ella; quiero cambiar, pero me gusta mi imperfección. Necesito de ti para enorgullecerme y amar la santidad. Jesús, que no me quede en palabras.

Petición

Señor, quítame el miedo a la santidad. Dame tu gracia para comprender que la santidad es la verdadera donación y que no consiste en grandes proyectos, sino en el trato personal con los que me rodean, rezando por los que nos persiguen, amando a los que nos odian, saludando a los que no nos conocen.

Meditación del Papa

¿Cómo podemos imitar a Jesús? Él dice: «Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial» (Mt 5, 44-45). Quien acoge al Señor en su propia vida y lo ama con todo su corazón es capaz de un nuevo comienzo. Logra cumplir la voluntad de Dios: realizar una nueva forma de vida animada por el amor y destinada a la eternidad. Benedicto XVI, Ángelus del 20 de febrero de 2011.

Reflexión apostólica

Nos falta fe. Si realmente creyéramos que somos hijos de nuestro Padre celestial y que estamos destinados a la vida eterna, todo en nosotros cambiaría. Entonces, comprenderíamos que esta vida con sus sufrimientos y sus pesares, son sólo una preparación para la vida eterna. Esa vida eterna en la que nos sorprenderíamos de lo que hay. Una vida en la que me saludarán incluso los desconocidos, en la que estaremos cerca de la perfección.

Lo mejor de todo es que no hay que esperar tanto; podemos empezar ahora. Sólo hay que acoger al Señor y amarlo con el corazón para traer el cielo a la tierra. Al inicio, costará, pero poco a poco la caridad dará otro sabor al sacrificio, hasta que encontremos que hacer el bien es lo más agradable que existe en el mundo. Y, entonces, disfrutaremos el perdonar, el renunciar a nuestros gustos por los demás, el amor. Entonces, y sólo, entonces, habremos comprendido lo que significa el Cristianismo: ser felices haciendo felices a los demás.

Propósito

Ofreceré la actividad que más me gusta por amor a Dios.

Diálogo con Cristo

Jesús, te pido que aumentes mi fe para que me de cuenta de que la santidad no es hacer lo que no me gusta, sino lo que te gusta a Ti. Dame tu gracia para perdonar de corazón como Tú me has perdonado, Dios mío; para amar no sólo a los que me quieren, sino a los que me han hecho algún daño; para parecerme cada día más a ti.

Se considera como perfección el esfuerzo constante por la perfección. (San Jerónimo, Epist. 254)




  • Preguntas o comentarios al autor
  • David Varela Flores 

    lunes, 17 de junio de 2013

    CIELO, INFIERNO, PURGATORIO


    CIELO, INFIERNO, PURGATORIO
    REFLEXIONES DE JUAN PABLO II


    AUDIENCIA
    Miércoles 21 de Julio 1999
    El «cielo» como plenitud de intimidad con Dios

    1 . Cuando haya pasado la figura de este mundo, los que hayan acogido a Dios en su vida y se hayan abierto sinceramente a su amor, por lo menos en el momento de la muerte, podrán gozar de la plenitud de comunión con Dios, que constituye la meta de la existencia humana.

    Como enseña el Catecismo de la Iglesia católica, «esta vida perfecta con la santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama "el cielo". El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones mas profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha» (n. 1024).

    Hoy queremos tratar de comprender el sentido bíblico del «cielo», para poder entender mejor la realidad a la que remite esa expresión.

    2. En el lenguaje bíblico el «cielo», cuando va unido a la «tierra», indica una parte del universo. A propósito de la creación, la Escritura dice: «En un principio creo Dios el cielo y la tierra» (Gn 1, 1).

    En sentido metafórico, el cielo se entiende como morada de Dios, que en. eso se distingue de los hombres (cf. Sal, 104, 2 s; 115, 16; Is 66, l). Dios, desde lo alto del cielo, ve y juzga (cf. Sal 113, 4-9) y baja cuando se le invoca (cf. Sal 18, 7. 10; 144, 5). Sin embargo, la metáfora bíblica da a entender que Dios ni se identifica con el cielo ni puede ser encerrado en el cielo (cf. 1R 8, 27); y eso es verdad, a pesar de que en algunos pasajes del primer libro de los Macabeos «el cielo» es simplemente un nombre de Dios (cf. 1M 3, 18. 19. 50. 60; 4, 24. 55). A la representación del cielo como morada trascendente del Dios vivo, se añade la de lugar al que también los creyentes pueden, por gracia, subir, como muestran en el Antiguo Testamento las historias de Enoc (cf. Gn 5, 24) y Elías (cf. 2R 2, 11). Así, el cielo resulta figura de la vida en Dios. En este sentido, Jesús habla de «recompensa en los cielos» (Mt 5, 12) y exhorta a «amontonar tesoros en el cielo» (Mt 6, 20; cf. 19, 21).

    3. El Nuevo Testamento profundiza la idea del cielo también en relación con el misterio de Cristo. Para indicar qué el sacrificio del Redentor asume valor perfecto y definitivo, la carta a los Hebreos afirma que Jesús «penetró los cielos» (Hb 4, 14) y «no penetró en un santuario hecho por mano de hombre, en una reproducción del verdadero, sino en el mismo cielo» (Hb 9, 24). Luego, los creyentes, en cuanto amados de modo especial por el Padre, son resucitados con Cristo y hechos ciudadanos del cielo.

    Vale la pena escuchar lo que a este respecto nos dice el apóstol Pablo en un texto de gran intensidad: «Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros pecados, nos vivificó juntamente con Cristo —por gracia habéis sido salvados— y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús» (Ef 2, 4-7). Las criaturas experimentan la paternidad de Dios, rico en misericordia, a través del amor del Hijo de Dios, crucificado y resucitado, el cual, como Señor, está sentado en los cielos a la derecha del Padre.

    4. Así pues, la participación en la completa intimidad con el Padre, después del recorrido de nuestra vida terrena, pasa por la inserción en el misterio pascual de Cristo. San Pablo subraya con una imagen espacial muy intensa este caminar nuestro hacia Cristo en los cielos al final de los tiempos: «Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos (los muertos resucitados), al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolados, pues, mutuamente con estas palabras» (1Ts 4, 17-18).

    En el marco de la Revelación sabemos que el «cielo» o la «bienaventuranza» en la que nos encontraremos no es una abstracción, ni tampoco un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con la santísima Trinidad. Es el encuentro con el Padre, que se realiza en Cristo resucitado gracias a la comunión del Espíritu Santo.

    Es preciso mantener siempre cierta. sobriedad al describir estas realidades últimas, ya que su representación resulta siempre inadecuada. Hoy el lenguaje personalista logra reflejar de una forma menos impropia la situación de felicidad y paz en que nos situará la comunión definitiva con Dios.

    El Catecismo de la Iglesia católica sintetiza la enseñanza eclesial sobre esta verdad afirmando que, «por su muerte y su resurrección, Jesucristo nos ha abierto» el cielo. La vida de los bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo, que asocia a su glorificación celestial a quienes han creído en él y han permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que están perfectamente incorporados a él» (n. 1026).

    5. Con todo, esta situación final se puede anticipar de alguna manera hoy, ,tanto en la vida sacramental, cuyo centro es la Eucaristía, como en el don de sí mismo mediante la caridad fraterna. Si sabemos gozar ordenadamente de los bienes que el Señor nos regala cada día, experimentaremos ya la alegría y la paz de que un día gozaremos plenamente. Sabemos que en esta fase terrena todo tiene límite; sin embargo, el pensamiento de las realidades últimas nos ayuda a vivir bien las realidades penúltimas. Somos conscientes de que mientras caminamos en este mundo estamos llamados a buscar «las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios» (Col 3, 1), para estar con él en el cumplimiento escatológico, cuando en el Espíritu él reconcilie totalmente con el Padre «lo que hay en la tierra y en los cielos» (Col 1, 20).

    * * * * *
    Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a las Religiosas Misioneras del Divino Maestro que celebran el aniversario de su Profesión, así como al grupo de quinceañeras y demás grupos venidos de México, Argentina, Colombia, otros países de Latinoamérica y España. Os invito a pedir a la Virgen, nuestra Madre celeste, que os guíe hacia la participación plena en la gloria de Cristo.



    AUDIENCIA 
    Miércoles 28 de Julio 1999
    El infierno como rechazo definitivo de Dios

    1. Dios es Padre infinitamente bueno y misericordioso. Pero, por desgracia, el hombre, llamado a responderle en la libertad, puede elegir rechazar definitivamente su amor y su perdón, renunciando así para siempre a la comunión gozosa con él. Precisamente esta trágica situación es lo que señala la doctrina cristiana cuando habla de condenación o infierno. No se trata de un castigo de Dios infligido desde el exterior, sino del desarrollo de premisas ya puestas por el hombre en esta vida. La misma dimensión de infelicidad que conlleva esta oscura condición puede intuirse, en cierto modo, a la luz de algunas experiencias nuestras terribles, que convierten la vida, como se suele decir, en «un infierno».

    Con todo, en sentido teológico, el infierno es algo muy diferente: es la última consecuencia del pecado mismo, que se vuelve contra quien lo ha cometido. Es la situación en que se sitúa definitivamente quien rechaza la misericordia del Padre incluso en el último instante de su vida.

    2. Para describir esta realidad, a sagrada Escritura utiliza un lenguaje simbólico, que se precisará progresivamente. En el Antiguo Testamento, la condición de los muertos no estaba aún plenamente iluminada por la Revelación. En efecto, por lo general, se pensaba que los muertos se reunían en el sheol, un lugar de tinieblas (cf. Ez 28, 8; 31, 14; Jb 10, 21 ss; 38, 17; Sal 30, 10; 88, 7. 13), una fosa de la que no se puede salir (cf. Jb 7, 9), un lugar en el que no es posible dar gloria a Dios (cf. Is 38, 18; Sal 6, 6).

    El Nuevo Testamento proyecta nueva luz sobre la condición de los muertos, sobre todo anunciando que Cristo, con su resurrección, ha vencido la muerte y ha extendido su poder liberador también en el reino de los muertos.

    Sin embargo, la redención sigue siendo un ofrecimiento de salvación que corresponde al hombre acoger con libertad. Por eso, cada uno será juzgado «de acuerdo con sus obras» (Ap 20, 13). Recurriendo a imágenes, el Nuevo Testamento presenta el lugar destinado a los obradores de iniquidad como un horno ardiente, donde «será el llanto y el rechinar de dientes» (Mt 13, 42; cf. 25, 30. 41) o como la gehenna de «fuego que no se apaga» (Mc 9, 43). Todo ello es expresado, con forma de narración, en la parábola del rico epulón, en la que se precisa que el infierno es el lugar de pena definitiva, sin posibilidad de retorno o de mitigación del dolor (cf. Le 16, 19-31).

    También el Apocalipsis representa plásticamente en un «lago de fuego» a los que no se hallan inscritos en el Ebro de la vida, yendo así al encuentro de una «segunda muerte» (Ap 20, 13 ss). Por consiguiente, quienes se obstinan en no abrirse al Evangelio, se predisponen a «una ruina eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2 Ts 1,9).

    3. Las imágenes con las que la sagrada Escritura nos presenta el infierno deben interpretarse correctamente. Expresan la completa frustración y vaciedad de una vida sin Dios. El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría. Así resume los datos de, la fe sobre este tema el Catecismo de la Iglesia católica: «Morir en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno» (n. 1033).

    Por eso, la «condenación» no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado que en su amor misericordioso él no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La «condenación» consiste precisamente en que el hombre se aleja definitivamente de Dios, por elección libre y confirmada con la muerte, que sella para siempre esa opción. La sentencia de Dios ratifica ese estado.

    4. La fe cristiana enseña que, en el riesgo del «sí» y del «no» que caracteriza la libertad de las criaturas, alguien ha dicho ya «o». Se trata de las criaturas espirituales que se rebelaron contra el amor de Dios y a las que se llama demonios (cf. concilio IV de Letrán: DS 800-801). Para nosotros, los seres humanos, esa historia resuena como una advertencia: nos exhorta continuamente a evitar la tragedia en la que desemboca el pecado y a vivir nuestra vida según el modelo de Jesús, que siempre dijo «sí» a Dios.

    La condenación sigue siendo una posibilidad real, pero no nos es dado conocer, sin especial revelación divina, si los seres humanos, y cuáles, han quedado implicados efectivamente en ella. El pensamiento del infierno —y mucho menos la utilización impropia de las imágenes bíblicas— no debe crear psicosis o angustia; pero representa una exhortación necesaria y saludable a la libertad, dentro del anuncio de que Jesús resucitado ha vencido a Satanás, dándonos el Espíritu de Dios, que nos hace invocar «Abbá, Padre» (Rm 8, 15; Ga 4, 6).

    Esta perspectiva, llena de esperanza, prevalece en el anuncio cristiano. Se refleja eficazmente en la tradición litúrgica de la Iglesia, como lo atestiguan, por ejemplo, las palabras del Canon Romano: «Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa ( ... ), líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos».

    * * * * * 

    AUDIENCIA 
    Miércoles 4 de Agosto 1999
    El purgatorio: purificación necesaria para el encuentro con Dios

    1. Como hemos visto en las dos catequesis anteriores, a partir de la opción definitiva por Dios o contra Dios, el hombre se encuentra ante una alternativa: o vive con el Señor en la bienaventuranza eterna, o permanece alejado de su presencia.

    Para cuantos se encuentran en la condición de apertura a Dios, pero de un modo imperfecto, el camino hacia la bienaventuranza plena requiere una purificación, que la fe de la Iglesia ilustra mediante la doctrina del «purgatorio» (cf. Catecismo de la Iglesia católica, nn. 1030-1032).

    2. En la sagrada Escritura se pueden captar algunos elementos que ayudan a comprender el sentido de esta doctrina, aunque no esté enunciada de modo explícito. Expresan la convicción de que no se puede acceder a Dios sin pasar a través de algún tipo de purificación.

    Según la legislación religiosa del Antiguo Testamento, lo que está destinado a Dios debe ser perfecto. En consecuencia, también la integridad física es particularmente exigida para las realidades que entran en contacto con Dios en el plano sacrificial, como, por ejemplo, los animales para inmolar (cf. Lv 22, 22), o en el institucional, como en el caso de los sacerdotes, ministros del culto (cf. Lv 21, 17-23). A esta integridad física debe corresponder una entrega total, tanto de las personas como de la colectividad (cf. 1R 8, 61), al Dios de la alianza de acuerdo con las grandes enseñanzas del Deuteronomio (cf. Dt 6, 5). Se trata de amar a Dios con todo el ser, con pureza de corazón y con el testimonio de las obras (cf . Dt 10, 12 s).

    La exigencia de integridad se impone evidentemente después de la muerte, para entrar en la comunión perfecta y definitiva con Dios. Quien no tiene esta integridad debe pasar por la purificación. Un texto de san Pablo lo sugiere.

    El Apóstol habla del valor de la obra de cada uno, que se revelará el día del juicio, v dice: «Aquel, cuya obra, construida sobre el cimiento (Cristo), resista, recibirá la recompensa. Mas aquel, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego» (1Co 3, 14-15).

    3. Para alcanzar un estado de integridad perfecta es necesaria, a veces, la intercesión o la mediación de una persona. Por ejemplo, Moisés obtiene el perdón del pueblo con una súplica, en la que evoca la obra salvífica rea izada por Dios en el pasado e invoca si fidelidad al juramento hecho a los padres (cf. Ex 32, 30 y vv. 11-13). La figura del Siervo del Señor, delineada por el libro de Isaías, se caracteriza también por su función de interceder y expiar en favor de muchos; al término de sus sufrimientos, él «verá la luz» y «justificará a muchos», cargando con sus culpas (cf. Is 52, 13-53, 12, especialmente, 53, 11).

    El Salmo 51 puede considerarse, desde la visión del Antiguo Testamento, una síntesis del proceso de reintegración: el pecador confiesa y reconoce la propia culpa (v. 6), y pide insistentemente ser purificado o «lavado» (vv. 4. 9. 12 y 16), para poder proclamar la alabanza divina (v. 17).

    4. El Nuevo Testamento presenta a Cristo como el intercesor, que desempeña las funciones del sumo sacerdote el día de la expiación (cf. Hb 5, 7; 7, 25). Pero en él el sacerdocio presenta una configuración nueva y definitiva. Él entra una sola vez en el santuario celestial para interceder ante Dios en favor nuestro (cf. Hb 9, 23-26, especialmente el v. 24). Es Sacerdote y, al mismo tiempo, «víctima de propiciación» por los pecados de todo el mundo (cf. 1 Jn 2, 2).

    Jesús, como el gran intercesor que expía por nosotros, se revelará plenamente al final de nuestra vida, cuando se manifieste con el ofrecimiento de misericordia, pero también con el juicio inevitable para quien rechaza el amor y el perdón del Padre.

    El ofrecimiento de misericordia no excluye el deber de presentarnos puros o íntegros ante Dios, ricos de esa caridad que Pablo llama «vínculo de la perfección» (Col 3, 14).

    5. Durante nuestra vida terrena, siguiendo la exhortación evangélica a ser perfectos como el Padre celestial (cf. Mt 5, 48), estamos llamados a crecer en el amor, para hallarnos firmes e irreprensibles en presencia de Dios Padre, en el momento de «la venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos» (1Ts 3, 12 s). Por otra parte, estamos invitados a «purificamos de toda mancha de la carne y del espíritu» (2Co 7, 1; cf. 1 Jn 3, 3), porque el encuentro con Dios requiere una pureza absoluta.

    Hay que eliminar todo vestigio de apego al mal y corregir toda imperfección del alma. La purificación debe ser completa, y precisamente esto es lo que enseña la doctrina de la Iglesia sobre el purgatorio. Este término no indica un lugar, sino una condición de vida. Quienes después de la muerte viven en un estado de purificación ya están en el amor de Cristo, que los libera de los residuos de la imperfección (cf. concilio ecuménico de Florencia, Decretum pro Graecis: Denzinger-Schönmetzer, 1304; concilio ecuménico de Trento, Decretum de justificatione y Decretum de purgatorio: ib., 1580 y 1820).

    Hay que precisar que el estado de purificación no es una prolongación de la situación terrena, como si después de la muerte se diera una ulterior posibilidad de cambiar el propio destino. La enseñanza de la Iglesia a este propósito es inequívoca, y ha sido reafirmada por el concilio Vaticano 11, que enseña: «Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada

    única carrera que es nuestra vida en tierra (cf. Hb 9, 27), mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde "habrá llanto y rechinar de dientes" (Mt 22, 13 y 25, 30)» (Lumen gentium, 48).

    6. Hay que proponer hoy de nuevo un último aspecto importante, que la tradición de la Iglesia siempre ha puesto de relieve: la dimensión comunitaria. En efecto, quienes se encuentran en la condición de purificación están unidos tanto a los bienaventurados, que ya gozan plenamente de la vida eterna, como a nosotros, que caminamos en este mundo hacia la casa del Padre (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1032).

    Así como en la vida terrena los creyentes están unidos entre sí en el único Cuerpo místico, así también después de la muerte los que viven en estado de purificación experimentan la misma solidaridad eclesial que actúa en la oración, en los sufragios y en la caridad de los demás hermanos en la fe. La purificación se realiza en el vínculo esencial que se crea entre quienes viven la vida del tiempo presente y quienes ya gozan de la bienaventuranza eterna.

    ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


    ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN
    POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

    Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

    EL EVANGELIO DE HOY: 17.06.2013

    Autor: Juan Fidel Medina | Fuente: Catholic.net
    Los reconocerán por el amor
    Mateo 5, 38-42. Tiempo Ordinario. Jesucristo ha venido a mostrarnos una nueva forma de ver la vida, basada en el amor por encima del odio.
     
    Los reconocerán por el amor
    Del Santo Evangelio según San Mateo 5, 38-42 

    Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente". Pues yo os digo: no resistáis el mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha, ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto; y al que te obligue andar una milla, vete con él dos. A quien te pida, da, y al que desee que le prestes algo, no le vuelvas la espalda.

    Oración introductoria

    Señor, no puedo quedar indiferente ante esta invitación que me haces a ser más generoso. Que vea tu ejemplo de amor por los demás y me esfuerce por imitarlo.

    Petición

    Señor Jesús, dame la fortaleza necesaria para vivir tu enseñanza de amor. Ayúdame a darme cuenta de que me invitas a ser más generoso. Que acoja esta invitación de forma que me done a los demás.

    Meditación del Papa

    Jesucristo ha venido a mostrarnos una nueva forma de ver la vida, basada en el amor por encima del odio. Ésta es la novedad del cristianismo. La convivencia entre los hombres llegará a ser realmente pacífica el día en que el amor prevalezca por encima de las demás cosas. "Al grito por la sangre derramada, que se eleva desde tantas partes de la tierra, Dios responde con la sangre de su Hijo, que entregó su vida por nosotros. Cristo no respondió al mal con el mal, sino con el bien, con su amor infinito". Ángelus de su Santidad Benedicto XVI, 5 de julio de 2009

    Reflexión 

    El mundo en que vivimos sería realmente diferente si creyéramos en la fuerza del amor. La experiencia nos demuestra que donde se ha sembrado el rencor, sólo se han cosechado frutos amargos. El amor es la cura para tantos males que padece el mundo. El remedio para la soledad, el abandono y la tristeza es el amor. Con la fuerza del amor nos podemos enfrentar a los retos que nos va a presentar la vida. Un amor que nos libera de nuestro egoísmo y nos ayuda a abrirnos a los demás.

    Propósito

    Hoy tendré un detalle con algún familiar y perdonaré al que me ofenda.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, gracias por haberme llamado a formar parte de tus discípulos. Dame la gracia de servir a los demás sin cálculo y sin medida, así como Tú lo hiciste. Tú has dicho: "Nadie tiene mayor amor que aquél que da la vida por sus amigos". Sé que hay muchas personas que esperan ser amadas, y yo estoy dispuesto. Pero este amor perderá su fuerza si Tú no lo alimentas, si Tú no lo alientas. No quiero tener límites en mi amor. Que cuando sirva a las personas con las que convivo, recuerde que te lo estoy haciendo a ti.


    El amor se manifiesta mejor con hechos que con palabras. (Santo Cura de Ars, Sermón sobre Jesucristo)




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Juan Fidel Medina 

    FABRÍCATE UNA LIMONADA


    Fabrícate una limonada


    A san Francisco de Sales le preguntaron un día: 
    –– “¿Cómo te las arregla para vivir contento en medio de tantos problemas y dificultades?”. 
    Y el amable sabio respondió: 
    –– “Es que siempre he tratado de cumplir el consejo de aquel antiguo maestro de espíritu que decía: 
    Si lo que llega a tus manos es un agrio limón, fabrícate con él una limonada”.

    PARÁBOLA DE LAS BENDICIONES


    Parábola de las bendiciones
    Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 


    Maestro, nos acordamos de que en tu vida entre nosotros bendecías a la gente con naturalidad. Hoy, son embargo, son raros los padres y madres que bendicen a sus hijos. Se ha perdido esta bella costumbre.
    - ¿ Qué bendiciones daba el Maestro?
    - Normalmente, daba toda clase de bendiciones espirituales del cielo.
    - ¿ Para qué las daba?
    - Para que tomáramos conciencia de que éramos ciudadanos del cielo, elegidos por su amor.
    - ¿Con qué finalidad?
    - Para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia.
    - ¿Con qué mérito?
    - Sin ninguno, pero para hacernos ver que él nos ha destinado a ser sus hijos adoptivos y, como tales, alabarlo y recibir sus bendiciones.
    - ¿ Qué bendiciones recibe hoy la gente?
    - La cristiana bautizada, la primera en su bautismo y la segunda en su boda, si se casa por la Iglesia.
    - ¿Por qué no reciben , además de las de la misa, la de sus padres? Esperamos que se reinicie esta bella costumbre.

    -¿ Cuándo eres bendecido?

    ORACIÓN DEL MAESTRO: Padre celestial, ya ves que la gente, al dejar su participación en nuestros misterios y a que en casa ya se ha perdido esta costumbre, no reciben bendiciones. En el fondo, Padre, lo que ocurre es un descuido grande de los valores espirituales en muchos niveles. Menos mal que nosotros, a pesar de su indiferencia, los seguimos bendiciendo para su gloria y la nuestra.

    PRECES

    - Por la juventud: para que inicie en su casa la costumbre de que los padres los bendigan al irse a la cama y de viaje, roguemos al Señor
    - Añade tus intenciones
    Señor, aunque no te vemos, sabemos que nos bendices. Te decimos: Padrenuestro

    LA FE EN JESUCRISTO

    Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net
    La fe en Jesucristo
    ¿Quién es este Jesús que nos ama? ¿Le conocemos, sabemos quién es, y lo aceptamos?
     
    La fe en Jesucristo

    ¡Hoy se nos dice muchas veces que nuestra religión cristiana no es una religión de verdades ni de mandamientos ni de culto, sino que es una religión que se centra en la Persona de Jesucristo. ¿Cómo podemos entender esto? Y, sin explicaciones que nos serían un enredo para todos, empezando por mí, me parece que una comparación de fe humana nos va a hacer entender lo que es la fe en Jesucristo.

    Pensemos en dos jóvenes con dos nombres muy familiares: él se llama Luis y ella se llama Rosita. Rosita nos va a enseñar lo que es la fe humana y, por ella, vamos a aprender lo que es la fe cristiana.

    Luis le dice un día a Rosita: ¡Te quiero! Y Rosita se hace unas ilusiones inmensas, como es natural. Comienza el noviazgo, que desemboca en una boda feliz. Antes de la boda, le preguntamos a Rosita:
    - Pero, ¿ya sabes lo que haces, y te casas bien segura?
    Y Rosita nos responde con profunda convicción.
    - Sí, me caso con plena seguridad. Conozco bien a Luis, sé que es sincero cuando me asegura que me quiere, y confío plenamente en que me va a hacer feliz. Por eso quiero yo también a Luis, a él uno mi destino y me doy del todo a él y para siempre.
    Rosita habla enamorada y con una convicción que nos asombra. Nos ponemos a examinar su fe en Luis, y vemos que tiene estos elementos.

    * Primero, y ante todo, conocimiento claro de quién es Luis, pues dice convencida: Lo conozco bien. Sé que no me engaña cuando me dice que me ama, porque me ama de verdad.
    * Segundo, una gran confianza, ya que sin la confianza no se le podrá dar nunca, y por eso dice también: Me fío plenamente de Luis. Sé que no me va a fallar y que con él voy a ser feliz del todo.
    * Tercero, amor, mucho amor, y esto es lo principal que Rosita asegura: Yo también le quiero a Luis. Estoy enamorada perdida.
    * Cuarto, donación total, que es la consecuencia final que ella saca: Me entrego a Luis del todo y no voy a vivir más que para él.

    ¿Hay un acto de fe humana, de fe en un hombre, más grande que el de Rosita en Luis y, ya se entiende, también de Luis en Rosita? Porque Luis ha pensado y ha dicho de Rosita lo mismo que ella de él.

    Si queremos saber lo que es la fe cristiana, no tenemos más que trasladar el amor encantador de Rosita y de Luis a Jesucristo y a cada una de las personas, a usted, a mí...

    Jesucristo es el que nos amó primero. Es Jesús quien nos dijo como Luis a Rosita: ¡Te quiero! Fue Jesús quien optó primero por nosotros. Se fió de nosotros. Y nos eligió. La iniciativa partió de Jesús.

    Ahora viene nuestra respuesta. ¿Quién es este Jesús que así nos ama? Le conocemos, sabemos quién es, y lo aceptamos. Aceptamos su Persona, como Rosita a Luis.

    * Como Rosita cree en la palabra de Luis, así nosotros, al saber quién es Jesucristo y aceptar su Persona, aceptamos ante todo su palabra, y le creemos aunque nos diga lo más imposible para nuestra cabeza.

    ¿Me dice que Él es Dios, el chiquillo que llora en Belén y el Crucificado del Calvario? Es Dios, aunque me parezca imposible. Tengo bastante con que me lo diga Él...

    ¿Me dice que su Madre fue virgen siempre, a pesar de su maternidad? Yo no lo veo, pero lo creo, porque me lo dice Él...

    ¿Me dice que eso que parece pan y vino es su Cuerpo y su Sangre? No lo entenderé jamás, pero lo creo a pie juntillas, sólo porque me lo dice Él...

    ¿Me dice que hay un infierno de penas inacabables, por pecados de esta vida que pasó tan pronto? Yo no lo entiendo ni a la de tres, pero lo creo sólo porque lo dice Él...

    Porque creo en la Persona de Jesucristo creo en toda su Palabra, aunque me diga al parecer lo más absurdo. Él es incapaz de engañarse y de mentirme. Las verdades que me propone la Iglesia las acepto a ciegas porque son las verdades que enseñó Jesucristo, y Jesucristo no me puede engañar, lo conozco bien.

    * Como Rosita en Luis, nosotros nos fiamos de Jesucristo porque sabemos que es fiel, y que cumplirá todo lo que nos promete. Y si me promete una vida eterna con Él en el Cielo, yo creo en ese Cielo, espero en ese Cielo, y sé que ese Cielo será mío porque me lo promete Jesucristo. La fe en Jesús lleva a una confianza sin límites en Él.

    * Como Rosita a Luis, al creer en Jesucristo y fiarnos de Él, le amamos con locura, y le decimos hasta con lágrimas en los ojos, como Pedro a la orilla del lago:
    - ¡Señor, Tú sabes que yo te quiero!

    * Y también como Rosita con Luis, no nos quedamos en palabras, sino que le damos la vida entera. Viviremos para Jesús. Y ya puede mandarnos lo que quiera, que cumpliremos todo lo que nos diga, porque nuestra vida ya no es para nosotros, sino para Jesucristo.

    Así vemos cómo la fe en Dios y en Jesucristo no es una fe de verdades ni nuestra religión una religión de mandamientos ni de prácticas de culto, sino una entrega a una Persona, a Jesucristo. Por eso creemos todas las verdades que Él nos enseña, practicamos todos los mandamientos que Él nos da, celebramos sus misterios y rezamos y cantamos porque le amamos y esperamos estar con Él en su mismo Cielo.

    Y acabamos todos dando gracias a Rosita y a Luis por habernos prestado sus nombres y su historia amorosa para hacernos entender la fe en nuestro Señor Jesucristo... . 

    domingo, 16 de junio de 2013

    ORACIÓN EN EL DÍA DEL PADRE


    ORACIÓN EN EL DÍA DEL PADRE

    Señor Dios, Padre bueno,
    creador del género humano,
    Tú enviaste a tu Hijo Jesús,
    para redimir y salvar a los hombres,
    El quiso nacer en una familia como la nuestra,
    le diste a la Virgen María como madre
    y a San José como padre;
    te pedimos por estos padres
    para que, a ejemplo de San José,
    amen a sus hijos, los cuiden y protejan,
    y sobre todo, les enseñes a amarte a Ti
    que eres nuestro Padre del Cielo,
    te sirvan en todo,
    y alcancen finalmente la vida eterna.
    Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
    Amen

    18 CONSEJOS DE PADRE A HIJO


    Autor: Francisco | Fuente: www.micumbre.com
    18 Consejos de padre a hijo
    Serie de consejos de los padres a los hijos, relacionados con la mejora de su educación y comportamiento.



    ESCUELA PARA PADRES


    Para que los consejos de los padres a los hijos, relacionados con la mejora de su educación y comportamiento, tengan más efecto, tienen que estar soportados, con una previa situación de mutuo conocimiento y aceptación del rol de cada uno, buena comunicación y mucha dedicación de tiempo a cada hijo.

    Los siguientes consejos ayudarán a sus hijos, a prepararse para cometer menos errores, sobre todo, cuando se tengan que enfrentar en solitario a la realidad de la vida.

    1. Amigos

    Elige a los que complementen y mejoren tu personalidad, no a los que te arrastren hacia actitudes o actividades de perdedores moral, religiosa o socialmente. Evita a los amigos que siempre ven las cosas negativamente, en lugar de buscar las soluciones. Aprende a elegir a tus amigos y a distinguir, quiénes son tus amigos y quiénes no lo son. A los verdaderos amigos, los notarás cuando tengas momentos difíciles.

    2. Comunicación

    Mantenla con la gente que te importa, recordándoles en sus onomásticas y cumpleaños, mandándoles las fotos que has sacado de ellos y escribiéndoles o llamándoles, de vez en cuando para saludarles, aunque no haya un asunto importante para hablar.

    3. Conducta

    Mantenla correctamente, tanto en lo relacionado con las normas que te den tus padres, como las establecidas por las leyes civiles, religiosas y sociales. Si otros no las cumplen, intenta darles ejemplo y siempre, tendrás la satisfacción del deber cumplido.

    4. Criticar

    No lo hagas a las personas, por sus condiciones físicas, económicas o sociales, ten muy en cuenta, que ellos, ya lo suelen saber de sobra y tú, no sabes si al día siguiente, estarás en su misma situación.

    5. Dinero

    Con el dinero no puedes comprar tu felicidad, pero puedes ayudar a que otros puedan comprar un poco de ella. Tampoco puedes comprar un sitio en el Cielo, pero con la buena caridad, puedes reservar uno.

    6. Firmeza

    Estrecha la mano con seguridad y fuerza, y mira a la gente de frente a los ojos. Nunca emplees esos signos grupales de dar la mano, que definen a sectores sociales perdedores. El dar la mano, suele ser la primera impresión y no suele existir una segunda oportunidad, para causar un buen sentimiento. No tengas miedo a auto presentarte educadamente ante las personas, que consideres que pudieran ser tus amigos o que te hayan caído bien, aunque no te las hayan presentado.

    7. Formación.

    Aprovecha el tiempo que te corresponde dedicar, a aprender y el que te corresponda, para divertirte o trabajar. En cada edad, se deben hacer determinadas cosas y no hacer otras. Los hijos que hacen o no hacen las cosas, que corresponden a cada edad, cometen unos errores, que la mayoría de las veces, son irreversibles. Habla con tu padre, para que te indique lo que es propio y lo que es impropio, en cada tiempo.

    8. Humildad

    Practícala junto a la fortaleza, de mirar a los demás desde su situación y no desde la altura donde crees que estás. El que no sabe servir a otro, no sirve para vivir.

    9. Manipular

    No manipules a los padres, ni a los maestros, enfrentándoles entre si, por tus motivos. A la larga se darán cuenta y perderás cualquier privilegio o beneficio, que hayas obtenido con la maniobra, además como cuando se miente, será muy difícil que recuperes, el que te crean cuando hablas.

    10. Mensajero

    Sepáralo bien del mensaje que lleva. Si la idea es buena, no te debe importar quién, ni cómo la exponga.

    11. Objetivos

    Propóntelos a corto, medio y largo plazo, define las herramientas y procedimientos que necesitarás, para cumplirlos, así como los sistemas de control, para poder comprobar como los vas cumpliendo. No te pongas objetivos inalcanzables, pues suelen ser motivo de seguras frustraciones. Objetivos a plazos muy largos sin controles de cumplimento, suponen dejarlos al azar del destino.

    12. Padres

    Intenta pasar con ellos y con las personas mayores, todo el tiempo que puedas escuchándoles, y aunque ahora digas, que ellos no saben nada, dentro de muy poco empezarás a darte cuenta, de que saben mucho más de lo que suponías. A lo peor, cuando te des cuenta, ya es muy tarde para aprender de ellos.

    13. Preguntas

    No hay nada más difícil que responder, a las preguntas de los necios, o que los necios entiendan, por lo que cuando necesites un consejo profesional, pídelo a profesionales y no a los amigos. Se comedido al hablar y muy espléndido al escuchar, pero no esperes que los otros sepan, lo que tú quieres, si no se lo has dicho.

    14. Prioridades

    Tenlas muy claras, principalmente las que sean en beneficio de tu persona, amigos o comunidad. Las que estén relacionadas con tus gastos, sobre todo, en los dedicados hacia los que sean, para presumir externamente, los necesarios y los superfluos. Se realista para distinguir y separar tus deseos, con tu realidad y valorar bien tus posibilidades, haciendo lo que sea correcto, sin que te importe lo que otros piensen.

    15. Religión

    Estudia y practica la religión que consideres conveniente, católica, protestante, judía, musulmana o la que quieras, pero practícala intensamente. Intenta que tus amigos también sean practicantes religiosos, tendrás muchas más posibilidades de entenderte y prosperar moralmente, además de que así, te mantendrás alejado de muchos de los problemas, que aquejan a la sociedad por la falta de religiosidad.

    16. Respeto

    Demuéstralo hacia las personas, que no tienen tus mismas oportunidades y les toca estar a tu servicio, o bajo tus órdenes, o tienen que hacer trabajos que a ti te desagradan, o que los consideras de baja calidad. Es posible que también algún día te toque estar al otro lado.

    17. Riesgo

    Está en todas partes. Saber reconocerlo, medirlo, asumirlo o evitarlo, es un desafío, que tienes que ir acostumbrándote a practicar desde joven.

    18. Virtudes y valores humanos

    Para sentirte mejor y conseguir una convivencia más efectiva entre tu familia, amigos y sociedad, estudia y practica las virtudes y valores humanos: Amistad, Amor, Austeridad, Ayuda, Caridad, Castidad, Fe, Felicidad, Fidelidad, Esperanza, Honestidad, Humildad, Justicia, Lealtad, Libertad, Orden, Paciencia, Paz, Perseverancia, Respeto, Responsabilidad, Sencillez, Serenidad, Tolerancia social, Unidad, etc.

    Hijo: Estos consejos provienen de las enseñanzas, que los padres reciben y transmiten de generación en generación y que han sido probados exitosamente. Recuérdalos y transmítelos también a tus futuros hijos. 

    MI QUERIDO PAPÁ... FELIZ DÍA DEL PADRE


    Mi querido papá... Feliz Día del Padre!

    Te doy gracias papá por el padre que has sido para mí.
    Es cierto que no has sido perfecto, pero yo tampoco lo he sido...

    En esta etapa de mi vida, me doy cuenta cuánto vales
    mi viejo querido, gracias por enseñarme el valor de las cosas.

    Gracias a ti hoy camino por la vida guardando 
    todos los tesoros que me mostraste y que enseñaré un día.

    Dios te cuide en salud para que mis hijos
    puedan ver el estupendo padre
    que has sido para mí.

    Te amo Papá

    EL EVANGELIO DE HOY: 16.06.2013

    Autor: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
    La pecadora arrepentida
    Lucas 7,36-8,3 Tiempo Ordinario. ¿Quieres saber cuánto vales? No cuentes lo que tienes, mira solamente lo que amas.
     
    La pecadora arrepentida
    Del santo Evangelio según san Lucas 7,36-8,3

    En aquel tiempo un fariseo le rogó a Jesús que comiera con él, y, entrando Jesús en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora. Jesús le respondió: Simón, tengo algo que decirte. Él dijo: Di, maestro. Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más? Respondió Simón: Supongo que aquel a quien perdonó más. Él le dijo: Has juzgado bien, y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra. Y le dijo a ella: Tus pecados quedan perdonados. Los comensales empezaron a decirse para sí: ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados? Pero Él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado. Vete en paz. Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

    Oración introductoria

    Dios mío, al igual que la mujer del Evangelio, te busco con una gran fe en esta oración. Soy consciente de mis miserias y necesito tu perdón. No permitas que me aparte de Ti, porque en Ti tengo puesta toda mi esperanza. Te amo y deseo ardientemente compartir este amor con los demás.

    Petición

    Señor, ayúdame a reparar mis faltas con esta oración sincera y humilde.

    Meditación del Papa

    Ella avanza y, de modo más bien furtivo, se detiene a los pies de Jesús. Había escuchado sus palabras de perdón y de esperanza para todos, incluso para las prostitutas, y está allí conmovida y silenciosa. Con sus lágrimas moja los pies de Jesús, se los enjuga con sus cabellos, los besa y los unge con un agradable perfume. Al actuar así, la pecadora quiere expresar el afecto y la gratitud que alberga hacia el Señor con gestos familiares para ella, aunque la sociedad los censure. Frente al desconcierto general, es precisamente Jesús quien afronta la situación: "Simón, tengo algo que decirte". El fariseo le responde: "Di, maestro". Todos conocemos la respuesta de Jesús con una parábola que podríamos resumir con las siguientes palabras que el Señor dirige fundamentalmente a Simón: "¿Ves? Esta mujer sabe que es pecadora e, impulsada por el amor, pide comprensión y perdón. Tú, en cambio, presumes de ser justo y tal vez estás convencido de que no tienes nada grave de lo cual pedir perdón". Benedicto XVI, 7 de marzo de 2008.

    Reflexión

    Cada hombre vale lo que puede valer su amor. El amor, lo dijo alguien hace muchos siglos, no tiene precio. Se atribuye al rey Salomón esta frase: "Si alguien quisiese comprar todo el amor con todas sus riquezas se haría el más despreciable entre los hombres". Un empresario multimillonario puede comprar las acciones de muchas empresas más débiles que la suya, pero no puede lograr, con todos sus miles de millones de dólares, comprar la sonrisa amorosa de su esposa o de sus hijos. Y si el amor es algo inapreciable, si vale más que todos los diamantes de Sudáfrica, vale mucho más la persona, cada hombre o mujer, capaces de amar.

    Por eso podemos decir que cuesta mucho, muchísimo, casi una cifra infinita de dólares, cada ser humano. Mejor aún: tiene un precio que sólo se puede comprender cuando entramos en la lógica del “banco del amor”, cuando aprendemos a mirar a los demás con los ojos de quien descubre que todos nacemos y vivimos si nos sostiene el amor de los otros, y que nuestra vida es imposible el día en que nos dejen de amar y en el que nos olvidemos de amar.

    ¿Quieres saber cuánto vales? No cuentes lo que tienes. Mira solamente si te aman y si amas, como esta mujer pecadora que amaba a Cristo y Cristo la amaba porque sabía que le daba no sólo un valioso perfume sobre sus pies, sino un valioso amor que vale más que todas las riquezas del fariseo. El fariseo dejaba de lado a todos aquellos que él consideraba pecadores pero no sabía que en el corazón de Cristo no hay apartados. Él ama a todos los hombres y espera ser correspondido por cada uno de ellos. De igual forma en nuestra vida, amemos a los hombres sin considerar su fealdad o belleza, su condición social o sus defectos.

    El amor cubre una multitud de pecados, por eso ella puede escuchar de labios de Jesús: ¡vete en paz! Es un atrevimiento y un escándalo para quien está falto de amor, pues sólo desde el amor se entiende el perdón. Si no, que lo diga una madre dispuesta siempre a perdonar los extravíos de su hijo.

    El amor es la fuerza del alma y la llave que abre todas las puertas.

    Propósito

    Evitar, hoy, juzgar a los demás para mantener un corazón generoso y misericordioso como el de Cristo.

    Diálogo con Cristo 

    Dios Padre misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia, ten compasión de tus hijos pecadores y apiádate de las obras de tus manos para que podamos permanecer en pie el día de tu venida gloriosa. 

    sábado, 15 de junio de 2013

    POSTRADO DE RODILLAS


    EL AMOR SEGÚN LOS NIÑOS


    El amor según los niños

    Un grupo de profesionales le propuso a varios niños, con edades de 4 a 8 años, la pregunta ¿qué significa amor?, y las respuestas obtenidas fueron más amplias y profundas de lo que cualquiera pudo imaginar:

    Amor es el primer sentimiento que hay antes de que todas las cosas malas aparezcan.
    Cuando mi abuelita empezó a padecer artritis no podía pintarse las uñas de los pies; así que mi abuelito se las pintaba todo el tiempo aún cuando empezó a padecer artritis en sus manos, eso es amor.
    Cuando alguien te ama, la forma en que esa persona dice tu nombre es diferente. Sabes que tu nombre está seguro en su boca.
    Amor es cuando una muchacha se pone perfume y un muchacho se pone colonia, salen juntos y se huelen mutuamente.
    El amor es cuando sales con alguien a comer y le das la mayoría de tus papitas a la francesa sin hacer que esa otra persona te dé de las suyas.
    Amores cuando alguien te hace daño, te enojas mucho, pero no le gritas porque sabes que eso herirá sus sentimientos.
    Amor es lo que te hace sonreír cuando estás cansado.
    Amor es cuando mi mamá hace café para mi papá y ella prueba un poquito primero antes de dárselo, para estar segura de que sabe bien.
    Amor es cuando besas todo el tiempo, luego te cansas de besar, pero aún quieres estar junto a esa persona y entonces se hablan más.
    Amor es lo que hay en el cuarto contigo en Navidad si dejas de abrir regalos y escuchas.
    Cuando le dices a alguien algo malo acerca de ti mismo y tienes miedo de que no te quieran más; pero te sorprendes de que no sólo aún te aman, sino que te aman aun más.
    Amor es cuando le dices a un muchacho que te gusta su camisa y él la usa todos los días.
    Amor es como una viejita y un viejito que aún son amigos aún después de conocerse muy, pero muy bien.
    Durante mi primer recital, yo estaba en el escenario muy asustada, miré a toda la gente que me estaba viendo y vi a mi papá saludándome y sonriéndome; él era el único haciendo eso y entonces ya no sentí miedo.
    Mi mamá me ama más que nadie, nunca verás a nadie más besarme por las noches antes de irme a dormir.
    Amor es cuando mami le da a papi el pedazo de pollo más grande.
    Amor es cuando mami ve a papi sudoroso y oloroso y aún así dice que es más guapo que Robert Redford.
    Amor es cuando tu perrito te chupa la cara aún cuando lo has dejado todo el día solo.
    Yo sé que mi hermana mayor me ama porque ella me da toda su ropa que no usa y después ella tiene que ir a comprar otra.

    BELLEZA EN EL CORAZÓN


    Belleza en el corazón


    Una mujer preguntó a un filósofo: "¿Puede una mujer hacer feliz a un hombre?". "Puede intentarlo", dijo el filósofo, "pero para ello debe tener una serie de cualidades". 

    "Dígame si las cualidades que yo creo son las que se necesitan y deme una puntuación a cada una de ellas". 
    "Veamos" 
    "Belleza física" "0"
    "Simpatía" "0"
    "Hermosura" "0"
    "Belleza de corazón" "1"

    "Pero doctor, la puntuación es 0001, tan baja que con ello y a pesar de esas buenas cualidades, una mujer no va a conseguir hacer feliz a un hombre", dijo la mujer.

    "Efectivamente, pero si damos la vuelta a las cualidades y empezamos por la Belleza en el Corazón, obtendremos 1 y si además es guapa, simpática y hermosa, obtendremos una puntuación de 1000; pero fíjese que la belleza, la simpatía y la hermosura no tienen ningún valor si van delante de la Belleza en el Corazón". 

    MANTÉN EL BUEN HUMOR


    Mantén el buen humor
    Autor: César Borges


    Mantén el buen humor en cualquier circunstancia.
    Y trata de mantener vivo el buen humor de todas las personas
    que te encuentran en la vida.
    La alegría es medicina divina.
    La tristeza, en cambio, nos hunde en un mar de barro,
    que salpica y ensucia a los que se nos acercan.

    En los sufrimientos y penas también trata de ser alegre,
    porque la alegría es la mejor medicina para conseguir la felicidad.

    Convéncete de que la alegría de la vida no te puede
    llegar de afuera.
    Podrás hallar la felicidad cuando puedas hacerla brotar 
    de tu corazón, cuando aprendas ayudar a todos,
    sin preferencias, con tus obras, palabras y pensamientos.

    EL EVANGELIO DE HOY: 15.06.2013

    Autor: Juan Jesús Riveros | Fuente: Catholic.net
    No juréis en modo alguno
    Mateo 5, 33-37. Tiempo Ordinario. Él conoce nuestro corazón mejor que nosotros mismos.
     
    No juréis en modo alguno
    Del santo Evangelio según san Mateo 5, 33-37

    Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno.

    Oración introductoria

    El Papa Francisco nos dice: «Estar con Jesús exige salir de nosotros mismos, de un modo de vivir cansino y rutinario». Señor, en esta oración te pido tu gracia para salir de mí mismo y escucharte. Te he fallado, pero te adoro y confío en tu misericordia. Quiero estar contigo, así como Tú quieres estar conmigo.

    Petición

    Dame la gracia de dar siempre un testimonio coherente de mi fe.

    Meditación del Papa Benedicto XVI

    El Espíritu Santo es la certeza de que Dios llevará a cumplimiento su plan de salvación, cuando conduzca "a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra". San Juan Crisóstomo comenta sobre este punto: "Dios nos escogió por la fe y ha marcado en nosotros el sello de la herencia de la gloria futura". Tenemos que aceptar que el camino de nuestra redención es también nuestro camino, porque Dios quiere criaturas libres, que digan libremente que sí; pero es sobre todo y primero, Su camino. Estamos en sus manos y ahora es nuestra libertad el ir en el camino abierto por Él. Vamos por este camino de la redención, junto con Cristo, y sentimos que la redención se realiza. La visión que nos presenta san Pablo en esta gran oración de bendición, nos ha llevado a contemplar la acción de las tres Personas de la Santísima Trinidad: el Padre que nos ha elegido antes de la fundación del mundo, ha pensado en nosotros y nos ha creado; el Hijo que nos ha redimido por su sangre, y la promesa del Espíritu Santo, prenda de nuestra redención y de la gloria futura.(Benedicto XVI, 20 de junio de 2012).

    Reflexión

    "No perjurarás", el Señor no necesita nuestros juramentos para saber que vamos a cumplir. Él prefiere que nos esforcemos hasta lograr nuestro propósito, no importando las veces que caigamos. Él conoce mejor que nosotros mismos nuestro corazón, sabe que somos débiles, sabe que caeremos, pero también sabe que nos volveremos a levantar si lo que hacemos lo estamos haciendo por Él.

    También Él nos invita a confiarnos plenamente a su amor. No podemos cambiar nada de nuestro cuerpo, pero Él todo lo puede; en él todo dolor físico cambia, cobra todo su valor, ya no sufriremos sin sentido, ahora podemos unir nuestro sufrimiento al de Cristo en la cruz. ¿Por qué Dios no nos quita el sufrimiento? Tal vez porque nos ama tanto que quiere asociarnos más a su propio sufrimiento. Nosotros sufriendo tan pequeñitas cosas, en comparación con lo que Él sufrió por nosotros, le ayudamos a salvar a tantos hombres que no lo conocen o se han alejado de Él.

    Diálogo con Cristo

    Jesucristo, ¡venga tu Reino! Ésta es la aspiración de mi existencia. Que tu Reino se establezca y se realice en mi persona. Me conoces mejor de lo que yo me conozco, por eso necesito que seas el Rey de mi vida y me digas quién soy yo y qué tengo que hacer para cumplir tu voluntad.

    Propósito

    Si hoy tengo un problema, pediré a Dios que me ayude, en vez de tratar de solucionar todo con mi propio esfuerzo. 

    viernes, 14 de junio de 2013

    EL SEÑOR ES MI LUZ Y SALVACIÓN


    ¿QUÉ ES LA MEDITACIÓN?


    MEDITACIÓN

    ¿Sabes qué significa meditar? Significa pensar, discurrir, reflexionar. Tú piensas, tú discurres, tú reflexionas, tú... meditas. ¿No te habías fijado en esto? Piensas y estudias; piensas cómo has de hacer una jugada, qué harás en las vacaciones. Pues yo voy a pedirte una cosa. Es muy poca cosa que te costará muy poco, porque es fácil. Ya que piensas y meditas sobre tantas cosas, voy a pedirte que pienses sobre... ¿sobre qué? Sobre una cosa que te importa mucho: sobre tu formación espiritual. Muchos jóvenes son a veces poco reflexivos, poco formales y poco piadosos. Tú no serás de esta clase. Y para ayudarte a ser reflexivo y formal, te pido.. un minuto tan sólo cada día. Es bien poca cosa. Un minuto para pensar y... meditar. Si lo haces, agradarás a Dios. No leas de prisa. Piénsalo bien. Medítalo bien.
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