viernes, 22 de marzo de 2013

LA FE


Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
La fe tiene que convertirse en vida para mí
¿Hasta qué punto dejamos que nuestra alma sea abrazada plenamente por Cristo?
La fe tiene que convertirse en vida para mí
Jr 29, 10-13
Jn 10, 31-42



Ante el testimonio que Jesucristo le ofrece, ante el testimonio por el cual Él dice de sí mismo: “Soy Hijo de Dios”, ante el testimonio que le marca como Redentor y Salvador, el cristiano debe tener fe. La fe se convierte para nosotros en una actitud de vida ante las diversas situaciones de nuestra existencia; pero sobre todo, la fe se convierte para nosotros en una luz interior que empieza a regir y a orientar todos nuestros comportamientos.

La fundamental actitud de la fe se presenta particularmente importante cuando se acercan la Semana Santa, los días en los cuales la Iglesia, en una forma más solemne, recuerda la pasión, la muerte y la resurrección de nuestro Señor. Tres elementos, tres eventos que no son simplemente «un ser consciente de cuánto ha hecho el Señor por mí», sino que son, por encima de todo, una llamada muy seria a nuestra actitud interior para ver si nuestra fe está puesta en Él, que ha muerto y resucitado por nosotros.

Solamente así nosotros vamos a estar, auténtica- mente, celebrando la Semana Santa; solamente así nosotros vamos a estar encontrándonos con un Cristo que nos redime, con un Cristo que nos libera. Si por el contrario, nuestra vida es una vida que no termina de aceptar a Cristo, es una vida que no termina en aceptar el modo concreto con el cual Jesucristo ha querido llegar a nosotros, la pregunta es: ¿Qué estoy viviendo como cristiano?

Jesús se me presenta con esa gran señal, que es su pasión y su resurrección, como el principal gesto de su entrega y donación a mí. Jesús se me presenta con esa señal para que yo diga: “creo en ti”. Quién sabe si nosotros tenemos esto profundamente arraigado, o si nosotros lo que hemos permitido es que en nuestra existencia se vayan poco a poco arraigando situaciones en las que no estamos dejando entrar la redención de Jesucristo. Que hayamos permitido situaciones en nuestra relación personal con Dios, situaciones en la relación personal con la familia o con la sociedad, que nos van llevando hacia una visión reducida, minusvalorada de nuestra fe cristiana, y entonces, nos puede parecer exagerado lo que Cristo nos ofrece, porque la imagen que nosotros tenemos de Cristo es muy reducida.

Solamente la fe profunda, la fe interior, la fe que se abraza y se deja abrazar por Jesucristo, la fe que por el mismo Cristo permite reorientar nuestros comportamientos, es la fe que llega a todos los rincones de nuestra vida y es la que hace que la redención, que es lo  que estamos celebrando en la Pascua, se haga efectiva en nuestra existencia.

Sin embargo, a veces podemos constatar situaciones en nuestras vidas —como les pasaba a los judíos— en las cuales Jesucristo puede parecernos demasiado exigente. ¿Por qué hay que ser tan radical?, ¿por qué hay que ser tan perfeccionista?

Los judíos le dicen a Jesús: “No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios". Esta es una actitud que recorta a Cristo, y cuántas veces se presenta en nuestras vidas.

La fe tiene que convertirse en vida en mí. Creo que todos nosotros sí creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios, Luz de Luz, pero la pregunta es: ¿lo vivimos? ¿Es mi fe capaz de tomar a Cristo en toda su dimensión? ¿O mi fe recorta a Cristo y se convierte en una especie de reductor de nuestro Señor, porque así la he acostumbrado, porque así la he vivido, porque así la he llevado? ¿O a la mejor es porque así me han educado y me da miedo abrirme a ese Cristo auténtico, pleno, al Cristo que se me ofrece como verdadero redentor de todas mis debilidades, de todas mis miserias? 

Cuando tocamos nuestra alma y la vemos débil, la vemos con caídas, la vemos miserable ¿hasta qué punto dejamos que la abrace plenamente Jesucristo nuestro Señor? Cuando palpamos nuestras debilidades ¿hasta qué punto dejamos que las abrace Cristo nuestro Redentor? ¿Podemos nosotros decir con confianza la frase del profetas Jeremías: “El Señor guerrero, poderoso está a mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso, y su ignominia será eterna e inolvidable”?

¿Que somos débiles...?, lo somos. ¿Que tenemos enemigos exteriores...?, los tenemos. ¿Que tenemos enemigos interiores...?, es indudable.

Ese enemigo es fundamentalmente el demonio, pero también somos  nosotros mismos, lo que siempre hemos llamado la carne, que no es otra cosa más que nuestra debilidad ante los problemas, ante las dificultades, y que se convierte en un grandísimo enemigo del alma.

Dios dice a través de la Escritura: “quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable”. ¿Cuando mi fe toca mi propia debilidad tiende a sentirse más hundida, más debilitada, con menos ganas? ¿O mi fe, cuando toca la propia debilidad, abraza a Jesucristo nuestro Señor? ¿Es así mi fe en Cristo? ¿Es así mi fe en Dios? Nos puede suceder a veces que, en el camino de nuestro crecimiento espiritual, Dios pone, una detrás de otra, una serie de caídas, a veces graves, a veces menos graves; una serie de debilidades, a veces superables, a veces no tanto, para que nos abracemos con más fe a Dios nuestro Señor, para que le podamos decir a Jesucristo que no le recortamos nada de su influjo en nosotros, para que le podamos decir a Jesucristo que lo aceptamos tal como es, porque solamente así vamos a ser capaces de superar, de eliminar y de llevar adelante nuestras debilidades.

Que la Pascua sea un auténtico encuentro con nuestro Señor. Que no sea simplemente unos ritos que celebramos por tradición, unas misas a las que vamos, unos actos litúrgicos que presenciamos. Que realmente la Pascua sea un encuentro con el Señor resucitado, glorioso, que a través de la Pasión, nos da la liberación, nos da la fe, nos da la entrega, nos da la totalidad y, sobre todo, nos da la salvación de nuestras debilidades.

jueves, 21 de marzo de 2013

JESÚS, OCUPATE TÚ


Jesús, ocúpate Tú

        ¿Por qué te confundes agitándote?. Déjame a cargo de tus cosas y todo se calmará. En verdad te digo que cada acto de verdadero y completo abandono en Mí, produce el efecto que deseas y resuelve las situaciones espinosas.
        Abandonarse en Mí no significa atormentarse, confundirse y desesperarse, elevando luego hacia Mí una plegaria agitada para que Yo haga lo tú quieres; sino que es cambiar la agitación en oración. Abandonarse significa cerrar plácidamente los ojos del alma, alejar el pensamiento de la tribulación y descansar en Mí para que yo solo obre, diciendo: Ocúpate Tú. Se oponen al abandono, la preocupación, la agitación y el querer prever las consecuencias de un hecho.

        Cierra los ojos y déjate llevar por la corriente de mi Gracia, cierra los ojos y déjame trabajar, cierra los ojos y piensa en el presente, alejando el pensamiento del futuro como si fuera una tentación, reposa en Mí creyendo en mi bondad y te juro por mi amor que diciéndome con abandono, ocúpate Tú, Yo me ocupo de lleno, te consuelo, te libero, te conduzco.

        Y cuando te debo llevar por un camino diverso del que tu ves, yo te adiestro, te llevo en mis brazos. Aquello que te angustia y te hace un inmenso mal es tu  razonamiento, tu pensamiento atormentado y continuo, el querer resolver todo aquello que te aflige.

        Cuantas cosas obro Yo cuando el alma se vuelve hacia Mí en sus necesidades tanto espirituales como materiales y me dice: Ocúpate tú, cierra los ojos y reposa. Obtienes pocas Gracias cuando te confundes para  producirlas tú mismo; obtienes muchísimas cuando la oración y la confianza en Mí son completas. Tú, en tu dolor, oras para que yo obre, pero para que obre según tú crees... No te diriges hacia Mí sino que quieres que yo me adapte a tus ideas.

        No obres de este modo ora como Yo te  he enseñado en el Padrenuestro: hágase Tú voluntad así en la tierra como en el cielo, es decir, dispone Tú de esta necesidad como mejor te parezca, para nuestra vida eterna y temporal.

                  Si me dices de verdad, hágase tu voluntad, es decir, ocúpate Tú, Yo intervengo con toda mi omnipotencia y resuelvo aún las situaciones más cerradas y difíciles. No te desanimes, cierra los ojos y dime con confianza: Hágase Tú voluntad, ocúpate Tú. Te digo que Yo me ocupo y que intervengo y hasta obro milagros cuando es necesario. No te angusties  si la situación empeora, cierra los ojos y di: Ocúpate Tú. Te digo que yo me ocupo y no existe una medicina más poderosa que una intervención mía de amor.

                  Tú eres ansioso, quieres evaluarlo todo, pensar en todo y es así como te abandonas en las fuerzas humanas y, peor aún, en los hombres, confiando en la intervención de ellos. Esto es lo que obstaculiza mi intervención.  Cómo deseo este abandono de tu parte para poder beneficiarte! Cómo me duele verte angustiado.

                  Es justamente tu alejamiento de Mí que te convierte en presa de las iniciativas humanas, por eso debes confiar sólo en Mí, reposar en Mí y abandonarte en Mí para todo. Yo hago milagros en proporción al pleno abandono en Mí y a la despreocupación de parte tuya. Yo distribuyo tesoros de Gracia cuando tú te encuentras abatido. Obra divinamente aquel que se abandona en Dios.
                  Cuando ves que las cosas se complican, di con los ojos del alma: Jesús ocúpate Tú. Haz esto en todas tus necesidades y verás continuos y silenciosos milagros. Te lo juro por mi Amor.

OJALÁ QUE TENGAS....




 Ojalá que tengas...

        Suficiente felicidad para mantenerte dulce;
        Suficientes pruebas para mantenerte fuerte;
        Suficiente pena para mantenerte humano;
        Suficiente esperanza para mantenerte feliz;
        Suficientes fracasos para mantenerte humilde;
        Suficiente éxito para mantener tu anhelo;
        Suficientes amigos para darte consuelo;
        Suficiente riqueza para suplir tus necesidades;
        Suficiente entusiasmo para esperar con ilusión;
        Suficiente fé para desterrar la depresión;
        Suficiente determinación para hacer cada día mejor que el día de ayer

GRACIAS SEÑOR POR LA EUCARISTIA


GRACIAS SEÑOR, POR LA EUCARISTÍA...

Gracias Señor, porque en la última cena partiste tu pan y vino en infinitos trozos, para saciar nuestra hambre y nuestra sed...

Gracias Señor, porque en el pan y el vino nos entregas tu vida y nos llenas de tu presencia.

Gracias Señor, porque nos amastes hasta el final, hasta el extremo que se puede amar: morir por otro, dar la vida por otro.

Gracias Señor, porque quisistes celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos, para que fuesen una comunidad de amor.

Gracias Señor, porque en la eucaristía nos haces UNO contigo, nos unes a tu vida, en la medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra...

Gracias, Señor, porque todo el día puede ser una preparación para celebrar y compartir la eucaristía...

Gracias, Señor, porque todos los días puedo volver a empezar..., y continuar mi camino de fraternidad con mis hermanos, y mi camino de transformación en ti...

martes, 19 de marzo de 2013

EL EVANGELIO DE HOY - SAN JOSÉ 19 MARZO

Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
Jesús perdido en el templo
Lucas 2, 41-51. Solemnidad de San José. San José creyó, y, porque creyó, fue el primero en adorar Aquel Niño que trajo la salvación al mundo entero
 
Jesús perdido en el templo
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-51

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando, llenos de angustia". Él les respondió: "¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?" Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad.


Oración introductoria

Oh Dios, Padre bueno, no dejes que me desanime ante los problemas y angustias de la vida. Haz que aprenda de la Sagrada Familia a peregrinar en el claroscuro de la fe. Que la fe sea lo que me ilumine en los momentos de dificultad y lo que me fortalezca en los momentos de dolor.

Petición

Señor, revive mi la fe en Jesucristo «para entrar en su mismo torrente de amor por el Padre y por cada hermano y hermana» que encuentre hoy.

Meditación del Papa

Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?" Esta doble pregunta del Hijo de Dios nos ayuda a entender el misterio de la paternidad de José. Recordando a sus propios padres la primacía de Aquel a quien llama "Padre mío", Jesús afirma el primado de la voluntad de Dios sobre toda otra voluntad, y revela a José la verdad profunda de su papel: también él está llamado a ser discípulo de Jesús, dedicando su existencia al servicio del Hijo de Dios y de la Virgen Madre, en obediencia al Padre Celestial. El sexto panel representa el trabajo de José en su taller de Nazaret. Junto a él trabajó Jesús. El Hijo de Dios está escondido a los hombres y sólo María y José custodian su misterio y lo viven cada día: el Verbo encarnado crece como hombre a la sombra de sus padres, pero, al mismo tiempo, estos permanecen, a su vez, escondidos en Cristo, en su misterio, viviendo su vocación. (Benedicto XVI, 5 de julio de 2010).

Reflexión

Los designios de Dios son siempre maravillosos y, en ocasiones, incomprensibles para nuestra pobre mente.

La dificultad de José no era banal. Estaba turbado porque no alcanzaba a percibir con claridad la voluntad de Dios. Hay momentos en la vida en los cuales no estamos seguros de cómo debemos actuar para permanecer en la justicia. En estos momentos de incerteza nos parece que Dios fuese lejano: no sentimos su voz y no encontramos una salida.

En realidad Dios no está nunca lejos. Al contrario, está muy cerca. Como sucedió a José, si somos fieles, Él se hará presente con su palabra de consuelo: ¡No temas!

Lo más importante es saber actuar según lo que Él nos dice, a ejemplo de José, también cuando no alcanzamos a comprenderlo todo. Dios es fiel. De José no nos ha llegado a nosotros una sola palabra. En el evangelio él debe tan sólo obedecer bajo la sombra de la fe. Su fe normal, cotidiana, escondida, enfrentada a miles de dificultades, nos debe dar el ejemplo de la firmeza y fortaleza en la fe

A nuestros oídos llega nuevamente la voz del ángel del Señor: "No temas". No temas recibir a María, no temas recibir a Jesús, al Dios hecho niño. Emmanuel, Dios con nosotros. Dios que se hace hombre y viene a nacer en el corazón de cada hombre para traerle la salvación. El Amor de Dios que se hace carne.

San José no dudó en poner en obras las palabras del ángel, pues era hombre de corazón justo que no sabía negarle nada a Dios. San José creyó, y, porque creyó, fue el primero en adorar Aquel Niño que trajo la salvación al mundo entero, la paz, el amor, la felicidad.

No temas. No temas abrir tu corazón al Niño Jesús. Prepara en tu corazón. Él no pide más. Simplemente un pequeño lugar. Lo único que quiere es amar y ser amado.

Emmanuel, Dios con nosotros. Dios en tu corazón, el Amor en tu corazón, la salvación en tu corazón. No temas.

Propósito

Pedir hoy, en una oración especial, la intercesión de san José para imitar su sencillez y humildad para cumplir la voluntad de Dios.

Diálogo con Cristo

Señor, Tú que viviste treinta años oculto en Nazaret, viviendo bajo la custodia de María y de José, ayúdame a imitarte en tu obediencia pronta, alegre y heroica. Que san José, a quien celebramos hoy, patrono de la Iglesia universal, de la familia y de la buena muerte, interceda por mí para que sepa imitar el respeto, el apoyo y el servicio que él vivió y dio a los demás.

El anillo del Papa Francisco no será de oro


El anillo del Papa Francisco no será de oro

VATICANO, 18 Mar. 13 / 12:04 pm (ACI/EWTN Noticias).- El anillo del pescador, que es usado por los pontífices y que usará el Papa Francisco desde mañana 19 de marzo cuando celebra la Misa de inauguración de su pontificado, no será de oro.

Así lo indicó el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi, quien dijo que el "anillo del pescador" se llama así porque San Pedro era efectivamente un pescador y Jesús lo convirtió en pescador de hombres.

Esta vez, dijo, en el anillo se podrá apreciar a San Pedro con sus llaves.

El material del que está hecho es plata dorada y es obra de un importante artista italiano llamado Enrico Manfrini, que ya ha hecho diversas obras de arte sacro.

El modelo se le presentó al Papa por parte del maestro de ceremonias pontificias, quien presentó otras dos posibilidades al Santo Padre para su confección.

Esta es otra muestra de la sencillez del Pontìfice que el dìa de su elección se presentó en el balcón del Vaticano, ante una abarrotada Plaza de San Pedro, con la cruz pectoral de hierro que usaba como Arzobispo y tampoco usó la mozzeta, la gran estola bordada de color rojo con la que aparecieron en su presentación los anteriores Papas

ORACIÓN AL ANGEL DE LA GUARDA



Oración al Ángel de la Guarda

Ángel de la paz, Ángel de la Guarda, a quien soy encomendado, mi defensor, mi vigilante centinela; gracias te doy,
que me libraste de muchos daños del cuerpo y del alma.
Gracias te doy, que estando durmiendo me velaste, y despierto, me encomendaste; al oído, con santas inspiraciones me avisaste.
Perdóname, amigo mío, mensajero del cielo, consejero, protector y fiel guarda mía; muro fuerte de mi alma, defensor y compañero celestial.
En mis desobediencias, vilezas y descortesías, ayúdame y guárdame siempre de noche y de día.

Amén.

Quien tiene Ángel de la guarda no pisara en vano, su Ángel de la Guarda lo guiara hasta su final. Pero quien no tiene un Ángel de la Guarda, vive en la oscuridad, está completamente ciego, solo, porque no quiere ayuda de nadie.

ORACIÓN A SAN JOSÉ POR EL PAPA FRANCISCO



Autor: Eileen Lynch S. | Fuente: Catholic.net


Oración a San José por el Papa .

O glorioso patriarca San José, padre tutelar de Nuestro Señor Jesucristo, en este día te pido por el Papa FRANCISCO. El igual que tu fue tomado de entre los hombres para servir a Dios. Ayúdalo a imitar tu gran fe, tu castidad perfecta, tu entrega total al servicio de Dios sin mirar las consecuencias, tu humildad, tu trabajo constante, tu pobreza, tu obediencia, todas tus virtudes y tu "SI" heroico. Ayúdalo a imitarte a ti y a tu Hijo Jesús en todo.
 Ayúdalo a ser un buen sacerdote para los ojos de Dios, ayúdalo en su soledad y en sus momentos de tentación. Acompáñalo en todos los momentos difíciles de su vida y en sus momentos de alegría también. Defiéndelo de todos los que quieren hacerle algún daño físico o moral, como defendiste a Nuestro Señor Jesucristo, hasta que llegue al reino de los cielos a gozar contigo para siempre de la presencia de Dios nuestro Padre. Amen

CONSAGRACIÓN A SAN JOSE


CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ

Por amor de Dios Padre, Tú, San José, has sido llamado padre de Jesús y, unido a la maternidad espiritual de María, ahora también padre nuestro. A ti consagramos nuestra vida y la misión que Dios nos ha encomendado. Te pedimos que intercedas por nosotros ante el Señor, que intercedas por la Santa Iglesia para su salvación, que intercedas en nuestra oración y la lleves a Dios.

Tú, esposo de María, casto, justo, prudente y humilde, haz que estas virtudes, en ti gloriosas, afloren en nuestro espíritu y, para gloria de Dios, en el mundo.

Haznos dulces y dóciles, tiernos y mansos con nuestro prójimo, especialmente con nuestros padres, hijos, familia y hermanos, no desde nuestra pequeñez sino desde Dios, dejando que Él sea en nosotros y nosotros en Él, que todopoderoso es. Amado San José enséñanos a desaparecer, como Tú que estás presente pero en Ti es sólo el Espíritu Divino el que permanece y Tú desapareces en el silencio del amor.

Ruega para que en la presencia del Espíritu Santo, reconozcamos que sin Dios nada somos y nada podemos; ruega para que Dios obre en nuestro corazón como en el tuyo; ruega para que desaparezca nuestra pequeñez y aparezca tu grandeza, al reconocer nuestra debilidad en presencia de Su Amor. Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos Amén

UN MOMENTO DE SILENCIO .... COMO SAN JOSÉ


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net

Un momento de silencio... como San José
Solemnidad de San José. Es en el silencio donde se escucha la voz de Dios pues bien dicen que "Dios habla quedito"


Así como hay dolor y alegría, así como hay inquietud y paz; así el hombre tiene en su vida dos cauces por donde transcurre su existencia: La palabra y el silencio.



La palabra, del latín parábola, es la facultad natural de hablar. Solo el hombre disfruta de la palabra. La palabra expresa las ideas que llevamos en nuestra mente y es el mejor conducto para decir lo que sentimos. Hablar es expresar el pensamiento por medio de palabras. Es algo que hacemos momento tras momento y no nos damos cuenta de que es un constante milagro. Hablar, decir lo que sentimos, comunicar todos nuestros anhelos y esperanzas o poder descargar nuestro corazón atribulado, cuando las penas nos alcanzan, a los que nos escuchan.



Nuestra era es la era de la comunicación y de la información. Pero la palabra tiene también su parte contraria: El silencio.



Nuestro vivir transcurre entre estos cauces: la palabra y el silencio. O hablamos o estamos en silencio.



Cuando hablamos "a voces" la fuerza se nos va por la boca... hablamos y hablamos y muchas veces nos arrepentimos de haber hablado tanto... Sin embargo el hablar es algo muy hermoso que nos hace sentir vivos, animosos y nos gusta que nos escuchen.



El silencio es un tesoro de infinito valor. Cuando estamos en silencio somos más auténticos, somos lo que somos realmente.



El silencio es algo vital en nuestra existencia para encontrarnos con nosotros mismos. Es poder darle forma y respuesta a las preguntas que van amalgamando nuestro vivir. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Y va a ser en ese silencio donde vamos a encontrar las respuestas, no en el bullicio, en el ajetreo, en el nerviosismo, la música ruidosa, en el "acelere" de la vida inquieta y conflictiva porque es en el silencio y por el silencio donde se escucha la voz de Dios pues bien dicen que "Dios habla quedito"



Meditando en estas cosas pienso en José el carpintero de Nazaret. El hombre a quien se le encomendó la protección y el cuidado de los personajes más grandes de la Historia Sagrada y no nos dejó el recuerdo de una sola palabra suya. Nada nos dijo pero con su ejemplo nos lo dijo todo. Más que el más brillante de los discursos fue su testimonio callado y lleno de amor.



San José, el santo que le dicen: "Abogado de la buena muerte". Porque... ¿A quién no le gustaría morir entre los brazos de Jesús y de María como él murió?



José tuvo una entrega total. Una vida consagrada al trabajo, un desvelo, un cuidado amoroso para estos dos seres que estaban bajo su tutela y supo, como cualquier hombre bueno y padre de familia, del sudor en la frente y el cansancio en las largas jornadas en su taller de carpintería y supo del dolor en el exilio de una tierra extranjera y supo en sus noches calladas y de vigilia del orar a Dios mirando el suave dormir de Jesús y de María, pidiendo fuerzas para cuidar y proteger a aquellos amadísimos seres que tan confiadamente se le entregaban. No tuvo que hablar.



No hay palabras que superen ese silencio de amor y cumplimiento del deber. Ahí está todo. Ahí está Dios. En las pequeñas cosas de todos los días, en la humildad del trabajo cotidiano.



El no fue poderoso, él no tuvo un puesto importante en el Sanedrín, él... supo cumplir su misión y su silencio fue su mayor grandeza.



Las almas grandes no lo van gritando por las plazas y caminos, se quedan en silencio para poder hablar con Dios y Dios sonríe cuando las mira.



Que podamos tener cada día, aunque sean cinco minutos de silencio, para oír la voz de Dios.



domingo, 17 de marzo de 2013

DOMINGO, DIA DEL SEÑOR

DOMINGO, DIA DEL SEÑOR...

 DOMINGO DIA DEL SEÑOR...DIOS NOS INVITA A SER BENEVOLOS CON LOS DEMAQS Y EXIGENTES CON NOSOTROS MISMOS...A NO JUZGAR NI CONDENAR ABSOLUTAMENTE A NADIE, PUES ANTE DIOS TODOS TENEMOS RESPONSABILIDADES CON EL MAL EN EL MUNDO...JESÚS PERDONA A LA MUJER ADÚLTERA...PERO PIDE EL RECHAZO DEL PECADO....TODOS, EN MENOR GRADO O MAYOR GRADO NECESITAMOS DE LA MISERICORDIA DE DIOS....HOY, DEBES MIRAR TU PROPIA VIDA ANTES DE JUZGAR A LOS DEMÁS...CON HUMILDAD Y SINCERIDAD


 

EL EVANGELIO DE HOY - LA MISERICORDIA DE DIOS

Autor: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
La misericordia de Dios cura nuestra miseria
Juan 8, 1-11. Domingo de Cuaresma. ¡Cuánto agradecimiento y amor habrá nacido en el corazón de esa mujer. Se sintió respetada, aceptada como ella era.!
 
La misericordia de Dios cura nuestra miseria
Del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

Oración introductoria

Señor, gracias por este Evangelio que me confirma tu actitud ante el pecado, como dijo SS Benedicto XVI, «no te interesa las caídas sino las levantadas». Aquí estoy, arrepentido de todo lo bueno que he dejado de hacer, confío en tu misericordia, te quiero y deseo amarte con un corazón más puro, te suplico me des esa gracia.

Petición

Ayúdame, Jesús, a experimentar tu misericordia para que pueda dispensarla a los demás.

Meditación del Papa

El evangelista san Juan pone de relieve un detalle: mientras los acusadores lo interrogan con insistencia, Jesús se inclina y se pone a escribir con el dedo en el suelo. San Agustín observa que el gesto muestra a Cristo como el legislador divino: en efecto, Dios escribió la ley con su dedo en las tablas de piedra. Jesús, por tanto, es el Legislador, es la Justicia en persona. Y ¿cuál es su sentencia? "Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra". Estas palabras están llenas de la fuerza de la verdad, que desarma, que derriba el muro de la hipocresía y abre las conciencias a una justicia mayor, la del amor, en la que consiste el cumplimiento pleno de todo precepto. Es la justicia que salvó también a Saulo de Tarso, transformándolo en san Pablo.
Cuando los acusadores "se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos", Jesús, absolviendo a la mujer de su pecado, la introduce en una nueva vida, orientada al bien: "Tampoco yo te condeno; vete y en adelante no peques más". (Benedicto XVI, 21 de marzo de 2010).

Reflexión

Un grupo de judíos, capitaneados por algunos letrados y fariseos, presentan a Jesús a una mujer sorprendida en adulterio, con la intención de apedrearla.

¡Hipocresía y dureza de corazón que nos indigna! Acusan a una mujer y se amparan en la Ley de Moisés para poder condenarla a muerte y saciar en ella su sed de odio y de sangre, bajo la apariencia de "justicia ante la ley". Usan el nombre de Dios y de su santa Ley para matar, asesinar y quebrantar el mandamiento más importante, que es el de la caridad. Actitud mezquina e inmisericorde que, en vez de perdonar a quien falla y se equivoca, por los motivos que sean, se ceban en el pecador para condenarlo sin ninguna piedad ni compasión. Esto se llama fariseísmo y fanatismo. Algo de esto es lo que estamos viendo ahora todos los días en Medio Oriente y en muchas otras partes del mundo: violencia, terrorismo, kamikazes que se "inmolan" para matar, asesinar y sembrar el pánico entre la gente. ¡Matar en nombre de Dios! Eso es una contradicción.

Pero lo más lamentable y penoso de estos fariseos es que, además de acusar a esta pobre mujer, querían aprovechar esta ocasión para poder acusar y condenar a muerte al mismo Jesús. ¡Dos objetivos igualmente malvados y asesinos!

Sin embargo, el comportamiento de nuestro Señor es totalmente diferente: abre su corazón infinito, dulce y misericordioso para perdonar todas las heridas morales de esta mujer. Pero no sólo la perdona, sino que la comprende, la acoge, la defiende. Yo creo que, más que el mismo perdón -que ya es un gesto inmenso- lo más maravilloso de todo es la manera como lo ofrece: con un respeto infinito, una dulzura increíble, una comprensión inimaginable. Jesús no se escandaliza ni pone el grito en el cielo porque "esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio". Palabras textuales de los fariseos. ¡Hipócritas fanáticos y asesinos!

Jesús no. Él calla. Se mantiene sereno. Finge no oír las acusaciones. Se inclina y escribe en la tierra como para hacerse el desentendido. Hace la vista gorda y parece no ver ningún mal. Perdona. Comprende las miserias humanas.

Pero como los fariseos insistían en sus acusaciones, nuestro Señor se incorpora y responde con un golpe magistral, de los suyos, como Él sabe hacerlo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra". Y después de esta sentencia, otra vez se inclina y continúa escribiendo en la tierra. No es la actitud orgullosa y desafiante del polemista que se siente ya vencedor del pleito. No. Permanece en su postura humilde, discreta, como para no humillar ni poner a nadie en evidencia, a pesar de que los acusadores sí que lo hacen. Jesús deja que sean ellos mismos quienes se desenmascaren delante de Dios y de su propia conciencia.

Y entonces -nos dice el Evangelio- "al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno". Juan añade, con un cierto tono de ironía: "empezando por los más viejos". Todos hemos pecado. Y si todos somos pecadores, ¿por qué nos empeñamos en ser tan crueles y duros con los que caen? Ya nuestro Señor nos lo había dicho en el Sermón de la Montaña: "¿Cómo puedes ver la paja del ojo de tu hermano, y no ves la viga que hay en el tuyo? ¡Hipócrita! Primero saca la viga del tuyo y luego podrás sacar la paja del ojo de tu hermano" (Mt 7, 3-5). Y, hablándonos del perdón, nos enseñó a perdonar sin condiciones a nuestro prójimo, "porque, si no perdonáis a quien os ofende, tampoco vuestro Padre Celestial perdonará a vosotros vuestras faltas" (Mt 5, 14-15; 18,35). San Pedro Crisólogo, hablando de la oración y de la misericordia, nos dice en el Sermón 43: "Es un mal solicitante el que espera obtener para sí lo que él niega a los demás". También el perdón y la compasión.

Ya cuando se han marchado todos los acusadores, entonces Jesús se incorpora y espera a que la mujer, toda temblorosa, se acerque hasta Él: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿ninguno te ha condenado?". "Ninguno, Señor" –respondió ella con grandísimo respeto, humildad y confusión. "Pues tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no peques más". ¡Qué maravillosas palabras, brotadas directamente del corazón de Dios! Jesús era el único que, en justicia, podía condenarla, porque Él no tenía pecado. Y, sin embargo, su actitud es de inmensa piedad y compasión, de ternura y misericordia hacia esa pobre mujer: "Vete y no peques más".

¿Cuánto agradecimiento y amor habrá nacido en el corazón de esa mujer? ¡Se sintió respetada, aceptada como ella era, también con sus miserias y pecados! Pero, sobre todo, se supo comprendida, perdonada, acogida y elevada a una dignidad mayor.

¡Éste es el poder y el secreto de la misericordia de nuestro Señor! Al igual que al hijo pródigo, la ternura del corazón de Dios destruye lo pasado, regenera, da nueva vida. El Papa Juan Pablo II, en su encíclica "Dives in misericordia" ("Dios, rico en misericordia"), nos dice que Él (el padre de la parábola, o sea Dios) actúa bajo el influjo de un profundo afecto y así se explica su generosidad; además, con su misericordia salva otro bien fundamental: la dignidad, la humanidad del hijo (DM, 6).

Es lo que hace Jesús al perdonar a la mujer y al perdonarnos a cada uno de nosotros. Nunca nos humilla. Nos respeta, nos eleva, nos dignifica. Y, sobre todo, nos lleva al Corazón del Padre, a la experiencia del amor infinito de Dios. Si así es la misericordia del Padre, ¿cómo no acercarnos a pedirle perdón y a reconciliarnos con Él?

Propósito

¿Qué estamos esperando para convertirnos en esta Cuaresma? ¿Por qué no volver a Dios con todo el corazón y con toda el alma, a través de la confesión y de los sacramentos? ¡No lo dejes para mañana! Hoy es el día de la salvación.

Diálogo con Cristo

Jesús, para experimentar y valorar auténticamente la misericordia necesito tomar conciencia de mi debilidad y poca correspondencia a tu gracia. Ayúdame a tener un encuentro personal contigo, como lo tuvo la mujer del Evangelio. Mi soberbia y mi sensualidad frenan mi deseo de conversión. Señor, dame el don de saber enmendar mis faltas al experimentar tu amor profundo.


Preguntas o comentarios al autor
P. Sergio Cordova LC

sábado, 16 de marzo de 2013

LO QUE LOS CARDENALES EXPRESAN DEL PAPA FRANCISCO

Autor: L´Osservatore Romano | Fuente: www.osservatoreromano.va
En el nombre, un fuerte mensaje
Lo que los cardenales expresan del Papa Francisco
 
En el nombre, un fuerte mensaje
En el nombre, un fuerte mensaje
«Nuestra Iglesia de Roma y el mundo católico han recibido del Señor al nuevo pastor. Las campanas de las basílicas y de las iglesias han tocado de júbilo para expresar la alegría de la elección. Una vez más, Dios ha visitado a su pueblo», escribe el cardenal Agostino Vallini, vicario general de Su Santidad para la diócesis de Roma, en un mensaje a los fieles: «La Iglesia de Roma se complace por haber recibido a su obispo, que la guiará por los caminos del Evangelio en los años venideros». «El Espíritu Santo –se lee en el mensaje– se ha manifestado de manera sorprendente. El nuevo Papa es un testimonio alegre de nuestro Señor Jesús, comunicador incansable, decidido y tranquilo del Evangelio para infundir confianza y esperanza. Él continuará y guiará a la Iglesia, purificándola de las manchas que a veces oscurecen el esplendor de su rostro: hará sentir su proximidad para que la Iglesia sea la casa de todos y nadie sienta la incomodidad de no estar bien; los pobres y los últimos se sentirán comprendidos y amados».

Según el purpurado, «el nombre del pobrecillo de Asís es de profundo mensaje y anuncia el estilo y el sello del nuevo pontificado. Roma, que siempre ha querido al Papa, será la primera en seguir a su obispo y responder a las misiones de hacer resplandecer la fe y la caridad, de manera ejemplar y con alegre vitalidad».

El cardenal Vicario también ha confiado que durante el acto de obediencia al Papa «le he prometido fidelidad y afecto también en nombre de todos vosotros: obispos auxiliares, sacerdotes, diáconos, consagrados y laicos. Le he asegurado que la Iglesia de Roma estará cerca, no le hará echar de menos el calor filial, acogerá con fe y docilidad su guía y lo sostendrá mientras lleva el formidable peso que el Señor le ha puesto sobre los hombros».

Para el cardenal Giovanni Battista Re, es una persona cercana, «muy sensible a los problemas sociales y muy atento a los pobres». Así, destaca su gesto de «rezar a la Virgen y poner su propio pontificado bajo su protección».

Cuenta la agencia Fides que el cardenal prefecto Fernando Filoni comentó que «el nuevo Papa nos ha dicho que la evangelización requiere celo apostólico. Y que hay que salir, ir al encuentro de quien lo necesita, anunciar el Evangelio en las periferias».

Para el cardenal arzobispo de Nueva York, Tomothy Michael Dolan, la elección es una «piedra miliar» para la Iglesia porque representa «una figura de unidad para los católicos, residan donde residan». Así explica que ha elegido el nombre «en honor de Francisco de Asís. Y todos sabemos que el santo de Asís se ocupó de los pobres y de los humildes. Éste será su trabajo».


  • El Papa explica por qué eligió el nombre de Francisco
  • AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR...

    AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR

    A no dejarme llevar por mis juicios,interesados, duros y excesivamente crueles.
    A observar, no tanto los aspectos negativos, cuanto la bondad y lo noble de los que me rodean.

    AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
    A no conspirar ni levantar castillos en las ruinas sufrientes de tantos hermanos.
    A no señalar defectos e historias pasadas, entre otras cosas,
    sólo sirven para causar sensación o daño

    AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
    A ser prudente, como Tú lo fuiste con aquella mujer, que adulterada en su vida, comenzó otra vida nueva ante tu forma de mirarle y corregirle

    AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
    A ver el lado bueno de las personas. A no recrearme con el sufrimiento ajeno. A no ser altavoz de calumnias y mentiras. 
    A ser hombre y no jugar a ser juez.

    AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
    A no manipular ni airear las cruces de las personas que las soportan. A no enjuiciar ni condenar los defectos de tantos próximos a mi vida.
    A no hacer estandarte ni burla de los que están hundidos en sus miserias.

    AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
    Para que, frente a la mentira, reine la verdad
    Para que, frente a la condena, brille tu misericordia
    Para que, frente a la burla, salga la comprensión
    Para que, frente a la humillación, despunte la bondad


     

    jueves, 14 de marzo de 2013

    ORACION AL SANTISIMO SACRAMENTO



    ORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

    Con el velo del Santísimo Sacramento
    sean cubiertos mis seres queridos.
    y no sean heridos, ni muertos,
    ni presos, ni cautivos,
    ni de sus enemigos vencidos.
    por la flor en que nació,
    por la cruz en que murió,
    hablen y se defiendan
    y ablanden los corazones
    que estén en su contra.


    ¡Oh! Jesús sacramentado,
    si enemigos ven venir,
    la llaga de tu costado
    siempre los ha de cubrir.
    con el velo de Maria Santísima
    sean cubiertos mis seres queridos.
    y no sean heridos, ni muertos,
    ni presos, ni cautivos,
    ni de sus enemigos vencidos.


    El poder de Dios les valga,
    la fuerza de la fe,
    la pureza de María Santísima,
    y la castidad del señor San José.
    Así sea.

    HABEMUS PAPAM FRANCISCUM

    Autor: Varios | Fuente: es.gaudiumpress.org / zenit.org
    «Habemus Papam Franciscum»
    El cardenal Jorge Bergoglio de 77 años Nuevo pontífice: Francisco I
     
    «Habemus Papam Franciscum»
    «Habemus Papam Franciscum»
    «Habemus Papam Franciscum»

    Con esta frase se vuelve a activar la cuenta de twitter @pontifex después del anuncio de que el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio es el nuevo pontífice de la Iglesia católica.

    Con el nombre de Francisco I, el Cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio ha sido escogido por el Colegio de electores como el sucesor de Benedicto XVI.

    En un gesto de digna humildad, el nuevo Papa ha pedido a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro, antes de dar la bendición protocolar, que ellos imploren la bendición del cielo para él. Luego sí, según el ritual solemne, leído en latín, dio la bendición a los presentes en la Plaza de San Pedro y al mundo. Después ha retirado su estola pontifical y con serenidad y rostro de bondad recibío las aclamaciones y los saludos del pueblo.

    "Mañana voy a rezar a la Virgen para que custodie a toda Roma, buenas noches y buen reposo" ha dicho el Papa Francisco I despidiéndose de la multitud.


    Biografía del Papa Francisco I

    A continuación algunos rasgos biográficos del nuevo Papa, fundamentados en perfil realizado por la Agencia Zenit.

    El cardenal Jorge Bergoglio, 77 años, nació en el barrio argentino de Flores en el Gran Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936. Tras estudiar como técnico químico eligió el sacerdocio y entró en la Compañía de Jesús.

    Estudio filosofía y teología en ambas facultades del Colegio Máximo San José. Fue maestro de novicios y profesor universitario en teología, provincial de los Jesuitas en su país y presidente de la Conferencia episcopal del 2005 al 2011. El 13 diciembre de 1969 fue ordenado sacerdote. Cumplió un postgrado en la Universidad de Alcalá de Henares y en 1986 concluyó su tesis doctoral en Alemania. Juan Pablo II lo creó cardenal en el 2001.

    Tiene una fuerte experiencia pastoral, y ha sido reconocido como un hombre de carácter. Su pagina en Facebook cuenta más de 37.000 ´me gusta´ . Viaja normalmente en subterráneo, metro o medios públicos.

    Se ha caracterizado como un firme defensor del derecho a la vida, y de la esencia familiar.

    Es conocida también su sensibilidad por las clases menos favorecidas. A los religiosos les ha pedido "salir a dar testimonio e interesarse por el hermano" porque la cultura del encuentro "nos hace hermanos, nos hace hijos, y no socios de una ONG o prosélitos de una multinacional".

    En diversas oportunidades criticó fuertemente la corrupción y la trata de personas con imágenes fuertes: "Se cuida mejor a un perro que a estos esclavos nuestros". O "la esclavitud está a la orden del día, hay chicos en situación de calle desde hace años, no sé si más o menos, pero hay muchos". Sus palabras han sido también fuertes con relación a la degradación de menores.

    Ha criticado fuertemente el "limitar y eliminar el valor supremo de la vida e ignorar los derechos de los niños por nacer". Y aseveró: "el aborto nunca es una solución". Se opuso a la liberalización de drogas y exhortó a los jóvenes a no creerles a "los mercaderes de la muerte".

    Ha advertido contra la falta de "humildad" de los gobernantes y la "veleidad" como un desvalor "que carece de toda propuesta".

    Sobre Aparecida indicó que "la inspiración del Espíritu es la gran luz que hubo ahí. Sombras son las mil y una cositas que trababan y tuvimos que superar". "Todo fue un complejo de luces y sombras y que ganó la luz".

    Siempre se mostró reacio a obtener encargos de un cierto peso en la Curia Romana, si bien fue nombrado consultor de la Pontificia Comisión de América Latina; miembro de las Congregaciones para el Culto Divino y la disciplina de los sacramentos; del Clero; de los Institutos de Vida Consagrada, del Consejo postsinodal, y de la presidencia del Pontificio Consejo para la Familia.

    La fuerza de la Iglesia -indicó el entonces purpurado en el sínodo sobre la nueva evangelización- está en la comunión y su debilidad en la división y en la contraposición.


    SEÑOR ... TE AMARÉ...


    SEÑOR ... TE AMARÉ....

     Señor te amare
    En la tristeza y alegrías,

    Señor te amare
    En la enfermedad y en la salud,

    Señor te amare
    En la pobreza y en la riqueza,

    Señor te amaré
    En el éxito y fracasos,

    Señor te amare
    En todo el caminar de mi vida,

    Señor te amare...

    UNA LAGRIMA...


    UNA LÁGRIMA...

    Una lágrima: es eso que humedece los ojos del mundo. Y que el mundo se empeña en ocultar. Es eso que nos tragamos tantas veces por soberbia, por orgullo, por demostrar fortaleza y queda atorada en la garganta, apretada en el corazón, comprimiéndonos todo. Es tan profunda, que no sabemos con certeza de donde nace, ni si podrá morir alguna vez.

    A veces una lágrima: cicatriza una herida,
    lava una pena y ablanda.

    Una lágrima: es un recuerdo, una angustia, una desesperación, un interrogante. Una lágrima: puede ser a veces el comienzo del perdón, la primera luz de la rectificación que hace estrechar una mano.

    Una lágrima: es a veces la gota mágica que hace cambiar por dentro cuando tenemos que pagar nuestra cuota de dolor, la lágrima ayuda. Cuando la derramamos en el corazón querido, o en la intimidad de la amistad, la lágrima une, estrecha, funde.

    ORACIÓN POR EL PAPA....



    ORACIÓN POR EL PAPA

    Oh Jesús, Rey y Señor de la Iglesia: renuevo en tu presencia mi adhesión incondicional a tu Vicario en la tierra, el Papa FRANCISCO. 

    En él tú has querido mostrarnos el camino seguro y cierto que debemos seguir en medio de la desorientación, la inquietud y el desasosiego. Creo firmemente que por medio de él tú nos gobiernas, enseñas y santificas, y bajo su cayado formamos la verdadera Iglesia: una, santa, católica y apostólica. Concédeme la gracia de amar, vivir y propagar como hijo fiel sus enseñanzas. Cuida su vida, ilumina su inteligencia, fortalece su espíritu, defiéndelo de las calumnias y de la maldad. 

    Aplaca los vientos erosivos de la infidelidad y la desobediencia, y concédenos que, en torno a él, tu Iglesia se conserve unida, firme en el creer y en el obrar, y sea así el instrumento de tu redención. Así sea.

    martes, 12 de marzo de 2013

    LUCHE CONTRA LA DEPRESIÓN


    LUCHE CONTRA LA DEPRESIÓN
    Por Monseñor Rómulo Emiliani, c.m.f.

    La depresión se define como un trastorno del estado de ánimo, como tristeza, mal humor, desaliento, lentitud al pensar, voluntad débil e incapacidad de decisión. Surge sin razón aparente o como una reacción exagerada a un aconteci­miento y produce daños en funciones físicas y mentales que afectan el trabajo, el sueño, el interés sexual, el apetito y el intelecto.

    El depresivo se impone una terrible barrera, invisible e impenetrable, que le separa del resto de las personas, le impide buscar o recibir ayuda y lo introduce cada vez más en un pozo profundo. Algunas veces no hay signos visibles de la enfermedad, ya que el individuo por pena, vergüenza o miedo oculta su depresión. Lo curioso del caso es que estas personas necesitan mucho consejo e información sobre la depresión; pero no les interesa recibirlo, porque creen que su caso no tiene remedio o que es otra cosa. Cuando sufren un ataque agudo de su enfermedad, no quieren, no pueden y no desean buscar ningún tipo de ayuda. Su problema más grande está en ellos mismos.

    La persona deprimida pierde la capacidad de gozar de la vida. En este estado de desamparo profundo desea olvidarse de todo y estar libre de cualquier compromiso o responsabilidad. ¡Sólo quiere que lo dejen en paz!

    El depresivo que ha llegado a su nivel más bajo no le importa la opinión de los demás ni el mundo a su alrededor; cae en la apatía e indiferencia. Por más que le digan, le llamen la atención, le griten y le exijan, pierde el interés por todo, se deprime más y se aísla. El deprimido se desespera y sufre, porque es incapaz de explicar lo que está sintiendo; se resiente, porque las personas más allegadas no lo entienden. La situación se convierte en un círculo vicioso de incomprensión y frustración.

    Los familiares y la gente más cercana a veces se portan injustamente al no entender que la depresión es una enfermedad. Recurren a regañar, gritar o maltratar verbalmente al deprimido exigiéndole cambiar, sonreír y hacer algo sin darse cuenta que hay algo profundo e íntimo, a nivel mental y emocional, que se lo impide. Los familiares y amigos no pueden ayudar si ignoran que está enfermo.

    El sufrimiento tiene valor cuando es por causas nobles, para beneficio del prójimo o cuando Dios permite que uno tenga algo por qué sufrir. Pero cuando el sufrimiento es por obsesión mental o traumas, hay que buscar solución. Ciertamente, es necesario acudir a un buen psicólogo o psiquiatra cuando la depresión es muy grave.

    Para vencer la depresión se deben rechazar los pensamientos negativos, los recuerdos del pasado y los sentimientos de culpa que hacen perder fuerza. La depresión se puede controlar a base de esfuerzo, constancia y concentración. Usted tiene más fuerza de voluntad y es mucho más inteligente de lo que cree. No se torture la mente por cosas que no se pueden evitar ni dependen de usted, como accidentes y desgracias. No se imponga más cruces y sufrimientos de los que la vida le da. "En vez de lamentarse por la oscuridad, encienda una vela."

    La depresión tiene raíces espirituales y religiosas y sobreviene cuando ignoramos la presencia de Dios y desoímos sus designios. Para salir de la depresión y estar sano mentalmente debemos acoger la Palabra de Dios en nuestro corazón. Ella es fuente inagotable de riqueza espiritual y la herencia más preciosa entregada por gracia de Dios a la humanidad.

    Hay que ayudar al deprimido a reforzar su auto-estima y mantener una rutina regular con tareas que le sean realmente difíciles. Aunque se resista hay que insistir, porque la inactividad es su peor enemigo. Esa persona necesita todos los estímulos positivos y excitantes que se le puedan proporcionar y no se le debe permitir apartarse de los contactos más esenciales que le rodean.

    La voluntad de Dios es que estemos mejor para servir más al prójimo. Con la ayuda de Dios, la cruel enfermedad mental de la depresión se puede vencer, por el bien de todos, ya que todos sufren cuando usted está deprimido y triste. Haga un esfuerzo por cambiar y pida ayuda y auxilio a Dios. El tiene todo el Poder para aliviar su sufrimiento, purificarlo y limpiarlo. Luche contra la depresión con todos los medios nobles y buenos que conozca; no permita que lo domine. Dios no quiere verle triste, melancólico, apagado, nostálgico y arrastrando los pies por la vida. Es parte de la vida sentirse alguna vez contrariado, perturbado con problemas y preocupado. A todos ocurre de vez en cuando, pero Dios lo quiere ver alegre, dinámico, activo, feliz, contento y lleno de vida. CON DIOS, USTED ES. . . ¡INVENCIBLE!        
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