Autor: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com ¿De qué sirve rezar? ¿De qué sirve hacer un regalo a Dios? | |
El amor de Dios a nosotros es una continua invitación a que nosotros le tratemos a Él con la misma generosidad con que Él nos trata. | |
Al principio encontramos a Adán y Eva en el jardín con Dios. Cuando Cristo resucitó, se apareció a María Magdalena también en el jardín (Jn 20,11) Ese jardín es hoy nuestro corazón. Con el bautismo, Dios ha hecho de nuestro corazón un jardín donde quiere pasarlo bien con cada uno de sus hijos, en una relación íntima y familiar, como lo hacía con Adán mientras paseaba con él en el jardín del Edén tomando la brisa de la tarde. Dios está dentro, pero los espacios físicos para el encuentro con Dios importan; pueden ayudar o estorbar. Dios quiso que lo percibiéramos con los sentidos. Dios se ha hecho visible: "Lo que ha sido desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos..." (1 Jn 1,1) Las cosas de Dios deben irradiar la luz de la belleza divina. Son camino para conocerle a Él y medio para despertar o avivar el deseo del encuentro. De allí la importancia del sentido estético en las capillas. Estábamos construyendo una ermita dedicada al Sagrado Corazón en un centro misionero y de espiritualidad que tenemos en Chilapa, en el Pico de Orizaba, México. Gracias a Dios ya la terminamos. Desde que comencé a misionar en aquel lugar, quedé sorprendido por su belleza: la belleza de la gente y de los paisajes. Me daba la impresión de que era la belleza de Dios derramada sobre el mundo. Las cosas bellas nos transportan hasta la belleza de Dios, nos hablan de Él Darse el tiempo para gustar la belleza de la creación es darle al Espíritu la oportunidad de que haga brotar en nosotros una oración como la de San Agustín: "¡Tarde te amé, Belleza siempre antigua y siempre nueva! Tarde te amé. Tú estabas dentro de mí, pero yo andaba fuera de mí mismo, y allá afuera te andaba buscando. Me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo pero yo no estaba contigo... Pero tú me llamaste, y más tarde me gritaste, hasta romper finalmente mi sordera." (S. Agustín, Confesiones Alguien me preguntó: ¿De qué sirve hacer una ermita? Es como preguntar: ¿De qué sirve rezar? En la relación con Dios, la gratuidad es determinante. Él no se preguntó eso cuando nos hizo. No puedo explicarlo mejor que Javier Sánchez (Sevilla), en su artículo: "Lo bello y lo inútil de la liturgia". Cito algunos párrafos: "Nada más destructivo que preguntar: "¿para qué sirve?", en vez de admirar la cosa en sí misma, en su bondad y belleza intrínsecas. Es la pregunta de la sociedad utilitarista. En el caótico mundo de la producción y la eficacia, ¿cabe aún lo inútil? ¿Para qué sirven las rosas? Para nada... pero ¿sería mundo de personas un mundo sin rosas? ¿Para qué sirven las plantas, el lirio y la margarita.... el abrazo fraterno, el regalo navideño, la llamada telefónica...? Para nada.... sin embargo, ¿sería habitable nuestro mundo sin una bocanada de natural gratuidad, que nos invita a recrearnos olvidándonos de la agitada producción?" El "hacer" no es el criterio del "valer". Mirar las cosas con los ojos del pragmatismo es igual que cerrar los ojos ante el multiforme espectáculo de la belleza de la vida, de la creación, de la persona. Y el que cierra los ojos no penetra sólo en su egoísta función: todo lo mide, lo cuantifica, lo pesa, ¿cabe por algún sitio lo gratuito? "Lo bello vale tanto como lo útil. Tal vez aún más". La estética humaniza y eleva al hombre, le hace salir de sí mismo y entrar en la belleza, permitiéndole el acceso a unas realidades superiores donde el espíritu humano penetra con respeto y, a la vez, se enriquece. Aquí las ideas se disparan y multiplican, y, al verse impotentes en su descripción, enmudecen, dejando paso al asombro, a la admiración, al silencio contemplativo. Y también aquí los sentimientos empiezan a surgir, sin orden ni concierto, en maravillosa sinfonía, como tormenta torrencial que deja la tierra humedecida. En el mundo de la naturaleza todo es gratuito. Nada ha sido producido por el hombre. Si este deja de tomar las cosas por su eficacia y productividad, y las mira por lo que son, no por lo que valen, las maravillas de la naturaleza se tornarán en fuente de belleza y primer ejemplo de gratuidad: todo le ha sido dado al hombre. La gratuidad es indispensable en el amor; también en el amor a Dios. Gratuidad es generosidad, es dar sin necesidad, sin tener que hacerlo, simplemente por amor. Dios ha sido magnánimo con nosotros, se nos ha dado en sobreabundancia, sin ningún mérito por parte nuestra. El estilo de amor de Dios con nosotros es una continua invitación a que nosotros le tratemos a Él con la misma generosidad con que Él nos trata. Y quisiera citar otro texto que habla del mismo tema desde otro punto de vista. Para mí es una invitación a orar más, a contemplar más a Dios, a darme más tiempo y tiempo de más calidad para estar con Él simplemente "porque sí" y luego dejar que Dios se manifieste. "La obra de la cultura es, en efecto, revelación. Ella intenta, aunque el artesano no pueda tener conciencia del Espíritu que le ilumina, manifestar la Gloria de Dios oculta y cautiva en la creación. En la vasija que modela, en los hijos que despierta a su libertad o en el poema que crea, el hombre que cultiva la creación trata de revelar el significado de una inmensa sinfonía donde él es, a la vez, instrumento insustituible y testigo maravillado. Busca el Rostro amado que lo llama desde las profundidades de su ser" (...) "Para que nuestra mirada libere toda la Belleza escondida en todos los seres, necesita antes ser bañada de luz, en Aquel cuya mirada derrama la Belleza. Para que nuestra palabra pueda expresar la sinfonía del Verbo, debe primero fundirse en el silencio y en la armonía. Para que nuestras manos modelen el icono de la creación, antes tenemos que dejarnos hacer por Aquel que une nuestra Carne al esplendor del Padre". (Jean Corbon) |
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martes, 25 de septiembre de 2012
¿De qué sirve rezar? ¿De qué sirve hacer un regalo a Dios?
jueves, 20 de septiembre de 2012
ORACIÓN A SAN PIO DE PIETRELCINA
ORACIÓN A SAN PIO DE PIETRELCINA
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos enseñes
la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su
Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos antes de que se lo pidamos.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
FORMULA PARA IR AL CIELO
Formula para ir al cielo
En cierta ocasión le preguntaron a Ramesh uno de los grandes sabios de la India, lo siguiente: "¿ Por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más complicados, mientras que otro sufren por problemas muy pequeños y se ahogan en un vaso de agua?"
El simplemente sonrió y contó una historia . . .
Era un sujeto que vivió amorosamente toda su vida. Cuando murió, todo el mundo decía que él iría al
cielo, pues un hombre tan bondadoso solamente podría ir al Paraíso. En aquella época el cielo todavía no había pasado por un programa de calidad total. La recepción no funcionaba muy bien, y quien lo atendió dio una ojeada rápida a las fichas de entrada, pero como no vió su nombre en la lista, le orientó para que pudiera llegar al infierno. Y como en el infierno nadie pedía identificación, ni invitación
cualquiera que llegara era invitado a entrar), el sujeto entró y se quedó.
Algunos días después Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso y le dijo a San Pedro: "¡Eso que me estás haciendo es puro terrorismo! Mandaste aquel sujeto al infierno y el me está desmoralizando. Llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas, abrasándose, besándose. El infierno no
es lugar para eso, por favor trae a ese sujeto para aca Cuando Ramesh terminó de contar esta historia dijo: "Vive con tanto amor en el corazón que, si por error vas a parar al infierno, el propio demonio te traiga de vuelta al Paraíso"
En cierta ocasión le preguntaron a Ramesh uno de los grandes sabios de la India, lo siguiente: "¿ Por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más complicados, mientras que otro sufren por problemas muy pequeños y se ahogan en un vaso de agua?"
El simplemente sonrió y contó una historia . . .
Era un sujeto que vivió amorosamente toda su vida. Cuando murió, todo el mundo decía que él iría al
cielo, pues un hombre tan bondadoso solamente podría ir al Paraíso. En aquella época el cielo todavía no había pasado por un programa de calidad total. La recepción no funcionaba muy bien, y quien lo atendió dio una ojeada rápida a las fichas de entrada, pero como no vió su nombre en la lista, le orientó para que pudiera llegar al infierno. Y como en el infierno nadie pedía identificación, ni invitación
cualquiera que llegara era invitado a entrar), el sujeto entró y se quedó.
Algunos días después Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso y le dijo a San Pedro: "¡Eso que me estás haciendo es puro terrorismo! Mandaste aquel sujeto al infierno y el me está desmoralizando. Llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas, abrasándose, besándose. El infierno no
es lugar para eso, por favor trae a ese sujeto para aca Cuando Ramesh terminó de contar esta historia dijo: "Vive con tanto amor en el corazón que, si por error vas a parar al infierno, el propio demonio te traiga de vuelta al Paraíso"
MANIFIESTA ENTUSIASMO EN TODO..
Manifiesta entusiasmo en todo
Una persona sin entusiasmo es como un reloj sin cuerda.
El entusiasmo es un ingrediente fundamental para una personalidad de éxito,
eficiente y competente.
Una persona sin entusiasmo es como un reloj sin cuerda.
El entusiasmo es un ingrediente fundamental para una personalidad de éxito,
eficiente y competente.
Para volverte entusiasta respecto a un objetivo
debes pensar en los frutos y beneficios
que reporta dicho objetivo,
más esforzado y empeñoso serás
en alcanzarlos.
El entusiasmo proviene del interior del hombre:
brota en una mente positiva y crece con acciones positivas.
Para ser entusiasta..., ¡hay que actuar con entusiasmo!
"DIOS, TE DOY GRACIAS POR TENER FE"
No es fácil ser entusiasta cuando muchas cosas me salen mal cada día. Por eso te pido ayuda para empezar cada día
con visión positiva y actitud entusiasta.
Si de pronto mi corazón se desalentara
por algún fracaso por favor refuérzame
con nuevas dosis de entusiasmo.
Amén
lunes, 17 de septiembre de 2012
CALMA...
Calma...
Si usted está apunto de estallar mentalmente, silencie algunos instantes pensar.
Si el motivo es alguna molestia en su cuerpo, la intranquilidad la empeora.
Si la razón es la enfermedad en un ser querido, su descontrol es factor agravante.
Si usted sufrió perjuicios materiales, la actitud de reclamo es como bomba retardada.
Si perdió algún afecto, la queja hará de usted una persona menos simpática entre sus amigos.
Si perdió alguna oportunidad valiosa tiempo atrás, la inquietud es desperdicio de tiempo.
Si aparecen contrariedades, el acto de irritarse apartará de usted la asistencia espontánea.
Si usted cometió un error, la desesperación es puerta abierta para fallas mayores.
Si usted no alcanzó lo que deseaba, la impaciencia hará más larga la distancia entre usted y el objetivo a alcanzar.
Sea cual fuere la dificultad, conserve la calma; porque en todo problema, la serenidad es el techo del alma pidiendo el servicio como solución.
Si usted está apunto de estallar mentalmente, silencie algunos instantes pensar.
Si el motivo es alguna molestia en su cuerpo, la intranquilidad la empeora.
Si la razón es la enfermedad en un ser querido, su descontrol es factor agravante.
Si usted sufrió perjuicios materiales, la actitud de reclamo es como bomba retardada.
Si perdió algún afecto, la queja hará de usted una persona menos simpática entre sus amigos.
Si perdió alguna oportunidad valiosa tiempo atrás, la inquietud es desperdicio de tiempo.
Si aparecen contrariedades, el acto de irritarse apartará de usted la asistencia espontánea.
Si usted cometió un error, la desesperación es puerta abierta para fallas mayores.
Si usted no alcanzó lo que deseaba, la impaciencia hará más larga la distancia entre usted y el objetivo a alcanzar.
Sea cual fuere la dificultad, conserve la calma; porque en todo problema, la serenidad es el techo del alma pidiendo el servicio como solución.
OFENSAS ENTERRADAS
Ofensas enterradas
Autor: Carol Parrott
Un buen día yo enterré una ofensa que dolía.
Creí que podría olvidarla si la dejaba escondida.
El agravio iba creciendo.
Cada día lo tapaba.
No logré dejarlo atrás.
Mucho, mucho me costaba.
La alegría me abandonó, no conocí sino penas.
Incapaz era de amar, tenía el alma en cadenas.
A la vera de aquel hoyo clamé con el alma a Dios:
«Sana esta herida profunda,
Tú que eres el Dios de amor».
Sentí entonces Su presencia; en Sus brazos me sentí.
Enjugó mis agrias lágrimas, hizo azul el cielo gris.
Sincerándome con Él, le expliqué mi gran afrenta.
Me prestó Su atento oído mientras yo le daba cuenta.
Cavé, ahondé y arranqué la afrenta que me oprimía,
y entregándola el Maestro libre al fin quedé aquel día.
Así fue como Él quitó la negrura de mi alma
y algo hermoso fue a nacer;
donde había estado la llaga.
Cuando vi en qué convirtió mi tormento y mi pesar,
aprendí a dárselo a Él y no enterrarlo jamás.
UN RATO DE LIBERTAD...
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net Un rato de libertad | |
Tal vez sea difícil encontrar momentos así, disponibles para llevar a cabo lo que más anhelo... | |
Las prisas cubren nuestras vidas. Tenemos mil cosas que hacer en cada instante. Sentimos por momentos agobios que asfixian. Buscamos entonces pequeños oasis de libertad para serenar el alma. En otras ocasiones vivimos más serenos, tocamos instantes de paz. Nadie nos pide acciones urgentes. Nadie nos interpela sobre lo que hagamos o dejemos de hacer. Tenemos ante nosotros tiempo disponible para ocuparlo solo en aquello que deseamos desde lo más íntimo del alma. Si encuentro un rato de libertad, ¿qué viene a mi mente y a mi corazón? ¿Qué escojo si la decisión de lo que voy a hacer depende por completo de mí? Habrá quien tome un libro y empiece a leer una novela tantas veces programada y dejada una y otra vez para más tarde. Otro buscará en Internet una música que le hará volver a su infancia. Otro abrirá el armario de los recuerdos y releerá cartas y cartas de familiares y amigos. En la era electrónica, más de uno buceará en la famosa carpeta de “asuntos pendientes” que lleva demasiado tiempo sin ser "desempolvada". Un cristiano, un seguidor de Jesucristo, ¿qué desearía hacer si contase con un rato de libertad? Sería hermoso que pensase en su Amigo, que dedicase algo de tiempo a la oración, que abriese una Biblia y pudiera releer palabras que Dios ofrece a los hombres. De este modo, recordaría "lo único necesario", lo que vale la pena más allá de las prisas de nuestro mundo desquiciado. También sería "lógico" que un cristiano, en un rato de libertad, mirase a su alrededor y dedicase lo mejor de esos instantes "libres" para ayudar al hambriento, al sediento, a quien busca un poco de consuelo y de esperanza. Yo, ¿qué haría si se me concediese ahora un poco de tiempo libre? ¿Qué ideas ocuparían mi mente inquieta? ¿Qué deseos surgirían en mi corazón? ¿Qué planes y proyectos nacerían desde mi voluntad? Si tuviese un rato de libertad... Tal vez sea difícil encontrar momentos así, disponibles para llevar a cabo lo que más anhela mi alma. Pero si llegase un momento así, desvelaría dimensiones profundas de mi vida que no aparecen por culpa de las prisas que me agobian. Sería triste si un rato de libertad me hiciera descubrir que vivo de modo egoísta, sin dejar espacio ni a Dios ni a mis hermanos. Sería hermoso si un momento así desvelase que en mi existencia Cristo no es sólo un nombre del pasado, sino un Amigo que me indica el Camino y que me invita a avanzar hacia la fe y hacia el amor sincero a los hermanos. |
domingo, 16 de septiembre de 2012
LOS CUATRO NOVIOS
LOS CUATRO NOVIOS.
Había una vez una joven que tenía cuatro novios.
Al cuarto lo amaba muchísimo: le regalaba elegantes trajes, le servía deliciosas comidas.
Al tercero también lo amaba mucho. Iban de paseo a los mejores resorts, pero temía que algún día la abandonara.
El segundo era su confidente. Confiaba en él. La ayudaba a salir de las dificultades.
El primer novio era muy leal. Hacía grandes esfuerzos por ayudarla. Ella apenas le hacía caso, a pesar de que él la amaba profundamente.Un día cayó enferma. Le quedaba poco tiempo. Pensó en su vida de lujos y que al morir estaría sola.Entonces dijo al cuarto: “Te he amado mucho y cuidado grandemente. Estoy muriendo. ¿Te irías conmigo?”.
“¡Ni soñarlo!”-y se alejó rápidamente. Ella sintió un cuchillo en su corazón.Preguntó al tercero: “Te he amado toda mi vida. Estoy muriendo. ¿Te irías conmigo?”
“¡No! La vida es demasiado buena. Cuando mueras, me iré con otra”. Ella quedó devastada.Al segundo le dijo: “Siempre me has apoyado. Cuando muera, ¿me acompañarás?”
“Lo lamento. Tan sólo hasta la tumba.” Fue como si le cayera un rayo.
Entonces oyó una voz que le decía: “Yo iré contigo. Te seguiré donde vayas.” Vio que era su primer novio, bien delgado porque sufría de malnutrición y descuido.
Sorprendida, le contestó: “¡Debí haberte cuidado mucho mejor cuando podía!”
Al cuarto lo amaba muchísimo: le regalaba elegantes trajes, le servía deliciosas comidas.
Al tercero también lo amaba mucho. Iban de paseo a los mejores resorts, pero temía que algún día la abandonara.
El segundo era su confidente. Confiaba en él. La ayudaba a salir de las dificultades.
El primer novio era muy leal. Hacía grandes esfuerzos por ayudarla. Ella apenas le hacía caso, a pesar de que él la amaba profundamente.Un día cayó enferma. Le quedaba poco tiempo. Pensó en su vida de lujos y que al morir estaría sola.Entonces dijo al cuarto: “Te he amado mucho y cuidado grandemente. Estoy muriendo. ¿Te irías conmigo?”.
“¡Ni soñarlo!”-y se alejó rápidamente. Ella sintió un cuchillo en su corazón.Preguntó al tercero: “Te he amado toda mi vida. Estoy muriendo. ¿Te irías conmigo?”
“¡No! La vida es demasiado buena. Cuando mueras, me iré con otra”. Ella quedó devastada.Al segundo le dijo: “Siempre me has apoyado. Cuando muera, ¿me acompañarás?”
“Lo lamento. Tan sólo hasta la tumba.” Fue como si le cayera un rayo.
Entonces oyó una voz que le decía: “Yo iré contigo. Te seguiré donde vayas.” Vio que era su primer novio, bien delgado porque sufría de malnutrición y descuido.
Sorprendida, le contestó: “¡Debí haberte cuidado mucho mejor cuando podía!”
Y es que todos tenemos cuatro novios, o cuatro novias, según sea el caso.
El cuarto es tu cuerpo. Por más que lo cuides, te dejará cuando mueras.
El tercero son tus bienes. Al morir pasarán a otros.
El segundo son la familia y los amigos. Por mucho que les hayas dado, te acompañarán solamente hasta la tumba.
El primero, el alma. Siempre maltrecha por tú perseguir riquezas, poder y placeres.
Es lo único que tendrás donde vayas. Cultívala, fortalécela, dale cariño. Será la única que te seguirá hasta el trono de Dios y continuará contigo por toda la eternidad.
lunes, 10 de septiembre de 2012
QUIÉN TIENE UN AMIGO... TIENE UN TESORO
Quién tiene un amigo, tiene un tesoro
Un amigo que es desde siempre y para siempre. Sabe transformar el juicio en perdón, la culpabilidad en inocencia, el sufrimiento en amor.
Autor: Jaime Bordons, L.C. | Fuente: Catholic.net
Distraigo su atención sólo para compartir con ustedes algo que viví hace poco.
Yo no sé porqué desde hace mucho tiempo escucho que el mejor amigo del hombre es el perro. Yo tenía uno y la verdad es que nunca lo percibí como a un amigo.
Cuando la vida arrecia fuerte, los problemas pesan mucho y las lágrimas surgen en lo más íntimo del corazón, se apetece la compañía de un amigo y se entiende mejor aquello que dice la Sagrada Escritura "quién tiene un amigo, tiene un tesoro"
Recientemente tuve el gozo (y digo bien, ¡gozo!) de atender espiritualmente a personas cuyas vidas no son un poema de amor, que conocen en carne propia el sabor de la derrota y el aroma del fracaso en sus múltiples variedades de dolor y desesperación.
Aquí lo fácil es juzgar y condenar, señalar con el dedo y alegrarnos nosotros de no ser así, de haber tenido mejor suerte.
A un amigo se le reconoce cuando lo necesitamos, cuando requerimos de un consejo, cuando nos hace falta que alguien nos escuche y comprenda.
En esas personas, después de conocer sus vidas y las heridas que laceraban sus almas, su fondo y la amargura de su dolor, vi de pronto brillar una esperanza. Habían encontrado, sorpresivamente, al mejor amigo.
Un amigo que es desde siempre y para siempre. Un amigo que sabe transformar el juicio en perdón, el pecado en pureza, la culpabilidad en inocencia, el sufrimiento en amor.
Uno de ellos me preguntó si el Cielo todavía era para él... Coloqué una imagen de ese amigo con el rostro agonizante en la mesa, comentamos juntos lo hizo por cada uno de nosotros y no fue necesaria otra respuesta. Gran hallazgo, ese amigo también había creado el Cielo para ellos, y diría más, pensando en ellos.
¡Cuánto nos hace falta descubrir el amor!
Esas personas que les comento, descubrieron que precisamente, cuando sentimos que tocamos fondo en la vida, cuando ya no le encontramos gusto a las cosas, es ahí precisamente, cuando en nuestra conciencia resuena la voz del amigo que viene en nuestra ayuda.
Su voz es suave y si no queremos no la escuchamos porque no usa violencia alguna, nunca sale en la radio ni en la televisión. Sólo gusta hablarnos en lo íntimo de la conciencia.
El amigo que así habla no busca nunca su propio interés sino el nuestro, sabe de dolores ya que Él los vivió primero que nosotros en carne propia y le agrada curar nuestras heridas más profundas, aquellas que tantas veces no nos atrevemos a reconocer.
Para mí fue un privilegio estar con ellos y poder contemplar y ser testigo que Él está cuando otros ya no quieren saber nada y nos ofrece sinceramente su amistad y su perdón. Y después dicen algunos por ahí que es aburrido ser sacerdote...
A todos ellos les vi con el rostro distinto, más tarde, terminada la Misa, con paz en el corazón y con una ilusión renovada en la vida.
¡Habían encontrado al amigo de sus almas!, "nadie tiene amor mayor que el que da la vida por sus amigos"... nos enseñaba el Señor.
Por cierto, que no se me olvide decirles dónde vive ese amigo para que lo puedan encontrar (si así lo desean), vive en dos lugares a la vez: en el Cielo y en el Sagrario de la Capilla, en realidad los dos son lo mismo.
Desde allí, enseña a los que le visitan cómo cambiar en el dolor en esperanza, el olvido en amor, la propia cruz de cada día en vida eterna, porque precisamente es "el mejor amigo"
Que no nos engañen más con aquello de que el mejor amigo del hombre es el...
EL PODER DE UN BUEN PROPÓSITO
El poder de un buen propósito
¡Ahora! Vuelve a tu vida noble ahora. -No te dejes engañar: "ahora" no es demasiado pronto... ni demasiado tarde.
¿Quieres que te diga todo lo que pienso de "tu camino"? -Pues, mira: que si correspondes a la llamada, trabajarás por Cristo como el que más: que si te haces hombre de oración, tendrás la correspondencia de que hablo antes y buscarás, con hambre de sacrificio, los trabajos más duros... Y serás feliz aquí y felicísimo luego, en la Vida.
Esa llaga duele. -Pero está en vías de curación: sé consecuente con tus propósitos. Y pronto el dolor será gozosa paz.
Estás como un saco de arena. -No haces nada de tu parte. Y así no es extraño que comiences a sentir los síntomas de la tibieza. -Reacciona.
¡Ahora! Vuelve a tu vida noble ahora. -No te dejes engañar: "ahora" no es demasiado pronto... ni demasiado tarde.
¿Quieres que te diga todo lo que pienso de "tu camino"? -Pues, mira: que si correspondes a la llamada, trabajarás por Cristo como el que más: que si te haces hombre de oración, tendrás la correspondencia de que hablo antes y buscarás, con hambre de sacrificio, los trabajos más duros... Y serás feliz aquí y felicísimo luego, en la Vida.
Esa llaga duele. -Pero está en vías de curación: sé consecuente con tus propósitos. Y pronto el dolor será gozosa paz.
Estás como un saco de arena. -No haces nada de tu parte. Y así no es extraño que comiences a sentir los síntomas de la tibieza. -Reacciona.
Fr. Nelson M.
amigos@fraynelson.com
amigos@fraynelson.com
DE NUEVO, SOBRE EL PECADO...
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net De nuevo, sobre el pecado | |
Hace falta, tener valor para llamar las cosas por su nombre y para reconocer la propia falta. | |
No resulta fácil hablar del pecado. Primero, porque personalmente a nadie le gusta encararse con esta realidad. Segundo, porque provoca extrañeza tocar el argumento en ambientes donde el pecado es visto como un residuo de culturas ya superadas. Nos cuesta, sí, en lo personal, hablar del pecado. Si hemos fallado a una promesa, si el egoísmo nos encerró en un capricho deshonesto, si dejamos abandonado al necesitado, con facilidad inventamos excusas que "borren" nuestro pecado. "Estaba cansado... No era para tanto... En el mundo en el que vivimos no podemos ser perfectos... No siempre tengo que ser yo quien tienda una mano... Me encontraba en un momento muy tenso y me permití aquello como desahogo..." Pero las muchas excusas que pasan por la cabeza no son suficientes para eliminar esa voz interior que nos susurra, respetuosamente, que hemos actuado mal, que hemos pecado. Hace falta, en lo personal, tener valor para llamar las cosas por su nombre y para reconocer la propia falta. Sólo desde una actitud de sinceridad y desde la grandeza de alma podremos decir, sin excusas falsas: he pecado, he fallado ante Dios y ante mis hermanos. Palpamos, además, que en muchos ambientes la gente ha cerrado los ojos y el corazón ante la idea del pecado. Psicólogos y sociólogos, filósofos y pensadores, literatos y personas “de la calle”, rechazan cualquier idea de pecado como obsoleta o incluso dañina. Por eso explican las acciones ajenas (además de las propias) desde teorías más o menos articuladas. Algunos explican todo lo que hacemos o dejamos de hacer con la educación recibida en casa, en la escuela o en el grupo. Otros ven como origen de nuestros actos las fuerzas interiores de la propia psicología. Otros simplemente niegan la libertad y consideran que cada comportamiento humano está controlado por el destino, por las neuronas o por férreas "leyes de la naturaleza". En esas perspectivas, no es posible negar que existen actos que causan rechazo y que son condenados. Pero incluso la condena queda explicada simplemente por el disgusto que esos actos provocan en algunos, sin que haya que calificarlos con una palabra, "pecado", que consideran fuera de lugar en un mundo moderno y maduro. Las negaciones de uno mismo o de otros no pueden suprimir la realidad profunda del pecado, de ese acto que realizamos, con un conocimiento claro y con una aceptación plena, contra el amor. Porque en el fondo del pecado hay, como ya explicaba san Agustín, un rechazo a Dios y una opción extraña y egoísta por uno mismo. Es decir, el pecado nos aparta del núcleo más hermoso de toda existencia humana, porque nos impide amar a Dios y entregarnos sanamente a los hermanos. Hace falta tener valor para recordar lo que es el pecado. Sólo entonces comprenderemos por qué Cristo vino al mundo y por qué murió en un Calvario. Manifestó, de esa manera, lo grave que es el pecado, al mismo tiempo que reveló esa verdad que da sentido a toda la existencia humana: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él" (Jn 3,16-17). Cuando reconocemos, sencilla y honestamente, que hemos pecado, estamos listos para dar los siguientes pasos: pedir perdón, acoger la misericordia en el sacramento de la confesión, reparar el daño cometido, y empezar a vivir llenos de gratitud desde el abrazo que nos llega de un Dios cercano y misericordioso. |
miércoles, 5 de septiembre de 2012
TERESA DE CALCUTA, 5 DE SEPTIEMBRE
Autor: Judith Corsino | Fuente: judithcorsino.com Teresa de Calcuta, Beata | |
Fundadora, 5 de septiembre | |
Teresa (Inés) Gonhxa Bojaxhiu
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CUANDO LA RAIZ ES EL AMOR Y LA FE
Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net Cuando la raíz es el amor y la fe | |
Lo que nos mantiene firmes en los momentos difíciles, no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, dentro de tu corazón. | |
El hombre hoy se jacta de su belleza física y gasta dinero e invierte tiempo en mantenerse por fuera en perfecto estado, con una figura esbelta cuidada a base de dietas, pastillitas e idas al gimnasio; son horas tras horas que se dedica a engrandecer su figura, minutos y minutos que detrás de un espejo se contempla airoso y lleno de orgullo y algo de vanidad. Y para variar, luego lo va exponiendo sin reparos ni pudor.. Para muchos, la vida se ha reducido sólo a ello, pero sabemos que todo no termina aquí, la vida nos enseña que las tormentas se superan cuando la casa se ha edificado sobre roca y no sirve de nada una mansión hermosísima por fuera si no tiene los fundamentos capaces de superar los fuertes vientos y las constantes lluvias. Por eso, antes de mirarte al espejo y verte con tu figura como dios o diosa griega, piensa si tienes los fundamentos que te aseguran la verdadera felicidad. Ama y haz lo que quieras decía San Agustín, es decir, comprométete, sacrifícate, sé fiel, cree en Dios y hunde profundamente tus raíces en el Ser y no en el tener ni el aparecer. Cerca de un arroyo de aguas frescas, había un pequeño bosque. Los árboles eran muy variados. Todos gastaban las energías en ser más altos y grandes, con muchas flores y perfumes, pero quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar raíz. En cambio, un laurel dijo: "Yo, mejor, voy a invertir mi savia en tener una buena raíz: así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten". Los otros árboles estaban muy orgullosos de ser bellos; ¡en ningún lado había tantos colores y perfumes! Y no dejaban de admirarse y de hablar de los encantos de unos y otros, y así, todo el tiempo, mirándose y riéndose de los demás. El laurel sufría a cada instante esas burlas. Se reían de él, señoreando sus flores y perfumes, meneando el abundante follaje. "¡Laurel!...le decían, - ¿para qué quieres tanta raíz? Mira, a nosotros todos nos alaban porque tenemos poca raíz y mucha belleza. ¡Deja de pensar en los demás! ¡Preocúpate solo de ti!" Pero el laurel estaba convencido de lo contrario; deseaba amar a los demás y por eso tenía raíces fuertes. Un buen día vino una gran tormenta, y sacudió, sopló y resopló sobre el bosque. Los árboles más grandes, que tenían un ramaje inmenso, se vieron tan fuertemente golpeados, que por más que gritaban no pudieron evitar que el viento los volteara. En cambio, el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si perdió unas cuantas hojas. Entonces todos comprendieron que: Lo que nos mantiene firmes en los momentos difíciles, no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, dentro de tu corazón... allí... en tu alma... Y ESO SE LLAMA AMOR Y FE. |
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