El rey que supo imitar la misericordia del Rey del cielo
Testimonio Eucarístico
Por el año 987 Roberto fue coronado rey de Francia. Era un príncipe piadoso y un gran devoto de Jesús en la Eucaristía. Su mayor placer fue el de adornar los altares y las iglesias, y lo más hermoso y precioso lo dejaba por Jesús.
Algunos hombres impíos y ambiciosos habían conspirado para asesinarlo y así apoderarse del gobierno. Mas la confabulación fue descubierta y los culpables fueron traídos ante el tribunal que los condenó a muerte. El rey les envió a un sacerdote a la cárcel. Los malhechores se arrepintieron y, después de una
sincera confesión, recibieron la Sagrada Comunión.
Era la mañana del día de su ejecución. Las esposas y madres de los sentenciados fueron al rey a pedirles perdón, pero sus consejeros no querían de ninguna manera indultarlos.
Entonces una anciana madre se echó a los pies del rey y llorando, dijo: "Es cierto que estos hombres han merecido tal castigo; pero, tened presente, oh rey, que han sido, hace pocos instantes, huéspedes de Jesús, porque acaban de recibir la Santa Comunión. Él les ha perdonado todo; perdonadles también".
Al oir el rey estas palabras de la afligida madre, y recordando la infinita misericordia de Jesús en la Santa Comunión, hizo llamar inmediatamente a los condenados y, estrechándoles la mano, los indultó.
Todo el pueblo aplaudió la bondad del rey que, en adelante, fue el ídolo de sus súbditos.
Breves Relatos Eucarísticos. pg.92
P. Pablo Schneider, S.V.D.
Testimonio Eucarístico
Por el año 987 Roberto fue coronado rey de Francia. Era un príncipe piadoso y un gran devoto de Jesús en la Eucaristía. Su mayor placer fue el de adornar los altares y las iglesias, y lo más hermoso y precioso lo dejaba por Jesús.
Algunos hombres impíos y ambiciosos habían conspirado para asesinarlo y así apoderarse del gobierno. Mas la confabulación fue descubierta y los culpables fueron traídos ante el tribunal que los condenó a muerte. El rey les envió a un sacerdote a la cárcel. Los malhechores se arrepintieron y, después de una
sincera confesión, recibieron la Sagrada Comunión.
Era la mañana del día de su ejecución. Las esposas y madres de los sentenciados fueron al rey a pedirles perdón, pero sus consejeros no querían de ninguna manera indultarlos.
Entonces una anciana madre se echó a los pies del rey y llorando, dijo: "Es cierto que estos hombres han merecido tal castigo; pero, tened presente, oh rey, que han sido, hace pocos instantes, huéspedes de Jesús, porque acaban de recibir la Santa Comunión. Él les ha perdonado todo; perdonadles también".
Al oir el rey estas palabras de la afligida madre, y recordando la infinita misericordia de Jesús en la Santa Comunión, hizo llamar inmediatamente a los condenados y, estrechándoles la mano, los indultó.
Todo el pueblo aplaudió la bondad del rey que, en adelante, fue el ídolo de sus súbditos.
Breves Relatos Eucarísticos. pg.92
P. Pablo Schneider, S.V.D.