martes, 3 de mayo de 2011

EL SIGNO UNIVERSAL DE LA CRUZ

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
El signo universal de la Cruz
Pascua. La Santa Cruz. La Cruz se ha convertido en un símbolo imprescindible. Porque Cristo murió en una Cruz para ofrecer a todos la salvación.


La Cruz es un signo clave para todos los cristianos y para tantos hombres y mujeres de buena voluntad. Es más que un signo, porque encierra un mensaje universal, perenne, necesario para los corazones.

“La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, porque nos dice cuánto nos ha amado Dios; nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que nuestras debilidades y pecados” (Benedicto XVI, Lourdes, 14 de septiembre de 2008).

Por eso la Cruz se ha convertido en un símbolo imprescindible. Porque Cristo murió en una Cruz para ofrecer a todos, sin discriminaciones, su Amor, su misericordia, su perdón.

La Cruz nos dice que el amor es más fuerte que el mal, que es posible la salvación. Ese fue uno de los mensajes de las apariciones de Lourdes: la invitación de la Virgen María “a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que sufren en su corazón o en su cuerpo, a levantar los ojos hacia la Cruz de Jesús para encontrar en ella la fuente de la vida, la fuente de la salvación” (Benedicto XVI, Lourdes, 14 de septiembre de 2008).

En medio del debate suscitado por algunos que desean quitar cualquier cruz en los lugares públicos (escuelas, tribunales, parlamentos, despachos del gobierno), los creyentes necesitamos descubrir el verdadero significado de ese signo.

Tal vez Dios permite esa fobia, ese deseo de eliminar un signo universal, para sacudir nuestra rutina y para avivar nuestro corazón al contemplar a Jesús, el Inocente, clavado en un madero. Podremos, entonces, gritar y testimoniar, con nuestra vida y con nuestra esperanza, un mensaje que es para todos, que no debemos esconder en las sacristías ni en los hogares.

Vale la pena recordar, desde el dolor que produce ver a seres humanos insensibles ante el mensaje universal de la Cruz, estas palabras del Papa Benedicto XVI en su visita a Lourdes:

“Volvamos nuestras miradas hacia Cristo. Él nos hará libres para amar como Él nos ama y para construir un mundo reconciliado. Porque, con esta Cruz, Jesús cargó el peso de todos los sufrimientos e injusticias de nuestra humanidad. Él ha cargado las humillaciones y discriminaciones, las torturas sufridas en numerosas regiones del mundo por muchos hermanos y hermanas nuestros por amor a Cristo”.

QUE LA CRUZ NO TE ASUSTE...


Que la cruz no te asuste. La más grande prueba de amor consiste en padecer por el amado; y si Dios, por tanto amor, sufrió tanto dolor, el dolor que se sufre por Él se vuelve amable en cuanto al amor.

San Pío de Pieltrecina

CRISTO DE LOS FAVORES

Cristo de los favores
(Desconozco Autor)


El viejo Haakon cuidaba cierta Ermita. En ella se veneraba Un crucifijo de mucha devoción. Este crucifijo recibía el nombre, bien significativo de "Cristo de los Favores."


Todos acudían allí para pedirle al Santo Cristo. Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle también un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodilló ante la imagen y le dijo, "Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en La Cruz." Y se quedó fijo con la mirada puesta en la Sagrada Efigie, como esperando la respuesta. El Crucifijo abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras.

"Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición."

"Cual, Señor?" preguntó con acento suplicante Haakon.

"Es una condición difícil."

"Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor," respondió el viejo ermitaño.

"Escucha. Suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardar siempre silencio." Haakon contestó, "Os lo prometo, Señor." Y se efectuó el cambio. Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado de cuatro clavos en la Cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada. Los devotos seguían desfilando pidiendo favores.


Pero un día... Llegó un rico y, después de haber orado, dejo allí olvidada su bolsa. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la bolsa del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él, poco después, para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho se la había apropiado. El rico se volvió al joven y le dijo, iracundo,

"!Dame la bolsa que me has cogido!" El joven sorprendido, replicó,

"No he cogido ninguna bolsa."


"!No mientas, devueIvemeIa enseguida!"

"Le repito que no he cogido ninguna bolsa," afirmó el muchacho.


El rico arremetió, furioso, contra él. Sonó entonces una voz fuerte, "!Detente! El rico miró hacia arriba y vio que la imagen hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, grito, defendió al joven e increpó al rico por la
falsa acusación. Este quedo anonadado, y salió de la Ermita. El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje. Cuando la Ermita quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo,


"Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio."

"Señor," dijo Haakon, "como iba a permitir esa injusticia?" Se cambiaron los oficios. Jesús ocupo la Cruz de nuevo y el ermitaño se quedo de rodillas ante el Crucifijo. El Señor, clavado, siguió hablando.

"Tu no sabias que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo; En cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubieran impedido realizar el viaje que para El resultaría fatal. Ahora, hace
unos minutos, acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tu no sabías nada. No sabes nada. Yo sí se. Por eso callo."


Y la sagrada imagen del crucificado guardó silencio. Haakon levantó sus ojos hacia él y exclamó: "Perdón, Señor, Perdón!"

lunes, 2 de mayo de 2011

¿Fanático?... no, tan sólo católico

¿Fanático?... no, tan sólo católico
Autor: Andrés Tapia Arbulú

 
Durante una reunión social, me dijeron que soy un fanático.

Francamente, mi primera reacción ¿casi tentación? hubiera sido de protesta y enojo. En mi léxico personal, como en el de muchas personas, la palabra fanático abarca una serie de conceptos que van de la gama de lo irracional a la de la violencia.

¿Me había exasperado ante una opinión contraria? No, había estado de lo más tranquilo. ¿Había gritado o ridiculizado a alguien? Menos, además de no ser caritativo. ¿Había decidido defender a ultranza a algún político, equipo de fútbol o propuesto alguna violencia? Nada de eso.

Uds. juzguen: sencillamente lo que expresé, en diversos momentos de la reunión, fue una serie de puntos de vista, no muy originales por cierto:

Que el matrimonio es para toda la vida.
Que las relaciones fuera del matrimonio están mal.
Que la vida es sagrada y el aborto es un asesinato aún en caso de violación.
Que la homosexualidad es un desorden moral grave y dista mucho de ser normal.

Como les decía, ideas no muy originales pues todas ellas se encuentran en el Catecismo de la Iglesia Católica. Consideraciones que la Iglesia y los católicos han mantenido durante siglos.

Lo curioso es que no me encontraba en una reunión de librepensadores u otro tipo de aquelarre bohemio. Se encontraban muchos católicos y algunos de más de una misa de domingo. ¿Qué es lo que había pasado entonces?

Algo muy sencillo y preocupante: los católicos se van mimetizando con una sociedad secularizada, la cual va minando sutil pero inexorablemente su fe hasta amoldarla a una especie de buenas costumbres sociales. Y como la sociedad se encuentra en un desvarío donde cada uno tiene su opinión, ellos, irresponsablemente, van perdiendo su identidad católica hasta terminar creyendo que ser católico es más un compromiso con las buenas costumbres de la sociedad que con el Dios de Jesucristo.

Por eso ya no reconocen lo que significa ser católico.

Por eso cuando expresé mi manera de ver la realidad las reacciones fueron varias. Algunos apuraron lo que estaban bebiendo. Otro hizo un gesto de disgusto y una pareja me dijo (ellos sí levantando la voz): ¡eres un fanático!, con el mismo tono que hubieran empleado para referirse a que era un grosero o un enfermo sexual.

Los miré un poco sorprendidos y les dije tranquilamente: ¿Fanático?... no, tan sólo católico.

Para Juan Pablo II rezar era respirar


Autor: . | Fuente: Ecclesia
Para Juan Pablo II rezar era respirar
Recuerda su secretario personal, el actual cardenal Dziwisz


Para Juan Pablo II rezar era respirar
01 de mayo de 2011

El Arzobispo de Cracovia (Polonia) y secretario personal de Karol Wojtyla por más de 40 años, Cardenal Stanislaw Dziwisz, señaló que para el Papa Juan Pablo II "rezar era como respirar".
En un artículo publicado hoy por L´Osservatore Romano en ocasión de su participación en la multitudinaria vigilia que se celebró en vísperas de su beatificación, el Cardenal afirmó que "rezar para Juan Pablo II era respirar. Cuando hablaba luego de Jesucristo, no hacía otra cosa que contar su experiencia. Siempre hubo entonces correspondencia entre lo que decía y lo que vivía. Era siempre auténtico, incluso y sobre todo en la escucha".

Estar con el Papa, dijo, significaba garantizar sus espacios de silencio, especialmente el que dedicaba a Dios: "Dios y punto. Los dos. Juan Pablo II era una enamorado de Dios. Lo buscaba, nunca se cansó de estar con Él. En Dios sabía sumergirse en todo lugar, en toda condición: incluso cuando estudiaba o estaba en medio de la gente, lo hacía con la máxima naturalidad".
Para el Cardenal, si Juan Pablo II "es proclamado beato, es porque ya era santo en vida, lo era también para nosotros que estábamos a su alrededor, yo sabía que era un santo".
"Yo lo sabía desde hace tiempo, desde que estaba en vida e incluso antes de que fuera elegido para el pontificado. Yo lo sabía desde cuando comencé a vivir a su lado. No era un Papa que en lo privado fuese distinto al Papa público. Era siempre él mismo. Siempre como ante Dios".

El Arzobispo se presentó, "con la cabeza gacha y el corazón agradecido", usando una expresión del Pontífice polaco para expreser "el tumulto de sentimientos que están en mi alma al darles mi humilde testimonio en esta ‘noche de fe’ como se le ha llamado".

El Arzobispo reiteró su profunda gratitud por la beatificación del Papa peregrino y recordó el especial amor que le tenía a la Ciudad Eterna a la que bendecía todas las noches desde la ventana de su departamento.

"Su mirada –prosiguió el Cardenal– estaba nutrida por la fe, y la fe era potencia y profundidad de su mirada. En uno de sus últimos días, me acerqué al lecho del Papa, y viéndolo dormido, traté de levantarle con cierta emoción y respeto uno de los párpados: me tocó mucho ver que la mirada era muy vívida. No sólo estaba consciente, sino que estaba perfectamente presente. Era como si él nos velara. Y como si esperase que nosotros y los jóvenes que lo acompañaban desde la Plaza de San Pedro, estuviésemos listos".

Del Papa "brotaba incluso en esa situación algo de su antigua y plácida energía. La energía extraordinaria que había impulsado continuamente ante su mirada, motivándolo a exigirse todo tipo de empresa: ‘¿Y ahora qué debo hacer?’ Era la energía creativa que brotaba de su vida interior".

Finalmente el Cardenal Dziwisz dijo que la disciplina mental de Juan Pablo II "no lo abandonó nunca: hasta el final de todo, hasta la meta. Como un patriarca bíblico nos preparó para el desprendimiento, llevándonos de la mano, concentrado en lo que hacía. Moría como un luchador exhausto pero lúcido: Aquí estoy muerte, me tendrás solo un instante. Voy a mi Casa, con mi Padre y mi Madre, voy allí adonde siempre he querido llegar. Allí donde está la vida verdadera, para siempre, benditos".

PENSAMIENTO MARIANO

A Jesús siempre se va y se "vuelve" por María.

San Josemaría Escrivá de Balaguer


MEJORAR LAS CONFESIONES CON SAN FRANCISCO DE SALES



Mejorar las confesiones con san Francisco de Sales
Hay confesiones no llegan a fondo, o son rutinarias, o están vacías de un dolor sincero y no permiten un cambio serio.


Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net


Recurrimos al sacramento de la confesión porque Dios ha movido nuestros corazones. Primero, nos ha hecho ver que hemos pecado. Luego, nos ha invitado al arrepentimiento, a las lágrimas sinceras del corazón. Después, nos ha dado fuerzas para tomar propósitos que nos lleven a cambiar de vida. Finalmente, nos ha esperado en un sacerdote que pronuncia las palabras de la misericordia: “yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Notamos, sin embargo, que algunas confesiones no llegan a fondo, o son rutinarias, o están vacías de un dolor sincero, o no permiten un cambio serio, una conversión auténtica.

¿Cómo mejorar, entonces, nuestras confesiones? Podemos ayudarnos de algunos consejos que ofrecía san Francisco de Sales.

En su obra “Introducción a la vida devota”, san Francisco de Sales explicaba a Filotea (es decir, a quien dirigía su libro, al alma enamorada de Dios) cómo hay confesiones que no están bien llevadas porque el penitente hace una acusación vaga, genérica, de los propios pecados.

Tras recomendar la confesión frecuente (cada 8 días) y dar una serie de indicaciones importantes (qué pecados hay que decir, el dolor, el propósito de la enmienda), el santo pone su atención en el modo de presentar los pecados veniales para sacar mejor provecho del sacramento. Sus palabras son claras y prácticas:

“No hagas tan sólo ciertas acusaciones superfluas, que muchos hacen por rutina: no he amado a Dios como debía; no he rezado con la debida devoción; no he amado al prójimo cual conviene; no he recibido los sacramentos con la reverencia que se requiere, y otras cosas parecidas. La razón es, porque, diciendo esto, nada dices, en concreto, que pueda dar a conocer a tu confesor el estado de tu conciencia, pues todos los santos del cielo y todos los hombres de la tierra podrían decir lo mismo, si se confesaran” (Introducción a la vida devota, parte II, capítulo XIX).

Para evitar esas acusaciones superfluas o vagas, Francisco recomienda ir a lo concreto. Luego, fijarse en las actitudes que el alma tenía cuando cometió un pecado. El texto antes citado sigue así:

“Examina, pues, de qué cosas, en particular, hayas de acusarte, y, cuando las hubieres descubierto, acúsate de las faltas cometidas, con sencillez e ingenuidad. Te acusas, por ejemplo, de que no has amado al prójimo como debías; ¿lo haces porque has encontrado un pobre necesitado, al cual podías socorrer y consolar, y no has hecho caso de él? Pues bien, acúsate de esta particularidad y di: he visto un pobre necesitado, y no lo he socorrido como podía, por negligencia, o por dureza de corazón, o por menosprecio, según conozcas cuál sea el motivo del pecado. Asimismo, no te acuses, en general, de no haberte encomendado a Dios con la devoción que debías; sino que, si has tenido distracciones voluntarias o no has tenido cuidado en elegir el lugar, el tiempo y la compostura requerida para estar atento en la oración, acúsate de ello sencillamente, según sea la falta, sin andar con vaguedades, que nada importan en la confesión”.

Junto con la claridad de los pecados, que han de ser presentados de modo concreto, Francisco exhortaba a buscar y corregir las raíces que provocan nuestras faltas:

“No te limites a decir los pecados veniales en cuanto al hecho; antes bien, acúsate del motivo que te ha inducido a cometerlos. No te contentes con decir que has mentido sin dañar a nadie; di si lo has hecho por vanagloria, para excusarte o alabarte, en broma o por terquedad. Si has pecado en las diversiones, di si te has dejado llevar del placer en la conversación, y así de otras cosas. Di si has persistido mucho en la falta, pues, generalmente, la duración acrecienta el pecado, porque es mucha la diferencia entre una vanidad pasajera, que se habrá colado en nuestro espíritu por espacio de un cuarto de hora, y aquella en la cual se habrá recreado nuestro corazón, durante uno, dos o tres días. Por lo tanto, conviene decir el hecho, el motivo y la duración de los pecados, pues, aunque, ordinariamente, no tenemos la obligación de ser tan meticulosos en la declaración de los pecados veniales, ni nadie está obligado a confesarlos, no obstante, los que quieren purificar bien sus almas, para llegar más fácilmente a la santa devoción, han de ser muy diligentes en dar a conocer al médico espiritual el mal, por pequeño que sea, del cual desean ser curados”.

San Francisco de Sales nos deja, así, consejos concretos y realistas. No podemos curarnos sin recurrir al Médico, y no podemos recibir con fruto el sacramento de la reconciliación sin un examen que saque a la luz las raíces de nuestros pecados.

Si mejoramos, por lo tanto, la manera de acusar los pecados, el confesor, que actúa en nombre de Cristo y de la Iglesia, podrá guiarnos con un conocimiento mejor de las actitudes de nuestro corazón. De este modo, desde la luz del Espíritu Santo, seremos más conscientes de los puntos en los que tenemos que poner mayor esfuerzo para erradicar el pecado de la propia vida y para pensar y actuar según el Evangelio.

domingo, 1 de mayo de 2011

SAN JOSÉ OBRERO - 1 DE MAYO


SAN JOSÉ OBRERO
1 de Mayo

El origen de la fiesta litúrgica de San José Obrero se remonta al 1 de Mayo de 1955. Ese día, Roma era un hervidero de gentes venidas de muchas partes del orbe, y en la Ciudad Eterna parecía correr un aire nuevo, recién estrenado. Era un encuentro multitudinario y gozoso de más de 200.000 obreros con el Papa Pío XII. Ese mismo día, 1 de Mayo de 1955, en el incomparable marco de la plaza de San Pedro repleta de trabajadores, el Papa proclamaba la Fiesta del Trabajo, y en el calendario de la Iglesia universal nacía la fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores.

Los textos de la liturgia del día constituyen una catequesis del significado del trabajo humano a través de la fe.

Al menos, desde 1898, en que León XII abordó el tema del trabajo y la situación de los trabajadores con su importantísima encíclica Rerum Novarum, la Iglesia ha sido pródiga en la publicación de documentos sobre la llamada "cuestión social". Entre estos documentos, se puede destacar Quadragesimo Anno, de Pío XI; Mater et magistra, del Beato Juan XXIII; la Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II; Populorum Progressio, de Pablo VI, y la Laborem exercens, de Juan Pablo II, en la que se profundiza sobre la espiritualidad del trabajo.

A continuación, podrán leer la oración con la que el papa Juan XXIII terminaba su alocución en esta fiesta el año 1959:

" ¡Oh glorioso San José, que velaste tu incomparable y real dignidad de guardián de Jesús y de la Virgen María bajo la humilde apariencia de artesano, y con tu trabajo sustentaste sus vidas, protege con amable poder a los hijos que te están especialmente confiados!

"Tú conoces sus angustias y sus sufrimientos porque tú mismo los probaste al lado de Jesús y de su Madre. No permitas que, oprimidos por tantas preocupaciones, olviden el fin para el que fueron creados por Dios; no dejes que los gérmenes de la desconfianza se adueñen de sus almas inmortales. Recuerda a todos los trabajadores que en los campos, en las oficinas, en las minas, en los laboratorios de la ciencia no están solos para trabajar, gozar y servir, sino que junto a ellos está Jesús con María, Madre suya y nuestra, para sostenerlos, para enjugar el sudor, para mitigar sus fatigas. Enséñales a hacer del trabajo, como hiciste tú, un instrumento altísimo de santificación".


DOMINGO DE LA MISERICORDIA - DIVINA MISERICORDIA

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 DOMINGO DE LA MISERICORDIA

"Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia, el domingo siguiente al de la Pascua de Resurrección" (I,18)
"Deseo que en esta Fiesta el alma que acuda a la Confesión y reciba la Sagrada Comunión, obtenga el perdón total de sus culpas y del castigo" (pena) (II, 138)
(Santa Faustina)


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 DIARIO DE SANTA FAUSTINA
PALABRAS DE JESÚS:
 

"Mi Misericordia es más grande que todas las miserias de tu alma y las del mundo entero. Por tu alma bajé del Cielo a la tierra, me dejé  clavar en la Cruz y permití que mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, para así poder abrir la Fuente de mi Misericordia" (V.80)
"Cuando te acercas a la Confesión, a esa Fuente de mi Misericordia, siempre fluye sobre tu alma la Sangre y el Agua que brotó de mi Corazón y se ennoblece tu alma" (VI,6) "Al confesarte, debes saber que Yo mismo te espero en el confesionario, oculto en el Sacerdote". (VI,6)

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CUADRO DE JESÚS MISERICORDIOSO

"Pinta un cuadro según me estás viendo, con la invocación: "JESÚS, CONFÍO EN TI", Quiero que se venere,,, en el mundo entero" (I,18)
"Prometo que el alma que venere este Cuadro, no se perderá. Sobre todo, a la hora de la muerte, Yo mismo la defenderé como a mi Gloria" (I,18)
Jesús promete la Salvación enterna y grandes progresos en la santidad a los que le den culto, por medio del Cuadro. En tu hogar y en tu cartera, pónlo en un lugar preferente.

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 PROMESAS A LOS QUE PROPAGUEN ESTA DEVOCIÓN

"A las almas que propaguen la devoción a mi Misericorida, las protegeré durante su vida" (III,20)
"Haz todo lo que puedas para propagar la devoción a mi Misericordia, y Yo supliré lo que te falte" (III,20)


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HORA DE LA MISERCORDIA

"A  las 3 de la tarde implora mi Misericordia, especialmente para laos pecadores y , aunque sea por un momento, contempla mi Pasión. En esta Hora no negaré nada al alma que lo pida por los méritos de mi Pasión" (IV, 59)

Judith


POR NUESTROS SERES QUERIDOS...

DICHO DE JUAN PABLO II

sábado, 30 de abril de 2011

Fotógrafo personal de Juan Pablo II dice que el Papa es un santo

Fotógrafo personal de Juan Pablo II dice que el Papa es un santo
 
ROMA, 29 Abr. 11 / 08:53 am (ACI)

Arturo Mari, fotógrafo personal del futuro beato
Juan Pablo II, afirmó que todos los episodios que vivió con el extinto pontífice, en el Vaticano y en sus constantes viajes, le confirmaron que sin duda el Siervo de Dios es un santo, "un hombre de Dios".
"Te garantizo que era un santo vivo, por todo lo que podía ver con mis ojos, escuchar con mis oídos, no puedes creer todo lo que podía hacer ese hombre", dijo Mari, de 71 años de edad y que desde los 16 se dedicó a registrar la vida de cinco pontífices, desde Pío XII hasta parte del pontificado de Benedicto XVI, cuando se retiró en 2008.
Así, entre las miles de experiencias, Mari recuerda la visita de Juan Pablo II a la isla coreana de Sarok el 4 de mayo de 1984, que era una antigua colonia para leprosos que recibían tratamiento.
El fotógrafo recuerda que el Papa solo debía dar un breve discurso sobre el significado del sufrimiento y partir. Pero después de ver a los enfermos, Juan Pablo II apartó al Cardenal que apuraba las cosas y se acercó a los leprosos. "Los tocó con sus manos, los acarició, besó a cada uno", dijo Mari. "Ochocientos leprosos, uno por uno. ¡Uno por uno!".
En la entrevista concedida el 26 de abril a Associated Press en Roma, Mari rememora varios pasajes de los 27 años al servicio del futuro beato, como el viaje a Sudán en 1993, cuando Juan Pablo II regañó al presidente Omar Hassan el-Bashir durante la audiencia privada por no proteger a la minoría cristiana. Un Papa visiblemente molesto llamó la atención al mandatario y le dijo que era un "criminal" y sería juzgado por Dios.
Muchas de las fotos difundidas de Mari muestran a Juan Pablo II de vacaciones en las montañas del Valle de Aosta o descansando en los jardines de Castel Gandolfo. Pero también cuando el Papa estaba tendido en una cama de hospital después de un intento de asesinato en 1981; o la que lo muestra perdonando a Ali Agca, el hombre que le disparó.
Pero Mari también recordó diálogos personales, como las charlas durante el Concilio Vaticano II y qué significaba ser un sacerdote detrás de la Cortina de Hierro, o cuando lo consultó en Castel Gandolfo sobre qué hacer como padre de un sacerdote. Su único hijo fue ordenado en 2007.
Mari tiene en su sala un conjunto de fotos enmarcadas. Entre sus preferidas están la que tiene con el Papa durante el centésimo viaje al exterior del fotógrafo. También hay una donde aparecen él, Juan Pablo II y otros colaboradores del Vaticano en el Valle de Aosta.
Junto a estas aparece una foto tomada al Papa pocos días antes de su muerte y que lo muestra en su capilla privada, enfermo y aferrándose a un crucifijo mientras contempla por televisión la procesión del Viernes Santo que se realizaba en el Coliseo Romano.
"Mira sus manos, la fuerza de sus manos, cómo aferra la cruz", dijo Mari, contemplando la foto. "Mira, están rojas. Está haciendo un esfuerzo. Se ve su gran sufrimiento, como si toda su vida estuviera en esa cruz".
Finalmente, dijo que el 2 de abril del 2005, el día que falleció el Pontífice, fue a visitarlo a su apartamento convocado por el secretario para que se despidiera. Juan Pablo II estaba tendido sobre su costado izquierdo y había una máscara de oxígeno sobre la almohada.
"Giró y me sonrió y sus ojos eran enormes. ¡Hermosos! Hacía años que no los veía así. Caí de rodillas debido al momento, era más fuerte que yo. Me tomó la mano, acarició mi mano. Después de un rato, dijo 'Arturo, grazie, grazie', y apartó la cara", recordó.

SONRISA DE JUAN PABLO II

MARÍA Y LA RESURRECCIÓN DE CRISTO


Autor: SS Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net
María y la Resurrección de Cristo
María es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso de la Resurrección.



Después de que Jesús es colocado en el sepulcro, María "es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y sorprendente de la Resurrección"

La espera que vive la Madre del Señor el Sábado santo constituye uno de los momentos más altos de su fe: en la oscuridad que envuelve el universo, ella confía plenamente en el Dios de la vida y, recordando las palabras de su Hijo, espera la realización plena de las promesas divinas.

Los evangelios refieren varias apariciones del Resucitado, pero no hablan del encuentro de Jesús con su madre. Este silencio no debe llevarnos a concluir que, después de su resurrección, Cristo no se apareció a María; al contrario, nos invita a tratar de descubrir los motivos por los cuales los evangelistas no lo refieren.

Suponiendo que se trata de una "omisión", se podría atribuir al hecho de que todo lo que es necesario para nuestro conocimiento salvífico se encomendó a la palabra de "testigos escogidos por Dios" (Hch 10, 41), es decir, a los Apóstoles, los cuales "con gran poder" (Hch 4, 33) dieron testimonio de la resurrección del Señor Jesús. Antes que a ellos el Resucitado se apareció a algunas mujeres fieles, por su función eclesial: "Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán" (Mt 28, 10).

Si los autores del Nuevo Testamento no hablan del encuentro de Jesús resucitado con su madre, tal vez se debe atribuir al hecho de que los que negaban la resurrección del Señor podrían haber considerado ese testimonio demasiado interesado y, por consiguiente, no digno de fe.

Los evangelios, además, refieren sólo unas cuantas apariciones de Jesús resucitado, y ciertamente no pretenden hacer una crónica completa de todo lo que sucedió durante los cuarenta días después de la Pascua. San Pablo recuerda una aparición "a más de quinientos hermanos a la vez" (1 Co 15, 6). ¿Cómo justificar que un hecho conocido por muchos no sea referido por los evangelistas, a pesar de su carácter excepcional? Es signo evidente de que otras apariciones del Resucitado, aun siendo consideradas hechos reales y notorios, no quedaron recogidas.

¿Cómo podría la Virgen, presente en la primera comunidad de los discípulos (cf. Hch 1, 14), haber sido excluida del número de los que se encontraron con su divino Hijo resucitado de entre los muertos?

Más aún, es legítimo pensar que verosímilmente Jesús resucitado se apareció a su madre en primer lugar. La ausencia de María del grupo de las mujeres que al alba se dirigieron al sepulcro (cf. Mc 16, 1; Mt 28, 1), ¿no podría constituir un indicio del hecho de que ella ya se había encontrado con Jesús? Esta deducción quedaría confirmada también por el dato de que las primeras testigos de la resurrección, por voluntad de Jesús, fueron las mujeres, las cuales permanecieron fieles al pie de la cruz y, por tanto, más firmes en la fe.

En efecto, a una de ellas, María Magdalena, el Resucitado le encomienda el mensaje que debía transmitir a los Apóstoles (cf. Jn 20, 17-18). Tal vez, también este dato permite pensar que Jesús se apareció primero a su madre, pues ella fue la más fiel y en la prueba conservó íntegra su fe.

Por último, el carácter único y especial de la presencia de la Virgen en el Calvario y su perfecta unión con su Hijo en el sufrimiento de la cruz, parecen postular su participación particularísima en el misterio de la Resurrección.

Un autor del siglo V, Sedulio, sostiene que Cristo se manifestó en el esplendor de la vida resucitada ante todo a su madre. En efecto, ella, que en la Anunciación fue el camino de su ingreso en el mundo, estaba llamada a difundir la maravillosa noticia de la resurrección, para anunciar su gloriosa venida. Así inundada por la gloria del Resucitado, ella anticipa el "resplandor" de la Iglesia (cf. Sedulio, Carmen pascale, 5, 357-364: CSEL 10, 140 s).

Por ser imagen y modelo de la Iglesia, que espera al Resucitado y que en el grupo de los discípulos se encuentra con él durante las apariciones pascuales, parece razonable pensar que María mantuvo un contacto personal con su Hijo resucitado, para gozar también ella de la plenitud de la alegría pascual.

La Virgen santísima, presente en el Calvario durante el Viernes santo (cf. Jn 19, 25) y en el cenáculo en Pentecostés (cf. Hch 1, 14), fue probablemente testigo privilegiada también de la resurrección de Cristo, completando así su participación en todos los momentos esenciales del misterio pascual. María, al acoger a Cristo resucitado, es también signo y anticipación de la humanidad, que espera lograr su plena realización mediante la resurrección de los muertos.

En el tiempo pascual la comunidad cristiana, dirigiéndose a la Madre del Señor, la invita a alegrarse: "Regina caeli, laetare. Alleluia". "¡Reina del cielo, alégrate. Aleluya!". Así recuerda el gozo de María por la resurrección de Jesús, prolongando en el tiempo el "¡Alégrate!" que le dirigió el ángel en la Anunciación, para que se convirtiera en "causa de alegría" para la humanidad entera.

BEATO JUAN PABLO II

viernes, 29 de abril de 2011

ORACIÓN A JUAN PABLO II

DICHOSOS LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO


Autor: Pa´ que te salves. | Fuente: Catholic.net
Dichosos los que creen sin haber visto.
¡Qué dicha encontrarse nuevamente con el Señor, había vencido verdaderamente a la muerte!

 
Contemplaremos, paso a paso, un hermosísimo pasaje evangélico. Veremos a los apóstoles que, atemorizados, se escondían bajo llave. Veremos a Jesús que amorosamente se acerca a ellos y les anima. Veremos al apóstol Tomás que no se anima a creer en la Resurrección del Señor.

Cuando se está lejos de Jesús, o cuando se le desconoce, la vida de una persona se convierte en una angustia permanente. ¿Qué sucede cuando una persona que no cree en Dios se entera que ha de morir pronto por una enfermedad incurable? ¿Que sucede con una persona que no cree en Dios y pierde a un ser querido, o sufre un terrible accidente? ¿Acaso no se llena de angustia, de miedo, de duda? Pero, cuando verdaderamente se cree en Dios, la persona atribulada confía y no se angustia. Nuestro mundo de hoy vive angustiado todo el tiempo pues no conoce o no quiere aceptar a Jesucristo.

Contemplemos este pasaje evangélico que el apóstol San Juan nos transmite por medio de la Liturgia de la Palabra. Observemos, paso a paso, lo acontecido en aquella ocasión. Observemos a los protagonistas del pasaje y presenciemos personalmente lo ocurrido.

Era el día de la Resurrección. Era ya de noche. Los discípulos de Jesús, diez únicamente (pues Judas, quien había traicionado y vendido al Señor, se había quitado la vida; Tomás estaba ausente), se encontraban encerrados bajo llave en una casa. Estaban llenos de miedo por los judíos. Asustados, temerosos, no comprendían qué pasaba. Por la mañana, María Magdalena les había dicho que Jesús había resucitado, que ya no estaba en la tumba. Pedro y Juan fueron corriendo presurosos a ver el sepulcro, la tumba, donde habían depositado el cuerpo del maestro. Ellos no creían lo dicho por María Magdalena. Creían que el cuerpo había sido robado y temían que los judíos los maltratasen. Además, estaban tristes pues ¿de qué les había servido haber dejado familias, trabajo, fama y tranquilidad para seguir a Jesús durante tres años y haber terminado con la sentencia de muerte, ejecución y sepultura del maestro? Estaban desconcertados, atemorizados y tristes. ¡Pobres discípulos! Se sentían huérfanos.

Mas de pronto, en medio de esa comunidad atemorizada y encerrada bajo llave, el Señor se presenta amorosamente. ¡Cuál habrá sido el susto que ellos se habrán llevado al ver que un resucitado se les aparezca! Tres días antes lo habían enterrado muerto después de un suplicio horrible! Ahora Él se presenta en medio de ellos. Conociendo el Señor que estaban tan atemorizadas y que su aparición les iba a aumentar los temores, les dice amorosa y tiernamente: “La paz esté con Ustedes”. Ellos se tranquilizan. El Señor nuevamente les ayuda, pues les muestra las heridas causadas por los clavos en las manos, y la herida causada por la lanza en el costado. Entonces, esos discípulos que estaban llenos de miedo, de tristeza, se alegran de ver al Señor.

¡Qué dicha encontrarse nuevamente con el Señor! En esos momentos, reconocían que era verdad todo lo que les había dicho. Lo veían a Él resucitado, vivo. ¡Había vencido verdaderamente a la Muerte!.

Seguramente San Pedro se abalanzó sobre el Señor. Le habrá abrazado y besado. Habrá llorado de alegría al ver a su maestro nuevamente. Las lágrimas habrán corrido nuevamente por sus mejillas, pero ya no de tristeza por la traición, sino de alegría por el reencuentro con el maestro amado.

Y el Señor, amorosamente, les vuelve a decir que la paz esté con ellos. ¡Qué encuentro tan maravilloso! ¡Único! Jesucristo resucitado y sus amados discípulos. El reencuentro después del dolor. La alegría después de la tristeza.

Él les habla, le conforta, les da muestras de cariño, junto con nuevas indicaciones. Les da de regalo al Espíritu Santo, y el poder de perdonar los pecados. Además de abrirnos las puertas del Cielo, de la vida eterna, además de haber muerto por todos los hombres, además de habernos amado tanto, Jesús sigue regalando cosas a sus amigos, a sus amados, a sus hijos.

¡Qué alegría! ¡Qué gozo! ¡Qué tranquilidad habrá sido el volver encontrase con el maestro!. Los discípulos habrán recobrado vida después de tan duras penas sufridas.

Y el Señor se marcha… Los vuelve a dejar…

Cuando Tomás, el discípulo ausente, regresa, los compañeros le cuentan lo ocurrido. Pero él no les cree. Se imagina que el miedo y la tristeza les hace ver fantasmas o algo así. Les dice: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”. ¡Pobre Tomás! No creía. Aún pedía pruebas de lo que sus compañeros le decían. Él no comprendía cómo Jesús pudo morir de forma tan vil si era Dios.

Pasan ocho días más. Era el siguiente domingo, el primero después de la Resurrección. Ese día, sí estaba Tomás con los demás discípulos. El Señor se les vuelve a aparecer. Y amorosamente le invita a que meta sus dedos en las heridas, para que crea. Al instante el buen Tomás se arrodilla y le dice “¡Señor mío y Dios mío!” A lo que le responde el Señor: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que crean sin haber visto”. En ese momento, el Señor pensó en todos nosotros, que creeríamos sin que lo hubiéramos visto.

El Señor nos invita a creer a pesar de no haber visto. A creer en el amor infinito de Dios por nosotros. Y junto con toda la Iglesia en este Jubileo del Año dos mil. Nos invita a la conversión, a volver a Dios, a alejarnos de la vida de pecado. Recordemos que para esto ha venido Jesucristo, para rescatarnos del pecado y abrirnos nuevamente las puertas el cielo. Y, para ello, recordemos que espera que cada uno de nosotros libremente lo busque a Él.

No dejemos pasar el tiempo. Volvamos a la casa del Padre. Sigamos los caminos de nuestros Señor Jesucristo: Amemos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo. Si amamos realmente estaremos en el camino de la conversión, pues quien verdaderamente ama es quien imita a Dios, pues Dios es amor, nos dice el apóstol san Juan, y el mandato de Jesucristo es: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Por ello, la auténtica conversión del corazón es la imitación de Cristo amoroso, quien nos amó y se entregó por nosotros.

La Iglesia, por medio del catecismo, nos recuerda que cada persona, tú o yo, hemos de responder libremente a la invitación que Dios nos hace para creer. Esa respuesta muy personal de cada uno, es la fe.

Nos recuerda, también, que la fe no es algo nada más personal, pues no la habríamos recibido si no hubiese otras personas que nos la transmitieran. Por ello, es necesario que todos transmitamos a otras personas esa fe.

Recordemos que no es suficiente creer en Jesucristo para que alcancemos la vida eterna y nos salvemos. Es necesario que nuestra vida se transforme en una vida llena de obras de acuerdo a los mandatos de Jesucristo: obras llenas de amor a Dios y a nuestros hermanos los hombres.

La fe no llega así porque sí a los demás. Es necesario que haya otras personas que la lleven a los que no la conoces. Todos los cristianos, todos los miembros de la Iglesia estamos llamados a transmitir la fe a los demás, empezando por nuestros hijos.

Nadie puede dar lo que no conoce. Por ello es necesario que conozcamos cada día mejor nuestra fe, para que la podamos transmitir a los demás, empezando por los de casa.

ATAÚD DE JUAN PABLO II ES SACADO DE SU TUMBA PARA SU BEATIFICACIÓN




Ataúd de Juan Pablo II es sacado de su tumba para su beatificación

 
El féretro con los restos de Juan Pablo II fue sacado hoy de la tumba que ocupaba en las Grutas Vaticanas y colocado sobre un catafalco cubierto con una tela blanca delante de la monumental tumba de San Pedro.

El ataúd permanecerá en ese lugar hasta la mañana del 1 de mayo, cuando será trasladado ante el Altar de la Confesión de la basílica de San Pedro, para que los fieles puedan venerarlo una vez beatificado por Benedicto XVI.

Las caja, informaron a Efe fuentes vaticanas, fue sacada pocos minutos después de las nueve de la mañana (07.00 GMT) por personal del Vaticano.

Las Grutas Vaticanas (cripta de la basílica de San Pedro) permanecerán cerradas al público desde hoy hasta primeras horas de la tarde del 1 de mayo.

El féretro con los restos del papa Wojtyla, fallecido el 2 de abril de 2005 a los casi 85 años (los habría cumplido el 20 de mayo) no será abierto, ni el cadáver exhumado, debido al corto espacio de tiempo que hace desde su fallecimiento.

Una vez que Benedicto XVI lo haya proclamado beato, en una ceremonia que comenzará a las nueve de la mañana (07.00 GMT) del primero de mayo, el papa Ratzinger y los cardenales con los que concelebrará la misa irán en procesión desde la Plaza de San Pedro hasta el interior de la basílica, donde se postrarán ante el féretro y rezarán.

Después, todos los fieles que lo deseen podrán acercarse hasta el féretro para rendir homenaje al papa que guió a la Iglesia durante casi 27 años (1978-2005) y la introdujo en el tercer milenio.

La basílica de San Pedro estará abierta mientras dure el flujo de fieles para permitir que los cientos de miles que se esperan puedan rezar ante el primer pontífice polaco de la historia.

Una vez concluida las celebraciones, el féretro será trasladado a la capilla de San Sebastián del templo vaticano, para permitir una mayor afluencia de fieles en el futuro.

Esta capilla, situada entre la que acoge a la "Piedad", de Miguel Ángel, y la Capilla del Santísimo, ha sido restaurada, con nueva iluminación y sonido, y guarda actualmente los restos del papa Inocencio XI (1611-1689).

Los restos de Juan Pablo II han reposado desde el 8 de abril de 2005, fecha del funeral, en las Grutas Vaticanas, en la que fue tumba del beato papa Juan XXIII y a pocos metros de la tumba de San Pedro.

Juan Pablo II era el único papa enterrado entre dos reinas, Cristina de Suecia y Carlota de Chipre.

Hasta ahora, una sencilla lápida de mármol blanco jaspeado cubría la tumba del papa polaco, que se convirtió en lugar de peregrinación de fieles de todo el mundo.

Según datos del Vaticano, una media de más de 20.000 personas la visitaban a diario.

"Ioannes Pavlvs PP II. 16.X.1978-2.IV.2005" eran las únicas letras y números grabados en la losa de mármol, proveniente de la famosa montaña de mármol de Carrara, en el noroeste italiano.

La losa medía 2,20 metros de largo por 1,20 metros de ancho y estaba colocada de manera que los fieles podían verla y leer lo escrito con facilidad.

jueves, 28 de abril de 2011

ANÉCDOTAS DE JUAN PABLO II

ANÉCDOTAS DE JUAN PABLO II


84 años de vida dan para muchísimas anécdotas. Algunas de ellas las podrán leer a continuación:

Durante su infancia, sus amigos lo llamaban Lolek (Carlitos). Ese diminutivo siguieron usándolo sus parientes y algunos amigos íntimos procedentes de Polonia.

De joven, Carol Wojtyla fue atropellado por un camión y permaneció 9 días en coma.

Mostró un gran interés por el teatro y la literatura polaca. Fue actor de teatro.

Posteriormente, trabajó duramente como obrero en una cantera.

A la edad de 25 años, ayudó a una niña judía de 13 años, superviviente de un campo de concentración, alimentándola y llevándola en brazos durante cuatro kilómetros sobre la nieve, para que cogiera el tren que la devolvía a casa.

Juan Pablo II no hubiera llegado a ser Papa si, en el año 1945, en Cracovia, un oficial de la Armada Roja de la Unión Soviética, culto y amante de la historia, no hubiera decidido salvar la vida, a pesar de las órdenes de Stalin, a un joven seminarista llamado Carol Wojtyla, que le había ayudado a traducir libros sobre la caída del Imperio romano.

El 29 de mayo de 1967, contando con 47 años, se convirtió en el segundo cardenal más joven de la Iglesia Católica.

El día de su elección, el automóvil que trasladaba a Juan Pablo II se estropeó. Hizo auto-stop y un camionero le llevó directamente a la Plaza de San Pedro, muy justo de tiempo para entrar en el cónclave. De hecho, fue el último Cardenal en entrar.

El 16 de octubre de 1978, tras la muerte del Papa Juan Pablo I, se convirtió en el Pontífice más joven del siglo XX y en el primer Papa no italiano desde la elección de Adriano VI en 1522.

El 13 de Mayo de 1981, tras ser herido en un atentado, fue internado en un hospital. Por aquel entonces, el presidente de Italia era Sandro Pertini, el cual permaneció al lado del Santo Padre hasta las dos de la mañana. No quiso alejarse antes de que el Papa abandonara la sala operatoria. El comportamiento del Presidente fue ejemplar.

Su amor a los jóvenes le llevó a crear los "Encuentros mundiales de la Juventud". Su interés por resaltar el valor de la familia, también le llevó a crear los "Encuentros mundiales de la Familia".

En 1993 se entrevistó con el emperador japonés Akihito, siendo la primera entrevista de la historia entre un soberano nipón y un Papa.

En las elecciones presidenciales polacas de 1997, apoyó la candidatura de Lech Walesa, que logró llegar al poder.

En enero de 1998 visitó por primera vez Cuba, siendo el único Papa que pisaba esa tierra cubana desde el inicio de la revolución castrista.

Juan Pablo II fue el primer Papa que entró una sinagoga judía, en una mezquita y habló en una asamblea islámica.

El 16 de octubre del año 2000 su pontificado se convirtió en el más largo del siglo XX.

Fue el primer Papa internado en un hospital fuera del Vaticano.

Cuando viajaba, llevaban varios frascos con litros de su sangre porque era de un tipo difícil de conseguir.

Una montaña del Polo sur lleva el nombre del papa Juan Pablo II, como homenaje a sus 25 años de pontificado.

Le gustaba desayunar a la polaca, es decir, con huevos, salchichas, pan y café negro.


En todo su Pontificado, Juan Pablo II ha llevado a cabo 104 visitas pastorales fuera de Italia; la última fue al Santuario de Lourdes en agosto de 2004. Ha hecho 146 visitas pastorales en Italia, sin tener en cuenta las realizadas a diversas instituciones de su diócesis de Roma. La última visita dentro de Italia fue al santuario de Loreto, realizada el 5 de septiembre de 2004. Ha recorrido más de 1.300.000 kilómetros, lo que representa casi 29 veces la vuelta a la Tierra y casi tres veces la distancia entre la Tierra y la Luna. Es el Papa más viajero de la historia con 133 países visitados, la mayor parte de los cuales recibieron por primera vez a un Pontífice. La lista completa de viajes puede leerse más abajo.

Ha escrito 14 encíclicas, 13 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas, 42 cartas apostólicas y 28 Motu propio.

Ha proclamado 1.320 beatos en 143 ceremonias de beatificación. Además, ha canonizado 472 santos.

Ha convocado 9 consistorios para la creación de Cardenales y ha nombrado 232. El último consistorio fue celebrado el 21 de octubre de 2003.

Ha celebrado más de mil audiencias generales semanales, y ha recibido a unos 17.000.000 de fieles de todo el mundo. A esto hay que añadir los encuentros y audiencias con diversos grupos y figuras políticas, entre ellos jefes de Estado y primeros ministros, que superan los 1.500.

Ha dictado más de 20.000 discursos. Ha sufrido 6 operaciones. En una de ellas le cortaron 2.5 metros de intestino.

Los 5 pontificados más largos de la historia han sido:

San Pedro: 35 años
Pío IX: 31 años y 7 meses
Juan Pablo II: 26 años y 5 meses
León XIII: 25 años
Pío VI: 24 años y 6 meses

Es el primer papa polaco, y el primero venido de un país comunista

Cuando gozaba de buena salud, esquiaba y escalaba montañas.

Fue el primer papa en ser herido de un disparo en la calle.

Fue el primer pontífice católico en ingresar a un hospital público.

Según una encuesta realizada en la diócesis de Indiana (EEUU), lo que más llamaba la atención a los feligreses era su sonrisa, la devoción mariana, su dominio de varios idiomas, el perdón concedido al que quiso asesinarlo y su amor a los niños y los pobres.

De acuerdo con un estudio efectuado en 22 países de América Latina, España y Portugal a más de 40.000 estudiantes de secundaria, los jóvenes admiran principalmente a personajes solidarios. Juan Pablo II ocupó el primer lugar y la Beata Madre Teresa de Calcuta el segundo

En Navidad, solía obsequiar a algunas amistades, a los cardenales y a todos los trabajadores del Vaticano, una botella de vino y un pan dulce de limón con pasas.

La mayoría de los viernes santos iba a confesar a la basílica de San Pedro. Bautizó en su capilla privada a los hijos de sus amigos o a los de sus más modestos colaboradores, casando por ejemplo a una mecanógrafa con un cerrajero.

Es el autor de 4 libros y más de 500 artículos y ensayos

En marzo del 2003, el Vaticano presentó el sexto libro de poemas místicos escritos por el papa, que lleva por título Tríptico Romano

El 13 de abril de 1986 realizó un gesto histórico al visitar la sinagoga de Roma, situada frente al Vaticano, al otro lado del río Tíber

En mayo del 2002, se reunió en la plaza de San Pedro con cientos de ex prostitutas durante la audiencia general

En ese mismo mes, después del encuentro ecuménico de oración en Asís, el papa mandó un mensaje a los jefes de estado, invitándolos a adoptar una lista de diez compromisos por la paz mundial.

Tras el encuentro de Asís, por primera vez después del cisma entre Oriente y Occidente de 1054, una delegación oficial de la Iglesia Ortodoxa Griega (la más reacia a Roma junto con el patriarcado de Moscú), fue recibida por el papa en el Vaticano

El 16 de octubre del 2002, al celebrar el 24 aniversario de su elección, proclamó en la plaza de San Pedro que cumpliría su misión hasta el final

En agosto del 2002, viajó a su tierra natal Polonia, donde realizó una misa en Cracovia ante más de dos millones de fieles; siendo hasta el momento la más grande de la historia

El 14 de noviembre del 2002 visitó el parlamento italiano, la primera vez que el jefe de la Iglesia Católica lo hacia en 150 años. Su discurso se centró en el terrorismo internacional y la globalización; y fue tan elocuente que al verlo por la televisión el mafioso italiano Benedetto Marciante, capo de la Cosa Nostra y acusado de homicidio y de extorsión, se entregó a la policía romana

A partir de enero del 2003, las meditaciones, pensamientos e inquietudes del papa, pueden ser escuchadas por los fieles a través de los teléfonos móviles en Italia

En junio del 2003, a sus 83 años de edad, completó su viaje número cien al llegar a Croacia

El 19 de julio del 2003, se dio a conocer la noticia que el papa había destinado cerca de ocho millones de dólares para obras de caridad en numerosos países del mundo. La donación se utilizó en proyectos de educación, salud, formación profesional, vivienda, protección de mujeres, niños y ancianos

Juan Pablo II tomó su nombre en honor a su antecesor Juan Pablo I.

El Cardenal Stefan Wyszynski, primado de Polonia, le dijo la mañana de su elección: “si te eligen, te ruego que no te niegues”. Después de la elección dijo que "Este Papa introducirá a la Iglesia en el tercer milenio" y hoy en día sabemos que eso se cumplió.

Juan Pablo II desplegó grandes esfuerzos en el diálogo con las otras religiones no cristianas, que desembocaron en el histórico “Encuentro Mundial de Oración por la Paz” (1986).

Tenía una devoción especial a la Virgen de Fátima, que se apareció a tres niños pastores portugueses un 13 de mayo de 1917. Estaba convencido de que ella le salvó la vida durante el atentado del que fue víctima, también, un 13 de mayo (1981).

El proyectil que hirió gravemente a Juan Pablo II en el atentado cometido en la Plaza de San Pedro el día 13 de Mayo de 1.981 fue engarzado en la corona de la imagen de Ntra. Sra. de Fátima, que preside el Santuario de Cova de Iría. El propio Papa entregó la bala a Mons. Alberto Cosme, obispo de Leiría. El 13 de Mayo se celebra Ntra. Sra. de Fátima.

El Ayuntamiento de Roma resumió de la siguiente forma los datos de afluencia de los días posteriores al fallecimiento de Juan Pablo II:

3.000.000 de peregrinos vinieron a Roma a despedirse del Papa.

Unos 250.000 pudieron participar en las exequias del viernes en la plaza de San Pedro del Vaticano y en la Vía de la Conciliación.

En torno a 1.400.000 fieles rindieron homenaje a los restos mortales de Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

En cada uno de esos días, en el metro de Roma, viajaron 1.500.000 pasajeros.

10.000 voluntarios de Protección Civil, del Ayuntamiento de Roma, de los boy scouts y de otras organizaciones garantizaron la asistencia.

8.963 personas de las fuerzas de seguridad garantizaron el orden público.

En el patio del Policlínico Gemelli de Roma se inauguró el 30 de junio de 2009 una estatua en recuerdo del papa Juan Pablo II.

El monumento, dedicado por la Universidad Católica a la memoria del papa Wojtyla, fue bendecida por el cardenal Stanislaw Dziwisz, durante décadas secretario particular del pontífice.

La estatua es obra del escultor toscano Stefano Pierotti y lleva por título "¡No tengáis miedo!", como la célebre expresión pronunciada por el Papa polaco el 22 de octubre de 1978, durante la homilía de la Misa inaugural del pontificado.

La estatua está ubicada en el patio contiguo a la entrada principal del Policlínico Gemelli, donde Juan Pablo II fue ingresado en nueve ocasiones, entre el 13 de mayo de 1981 - día del atentado en la Plaza de San Pedro- y la última vez que se le ingresó al final de su enfermedad, en marzo de 2005.

A este patio el papa Juan Pablo II se asomaba desde la ventana del apartamento de la décima planta para rezar el Angelus dominical y bendecir a los fieles. En una de aquellas ocasiones, durante su ingreso en 1996, definió al Policlínico Gemelli "Vaticano III", como "casa" del Papa junto a los Palacios Apostólicos de Roma y Castel Gandolfo.

PADRE, ME PONGO EN TUS MANOS

Padre, me pongo en tus manos..
Autor: Charles de Foucauld

Padre, me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea, te doy las gracias.

Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal que tu voluntad se cumpla en mí,
y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Padre.

Te confío mi alma,
te la doy con todo el amor
de que soy capaz,
porque te amo.

Y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.
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