domingo, 30 de junio de 2024

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE JUNIO DE 2024



Domingo 13 (B) del tiempo ordinario

Domingo 30 de junio de 2024



1ª Lectura (Sab 1,13-15; 2,23-24): Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y los de su partido pasarán por ella.



Salmo responsorial: 29

R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.


Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo.


Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

2ª Lectura (2Cor 8,7.9.13-15): Hermanos: Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba».

Versículo antes del Evangelio (2Tim 1,10): Aleluya. Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte, y sacó a la luz la vida por el Evangelio. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 5,21-43): En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.

Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.




«Solamente ten fe»

Fray Valentí SERRA i Fornell

(Barcelona, España)


Hoy, san Marcos nos presenta una avalancha de necesitados que se acerca a Jesús-Salvador buscando consuelo y salud. Incluso, aquel día se abrió paso entre la multitud un hombre llamado Jairo, el jefe de la sinagoga, para implorar la salud de su hijita: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva» (Mc 5,23).

Quién sabe si aquel hombre conocía de vista a Jesús, de verle frecuentemente en la sinagoga y, encontrándose tan desesperado, decidió invocar su ayuda. En cualquier caso, Jesús captando la fe de aquel padre afligido accedió a su petición; sólo que mientras se dirigía a su casa llegó la noticia de que la chiquilla ya había muerto y que era inútil molestarle: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?» (Mc 5,35).

Jesús, dándose cuenta de la situación, pidió a Jairo que no se dejara influir por el ambiente pesimista, diciéndole: «No temas; solamente ten fe» (Mc 5,36). Jesús le pidió a aquel padre una fe más grande, capaz de ir más allá de las dudas y del miedo. Al llegar a casa de Jairo, el Mesías retornó la vida a la chiquilla con las palabras: «Talitá kum, que quiere decir: ‘Muchacha, a ti te digo, levántate’» (Mc 5,41).

También nosotros debiéramos tener más fe, aquella fe que no duda ante las dificultades y pruebas de la vida, y que sabe madurar en el dolor a través de nuestra unión con Cristo, tal como nos sugiere el papa Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi (Salvados por la esperanza): «Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito». 

UN ESPACIO SIN DOMINACIÓN MASCULINA - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE JUNIO DE 2024




UN ESPACIO SIN DOMINACIÓN MASCULINA


Una mujer avergonzada y temerosa se acerca a Jesús secretamente, con la confianza de quedar curada de una enfermedad que la humilla desde hace tiempo. Arruinada por los médicos, sola y sin futuro, viene a Jesús con una fe grande. Solo busca una vida más digna y más sana.

En el trasfondo del relato se adivina un grave problema. La mujer sufre pérdidas de sangre: una enfermedad que la obliga a vivir en un estado de impureza ritual y discriminación. Las leyes religiosas le obligan a evitar el contacto con Jesús y, sin embargo, es precisamente ese contacto el que la podría curar.

La curación se produce cuando aquella mujer, educada en unas categorías religiosas que la condenan a la discriminación, logra liberarse de la ley para confiar en Jesús. En aquel profeta, enviado de Dios, hay una fuerza capaz de salvarla. Ella «notó que su cuerpo estaba curado»; Jesús «notó la fuerza salvadora que había salido de él».

Este episodio, aparentemente insignificante, es un exponente más de lo que se recoge de manera constante en las fuentes evangélicas: la actuación salvadora de Jesús, comprometido siempre en liberar a la mujer de la exclusión social, de la opresión del varón en la familia patriarcal y de la dominación religiosa dentro del pueblo de Dios.

Sería anacrónico presentar a Jesús como un feminista de nuestros días, comprometido en la lucha por la igualdad de derechos entre mujer y varón. Su mensaje es más radical: la superioridad del varón y la sumisión de la mujer no vienen de Dios. Por eso entre sus seguidores han de desaparecer. Jesús concibe su movimiento como un espacio sin dominación masculina.

La relación entre varones y mujeres sigue enferma, incluso dentro de la Iglesia. Las mujeres no pueden notar con transparencia «la fuerza salvadora» que sale de Jesús. Es uno de nuestros grandes pecados. El camino de la curación es claro: suprimir las leyes, costumbres, estructuras y prácticas que generan discriminación de la mujer, para hacer de la Iglesia un espacio sin dominación masculina. 


Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Mc (5,21-43)

FELIZ DOMINGO!!!!






sábado, 29 de junio de 2024

HOY CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, 29 DE JUNIO



Hoy celebramos la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el día del Papa

29 de junio de 2024


Cada 29 de junio se celebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo Apóstoles. Ellos son las dos monumentales figuras sin las cuales la Iglesia Católica, fundada por Cristo, no hubiese podido organizarse ni cobrar la forma que ha adquirido a lo largo de los siglos. Por eso, con toda justicia, a Pedro y a Pablo se les considera sus “pilares” o “columnas”.

Además, dado que ambos apóstoles fueron quienes fundaron la Iglesia de Roma, centro de la cristiandad, esta solemnidad es también “el día del Papa”.


Un día sagrado

Llamar a estos santos mártires “pilares” de la Iglesia no es gratuito. Sobre ellos descansa el “peso” del rebaño de Cristo que peregrina en el mundo como si de columnas de un edificio se tratase. Sin ellos, el “edificio” se vendría abajo. Con ellos, siempre hay equilibrio o balance. Así lo aclara San Agustín en uno de sus sermones:

“El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo… Es que ambos eran en realidad una sola cosa aunque fueran martirizados en días diversos”.


Una sola Iglesia: un solo anuncio

En consecuencia, siguiendo al Obispo de Hipona, recordamos también que la unidad de la Iglesia se selló con la sangre del martirio. El primero en derramarla fue Nuestro Señor Jesucristo, quien quiso compartir su sacrificio de amor con los hombres, de la misma manera como puso en manos humanas la misión de conducir la barca que es la Iglesia: así, el Apóstol Pedro fue elegido por Cristo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16, 18).

Y es que la obra de Dios requiere de la cooperación humana. Pedro es entonces “la roca” humilde que sirve de base al Cuerpo Místico de Cristo. Por esta razón, el Papa, Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en la tierra, es principio y fundamento visible de unidad, tanto de los obispos como de la multitud de fieles. El Obispo de Roma, el Papa, es Pastor de toda la Iglesia y tiene potestad plena, suprema y universal. Hoy se festeja, en particular, a quien encarna esa misión en la actualidad, el Sumo Pontífice Papa Francisco.

Asimismo, en armonía con lo expresado desde antiguo por los fieles, hoy celebramos a San Pablo, el ‘Apóstol de los gentiles’: quien fuera por un tiempo perseguidor de cristianos, y que después daría un vuelco total de vida, convirtiéndose él después en el más ardoroso evangelizador, entregado a esa misión sin reservas.


Pedro y Pablo: el sello de la unidad

Tal como recordó el Papa Benedicto XVI en el año 2012: “La tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a San Pedro y a San Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo… Aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos. Sólo el seguimiento de Jesús conduce a la nueva fraternidad”.

Pidamos a estos dos santos apóstoles que intercedan por la fidelidad de todos los miembros de la Iglesia. 

CONOCE A SAN PEDRO Y SAN PABLO - 29 DE JUNIO





 

domingo, 23 de junio de 2024

IMÁGENES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS










 

EL CORAZÓN DE JESÚS - REFLEXIÓN



El Corazón de Jesús


Transitando los últimos días del mes del Sagrado Corazón de Jesús, meditemos sobre Él en cuatro momentos de la existencia del Señor en la tierra:

 

❤ Vida de Jesús:

En el comienzo de la vida de un ser humano lo primero que se forma es el corazón. Así también Nuestro Señor, en el seno de María Santísima, comenzó siendo apenas un Corazoncito que latía. Y latía de amor por los hombres, por todos los hombres, a los cuales había venido a salvar de las garras de Satanás.

Toda la vida de Jesús fue una revelación de su Sagrado Corazón, es decir, de su amor, porque en el corazón está la sede del amor, y el Corazón de Jesús es el centro del amor de Dios.

¡Dichosos quienes en vida de Jesús pudieron, como San Juan Evangelista, reclinar su cabeza sobre el pecho del Señor, y escuchar los melodiosos latidos de amor de ese Corazón amantísimo!

Pero también dichosos nosotros, que vivimos en este tiempo, porque tenemos a nuestra disposición el Corazón Eucarístico de Jesús, presente en las hostias consagradas, en los Sagrarios de las iglesias, y que recibimos en la Comunión.

Dios nos da su Corazón en comunión. ¿Qué más podía hacer el Señor por nosotros? ¿Aprovechamos este Don, yendo a comulgar lo más frecuentemente que podemos, y visitando a Jesús en los sagrarios de las iglesias?

 

❤ Pasión de Jesús:

Si todos los miembros de Jesús sufrieron en su pasión, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que fue su Sacratísimo Corazón el órgano que más sufrió, no sólo por el esfuerzo descomunal, sino por el peso moral, la tristeza, la traición, el desamor.

¡Pobre Corazón de Jesús! ¿Pensamos un poco en lo que ha padecido ese Corazón amorosísimo, que quería que todos los hombres nos salvemos, pero que también sabía que para muchos, muchísimos hombres, ese Sacrificio sería inútil?

Tremendo es ir al encuentro del dolor y la muerte más atroces, sabiendo que será inútil para gran parte de la humanidad.

Consolemos este Corazón y adentrémonos en el misterio del dolor y del amor de Dios por los hombres.

 

❤ Muerte de Jesús:

Dios hizo todo. Jesús entregó hasta la última gota de sangre en la cruz. Porque al morir el Señor, un soldado le atravesó el costado, abriendo una llaga en el Corazón de Jesús, de donde brotó la última sangre, dando a entender con ello que Dios no se ha guardado nada para Él, sino que en su Hijo ha dado todo a los hombres.

Esa llaga del Corazón de Jesús, ha sido abierta para nuestro bien, porque a través de ella, ahora los hombres tenemos acceso al amor de Dios. La llaga del Corazón de Cristo es la puerta del Cielo, es la entrada a la divinidad, porque desde que ese Sagrado Corazón fue abierto por la lanza, ahora el hombre, si quiere, puede hacerse Dios, no ciertamente por naturaleza, pero sí por participación.

Y pensemos en María, el dolor causado a su Inmaculado Corazón, al ver el Corazón de su Hijo abierto por la lanza.

 

❤ Resurrección de Jesús:

Cuando Jesús resucitó, quiso conservar sus sagradas llagas, para que los hombres vayamos a ellas a buscar todas las gracias que necesitamos para pasar bien la prueba de la vida sobre la tierra. Pero pocos son los que reparan en que también el Señor ha querido conservar la llaga de su costado, es decir, que ha dejado su Sagrado Corazón abierto, ahora lleno de luz y de dones, para que nosotros nos refugiemos en Él.

Si queremos vivir ya desde ahora el Paraíso en la tierra, no tenemos más que refugiarnos en el Corazón glorioso y resucitado de Jesús, cuya puerta de entrada la abrió la lanza de Longinos.

Ese Corazón resucitado lo recibimos cada vez que comulgamos, porque en la Comunión es el mismo Corazón de Jesús que se nos da como alimento.

Y aquí volvemos al principio, porque en nosotros debe formarse Cristo, y Cristo comienza a formarse por el Corazón, como lo hizo en el seno de María. Así que comulguemos frecuentemente para que Cristo se engendre en nosotros y lleguemos a ser otros Cristos.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 23 DE JUNIO DE 2024


 Domingo 12 (B) del tiempo ordinario

Domingo 23 de junio de 2024



1ª Lectura (Job 38,1.8-11): El Señor habló a Job desde la tormenta: «¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: ‘Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas’?».



Salmo responsorial: 106

R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

Entraron en naves por el mar, comerciando por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas en el océano.


Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto; subían al cielo, bajaban al abismo, el estómago revuelto por el marco.


Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar.


Se alegraron de aquella bonanza, y él los condujo al ansiado puerto. Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.

2ª Lectura (2Cor 5,14-17): Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

Versículo antes del Evangelio (Lc 7,16): Aleluya. Un gran profeta se ha levantado entre nosotros, Dios ha visitado a su pueblo. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 4,35-41): Un día, al atardecer, Jesús dijo a los discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!». El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».




«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy -en estos tiempos de «fuerte borrasca»- nos vemos interpelados por el Evangelio. La humanidad ha vivido dramas que, como olas violentas, han irrumpido sobre hombres y pueblos enteros, particularmente durante el siglo XX y los albores del XXI. Y, a veces, nos sale del alma preguntarle: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (Mc 4,38); si Tú verdaderamente existes, si Tú eres Padre, ¿por qué ocurren estos episodios?

Ante el recuerdo de los horrores de los campos de concentración de la II Guerra Mundial, el Papa Benedicto se pregunta: «¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción?». Una pregunta que Israel, ya en el Antiguo Testamento, se hacía: «¿Por qué duermes? (…). ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia?» (Sal 44,24-25).

Dios no responderá a estas preguntas: a Él le podemos pedir todo menos el porqué de las cosas; no tenemos derecho a pedirle cuentas. En realidad, Dios está y está hablando; somos nosotros quienes no estamos [en su presencia] y, por tanto, no oímos su voz. «Nosotros -dice Benedicto XVI- no podemos escrutar el secreto de Dios. Sólo vemos fragmentos y nos equivocamos si queremos hacernos jueces de Dios y de la historia. En ese caso, no defenderíamos al hombre, sino que contribuiríamos sólo a su destrucción».

En efecto, el problema no es que Dios no exista o que no esté, sino que los hombres vivamos como si Dios no existiera. He aquí la respuesta de Dios: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4,40). Eso dijo Jesús a los apóstoles, y lo mismo le dijo a santa Faustina Kowalska: «Hija mía, no tengas miedo de nada, Yo siempre estoy contigo, aunque te parezca que no esté».

No le preguntemos, más bien recemos y respetemos su voluntad y…, entonces habrá menos dramas… y, asombrados, exclamaremos: «¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mc 4,41). -Jesús, en ti confío!

MIEDO A CREER - COMENTARIO DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 23 DE JUNIO DE 2024

 




MIEDO A CREER

Los hombres preferimos casi siempre lo fácil y nos pasamos la vida tratando de eludir aquello que exige verdadero riesgo y sacrificio. Retrocedemos o nos encerramos en la pasividad cuando descubrimos las exigencias y luchas que lleva consigo vivir con cierta hondura.

Nos da miedo tomar en serio nuestra vida asumiendo la propia existencia con responsabilidad total. Es más fácil «instalarse» y «seguir tirando», sin atrevernos a afrontar el sentido último de nuestro vivir diario.

Cuántos hombres y mujeres viven sin saber cómo, por qué ni hacia dónde. Están ahí. La vida sigue, pero, de momento, que nadie los moleste. Están ocupados por su trabajo, al atardecer les espera su programa de televisión, las vacaciones están ya próximas. ¿Qué más hay que buscar?

Vivimos tiempos difíciles, y de alguna manera hay que defenderse. Y entonces cada uno se va buscando, con mayor o menor esfuerzo, el tranquilizante que más le conviene, aunque dentro de nosotros se vaya abriendo un vacío cada vez más inmenso de falta de sentido y de cobardía para vivir nuestra existencia en toda su hondura.

Por eso, los que fácilmente nos llamamos creyentes deberíamos escuchar con sinceridad las palabras de Jesús: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Quizá nuestro mayor pecado contra la fe, lo que más gravemente bloquea nuestra acogida del evangelio, sea la cobardía. Digámoslo con sinceridad. No nos atrevemos a tomar en serio todo lo que el evangelio significa. Nos da miedo escuchar las llamadas de Jesús.

Con frecuencia se trata de una cobardía oculta, casi inconsciente. Alguien ha hablado de la «herejía disfrazada» (Maurice Bellet) de quienes defienden el cristianismo incluso con agresividad, pero no se abren nunca a las exigencias más fundamentales del evangelio.

Entonces el cristianismo corre el riesgo de convertirse en un tranquilizante más. Un conglomerado de cosas que hay que creer, cosas que hay que practicar y defender. Cosas que, «tomadas en su medida», hacen bien y ayudan a vivir.

Pero entonces todo puede quedar falseado. Uno puede estar viviendo su «propia religión tranquilizante», no muy alejada del paganismo vulgar, que se alimenta de confort, dinero y sexo, evitando de mil maneras el «peligro supremo» de encontrarnos con el Dios vivo de Jesús, que nos llama a la justicia, la fraternidad y la cercanía a los pobres.

 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Mc (4,35-40):

PAPA FRANCISCO: JESÚS NO NOS ABANDONA NUNCA Y NOS AYUDA A ENFRENTAR LAS CONTRARIEDADES


 

Papa Francisco: Jesús no nos abandona nunca y nos ayuda a enfrentar las contrariedades

Por David Ramos

23 de junio de 2024



En sus palabras previas al rezo del Ángelus hoy en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Francisco aseguró que “Jesús no nos ahorra las contrariedades pero, sin abandonarnos nunca, nos ayuda a afrontarlas”.

Desde el balcón del Palacio Apostólico, este mediodía, el Santo Padre recordó que “hoy el Evangelio nos presenta a Jesús en la barca con los discípulos, en el lago de Tiberíades. De repente llega una fuerte tormenta y la barca corre peligro de hundirse. Jesús, que estaba durmiendo, se despierta, amenaza al viento y todo vuelve a la calma”.

“En realidad no se despierta, lo despiertan. Había tanto miedo que los discípulos despiertan a Jesús”, precisó.

El Papa luego señaló que apenas “la noche anterior, Jesús mismo había dicho a los discípulos que subieran a la barca y cruzaran el lago. Eran expertos, eran pescadores y ése era su ambiente de vida; pero una tormenta podía ponerles en dificultades”.

“Parece que Jesús quiere ponerlos a prueba”, indicó el Santo Padre. “Sin embargo, no los deja solos, se queda con ellos en la barca, tranquilo, es más, incluso duerme. Y cuando estalla la tormenta, con su presencia los tranquiliza, los anima, los incita a tener más fe y los acompaña más allá del peligro”.

“¿Por qué Jesús se comporta así?”, planteó el Papa. “Para fortalecer la fe de los discípulos y para hacerlos más valientes”.

“Ellos, los discípulos, en efecto, salen de esta experiencia más conscientes del poder de Jesús y de su presencia en medio de ellos y, por tanto, más fuertes y dispuestos a afrontar otros obstáculos y dificultades, incluido el miedo a aventurarse a proclamar el Evangelio. Habiendo superado esta prueba con Él, sabrán afrontar muchas otras, incluso hasta la cruz y el martirio, para llevar el Evangelio a todos los pueblos”.

El Papa Francisco aseguró entonces que “también con nosotros Jesús hace lo mismo, particularmente en la Eucaristía: nos reúne en torno a Sí, nos da Su Palabra, nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre, y luego nos invita a ponernos en camino, a transmitir a todos lo que hemos oído y a compartir con todos lo que hemos recibido, en la vida cotidiana, incluso cuando es difícil”.

“Jesús no nos ahorra las contrariedades pero, sin abandonarnos nunca, nos ayuda a afrontarlas. Nos hace valerosos. Así también nosotros, superándolas con su ayuda, aprendemos cada vez más a abrazarnos a Él, a confiar en su poder, que va más allá de nuestras capacidades, a superar incertidumbres y dudas, cerrazones y prejuicios”.

“Y esto debemos hacerlo con valentía y grandeza de corazón, para decir a todos que el Reino de los Cielos está presente, está aquí, y que con Jesús a nuestro lado podemos hacerlo crecer juntos, más allá de todas las barreras”, señaló.

A continuación, el Santo Padre alentó a que nos preguntemos: “en los momentos de prueba, ¿soy capaz de hacer memoria de los momentos de mi vida en los que he experimentado la presencia y la ayuda del Señor? Cuando llega alguna tormenta, ¿me dejo arrollar por la agitación, o me aferro a Él en estas tormentas interiores, ¿no?, y me aferro a Él para encontrar la calma y la paz en la oración, en el silencio, en la escucha de la Palabra, en la adoración y en el compartir fraterno de la fe?”.

Al concluir su mensaje, el Papa Francisco pidió “que la Virgen María, que aceptó la voluntad de Dios con humildad y valentía, nos conceda, en los momentos difíciles, la serenidad del abandono en Él”.

MARTÍN VALVERDE INFORMA DEL FALLECIMIENTO DE SU HIJO PABLO



Martín Valverde informa del fallecimiento de su hijo Pablo

Por Walter Sánchez Silva

22 de junio de 2024


El famoso cantautor católico Martín Valverde informó este sábado 22 de junio del fallecimiento de su hijo Pablo, quien en junio del año pasado había sido diagnosticado con leucemia, un tipo de cáncer de la sangre.

“Con la mezcla de sentimientos que causan estos momentos en nuestra vida, les compartimos que nuestro hijo Pablo hoy ha vivido su Pascua y ya está con Jesús en la casa del padre”, escribió Martín Valverde en su cuenta de la red social X (antes Twitter).

“El dolor está presente, pero lo envuelve a la esperanza, de corazón gracias totales a los que oraron estuvieron hicieron todo por apoyarlos. Dios los bendiga este soldado finalmente descansa”, agregó.

Martín Valverde concluyó su publicación con la cita bíblica de 2 Timoteo 4,7-8: “He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación”.

Hace algunos años, en 2017, el famoso cantautor de temas como "Nadie te ama como yo" sufrió un grave accidente automovilístico junto a su esposa Elizabeth (Lizzy) y su hijo Pablo, quien resultó gravemente afectado.

En aquella oportunidad Martín Valverde pidió oraciones la su recuperación de su, menor hijo, quien se llevó la peor parte en el accidente.

Originario de Costa Rica, Martín Valverde radica actualmente en Guadalajara (México). Sus otros dos hijos con Martín Gerardo y Daniela. 




QUIERO QUE ME ENSEÑES A REZAR, SANTA MARÍA


 QUIERO QUE ME ENSEÑES A REZAR, SANTA MARÍA


FELIZ DOMINGO!!!





Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...