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domingo, 12 de mayo de 2024
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA , 13 DE MAYO - NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
* P. Alfonso Milagro
UNA ORACIÓN EN HONOR A LAS MADRES FALLECIDAS
Una oración en honor a las madres fallecidas
Aciprensa
Muchos países del mundo celebran el segundo domingo de mayo el día de la madre; sin embargo, son muchos quienes ya no la tienen a su lado, pues ya partieron a la Casa del Padre. Para ellas, las mamás que se encuentran en el cielo gozando de la Gloria de Dios, les compartimos la siguiente oración:
Continuamente te rezamos, Señor, por nuestra madre.
La recordamos con paz y con amor ante Ti,
seguros de que ella vive,
como estamos seguros de que vives Tú
y de que tu amor dura para siempre.
La recordamos cuando estaba entre nosotros...
A veces, nos parece sentir el calor y el sosiego
de su presencia protectora
como cuando vivía aquí,
mucho más para nosotros que para sí misma.
Dale, Señor, tu amor, dale tu vida. Dale tu paz.
Tenla muy cerca de Ti.
Sea feliz y ruegue ante Ti por nosotros.
Ayúdanos a vivir lo que ella nos enseño,
más con amor que con palabras.
A rezarte como ella, a quererte como ella,
a hacer de Ti y de los demás, igual que ella,
el sentido de nuestra vida.
Y si por descuido o por debilidad en algo te faltó,
perdónala, Tú que sabes lo que es ser Padre y Madre
y conoces como nadie el amor y el perdón
sin medida ni límites...
Perdónale sus faltas por lo mucho que amó a todos.
Gracias, Señor, por esta oración que nos llena de paz
en el recuerdo de nuestra madre.
Amén.
EN EL DÍA DE LA MADRE EL PAPA FRANCISCO CONFÍA A LAS MAMÁS A LA PROTECCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
En el Día de la Madre el Papa Francisco confía a las mamás a la protección de la Virgen María
Crédito: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
Por Walter Sánchez Silva
12 de mayo de 2024
En el Día de la Madre 2024, este domingo 12 de mayo, el Papa Francisco confía a todas las mamás a la protección de la Virgen María, y anima a rezar por las que ya partieron al Cielo.
Así lo indicó el Santo Padre en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, tras el rezo del Regina Caeli, la oración mariana que la Iglesia Católica reza en remplazo del Ángelus, durante el tiempo de Pascua.
“Hoy en muchos países se celebra la fiesta de la mamá: pensemos con reconocimiento en todas las madres y recemos también por las mamás que se han ido al Cielo”, dijo el Papa Francisco, en la víspera de la fiesta de la Virgen de Fátima que se celebrará mañana, 13 de mayo.
“Y confiamos a las madres a la protección de María, nuestra madre celeste. ¡Y para todas las madres, un gran aplauso!”, agregó.
El Papa Francisco pide paz para Ucrania, Palestina, Israel y Myanmar
“Mientas celebramos la Ascensión del Señor resucitado, que nos hace libres y nos quiere libres, renuevo mi llamado por un intercambio general de todos los prisioneros entre Rusia y Ucrania, asegurando la disponibilidad de la Santa Sede para favorecer todo esfuerzo para tal fin, sobre todo por los gravemente heridos y enfermos”, resaltó el Papa Francisco.
El Papa Francisco en la Ascensión del Señor: Subamos al Cielo paso a paso, realizando “las obras del amor”
“Y seguimos rezando por la paz en Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar. Rezamos por la paz”, subrayó.
Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
El Papa Francisco recordó también que hoy se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, con el tema “Inteligencia artificial y sabiduría del corazón: para una comunicación plenamente humana”.
Al respecto, el Santo Padre destacó que “sólo recuperando una sabiduría del corazón podremos interpretar las instancias de nuestro tiempo y redescubrir el camino para una comunicación plenamente humana. A todos los operadores de las comunicaciones va nuestro agradecimiento por su trabajo”.
El Papa Francisco también saludó a peregrinos llegados desde distintas partes del mundo, como a las bandas musicales de Austria y Alemania, “que rinden homenaje a la memoria del Papa Benedicto XVI. ¡Tocan bien! Gracias”.
Finalmente el Santo Padre recordó que en la Plaza de San Pedro se expone en estos días la muestra fotográfica Changes, e invitó a ver la exposición en la que “fotógrafos de todo el mundo relatan la belleza de nuestra casa común, don del Creador que estamos llamados a custodiar”.
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
En el día de la Ascensión se entrecruzan sentimientos de emoción y de triunfo. La Solemnidad de la Ascensión del Señor es una despedida. Se nos va Aquel que ha compartido nuestra condición humana. Se marcha después de decirnos que, permanezcamos –pase lo que pase– unidos a Él.
Hoy, en el día de la Ascensión del Señor, pidamos a Dios que esté junto a nosotros, tal como nos lo prometió, hasta el final de los tiempos. Que vivamos la Eucaristía sabiendo que, el Señor, nos llena con su poderoso alimento y que nos alimenta para ser fuertes en la fe hasta el momento en que, para cada uno de nosotros y con cada uno de nosotros, se vaya cumpliendo el plan de Dios.
Miremos hacia el cielo, no con nostalgia ni con pena, y sí con el firme convencimiento de creer en la gran obra que Jesús dejó. Un gran regalo, como a Jesús mismo, nos espera a todos: el cielo. La Ascensión del Señor es, por lo tanto, la hora de todos nosotros. La hora de la Iglesia. De los hombres y mujeres que, conociendo a Jesús, quieren vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. ¡Gracias, Señor!
Gracias por marcharte y, poco a poco, ir preparándonos a cada uno de nosotros una habitación en el cielo. Una cita ante Dios. Una felicidad que nada, ni nadie, nos podrá quitar.
(P. Javier Leoz)
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 12 DE MAYO DE 2024 - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Ascensión del Señor (B)
Domingo 12 de mayo de 2024
1ª Lectura (Hch 1,1-11): En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo». Ellos lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?». Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo».
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse».
Salmo responsorial: 46
R/. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.
2ª Lectura (Ef 1,17-23): Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Versículo antes del Evangelio (Mt 28,19.20): Aleluya. Id y enseñad a todas las gentes, dice el Señor: yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mc 16,15-20): En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
«El Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios»
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet
(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)
Hoy en esta solemnidad, se nos ofrece una palabra de salvación como nunca la hayamos podido imaginar. El Señor Jesús no solamente ha resucitado, venciendo a la muerte y al pecado, sino que, además, ¡ha sido llevado a la gloria de Dios! Por esto, el camino de retorno al Padre, aquel camino que habíamos perdido y que se nos abría en el misterio de Navidad, ha quedado irrevocablemente ofrecido en el día de hoy, después que Cristo se haya dado totalmente al Padre en la Cruz.
¿Ofrecido? Ofrecido, sí. Porque el Señor Jesucristo, antes de ser llevado al cielo, ha enviado a sus discípulos amados, los Apóstoles, a invitar a todos los hombres a creer en Él, para poder llegar allá donde Él está. «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará» (Mc 16,15-16).
Esta salvación que se nos da consiste, finalmente, en vivir la vida misma de Dios, como nos dice el Evangelio según san Juan: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).
Pero aquello que se da por amor ha de ser aceptado en el amor para poder ser recibido como don. Jesucristo, pues, a quien no hemos visto, quiere que le ofrezcamos nuestro amor a través de nuestra fe, que recibimos escuchando la palabra de sus ministros, a quienes sí podemos ver y sentir. «Nosotros creemos en aquel que no hemos visto. Lo han anunciado aquellos que le han visto. (...) Quien ha prometido es fiel y no engaña: no faltes en tu confianza, sino espera en su promesa. (...) ¡Conserva la fe!» (San Agustín). Si la fe es una oferta de amor a Jesucristo, conservarla y hacerla crecer hace que aumente en nosotros la caridad.
¡Ofrezcamos, pues, al Señor nuestra fe!
PREGUSTAR EL CIELO - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR - 12 DE MAYO DE 2024
Pregustar el cielo
El cielo no se puede describir, pero lo podemos pregustar. No lo podemos alcanzar con nuestra mente, pero es difícil no desearlo. Si hablamos del cielo no es para satisfacer nuestra curiosidad, sino para reavivar nuestro deseo y nuestra atracción por Dios. Si lo recordamos es para no olvidar el anhelo último que llevamos en el corazón.
Ir al cielo no es llegar a un lugar, sino entrar para siempre en el Misterio del amor de Dios. Por fin, Dios ya no será alguien oculto e inaccesible. Aunque nos parezca increíble, podremos conocer, tocar, gustar y disfrutar de su ser más íntimo, de su verdad más honda, de su bondad y belleza infinitas. Dios nos enamorará para siempre.
Esta comunión con Dios no será una experiencia individual. Jesús resucitado nos acompañará. Nadie va al Padre si no es por medio de Cristo. «En él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente» (Colosenses 2,9). Solo conociendo y disfrutando del misterio encerrado en Cristo penetraremos en el misterio insondable de Dios. Cristo será nuestro «cielo». Viéndole a él «veremos» a Dios.
No será Cristo el único mediador de nuestra felicidad eterna. Encendidos por el amor de Dios, cada uno de nosotros nos convertiremos a nuestra manera en «cielo» para los demás. Desde nuestra limitación y finitud tocaremos el Misterio infinito de Dios saboreándolo en sus criaturas. Gozaremos de su amor insondable gustándolo en el amor humano. El gozo de Dios se nos regalará encarnado en el placer humano.
El teólogo húngaro Ladislaus Boros trata de sugerir esta experiencia indescriptible: «Sentiremos el calor, experimentaremos el esplendor, la vitalidad, la riqueza desbordante de la persona que hoy amamos, con la que disfrutamos y por la que agradecemos a Dios. Todo su ser, la hondura de su alma, la grandeza de su corazón, la creatividad, la amplitud, la excitación de su reacción amorosa nos serán regalados».
Qué plenitud alcanzará en Dios la ternura, la comunión y el gozo del amor y la amistad que hemos conocido aquí. Con qué intensidad nos amaremos entonces quienes nos amamos ya tanto en la tierra. Pocas experiencias nos permiten pregustar mejor el destino último al que somos atraídos por Dios.
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Texto: P. José Antonio Pagola
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 12 DE MAYO
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA - DÍA 6, DÍA 7, DÍA 8, DÍA 9 Y DÍA 10 , DÍA 11 DE MAYO
* P. Alfonso Milagro
* P. Alfonso Milagro