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lunes, 20 de diciembre de 2021
domingo, 19 de diciembre de 2021
CREE ES OTRA COSA - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY 19 DE DICIEMBRE DE 2021 - IV SEMANA DE ADVIENTO
CREER ES OTRA COSA
Estamos viviendo unos tiempos en los que cada vez más el único modo de poder creer de verdad va a ser para muchos aprender a creer de otra manera. Ya el gran converso John Henry Newman anunció esta situación cuando advertía que una fe pasiva, heredada y no repensada acabaría entre las personas cultas en «indiferencia», y entre las personas sencillas en «superstición». Es bueno recordar algunos aspectos esenciales de la fe.
La fe es siempre una experiencia personal. No basta creer en lo que otros nos predican de Dios. Cada uno solo cree, en definitiva, lo que de verdad cree en el fondo de su corazón ante Dios, no lo que oye decir a otros. Para creer en Dios es necesario pasar de una fe pasiva, infantil, heredada, a una fe más responsable y personal. Esta es la primera pregunta: ¿yo creo en Dios o en aquellos que me hablan de él?
En la fe no todo es igual. Hay que saber diferenciar lo que es esencial y lo que es accesorio, y, después de veinte siglos, hay mucho de accesorio en nuestro cristianismo. La fe del que confía en Dios está más allá de las palabras, las discusiones teológicas y las normas eclesiásticas. Lo que define a un cristiano no es el ser virtuoso u observante, sino el vivir confiando en un Dios cercano por el que se siente amado sin condiciones. Esta puede ser la segunda pregunta: ¿confío en Dios o me quedo atrapado en otras cuestiones secundarias?
En la fe, lo importante no es afirmar que uno cree en Dios, sino saber en qué Dios cree. Nada es más decisivo que la idea que cada uno se hace de Dios. Si creo en un Dios autoritario y justiciero terminaré tratando de dominar y juzgar a todos. Si creo en un Dios que es amor y perdón viviré amando y perdonando. Esta puede ser la pregunta: ¿en qué Dios creo yo: en un Dios que responde a mis ambiciones e intereses o en el Dios vivo revelado en Jesús?
La fe, por otra parte, no es una especie de «capital» que recibimos en el bautismo y del que podemos disponer para el resto de la vida. La fe es una actitud viva que nos mantiene atentos a Dios, abiertos cada día a su misterio de cercanía y amor a cada ser humano.
María es el mejor modelo de esta fe viva y confiada. La mujer que sabe escuchar a Dios en el fondo de su corazón y vive abierta a sus designios de salvación. Su prima Isabel la alaba con estas palabras memorables: «¡Dichosa tú, que has creído!». Dichoso también tú si aprendes a creer. Es lo mejor que te puede suceder en la vida.
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc (1,39-45)
PAPA FRANCISCO INVITA A IMITAR A LA VIRGEN MARÍA PARA NO EMPANTANARSE ANTE LOS PROBLEMAS
Papa Francisco invita a imitar a la Virgen María para no “empantanarse ante los problemas”
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
Al dirigir el rezo del Ángelus dominical este 19 de diciembre, cuarto Domingo de Adviento, el Papa Francisco animó a imitar a la Virgen María para no “empantanarse ante los problemas” sino caminar con prontitud hacia la Navidad ayudando al prójimo.
“Aprendamos de la Virgen esta forma de reaccionar: levantarse, sobre todo cuando las dificultades amenazan con aplastarnos. Levantarnos, para no empantanarnos en los problemas, hundiéndonos en la autocompasión y en una tristeza paralizante”, invitó el Santo Padre a los numerosos fieles reunidos en la Plaza San Pedro del Vaticano.
Al reflexionar en el pasaje del Evangelio de San Lucas que narra la visita de la Virgen María a su prima Isabel, el Papa se centró en el ejemplo de la Virgen María que después de haber recibido el anuncio del ángel, no se quedó en casa “pensando en lo sucedido y considerando los problemas y los imprevistos, que ciertamente no faltaban” sino que “al contrario, lo primero que hace es pensar en quien lo necesita, en lugar de quedarse en sus problemas”.
En esta línea, el Papa subrayó que la Virgen María se puso en camino “con generosidad, sin dejarse intimidar por los inconvenientes del viaje, respondiendo a un impulso interior que la llama a hacerse cercana y a ayudar. Un camino largo, kilómetros y kilómetros, no había un autobús, fue caminando” y compartió a Isabel “la alegría de Jesús, la alegría que llevaba en el corazón y en el vientre. Va donde ella y proclama sus sentimientos, y esta proclamación de sentimientos después fue una oración, el Magníficat, que todos conocemos”.
Por ello, el Santo Padre invitó a caminar con prontitud y a levantarnos de los problemas “¿por qué levantarnos? Porque Dios es grande y está listo para levantarnos si nosotros le tendemos la mano. Entonces arrojemos en Él los pensamientos negativos, los miedos que bloquean todo impulso e impiden ir adelante”.
“Y después hagamos como María: ¡miremos a nuestro alrededor y busquemos alguna persona a la que podamos ser de ayuda!”, advirtió el Papa.
Finalmente, el Santo Padre alentó a “cultivar un sano sentido del humor, como hacían, por ejemplo, Santo Tomás Moro o San Felipe Neri” y animó a “pedir esta gracia, la gracia del sano humorismo, hace tanto bien”.
“No nos olvidemos de que el primer acto de caridad que podemos hacer al prójimo es ofrecerle un rostro sereno y sonriente y llevar la alegría de Jesús, como hizo María con Isabel. ¡Que la Madre de Dios nos tome de la mano, nos ayude a levantarnos y caminar con prontitud hacia la Navidad!”, concluyó el Papa.
A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:
San Lucas 1, 39 - 45
39En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá;40entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.41Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo;42y exclamando con gran voz, dijo: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno;43y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?44Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.45¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”.
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 19 DE DICIEMBRE DE 2021 - IV DOMINGO DE ADVIENTO 2021
Domingo 4 (C) de Adviento
Domingo 19 de diciembre de 2021
1ª Lectura (Miq 5,1-4): Esto dice el Señor: «Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel; sus orígenes son de antaño, de tiempos inmemorables. Por eso, los entregará hasta que dé a luz la que debe dar a luz, el resto de sus hermanos volverá junto con los hijos de
Israel. Se mantendrá firme, pastoreará con la fuerza del Señor, con el dominio del nombre del Señor, su Dios; se instalarán, ya que el Señor se hará grande hasta el confín de la tierra. Él mismo será la paz».
Salmo responsorial: 79
R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos.
Dios del universo, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña. Cuida la cepa que tu diestra plantó, y al hombre que tú has fortalecido.
Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre.
2ª Lectura (Heb 10,5-10): Hermanos: Al entrar Cristo en el mundo dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo —pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí— para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad». Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley. Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad». Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Versículo antes del Evangelio (Lc 1,38): Aleluya. Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 1,39-45): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
«¡Feliz la que ha creído!»
+ Mons. Ramon MALLA i Call Obispo Emérito de Lleida
(Lleida, España)
Hoy es el último domingo de este tiempo de preparación para la llegada —el Adviento— de Dios a Belén. Por ser en todo igual a nosotros, quiso ser concebido —como cualquier hombre— en el seno de una mujer, la Virgen María, pero por obra y gracia del Espíritu Santo, ya que era Dios. Pronto, en el día de Navidad, celebraremos con gran alegría su nacimiento.
El Evangelio de hoy nos presenta a dos personajes, María y su prima Isabel, las cuales nos indican la actitud que ha de haber en nuestro espíritu para contemplar este acontecimiento. Tiene que ser una actitud de fe, y de fe dinámica.
Isabel, con sincera humildad, «quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘(...) ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?’» (Lc 1,41-43). Nadie se lo había contado; sólo la fe, el Espíritu Santo, le había hecho ver que su prima era madre de su Señor, de Dios.
Conociendo ahora la actitud de fe total por parte de María, cuando el Ángel le anunció que Dios la había escogido para ser su madre terrenal, Isabel no se recató en proclamar la alegría que da la fe. Lo pone de relieve diciendo: «¡Feliz la que ha creído!» (Lc 1,45).
Es, pues, con actitud de fe que hemos de vivir la Navidad. Pero, a imitación de María e Isabel, con fe dinámica. En consecuencia, como Isabel, si es necesario, no nos hemos de contener al expresar el agradecimiento y el gozo de tener la fe. Y, como María, además la hemos de manifestar con obras. «Se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,39-40) para felicitarla y ayudarla, quedándose unos tres meses con ella (cf. Lc 1,56).
San Ambrosio nos recomienda que, en estas fiestas, «tengamos todos el alma de María para glorificar al Señor». Es seguro que no nos faltarán ocasiones para compartir alegrías y ayudar a los necesitados.
NUEVE RECOMENDACIONES DE LA IGLESIA CATÓLICA PARA VIVIR LA NAVIDAD
ORACIÓN FAMILIAR PARA EL CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO 2021
Redacción ACI Prensa
El cuarto Domingo de Adviento es el domingo previo a la Navidad. Pongamos la mirada en lo que está por suceder y dejemos lo que quedó atrás.
En esta oración familiar encenderemos la última vela de la corona como símbolo de que la espera está por terminar; el Señor está muy cerca y viene trayendo la alegría de la paz. Por eso, oremos junto a María, quien es “Morada de la Luz”, y pidamos la gracia que necesitamos para acoger al Niño Jesús con amor y humildad. Que María sea quien nos recuerde que “... la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros” (Jn 1, 14).
Nos disponemos para rezar:
Te recomendamos poner la corona de Adviento en un lugar especial de la casa, en torno al cual podamos reunirnos todos los miembros de la familia. Al lado de la corona se puede colocar alguna imagen de la Virgen, procurando iluminar el ambiente con una luz cálida, no muy fuerte, que favorezca el espíritu de recogimiento.
Se debe nombrar un MONITOR principal, que puede ser el papá o la mamá, para que dirija la oración; así como designar un LECTOR (o lectores, según se desee, para distribuir las distintas partes de la oración de manera que puedan participar el mayor número de personas). Los demás participarán con sus respuestas, cantando o haciendo peticiones.
Las velas correspondientes a los TRES domingos anteriores deben encenderse antes de iniciar la oración familiar. Luego, en el momento indicado durante la liturgia, uno de los participantes encenderá la CUARTA y última vela .
TODOS:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
MONITOR:
Alegrémonos porque el Señor está cerca de nosotros y viene a traernos la salvación. La espera llega a su fin, por eso hoy encenderemos la cuarta y última vela de nuestra corona. Que este símbolo nos recuerde la proximidad de la venida del Señor Jesús. ¡Dios Hecho Niño viene a reconciliar los corazones y estamos alegres! ¡Crece la esperanza! Iniciemos la oración de esta semana cantando MORADA DE LA LUZ (u otro canto apropiado).
TODOS CANTAN:
CELEBREMOS UNIDOS A LA VIRGEN MARÍA,
PORQUE ESTÁBAMOS CIEGOS Y NOS DIO A LUZ EL DÍA,
PORQUE ESTÁBAMOS TRISTES Y NOS DIO LA ALEGRÍA.
1. Mujer tan silenciosa y encumbrada, ahora más que el sol,
recibes en tu vientre al mismo Dios, al que es tu Creador.
2. Lo que Eva en una tarde misteriosa buscando nos perdió,
Tú, Madre, lo devuelves florecido en fruto salvador.
3. Tú que eres bella puerta del Rey sumo, Morada de la Luz,
la puerta nos abriste de los cielos al darnos a Jesús.
LECTOR:
Lectura tomada del Evangelio según San Lucas (Lc 1, 39-49):
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!»
MONITOR:
La presencia del Señor Jesús entre nosotros nos llena de gozo y alegría. Es la Madre quien nos lo hace cercano; es Ella quien refleja la Luz de su Hijo y permite que esta llegue hasta nosotros, iluminando nuestras vidas. En compañía de Santa María encendamos la última vela de nuestra corona de Adviento mientras cantamos HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA (u otro canto apropiado):
TODOS CANTAN:
(Una persona enciende la cuarta vela mientras se entona el canto, de ser posible durante la cuarta estrofa)
HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA
EN LA CORONA DE ADVIENTO,
QUE ARDA NUESTRA ESPERANZA
EN EL CORAZÓN DESPIERTO
Y AL CALOR DE LA MADRE
CAMINEMOS ESTE TIEMPO.
1. Un primer lucero se enciende
anunciando al Rey que viene
preparad corazones,
allánense los senderos.
2. Crecen nuestros anhelos al ver
la segunda llama nacer.
Como dulce rocío vendrá
el Mesías hecho Niño.
3. Nuestro gozo hoy quiere cantar
por ver tres luceros brillar
con María esperamos al Niño
con alegría.
4. Huyen las tinieblas al ver
cuatro llamas resplandecer
ya la gloria está cerca
levanten los corazones.
MONITOR:
Elevemos ahora nuestras peticiones a Dios, acudiendo a la intercesión de la Virgen María. Respondamos después de cada petición: POR INTERCESIÓN DE TU MADRE, ESCÚCHANOS SEÑOR.
(Peticiones libres)
Recemos ahora un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
MONITOR:
Oremos. Padre misericordioso, que quisiste que tu Hijo se encarnara en el seno de Santa María Virgen, escucha nuestra súplicas y concédenos tu gracia para que sepamos acoger al Señor Jesús, tu Hijo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
TODOS:
Amén.
TODOS:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.