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martes, 5 de octubre de 2021
lunes, 4 de octubre de 2021
PAPA FRANCISCO ABOGA POR UN RESPETO ENTRE FE Y CIENCIA SOBRE LA BASE DE LA CULTURA DEL CUIDADO
Papa Francisco aboga por un “respeto entre fe y ciencia” sobre la base de la cultura del cuidado
POR MIGUEL PÉREZ PICHEL | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
El Papa Francisco abogó por un “respeto recíproco entre fe y ciencia” enraizado en la cultura del cuidado que implicaría, también, un respeto por la creación, un respeto por el prójimo, un respeto por uno mismo y un respeto hacia el Creador.
El Papa hizo estas declaraciones en el encuentro “Fe y Ciencia: Un llamado para la COP26” que, organizado por las embajadas del Reino Unido y de Italia ante la Santa Sede, se ha celebrado este lunes 4 de octubre en el Aula de la Bendición del Palacio Apostólico del Vaticano.
En el evento, que tiene lugar en la fiesta de San Francisco de Asís y un año después de la firma de la Encíclica Fratelli tutti, participaron líderes religiosos del cristianismo, del islam, del judaísmo, del hinduismo, del budismo, del confucionismo, del taoísmo, del zoroastrismo entre otras.
Entre los asistentes, junto al Santo Padre estaba el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé; el Gran Iman de Al Azhar, Ahmad Muhammad Al Tayyeb; el Metropolita Hilarion, representante del Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kirill; y el Arzobispo de Canterbury, Justin Welby.
Asistieron también el enviado del Patriarca Copto Ortodoxo Tawadros II, Barnaba; el Ayatolá Seyed Mostafa Mohaghegh Damad, jefe del Departamento de Estudios Islámicos de la Academia de Ciencias de Teheran; el reverendo Christopher Ferguson, de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas; el reverendo Martin Junge, Secretario General de la Federación Luterana Mundial; el Rabino Noam Marans, del Comité Judío Internacional para las Consultas Interreligiosas; y el Obispo Thomas Schirrmacher; Secretario General de la Alianza Evangélica Mundial.
En el transcurso del encuentro, los líderes firmaron un llamamiento conjunto en el que se realiza un llamado a la comunidad internacional para que aumente su ambición e intensifiquen su acción en favor del clima con la vista de la próxima conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático COP26, que se celebrará en la ciudad escocesa de Glasgow del 31 de octubre al 12 de noviembre con la participación del Pontífice.
En su discurso, que entregó en mano a los participantes después de un breve saludo, el Papa hizo hincapié en tres conceptos: “La mirada de la interdependencia y del compartir, el motor del amor y la vocación al respeto”.
Sobre el primer concepto, la interdependencia, el Santo Padre repitió que “todo está conectado, en el mundo todo está íntimamente unido. No sólo la ciencia, sino también nuestros credos y nuestras tradiciones espirituales muestran esta conexión que existe entre todos nosotros y el resto de la creación”.
“Ninguna criatura se basta a sí misma, todas existen en dependencia unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente”, afirmó.
Llevado a la práctica, “reconocer que el mundo está interconectado significa no sólo comprender las consecuencias dañinas de nuestras acciones, sino también individuar comportamientos y soluciones que deben adoptarse con una mirada abierta a la interdependencia y al compartir”.
“No se puede actuar solos, es fundamental el compromiso de cada uno por el cuidado de los demás y del ambiente, el compromiso que lleve a un cambio de rumbo que es muy urgente y que se debe alimentar también de nuestra fe y espiritualidad”.
Explicó que “para a los cristianos, la mirada de la interdependencia surge del misterio mismo del Dios trino”.
En su reflexión sobre el segundo concepto, el “motor del amor”, el Papa señaló que “el amor es espejo de una vida espiritual vivida intensamente. Un amor que se extiende a todos, más allá de las fronteras culturales, políticas y sociales; un amor que integra, también y sobre todo en beneficio de los últimos, quienes son muchas veces los que nos enseñan a superar las barreras del egoísmo y a romper las paredes del yo”.
“Es este un desafío que nos pone frente a la necesidad de contrastar esa cultura del descarte, que parece prevalecer en nuestra sociedad y que se sedimenta sobre aquellos que nuestro Llamamiento conjunto denomina semillas de conflicto: avidez, indiferencia, ignorancia, miedo, injusticia, inseguridad y violencia”.
Esas semillas de conflicto son “o las que causan las graves heridas que provocamos en el ambiente como los cambios climáticos, la desertización, la contaminación, la pérdida de biodiversidad, llevando a la rotura de esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos”.
El Papa recordó que nunca la humanidad había contado como ahora “con tantos medios para alcanzar este objetivo como los que tiene hoy”, y ese es un motivo de esperanza.
Ese desafío, resaltó el Pontífice, puede afrontarse desde diferentes ámbitos, y en particular desde el ejemplo y la acción, y el de la educación.
“En ambos ámbitos, nosotros, inspirados por nuestros credos y tradiciones espirituales, podemos ofrecer importantes aportaciones”, resaltó el Papa.
Sobre el tercer punto, la vocación al respeto, el Papa insistió en que “este cuidado es también una vocación al respeto. Respeto por la creación, respeto por el prójimo, respeto por sí mismos y respeto hacia al Creador. Pero también respeto reciproco entre fe y ciencia”.
12 HECHOS QUE TAL VEZ NO CONOCÍAS DE LA VIDA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
12 hechos que tal vez no conocías de la vida de San Francisco de Asís
Redacción ACI Prensa
Cada 4 de octubre se celebra la fiesta de San Francisco de Asís, uno de los santos más conocidos y queridos de la Iglesia, cuyo nombre fue tomado por el Papa Francisco en su honor. A continuación, te presentamos 12 hechos sobre su vida.
1. Los retratos más antiguos de San Francisco se encuentran en Italia
El primero (izquierda) se encuentra en el monasterio benedictino de Subiaco. El retrato fue pintado durante una visita al monasterio y presenta a San Francisco sin aureola ni estigmas.
El segundo fresco (derecha) se halla en la Basílica inferior de Asís y fue pintado por Cimabue. El fresco completo representa a la Virgen con el Niño entronizados, cuatro ángeles y San Francisco.
2. Se le llamó Francisco por el pueblo de Francia
Su padre, Pedro Bernardone, fue un comerciante que trabajaba en Francia. Como se encontraba en dicho país cuando nació su hijo, la gente le apodó "Francesco" (el francés), por más que en el bautismo recibió el nombre de Juan.
3. Fue prisionero de guerra durante un año
Cuando tenía cerca de 19 años, antes de su conversión, se unió al ejército y luchó en una guerra que se libró entre las ciudades de Perugia y Asís. Fue hecho prisionero durante un año, pero finalmente fue liberado ileso.
4. Su vida se inspiró en Mateo 10,9
En Mateo 10,9, Jesús dice a sus discípulos: "no lleven oro, plata o monedas en el cinturón" cuando viajen para predicar el Evangelio. El santo se sintió inspirado a hacer lo mismo y comenzó a viajar para predicar el arrepentimiento en pobreza.
5. En el plazo de un año ganó 11 seguidores
Para el año 1210 había 12 de ellos en total, es decir, igual número que los apóstoles. En ese entonces, San Francisco redactó una regla breve e informal con consejos evangélicos para alcanzar la perfección, principalmente. Luego, viajaron a Roma para presentar el escrito para la aprobación del Papa. El viaje fue a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad y viviendo de las limosnas que la gente les daba.
6. El Papa Inocencio III decidió apoyar a los franciscanos después de un sueño sobrenatural
El Papa Inocencio III se mostró adverso a darle apoyo a San Francisco y su nuevo grupo de seguidores. Entonces, tuvo un sueño en el que vio al santo sosteniendo con su cuerpo la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de la diócesis de Roma, que estaba a punto de derrumbarse.
El Santo Padre interpretó el sueño como una indicación de que San Francisco y su grupo podrían servir de apoyo a la Iglesia y así les dio el reconocimiento oficial como una orden religiosa.
7. Asistió al IV Concilio de Letrán, donde conoció a Santo Domingo de Guzmán
El IV Concilio de Letrán fue el concilio ecuménico número 12 de la Iglesia Católica en el que se ratificó la transubstanciación y la primacía papal, entre otras cosas. Santo Domingo, fundador de la Orden de Predicadores o Dominicos, también estuvo presente.
8. Visitó a un sultán musulmán, le predicó el Evangelio y lo desafió
Durante la quinta cruzada, San Francisco y un acompañante viajaron a un territorio musulmán para visitar al sultán de Egipto y Siria, Al-Kamil. El santo predicó ante el sultán y para demostrar su gran fe en la religión cristiana, desafió a los presentes a un "juicio de fuego" que consistía en que él y un musulmán caminen por un sendero en llamas, con la idea de que el seguidor de la religión verdadera debía ser protegido por Dios.
San Francisco se ofreció a ir en primer lugar, pero Al-Kamil rechazó el desafío. No obstante, el sultán quedó tan impresionado por su fe que le dio permiso al santo para predicar en su tierra.
9. Detuvo los milagros de un franciscano fallecido
En 1220, San Francisco se retiró del gobierno de la Orden y nombró como su Vicario a Pedro Cattani. Sin embargo, Pedro murió sólo cinco meses después. Los visitantes a su tumba reportaron muchos milagros, lo que llevó a grandes multitudes al lugar. Las muchedumbres causaban problemas en la zona por lo que el santo le rezó a Cattani para que se detuvieran los milagros y estos cesaron.
10. Recibió estigmas mientras realizaba ayuno de 40 días
Los estigmas son una condición en la que las heridas de Cristo aparecen sobrenaturalmente en el cuerpo de una persona. Un franciscano que lo acompañó dijo: "De repente vio una visión de un serafín, un ángel de seis alas en una cruz. Este ángel le dio el don de las cinco llagas de Cristo".
Esto sucedió en 1224 durante un ayuno de 40 días en el Monte Alvernia, cuando se preparaba para la Fiesta de San Miguel Arcángel, el 29 de septiembre.
11. La primera piedra de la Basílica de San Francisco de Asís se colocó al día siguiente de su canonización
El santo murió el 3 de octubre de 1226. Fue canonizado por el Papa Gregorio IX el 16 de julio de 1228, y al día siguiente, el Santo Padre puso personalmente la primera piedra de la nueva basílica de San Francisco de Asís.
12. Su tumba se perdió durante siglos hasta que fue redescubierta en 1818
Su cuerpo fue trasladado a su basílica en 1230, pero pronto fue ocultado por los franciscanos para protegerlo de los invasores sarracenos. La ubicación de su cuerpo quedó en el olvido y no fue redescubierto hasta 1818, casi seis siglos después.
EL EVANGELIO DE HOY LUNES 4 DE OCTUBRE DE 2021
Lunes 27 del tiempo ordinario
Lunes 4 de octubre de 2021
1ª Lectura (Jon 1,1—2,1.11): Jonás, hijo de Amitai, recibió la palabra del Señor: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella: ‘Su maldad ha llegado hasta mí’». Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, y se alzó una gran tormenta en el mar, y la nave estaba a punto de naufragar. Temieron los marineros, e invocaba cada cual a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.
El capitán se le acercó y le dijo: «¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu Dios; quizá se compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos». Y decían unos a otros: «Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad». Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Le interrogaron: «Dinos, ¿por qué nos sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?». Él les contestó: «Soy un hebreo; adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme». Temieron grandemente aquellos hombres y le dijeron: «¿Qué has hecho?». Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado.
Entonces le preguntaron: «¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar?». Porque el mar seguía embraveciéndose. Él contestó: «Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se aplacará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta terrible tormenta». Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar seguía embraveciéndose. Entonces invocaron al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre inocente! Tú eres el Señor que obras como quieres». Levantaron, pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su cólera. Y temieron mucho al Señor aquellos hombres. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. El Señor envió un gran pez a que se comiera a Jonás, y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches seguidas. El Señor dio orden al pez, y vomitó a Jonás en tierra firme.
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Salmo responsorial: Jon 2
R/. Sacaste mi vida de la fosa, Señor.
En mi aflicción clamé al Señor y me atendió; desde el vientre del abismo pedí auxilio, y escuchó mi clamor.
Me arrojaste a lo profundo en alta mar, me rodeaban las olas, tus corrientes y tu oleaje pasaban sobre mí.
Yo dije: «Me has arrojado de tu presencia; quién pudiera ver de nuevo tu santo templo».
Cuando se me acababan las fuerzas me acordé del Señor; llegó hasta ti mi oración, hasta tu santo templo.
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Versículo antes del Evangelio (Jn 13,34): Aleluya. Os doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que os améis los unos a los otros, como yo os he amado. Aleluya.
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Texto del Evangelio (Lc 10,25-37): En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».
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«El que practicó la misericordia con él»
Hno. Lluís SERRA i Llançana
(Roma, Italia)
Hoy, un maestro de la Ley plantea a Jesús una pregunta que quizás nos hemos formulado más de una vez: «¿Qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?» (Lc 10,25). Era una pregunta que iba con segundas, pues quería poner a prueba a Jesús. El maestro responde sabiamente lo que dice la Ley, es decir, amar a Dios y al prójimo como a uno mismo (cf. Lc 10,27). La clave es amar. Si buscamos la vida eterna, sabemos que «la fe y la esperanza pasarán, mientras que el amor no pasará nunca» (cf. 1Cor 13,13). Cualquier proyecto de vida y cualquier espiritualidad cuyo centro no sea el amor nos aleja del sentido de la existencia. Un punto de referencia importante es el amor a uno mismo, a menudo olvidado. Solamente podemos amar a Dios y al prójimo desde nuestra propia identidad.
El maestro de la Ley va más lejos todavía y pregunta a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» (Lc 10,29). La respuesta llega a través de un cuento, de una parábola, de una historia corta, sin formulaciones teóricas complicadas, pero con un gran contenido. El modelo de prójimo es un samaritano, es decir, un marginado, un excluido del pueblo de Dios. Un sacerdote y un levita pasan de largo al ver al hombre apaleado y malherido. Los que parecen estar más cerca de Dios (el sacerdote y el levita) son los que están más lejos del prójimo. El maestro de la Ley evita pronunciar la palabra "samaritano" para indicar a quien se comportó como prójimo del hombre malherido y dice: «El que practicó la misericordia con él» (Lc 10,37).
La propuesta de Jesús es clara: «Vete y haz tú lo mismo». No es la conclusión teórica del debate, sino la invitación a vivir la realidad del amor, el cual es mucho más que un sentimiento etéreo, pues se trata de un comportamiento que vence las discriminaciones sociales y que brota del corazón de la persona. San Juan de la Cruz nos recuerda que «al atardecer de la vida te examinarán del amor».
EL EVANGELIO DE HOY 4 DE OCTUBRE DE 2021 - SAN FRANCISCO DE ASÍS
4 de Octubre: San Francisco de Asís
El Evangelio de Hoy
Texto del Evangelio (Mt 11,25-30): En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
»Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
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«Has revelado a pequeños»
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM
(Barcelona, España)
Hoy, fiesta de san Francisco de Asís, el Evangelio comienza con una breve oración de Jesús; continúa con una lección de vida trinitaria, y acaba con una invitación. Las tres cosas establecen el retrato espiritual del Santo que festejamos.
En la oración, Jesús enaltece al Padre porque se revela a los sencillos y a los humildes: «Has revelado a pequeños (…)» (Mt 11,25). Dios les revela la profundidad de su vida trinitaria: «Nadie conoce bien al Hijo sino el Padre (…)» (Mt 11,27). ¡Conocer al Padre y al Hijo con la Mente que es el Espíritu Santo! ¡Él es quien conoce la profundidad de Dios! Recordemos que el verbo “conocer” en la Biblia significa amar y ser amado, darse y poseer. Este “Conocimiento” mutuo del Padre y del Hijo es el mismo Espíritu; de modo semejante podemos decir también que el Espíritu Santo es el Amor, la Unidad, el Aliento, la Lengua… del Padre y del Hijo.
El Santo de Asís se caracteriza por la pequeñez y la simplicidad; su humildad lo convierte en terreno propicio para recibir esta revelación del misterio trinitario. En efecto, sus escritos y las biografías primitivas señalan en él una experiencia profunda del misterio de la vida trinitaria. Dios Trinidad se le da a “conocer” y él es conocido por Dios.
La invitación final de Jesús es el coronamiento de todo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28). Jesús es benévolo y humilde de corazón; por esto es el reposo de los humildes, y también de todos los que estamos agobiados porque no lo somos suficientemente. En Jesús aprendemos la humildad: «Aprended de mí» (Mt 11,29).
El papa Francisco no tiene sólo el nombre de nuestro Santo, sino también su simplicidad y humildad, como lo vemos en sus gestos y palabras. ¡Ánimo! Tenemos ante nosotros el ejemplo más grande: Jesucristo. Y, a partir de Él, san Francisco y el Papa.
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«Estas cosas (…) se las has revelado a pequeños»
Fray Valentí SERRA i Fornell
(Barcelona, España)
Hoy escuchamos unas palabras emotivas y entrañables que Jesús pronunció en un momento de gran exultación espiritual: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños» (Mt 11,25). Podríamos decir que son su "magníficat" de acción de gracias. La Iglesia se complace escuchándolas cada año en la fiesta de san Francisco, el pobrecillo de Asís (+1226), hombre sencillo de corazón y locamente enamorado de Cristo y de su Evangelio.
A través de este texto evangélico, estamos invitados a volver a una vida cristiana configurada por la pobreza y la sencillez de corazón —la pequeñez— tal como lo hizo san Francisco de Asís. Él supo profundizar admirablemente en la Palabra de la vida hasta encontrar aquello más nuclear y esencial de la revelación cristiana, justamente, en esta "manifestación a los sencillos".
Vivimos inmersos en un mundo y en una cultura que frecuentan la arrogante autosuficiencia, como si no debiéramos nada a nadie, como si no tuviéramos necesidad de ser salvados. En este sentido, frecuentemente hacemos el ridículo ante los ojos de Dios. Por eso, son especialmente oportunas y plenamente actuales las palabras de san Francisco en su Cántico de las criaturas: «Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas (…).Alaben y bendigan a mi Señor y denle gracias y sírvanle con gran humildad. Amén».
Hoy conmemoramos la muerte de san Francisco. Su tránsito fue el momento capital de su liberación. En efecto, fue mientras se asociaba plenamente al misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo cuando manifestó a sus hermanos, a modo de testamento y reto, las siguientes palabras: «Yo ya he cumplido mi parte; que Cristo os enseñe la suya. ¡Comencemos, hermanos!». Sí, empecemos, hermanos, a vivir con alegría el Evangelio, ya que Dios se ha manifestado a los sencillos.
domingo, 3 de octubre de 2021
A LOS JÓVENES ESPOSOS
A los jóvenes esposos
Cuando Dios regala a una familia un hijo, es porque confía que lo cuidarán con amor y responsabilidad hasta la edad adulta. Se ha escrito mucho sobre cómo educar a los hijos. Por eso, cuando encuentro sobre el tema una orientación luminosa, breve y perfecta, siento el deseo de compartirla para que todos aprovechen ese condensado de sabiduría. Lee y medita.
Si el supremo Creador te da un hijo tiembla por el sagrado depósito que confía a tus cuidados. Haz que ese hijo hasta los diez años, te admire. Hasta los veinte, te ame. Y hasta la muerte, te respete. Sé para ese hijo hasta los diez años, su padre, hasta los veinte años, su maestro y hasta la muerte, su amigo.
Qué metas simples pero exigentes: ser para el hijo un padre, un maestro y un amigo, poniendo sin embargo el acento hasta los diez años, en la paternidad protectora, hasta los veinte en la docencia del difícil arte de vivir honestamente, y hasta la muerte en la amistad que todo lo comparte con humildad y sabiduría. Es una buena iluminación para orientarte.
* Padre Natalio
UNA SOLA CARNE - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 3 DE OCTUBRE DE 2021
sola carne
Varias veces nos muestra el evangelio el hecho de que los fariseos se acercan a Jesús para hacerle alguna pregunta-trampa. Esto lo solían hacer porque había diversas opiniones sobre algo entre los mismos fariseos, o entre los fariseos y saduceos, o entre judíos patriotas y partidarios de los romanos. La trampa consistía en que si Jesús respondía una u otra cosa, siempre se iba a enemistar con algunos. Pero siempre Jesús, siguiendo la verdad y la caridad, no respondía como ellos lo habían planeado.
Hoy le preguntan sobre el divorcio. La razón era porque había dos posturas contrapuestas entre los entendidos o comentaristas de la ley. Unos eran tan liberales que afirmaban que el hombre podía divorciarse por cualquier cosa, por ejemplo, que la comida no estuviera según su gusto. Otros en cambio exigían motivos más graves.
Jesús les responde que ni mucho ni poco, que no se pueden divorciar, aunque lo dijera Moisés. En realidad no había sido Moisés quien lo había permitido, sino leyes muy posteriores, y había sido por evitar, al parecer, males peores. Jesús apela a la Sagrada Escritura, en el primer libro, donde se expresa que la unión del varón y la mujer forma una unidad plena en su ser, mayor que la que se tiene con los padres. Es una unidad tan grande que los dos forman como una sola carne (un solo ser).
Para algunos les parece algo demasiado opresivo. También les debió parecer a los apóstoles y, por si acaso había exagerado o se había equivocado, cuando están solos con Él, se lo vuelven a preguntar. Jesús les dice que el casarse con otra, y lo mismo la mujer con otro, es cometer adulterio. Algunos ven estas palabras en sentido represivo; pero hay que verlas en sentido positivo.
Se trata de ver la grandeza del matrimonio, sobre todo si está ratificado con el sacramento. Es el triunfo del amor, que representa además el amor de Dios a la humanidad o el amor de Jesucristo a la Iglesia. Y este amor es total y estable. Las palabras de Jesús no son una imposición, sino una invitación a cultivar cada día el amor. Esto es porque el matrimonio, como todas las cosas vivas que tenemos, como la misma vida y la gracia, deben ser cultivadas. Y en la tierra la vida se cultiva muchas veces con sacrificio. El amor, como hay que construirlo día a día, también se puede destruir día a día, si no se cultiva o se descuida.
Para cultivarlo, entre otros consejos, decimos que hay que saber dialogar. Para ello hay que saber escuchar, estar atentos a los detalles y estar por encima de los sentimientos. Y también pedir gracia a Dios, ya que el divorcio viene cuando nos domina el egoísmo, la soberbia y tantos vicios. Después del divorcio suelen venir las consecuencias negativas para ellos y para toda la familia, especialmente los hijos.
Hay muchas palabras, que hoy están desvirtuadas, como es el amor y como es el matrimonio. Éste es la unión estable y libre entre un varón y una mujer, jurídicamente reconocidos por el estado o por la Iglesia. Toda otra clase de unión puede llamarse de otra manera, pero no es matrimonio, con todo el respeto. Si somos volubles en los mismos conceptos, no es extraño que lo seamos en la separación de esas uniones.
Termina hoy el evangelio con una escena de niños, afirmando Jesús que debemos recibir el Reino de Dios como niños. Debemos ser como los niños que están siempre dispuestos a recibir los regalos. Tener un alma sencilla o abierta ante Dios es muy importante, porque Dios sabe mucho más que nosotros, cuál es la felicidad que nos conviene.
Hoy más que argumentos, veamos a tantos buenos esposos que, a pesar de las dificultades de la vida, hacen brillar su amor, como el oro se abrillanta más con el tiempo, y le dan gracias a Dios por ese amor que procuran aumentar cada día.
(P. Silverio Velasco)
EL PAPA FRANCISCO INVITA EN EL ÁNGELUS A REZAR: SEÑOR, MIRA MI FRAGILIDAD
El Papa Francisco invita en el Ángelus a rezar: “Señor, mira mi fragilidad”
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
Antes del rezo del Ángelus dominical de este 3 de octubre, el Papa Francisco destacó que el primer paso para estar cerca de Dios es el reconocerse pequeños, necesitados, para abrir el corazón y descubrir el verdadero sentido de la vida.
Reflexionando en una parte del pasaje del Evangelio de San Marcos de la liturgia de este domingo, el Santo Padre señaló que “el discípulo no solo debe servir a los pequeños, sino que también ha de reconocerse pequeño él mismo” por lo que preguntó: “¿cada uno de nosotros se reconoce pequeño delante a Dios? Pensemos, nos ayudará”.
“Saberse pequeños, saberse necesitados de salvación, es indispensable para acoger al Señor. Es el primer paso para abrirnos a Él. Sin embargo, a menudo nos olvidamos de esto. En la prosperidad, en el bienestar, vivimos la ilusión de ser autosuficientes, de bastarnos a nosotros mismos, de no tener necesidad de Dios. Hermanos y hermanas esto es un engaño, porque cada uno de nosotros es un ser necesitado, cada uno de nosotros es un pequeño, debemos buscar nuestra pequeñez y reconocerla, y allí encontraremos a Jesús”, advirtió el Papa.
En esta línea, el Santo Padre añadió que “en la vida, reconocerse pequeño es el punto de partida para llegar a ser grande” porque “si lo pensamos bien, crecemos no tanto gracias a los éxitos y a las cosas que tenemos, sino, sobre todo, en los momentos de lucha y de fragilidad”.
“Ahí, en la necesidad, maduramos; ahí abrimos el corazón a Dios, a los demás, al sentido de la vida. Abrimos los ojos a los otros, cuando somos pequeños abrimos los ojos al verdadero sentido de la vida”, añadió.
De este modo, el Papa aconsejó que “cuando nos sintamos pequeños ante un problema, pequeños ante una cruz, una enfermedad, cuando experimentemos fatiga y soledad, no nos desanimemos. Está cayendo la máscara de la superficialidad y está resurgiendo nuestra radical fragilidad: es nuestra base común, es nuestro tesoro, porque con Dios las fragilidades no son obstáculos, sino oportunidades”.
Por ello, el Santo Padre dijo que “una bonita oración sería esta: ‘Señor, mira mi fragilidad’ y enlistarlas delante a él, esto es una buena actitud delante a Dios” porque “de hecho, precisamente en la fragilidad descubrimos cuánto nos cuida Dios”.
En este sentido, el Papa recordó que en este pasaje del Evangelio describe que Jesús es muy tierno con los pequeños: “los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos” por lo que indicó que “las contrariedades, las situaciones que revelan nuestra fragilidad son ocasiones, ocasiones privilegiadas para experimentar su amor”.
“Lo sabe bien quien reza con perseverancia: en los momentos oscuros o de soledad, la ternura de Dios hacia nosotros se hace -por así decir- aún más presente. Cuando nosotros somos pequeños, sentimos más la ternura de Dios. Esta ternura nos da paz, esta ternura nos hace crecer. Porque Dios se acerca con su estilo de cercanía, compasión y ternura. Cuando nosotros nos sentimos ‘poca cosa’ por cualquier motivo, el Señor se acerca más, lo sentimos más cercano, nos da paz, nos hace crecer”, explicó el Papa.
En esta línea, el Santo Padre subrayó que “en la oración, el Señor nos abraza como un papá a su niño. Así nos hacemos grandes: no con la ilusoria pretensión de nuestra autosuficiencia, sino con la fortaleza de depositar en el Padre toda esperanza. Justo como hacen los pequeños, hacen así”.
“Pidamos hoy a la Virgen María una gracia grande, la de la pequeñez: ser niños que se fían del Padre, seguros de que Él nunca deja de cuidarnos”, concluyó el Papa.
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 3 DE OCTUBRE DE 2021
Domingo 27 (B) del tiempo ordinario
Domingo 3 de octubre de 2021
1ª Lectura (Gén 2,18-24): El Señor Dios se dijo: «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude». Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase. Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre. El hombre dijo: «Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Salmo responsorial: 127
R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.
Que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!
2ª Lectura (Heb 2,9-11): Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación. El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.
Versículo antes del Evangelio (1Jn 4,12): Aleluya. Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mc 10,2-16): En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?». Él les respondió: «¿Qué os prescribió Moisés?». Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre». Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él». Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.
«Lo que Dios unió, no lo separe el hombre»
Rev. D. Fernando PERALES i Madueño
(Terrassa, Barcelona, España)
Hoy, los fariseos quieren poner a Jesús nuevamente en un compromiso planteándole la cuestión sobre el divorcio. Más que dar una respuesta definitiva, Jesús pregunta a sus interlocutores por lo que dice la Escritura y, sin criticar la Ley de Moisés, les hace comprender que es legítima, pero temporal: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto» (Mc 10,5).
Jesús recuerda lo que dice el Libro del Génesis: «Al comienzo del mundo, Dios los creó hombre y mujer» (Mc 10,6, cf. Gn 1,27). Jesús habla de una unidad que será la Humanidad. El hombre dejará a sus padres y se unirá a su mujer, siendo uno con ella para formar la Humanidad. Esto supone una realidad nueva: dos seres forman una unidad, no como una "asociación", sino como procreadores de Humanidad. La conclusión es evidente: «Lo que Dios unió, no lo separe el hombre» (Mc 10,9).
Mientras tengamos del matrimonio una imagen de "asociación", la indisolubilidad resultará incomprensible. Si el matrimonio se reduce a intereses asociativos, se comprende que la disolución aparezca como legítima. Hablar entonces de matrimonio es un abuso de lenguaje, pues no es más que la asociación de dos solteros deseosos de hacer más agradable su existencia. Cuando el Señor habla de matrimonio está diciendo otra cosa. El Concilio Vaticano II nos recuerda: «Este vínculo sagrado, con miras al bien, ya de los cónyuges y su prole, ya de la sociedad, no depende del arbitrio humano. Dios mismo es el autor de un matrimonio que ha dotado de varios bienes y fines, todo lo cual es de una enorme trascendencia para la continuidad del género humano» (Gaudium et spes, n. 48).
De regreso a casa, los Apóstoles preguntan por las exigencias del matrimonio, y a continuación tiene lugar una escena cariñosa con los niños. Ambas escenas están relacionadas. La segunda enseñanza es como una parábola que explica cómo es posible el matrimonio. El Reino de Dios es para aquellos que se asemejan a un niño y aceptan construir algo nuevo. Lo mismo el matrimonio, si hemos captado bien lo que significa: dejar, unirse y devenir.