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jueves, 1 de abril de 2021
ACTIVIDADES DEL PAPA FRANCISCO EN SEMANA SANTA 2021
Actividades del Papa Francisco en Semana Santa 2021
Sigue las transmisiones en vivo por Catholic.net
Por: Catholic.net | Fuente: Vatican.va
El Papa Francisco celebrará los ritos de la Semana Santa en el altar de la cátedra, en la basílica de San Pedro, debido a la contingencia sanitaria. Participarán los señores cardenales, los superiores de la Secretaría de Estado, con una participación limitada de fieles.
No te pierdas las transmisiones en vivo desde el Facebook o YouTube de Catholic.net
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JUEVES SANTO - 1 abril 2021
Santa Misa Crismal
10:00 hrs (Hora del Vaticano)
1:00 Los Ángeles
2:00 Ciudad de México y El Salvador
3:00 Colombia y Ecuador.
4:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
5:00 Chile, Uruguay y Venezuela.
Santa Misa "in Coena Domini" Preside el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio cardenalicio.
18:00 hrs (Hora del Vaticano)
9:00 Los Ángeles
10:00 Ciudad de México y El Salvador
11:00 Colombia y Ecuador.
12:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
13:00 Chile, Uruguay y Venezuela.
VIERNES SANTO - 2 abril 2021
Pasión del Señor
18:00 hrs (Hora del Vaticano)
9:00 Los Ángeles
10:00 Ciudad de México y El Salvador
11:00 Colombia y Ecuador.
12:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
13:00 Chile, Uruguay y Venezuela.
Vía Crucis
21:00 hrs (Hora del Vaticano)
12:00 Los Ángeles
13:00 Ciudad de México y El Salvador
14:00 Colombia y Ecuador.
15:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
16:00 Chile, Uruguay y Venezuela.
SÁBADO SANTO - 3 abril 2021
Vigilia Pascual
19:30 hrs (Hora del Vaticano)
10:30 Los Ángeles
11:30 Ciudad de México y El Salvador
12:30 Colombia y Ecuador.
13:30 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
14:30 Chile, Uruguay y Venezuela.
DOMINGO DE PASCUA - 4 abril 2021
Santa Misa del día
10:00 hrs (Hora del Vaticano)
1:00 Los Ángeles
2:00 Ciudad de México y El Salvador
3:00 Colombia y Ecuador.
4:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
5:00 Chile, Uruguay y Venezuela.
Urbi et Orbi
12:00 hrs (Hora del Vaticano)
3:00 Los Ángeles
4:00 Ciudad de México y El Salvador
5:00 Colombia y Ecuador.
6:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
7:00 Chile, Uruguay y Venezuela.
¿QUÉ SE CELEBRA EL JUEVES SANTO?
¿Qué se celebra el Jueves Santo?
El Jueves Santo se celebra: La Última Cena; El Lavatorio de los pies; La institución de la Eucaristía y del Sacerdocio y la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní
Por: David López | Fuente: Catolicos Con Acción
Sabías que este día, este jueves Santo se conmemora la Institución de La Eucaristía como el regalo de Amor, también se conmemora la Institución de uno de los Sacramentos de entrega y abandono total al Señor: el Sacramento de La Orden Sacerdotal y La Vida de Servicio a los demás.
Con la celebración del jueves Santo no solo se abre el Triduo Pascual. En este día nuestra Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, pero a la vez con las Palabras mismas de Jesucristo Hagan esto en conmemoración mía, festejamos a todos los valientes que dijeron sí, un sí de corazón como el de María a vivir una vida consagrada a Jesús y con el gesto del lavatorio de pies también festejamos a todos aquellos que dedican su vida a servir de manera humilde y extraordinaria a los demás cumpliendo el último mandamiento de Cristo.
En este día que para algunos representa tristeza, dolor e incluso traición, se celebran tres grandes acontecimientos, por la mañana, tenemos en primer lugar la llamada Misa Crismal, que es presidida por el Obispo Diocesano y concelebrada por su presbiterio. En ella se consagra el Santo Crisma y se bendicen los demás óleos, que se usan en la administración de los principales sacramentos. Junto con ello, todos los sacerdotes renuevan las promesas realizadas el día de su ordenación. Es una manifestación de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el sacerdocio y ministerio de Cristo y es con este gesto que los Sacerdotes de nuestra iglesia celebran un año más de la institución de La Vida Sacerdotal.
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Luego ya por la tarde tenemos la Misa Vespertina donde damos Introducción a la celebración del Triduo Pascual es así como el Jueves Santo llega a su máxima relevancia. En ésta tarde se da comienzo al Triduo Pascual que culminará en la vigilia que se conmemora, en la noche del Sábado Santo al Domingo de Pascua la Resurrección de Jesucristo.
Al comienzo de la celebración, el sagrario se presenta vacío con la puerta abierta. El altar mayor, donde se celebrará la Santa Misa, se adorna con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección.
Como en todas las celebraciones litúrgicas se inicia con la entrada procesional, encabezada por los acólitos, seguida por los ministros y finalizada por el celebrante principal, un Sacerdote u Obispo. Mientras tanto, el coro acompaña con cantos, pues ya ha terminado la Cuaresma y se va a celebrar uno de los momentos más importantes del año litúrgico, la Institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor.
Los cantos de esta celebración están enfocados a la celebración de la institución de la Eucaristía. El color de ésta celebración es el blanco sustituyendo al morado.
En ésta celebración se canta de nuevo el “Gloria” a la vez que se tocan las campanas, y cuando éste termina, las campanas dejan de sonar y no volverán a sonar hasta la Vigilia Pascual en la Noche Santa por eso no debe de extrañarte que durante la Consagración no se oigan las campanas.
Las lecturas de éste día son muy especiales, la primera es del libro del Éxodo donde se nos presentan Prescripciones sobre la cena pascual, Jesús cenó la Pascua con sus apóstoles, siguiendo la tradición judía, ya que según ésta se debía de cenar un cordero puro y del año; y la sangre de éste se debía rociar la puerta en señal de purificación ya que si no se hacía así el ángel exterminador entraría a la casa y mataría al primogénito de esa familia (décima plaga), según lo relatado en el libro del Éxodo. La segunda lectura es de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios donde se nos enseña que: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este vino, proclamamos la muerte del Señor) y el salmo responsorial El Cáliz que bendecimos, es la comunión con la sangre de Cristo. El Evangelio es el momento del lavatorio de pies a los discípulos, que adquiere un destacado simbolismo dentro de los oficios del día, ya que posteriormente, se realiza por el sacerdote lavando los pies a doce varones a modo de representar a los doce apóstoles, en el que se recuerda el gesto que realizó Jesús antes de la Última Cena con sus discípulos, efectuándose en esta ocasión entre la Homilía y las ofrendas, este acto suprime el Credo. Durante el lavatorio de los pies se entona un cántico relacionado con el Mandamiento Nuevo del Amor entregado por Jesucristo en esta noche santa, destacando frases del texto del discurso de Jesús en la última cena, recogido por el Evangelio de San Juan. Y es así que celebramos la Institución del Mandamiento de Amor, Ámense los unos a los otros como Yo los he Amado en términos sencillos El servicio a los demás con y por Amor a Cristo.
La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que se recordará a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús.
En el momento de la Plegaria Eucarística durante la consagración, se prefiere la recitación del Canon Romano o Plegaria I, dado que el texto prevé algunos párrafos directamente relacionados con lo que se celebra en este día, durante la Epíclesis se invoca al Espíritu Santo para que queden consagrados el vino y el pan; esto se da cuando el Sacerdote impone sus manos sobre los dones ofrecidos para que se conviertan en el cuerpo y la sangre de Cristo y para que la comunión, ayude a la salvación de los que participan de ella y actúe sobre la comunidad celebrante, esta es la parte Máxima de la Liturgia de este día y así se conmemora y se celebra la institución de la Eucaristía.
Una vez se ha repartido la Comunión como de costumbre, el Santísimo Sacramento se traslada desde el Altar donde se ha celebrado la Misa en procesión hasta el llamado “Altar de la reserva” o “Monumento”, un altar exclusivo preparado para esta celebración, que debe estar fuera del templo y de la nave central, debido a que en la celebración del Viernes Santo no se celebra la Eucaristía. Durante la procesión hasta la llegada al lugar del Monumento, se entona algún himno eucarístico, el sacerdote deposita el copón con el Santísimo, debidamente cubierto, dentro del sagrario de la reserva, y puesto de rodillas, lo inciensa. Por lo general, no da la bendición con el Santísimo ni reza las alabanzas, sino más bien se queda unos instantes orando en silencio. Antes de retirarse, cierra la puerta del sagrario de reserva, hace genuflexión y se retira
Automáticamente, una vez se ha reservado al Santísimo, los oficios del día jueves finalizan, pues la celebración continuará al día siguiente y se nos invita a conmemorar al día siguiente la muerte del Señor.
En algunas iglesias se celebra a continuación un sencillo acto de denudación de los altares, en el que los sacerdotes y ministros, retiran candeleros y manteles de todos los altares de la iglesia.
Durante la noche se mantiene la adoración del Santísimo en el “Monumento”, celebrándose la llamada “Hora Santa” en torno a la medianoche, quedando el Santísimo allí hasta la celebración del Viernes Santo. Esta reserva recuerda la agonía y oración en Getsemaní y el encarcelamiento de Jesús, y por eso los sacerdotes celebrantes piden que velen y oren con Él, como Jesús pidió a sus apóstoles en el huerto de Getsemaní. Una vez han terminado los oficios, se rememora la oración y agonía de Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y el prendimiento de Jesús, que se suele celebrar con procesiones en la tarde-noche del Jueves Santo.
En algunos lugares, existe la tradición de visitar siete monumentos en distintos Templos de una misma ciudad, para recordar a modo de “estaciones”, los distintos momentos de la agonía de Jesús en el Huerto y su posterior arresto.
Desde hace unos años, como Iglesia Católica celebramos el Jueves Santo como Día del Amor Fraterno pues Dios nos amó tanto que nos dio a su Hijo Único para que fuéramos salvados creyendo en Él, y Jesús entrega su vida a cambio de la nuestra y no hay prueba de amor más grande que el que da la Vida por los suyos. Y no sólo bastándole eso, en la locura de amor más grande por nosotros, no sólo se entrega y da la vida, si no que se queda con bajo las apariencias del Pan y el Vino; Su Sacrificio de Amor más grande: La Cruz. Su regalo de amor más grande: La Eucaristía.
Por tanto que este jueves Santo, no represente tristeza para ti, sino que al contrario represente una verdadera Felicidad y una respuesta de Amor ante el mandamiento que nos dejó Cristo de Amarnos como Él nos amó, sirviendo a los demás, que La Eucaristía sea un cumplimiento más de su palabra en ti, pues en ella se cumple su promesa de estar con nosotros siempre hasta el final de los tiempos, por tanto no permitas que el pecado te quite la gracia de poder comulgar, para que cada vez que comulgues se cumpla en ti su última promesa, y si ves a un Sacerdote, ora por él y agradece a Dios por su valentía al dar el Sí a la vida sacerdotal y si puedes felicítalo por un año más de tan grande ministerio y misterioso sacramento, pues sin ellos la Eucaristía no sería posible, como dijo Peter Parker (Spiderman) tienen en sus manos un gran poder, pero que lleva una gran Responsabilidad. Jueves Santo, día de Entrega y Servicio con y por Amor a Jesucristo.
ORACIÓN POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES
Oración por la santificación de los sacerdotes
Redacción ACI Prensa
Foto: https://www.facebook.com/Oblatosdesanjose/
Hoy, Jueves Santo, Jesús instituyó el Sacramento del Orden sacerdotal; por lo cual, se celebra el día del sacerdote. Este sacramento del orden es recibido por todos aquellos que se ven llamados por Dios a dedicar su vida a la salvación eterna de sus hermanos.
A continuación una Oración por la Santificación de los Sacerdotes, de Santa Teresita del Niño Jesús:
Oh Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra la obra divina de salvar a las almas protege a tus sacerdotes (especialmente a: …..) en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.
Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS, que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO, y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.
Haz que se preserven puros sus Corazones, marcados con el sello sublime del SACERDOCIO, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine. Aumenta el número de tus apóstoles, y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.
Bendice Sus trabajos y fatigas, y que como fruto de su apostolado obtenga la salvación de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén.
HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA CRISMAL DEL JUEVES SANTO 2021
JUEVES SANTO - MEDITACIÓN
JUEVES SANTO
Si alguna vez Jesús pensó en hacer un regalo de despedida a sus discípulos, algo que les quedase como testimonio vivo de su presencia, de su modo de hacer, de sus palabras, de lo que él había querido ser siempre: imagen del Dios Padre que es amor incondicional para todas sus criaturas, no se le habría ocurrido mejor regalo que aquella cena de despedida con sus discípulos y aquellas palabras que dijo después de bendecir el pan y el vino que compartieron: “Haced esto en memoria mía”.
En estos días en que hacemos memoria de aquellos últimos momentos, tan dramáticos, de Jesús en nuestro mundo, antes de ser ajusticiado, brilla esta celebración del Jueves Santo: la institución de la Eucaristía, la misa. El centro de la vida cristiana, la imagen mejor de lo que fue Jesús para sus discípulos y de lo que es hoy para nosotros. El signo de la entrega del que da la vida por sus hermanos. La celebración en que nos topamos de frente con el amor de Dios hecho pan y vino que se entrega para darnos la vida. La celebración del amor fraterno. La mejor imagen del Reino de Dios, todos sus hijos e hijas sentados alrededor de una mesa compartiendo el pan de vida y escuchando la palabra del que da sentido a nuestras vida y a nuestro caminar.
Todo esto y mucho más es la celebración de la Eucaristía. Es el momento de la consagración y de la comunión pero también es ese signo tan poderoso de Jesús que lava los pies a los discípulos, mostrándonos de una forma tan práctica que el amor es servicio humilde lleno de cariño y cuidado, que en el reino no hay arriba y abajo sino igualdad y fraternidad. Y que el de arriba está para servir y no para ser servido.
La Eucaristía es acción de gracias porque reconocemos en ella que todo lo hemos recibido de regalo. Desde la vida hasta los hermanos. En la Eucaristía se transparenta ya la celebración de la resurrección porque sin ella no tendría sentido y no sería más que un rito vacío. La Eucaristía abre nuestra humanidad al mundo, abre nuestra carne a la de nuestros hermanos y hermanas y nos hace conscientes de que no somos más que una carne, una familia, y que Dios es nuestro Padre. Y, en medio, presidiendo nuestra celebración, nuestro hermano mayor, Jesús que nos repite una y otra vez: “Haced esto en memoria mía.”
Comentario al Evangelio de hoy jueves, 1 de abril de 2021
Fernando Torres cmf
EL EVANGELIO DE HOY JUEVES SANTO, 1 DE ABRIL DE 2021
Lecturas de hoy Jueves Santo
Hoy, jueves, 1 de abril de 2021
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (12.1-8.11-14):
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones."»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 115,12-13.15-16bc.17-18
R/. El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26):
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (13,1-15)
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»
Palabra del Señor
miércoles, 31 de marzo de 2021
martes, 30 de marzo de 2021
MARTES SANTO - MEDITEMOS
«¿TÚ DARÁS LA vida por mí? En verdad, en verdad te digo que no cantará el gallo sin que me hayas negado tres veces» (Jn 13,38). El evangelio de la Misa de hoy nos narra el anuncio de las negaciones de san Pedro. En el clima íntimo de la Última Cena, este apóstol se sorprende de que Jesús le adelante su traición. No sale de su asombro. No comprende cómo eso podría suceder. Pedro desea ser fiel hasta la muerte, no quiere que su maestro sea entregado a sus enemigos para ser crucificado. Ya fue reprendido por esa confusión, pero sigue sin poder aceptar ese aparente fracaso. La liturgia nos recuerda que «se acercan los días de su pasión salvadora y de su resurrección gloriosa; en ellos se actualiza su triunfo sobre la soberbia del antiguo enemigo y celebramos el misterio de nuestra redención»[1].
A su modo, san Pedro piensa que está dispuesto a dar la vida por el Señor. De hecho, sacará la espada en el momento del prendimiento de Jesús y se enfrentará a todo un pelotón que viene armado para apresar a su Señor. No le falta valentía ni aprecio por Jesús. Sin embargo, la realidad va a demostrarle que no basta con estas cualidades. Pedro necesita todavía la humildad que proviene del conocimiento propio y, sobre todo, del conocimiento de Dios. Jesús no deja de formar a san Pedro hasta el último instante. Estas lecciones son las más importantes de su vida: Pedro no va a ser roca por su fortaleza sino por la humildad ganada a base de conocer a Jesús en profundidad. Es preciso que, experimentando la insuficiencia de sus fuerzas, comprenda que es Dios quien le va a sostener.
EL ANUNCIO DE la traición de Pedro aparece en el evangelio de hoy junto con el anuncio de la traición de Judas y nos sirve para notar la gran diferencia entre ambas. Pedro puso su debilidad en manos de Jesús; apartó la vista de sus errores y de sus fuerzas y aprendió a confiar en la bondad de Dios, en sus planes divinos, en sus modos de hacer. Pedro no estaba engañando a Jesús cuando le decía que iba a ser fiel hasta la muerte. Lo que sucedía es que confiaba casi exclusivamente en sus fuerzas: él se veía capaz. Judas, por su parte, no reconoció en ningún momento ante Jesús su traición; siempre trató de guardar las apariencias. A Pedro, al menos cuando estaba con Cristo, las apariencias no le importaban, aunque sí que sucumbió a ellas cuando fue interrogado por una criada en la casa del Sumo Sacerdote.
Para prevenir su desconcierto, podrían haberle servido al pescador de Cafarnaún aquellas palabras de Agustín: «Busca méritos, busca justicia, busca motivos; y a ver si encuentras algo que no sea gracia»[2]. San Pedro pensaba que su amor a Jesús era ya grande, suficiente para soportar cualquier prueba. Le fue más fácil permanecer fiel ante los soldados que ante un enemigo en apariencia más frágil. La criada acabó con la confianza de Pedro en sí mismo. Era necesaria esa liberación: Pedro descubrió así el camino de su propio abajamiento para poder seguir a Cristo. Liberado de sus fuerzas y de sus deseos, fue capaz de adaptarse a los planes de Dios y ser fiel.
San Bernardo, en este sentido, nos recuerda que es mejor poner atención a lo que Dios está dispuesto a hacer por cada uno, también por Pedro: «No te preguntes, tú, que eres hombre, por lo que has sufrido, sino por lo que sufrió él. Deduce de todo lo que sufrió por ti, en cuánto te tasó, y así su bondad se te hará evidente por su humanidad. Cuanto más pequeño se hizo en su humanidad, tanto más grande se reveló en su bondad; y cuanto más se dejó envilecer por mí, tanto más querido me es ahora»[3].
«MUCHAS VECES pensamos que Dios se basa solo en la parte buena y vencedora de nosotros, cuando en realidad la mayoría de sus designios se realizan a través y a pesar de nuestra debilidad (...). El Maligno nos hace mirar nuestra fragilidad con un juicio negativo, mientras que el Espíritu la saca a la luz con ternura. La ternura es el mejor modo para tocar lo que es frágil en nosotros (...). Tener fe en Dios incluye además creer que él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero él tiene siempre una mirada más amplia»[4].
Nos llena de paz saber que Dios desea que confiemos en él y en lo bueno que tenemos, que es también don de Dios. San Pedro ha ido por delante también en esto para ser un ejemplo para nosotros. Nos llena de serenidad descubrir que podemos apoyarnos en nuestras fuerzas y capacidades –muchas o pocas–porque Dios pondrá el incremento con abundancia. ¡Qué deseos de aprender a no confiar solamente en nuestras aptitudes para la misión que nos ha sido encomendada y que, de algún modo, nos excede! Nos asombra y nos llena de agradecimiento el amor que Dios nos tiene para hacer maravillas con nuestra colaboración.
Santa Teresita del Niño Jesús se refería a la vida de Pedro de la siguiente manera: «Comprendo muy bien que san Pedro cayera. El pobre san Pedro confiaba en sí mismo, en vez de confiar únicamente en la fuerza de Dios (...). Estoy convencida de que si san Pedro hubiese dicho humildemente a Jesús: “Concédeme fuerzas para seguirte hasta la muerte”, las habría obtenido inmediatamente (...). Antes de gobernar a toda la Iglesia, que está llena de pecadores, le convenía experimentar en su propia carne lo poco que puede el hombre sin la ayuda de Dios»[5]. Con este aprendizaje, san Pedro sabrá poner al servicio de la redención sus capacidades –que, aunque prestadas, son un don precioso– y recurrir a su Señor, que todo lo puede. «Por eso –señalaba san Josemaría– cuando con el corazón encendido le decimos al Señor que sí, que le seremos fieles, que estamos dispuestos a cualquier sacrificio, le diremos: Jesús, con tu gracia; Madre mía, con tu ayuda. ¡Soy tan frágil, cometo tantos errores, tantas pequeñas equivocaciones, que me veo capaz –si me dejas– de cometerlas grandes!»[6].
[1] Prefacio II de Pasión. Se utiliza el lunes, martes y miércoles de la Semana Santa.
[2] San Agustín, Sermón 185.
[3] San Bernardo, Sermón 1 en la Epifanía del Señor, 1-2.
[4] Francisco, carta apostólica Patris corde, n. 2.
[5] Santa Teresa del Niño Jesús, Últimas conversaciones, 7-VIII-1897.
[6] San Josemaría, Cartas 2, n. 32b.