jueves, 1 de octubre de 2020

MEDITACIÓN DEL SANTO ROSARIO - CARTA APOSTÓLICA ROSARIUM VIRGINIS MARIAE

 


CARTA APOSTÓLICA

ROSARIUM VIRGINIS MARIAE

DEL SUMO PONTÍFICE

JUAN PABLO II

AL EPISCOPADO, AL CLERO

Y A LOS FIELES

SOBRE EL SANTO ROSARIO


INTRODUCCIÓN

1. El Rosario de la Virgen María, difundido gradualmente en el segundo Milenio bajo el soplo del Espíritu de Dios, es una oración apreciada por numerosos Santos y fomentada por el Magisterio. En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad. Se encuadra bien en el camino espiritual de un cristianismo que, después de dos mil años, no ha perdido nada de la novedad de los orígenes, y se siente empujado por el Espíritu de Dios a «remar mar adentro» (duc in altum!), para anunciar, más aún, 'proclamar' a Cristo al mundo como Señor y Salvador, «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn14, 6), el «fin de la historia humana, el punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilización».[1]

El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio.[2] En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor.


Los Romanos Pontífices y el Rosario

2. A esta oración le han atribuido gran importancia muchos de mis Predecesores. Un mérito particular a este respecto corresponde a León XIII que, el 1 de septiembre de 1883, promulgó la Encíclica Supremi apostolatus officio,[3] importante declaración con la cual inauguró otras muchas intervenciones sobre esta oración, indicándola como instrumento espiritual eficaz ante los males de la sociedad. Entre los Papas más recientes que, en la época conciliar, se han distinguido por la promoción del Rosario, deseo recordar al Beato Juan XXIII[4] y, sobre todo, a PabloVI, que en la Exhortación apostólica Marialis cultus, en consonancia con la inspiración del Concilio Vaticano II, subrayó el carácter evangélico del Rosario y su orientación cristológica. 

Yo mismo, después, no he dejado pasar ocasión de exhortar a rezar con frecuencia el Rosario. Esta oración ha tenido un puesto importante en mi vida espiritual desde mis años jóvenes. Me lo ha recordado mucho mi reciente viaje a Polonia, especialmente la visita al Santuario de Kalwaria. El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo. Hace veinticuatro años, el 29 de octubre de 1978, dos semanas después de la elección a la Sede de Pedro, como abriendo mi alma, me expresé así: «El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad. [...] Se puede decir que el Rosario es, en cierto modo, un comentario-oración sobre el capítulo final de la Constitución Lumen gentium del Vaticano II, capítulo que trata de la presencia admirable de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia. En efecto, con el trasfondo de las Avemarías pasan ante los ojos del alma los episodios principales de la vida de Jesucristo. El Rosario en su conjunto consta de misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, y nos ponen en comunión vital con Jesús a través –podríamos decir– del Corazón de su Madre. Al mismo tiempo nuestro corazón puede incluir en estas decenas del Rosario todos los hechos que entraman la vida del individuo, la familia, la nación, la Iglesia y la humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de las personas más cercanas o que llevamos más en el corazón. De este modo la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana ».[5]

Con estas palabras, mis queridos Hermanos y Hermanas, introducía mi primer año de Pontificado en el ritmo cotidiano del Rosario. Hoy, al inicio del vigésimo quinto año de servicio como Sucesor de Pedro, quiero hacer lo mismo. Cuántas gracias he recibido de la Santísima Virgen a través del Rosario en estos años: Magnificat anima mea Dominum! Deseo elevar mi agradecimiento al Señor con las palabras de su Madre Santísima, bajo cuya protección he puesto mi ministerio petrino: Totus tuus!


Octubre 2002 - Octubre 2003: Año del Rosario

3. Por eso, de acuerdo con las consideraciones hechas en la Carta apostólica Novo millennio ineunte, en la que, después de la experiencia jubilar, he invitado al Pueblo de Dios « a caminar desde Cristo »,[6] he sentido la necesidad de desarrollar una reflexión sobre el Rosario, en cierto modo como coronación mariana de dicha Carta apostólica, para exhortar a la contemplación del rostro de Cristo en compañía y a ejemplo de su Santísima Madre. Recitar el Rosario, en efecto, es en realidad contemplar con María el rostro de Cristo. Para dar mayor realce a esta invitación, con ocasión del próximo ciento veinte aniversario de la mencionada Encíclica de León XIII, deseo que a lo largo del año se proponga y valore de manera particular esta oración en las diversas comunidades cristianas. Proclamo, por tanto, el año que va de este octubre a octubre de 2003 Año del Rosario.

Dejo esta indicación pastoral a la iniciativa de cada comunidad eclesial. Con ella no quiero obstaculizar, sino más bien integrar y consolidar los planes pastorales de las Iglesias particulares. Confío que sea acogida con prontitud y generosidad. El Rosario, comprendido en su pleno significado, conduce al corazón mismo de la vida cristiana y ofrece una oportunidad ordinaria y fecunda espiritual y pedagógica, para la contemplación personal, la formación del Pueblo de Dios y la nueva evangelización. Me es grato reiterarlo recordando con gozo también otro aniversario: los 40 años del comienzo del Concilio Ecuménico Vaticano II (11 de octubre de 1962), el «gran don de gracia» dispensada por el espíritu de Dios a la Iglesia de nuestro tiempo.[7]



EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 1 DE OCTUBRE DE 2020, SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS

 

Lecturas de hoy Jueves de la 26ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, jueves, 1 de octubre de 2020



Primera lectura

Lectura del libro de Job (19,21-27):

Job dijo: «¡Piedad, piedad de mí, amigos míos, que me ha herido la mano de Dios! Por qué me perseguís como Dios y no os hartáis de escarnecerme? ¡Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá se grabaran en cobre; con cincel de hierro y en plomo se escribieran para siempre en la roca! Yo sé que está vivo mi Vengador y que al final se alzará sobre el polvo: después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré y no otro, mis propios ojos lo verán. ¡Desfallezco de ansias en mi pecho!»


Palabra de Dios



Salmo

Sal 27,7-9,13-14


R/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida


Escúchame, Señor, que te llamo,

ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.» R/.


Tu rostro buscaré, Señor,

ne me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,

que tú eres mi auxilio;

no me deseches. R/.


Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,

ten ánimo, espera en el Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 1-12):


En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.

Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.»


Palabra del Señor


Comentario al Evangelio de hoy jueves, 

1 de octubre de 2020

CR

Queridos hermanos:


Hoy celebramos Santa Teresa del Niño Jesús. Ha sido una santa que ha tenido mala suerte. Sobre todo, cuando ha pasado a la devoción popular como santa “Teresita” y de lo más que se ha hablado ha sido de su camino de la “infancia espiritual”. Todo sonaba a nubecillas de color rosa con angelotes gordezuelos. Todo parecía un camino de rosas. Y su vida se contaba así. Una pena

Porque su vida fue muy dura. Tuvo que batallar en su familia para poder entrar en el Carmelo. Batalló duro. Hasta que lo consiguió. Luego, su vida allí no fue precisamente fácil. Algo tuvieron que ver en ella cuando la hicieron maestra de novicias. Se conoce que algo podía enseñar. En su camino, muy infantil quizá pero más en las formas que en el fondo, dice ella misma que hubo un momento en que le empezaron a sobrar todos los libros y lo único que la ayudaba era el Evangelio. Y decidió vivirlo hasta el fondo allí donde le tocó vivir: en una comunidad concreta, un grupo de mujeres en un monasterio cerrado. Y con esa misma entrega vivió su enfermedad. Murió muy joven y de tuberculosis a los 24 años.

Nada más que una historia y una reflexión. La historia. Hubo una hermana de su comunidad que, a la muerte de Teresa, declaró que había sido una a las que más había querido Teresa.  Años después, cuando se publicó su “Historia de un Alma”, descubrió con sorpresa que en ella Teresa hablaba de ella. Era la hermana por la que sentía una antipatía natural pero que se esforzó siempre para ofrecerle sus mejores palabras y hasta, cuando estaban en silencio, la mejor de sus sonrisas. ¡Eso es construir fraternidad más allá de nuestros sentimientos! ¡Eso es Evangelio!

Y una reflexión sobre uno de sus textos. Comenta Teresa que a veces se siente como un águila capaz de volar hasta lo más alto, hasta cerca del sol que la ilumina y calienta. Pero que otras veces se siente como un pollo mojado por la lluvia. No ve el sol porque está tapado por las nubes y tiembla de frío. Pero, y aquí viene lo bueno, que incluso en esos momentos de frío y tiritona, sabe que, más allá de las nubes, está el sol. Lo sabe. Lo cree. Y confía. Y cree. Que nos acordemos del pollo mojado y de su fe, en nuestros momentos de frío y hundimiento.

ESTA ES LA INTENCIÓN DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA OCTUBRE DE 2020

 


 Esta es la intención de oración del Papa Francisco para octubre de 2020

Redacción ACI Prensa

 Crédito: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



En octubre de este 2020 el Papa Francisco tiene como especial intención de oración “la misión de los laicos en la Iglesia”.

El Santo Padre pide a todos los fieles católicos que “recemos para que en virtud del bautismo los fieles laicos, en especial las mujeres, participen más en las instancias de responsabilidad de la Iglesia”.

En noviembre de 2019 el Santo Padre dirigió un discurso a los participantes de la asamblea plenaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, en la que destacó la importancia de las mujeres en la Iglesia.

Ese día el Papa Francisco destacó que este dicasterio “tiene la gracia de tener dos subsecretarias, de haber incorporado a las mujeres precisamente en la estructura. ¡Y dos son pocas!”.

“Debemos seguir siempre adelante para poner a las mujeres en los puestos de consejo, de gobierno también, sin miedo. Teniendo siempre delante una realidad: el lugar de la mujer en la Iglesia no es solo hacia la funcionalidad. Sí, cierto, también puede ser jefe de dicasterio”.

El Pontífice destacó también que “el consejo de las mujeres es muy importante. Una de vuestras subsecretarias en la reunión de presidentes de las conferencias episcopales en febrero sobre el abuso, hizo oír otra música, otra forma de ver y de pensar. Y eso, enriqueció todo. Puestos de gobierno, de asesoramiento, pero que no termine solo en la funcionalidad. Y en esto no hemos trabajado todavía”.

“El papel de la mujer en la organización eclesial, en la Iglesia va más allá y debemos trabajar en este más allá, porque la mujer es la imagen de la Iglesia madre, porque la Iglesia es mujer; no es ‘el’ Iglesia, es ‘la’ Iglesia”.

El Papa resaltó asimismo que “la Iglesia es madre; la Iglesia es capaz de llevar adelante esta realidad y la mujer tiene otra función. No debe tener solo un trabajo funcional, el trabajo va más allá. Es ese principio mariano propio de las mujeres; una mujer en la Iglesia es la imagen de la Iglesia esposa y de Nuestra Señora”.

Francisco subrayó además la importancia de “abrir este nuevo horizonte para comprender bien lo que es la mujer en la Iglesia”.

HOY SE INICIA EL MES DEL SANTO ROSARIO, OCTUBRE

 


Hoy se inicia el mes del Santo Rosario

Redacción ACI Prensa



Este 1 de octubre la Iglesia inicia la celebración del mes del Santo Rosario, una oración querida por muchos santos a lo largo de la historia y que fue difundida por Santo Domingo de Guzmán por petición de la Santísima Virgen María.

Según cuenta la historia, en la antigüedad romanos y griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses, como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa "corona de rosas".

Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que marchaban al coliseo romano para ser martirizadas, llevaban sobre sus cabezas coronas de rosas como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones para ir al encuentro de Dios. Estas rosas eran recogidas en las noches por los cristianos, quienes recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso de las mártires.

La Iglesia recomendó rezar este rosario recitando los 150 salmos de David, sin embargo, esto solo la seguían las personas cultas, pero no la mayoría de los fieles. Ante esto, se sugirió que quienes no supieran leer, reemplazaran los salmos por 150 Avemarías divididas en quince decenas. A este “rosario corto” se le llamó “el salterio de la Virgen”.

Siglos después, específicamente en 1208, se cuenta que la misma Virgen María enseñó a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (dominicos), el rezo del Rosario.

El santo español se encontraba entonces en el sur de Francia luchando contra la herejía albigense. Un día, en la capilla que estaba en Prouille, le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.

La Virgen se le apareció sosteniendo un rosario y le enseñó a recitarlo. Luego le pidió que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.

Santo Domingo de Guzmán salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito porque muchos albigenses volvieron a la fe católica.

Años después, el 7 de octubre de 1571, tuvo lugar la batalla naval de Lepanto, cuando la cristiandad era amenazada por los turcos. Ante el inminente peligro, el Papa San Pío V pidió días antes a los fieles que rezaran el rosario pidiendo por las fuerzas cristianas.

Cuenta la historia que el Pontífice estaba en Roma despachando asuntos cuando de pronto se levantó y anunció que sabía que la flota cristiana había triunfado. Ordenó el toque de campanas y una procesión. Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia de la victoria. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.

Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.

Durante siglos los fieles rezaron el rosario dividido en quince misterios: gozosos, dolorosos y gloriosos. Sin embargo, en octubre de 2002 fue presentada la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, en la que San Juan Pablo II añadió el rezo de cinco “misterios luminosos”, centrados en la vida pública de Jesús.

El Santo Rosario ha sido la oración preferida de muchos santos y pontífices. Así, en octubre de 2016 el Papa Francisco afirmó que “el Rosario es la oración que acompaña siempre mi vida; también es la oración de los sencillos y de los santos… es la oración de mi corazón”.

HOY CELEBRAMOS A SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, PATRONA UNIVERSAL DE LAS MISIONES, 1 DE OCTUBRE

 


Santa Teresa de Lisieux o del Niño Jesús

1 de Octubre



Teresa Martin nació en Alençon, Francia, el 2 de enero de 1873. Dos días más tarde fue bautizada en la Iglesia de Nôtre-Dame, recibiendo los nombres de María Francisca Teresa. Sus padres fueron Luis Martin y Celia Guérin, ambos santos ya en la actualidad. Tras la muerte de su madre, el 28 de agosto de 1877, Teresa se trasladó con toda la familia a Lisieux.

A finales de 1879 recibió por vez primera el sacramento de la Penitencia. El día de Pentecostés de 1883, recibió la gracia especial de ser curada de una grave enfermedad por la intercesión de Nuestra Señora de las Victorias (la Virgen de la Sonrisa). Educada por las Benedictinas de Lisieux, recibió la primera comunión el 8 de mayo de 1884, después de una intensa preparación, culminada con una fuerte experiencia de la gracia de la íntima comunión con Cristo. Algunas semanas más tarde, el 14 de junio del mismo año, recibió la Confirmación, con plena conciencia de acoger el don del Espíritu Santo mediante una participación personal en la gracia de Pentecostés.

Su deseo era abrazar la vida contemplativa, al igual que sus hermanas Paulina y María, en el Carmelo de Lisieux, pero su temprana edad se lo impedía. Durante un viaje a Italia, después de haber visitado la Santa Casa de Loreto y los lugares de la Ciudad Eterna, el 20 de noviembre de 1887, en la audiencia concedida por el Papa León XIII a los peregrinos de la diócesis de Lisieux, pidió al Papa con filial audacia autorización para poder entrar en el Carmelo con 15 años.

El 9 de abril de 1888 ingresó en el Carmelo de Lisieux. Tomó el hábito el 10 de enero del año siguiente e hizo su profesión religiosa el 8 de septiembre de 1890, fiesta de la Natividad de la Virgen María.

Familia Martin GuerinEn el Carmelo comenzó el camino de perfección trazado por la Madre Fundadora, Teresa de Jesús, con auténtico fervor y fidelidad, y cumpliendo los diferentes oficios que le fueron confiados (fue también maestra de novicias). Iluminada por la Palabra de Dios, y probada especialmente por la enfermedad de su queridísimo padre, Luis Martin, que falleció el 29 de julio de 1894, emprendió el camino hacia la santidad, inspirada en la lectura del Evangelio y poniendo el amor al centro de todo. Teresa nos ha dejado en sus manuscritos autobiográficos no sólo los recuerdos de la infancia y de la adolescencia, sino también el retrato de su alma y la descripción de sus experiencias más íntimas. Descubre y comunica a las novicias confiadas a sus cuidados el camino de la infancia espiritual; recibe como don especial el encargo de acompañar con la oración y el sacrificio a dos hermanos misioneros (el Padre Roulland, misionero en China y el Padre Belliére). Penetra cada vez más en el misterio de la Iglesia y siente crecer su vocación apostólica y misionera para arrastrar consigo a los demás, movida por el amor de Cristo, su Único Esposo.

El 9 de junio de 1895, en la fiesta de la Santísima Trinidad, se ofreció como victima inmolada al Amor misericordioso de Dios. Por entonces escribe el primer manuscrito autobiográfico, que entregó a la Madre Inés el día de su onomástica, el 21 de enero de 1896.

Algunos meses más tarde, el 3 de abril, durante la noche del jueves al viernes santo, sufrió una hemotisis, primera manifestación de la enfermedad que la llevaría a la muerte, y que ella acogió como una misteriosa visita del Esposo divino. Entró entonces en una prueba de fe que duraría hasta el final de su vida, y de la que ofrece un emotivo testimonio en sus escritos. Durante el mes de septiembre concluye el manuscrito B, que ilustra de manera impresionante el grado de santidad al que había llegado, especialmente por el descubrimiento de su vocación en el corazón de la Iglesia.

Mientras empeora su salud y continúa el tiempo de prueba, en el mes de junio comienza el manuscrito C, dedicado a la Madre María de Gonzaga; entretanto, nuevas gracias la llevan a madurar plenamente en la perfección y descubre nuevas luces para la difusión de su mensaje en la Iglesia, en bien de las almas que seguirán su camino. El 8 de julio es llevada a la enfermería, donde otras religiosas recogen sus palabras, a la vez que se le tornan más intensos los dolores y las pruebas, que soporta con paciencia hasta su muerte, acaecida en la tarde del 30 de septiembre de 1897, a las 19:20 h. "Yo no muero, entro en la vida"   había escrito a su hermano espiritual misionero, P. Mauricio Belliére. Sus últimas palabras, "Dios mío, te amo", sellan una vida que se extinguió en la tierra a los 24 años, para entrar, según su deseo, en una nueva fase de presencia apostólica en favor de las almas, en la comunión de los Santos, para derramar una "lluvia de rosas" sobre el mundo (lluvia de favores y beneficios, especialmente para amar más a Dios).

Lluvia de RosasFue canonizada por Pío XI el 17 de mayo de 1925, y el mismo Papa, el 14 de diciembre de 1927, la proclamó Patrona Universal de las Misiones, junto con San Francisco Javier.

Su doctrina y su ejemplo de santidad han sido recibidos con gran entusiasmo por todas las categorías de fieles de este siglo, y también más allá de la Iglesia Católica y del Cristianismo.

Con ocasión del Centenario de su muerte, el Papa Juan Pablo II la declaró Doctora de la Iglesia por la solidez de su sabiduría espiritual, inspirada en el Evangelio, por la originalidad de sus intuiciones teológicas, en las cuales resplandece su eminente doctrina, y por la acogida en todo el mundo de su mensaje espiritual, difundido a través de la traducción de sus obras en una cincuentena de lenguas diversas. La ceremonia del nombramiento tuvo lugar el 19 de octubre de 1.997, precisamente en el domingo en el que se celebraba la Jornada Mundial de las Misiones


A PARTIR DE HOY ES POSIBLE VENERAR EL CUERPO DE CARLO ACUTIS, EL CIBERAPÓSTOL DE LA EUCARISTÍA

 

 A partir de hoy es posible venerar el cuerpo de Carlo Acutis

Redacción ACI Prensa

Foto: Captura video


A partir de este 1 de octubre es posible venerar los restos mortales de Carlo Acutis, el “ciberapóstol” de la Eucaristía, que será beatificado el próximo 10 de octubre.

La tumba de Carlo Acutis localizada en el Santuario de la Expoliación de Asís fue abierta después de la Misa presidida por el obispo de Asís, Mons. Domenico Sorrentino y el cuerpo permanecerá expuesto para los fieles hasta el 17 de octubre.

En su homilía, Mons. Sorrentino señaló que “hoy Carlo vuelve de alguna manera visible, la belleza de su presencia entre los ángeles y los santos. Carlo nos ayuda a seguir sus pasos para convertirnos a Jesús” y añadió que “con el corazón de Carlo que ardía por la Eucaristía, queremos abrir nuestro corazón a la gracia del Señor”.

“Carlo fue fiel al amor de Dios y eligió a Dios como el todo de su vida. Un propósito breve como un tuit, pero ardiente como un fuego. No yo, sino Dios ", indicó Mons. Sorrentino.

En esta línea, el obispo de Asís explicó que abre la tumba de Carlo “para que su cuerpo sea visible a lo muchos que se sienten atraídos por su figura y desean pedir su intercesión” y añadió que Carlo invita a ver con él “el rostro de Dios” porque “no pide que nuestra atención se detenga en él, sino que es solo una invitación” para que nuestros ojos se dirijan a Dios.

Por último, Mons. Sorrentino destacó “Carlo ha dejado un rastro de gracia que lo hace seguir vivo y trabajando entre nosotros” y concluyó que “Carlo es un modelo de santidad en la era digital”.

El Santuario de la Expoliación en Asís permanecerá abierto del 1 al 17 de octubre desde las 8:15 a.m. a las 10:00 p.m. y los días 9, 10 y 11 de octubre hasta las 12:00 p.m. para permitir a los numerosos fieles devotos de Carlo venerar sus restos mortales.

El 2 de octubre se inaugurarán en la catedral de San Rufino y en la de Santa María de los Ángeles dos exposiciones realizadas por Carlo Acutis: la de los “milagros eucarísticos” y la de las “apariciones marianas”.

Por la tarde, se llevará a cabo un evento online dedicado a los jóvenes con el título: “Beato tú: en la escuela de felicidad con Carlo Acutis” realizado por la pastoral juvenil regional.

Al día siguiente, algunos obispos italianos visitarán a las 9:00 p.m. el Santuario de la Expoliación para venerar el cuerpo de Carlo Acutis.

El lunes 5 de octubre la madre de Carlo Acutis dará su testimonio junto a algunos amigos cercanos de Carlo. El encuentro será moderado por el director de la oficina de prensa del Santo Convento, P. Enzo Fortunato.

El 9 de octubre, vigilia de la Beatificación, se llevará a cabo una vigilia de oración en Santa María de los Ángeles animada por la pastoral juvenil diocesana y con la presencia del Obispo auxiliar de Milán, Mons. Paolo Martinelli y del presidente de la Conferencia Episcopal Umbra, Mons. Renato Boccardo.

Esa noche, Asís será una “ciudad Eucarística” porque habrá momentos de Adoración en diversas iglesias del centro histórico.

El sábado 10 de octubre será la Ceremonia de Beatificación que podrá ser seguida a través de pantallas gigantes en diversos lugares de la ciudad.

SANTORAL DE HOY 1 DE OCTUBRE DE 2020

 

Cecilia Eusepi, BeataCecilia Eusepi, Beata
Terciaria Servita, 1 de octubre
Bavón de Gante, SantoBavón de Gante, Santo
Monje, 1 de octubre
Eduardo Campion (Geraldo Edwards) y compañeros, BeatosEduardo Campion (Geraldo Edwards) y compañeros, Beatos
Mártires en Inglaterra, 1 de octubre
Luis María Monti, BeatoLuis María Monti, Beato
Laico Fundador, 1 de octubre
Romano "el Melódico", SantoRomano "el Melódico", Santo
Diacono, 1 de octubre
Teresa del Niño Jesús, SantaTeresa del Niño Jesús, Santa
Memoria Litúrgica, 1 de octubre

BIENVENIDO OCTUBRE!!!

 





 

miércoles, 30 de septiembre de 2020

UN BIZCOCHO PARA TI


Un bizcocho para ti


Un niño le contaba a su abuelita que todo iba mal: la escuela, problemas con la familia y enfermedades.

Entretanto, su abuela confeccionaba un bizcocho.

Después de escucharlo, la abuelita le dice: "¿Quieres una merienda?" a lo cual el niño le contesta:

Claro que sí.

"Toma, aquí tienes un poco de aceite de cocinar.

"Yuck" dice el niño.

Que te parecen un par de huevos crudos?

"ARRR, abuela!"

Entonces prefieres un poco de harina de trigo, o tal vez poco de levadura?

"Abuela, te has vuelto loca, todo eso sabe horrible!" a lo que la abuela responde:

"Sí, todas esas cosas parecen horribles, si las ves cada una aparte. Pero si las pones juntas en la forma adecuada, hacen un maravilloso y delicioso bizcocho."

Dios trabaja de la misma forma.

Muchas veces nos preguntamos por qué nos permite andar caminos y afrontar situaciones tan difíciles.

Pero Dios sabe que cuando Él pone esas cosas en Su orden Divino, todo obra para bien!

Solamente tenemos que confiar en Él y a la larga todas juntos serán algo maravilloso.

Pongamos toda la fe y la esperanza en nuestro futuro, recuerden que todo los que nos toca vivir es por un motivo especial, algo tenemos que aprender de los actos de la vida... aprovechemos esta oportunidad. 

DIOS EXISTE Y ESO BASTA

¡Dios existe, y eso basta!

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD


Dostoievsky, en una de sus novelas, describe una escena que tiene todos los visos de haber sido observada en la realidad. Una mujer de pueblo tiene en brazos a su hijo de pocas semanas que le sonríe por primera vez. Profundamente conmovida, se hace la señal de la cruz. Y a quien le pregunta por qué hace eso, le contesta: “Porque lo mismo que una madre se siente feliz cuando ve la primera sonrisa de su hijo, así se alegra Dios cada vez que un pecador cae de rodillas y ora desde el corazón”.

Dios se alegra, como Padre bueno, con la presencia de sus hijos, sobre todo cuando vuelve uno que estaba lejos. Él sale en busca de “los hijos que andaban dispersos” (Jn 11,52). Dios tiene esperanza en sus hijos, confía en ellos y quiere que nosotros confiemos en Él.

Nos ha dado su amor y su reino. Quiere que lo busquemos primero a Él, y todo lo demás se nos dará por añadidura (Lc 12,31). Cuando Jesús dice: “No estéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir” (Mt 6,25), lo que quiere decir es: “No deis más importancia a la comida o al vestido que al Reino de Dios”. “La vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido”. No hay que temer, ni angustiarse por el mañana. Dios cuida de nosotros. No hay razón para angustiarse. “Confiadle todas vuestras preocupaciones pues Él cuida de vosotros” (1P 5,7)

Kierkegaard reflexiona en torno a si el ser humano se conforma con ser persona o quiere ser Dios: “Conformarse con la propia condición humana, con su limitación, es fundamental. Pero si el hombre se olvida de Dios y pretende alimentarse él solo, entonces se convierte en víctima de las preocupaciones materiales”.

Al regreso de un viaje a Oriente, Francisco de Asís encontró la situación de su Orden muy mal. Se sintió fracasado y como alguien que había puesto en peligro la obra de Dios. Así estaba su alma cuando se retiró a las montañas de Verna. Allí se le apareció el Señor y le dijo: “¿Por qué te turbas, hombrecillo? ¿Acaso te he puesto como pastor de mi Orden de tal modo que te olvides de que yo sigo siendo el responsable principal? Por tanto, no te turbes, sino preocúpate por tu salvación, porque aunque la Orden quedase reducida únicamente a tres Hermanos, mi ayuda siempre seguirá siendo firme”.

Francisco sale de la prueba purificado y fortalecido. Desde entonces empieza a repetir la frase que sería su pan por mucho tiempo: “Francisco, Dios existe, y eso basta”. La paz y la alegría habían vuelto a su alma.

ORACIONES PARA EL PRIMER VIERNES DEL MES DE OCTUBRE - SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 PRIMER VIERNES DEL MES DE OCTUBRE
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



Breve consideración: Jesús a su sierva Margarita María: " Me he acercado a ti, hija mía, para sustituir mi alma por la tuya, mi espíritu por el tuyo, mi Corazón por tu corazón, a fin de trocar nuestras vivdas. Tú sabes no quiero participación en tu cariño; así es que todas tus facultades de amar, de pensar y de padecer queden sepultadas, junto con tu voluntad, en la llaga de mi pecho; ahí encontrarás valor para vencerte a ti misma; ahí hallarás inefables delicias en la muerte de ti misma y en la victoria de mi Corazón"





ORACIÓN
CONTRATO DE AMOR, EN FORMA DE PLEGARIA:

Yo te suplico, Jesús mío, que no  me hagas conforme a la vida (la cual, según nuestros sentidos, es vida de muerte) que llevas en el Santísimo Sacramento, donde te haces obediente hasta el aniquilamiento a la sola voz del Sacerdote. Haz, Salvador mío, que en honra de tu obediencia y anonadamiento, sea yo también humilde y obediente por amor y para gloria de tu Sagrado Corazón.

Por Ti, Jesús, sacrifico mi libertad y mi propia voluntad a la tuya, y esto sin reservas. Detesto de todo corazón y renuncio  los respetos, repugnancias y desabrimientos que me sugiera  el amor prohibido, en cuanto me sea mandado o prohibido.

Este es el contrato que mi corazón hace con el tuyo,  !Oh Divino Jesús!, de obrar en todo por amor y con humildad, pues quiero vivir y morir en este ejercicio de amor perfecto. Suplícote que te hagas dueño de mi corazón y de cuanto pueda darte gloria en mí, en el tiempo y en la eternidad. Amén.


Santa Margarita María de Alacoque.



PROMESA QUE SE CUMPLE ESTE MES:

Décima Promesa: 
Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones más empedernidos.



Bendigamos a Jesús por esta preciosa promesa, y  pidámosle la cumpla con todos sus apóstoles, recitando las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús.


V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, ten piedad de nosotros.
R: Cristo, ten piedad de nosotros.
V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, óyenos.
R: Cristo, óyenos.
V: Cristo, escúchanos.
R: Cristo, escúchanos.
V: Dios, Padre celestial,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Hijo, Redentor del mundo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Espíritu Santo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Trinidad Santa, un solo Dios,
R: ten piedad de nosotros.


V: Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre.
R: Ten piedad de nosotros.
V: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el
seno de la Virgen María, R/.
Corazón de Jesús, unido substancialmente al
Verbo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, de majestad infinita, R/.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, R/.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor, R/.
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, R/.
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, R/.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, R/.
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, R/.
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, R/.
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros
de la sabiduría y la ciencia, R/.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud
de la divinidad, R/.
Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus
complacencias, R/.
Corazón de Jesús, en cuya plenitud 
todos hemos recibido, R/.
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados, R/.
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, R/.
Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan, R/.
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, R/.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, R/.
Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, R/.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, R/.
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, R/.
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, R/.
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, R/.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, R/.
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, R/.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren
y esperan, R/.
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, R/.

V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: perdónanos, Señor.

V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: óyenos, Señor.

V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: ten piedad y misericordia de nosotros.

V: Jesús, manso y humilde de corazón,
R: haz nuestro corazón semejante al Tuyo.

V: Sagrado Corazón de Jesús,
R: en Vos confío.

V: Sagrado Corazón de María,
R: salvad el alma mía.

V: Jesús y María os quiero con toda mi alma,
R: salvad almas y salvad el alma mía.



Una palabra de Santa Margarita María Alacoque a sus hermanos asociados: 

"Abismada en el divino Corazón pude ver los tesoros de amor y de gracia que reservaba a los que se sacrifican por procurar su reinado de este culto, y al mismo tiempo el bien incalculable que conseguirán para gloria de Jesús y en provecho de las almas, con este apostolado omnipotente".


Un PadreNuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío!!



ACTO DE CONSAGRACIÓN
SE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN


Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para siempre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.

Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.

Haz también de mi  corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén


Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros (Tres veces)

Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.

San José, Ruega por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

HOY LA IGLESIA CELEBRA A SAN JERÓNIMO, TRADUCTOR DE LA BIBLIA Y DOCTOR DE LA IGLESIA, 30 DE SEPTIEMBRE

 

Jerónimo, Santo

Doctor de la Iglesia, 30 de septiembre

Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net


Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explicar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor (420).


Etimología: Jerónimo = Aquel que lleva nombre santo, viene del griego


Breve Biografía

El siglo IV después de Cristo, que tuvo su momento importante en el 380 con el edicto del emperador Teodosio que ordenaba que la fe cristiana tenía que ser adoptada por todos los pueblos del imperio, está repleto de grandes figures de santos: Atanasio, Hilario, Ambrosio, Agustín, Crisóstomo, Basilio y Jerónimo.


Este último nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado. Su espíritu es enciclopédico: su obra literaria nos revela al filósofo, al retórico, al gramático, al dialéctico, capaz de pensar y escribir en latín, en griego, en hebreo; escritor rico, puro y robusto al mismo tiempo. A él se debe la traducción al latín del Antiguo y del Nuevo Testamento, que llegó a ser, con el titulo de Vulgata, la Biblia oficial del cristianismo.

Jerónimo es de una personalidad fortísima: en cualquier parte a donde va suscita entusiasmos o polémicas. En Roma fustiga los vicios y las hipocresías y también preconiza nuevas formas de vida religiosa, atrayendo a ellas a algunas mujeres influyentes patricias de Roma, que después lo siguen en la vida eremítica de Belén.

La huída de la sociedad de este desterrado voluntario se debió a su deseo de paz interior, no siempre duradero, porque de vez en cuando reaparecía con algún nuevo libro. Los rugidos de este “león del desierto” se hacían oír en Oriente y en Occidente. Sus violencias verbales iban para todos. Tuvo palabras duras para Ambrosio, para Basilio y hasta para su amigo Agustín que tuvo que pasar varios tragos amargos. Lo prueba la correspondencia entre los dos grandes doctores de la Iglesia, que se conservan casi en su totalidad. Pero sabía suavizar sus intemperancias de carácter cuando el polemista pasaba a ser director de almas.

Cuando terminaba un libro, iba a visitar a las monjas que llevaban vida ascética en un monasterio no lejos del suyo. El las escuchaba, contestando sus preguntas. Estas mujeres inteligentes y vivas fueron un filtro para sus explosiones menos oportunas y él les pagaba con el apoyo y el alimento de una cultura espiritual y bíblica. Este hombre extraordinario era consciente de sus limitaciones y de sus propias faltas. Las remediaba dándose golpes de pecho con una piedra. Pero también se daba cuenta de sus méritos, tan es así que la large lista de los hombres ilustres, de los que hizo un breve pero precioso resumen (el De viris illustribus) termina con un capítulo dedicado a él mismo. Murió a los 72 años, en el 420, en Belén.

LAS ENSEÑANZAS DE SAN JERÓNIMO

 Las enseñanzas de San Jerónimo

Catequesis del Papa Benedicto XVI, sobre la relación entre Cristo y la Iglesia y los padres apostólicos. Miércoles 14 de noviembre 2007.


Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net



Queridos hermanos y hermanas:

Continuamos hoy presentando la figura de san Jerónimo.Dedicó su vida al estudio de la Biblia, hasta el punto de que fue reconocido por mi predecesor, el Papa Benedicto XVI, como «eminente doctor en la interpretación de las Sagradas Escrituras». Jerónimo subrayaba la alegría y la importancia de familiarizarse con los textos bíblicos: «¿No te parece que estás --ya aquí, en la tierra-- en el reino de los cielos, cuando se vive entre estos textos, cuando se medita en ellos, cuando no se busca otra cosa?» (Epístola 53, 10). En realidad, dialogar con Dios, con su Palabra, es en un cierto sentido presencia del Cielo, es decir, presencia de Dios. Acercarse a los textos bíblicos, sobre todo al Nuevo Testamento, es esencial para el creyente, pues «ignorar la Escritura es ignorar a Cristo». Es suya esta famosa frase, citada por el Concilio Vaticano II en la constitución «Dei Verbum» (n. 25).

«Enamorado» verdaderamente de la Palabra de Dios, se preguntaba: «¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los creyentes?» (Epístola 30, 7). La Biblia, instrumento «con el que cada día Dios habla a los fieles» (Epístola 133, 13), se convierte de este modo en estímulo y manantial de la vida cristiana para todas las situaciones y para toda persona.

Leer la Escritura es conversar con Dios: «Si rezas --escribe a una joven noble de Roma--hablas con el Esposo; si lees, es Él quien te habla» (Epístola 22, 25). El estudio y la meditación de la Escritura hacen sabio y sereno al hombre (Cf. «In Eph.», prólogo). Ciertamente para penetrar de una manera cada vez más profunda en la Palabra de Dios se necesita una aplicación constante y progresiva. Por este motivo, Jerónimo recomendaba al sacerdote Nepociano: «Lee con mucha frecuencia las divinas Escrituras; es más, que el Libro no se caiga nunca de tus manos. Aprende en él lo que tienes que enseñar» (Epístola 52, 7). A la matrona romana, Leta, le daba estos consejos para la educación cristiana de su hija: «Asegúrate de que estudie todos los días algún pasaje de la Escritura… Que acompañe la oración con la lectura, y la lectura con la oración… Que ame los Libros divinos en vez de las joyas y los vestidos de seda» (Epístola 107,9.12). Con la meditación y la ciencia de las Escrituras se «mantiene el equilibrio del alma» («Ad Eph.», pról.). Sólo un profundo espíritu de oración y la ayuda del Espíritu Santo pueden introducirnos en la comprensión de la Biblia: «Al interpretar la Sagrada Escritura siempre tenemos necesidad de la ayuda del Espíritu Santo» («In Mich.», 1,1,10,15).

Un amor apasionado por las Escrituras caracterizó por tanto toda la vida de Jerónimo, un amor que siempre trató de suscitar en los fieles. Recomendaba a una de sus hijas espirituales: «Ama la Sagrada Escritura y la sabiduría te amará; ámala tiernamente, y te custodiará; hónrala y recibirás sus caricias. Que sea para ti como tus collares y tus pendientes» (Epístola 130, 20). Y añadía: «Ama la ciencia de la Escritura, y no amarás los vicios de la carne» (Epístola 125,11).

Para Jerónimo, un criterio metodológico fundamental en la interpretación de las Escrituras era la sintonía con el magisterio de la Iglesia. Por nosotros mismos nunca podemos leer la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos en errores. La Biblia fue escrita por el Pueblo de Dios y para el Pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sólo en esta comunión con el Pueblo de Dios podemos entrar realmente con el «nosotros» en el núcleo de la verdad que Dios mismo nos quiere comunicar. Para él una auténtica interpretación de la Biblia tenía que estar siempre en armonía con la fe de la Iglesia católica. No se trata de una exigencia impuesta a este libro desde el exterior; el Libro es precisamente la voz del Pueblo de Dios que peregrina y sólo en la fe de este Pueblo podemos estar, por así decir, en el tono adecuado para comprender la Sagrada Escritura. Por este motivo, Jerónimo alentaba: «Permanece firmemente unido a la doctrina de la tradición que te ha sido enseñada para que puedas exhortar según la sana doctrina y refutar a quienes la contradicen» (Epístola 52,7). En particular, dado que Jesucristo fundó su Iglesia sobre Pedro, todo cristiano, concluía, debe estar en comunión «con la Cátedra de san Pedro. Yo sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia» (Epístola 15, 2). Por tanto, con claridad, declaraba: «Estoy con quien esté unido a la Cátedra de san Pedro» (Epístola 16).

Jerónimo no descuida el aspecto ético. Con frecuencia reafirma el deber de acordar la vida con la Palabra divina. Una coherencia indispensable para todo cristiano y particularmente para el predicador, a fin de que sus acciones no contradigan sus discursos.

Así exhorta al sacerdote Nepociano: «Que tus acciones no desmientan tus palabras, para que no suceda que, cuando prediques en la Iglesia, alguien en su intimidad comente: “¿Por qué entonces tú no actúas así?”. Curioso maestro el que, con el estómago lleno, se poner a pronunciar discursos sobre el ayuno; incluso un ladrón puede criticar la avaricia; pero en el sacerdote de Cristo la mente y la palabra deben estar de acuerdo» (Epístola 52,7).

En otra carta, Jerónimo confirma: «Aunque tenga una espléndida doctrina, es vergonzosa la persona que se siente condenada por la propia conciencia» (Epístola 127,4). Hablando de la coherencia, observa: el Evangelio debe traducirse en actitudes de auténtica caridad, pues en todo ser humano está presente la Persona misma de Cristo. Dirigiéndose, por ejemplo, al presbítero Paulino, que después llegó a ser obispo de Nola y santo, Jerónimo le da este consejo: «El verdadero templo de Cristo es el alma del fiel: adorna este santuario, embellécelo, deposita en él tus ofrendas y recibe a Cristo. ¿Qué sentido tiene decorar las paredes con piedras preciosas si Cristo muere de hambre en la persona de un pobre?» (Epístola 58,7).

Jerónimo concretiza: es necesario «vestir a Cristo en los pobres, visitarle en los que sufren, darle de comer en los hambrientos, cobijarle en los que no tienen un techo» (Epístola 130, 14). El amor por Cristo, alimentado con el estudio y la meditación, nos permite superar toda dificultad: «Si nosotros amamos a Jesucristo y buscamos siempre la unión con Él, nos parecerá fácil lo que es difícil» (Epístola 22,40).

Jerónimo, definido por Próspero de Aquitania, «modelo de conducta y maestro del género humano» («Carmen de ingratis», 57), nos ha dejado también una enseñanza rica y variada sobre el ascetismo cristiano. Recuerda que un valiente compromiso por la perfección requiere una constante vigilancia, frecuentes mortificaciones, aunque con moderación y prudencia, un asiduo trabajo intelectual o manual para evitar el ocio (Cf, Epístolas 125, 11 y 130, 15), y sobre todo la obediencia a Dios: «No hay nada que le agrade tanto a Dios como la obediencia…, que es la más excelsa de las virtudes» («Hom. de oboedientia»: CCL 78,552). Del camino ascético pueden formar también parte las peregrinaciones. En particular, Jerónimo las impulsó a Tierra Santa, donde los peregrinos eran acogidos y hospedados en edificios surgidos junto al monasterio de Belén, gracias a la generosidad de la mujer noble Paula, hija espiritual de Jerónimo (Cf. Epístola 108,14).

No hay que olvidar, por último, la contribución ofrecida por Jerónimo a la pedagogía cristiana (Cf. Epístolas 107 y 128). Se propone formar «un alma que tiene que convertirse en templo del Señor» (Epístola 107,4), una «gema preciosísima» a los ojos de Dios (Epístola 107, 13). Con profunda intuición aconseja preservarla del mal y de las ocasiones de pecado, evitar las amistades equívocas o que disipan (Cf. Epístola 107,4 y 8-9; Cf. también Epístola 128, 3-4). Exhorta sobre todo a los padres a crear un ambiente de serenidad y de alegría alrededor de los hijos, para que les estimulen en el estudio y en el trabajo, y les ayuden con la alabanza y la emulación (Cf. Epístolas 107,4 y 128,1) a superar las dificultades, favoreciendo en ellos las buenas costumbres y preservándoles de las malas porque --dice citando una frase de Publilio Siro que había escuchado en la escuela-- «a duras penas lograrás corregirte de las cosas a las que te vas acostumbrando tranquilamente» (Epístola 107, 8).

Los padres son los principales educadores de los hijos, los maestros de vida. Con mucha claridad Jerónimo, dirigiéndose a la madre de una muchacha y luego al padre, advierte, como expresando una exigencia fundamental de toda criatura humana que se asoma a la existencia: «Que ella encuentre en ti a su maestra y que su inexperta adolescencia se oriente hacia ti maravillada. Que nunca vea en ti ni en su padre actitudes que la lleven al pecado. Recordad que podéis educarla más con el ejemplo que con la palabra» (Epístola 107, 9).

Entre las principales intuiciones de Jerónimo como pedagogo hay que subrayar la importancia atribuida a una sana e integral educación desde la primera infancia, la peculiar responsabilidad atribuida a los padres, la urgencia de una formación moral religiosa, la exigencia del estudio para lograr una formación humana más completa.

Además, hay un aspecto bastante descuidado en los tiempos antiguos, pero que era considerado vital por nuestro autor: la promoción de la mujer, a quien reconoce el derecho a una formación completa: humana, académica, religiosa, profesional.

Y precisamente hoy vemos cómo la educación de la personalidad en su integridad, la educación en la responsabilidad ante Dios y ante los hombres, es la auténtica condición de todo progreso, de toda paz, de toda reconciliación y de toda exclusión de la violencia. Educación ante Dios y ante el hombre: la Sagrada Escritura nos ofrece la guía de la educación y, por tanto, del auténtico humanismo.

No podemos concluir estas rápidas observaciones sobre este gran padre de la Iglesia sin mencionar la eficaz contribución que ofreció a la salvaguarda de elementos positivos y válidos de las antiguas culturas judía, griega y romana en la naciente civilización cristiana. Jerónimo reconoció y asimiló los valores artísticos, la riqueza de los sentimientos y la armonía de las imágenes presentes en los clásicos, que educan el corazón y la fantasía en los nobles sentimientos.

Sobre todo, puso en el centro de su vida y de su actividad la Palabra de Dios, que indica al hombre las sendas de la vida, y le revela los secretos de la santidad. Por todo esto precisamente en nuestros días podemos sentirnos profundamente agradecidos con san Jerónimo.

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