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miércoles, 20 de mayo de 2020
lunes, 18 de mayo de 2020
SAN JUAN PABLO II Y LAS VOCACIONES
Juan Pablo II y las vocaciones
«Vale la pena dedicarse a la causa de Cristo, que quiere corazones valientes y decididos. Vale la pena dedicarse a ayudar al hombre en el camino hacia la eternidad. Vale la pena hacer la opción por un ideal que proporciona grandes alegrías, aunque exija no pocos sacrificios». Juan Pablo II (México, 30-1-1979). Del mismo Papa es esta oración:
Señor Jesús, te pedimos por los muchachos y chicas que invitas a seguirte de cerca; haz que sean capaces de desapegarse de las cosas de este mundo y abran su corazón a la voz que los llama.; que sientan el coraje de dedicarse por toda la vida, con un corazón no dividido, a ti y a la Iglesia; que crean que la gracia les dará la fuerza para tal donación y vean la belleza y la grandeza de la vida sacerdotal, religiosa y misionera. Haz, Señor, que los jóvenes sepan acoger con coherente aplicación las exigencias del llamado para el sacerdocio y para las otras formas de vida consagrada; bendícelos con la misericordia infinita de tu corazón. Amén.
La vocación es una llamada que Dios hace a quien él quiere, y que exige una gran renuncia de sí mismo para poder amar a todos. Es un servicio, es un testimonio, es amor. Es en definitiva, una llamada a vivir plenamente la gracia bautismal. Es vivir un riesgo absurdo a los ojos de los hombres, pero maravilloso a la luz de la fe.
* Enviado por el P. Natalio
¿CÓMO CONTEMPLAR EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL CORAZÓN DE MARÍA?
¿Cómo contemplar el Corazón de Jesús y el Corazón de María?
El corazón es un signo sencillo que encierra un gran misterio. Es asequible, concreto y profundo. Dice más de lo que es, mucho más.
Por: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com
El corazón es un signo sencillo que encierra un gran misterio. Es asequible, concreto y profundo. Dice más de lo que es, mucho más. Está cargado de afectos. Referirse al corazón es un modo sintético de considerar el gran misterio de la entrega en el amor. Los enamorados pintan corazones en los árboles y en las iglesias.
El Sagrado Corazón no es sólo una representación sensible, ni su devoción se queda en un conjunto de prácticas religiosas. La devoción al Sagrado Corazón evoca el amor del Hijo de Dios que se encarnó por amor y que entregó su cuerpo en la cruz mediante un acto de amor. Esta devoción ayuda a centrar la vida espiritual en el amor de Jesús, rico en misericordia.
Si alguien tiene sed que venga a mí y beba (Jn 17, 37)
El buscador de Dios encuentra en la oración una respuesta. La meditación diaria es un momento de gracia en que el Espíritu Santo viene con Su poder y nos cubre con Su sombra (cf Lc 1,35). Allí, el amor se convierte para el sediento en la única ocupación.
Desde el día en que el soldado traspasó el costado de Jesús con su lanza (Jn 19,34), la Iglesia es regada por esa fuente de la que mana la Vida. Por eso ayuda mucho contemplar en la oración la herida en el costado de Jesús. Junto a María, al pie de la cruz, ver cómo brotan el agua y la sangre, figuras del bautismo y de la eucaristía. Es un continuo fluir de la misericordia divina que nos lava y nos nutre y sacia nuestra sed a través de los sacramentos. El costado traspasado de Jesús nos baña con su infinita misericordia que brota del manantial del amor: el Sagrado Corazón.
Un modo de contemplar el amor de Jesús es, pues, a través del costado traspasado. Les comparto tres consideraciones delante de la herida del costado de Jesús que me han ayudado en la oración:
1. Dios nos ama con un corazón humano
Una dificultad frecuente en la vida de oración consiste en que se ve el mundo espiritual demasiado lejano a nuestra realidad cotidiana. Me gusta imaginar a un bebé buscando desde el suelo la mirada de su padre sin poder alcanzarlo. De pronto el padre se tumba en el suelo, se pone a su nivel y le sonríe. Luego lo carga y lo levanta. Nosotros no alcanzamos a Dios y, de pronto, Él desciende hasta nosotros y nos eleva a Sí.
En Cristo, Dios se hace asequible. (cf Jn 1,14) El Corazón de Jesús representa la humanidad de Cristo; lo vemos como uno de los nuestros. Dios se encarnó para amarnos con un corazón humano. Así nos permitió vivir la comunión de vida con Él. Y cuando vemos a Dios amándonos así, con un corazón como el nuestro, nos brota espontáneo decirle: ¡Así te necesito, de carne, sangre y hueso!
Si el amor de Dios nos parece demasiado espiritual para estar a nuestro alcance es que aún no conocemos a Jesús de Nazareth, el que nació en Belén y murió en Jerusalén por amor a nosotros.
2. Contemplar para escuchar
Otra dificultad que se plantea continuamente en la dirección espiritual y en los cursos de oración cuando se explica que orar es sobre todo escuchar, es la pregunta ¿Y qué significa escuchar en la oración? ¿Cómo se hace para escuchar a Dios? Mi respuesta suele ser: si quieres escuchar, contempla.
Contémplalo en la cueva de Belén, contémplalo en la cruz, contémplalo en la creación, contémplalo en el Sagrario, contempla los corazones traspasados de Jesús y de María…. y escucharás que te dice que te ama.
Contemplar los misterios de la vida de Cristo es comprobar la abundancia del amor de Dios a nosotros. "Mirarán al que traspasaron" (Jn 19, 37; Zac 12, 10). Mirarle con los ojos interiores, mirarle sobre todo cuando estamos dolidos y arrepentidos y escuchar que nos dice una y otra vez: “No pasó nada, te sigo amando igual”.
Así se lo dijo a Sor Faustina:
“Has de saber hija mía, que mi corazón es la Misericordia misma. Desde este mar de Misericordia las Gracias se derraman sobre el mundo entero. Ningún alma que se haya acercado a Mí ha partido sin haber sido consolada. Cada miseria se hunde en mi Misericordia y de este manantial brota toda Gracia salvadora y santificante..." (Diario de Sor Faustina # 1777, p. 626)
3. Dejarse amar
¿Quién entiende la pasión de Cristo? ¿Quién entiende la Eucaristía? No tratemos de entender, son misterios que más bien es preciso contemplar y agradecer.
El icono de este artículo que se encuentra en la parte superior, apareció en el siglo XII en Oriente es fuente de fecunda inspiración.
Centra la mirada en las manos de Jesús. No están atadas con cuerdas. Las cuerdas que le atan debe descubrirlas el corazón contemplativo: son las cuerdas del amor a la Iglesia. Se encuentran libres, pero Jesús libremente se somete y se ofrece como manso cordero.
“Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente” (Jn 10,18) “Su no-violencia es la fuerza del amor” (Jean Corbon)
Después de resucitado quiere quedarse con las manos voluntariamente atadas, preso en el Sagrario, para que vaya a visitarle y allí encontrar yo mi descanso: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré” (Mt 11, 28). Él es el preso y sin embargo, cuando voy a acompañarle, soy yo el que sale consolado.
Para mí, éste icono, llamado “Del esposo”, es el icono de los Corazones traspasados de Jesús y de María. Mira los rostros de Jesús y de María.
Jesús reclina su cabeza sobre la Madre, significando aceptación. Y María, representándonos a todos nosotros, se une a Jesús llena de compasión (en este contexto puedes leer con provecho el artículo ¿Cómo sé si rezo bien el rosario?). Ese diálogo contemplativo de la mirada de María, nos hace comprender que el quehacer en la oración es dejarse amar y amar. El rostro de Cristo Redentor: manso y misericordioso. En sus ojos cerrados repasa la historia de tu vida y de la suya, deja que te invada de paz y junto con San Pablo concluye sin decir palabra: “Me amó y se entregó por mí” (Gal 2, 20)
Y una vez que has experimentado el grande amor que Dios te tiene: dale amor. El camino nos lo indican las dos manos de María. ¿Hacia dónde están orientadas? Hacia el costado traspasado: así nos muestra ella el camino de la interioridad y la conversión. Conocer el amor, vivir el amor, compartir el amor.
Este icono me dice que la oración, más que actos y técnicas es un tiempo para estar juntos, sin preocuparnos de pasos y de métodos, sino de estar en su presencia, contemplando el rostro de Cristo. Estarse allí, como María: dándole amor, gustando su amor, compartiendo su amor.
Una sugerencia para la meditación personal en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
En la solemnidad del Sagrado Corazón haré mi oración de esta manera, tal vez alguno quiera hacer lo mismo: trayendo a la memoria el icono de los Corazones traspasados estaré rumiando esta expresión de San Agustín que me hace tanto bien en el momento presente de mi vida:
“El pasado ponlo en las manos de la Divina Misericordia.
El futuro en manos de la Divina Providencia.
El presente en manos del Divino Amor.”
¡Sagrado Corazón de Jesús! En ti confío
¿CÓMO TOCAR EL CORAZÓN DE DIOS CON LA ORACIÓN?
¿Cómo tocar el corazón de Dios con la oracion?
En la oración nos presentamos conscientes de nuestra debilidad, pero a la vez llenos de fe en el poder de Dios
Por: P. Guillermo Serra, .L.C. | Fuente: La-oracion.com
La oración es acercarse a Jesús con humildad y tocarlo desde la fe. La oración llena de fe es "la debilidad" de Dios y la fuerza del hombre. Jesús no se resiste a hacer milagros cuando percibe una gran fe. No basta con tocar a Jesús, sino tocarlo con fe y experimentar cómo muchas virtudes, gracias, salen de Él para curar nuestro corazón y cuerpo.
"Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie, se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al punto se le paró el flujo de sangre. Jesús dijo: «¿Quién me ha tocado?» Como todos negasen, dijo Pedro: «Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen». Pero Jesús dijo: «Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de mí». Viéndose descubierta la mujer, se acercó temblorosa, y postrándose ante él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le había tocado, y cómo al punto había sido curada. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz". (Lucas 8,43-48)
Nuestra propia enfermedad debe ser presentada con fe y esperanza
La mujer hemorroisa sufría desde hacía 12 años esta enfermedad. No había encontrado remedio, se había gastado todo en doctores. Sólo le quedaba una esperanza, ese Jesús del que toda la gente hablaba. Debido a su enfermedad era impura y todo lo que tocase automáticamente se convertía en impuro. Vivía en una soledad total, separada de la sociedad, de su familia, 12 años queriendo "volver a vivir". Esta soledad, necesidad de vivir, de ser alguien, hizo que sin temor se acercase a Jesús. Percibía en Él alguien que podría devolverle la vida, que podría dar sentido a esta enfermedad y poder ser curada.
En la oración nos presentamos también enfermos, débiles, con temores, resistencias, profundas heridas que todavía sangran. Con facilidad buscamos en el mundo diversos “doctores” que nos puedan curar, distracciones, pasatiempos que en el fondo nos dejan igual y nos vamos desgastando. En la oración nos presentamos conscientes de esta debilidad, pero a la vez llenos de fe porque estamos ante el único que nos puede curar de raíz, el que puede devolvernos la vida, dar un sentido profundo y nuevo a nuestra existencia, a nuestra soledad. Este acto de fe y confianza son los pasos necesarios para llegar hasta el Maestro: "Creo en ti Señor, espero en tu amor, confío en ti, quiero amarte para vivir". Presentamos nuestra vida ante Él, nuestra debilidad, enfermedad, con fe y confianza para que Él nos cure.
Acercarse a Jesús con humildad, con la mirada siempre fija en su Amor y ternura
Con gran fe, se acercó a Jesús por detrás, y con delicadeza, consciente de su impureza, se atrevió a tocarle con fe la orla de su manto.
Cuando hay fe y amor, la oración se convierte en un buscar el bien de la otra Persona: acogerle, cuidarlo, amarlo. Esto es lo que hace la hemorroisa. No piensa en sí misma. No quiere "molestar" al Señor: con humildad se acerca por detrás y busca tocar tan sólo el borde de su manto. Esto sería suficiente. La fe no busca evidencia, no quiere tocar a toda costa, palpar como lo hizo Santo Tomás. Basta con un detalle, un gesto cercano y tierno. Es un decirle a Jesús: "no te quiero molestar, sé que me amas y con tocarte el borde del manto, te darás cuenta que te necesito, que estoy aquí, que te amo y que quiero poderte abrazar… pero soy impura, mi alma es impura, necesito que tu amor me purifique y me haga digna de Ti".
Así la hemorroisa buscando el bien de Jesús, el no "hacerle" impuro, logra su propio bien. La oración es buscar al otro para encontrarse con el otro. Es dejarse encontrar buscando. Es rozar su Corazón para encontrase dentro de él.
La fe mueve el Corazón de Jesús y fija su mirada en la humildad
La mujer queda curada al instante. Jesús no espera a que la mujer le diga qué necesita. Así es el Buen Pastor, conoce a sus ovejas, nos conoce y sabe lo que necesitamos incluso antes de que se lo pidamos. Por eso, muchas veces la oración es ponerse en su presencia, quizás experimentando un silencio que no es indiferencia por parte de Jesús, sino un querer expresar ternura, contemplar a su creatura tan amada y admirarla con amor.
Jesús estaba siendo oprimido por la multitud, sin embargo, sintió que una virtud salía de Él y gritó: « ¿Quién me ha tocado? » Los discípulos, asombrados, no entienden esta pregunta. Decenas de personas están agolpadas, se empujan y estrujan a Jesús y sólo una "le ha tocado", aquella que apenas ha rozado el borde de su manto.
Aquí Jesús nos dice con claridad que tocarle es amarle, es tener la humildad de confiar en Él, de tratarle con ternura y fe. De acercarse a Él como un niño a su Padre y estar, sí, estar junto a Él. Muchos estaban más cerca que la mujer, pero no tenían fe, era quizás más bien curiosidad, rutina.
La oración nunca puede ser curiosidad o rutina. No es una actividad para llenarme de ideas o repetir fórmulas aprendidas de memoria. Esto sería como empujar y estrujar a Jesús, como aquel grupo que lo seguía. No, esta mujer nos enseña que para tocar a Jesús hay que tener fe, hay que acudir con confianza, presentarse con humildad y tener ternura hacia Dios. ¡Ah!, y sobre todo, hay que dejarse querer por el Maestro que nos conoce, nos espera y al instante nos abraza con amor.
Queremos tocarte Jesús. Ayúdanos Señor a tocarte con fe.
LOS ORÍGENES DE LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN MARÍA
Los orígenes de la devoción a la Virgen
La Virgen María ha sido honrada y venerada como Madre de Dios desde los albores del cristianismo
Por: n/a | Fuente: PrimerosCristianos.com
“Los primeros cristianos, a los que hemos de acudir siempre como modelo, dieron un culto amoroso a la Virgen. En las pinturas de los tres primeros siglos del Cristianismo, que se conservan en las catacumbas romanas, se la contempla representada con el Niño Dios en brazos. ¡Nunca les imitaremos bastante en esta devoción a la Santísima Virgen!” (San Josemaría)
Hablamos sobre los orígenes de la devoción mariana en los primeros cristianos
“Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lc 1, 48)
Como han puesto en evidencia los estudios mariológicos recientes, la Virgen María ha sido honrada y venerada como Madre de Dios y Madre nuestra desde los albores del cristianismo. En los tres primeros siglos la veneración a María está incluida fundamentalmente dentro del culto a su Hijo.
Un Padre de la Iglesia resume el sentir de este primigenio culto mariano refiriéndose a María con estas palabras: «Los profetas te anunciaron y los apóstoles te celebraron con las más altas alabanzas». De estos primeros siglos sólo pueden recogerse testimonios indirectos del culto mariano. Entre ellos se encuentran algunos restos arqueológicos en las catacumbas, que demuestran el culto y la veneración, que los primeros cristianos tuvieron por María.
Tal es el caso de las pinturas marianas de las catacumbas de Priscila: en una de ellas se muestra a la Virgen nimbada con el Niño al pecho y un profeta (quizá Isaías) a un lado; las otras dos representan la Anunciación y la Epifanía.
Todas ellas son de finales del siglo II. En las catacumbas de San Pedro y San Marceliano se admira también una pintura del siglo III/IV que representa a María en medio de S. Pedro y S. Pablo, con las manos extendidas y orando. Una magnífica muestra del culto mariano es la oración “Sub tuum praesidium” (Bajo tu amparo nos acogemos) que se remonta al siglo III-IV, en la que se acude a la intercesión a María.
Los Padres del siglo IV alaban de muchas y diversas maneras a la Madre de Dios. San Epifanio, combatiendo el error de una secta de Arabia que tributaba culto de latría a María, después de rechazar tal culto, escribe: «¡Sea honrada María! !Sea adorado el Señor!».
La misma distinción se aprecia en San Ambrosio quien tras alabar a la « Madre de todas las vírgenes» es claro y rotundo, a la vez, cuando dice que «María es templo de Dios y no es el Dios del templo» , para poner en su justa medida el culto mariano, distinguiéndolo del profesado a Dios.
Hay constancia de que en tiempo del papa San Silvestre, en los Foros, donde se había levantado anteriormente un templo a Vesta, se construyó uno cuya advocación era Santa María de la Antigua. Igualmente el obispo Alejandro de Alejandría consagró una Iglesia en honor de la Madre de Dios. Se sabe, además, que en la iglesia de la Natividad en Palestina, que se remonta a la época de Constantino, junto al culto al Señor, se honraba a María recordando la milagrosa concepción de Cristo.
En la liturgia eucarística hay datos fidedignos mostrando que la mención venerativa de María en la plegaria eucarística se remonta al año 225 y que en las fiestas del Señor -Encarnación, Natividad, Epifanía, etc.- se honraba también a su Madre. Suele señalarse que hacia el año 380 se instituyó la primera festividad mariana, denominada indistintamente «Memoria de la Madre de Dios», «Fiesta de la Santísima Virgen», o «Fiesta de la gloriosa Madre».
El testimonio de los Padres de la Iglesia
El primer Padre de la Iglesia que escribe sobre María es San Ignacio de Antioquía (+ c. 110), quien contra los docetas, defiende la realidad humana de Cristo al afirmar que pertenece a la estirpe de David, por nacer verdaderamente de María Virgen.
Fue concebido y engendrado por Santa María; esta concepción fue virginal, y esta virginidad pertenece a uno de esos misterios ocultos en el silencio de Dios.
En San Justino (+ c. 167) la reflexión mariana aparece remitida a Gen 3, 15 y ligada al paralelismo antitético de Eva-María.
En el Diálogo con Trifón, Justino insiste en la verdad de la naturaleza humana de Cristo y, en consecuencia, en la realidad de la maternidad de Santa María sobre Jesús y, al igual que San Ignacio de Antioquía, recalca la verdad de la concepción virginal, e incorpora el paralelismo Eva-María a su argumentación teológica.
Se trata de un paralelismo que servirá de hilo conductor a la más rica y constante teología mariana de los Padres.
San Ireneo de Lyon (+ c. 202), en un ambiente polémico contra los gnósticos y docetas, insiste en la realidad corporal de Cristo, y en la verdad de su generación en las entrañas de María. Hace, además, de la maternidad divina una de las bases de su cristología: es la naturaleza humana asumida por el Hijo de Dios en el seno de María la que hace posible que la muerte redentora de Jesús alcance a todo el género humano. Destaca también el papel maternal de Santa María en su relación con el nuevo Adán, y en su cooperación con el Redentor.
En el Norte de África Tertuliano (+ c. 222), en su controversia con el gnóstico Marción), afirma que María es Madre de Cristo porque ha sido engendrado en su seno virginal.
En el siglo III se comienza a utilizar el título Theotókos (Madre de Dios). Orígenes (+ c. 254) es el primer testigo conocido de este título. En forma de súplica aparece por primera vez en la oración Sub tuum praesidium. que –como hemos dicho anteriormente- es la plegaria mariana más antigua conocida. Ya en el siglo IV el mismo título se utiliza en la profesión de fe de Alejandro de Alejandría contra Arrio.
A partir de aquí cobra universalidad y son muchos los Santos Padres que se detienen a explicar la dimensión teológica de esta verdad –San Efrén, San Atanasio, San Basilio, San Gregorio de Nacianzo, San Gregorio de Nisa, San Ambrosio, San Agustín, Proclo de Constantinopla, etc.-, hasta el punto de que el título de Madre de Dios se convierte en el más usado a la hora de hablar de Santa María.
La verdad de la maternidad divina quedó definida como dogma de fe en el Concilio de Efeso del año 431.
Las Prerrogativas o Privilegios Marianos
La descripción de loscomienzos de la devoción mariana quedaría incompleta si no se mencionase un tercer elemento básico en su elaboración: la firme convicción de la excepcionalidad de la persona de Santa María -excepcionalidad que forma parte de su misterio- y que se sintetiza en la afirmación de su total santidad, de lo que se conoce con el calificativo de “privilegios” marianos.
Se trata de unos “privilegios” que encuentran su razón en la relación maternal de Santa María con Cristo y con el misterio de la salvación, pero que están realmente en Ella dotándola sobreabundantemente de las gracias convenientes para desempeñar su misión única y universal.
Estos privilegios o prerrogativas marianas no se entienden como algo accidental o superfluo, sino como algo necesario para mantener la integridad de la fe.
San Ignacio, San Justino y Tertuliano hablan de la virginidad. También lo hace San Ireneo. En Egipto, Orígenes defiende la perpetua virginidad de María, y considera a la Madre del Mesías como modelo y auxilio de los cristianos.
En el siglo IV, se acuña el término aeiparthenos —siempre virgen—, que S. Epifanio lo introduce en su símbolo de fe y posteriormente el II Concilio Ecuménico de Constantinopla lo recogió en su declaración dogmática.
Junto a esta afirmación de la virginidad de Santa María, que se va haciendo cada vez más frecuente y universal, va destacándose con el paso del tiempo la afirmación de la total santidad de la Virgen. Rechazada siempre la existencia, de pecado en la Virgen, se aceptó primero que pudieron existir en Ella algunas imperfecciones.
Así aparece en San Ireneo, Tertuliano, Orígenes, San Basilio, San Juan Crisóstomo, San Efrén, San Cirilo de Alejandría, mientras que San Ambrosio y San Agustín rechazan que se diesen imperfecciones en la Virgen.
Después de la definición dogmática de la maternidad divina en el Concilio de Efeso (431), la prerrogativa de santidad plena se va consolidando y se generaliza el título de “toda santa” –panaguía-. En el Akathistos se canta “el Señor te hizo toda santa y gloriosa” (canto 23).
A partir del siglo VI, y en conexión con el desarrollo de la afirmación de la maternidad divina y de la total santidad de Santa María, se aprecia también un evidente desarrollo de la afirmación de las prerrogativas marianas.
Así sucede concretamente en temas relativos a la Dormición, a la Asunción de la Virgen, a la total ausencia de pecado (incluido el pecado original) en Ella, o a su cometido de Mediadora y Reina. Debemos citar especialmente a S. Modesto de Jerusalén, a S. Andrés de Creta, a S. Germán de Constantinopla y a S. Juan Damasceno como a los Padres de estos últimos siglos del periodo patrístico que más profundizaron en las prerrogativas marianas.
OFRECEN GRATIS Y ONLINE DOCUMENTAL SOBRE SANTA JUANA DE ARCO
Ofrecen gratis y online documental sobre Santa Juana de Arco
Redacción ACI Prensa
Crédito: Fundación EUK Mamie.
El documental “La Pasión de Santa Juana de Arco”, de HM Televisión estará disponible gratis hasta el próximo 30 de mayo.
Esta producción que se ha realizado con ocasión del centenario de la canonización de la llamada “Doncella de Orleans”, que tuvo lugar el 16 de mayo de 1920, muestra la vida de esta santa que es “el personaje más documentado del medievo”.
El documental “La Pasión de Santa Juana de Arco” puede encontrarse gratis en la web d la Fundación EUK Mamie y posteriormente quedará disponible a través del servicio de Vimeo on Demand (VOD) de la web de la Fundación EUK Mamie y otras televisiones y plataformas.
Para conocer más sobre la vida, la figura y la misión de esta santa desde esta fundación han preparado un dossier con los principales hitos.
Santa Juana de Arco nació hace más de 600 años en Domrémy, en el noreste de Francia. Europa estaba siendo azotada por una terrible epidemia de peste negra, mientras la Iglesia sufría el llamado “gran Cisma de Occidente”, con tres pontífices que pugnaban por ser declarados el legítimo Papa.
Según explican, el Reino de Francia estaba sumido en una guerra dinástica interminable que los historiadores llaman la “Guerra de los Cien años”. De ella dependía el futuro de Francia y también en buena parte el destino de la Cristiandad entera.
Desde EUK Mamie destacan que “en un momento tan delicado y para resolver un conflicto tan grande, el Señor confía a Santa Juana, una joven pastora analfabeta de 17 años, una doble misión”.
Por una parte “la misión terrena” que, según precisan, se convierte en el milagro político más grande de la historia: puesta esta jovencita al frente de un ejército de 10.000 hombres, consigue libertar Francia del yugo inglés para coronar en Reims a Carlo VII, verdadero Rey de Francia.
Y por otra la “misión sobrenatural” que es su más importante misión, “porque Juana es mucho más que una heroína nacional, es una santa que debía devolver el Reino de Francia a su verdadero Rey y Señor, Jesucristo”.
A través de una vocación tan singular como la suya, la mejor lección que Santa Juana de Arco nos enseña es que Dios es y seguirá siendo el dueño de la historia y, como tal, puede suscitar una persona con una misión muy particular que haga cambiar el curso de la historia de la noche a la mañana, como fue el caso de Santa Juana.
“La Pasión de Santa Juana de Arco” se convierte en una oportunidad única de conocer a la verdadera Juana, en su complicado contexto histórico, religioso y político, recorriendo, de la mano de las cámaras de HM Televisión, los lugares más significativos en la vida de Santa Juana.
Intervienen en «La Pasión de Santa Juana de Arco» expertos de talla internacional:
Entre las personas entrevistadas en este documental están Mons. Marc Aillet, obispo de Bayona (Francia); Sor Marie de la Sagesse, autora de “Santa Juana de Arco. Virgen, Reina, Mártir”, Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea; Alain Olivier, presidente de asociación de Nuestra Señora de Bermont (Francia); Margarita Torres, catedrática de Historia Medieval; P. Jacques Olivier, autor de “Prophéties et prédictions de Jeanne d’Arc”; Jorge Fernández, ex ministro del Interior de España; y Jacques Tremolet de Villers, abogado y autor de “Jeanne d’Arc: le procès de Rouen”, entre otros.
LECTURAS BÍBLICAS DE HOY LUNES18 DE MAYO DE 2020
Lecturas de hoy Lunes de la 6ª semana de Pascua
Hoy, lunes, 18 de mayo de 2020
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (16,11-15):
NOS hicimos a la mar en Tróade y pusimos rumbo hacia Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, primera ciudad del distrito de Macedonia y colonia romana. Allí nos detuvimos unos días.
El sábado salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que había un lugar de oración; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.
Se bautizó con toda su familia y nos invitó:
«Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa».
Y nos obligó a aceptar.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 149,1-2.3-4.5-6a.9b
R/. El Señor ama a su pueblo
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R/.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R/.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca.
Es un honor para todos sus fieles. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,26–16,4a):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy lunes, 18 de mayo de 2020
Carlos Latorre, cmf
Queridos hermanos:
Las lecturas que escuchamos en este tiempo después de Pascua nos demuestran la fuerza de la Resurrección que empuja a los Apóstoles y a otros evangelizadores a difundir la gran noticia de que Jesús está vivo. Es la más grande noticia de todos los siglos. Por eso ellos corren hasta los confines del mundo entonces conocido.
La lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles que acabamos de escuchar nos lleva a la ciudad de Filipos, que ya pertenecía al continente europeo. Hoy nos resulta difícil imaginar la valentía que suponía abandonar un continente y adentrarse en otro, salir de Oriente Medio y entrar en Europa.
Lucas ha subrayado el encuentro del apóstol Pablo con una mujer piadosa que lo acogió en su casa y se entregó a Jesús con toda su familia. Allí comenzó a organizarse una pequeña comunidad abierta a todas las personas que buscaban a Dios. La mujer se llamaba Lidia y tenía un pequeño negocio de telas. Adoraba al verdadero Dios y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.
Se bautizó con toda su familia e invitó a Pablo y a sus compañeros: “«Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa”.
Estos hechos los conocemos gracias a San Lucas que tanto promocionó a la mujer en su evangelio. Y en esta ocasión ha subrayado con fuerza que gracias a Lidia la evangelización de Europa dio un paso adelante.
En las palabras del Evangelio escuchamos las palabras de Jesús: “Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo”.
Pero este testimonio de fe no irá acompañado de aplausos precisamente. Jesús les advierte con toda claridad sobre las dificultades que van a encontrar: “Os expulsarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios”. Pero los discípulos no están solos ni abandonados, el Espíritu Santo los sostiene en su decisión y no se esconden ni se echan atrás.
A los jóvenes seminaristas Mártires de Barbastro los milicianos que los iban a fusilar les decían: “No odiamos vuestras personas sino ese hábito que lleváis y lo que representáis”. ¿Y que representaban? La fe en Jesucristo. El joven seminarista Esteban Casadevall dejó escrito: “Muero contento. Me tengo por feliz, como los Apóstoles, porque el Señor ha permitido que pueda sufrir algo por su amor antes de morir. Espero confiadamente que Jesús y el Corazón de María me llevarán pronto al cielo. Perdono de todo corazón a los que nos injurian, persiguen y quieren matarnos, y puedo decir con Jesucristo, moribundo en la cruz, al Eterno Padre: Padre, perdónalos, porque realmente no saben lo que hacen. Los ciegan sus dirigentes y el odio que nos tienen. Si supiesen lo que hacen, ciertamente no lo harían. Ya hemos rogado todos por su conversión. Yo les tengo verdadera compasión y desde el cielo espero conseguir que Dios Nuestro Señor les abra los ojos para que vean la verdad de las cosas y se conviertan. Francamente no tengo ninguna dificultad en perdonarles”. La serenidad y la fortaleza de este joven de 23 años de edad nos sorprende. ¿Dónde las pudo aprender? Ciertamente en el amor a Jesucristo y en el apoyo de sus compañeros jóvenes mártires como él.
Si desean conocer más sobre los Mártires Claretianos de Barbastro pueden abrir la web: www.martiresdebarbastro.org Yo vivo actualmente en el Museo de estos Beatos Mártires.
Vuestro hermano en la fe.
Carlos Latorre
carloslatorre@claretianos.es
PAPA FRANCISCO POR 100 AÑOS DE NACIMIENTO DE SAN JUAN PABLOII, ERA HOMBRE DE DIOS
Papa Francisco por 100 años de nacimiento de San Juan Pablo II “era hombre de Dios”
Redacción ACI Prensa
El Papa Francisco celebró la misa por el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II en la capilla de la Basílica de San Pedro, donde se encuentra su tumba.
Entre los concelebrantes se encontraban el Cardenal Angelo Comastri, Vicario General del Papa para la Ciudad del Vaticano y Arcipreste de la Basílica Vaticana; el Cardenal polaco Konrad Krajewski, Limosnero Apostólico; Mons. Piero Marini que fue durante 18 años maestro de las celebraciones litúrgicas durante el pontificado de Juan Pablo II; y el Arzobispo polaco Jan Romeo Pawłowski, jefe de la Tercera Sección de la Secretaría de Estado que se ocupa del personal diplomático de la Santa Sede.
En la homilía, el Papa Francisco destacó que “el Señor ama a su pueblo” y un ejemplo de ese amor fue que hace 100 años “el Señor ha visitado a su pueblo y envió un pastor”.
El Papa Francisco recordó “la oración, la cercanía y el amor a la justicia” como tres aspectos fundamentales en la vida de San Juan Pablo II.
“San Juan Pablo II era un hombre de Dios porque oraba y rezaba”, aseguró el Papa, además destacó que “Él sabía bien que el primer trabajo de un Obispo es la oración, y esto no lo ha dicho el Vaticano II, lo dijo San Pedro”.
En relación con la cercanía con el pueblo, el Papa Francisco destacó que San Juan Pablo II que salía al encuentro con el pueblo y “por eso dio la vuelta al mundo entero, buscando a su pueblo, haciéndose cercano”.
“La cercanía es uno de los signos de Dios con su pueblo”, precisó el Papa Francisco y apuntó que esa cercanía de Dios con el pueblo después “se hace estrecha en Jesús, se hace fuerte en Jesús”.
“San Juan Pablo II nos ha dado el ejemplo de esta cercanía, cercano a los grandes y pequeños, a los cercanos y lejanos, pero él siempre se hacía cercano”, apuntó.
Y por último el Papa Francisco también recordó el “amor por la justicia” que tenía San Juan Pablo II: “Un hombre que quería la justicia social, la justicia del pueblo, la justicia que tira fuera a las guerra, la justicia completa”.
“Por eso San Juan Pablo II era el hombre de la misericordia porque justicia y misericordia van juntas, no se pueden distinguir” y “una sin la otra no se encuentran”.
En la importancia de la misericordia el Papa Francisco destacó “cómo empujó la devoción a Santa Faustina, y ahora su memoria litúrgica será para toda la Iglesia”.
“Él había sentido que la justicia de Dios tenía este rostro de misericordia, esta conducta de misericordia, es un don que nos ha dejado: la justicia misericordiosa, y la misericordia justa”, apuntó.
Y pidió que la gracia de la oración, la gracia de la cercanía y la de la justicia misericordiosa y misericordia justa alcance “especialmente a los pastores de la Iglesia y a todos”.
domingo, 17 de mayo de 2020
EL ESPÍRITU SANTO... ESTARÁ CON USTEDES
El Espíritu Santo... estará con ustedes
Jesús afirmó que en Él se había cumplido lo profetizado por Isaías: el Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido
(Lc 4,17). Más adelante dijo que convenía que Él se fuera para que viniera el Espíritu Santo sobre cada uno de los cristianos. En el Bautismo y en la Confirmación somos ungidos, y el Espíritu de Jesús nos eleva y transforma ontológica y existencialmente: nuestra inteligencia, nuestra voluntad, nuestro cuerpo; en una palabra, todo nuestro ser humano es divinizado. Por eso, cuando un cristiano desempeña con amor cualquier acción que parece intranscendente, aquello rebosa de la trascendencia de Dios.
La vida del cristiano ha de ser una imitación de la vida de Cristo, viviendo según el Espíritu Santo –que es el Espíritu que moraba en Jesús y le guiaba– y también a nosotros quiere conducirnos. ¡Fuera las obras de la carne!, como dirá san Pablo, fuera el pecado y todo lo que desdice de la nueva condición de hijos de Dios.
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