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lunes, 20 de noviembre de 2017
EL AJEDREZ Y LA MUERTE
EL AJEDREZ Y LA MUERTE
Era una noche oscura y fría. Daniel bebía un café sentado en su sillón favorito en la sala de estudio de su casa. Su familia dormía, mientras él reflexionaba sobre muchas cosas; tantas que perdió la noción del tiempo. Eran las 3 de la mañana, llevó su taza vacía al lavaplatos, y abrió el refrigerador para prepararse algo de comer. Cuando cerró la puerta vio junto a él una figura muy conocida, pero nada apreciada. La espectral imagen lo miró fijamente y le dijo con voz tenue: ¿Sabes a qué he venido?
Él asintió con la cabeza y dijo: Sí, lo sé, ya es mi hora.
Confundida, la Muerte preguntó a su víctima:
¿No vas a llorar? ¡Todos lo hacen! Se arrodillan, suplican, juran que serán mejores, ruegan por otra oportunidad; mientras que tú, aceptas mi llegada con resignación.
Temeroso aún y con un nudo en la garganta, Daniel respondió:
- ¿De qué serviría? Nunca me darás otra oportunidad, tú sólo haces tu trabajo.
- Tienes razón, sólo hago mi trabajo.
- ¿Puedo despedirme de mi familia? preguntó Daniel con la ligera esperanza de recibir un “sí”.
- Tú lo has dicho, hago mi trabajo. Yo no decido la hora ni el lugar, mucho menos los detalles… lo siento Daniel.
- No tienes por qué disculparte.
- Poca gente piensa en su familia mientras está en vida, pero al llegar este momento, todos piden lo mismo.
- No lo entiendes - dijo Daniel con tono de reproche – yo perdí a mi padre cuando tenía 15 años, y mi sufrimiento fue grande… pero mi hija menor tiene sólo 4, déjame decirle que la amo.
- Tuviste 4 años para decírselo, tuviste muchos días libres, muchos cumpleaños, fiestas, y otros momentos en que pudiste decírselo a tu hija que la amabas… pero ¿por qué sólo pensaste en tu hija?
- Mi hijo mayor no me creería, y mi esposa, bueno… a ella no creo que le interese si la amo o no. Nos hemos distanciado mucho. Pero mi niña, no hay día que entre por la puerta y no esté ahí para recibirme con un beso.
Deja de hablar, se hace tarde – lo interrumpió la muerte – pero… está bien ¿sabes?, este momento hace que mucha gente haga conciencia de cómo vivió su vida. Lástima que lo hagan demasiado tarde.
Ambos salieron de la casa. Un extraño tren aguardaba en la calle y lo abordaron.
- No todo es aburrido en el estado de la muerte. No puedo decirte lo que pasará al llegar, pero te propongo que juguemos al ajedrez “para matar el tiempo”.
Con una sonrisa y con una lágrima, Daniel dijo: ¡Qué curioso! ¡Creí que no tenías sentido del humor!.
El juego se inició. Daniel no se calmaba aunque comenzó ganando; consiguió un “alfil” y un “caballo”. Pero era obvio que eso no lo alegraba.
La Muerte le preguntó: ¿A qué te dedicabas en vida?
- Soy… es decir, era, un simple empleado en una fábrica de calzado.
- ¿Obrero?
- No, trabajaba en administración.
- Ah… supongo que te encargabas de ver si faltaba algún producto, o dinero.
- Sí, en parte así era.
- Hay algo que no entiendo…
- ¿Qué es lo que no entiendes?
¿Por qué ustedes teniendo tantas cosas buenas por hacer, se encierran en el trabajo, se olvidan de los sentimientos, no les importan los demás, se vuelven egoístas y violentos, pero cuando los visito, demuestran ternura, humildad, tristeza, miedo, e incluso lloran? ¿Por qué esperan que llegue yo, si ya nada podrán hacer?
- No lo sé.
- En cambio, soy un simple “peón”, haciendo lo que debo hacer y nada más. Mientras ustedes son dueños de su propia vida, capaces de decidir qué harán con ella ¿y para qué? si su decisión más común es desperdiciarla o vivirla mal.
- Te creía más cruel – comentó Daniel.
- ¡Nada es lo que parece!
El silencio reinó por unos instantes mientras Daniel ponía en “jaque” a la muerte.
- Dime... ¿qué pensabas cuando te casaste?
- Pensaba ser feliz, en formar una linda familia, en formar parte de la alta sociedad.
- ¿Y lo lograste?
- Es broma ¿verdad? Me encontraste solo en mi cocina durante la madrugada, y te pedí despedirme de mi hija. Es obvio que no lo hice. - Si hubiera mostrado más amor a mi familia, la petición de despedirme no hubiera sido necesaria.
- Ya las lágrimas se habían secado en el rostro de Daniel y de pronto exclamó suavemente ¡Jaque mate!
- La Muerte sonrió y dijo ¡Felicidades!
- Daniel suspiró y respondió: Es una pena que no sirva de nada. No me importaba ganar, de todos modos ya estoy aquí… un simple juego de ajedrez no aleja de mi mente a mi familia, mis hijos, mi esposa.
- Las lágrimas brotaron de nuevo en el rostro de Daniel quien se cubrió el rostro con sus manos.
- Mientras el sollozaba, la muerte exclamó: ¡Hemos llegado!
- Daniel intentó calmarse, pero al abrir los ojos estaba de nuevo en su viejo sillón. Secó sus lágrimas. Eran las 6:45 de la mañana, y en lugar de gritar ¡ESTOY VIVO! como lo haría cualquier otro, salió al patio y dijo con voz tenue: GRACIAS, DIOS MÍO… Entró nuevamente a su casa, entró en la habitación de su hija y la abrazó, a la de su esposa e hizo lo mismo. Entró al cuarto de su hijo, le hizo cosquillas en los pies y le dijo: Hijo. Despierta ¡es domingo!.
¿Me despiertas para decirme que es domingo?
No hijo, os he despertado para deciros que os amo.
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir”
(Eclesiastés 3: 1-2)
JESÚS PERDONA SIEMPRE
Jesús perdona siempre
Entre los modos de orar hay uno muy simple y coherente: pedir perdón de lo que sabemos no agradó a Dios. Es razonable expresar nuestro pesar, cuando ofendemos a una persona. David cuando cometió gravísimos pecados, se apresuró a reconciliarse con el Señor. En esa ocasión compuso un salmo muy sincero: “Reconozco mi culpa, Señor, cometí la maldad que aborreces” (51). Dios lo perdonó y sintió la alegría de la reconciliación.
Sor María Noelia Magdolna, religiosa húngara, fallecida el 24 de abril de 1992, nació en 1901, recibió muchos mensajes celestiales. He aquí uno de ellos: “Una vez Jesús me llevó al juicio de un alma muy pecadora, a quien le perdonó sus pecados. Satanás estaba furioso. —¡Tú no eres justo! —gritaba —¡Esta alma fue mía toda su vida! Éste cometió muchos pecados, mientras que yo cometí sólo uno y tú creaste el Infierno para mí. —¡Lucifer! —le contestó Jesús con infinito amor —¿Tú, alguna vez, me pediste perdón? Entonces Lucifer, fuera de sí, gritó: —¡Eso nunca! ¡Eso nunca lo haré! Entonces Jesús se volvió hacia mí, diciéndome: —Ya lo ves, si él me pidiera perdón tan solo una vez, el Infierno dejaría de existir”.
La oración de perdón te ayudará a modelar tu vida con absoluta fidelidad a la voluntad de Dios. Será un momento diario para enfrentarte a tus males espirituales, reprobarlos y corregirlos. Esta oración te atraerá la fuerza de Dios para liberarte de cualquier mal hábito. ¿Por qué no pruebas?
* Enviado por el P. Natalio
PAPA FRANCISCO PIDE A POLICÍAS LUCHAR CONTRA EL MAL
El Papa pide a policías luchar contra el mal, la ilegalidad e impedir desórdenes
VATICANO, 20 Nov. 17 / 07:54 am (ACI).- El Papa Francisco recibió en audiencia este lunes por la mañana a los dirigentes y el personal de la Dirección Central para la Policía Urbana y Ferroviaria, a los que dio las gracias por su trabajo y la protección que prestan a los ciudadanos.
Pero también les pidió recocer “la realidad de que existe un desencuentro entre el bien y el mal que se consuma en nuestro mundo y, por tanto, dentro de nosotros”. “Conscientes de este desafío decisivo, sería malo consentir el mal o pretender mantenerse neutral frente a él”.
“Todos lo debemos hacer, pero vosotros estáis en primera línea en el contraste de quien ofende al hombre, crea desórdenes y fomenta la ilegalidad, obstaculizando la felicidad y el crecimiento de la persona, sobre todo de los más jóvenes”.
“Nuestro mundo –dijo también el Obispo de Roma– ve cómo se multiplican los movimientos, por lo que una movilidad eficiente y segura se ha convertido en una exigencia primaria e imprescindible para una sociedad que quiera estar al mismo paso que el desarrollo y asegurarse el bienestar de sus miembros”.
El Santo Padre dijo que entre las funciones más importantes de esta policía está las de perseguir las infracciones de las reglas de tráfico, así como prevenir los accidentes.
A su vez pidió que los conductores tomen “sentido de la responsabilidad” porque “a menudo parece que no ven las consecuencias también graves de estar poco atentos, por ejemplo, al usar sus celulares”.
Esto es provocado por “las prisas y un estilo de vida competitivo, que hacen que los otros conductores sean como obstáculos o adversarios que hay que superar, transformando las calles en pistas de ‘fórmula uno’ y la línea del semáforo en el comienzo de un gran premio de competición”.
Las sanciones están bien, pero el Papa pidió también una “acción educativa que de mayor conciencia de las responsabilidades que se tiene cuando se viaja”.
El sector ferroviario “representa un ámbito fundamental en la vida de la ciudad” y por eso necesita “manutención e inversiones estructurales, porque su insuficiencia cada día provoca incomodidades a millones de viajeros”, e incluso causan “accidentes mortales”.
Francisco pidió no hacer uso de la violencia cuando tengan que realizar controles de seguridad y también afirmó entender que se tienen que enfrentar a las ideas que poseen muchas personas contrarias a ellos.
Sin embargo, invitó a hacer uso de la misericordia “en las innumerables situaciones de debilidad y de dolor que afrontáis cada día, no solo en el caso de los siniestros que se producen, sino también en el encuentro con las personas necesitadas o con problemas”.
DECÁLOGO PARA ORGANIZAR TU TIEMPO
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LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 20 NOVIEMBRE
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EL EVANGELIO DE HOY LUNES 20 NOVIEMBRE 2017
Lecturas de hoy Lunes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 20 de noviembre de 2017
Primera lectura
Lectura del primer libro de los Macabeos
(1,10-15.41-43.54-57.62-64):
En aquellos días, brotó un vástago perverso: Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco. Había estado en Roma como rehén, y subió al trono el año ciento treinta y siete de la era seléucida.
Por entonces hubo unos israelitas apóstatas que convencieron a muchos: «¡Vamos a hacer un pacto con las naciones vecinas, pues, desde que nos hemos aislado, nos han venido muchas desgracias!»
Gustó la propuesta, y algunos del pueblo se decidieron a ir al rey. El rey los autorizó a adoptar las costumbres paganas, y entonces, acomodándose a los usos paganos, construyeron un gimnasio en Jerusalén; disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, emparentaron con los paganos y se vendieron para hacer el mal. El rey Antíoco decretó la unidad nacional para todos los súbditos de su imperio, obligando a cada uno a abandonar su legislación particular. Todas las naciones acataron la orden del rey, e incluso muchos israelitas adoptaron la religión oficial: ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el Sábado. El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, el rey mandó poner sobre el altar un ara sacrílega, y fueron poniendo aras por todas las poblaciones judías del contorno; quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; los libros de la Ley que encontraban, los rasgaban y echaban al fuego, al que le encontraban en casa un libro de la alianza y al que vivía de acuerdo con la Ley, lo ajusticiaban, según el decreto real. Pero hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no comer alimentos impuros; prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos y profanar la alianza santa. Y murieron. Una cólera terrible se abatió sobre Israel.
Palabra de Dios
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Salmo
Sal 118,53.61.134.150.155.158
R/. Dame vida, Señor, para que observe tus decretos
Sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu voluntad. R/.
Los lazos de los malvados me envuelven,
pero no olvido tu voluntad. R/.
Líbrame de la opresión de los hombres,
y guardaré tus decretos. R/.
Ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad. R/.
La justicia está lejos de los malvados
que no buscan tus leyes. R/.
Viendo a los renegados, sentía asco,
porque no guardan tus mandatos. R/.
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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 35-43):
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.»
Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
Él dijo: «Señor, que vea otra vez.»
Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado.»
En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
Palabra del Señor
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Comentario al Evangelio de hoy lunes, 20 de noviembre de 2017
Imprimir Bonifacio Fernandez, cmf
Queridos amigos y amigas:
Los personajes del evangelio de hoy son el ciego, Jesús, la gente en camino con Jesús hacia Jerusalén...
El ciego: Lucas omite su nombre; simplemente es un ciego y mendigo a la entrada de Jericó. Del ciego se nos dice que oye, pregunta, que empieza a gritar.... que grita mucho más fuerte. Lo que pide no es una limosna. No pide una ayuda para comer. Va directamente a la raíz de su exclusión y su condición: “Hijo de David, ten compasión de mi”. A la pregunta de Jesús “¿qué quieres que te haga”? responde el ciego exponiendo su necesidad fundamental: ¡Señor, que vea!. Recobró la vista. Siguió al Hijo de David.
El personaje central de este relato milagroso es Jesús el Nazareno. Recibe también el título de Hijo de David y Señor. Pasa y va camino de Jerusalén; escucha los gritos del ciego; se para; lo manda traer, le pregunta: ¿Qué quieres que te haga?. Lo cura con un lacónico mandato lleno de autoridad: “Ve. Tu fe te ha salvado”. No se refiere explícitamente a la ceguera: muestra que el encuentro confiado con él, resulta ser curativo, iluminador y salvador.
El tercer personaje de la narración es la gente que acompaña a Jesús. Informan al ciego de lo que pasa; le increpan para que se calle; acercan el ciego a Jesús. Son testigos de la curación. La ven y alaban a Dios uniéndose a la alabanza del curado.
A través de esta narración, Dios nos habla a nosotros hoy; nos sale al encuentro. ¿Qué palabra escuchamos? ¿Con qué personaje me identifico hoy al escuchar la narración? ¿Qué palabras del texto me resuenan más dentro? ¿Qué palabras o acciones necesito repetir hoy?.
Vuestro hermano en la fe.
Bonifacio Fernández cmf
domingo, 19 de noviembre de 2017
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