martes, 17 de enero de 2017

LA NIETA QUE SE NOS FUE AL CIELO


La Nieta que se nos fue al Cielo
Inés vivió diez horas fuera del seno materno, para alegría de todos, y se nos fue directa al Cielo.


Porque quizás a alguien le ayude, querría contar algunos detalles del tránsito por la tierra de nuestra nieta Inés, que, gracias a Dios, fue tan breve como maravilloso.


Por: Tomás Melendo | Fuente: www.edufamilia.com 



Inesita.
Porque quizás a alguien le ayude, querría contar algunos detalles del tránsito por la tierra de nuestra nieta Inés, que, gracias a Dios, fue tan breve como maravilloso.
María, nuestra hija mayor, y Angelma, su esposo, tienen tres hijos varones.
Como estaba previsto, el domingo, 10 de mayo de 2015, María dio a luz a su cuarto-quinto hijo, la primera niña.
Cuarto-quinto porque el primer embarazo fue extrauterino: hubo que extirpar la trompa y el bebé no fue viable. Los tres que ahora mismo viven son Jaime (siete años cuando nació Inés), Pablo (seis, en aquel momento) y Alejandro (cinco, también entonces).
Inés vivió diez horas fuera del seno materno, para alegría de todos, y se nos fue directa al Cielo.
Ya lo sabíamos. Desde la segunda ecografía se advirtió que tenía una anencefalia: en estas circunstancias, el líquido amniótico impide el desarrollo del cerebro, por lo que las funciones vitales, una vez que deja el útero materno, mantienen al niño o a la niña en vida minutos, horas y, en algunos casos excepcionalísimos, días. Pero no más.
Todos éramos bien conscientes y, de nuevo gracias a Dios, estábamos ya preparados.
Los hechos
Según suele ocurrir, la realidad superó todas nuestras expectativas. El dolor es y seguirá siendo real —lo contrario sería antinatural—, aunque va disminuyendo con el transcurrir del tiempo, al paso que aumenta el gozo, sobrenatural e incluso humano.
Fue una auténtica bendición que el ginecólogo, José Ignacio, sea un estupendo creyente, con enorme prestigio en su hospital y una humanidad y una visión sobrenatural muy fuera de lo común. Supo orientar a María y Angelma en todo momento, cuidando hasta los menores detalles, con infinito cariño. Y la siguió atendiendo durante los días que pasó en el hospital y, como es lógico, también cuando lo dejó.
Ya dentro del quirófano todo era excepcional. Por desgracia, no suelen nacer los niños aquejados por esta dolencia: bien porque los abortan, bien porque fallecen en el seno materno. De ahí que bastantes de los médicos, enfermeros y enfermeras de guardia ese domingo, quisieran asistir al parto, movidos por un interés a la vez profesional y humano.
Según lo previsto, hubo cesárea, la cuarta de María, y la pequeña Inés fue bautizada en cuanto la sacaron del útero, en los brazos de su padre, Angelma, al que, por excepción, permitieron asistir a la cesárea.
Angelma se echó a llorar, emocionado, en cuanto la tuvo en sus brazos. María me comentó que es la única vez que lo ha visto llorar. Pero también lo hicieron alguno de los médicos y el capellán de la clínica que la bautizó. Este último, no durante el bautizo, sino al salir del quirófano. Ante la pregunta de una enfermera, cuando empezaba a responder, no pudo contenerse y rompió a llorar. Ella le comentó, con cierto asombro, que ya debía estar acostumbrado a situaciones análogas, a lo que el sacerdote asintió, pero añadiendo que nunca había visto a un padre agarrar con tanta fuerza a su hijo, como queriendo darle su propia vida.
Eso fue hacia las once de la mañana. A las doce, más o menos, llevaron a María para que se repusiera de la anestesia, y la pequeña Inés se vino con su padre, sus tres hermanos, los padres de Angelma, Lourdes y yo.
Primeras reacciones
La impresión, en cuanto nos quedamos con Inés, fue grande, al menos la mía. Poco más arriba de las cejas comenzaba una especie de gorrito, que habían colocado para que no se viera la enorme herida, en el lugar donde debería estar el cráneo. Los ojos eran un poco extraños —algo saltones— y también parte de la nariz; pero desde ahí hasta la punta de los pies Inesita era perfecta. La carita, que pronto comenzó a adquirir un tono levemente azulado, por faltarle el oxígeno, producía una ternura difícil de describir.
Sus hermanos, a quienes María y Angelma venían preparando desde tiempo atrás, se hicieron varias fotos con ella y con su padre; también Lourdes y yo, y lo mismo Vicentina y Valentín, sus abuelos por línea paterna.
La pudimos disfrutar, en esta primera etapa, hasta algo más de las dos de la tarde. Jaime, Pablo y Alejandro entendieron muy bien que el niño Jesús quisiera tanto a su hermanita que deseara llevársela ya consigo. Eso no impidió que se emocionaran, sobre todo el más pequeño de los tres, que parece el más brutote, como sucede a menudo entre los niños. Pero hacia las dos acusaron el cansancio de estar encerrados tanto tiempo en un cuarto pequeño: Valentín y yo nos lo llevamos a comer, dejando a Angelma y las dos abuelas con Inesita.
Conforme pasaban las horas de esa mañana, la primera sensación de cierta extrañeza dejó paso a una paz muy fuera de lo común, con la conciencia clara y palpable de que la Trinidad habitaba en esa criatura, que pronto iría a unirse completamente con Ella. Casi podía tocar a Dios. Algo que nunca en mi vida había sentido, al menos de ese modo.
Lourdes y Vicentina, que habían renunciado a comer para aprovechar más las horas de vida de su nieta, la dejaron cuando María, repuesta de la anestesia, regresó a su habitación y llevaron a Inesita con ella y con su esposo. Estuvieron los tres solos hasta alrededor de las seis.
A esa hora se celebró una Misa, que no pudo ser la de gloria —para agradecer a Dios que ya estuviera en el Cielo—, pues Inesita seguía aún luchando por vivir. Al terminar, casi todos los asistentes pasaron un momento a la habitación, para ver a la niña y a la madre, y luego nos quedamos de nuevo solos María, Angelma, Lourdes y yo, con la niña (los padres de Angelma tuvieron la sacrificada delicadeza de dejarnos solos, por eso de que la madre es nuestra hija: se lo agradeceremos siempre).
La marcha al Cielo
Todo el personal sanitario, con el ginecólogo a la cabeza, se portó de maravilla. Ya al acompañarnos a la pequeña salita donde nos instalamos, se les veía emocionados y atentos, desviviéndose en mil detalles. Como estaban poniendo tanto mimo, hubo un momento en que, casi sin pensarlo, di un beso de gratitud a las dos mujeres-médico presentes, repitiendo con énfasis: «muchísimas gracias». Ya entonces, y varias veces más a lo largo del día, una de ellas comentó, siempre con palabras parecidas y como explicando su actitud: «¡Con tanto cariño alrededor…!»
Cada media hora, más o menos, los médicos volvían a la habitación para ver cómo seguía Inesita. José Ignacio, el ginecólogo, además, para continuar dando ánimos a María y Angelma. Nos impresionó mucho que en una de las ocasiones, tras apenas saludar a María, se quedó alrededor de un cuarto de hora, con los codos apoyados en la cunita, sin decir palabra, contemplando a la niña a la que había ayudado a nacer.
Hacia las nueve de la noche nos dijeron que el corazón latía ya mucho más débil. Lourdes y yo dejamos la habitación, para que María y Angelma pudieran estar solos con su hija en esos últimos momentos. A las 21:50 nos dejó y se fue al Cielo. Nos permitieron tenerla un rato más con nosotros, recostada en el regazo de María.
Hay fotos y videos repletos de ternura.
Una vida breve, pero inmensamente fecunda
A partir del día siguiente, lunes, comenzaron las visitas. Familia más o menos cercana, amigos de María, de Angelma, etc. Todas muy emotivas y cariñosas. La tónica general era de gratitud y admiración contenida hacia los padres por haber querido gestar y dar a luz a una niña, sabiendo que la iban a tener pocas horas consigo, para entregarla inmediatamente a Dios.
Una última anécdota de estos primeros días. El martes por la mañana, al llevarle la comunión, el capellán que había bautizado a Inesita pidió a María hablar un momento con ella. Le preguntamos si prefería estar a solas, pero nos dijo que no, que nos quedáramos. Al cabo de unos veinte minutos se veía que quería llegar al terreno personal… y al fin lo hizo.
Primero agradeció a María, también para que se lo dijera a Angelma, el que hubieran tenido la generosidad de respetar la vida de la niña. Y varias veces, con leves modificaciones, repitió dos ideas.
a) La primera, que a él todo esto le había hecho pensar y orar mucho, y que le había llevado a “recolocar” varias cuestiones personales (obviamente, cada vez que lo recuerdo vuelvo a dar gracias a Dios).
b) La segunda, que le había impresionado cómo, mientras bautizaba a la niña, María, desde la cama donde estaba siendo operada, forzando la vista por detrás de ella, tenía los ojos fijos en Angelma, en esos momentos llorando emocionado, como queriendo darle ánimos, olvidada de sí misma: algo, efectivamente, muy femenino y muy maternal.
Cuando se marchó el sacerdote y María terminó su acción de gracias, de nuevo llorando de emoción, me dijo: «¡Papá, pero si yo no he hecho nada!»
Comentamos que así es Dios: que resultaba grandioso que Dios pudiera darle las gracias a ella por hacer lo que debía y permitir de ese modo a su hija recibir el bautismo, por lo que Inesita sería inmensamente feliz en el Cielo… y Dios se alegraría con la felicidad de esa criatura.
Bastantes veces, sobre todo cuando se trata de un grupo cercano, encuadro mis conferencias en la idea de que nuestro paso por este mundo es, más que la prueba, la gran oportunidad que Dios nos da para ir aprendiendo a amar más y mejor, de modo que vayamos siendo ya más felices aquí y, al término, habiendo dilatado las fronteras de nuestro corazón, nos quepa más Dios en el alma y seamos más felices por toda la eternidad.
Siempre me rondaba por la cabeza, junto a otros mil interrogantes y consciente de la pequeñez de mis “explicaciones”, qué sucedía con los recién nacidos que mueren. En esta ocasión vi muy claro que el engrandecimiento del corazón de Inesita era al menos proporcional al que había provocado en nosotros —sus padres, abuelos, hermanos y mucha gente más— ayudándonos a querer un poco más y mejor.
¡Qué fecundidad la de esas diez horas! La querría yo para mí.
Favores
Muy pronto, al menos los más allegados, comenzamos a encomendarnos a su intercesión. A Angelma le contaron que, en una situación análoga, san Josemaría había dicho al padre de un niño —muerto también a muy temprana edad— que no olvidara que, en el Cielo, seguía siendo hijo suyo y, por lo tanto, que le debía obediencia, y que lo “aprovechara”.
Angelma lo hace constantemente e Inesita, de ordinario, le “obedece”, dando lugar a múltiples anécdotas. Resumo una de las más simpáticas. Angelma cursó la carrera de farmacia y, después de un largo período en Dublín, se ha ido haciendo cargo de la farmacia que fue de su madre. Los sábados suele estar solo en la farmacia y hay poquísimos clientes. El que siguió al fallecimiento de Inés, apelando a su autoridad como padre, le pidió que esa tarde sí que hubiera ventas y, según nos comentó después, fue uno de los días en que más productos se vendieron: hasta una especie de crecepelos para varones de mi estilo —es decir, calvos, pelones—, muy caro y de muy difícil salida.
La última que recojo es bastante impresionante. Estando toda la familia de acampada, una de las hijas, de dos años de edad, desapareció una tarde. Estuvieron buscándola lo que quedaba de día, sin éxito. A la mañana siguiente, la madre, ya resignada a no hallarla viva, pidió por intercesión de Inesita —sus hijos van al mismo colegio que nuestros nietos— que, al menos, la encontraran, aunque fuera muerta.
Como es lógico, habían avisado a la policía y esta a los vecinos de la zona. Esa misma mañana llamó el dueño de una finca, porque había oído llorar no hacía mucho, se acercó y se topó con la niña: estaba viva, con rasguños y síntomas de deshidratación; pero se repuso rápidamente.
Para María y Angelma, Inesita ha pasado a ser un miembro más —muy especial, sin duda— de la familia. Se refieren a ella con toda naturalidad, le siguen pidiendo favores y fomentan en sus hermanos el cariño hacia la que ya tienen en el Cielo.
Para concluir…
Termino con un nuevo “favor” de Inesita. En uno de mis correos a un grupo de matrimonios mexicanos a los que me había dirigido durante un curso, les conté la historia de Inesita y les animé a encomendarse a ella, si les parecía, como ahora hago con quienes me lean. Me respondieron muchos, pero este que recojo es un testimonio muy particular.
El 2015-10-26, uno de los alumnos me escribe:
«Gracias a Dios, 31 años de casados. De los retos familiares, lo más destacable es que D. y nuestra hija G., la mayor, no han podido encargar su bebé, llevan cinco años de casados, los encomendamos a Inés para que Dios les dé el milagro de la vida. Un abrazo»
El 2015-10-30 recibo este otro mensaje, del mismo matrimonio:
«Tomás y Lourdes, con gran alegría les avisamos que Inesita ya intercedió para que Dios nos hiciera ese gran milagro y nuestra hija G. y D. ya están esperando su bebé, hoy recibimos esa gran noticia y se las compartimos con una gran gusto, ¡muy agradecidos por sus oraciones!»

Tomás Melendo

PAPA FRANCISCO: EVITE SER CRISTIANOS PEREZOSOS



Papa Francisco: Eviten ser cristianos perezosos “estacionados” en la Iglesia
Por Miguel Pérez Pichel
Foto L'Osservatore Romano



VATICANO, 17 Ene. 17 / 06:26 am (ACI).- En la homilía de la Misa que celebró esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco llamó a los cristianos a llevar “una vida valiente” en contraposición de los cristianos perezosos que están “estacionados” en la Iglesia.

El Santo Padre pidió evitar ser “cristianos perezosos, cristianos sin voluntad de andar adelante, cristianos que no luchan por cambiar las cosas, por hacer cosas nuevas, cosas que nos harían bien a todos, cristianos ‘estacionados’ que encuentran en la Iglesia un buen parking” (estacionamiento/parqueadero).


Francisco aclaró: “cuando digo cristianos, me refiero a los laicos, a los sacerdotes, a los obispos, a todos”. Para esos cristianos perezosos, “la Iglesia es un parking que custodia la vida y siguen adelante con todas las garantías posibles”, sin preocuparse.

“Esos cristianos cerrados me hacen pensar en una cosa que de niños nos decían a los abuelos: ‘Procura que el agua no se estanque, la que no corre es la primera en corromperse’”.

El Pontífice resaltó que “este es el mensaje de hoy: tengan esperanza, esa esperanza que no decepciona, que va más allá. Una esperanza que sea un ancla firme para nuestra vida. La esperanza es el ancla: la tiramos y nos aferramos a la cuerda. Esa es nuestra esperanza. La esperanza no es pensar que, ‘sí, existe el cielo, qué bueno, ya me quedo’. No, la esperanza es luchar, aferrarse a la cuerda para llegar a nuestro destino. En la lucha de cada día, la esperanza es una virtud de horizontes, ¡no de encerrarse!”.

El Pontífice reconoció que la esperanza “quizás sea la virtud que menos se entiende, pero es la más fuerte. La esperanza: vivir en esperanza, vivir de esperanza, siempre mirando adelante con valentía. Alguno podrá decirme: ‘Sí, Padre, pero hay momentos duros, donde todo parece oscuro. ¿Qué debo hacer en esos momentos?’. ‘¡Agárrate a la cuerda y amárrate!’”.

“Debemos hacernos esta pregunta: ¿Cómo soy yo? ¿Cómo es mi vida de fe? ¿Es una vida de horizontes, de esperanza, de valentía, de ir adelante, o es una vida tibia que ni siquiera es capaz de soportar los malos tiempos?”.

Francisco finalizó con una petición: “que el Señor nos dé la Gracia para superar nuestro egoísmo, porque los cristianos cerrados, los cristianos ‘estacionados’ son egoístas. Se miran solo a sí mismos, no saben levantar la cabeza para mirarlo a Él. Que el Señor nos dé esta gracia”.


Lectura comentada por el Papa Francisco:

Hebreos 6:10-20
10 Porque no es injusto Dios para olvidarse de vuestra labor y del amor que habéis mostrado hacia su nombre, con los servicios que habéis prestado y prestáis a los santos.
11 Deseamos, no obstante, que cada uno de vosotros manifieste hasta el fin la misma diligencia para la plena realización de la esperanza,
12 de forma que no os hagáis indolentes, sino más bien imitadores de aquellos que, mediante la fe y la perseverancia, heredan las promesas.
13 Cuando Dios hizo la Promesa a Abraham, no teniendo a otro mayor por quien jurar, juró por sí mismo
14 diciendo: ¡Sí!, te colmaré de bendiciones y te acrecentaré en gran manera.
15 Y perseverando de esta manera, alcanzó la Promesa.
16 Pues los hombres juran por uno superior y entre ellos el juramento es la garantía que pone fin a todo litigio.
17 Por eso Dios, queriendo mostrar más plenamente a los herederos de la Promesa la inmutabilidad de su decisión, interpuso el juramento,
18 para que, mediante dos cosas inmutables por las cuales es imposible que Dios mienta, nos veamos más poderosamente animados los que buscamos un refugio asiéndonos a la esperanza propuesta,
19 que nosotros tenemos como segura y sólida ancla de nuestra alma, y que penetra hasta más allá del velo,
20 adonde entró por nosotros como precursor Jesús, hecho, a semejanza de Melquisedec, Sumo Sacerdote para siempre.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 17 DE ENERO


Los cinco minutos de María
Enero 17



Siendo fiel a la Virgen, soy fiel a Cristo; si no reniego de María, no niego a Cristo; y si no niego a Cristo, no seré negado por Cristo ante el Padre.

Pero la mejor forma de que el Padre no me niegue es presentarme ante Él de la mano de María. Un buen método para conocer al hijo es conocer a la madre; la calidad del trigo se mide por la selección de la espiga; repitamos, pues, el clásico adagio: “A Jesús por María”.

María, que fuiste fiel al Padre siguiendo a Jesucristo, ayúdanos a continuar este camino.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ MARTES


lunes, 16 de enero de 2017

CÓMO HABLAR A NUESTROS DIFUNTOS?


¿Cómo hablar a nuestros difuntos?



Muchas veces me piden oración por un difunto, alguien amado profundamente, y la pregunta que surge espontáneamente es: ¿Cómo se llamaba? ¡Qué tremendo error! La pregunta correcta es ¿cómo se llama? Por supuesto, nuestro ser amado no ha desaparecido, sino que ha salido del tiempo para ingresar a la vida eterna, destino del que ninguno de nosotros podrá evadirse.

Cuando pienso en los seres amados que yo he perdido, particularmente mi padre, siento que él está más que nunca escuchándome. Ya sin las limitaciones del mundo, sin la dificultad de moverme donde él esté, o de lograr hablarle de modo cercano. De ningún modo, mi papá está más que nunca escuchando todos mis pensamientos, mis oraciones, mis inseguridades y mis seguridades también.

No hay fórmulas para hablar con nuestros amados difuntos, porque ellos siempre nos escuchan. Están en un lugar donde Dios les permite ver más allá de esos dos agujeritos que son los ojos, a través de los que vieron cuando estaban en el mundo. Hoy ven en la amplitud de la vida eterna, porque están fuera del tiempo, fuera del lugar, están en la eternidad. Hay que sentirlos allí, atentos a nosotros, viéndonos en la perfección que Dios les permite, con los sentidos del alma y ya no los sentidos que usaron cuando estaban aquí.

Pero también me ocurre que cuando hablo y rezo con mi madre que aún está viva, y veo en ella las limitaciones de la vejez y la cercanía de su paso a la eternidad, no dejo de pensar lo perfecto que va a ser nuestro dialogo y nuestra oración cuando ella ya no esté conmigo aquí. Y también pienso en lo hermoso que será ese día en que estemos los tres juntos fuera del tiempo y el lugar, mi padre, mi madre y yo, unidos en la perfección del Amor de Dios por nosotros.

La presencia sutil pero real de nuestros amados difuntos se siente en el corazón, en el alma. No es locura, no es tampoco algo que los demás puedan comprender. Es simplemente un encuentro secreto que mantenemos muy dentro de nuestro corazón, y que no debemos dejar apagar porque es la manifestación de la Comunión de los Santos, la unidad de corazón con quienes ya han transitado de esta vida.

Algunas personas dirán que esto está mal, que es espiritismo. Error enorme, esto es pura fe en la vida eterna, en nuestro destino de Reino. Espiritismo es invocar a las almas, y eso es un pecado muy grave. Nosotros simplemente sentimos su presencia y les hablamos de corazón, abiertos a que Dios les permita  plantar algún sentimiento, algún signo en nuestro corazón, si es que esa es Su Divina Voluntad.

Otros dirán que es un error que va contra la psicología moderna, contra la necesidad del duelo. ¡El duelo es fundamental! Pero de ningún modo duelo equivale a olvidar a alguien amado, y mucho menos a desconectar el dialogo de alma a alma, de corazón a corazón. Ese dialogo, cuando bien realizado, sin ser algo enfermizo o que altere lo normal de nuestra vida, es un acto de sanación que nos permite seguir viviendo en la esperanza del encuentro definitivo con ese ser amado.

El nombre de un ser amado no pasa jamás, porque nuestra alma perdura por toda la eternidad,  sin restricciones. Mi padre no era Juan, es Juan. Y así todos nosotros debemos comprender que nunca dejamos de ser quienes somos, y mucho menos al pasar a la eternidad. Así, el nombre de un ser amado no era, es. Ese ser amado está hoy más presente que nunca, más atento que nunca, abierto y despierto en todo momento a nuestras oraciones, porque las almas pueden responder a nuestras oraciones intercediendo ante Dios por nuestras necesidades. Nuestro dialogo y suplicas llegan así directo al Corazón de Dios a través de la intercesión de los santos y los ángeles, y de Maria en modo particularmente efectivo.

Madre mía, Reina del Cielo y de la Tierra, hoy cierro los ojos y siento claramente la esperanza del encuentro con mi ser amado, y allí se desvanecen las limitaciones del tiempo y del espacio, para poder así unirme en un abrazo que es anticipo de la promesa que nos espera, a ambos. Sin miedos, sin desesperanza, sin separarnos más, por siempre y para siempre.


Autor: www.reinadelcielo.org

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 16 DE ENERO DEL 2017


Un odre no es una pieza única.
Marcos 2,18-22. II Lunes de Tiempo Ordinario. Ciclo A.


Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo ante Ti para pasar este momento de oración en tu presencia. Quiero estar contigo. Necesito de Ti. Dame la gracia de conocerte un poco más en esta oración. Permíteme entrar en la intimidad de tu Corazón y descubrir qué es lo que quieres de mí en este momento concreto de mi vida. Aumenta mi fe, mi confianza y mi caridad. Dame un celo apasionado por la salvación de las almas, y porque más y más personas te conozcan y te amen.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 2,18-22
En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?”
Jesús les contestó: “¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras el esposo está con ellos? Mientras está con ellos el esposo, no pueden ayunar. Pero llegará el día en que el esposo les será quitado y entonces sí ayunarán.
Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
En este Evangelio me hablas de odres nuevos, de telas nuevas. Efectivamente, es un año nuevo lo que me presentas por delante. Y entonces, es así como este pasaje toma sentido en mi vida.
A vino nuevo, odres nuevos. Este año es una nueva oportunidad que me das para rellenar el odre de mi vida del vino nuevo. Tu gracia es este vino nuevo y bueno que viene a dar sabor y sentido a mi existencia. Debo ser yo el que reciba ese vino y lo deposite en el mejor recipiente posible para que perdure y se disfrute al máximo. Dame la gracia, Señor, de que mi vida, en este nuevo año que me das, sea odre nuevo; sea una vida nueva en la que puedas depositar tu gracia y dejarla actuar en toda su plenitud.
Un odre no es una pieza de cuero única, sino que es la unión de varias piezas de cuero que pegadas o cosidas forman el contenedor. Así también mi vida está hecha de pequeñas piezas que unidas por el amor son la mejor disposición para que entre el vino de tu gracia, el vino de tu amor. Mi vida puede empezar a cambiar para transformarse en odre nuevo con mis actos de servicio, de benedicencia, de humildad, de amor, con mi oración y mi trabajo diario.
Dame la gracia, Jesús,  al inicio de este año, de dejar de ser odre viejo y cambie esos aspectos de mi vida que agujeran mi alma y no permiten que tu gracia se mantenga fresca, buena y en abundancia. A ti no te importa tanto el tamaño de mi odre, la calidad, la marca… no. A Ti te interesa que sea capaz de recibir, acoger tu gracia y saberla compartir con el que la necesita.
«El Señor no sólo no se cansa de perdonarnos sino que renueva también el odre en que recibimos su perdón. Utiliza un odre nuevo para el vino nuevo de su misericordia, para que no sea como un vestido con remiendos ni un odre viejo. Y ese odre es su misericordia misma: su misericordia en cuanto experimentada en nosotros mismos y en cuanto la ponemos en práctica ayudando a otros. El corazón misericordiado no es un corazón emparchado sino un corazón nuevo, re-creado. Ese del que dice David: “Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme”.»
(Meditación de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy procuraré disculpar de corazón a alguien que me pueda ofender o esté haciendo algo de mi desagrado.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

MARÍA Y JOSÉ


MARÍA Y JOSÉ 


Descubramos un factor decisivo que une a María y José: ambos viven la obediencia de la fe que los apremia a ensanchar sus horizontes y a consentir a un designio que da una orientación nueva a sus vidas. La búsqueda de la voluntad de Dios puede deparar sorpresas, quizá obligue a redefinir papeles, pero podemos dar por seguro que compacta la unión. Estar bien con Dios une.

Años más tarde el "niño" se queda en Jerusalén. María y José no caen en una tentación fácil de la vida en pareja: la de reprocharse uno a otro el problema que se ha creado; tal recriminación mutua no remedia nada y genera un nuevo problema. José y María buscan juntos y sufren juntos: «Hijo -dirá María a Jesús- ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te buscábamos angustiados» (Lc 2,48). 

Ambos esposos viven una intensa comunión de sentimientos.
Hay, en fin, un nuevo motivo que crea unión: el ejercicio compartido de la misión. Tras encontrar a Jesús en el templo, bajaron a Nazaret, y Jesús «siguió bajo su autoridad» (Lc 2,51). Hasta la mayoría de edad, vivirá bajo una autoridad que –como dice la etimología de la palabra–  "hace crecer". Es que sólo sabe mandar quien ha sabido obedecer. Y nosotros lo hemos visto, María y José sabían obedecer.


Pablo Largo Domínguez

CÓMO DAR TESTIMONIO CRISTIANO? PAPA FRANCISCO RESPONDE


¿Cómo dar testimonio cristiano? Papa Francisco da las claves al visitar una parroquia
Por Álvaro de Juana
Foto: L'Osservatore Romano
VATICANO, 16 Ene. 17 / 07:54 am (ACI).- Durante la visita que el Papa Francisco realizó a la parroquia de Santa María en Seteville, a las afueras de Roma, respondió a preguntas que le formularon los jóvenes que asisten a catequesis. “El testimonio cristiano se hace con la palabra, con el corazón y con las manos”, subrayó.

“He escuchado que aquí en Roma que la Confirmación es el ‘sacramento de la despedida’. Después de la Confirmación no nos vemos más”. “¿Es esto verdad?”, preguntó.



“El hecho de que estén hoy aquí es una gracia del Señor. No hagan de este sacramento el sacramento del ‘adiós’ hasta que se casen. Tantos años sin una comunidad… Y ustedes han sido elegidos del Señor para hacer comunidad”.

El Papa invitó también a hablar de Dios con alegría porque “cuando escucho a la gente hablar del Señor lo hacen con cierta tristeza. Él ha dicho alegría. Este es el secreto. Hablar del Señor con alegría, y esto se llama testimonio cristiano”.

“El testimonio cristiano es hablar con el Señor con alegría, pero también con la alegría de la propia vida, es decir, hacer con mi vida lo que dice el Señor”.

“Si yo digo que soy católico y voy todos los domingos a Misa’, pero después con mis padres no hablo, los ancianos no me interesan, no ayudo a los pobres, no voy a ayudar a los enfermos… ¿qué testimonio de vida es?”, dijo a los jóvenes que le escuchaban. 

ACEPTA LOS CONTRATIEMPOS


Acepta los contratiempos



Cuántas pequeñas contrariedades pasan cada día pueden desestabilizarte, ponerte de mal humor, amenazando oscurecer toda tu jornada. Hoy te ofrezco una oración muy buena del P. Víctor Fernández para disponerte a sobrellevar con paciencia y en paz estos incidentes, sin que te envuelvan en su negatividad.

Señor, acepto que hoy no sea un día perfecto, ya he aprendido que esta tierra todavía no es el cielo. Sólo te pido que mi vida no sea inútil, que lo que yo viva hoy sirva para algo. No pretendo que todo sea fascinante en este día, y quiero regalarte con amor todo pequeño cansancio, sufrimiento, contratiempo o dificultad que deba soportar. Te ofrezco, Señor amado, todo lo que me pueda desagradar en esta jornada, te lo entrego con amor, así como tú te entregaste entero, hasta el fin, en la cruz. Dame mucha paciencia, Señor mío, para poder responder al mal con el bien, para no entrar en una espiral de violencia, para aceptar con calma todo lo que me perturbe en mi relación con los demás. Te lo entrego todo a ti. Recíbelo, Señor.

Una persona te falla a una cita sin avisar, una comunicación que no puedes hacer porque nadie atiende el teléfono, la comida es insuficiente y no de tu gusto, etc., son situaciones que requieren calma y buen humor para no perturbarte. Puedes fortalecer tu decisión repitiendo: “Ayúdame, Señor, a mantenerme sereno y tranquilo”.


* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 15 y 16 DE ENERO


Los Cinco Minutos de María - P. Alfonso Milagro
15 de Enero



"Virgen amable, Madre amable, Virgen mansa"; así la llamamos a María Santísima, toda bondad, toda dulzura, toda amabilidad. Ella fue la  que mejor imitó a Jesús en aquel precepto, que de Él recibimos: "Imitadme a mí, que soy manso y humilde de corazón".

¡Cuánta necesidad tenemos de la bondad de corazón, de la dulzura de carácter, de la suavidad de formas, de trato! ¡Y qué distinta sería la vida si todos fuéramos más amables!

María como Madre de todos los cristianos se comporta con ellos con solicitud maternal; es digno de veneración el misterio de la Maternidad de María.

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Los cinco minutos de María
Enero 16



La Virgen orante se nos presenta como modelo para nuestras relaciones personales e íntimas con Dios nuestro Señor.
María siempre estuvo en oración, siempre vivió en conversación con el Padre como Hija suya predilectísima; con el Verbo, que era su Hijo amadísimo, y con el Espíritu Santo como su verdadera Esposa.
Nosotros no podemos olvidar que Dios uno y trino vive en nuestra alma por la gracia; si el Espíritu Santo mora en nosotros, prestémosle atención, no lo dejemos solo, acompañémoslo, démosle conversación, tratemos nuestras cosas con Él.
María, ora junto a nosotros, como lo hiciste con los apóstoles.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ SEMANA!!!


domingo, 15 de enero de 2017

EL HIJO DEL HOMBRE


El Hijo de hombre
¿Por qué Jesús se llama a sí mismo como el hijo del hombre?


Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org 




Pregunta:

Querido hermano en Cristo, soy un asiduo lector de la Biblia, pero reconozco que en ella encuentro cosas que no puedo explicar. Una de ésas es la expresión “El Hijo del Hombre”. Jesús dice que él es el Hijo del Hombre. ¿Quiere decir eso que es hombre nada más y que su padre fue un hombre? ¿Está negando su divinidad? Me tiene confundido.
Respuesta:

El título “Hijo del hombre” procede del Antiguo Testamento, en concreto del libro del Profeta Daniel, de la visión que tuvo el Profeta:

Seguía yo mirando en la visión nocturna, y vi venir sobre las nubes del cielo a uno como hijo de hombre, que se llegó al anciano de muchos días y fue presentado ante éste. Le fue dado el señorío, la gloria y el imperio, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominio eterno que no acabará, y su imperio, imperio que nunca desaparecerá (Dan 7,13-14). 

Cuando el Profeta pide la explicación de esta visión, obtiene la siguiente respuesta: Después recibirán el reino los santos del Altísimo y lo poseerán por siglos, por los siglos de los siglos… Entonces le darán el reino, el dominio y la majestad de todos los reinos de debajo del cielo al pueblo de los santos del Altísimo (Dan 7, 18. 27). El texto de Daniel, contempla a una persona individual y al pueblo. Señalemos que lo que se refiere a la persona del Hijo del hombre, se vuelve a encontrar en las palabras del Ángel en la anunciación a María: Reinará… por los siglos y su reino no tendrá fin (Lc 1,33).

Por eso, cuando Jesús utiliza el título “Hijo del hombre” para hablar de Sí mismo, recurre a una expresión proveniente de la tradición canónica del Antiguo Testamento, presente también en los libros apócrifos del judaísmo. Pero conviene notar, sin embargo, que la expresión “hijo de hombre” (ben-adam) se había convertido, en el arameo de la época de Jesús, en una expresión que indicaba simplemente “hombre” (bar enas). Por eso, al referirse a Sí mismo como “Hijo del hombre”, Jesús logró casi esconder, tras el velo del significado común, el significado mesiánico que tenía la palabra en la enseñanza profética.  Por tanto, Jesús usa este término para referirse a Sí como Mesías, aunque sus oyentes pensaban que sólo decía que era verdaderamente “hombre”. Jesús decía, pues, algo más de lo que algunos de ellos creían entender, aunque estaba al alcance de los letrados que debían identificarlo como Mesías, a quienes principalmente iba dirigida su enseñanza.

PAPA FRANCISCO: LA MISIÓN DE LA IGLESIA ES ANUNCIAR Y LLEVAR A CRISTO EN CADA TIEMPO


Papa Francisco: La misión de la Iglesia es anunciar y llevar a Cristo en cada tiempo
Por Álvaro de Juana
 Foto: L'Osservatore Romano



VATICANO, 15 Ene. 17 / 06:14 am (ACI).- Al presidir el rezo del Ángelus, el Papa Francisco recordó que la misión de la Iglesia es la de anunciar al mismo Cristo porque “Él es solo el que salva a su pueblo”.

“San Juan predica que el reino de los cielos está cerca, que el Mesías está por manifestarse y necesita prepararse, convertirse y comportarse con justicia y se pone a bautizar en el Jordán para dar al pueblo un medio concreto de penitencia”.



Francisco explicó que su primer acto público, lo primero que hace cuando deja la casa de Nazaret, cuando tiene 30 años, es este: "desciende a Judea, va al Jordán y se hace bautizar por Juan”.

El Papa señaló que Juan “queda desconcertado porque el Mesías se ha manifestado de una manera impensable: en medio de pecadores, bautizado como ellos, es más, por ellos. Pero el Espíritu ilumina a Juan y le hace entender que así se cumple la justicia de Dios, se cumple el diseño de salvación: Jesús es el Mesías, el Rey de Israel, pero no con la potencia de este mundo, sino como el Cordero de Dios que toma sobre sí y borra los pecados del mundo”.  

“La Iglesia, en cada tiempo, está llamada a hacer eso que hizo Juan el Bautista”, aseguró. “Este gesto litúrgico representa toda la misión de la Iglesia, la cual no se anuncia a sí misma, sino a Cristo; no se lleva a sí misma, sino a Cristo. Porque es solo Él quien salva a su pueblo del pecado, lo libra y lo guía a la tierra de la vida y de la libertad”, concluyó. 

CON EL FUEGO DEL ESPÍRITU - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 ENERO 2017



CON EL FUEGO DEL ESPÍRITU



Las primeras comunidades cristianas se preocuparon de diferenciar bien el bautismo de Juan, que sumergía a las gentes en las aguas del Jordán, y el bautismo de Jesús, que comunicaba su Espíritu para limpiar, renovar y transformar el corazón de sus seguidores. Sin ese Espíritu de Jesús, la Iglesia se apaga y se extingue.

Solo el Espíritu de Jesús puede poner más verdad en el cristianismo actual. Solo su Espíritu nos puede conducir a recuperar nuestra verdadera identidad, abandonando caminos que nos desvían una y otra vez del Evangelio. Solo ese Espíritu nos puede dar luz y fuerza para emprender la renovación que necesita hoy la Iglesia.

El papa Francisco sabe muy bien que el mayor obstáculo para poner en marcha una nueva etapa evangelizadora es la mediocridad espiritual. Lo dice de manera rotunda. Desea alentar con todas sus fuerzas una etapa «más ardiente, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin, y de vida contagiosa». Pero todo será insuficiente «si no arde en los corazones el fuego del Espíritu».

Por eso busca para la Iglesia de hoy «evangelizadores con Espíritu» que se abran sin miedo a su acción y encuentren en ese Espíritu Santo de Jesús «la fuerza para anunciar la verdad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente».

Según el papa, la renovación que quiere impulsar en el cristianismo actual no es posible «cuando la falta de una espiritualidad profunda se traduce en pesimismo, fatalismo y desconfianza», o cuando nos lleva a pensar que «nada puede cambiar» y, por tanto, que «es inútil esforzarse», o cuando bajamos los brazos definitivamente, «dominados por un descontento crónico o por una acedia que seca el alma».

Francisco nos advierte que «a veces perdemos el entusiasmo al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas». Sin embargo no es así. El papa expresa con fuerza su convicción: «No es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra […] no es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo solo con la propia razón».

Todo esto hemos de descubrirlo por experiencia personal de Jesús. De lo contrario, dice el papa, a quien no lo descubre, «pronto le falta fuerza y pasión; y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie». ¿No estará aquí uno de los principales obstáculos para impulsar la renovación querida por el papa Francisco?


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn 1,29-34

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 15 DE ENERO DEL 2017


II del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Domingo 15 de Enero de 2017

“Jesús es el Cordero de Dios, una entrega sacrificada por amor“



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 49, 3. 5-6

El Señor me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»

Palabra de Dios    

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Salmo
Salmo Responsorial: 39,2.4ab.7-8a.8b-9.10

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.

Como está escrito en mi libro:
«Para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.

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Segunda lectura
Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 1-3

Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Cristo Jesús, a los santos que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.

Palabra de Dios

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Lectura del Santo Evangelio según san Juan 1, 29-34


En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: – «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo.” Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.» Y Juan dio testimonio diciendo: – «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo.” Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»

Palabra del Señor


TIEMPO PARA DIOS


Tiempo para Dios
Desechemos la tibieza, el espíritu tacaño para todo lo concerniente a las cosas de Dios.


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




En nuestra vida tenemos muy bien programadas nuestras horas, nuestras semanas. Tiempo para trabajar, tiempo para el ejercicio, tiempo para tomar alimentos, de preferencia los que más nos gustan, tiempo para descansar o divertirnos, pero... ¿y el tiempo para Dios?.

No encontramos tiempo para Dios, para orar. Teniendo comunicación con Él que es quién precisamente nos da ese tiempo que repartimos en nuestro muy personal plan de vida.

Y llega el domingo... Si estamos en un lugar de descanso, de monte o de playa ¡qué difícil es programarnos para ir a misa! Si nos hemos quedado en la ciudad, ¡con qué mezquindad le damos a Dios la media hora de misa de los domingos!

Para ir al cine , al teatro o a un evento deportivo nos ponemos diligentes y contentos. Queremos llegar y llegamos antes de que empiece la función, buscamos el mejor lugar para poder ver y oír lo mejor posible, ¡no nos queremos perder ni un solo detalle!. Pero la misa, y eso que la entrada es gratis, no importa llegar cuando ya está empezada la ceremonia y no nos interesa ver o no ver lo que el celebrante hace o dice en el altar y nos quedamos en la entrada para que en el momento de que nos den la bendición nos podamos ir rápidamente, como el que termina un cometido fastidioso y poco grato.

Sabemos que la misa es el sacrificio incruento en que bajo las especies de pan y vino convertidas en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo ofrece el sacerdote al Eterno Padre. La misa es el acto esencial del culto católico por ser el milagro del misterio Pascual del Hijo de Dios. Como acto de culto a nuestro Creador es la adoración a la Divina Majestad, la acción de gracias por los beneficios recibidos, la reparación de nuestros pecados y de toda la humanidad, para oír su palabra y la petición de la mediación de Cristo

Por todos nosotros. Es poder estar en la Cena del Señor la noche del Jueves Santo en el espacio y en el tiempo. Es poder llegar con nuestro corazón hasta Dios y si lo recibimos, es alimentarnos de El y pedir que nos acompañe en el camino que estamos recorriendo aquí hasta el final de nuestros días.

Tarde o temprano ese día llegará y no queremos presentarnos a El con la frase tan conocida de "las manos vacías" sino con algo mucho peor: con el corazón vacío de amor.

No le hemos querido, no le hemos amado como El nos amó hasta dar la vida por nuestra salvación eterna. Vamos viviendo indiferentes a ese gran amor y no sabemos corresponder. Cuando estemos en su presencia ¡qué ansias de volver a empezar, qué ganas de tener todo el tiempo del mundo como ahora, otra vez, toda una vida para amarlo!.

Pensaremos, aunque ya demasiado tarde, en cómo desperdiciamos los minutos, las horas, los años en pequeñeces, en minucias que nos absorbieron, que nos quitaron todo nuestro tiempo para al pasar por una Iglesia entrar, dejando todos la preocupaciones afuera, y frente al Sagrario decirle a Cristo simplemente: -"Te amo y aquí estoy".

Pasamos la vida corriendo tras las cosas vanas y perecederas mientras que apenas tenemos unas migajas de oración para Dios y con la media hora escasa de los domingos en la Iglesia tenemos la conciencia tranquila porque ya cumplimos. ....

Cambiemos radicalmente la forma de vivir nuestra religión.

Seamos radicales en este cambio. Desechemos la tibieza, el espíritu tacaño para todo lo concerniente a las cosas de Dios y amémosle con generosidad, empezando por cumplir con el primer Mandamiento que es: Amar a Dios sobre todas las cosas.

¡Qué se nos note que lo amamos, para que en los ojos de Cristo encontremos, un día, el reconocimiento del encuentro con el amigo, al llegar a su presencia!.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 15 DE ENERO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Enero 15



“Virgen amable, Madre amable, Virgen mansa”; así la llamamos a María Santísima; toda bondad, toda dulzura, toda amabilidad. Ella fue la que mejor imitó a Jesús en aquel precepto que de Él recibimos: “Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,27)”.
¡Cuánta necesidad tenemos de la bondad de corazón, de la dulzura de carácter, de la suavidad de formas y de trato! ¡Qué distinta sería la vida si todos fuéramos más amables!
María, que nunca olvidemos que la dulzura forma parte del amor.


* P. Alfonso Milagro

CAMBIAR EL MUNDO


Cambiar el mundo


Las grandes realizaciones han comenzado por algo simple. Para acercarse a la cumbre de una alta montaña, da el primer paso para lograr tu objetivo, y luego con paciencia y esperanza suma pasos en la misma dirección. Se trata de hacer realidad un bello ideal desde lo concreto e inmediato. Lee ahora la experiencia de una persona.

Siendo joven yo era un revolucionario y mi oración a Dios era: —Señor, dame la energía para cambiar al mundo.
Al llegar a los cuarenta y advertir que la mitad de mi vida se había ido sin que yo hubiese cambiado una sola persona, modifiqué mi oración: —Señor, dame la gracia para cambiar a todos aquellos con quienes tengo contacto, solamente mi familia y mis amigos y estaré satisfecho.
Ahora, que ya soy un anciano y mis días están contados, mi única oración es: —Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo. ¡Si hubiera orado de esta forma desde el principio, no hubiese desperdiciado mi vida!

“Cambiarse a sí mismo”, es en verdad lo más accesible y cercano para comenzar. Pero también es cuestión de lealtad consigo mismo y los demás. Jesús señaló esto en los fariseos de su tiempo. No practicaban lo que aconsejaban a los otros. “Las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. Para cambiar el mundo, comienza por ti.


* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 14 DE ENERO


LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA
Enero 14



María se preocupaba en su vida más de amar que de comprender; amaba lo que comprendía y amaba lo que no comprendía; por sobre todas las cosas, ella amaba y todo lo vivía en la dimensión del amor.
¡Qué distinta sería nuestra vida cristiana si en todo nos moviera el amor, si el amor fuera la explicación de nuestras actitudes y reacciones! ¡Cómo progresaríamos en la santidad si así imitáramos a María!
María, que dijiste: “Hagan lo que Él les diga”, concédenos docilidad de corazón a las enseñanzas de Jesús.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ DOMINGO


viernes, 13 de enero de 2017

UN HOMBRE BUENO Y GENEROSO


UN HOMBRE BUENO Y GENEROSO
Meditación



Cuenta la historia que hace mucho tiempo atrás vivía un hombre muy bueno y generoso que le encantaba compartir con los demás.
Cada vez que el buen hombre comía o desayunaba siempre dejaba la mitad de sus alimentos para compartirlos con algún pordiosero o necesitado que viviera en las calles.

Cuando el hombre no estaba compartiendo sus alimentos, pasaba al hospital a visitar a los enfermos o a los ancianos de los diferentes asilos.

Este hombre lo compartía todo, más que sus alimentos le encantaban compartir su tiempo para consolar a las personas necesitadas de consuelo.

Un día llego un señor muy enfermo a uno de los hospitales que este buen hombre visitaba.

El buen samaritano se enteró que al señor le quedaba poco tiempo de vida y le dedicó todo el tiempo posible.

El mismo samaritano llegaba al hospital a bañarlo a cambiarlo y a servirle en todo al pobre enfermo.

Cuando el señor murió le dejó una carta al buen samaritano que decía esta fue mi última semana de vida pero con todo y eso fue la mejor de todas las semanas… Gracias por tanto amor.
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